viernes, 19 de abril de 2013

La Semana Santa de Viveiro recibe el mejor regalo

El post de hoy va a sorprender a más de uno. Si me seguís habitualmente, sabréis que soy una declarada atea. No me voy a parar ahora en disquisiciones teológicas porque ya lo hice en un post anterior y no me apetece discutir la existencia o no de Dios. Pero voy a dejar clara una cosa: El hecho de que sea atea, no impide que sea respetuosa con los que sí creen en la existencia de una entidad superior, llámese Dios, llámese Alá o llámese Yahveh.

Digo esto porque, aunque pueda sonar raro, soy una fiel espectadora de las procesiones de Semana Santa. No en su sentido religioso, claro, pero sí desde un punto de vista cultural y artístico.La Semana Santa de Viveiro es una de las más antiguas de Galicia, que se viene realizando ininterrumpidamente desde el siglo XIII, aunque las tallas que actualmente se conservan son un poco posteriores.

Al margen de los aspectos religiosos que, evidentemente, son muchos y todos están llenos de significado, la Semana Santa vivariense atrae cada año a miles de visitantes que vienen marcados por el carácter único de estas celebraciones. Y es por esto por lo que esta misma semana, ha conseguido la declaración de "Interés Turístico Internacional". Es la primera celebración del norte de España que consigue dicha distinción.

La Semana Santa de Viveiro siempre me ha marcado, incluso de bien pequeñita. Toda mi familia materna está metida en algo, si no es en una cofradía, es ayudando como costaleros o nazarenos (no sé si en otras partes de España es necesario que todos pertenezcan a una cofradía; aquí se puede ayudar sin necesidad de pertenecer a ella, por el simple motivo de hacerla más bella y emotiva para todos). Siempre me ha gustado su aire sobrio y austero, más propio de la Semana Santa castellana y bastante alejada de la andaluza, pero no por ello menos hermosa y cargada de significado. Las ocho cofradías y hermandades que participan en ella se encargan año tras año de que sea así.

Los pasos son el eje de nuestra Semana Santa, y puedo asegurar que cada uno de ellos, desde el más antiguo a los más actuales, es una obra de arte de arriba abajo. Se conservan tallas del siglo XV, del XVII y del XVIII, que han sido debidamente restauradas para sacarles algo de vetusto y estropeado y devolverlas al pueblo, que es a quien pertenecen por derecho propio. Hoy en día siguen saliendo pasos como La Cena (Juan Sarmiento, 1808), cuyos apóstoles son fieles retratos de marineros del puerto de San Ciprián; El Prendimiento (José Rivas, 1947), que muestra el momento en el que Judas Iscariote besa a Jesús, delatándole ante un romano que le señala; o el Santísimo Cristo Yacente (José Tena, 1908), que avanza escoltado por cuatro ángeles que portan los atributos de la Pasión y seguido por una guardia romana.

Cómo olvidarme del emotivo Encuentro del Viernes Santo, donde cuatro imágenes articuladas dan vida al momento en el que Cristo camina penosamente hacia el Gólgota. Es sorprendente ver a la gente llorando de emoción cuando ven al Cristo caer con la cruz a cuestas, a la Virgen enjugándose las lágrimas con un pañuelo, a San Juan volviendo la vista hacia su maestro y yendo en busca de su madre y a la Verónica abriendo las manos para mostrar el paño que muestra la imagen de Cristo.

Y, por supuesto, el que muchos afirman que es el momento más sublime, que se está haciendo desde hace poco tiempo. En el año 2002, la Hermandad de las Siete Palabras decidió que el paso con el grupo escultórico de El Calvario fuese llevado a hombros por primera vez. La magnitud del paso y las estrechísimas calles de Viveiro impedían que fuera llevada a cuestas por el casco viejo, pero no ocurre así cuando, a la vuelta, se va por la carretera general. Un total de cien costaleros levantaron el paso ante las miradas de emoción y los aplausos de cuantos estaban allí. He llegado a oír a gente diciendo que nunca habían pensado vivir para ver El Calvario a hombros.

Las bandas de tambores son otro punto fuerte porque contribuyen a acrecentar la intensidad del momento. Los golpes fuertes, implacables y firmes de los tambores hacen que el corazón palpite con fuerza mientras el paso al que custodian avanza lentamente hacia la plaza mayor o se interna con cuidado por las calles del casco antiguo. Cada banda de tambores es única. Unos destacan por su solemnidad y orden, y otros por su pasión y entrega a la hora de marcar el paso. Pero todas emocionan por igual.

Podría extenderme mucho más, porque la Semana Santa de Viveiro da para unos cuántos párrafos más, pero creo que lo dejaré para más adelante o, como tendría que haber sido, para el momento de celebración de la Semana Santa (siento no haberlo hecho en su día, pero la noticia de que ahora es de interés turístico internacional la he escuchado ayer y me he emocionado). Podría seguir hablando maravillas, pero creo que es mejor que vosotros mismos lo veáis si os gusta o tenéis interés. Y, si podéis, dadle una oportunidad a nuestra Semana Santa (por lo menos, un año que no llueva) y sabréis por qué ha alcanzado esa distinción y, sobre todo, por qué se la merece.


Aquí os dejo un pequeño álbum de fotos. No son los pasos más emblemáticos, por llamarlos de alguna forma, pero son los que mejor me han salido en las fotos. Tened en cuenta que estas son del 2007, así que algunas cosas han cambiado.



La Flagelación o Cristo de la Columna (José Tena, 1908)




Ecce-Homo o El Cristo de la Caña (José Rivas, 1950)




La Magdalena (José Tena, 1916)




Santísimo Cristo Yacente (José Tena, 1908)



 
El Calvario (José Rivas, 1946-49 y Rodríguez Puente, 1952)
 
 


La Piedad (José Rivas, 1945)



 
María al Pie de la Cruz (Modesto Quilis, 1908)

4 comentarios:

  1. Preciosa entrada Laura! Me ha sorprendido mucho, y soy un ignorante de tomo y lomo, pues desconocía por completo esa Semana Santa de tal calidad en Galicia.
    Ya tengo otro motivo más para ir, jeje.

    Un saludazo!

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  2. Hola, Ferdin! Perdona por tardar en contestar! Es que no suelo conectarme los fines de semana (algún día te hablaré de mis problemas con Internet). Gracias por comentar! Y ya sabes, si algún año te animas a venir, aquí serás bien recibido. Ahora sí que no tienes excusa, jeje!

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  3. Nada que obxectar Laura, simplemente preciosa entrada.

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  4. Hombre, David! Tú por aquí! Pásate cando queiras, que eres ben recibido!

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