miércoles, 23 de marzo de 2016

Romance de la Infantina


A cazar va el caballero,
a cazar como solía,
los perros lleva cansados,
el halcón perdido había;
arrimárase a un roble,
alto es a maravilla,
en una rama más alta
vido estar una infantina,
cabellos de su cabeza
todo el roble lo cubrían.

-No te espantes, caballero,
ni tengas tamaña grima.
Hija soy yo del buen rey
y de la reina de Castilla.
Siete hadas me hechizaron
en brazos de un ama mía,
que andase los siete años
sola en esta montiña.
Hoy se cumplían los años,
o mañana en aquel día.
Por Dios te ruego, caballero,
llévesme en tu compañía.
Si quisieres, por mujer,
si no, sea por amiga.

-Esperéisme vos, señora,
a mañana en aquel día,
que iré yo a tomar consejo
de una madre que tenía.

La niña le respondiera
y estas palabras decía:

-¡Oh, mal haya el caballero
que sola deja la niña!

Él se va a tomar consejo,
y ella queda en la montiña.
Aconsejóle su madre
que la tomase por amiga.
Cuando volvió el caballero
no la hallara en la montiña:
vídola que la llevaban
con muy gran caballería.

El caballero, desque la vido,
en el suelo se caía;
desque en sí hubo tornado,
estas palabras decía:

-Caballero que tal pierde,
muy gran pena merecía:
yo mismo seré el alcalde,
yo me seré la justicia:
que me corten pies y manos
y me arrastren por la villa.


Anónimo, siglo XV

miércoles, 16 de marzo de 2016

20 defectos que no sabíais de mí


¡Hola a todos!

Hoy os voy a traer un post que recuerda un poco a las 50 cosas sobre mí que tantos blogueros y youtuberos han popularizado en las redes. Echando un vistazo a otros blogs, a canales de YouTube, a Facebook y esas cosas, he visto que la gran mayoría de la gente que hace estos memes parece llevar una vida en blanco y rosa, llena de sonrisas y de emoticonos felices con corazoncitos en los ojos... y, bueno, me parece que ya va siendo hora de que admitamos de una vez que no hay vidas perfectas, no hay gente que sea feliz las veinticuatro horas del día y que nadie es tan dulce, bueno y maravilloso como una princesa de cuento de hadas. Y, por supuesto, yo no soy la excepción (sí, ya sé que pensabais que era dulce, buena y maravillosa, pero me veo en la obligación de desengañaros, XD).

Por eso, porque siempre habéis estado ahí para leer no sólo mis artículos sobre Historia, Arte, música y literatura, sino también aquellos que han sido fruto de mis rayadas mentales, os traigo un post dedicado única y exclusivamente a los defectos que yo, como persona humana que soy, creo que tengo o que otros creen que tengo. Los que me conocéis mejor, ya sabréis cuáles son y no os pillarán por sorpresa. Pero bueno, espero que os guste y que no me odiéis por tener estos veinte defectillos de nada...



1) Gruñona

Estaba claro que este iba a ir el primero en la lista, aunque he de decir en mi defensa que no soy tan gruñona como dicen las malas lenguas y que siempre que lo soy es por una buena razón. Uno de mis defectos más característicos es que suelo protestar por todo, por cosas que le encantan a todo el mundo pero que a mí, por considerar que son memeces o tonterías, no me gustan. Intento corregir este defecto siempre que tengo oportunidad admitiendo algunas cosas y procurando dejarme llevar por la ilusión. Para que me entendáis, un ejemplo sería la explosión de sonrisas y entusiasmo que acarrea la Navidad al común de los mortales. Hace unos años a mí me repateaba un montón que la gente estuviera siempre sonriendo sólo porque era Navidad. El hecho de que hubiera que ser feliz solamente porque estábamos en Navidad me tocaba mucho las narices y me hacía protestar todo el rato (de hecho, mi mejor amiga a veces todavía me dice que soy "el duende que robó la Navidad" porque a veces puedo ponerme muy pesada). Ahora veo las cosas de otra manera y de verdad que me esfuerzo por gruñir menos.


2) Susceptible

Otro de mis grandes defectos, pero con una pequeña variante. No soy una persona quisquillosa o picajosa, de esas a las que todo les sienta mal y se enfadan por eso, pero sí que soy bastante sensible en el sentido de que si alguien dice algo malo de mí o me llama la atención, me afecta muchísimo. Cosas como no te rías y hables a la vez, no hables con esa voz tan grave o a ver si dejas esas tonterías de dibujos/libros/música y te portas como una persona adulta me duelen en el alma y me hacen sentirme objeto de crítica inmerecida. Lo mismo si me he equivocado al hacer algo y me lo están repasando por la cara todo el tiempo; si alguien hace eso, no puedo evitar sentirme mal y pensar que la culpa es mía o que no respondo como una persona normal debería responder. También me esfuerzo por corregir este defecto, lo prometo.


3) Pesada

Mis amigos son las víctimas más frecuentes de este defecto, porque con quien me suelo poner más pesada es con ellos. Pongamos por ejemplo que quiero escribir un cuento ambientado en la época de la Revolución Francesa y que, por casualidades de la vida, conozco a un amigo que es un apasionado de esa época, que controla el tema y que se presta gustoso a echarme una mano (angelito...). Bien, pues mi reacción es que no me voy a despegar de ese amigo hasta que me cuente todos y cada uno de los detalles de la Revolución Francesa, hasta que no responda a todas las preguntas que a mí se me ocurran, hasta que resuelva todas mis dudas. Así le tenga que llamar a deshora, cuando se vaya a acostar o cuando esté en el trabajo. No se va a librar de mí a menos que me mande a la mierda, y entonces mi susceptibilidad me hará sentirme mal porque me he pasado con mi amigo y ahora me va a odiar. Bueno, quienes ya me conocen ya saben cómo darme largas sin que se note mucho y sin ofender a nadie, pero es un defecto por mi parte. Soy muy pesada, lo tengo que admitir.


4) Tímida

El gran mal de mi personalidad. El defecto que me ha impedido dar el paso para conocer a personas maravillosas durante gran parte de mi vida (y todavía a día de hoy, por desgracia), pero que trato de superar día a día. La timidez en sí misma no es mala. Todos somos un poquito tímidos, sobre todo en situaciones que no nos resultan familiares o ante personas a las que todavía no conocemos. El problema es que mi timidez dura mucho tiempo (aunque eso depende también un poco de la otra persona). Por ejemplo, si me acaban de presentar a una persona, lo más normal es que yo me quede cortada, le diga un par de frases corteses y luego me quede en silencio, esperando su reacción. Me pasa mucho también el quedarme callada por no saber de qué hablar con la otra persona. Esa sensación horrible de no saber cómo llenar el silencio, de creer que aquello que te apasiona puede que la otra persona lo considere una tontería, el callar por temor a meter la pata... De verdad, no es que ponga mala cara porque la otra persona no me cae bien o porque sea una estirada, sino porque no sé de qué hablar con ella. Si la otra persona es alegre y extrovertida, eso me anima a abrirme y a hablar. Cuando hay feeling se me nota mucho, pero si los demás no me dan bola me temo que mi timidez me impedirá dar el primer paso.


5) Impaciente

La paciencia es una virtud, estoy de acuerdo. Qué pena que no esté entre las mías, porque me ayudaría mucho en mi día a día. La impaciencia no es el peor de mis defectos, pero tampoco es de los mejores, porque me amarga muchísimo la vida. Cuando ante mí se plantea la posibilidad de conseguir algo que llevo mucho tiempo ansiando, lo quiero ya. Ahora mismo. Mañana, a más tardar. No puedo esperar, quiero hacer las cosas lo más rápido posible, obviando que a veces hay que dejar madurar los planes, dedicarles tiempo para perfeccionarlos y luego, cuando ya está todo en orden, llevarlos a la práctica. Por culpa de esta impaciencia me he llevado grandes batacazos, ya que no me he parado a pensar en las consecuencias que el ir demasiado deprisa podía traerme. Por eso, desde entonces siempre sigo esta máxima: No te adelantes. Ve despacio cuando tengas prisa. ¡Espero que me funcione!


6) Demasiado puntual

A lo mejor muchos no consideráis esto un defecto, ya que la puntualidad es una virtud maravillosa. Pero un exceso de puntualidad también puede ser perjudicial para la salud, sobre todo la mía. ¿Por qué? Bien, os lo explicaré. ¿Recordáis lo que he dicho sobre que soy una persona muy impaciente? Pues eso se traduce en que la prisa también me lleva a querer estar en los sitios antes de tiempo, llegando a estar esperando a la otra persona media hora o más. Cuando te encuentras con un amigo que es tan puntual como tú, esto es maravilloso. Ostras, habéis llegado los dos a la vez al mismo sitio y ya no tendréis que estaros esperando. Pero como la otra persona sea un poco impuntual, ya me podréis ver lanzando pestes y deseándole una maldición por hacerme esperar (¿he dicho ya que soy una persona un poco gruñona?). En fin, supongo que es culpa mía por ser tan excesivamente puntual. Trataré de enmendarme, lo prometo.


7) Desapegada

Respecto a la amistad, puedo decir sin parecer una presumida que no encontraréis persona más agradecida que yo por su existencia. Al no haber tenido muchos amigos a lo largo de mi vida, valoro muchísimo la amistad de aquellas personas que el destino ha puesto en mi camino. Sin embargo, también se me puede achacar cierto desapego en ocasiones. A veces, tal vez por puro egoísmo, me centro demasiado en los problemas que flotan conmigo en mi burbuja y me olvido de que mis amigos me necesitan, me piden consejo y quieren que les dé mi punto de vista sobre un tema que les preocupa. Y yo, en vez de responder como una buena amiga, me dejo llevar por mis mierdas personales y no presto a mis amigos la atención que merecen. A lo mejor soy un poco mala, no sé...


8) Borde

Madre mía, si me dieran un euro cada vez que alguien me ha dicho que soy borde... Ahora mismo podría tener mi propio chalé a pie de playa, en serio. Se me considera una persona borde porque tengo tendencia a ser brusca cuando hablo o cuando respondo a una pregunta. Esa brusquedad puede dar pie a pensar que me estoy metiendo con la otra persona, que me burlo de ella, que estoy muy pagada de mí misma o, simplemente, que soy una persona insoportable. ¡Y no es así, lo juro! Mi intención no es ser cortante cuando hablo, pero no puedo evitar que me salga ese tono. Es mi forma de hablar, pero no es lo que pienso en realidad (si alguien me cayera mal, lo notaría FIJO). Vale, ya sé que un tono cortante no es el más apropiado para hacer amigos o resultar simpática a los demás... pero vuelvo a repetirlo: No lo hago por mal. Me sale así. Por favor, no penséis que soy una estirada ni nada de eso porque no es cierto. Sé que este es uno de mis peores defectos porque me lo han dicho muchas veces, y por eso pongo mucho empeño en corregirlo. Si habéis sido víctimas de mi bordería, os pido perdón de corazón :-(


9) Conformista

Soy una gran admiradora de la gente inconformista. Ya sabéis, de esas personas que no se conforman con lo que tienen y luchan por conseguir algo mejor, porque sienten que se lo merecen y ponen todo su empeño en medrar y llegar a tener lo que siempre soñaron. Habrá quien piense que el inconformista tiene un gran defecto, ya que esas ansias de querer aspirar a más harán que nunca esté contento con lo que tiene, porque siempre querrá más. Pero yo puedo aseguraros que es mucho peor ser conformista, porque la fama de apocado y pusilánime que ganarás no te la quitará nadie. Y de esto yo sé un rato. Soy una persona muy conformista; me adapto a cualquier situación con facilidad y me hago una rutina en la que me siento cómoda. Pero no está en mi carácter el luchar por escapar de esa rutina, ni siquiera cuando noto que ya no soporto más esa situación y que siento que me ahogo. No soy capaz de luchar para subir esa escalera de la que hablaba Petyr Baelish en Juego de Tronos, porque me apalanco en mi zona de confort y no me atrevo ni a subir ni a bajar (¿será también porque soy gallega y de nosotros se dice que no se sabe si subimos o bajamos?). Este defecto es el gran responsable de mi total falta de ambición y de mi apatía en todos los aspectos de mi vida. No me gusta ser así, pero no sé qué podría hacer para cambiar.


10) Perezosa

No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Sabio consejo. Yo empezaría a seguirlo mañana, XD. Bueno, bromas aparte, lo cierto es que nadie debería presumir de ser una perezosa, pero ya he dicho que tengo que reconocer todos mis defectos y no sería justo dejar la pereza aparte. Soy perezosa por la misma razón por la que soy conformista: Estoy cómodamente instalada en mi pequeño mundo y me da miedo asomarme al exterior para ver lo que está ocurriendo. Soy muy vaga para emprender proyectos, para animarme a hacer algo aunque lleve mucho tiempo deseando hacerlo. Es por eso por lo que necesito tener siempre al lado a una persona que me esté azuzando con un palo para que me mueva, para que haga algo más que sentarme a leer o ver la televisión.


11) Ingenua

Llevamos ya una larga lista de lo que son mis defectos, que algunos consideraréis más o menos graves dependiendo de vuestra forma de pensar. Pero hay algo sobre mí de lo que no podéis dudar, y es mi absoluta falta de maldad. Soy una persona que es incapaz de pensar lo peor de la gente. Igual que les pasaba a Jane Bennet o Sansa Stark, creo que la gente brilla más por sus virtudes que por sus defectos, y me gusta pensar que hay más gente buena en el mundo que malvada. Este candor me ha llevado a tener muchos problemas por juzgar de manera equivocada a personas que no se lo merecían, por confiar en gente que me ha hecho daño, por permitir que otros se burlaran de mí pensando que lo hacían no por maldad, sino porque no podían evitar ser maliciosos y desagradables. Sé que suena encantador que alguien te diga que es ingenuo, ya que se tiende a pensar que esa persona es un cielo, pero la verdad es que puede llegar a convertirse en un defecto que te arrastrará a muchas calamidades. Yo lo he vivido así. Con todo, no puedo evitar seguir teniendo fe en la humanidad...


12) Lenta

Este defecto podría ser una conjunción entre mi pereza y mi ingenuidad, pues la mezcla de ambas hace que sea una persona increíblemente lenta para todo. Si la mayoría de las chicas tiene su primera experiencia amorosa en la adolescencia, yo no la tendré hasta la veintena. Si el común de mis amigos empieza a buscarse la vida ya en la universidad, yo esperaré a terminar la carrera antes de empezar a pensar en mi futuro. Si todos a mi alrededor están emparejándose y formando sus propias familias, yo seguiré viviendo como cuando iba al instituto. Soy muy, muy lenta para hacer las cosas. Y esto también se extrapola a la hora de tratar con la gente, ya que soy incapaz de ver las segundas intenciones de una persona o, a veces, de entender el doble sentido de sus palabras.


13) Sentido del humor

Aclaremos que tener sentido del humor no es algo malo, sino todo lo contrario. Que alguien sea capaz de arrancarte una sonrisa es algo que hay que celebrar por todo lo alto, porque soy de la opinión de que este mundo triste y pesimista en el que vivimos tiene que haber más sonrisas y buen humor. Sin embargo, ¿qué pasa cuando tienes un sentido del humor un tanto... peculiar y la gente lo toma en el mal sentido? A ver, no quiero decir que me guste gastar bromas pesadas o que me divierta metiéndome con la gente. No es eso. Lo que pasa es que cuando quiero hacer una gracia, la gente no entiende que lo estoy diciendo de broma. Quizá sea por mi tono de voz o mi forma de hablar, pero se suelen malentender mis palabras y no se dan cuenta de que estoy haciendo una broma y que no hablo en serio. ¿Retranca gallega? Quién sabe...


14) Nerviosa

Mea culpa. Tengo que admitir mi flaqueza en este punto.  Hola a todos, me llamo Laura y soy una de las personas más nerviosas del mundo. Me altera todo, en serio. El más pequeño cambio en mi vida me frustra, me pone frenética y me provoca taquicardias. ¡Imaginaos entonces cómo estaba durante las temporadas de exámenes en la carrera o en los másters! Una caja de tila no basta para tranquilizarme, y me temo que me volvería adicta al Valium si decidiera probarlo. Sin embargo, mis nervios tienden a aparecer en los momentos más inoportunos y desaparecen cuando más lógico sería que aparecieran. Por ejemplo, puedo ponerme al borde de un ataque de nervios por no poder entregar un trabajo a tiempo y, sin embargo, estar la mar de tranquila al subir a un avión, un barco o una montaña rusa.


15) Solitaria

Todo el que me conoce sabe que esta es una de mis facetas más características y, aunque no tiene nada de malo saber estar sola, yo considero que es un defecto querer pasar demasiado tiempo sola. Soy una persona muy solitaria, quizá demasiado. He llegado a tal punto de soledad que a veces mis padres me tienen por una ermitaña. Supongo que, como de niña pasaba mucho tiempo sola y apenas tenía amigas, me acostumbré a estar sola conmigo misma, a jugar a mi manera los juegos que a mí me gustaban y a vivir en mi propio mundo de oscuridad existencial (hablando así parezco un poco emo, ¿verdad?). Y sí, tengo que reconocer que muchas veces me encuentro más a gusto estando sola que en compañía de otras personas. No siempre es así, claro está, pero sí la mayor parte del tiempo. No sé si esto quiere decir que soy un poco antisocial o si sólo quiero estar a solas conmigo misma, pero la gente lo suele considerar un defecto y por eso lo incluyo aquí.


16) Negativa

¿Negativa, yooo? ¡No, no y no! :-P Vale, sí que lo soy. Supongo que la parte pesimista de mi persona tiene mucho que ver con este defecto, y la verdad es que no me gusta tenerlo porque me hace muy impopular entre los que me rodean. Soy una persona muy pesimista. Soy tan pesimista que cuando compro un libro, lo primero que hago es leerle el final; así, si me muero, no me voy con la duda. Así de negativa soy. Si tienes buenas y malas noticias, dame las malas dos veces. Eso sí, sólo soy negativa para mí misma. Cuando alguien me cuenta un problema o un proyecto de futuro, yo me muestro bastante positiva: que si adelante, que si todo va a ir bien, que si la suerte está de su parte... En cambio, cuando se trata de mí hago todo lo contrario, pues suelo centrarme en las cosas negativas y es muy frecuente que no sepa salir adelante a menos que alguien me espabile a golpe de látigo. Por suerte, ahora soy más positiva que antes y veo las cosas de otra manera... aunque a veces me vuelva a picar el gusanillo de la negatividad.


17) Derrotista

Este defecto va ligado al defecto anterior, pues un exceso de negatividad provoca que el sentimiento de derrota crezca en mí. Sé que puede sorprender que reconozca tan abiertamente algo así, pero he decidido hacerlo porque tengo que ser sincera conmigo misma y con quienes me conocen o quieran conocerme. Como soy una persona que se conforma con muy poca cosa y carezco por completo de ambiciones, no sale de mí luchar por lo que realmente quiero. No me gusta perder, pero en vez de levantarme y volver a intentarlo lo que suelo hacer es deprimirme y venirme abajo. Me falta eso que se conoce como Voluntad del Guerrero, y la verdad es que no podría hacerme sentir peor. Me fastidia mucho ser tan derrotista; me gustaría tener más ímpetu, más espíritu combativo... en vez de dejarme llevar por la pena del fracaso.


18) Fría

Se me ha acusado muchas veces de ser una persona fría, poco dada a dejarse llevar por los sentimientos, incapaz asimismo de derramar una lágrima... pero creo que hay algunas cosas que explicar acerca de esto. No es que sea una persona fría, pero tampoco soy de las que se deja llevar por los sentimientos. Soy bastante pragmática en mis relaciones sociales, pues me gusta pensarme bien las cosas antes de lanzarme a la piscina, aunque esto en ocasiones me hace dejar el corazón un poco de lado. Aunque no me cuesta llorar si algo me provoca emoción, tampoco soy de las que deja correr las lágrimas como si hubiera abierto el grifo. No creo que tenga nada de malo el saber contener un poco las emociones o el no dejarse llevar demasiado por los arrebatos del corazón, aunque admito que un poco más apasionada podría serlo.


19) Despistada

Muchísimo, lo juro. Este es uno de mis peores defectos, y más de una vez he tenido que pedir perdón por culpa de uno de mis despistes. Se me olvida todo: La chaqueta en casa de una amiga, el paraguas en clase, los apuntes en la biblioteca... Soy muy, muy despistada. Como voy por la vida pensando siempre en mis cosas, imaginándome mundos fantásticos y perdiéndome en mis ensoñaciones, no veo lo que ocurre a mi alrededor. Esto se traduce en que puedo ir caminando por la calle, cruzarme con mi señora madre y no saludarla. ¡Pero no porque no quiera saludarla, sino porque no la he visto pasar! También tengo tendencia a perderme con facilidad, sobre todo en lugares que no conozco (tendríais que haberme visto en Valencia, XD), ya que se me olvidan los nombres de las calles y nunca recuerdo por dónde he pasado (aunque lo haya hecho hace cinco minutos). Vamos, que soy un desastre con patas.


20) Anticuada

No sé si esto se puede considerar un defecto o una peculiaridad de mi forma de ser, pero lo pongo aquí porque a la gente suele chocarle mi forma de pensar sobre ciertas cosas. Y es que se podría decir que yo he nacido en la época equivocada, ya que tengo algunas ideas que a día de hoy se ven como algo pasado y chapado a la antigua. Por ejemplo, soy de las pocas personas a las que, en el amor, le gusta el cortejo a la antigua (pero sin cursiladas, por favor). Para mí, el hombre ideal es aquel que se comporta como un caballero en todo lo que hace... y eso hoy en día no se lleva nada, por desgracia. No soy demasiado fan de las cosas modernas y me cuesta renunciar al pasado. Qué se le va a hacer, yo soy así.


Bueno, y hasta aquí por hoy. Espero que os haya gustado esta entrada tan intimista como reveladora de mí. Ya sé que lo más común no exponer las propias debilidades a todo el público, pero creo que es una buena forma de darme a conocer. Por suerte, creo que soy una persona que tiene más virtudes que defectos, y espero que los que me conozcan estén de acuerdo ^^*.

¡Nos vemos!

viernes, 11 de marzo de 2016

Jesús de Nazaret, el hombre tras el mito


Una gran parte de la humanidad divide el tiempo atendiendo a dos grandes eras: antes y después del nacimiento de Jesús de Nazaret. Nacido hace más de dos mil años, es indudable que su paso por la tierra cambió la historia. Sin embargo, a pesar de ser uno de los personajes más trascendentales del mundo, es muy poco lo que sabemos de su persona. Para unos fue uno de tantos predicadores, un falso profeta, un loco que se creía hijo de Dios. Para otros, fue el Mesías que vino al mundo para salvar a la humanidad del pecado. Al margen de cualquier tipo de creencia religiosa, es necesario saber que Jesús fue, ante todo, un hombre. Un hombre que cambió el mundo utilizando como única arma la palabra, y que fue detenido, juzgado y crucificado debido a su revolucionario mensaje. Pero, ¿qué sabemos realmente de Jesús de Nazaret?


En busca del Jesús histórico

La búsqueda del Jesús histórico es una disciplina que hoy en día ocupa a numerosos eruditos, teóricos e historiadores, aunque esta rama del estudio es relativamente actual. Hasta la época de la Ilustración, lo único significativo era que se trataba del Hijo de Dios, que había dejado un legado fundamentado en el Reino de Dios y en el amor al prójimo. Pero fue en el siglo XVIII cuando la vida del Nazareno empezó a suscitar cada vez más interés. Prueba de ello es la cantidad de libros y artículos que fueron publicados para dar todo tipo de respuestas.

Sin embargo, hay que tener cuidado con las fuentes que utilizadas para acercarse a la figura de Jesucristo. Todas las fuentes disponibles son confesionales, es decir, de gente que creía en Jesús. Aunque existen algunas referencias romanas, no se las debe considerar “fuentes” en sentido estricto, pues la información que ofrecen se basa en las propias fuentes cristianas. En cualquier caso, las fuentes pueden dividirse en cuatro apartados: paganas, judías, rabínicas y cristianas.




Jesús vivió durante el gobierno de los emperadores romanos Augusto y Tiberio. Durante el siglo I de nuestra era hay un silencio casi absoluto sobre el Nazareno en las fuentes paganas, y es comprensible. Roma se caracterizaba por ser un imperio enormemente etnocéntrico, y la importancia de los sucesos dependía de la trascendencia que tenían para la capital o el gobierno.

En cualquier caso, es posible hallar algunas referencias a Jesucristo. La primera de ellas se encuentra en un documento romano obra de Plinio el Joven, en una carta escrita al emperador Trajano hacia el año 112. En esta carta, habla de los cristianos como de gente que se reúne de forma clandestina y que «adoran a Cristo como si fuera Dios».

Años después, Suetonio habla de ciertos disturbios causados por los judíos que habitaban en Roma durante la época de Claudio, y afirma que tales alborotos habían sido instigados en nombre de un tal Chrestus, que podría ser una versión latinizada de Cristo, aunque esto no tiene por qué ser así.

No mucho más tarde, Tácito relata en el libro XV de sus Anales que Nerón mandó incendiar la ciudad de Roma y luego cargó las culpas a los cristianos, a los que, por cierto, el propio escritor detestaba. Al margen de su antipatía por los cristianos y la dinastía julio-claudia, Tácito nos deja este pasaje refiriéndose a Jesús: «Aquel de quien [los cristianos] tomaban nombre, Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato». Aquí existe una inexactitud, puesto que Poncio Pilato no fue procurador, sino prefecto, pero no cabe duda de que esta es la primera contextualización histórica de la existencia de Jesús en fuentes romanas.

En las fuentes judaicas tampoco abundan los comentarios sobre el Nazareno, pero sin duda los más importantes son los atribuidos a Flavio Josefo, un aristócrata nacido tras la muerte de Cristo y que vivió la guerra judeorromana durante la cual fue destruido el templo de Jerusalén, en el año 70. En sus obras hace dos referencias al personaje: La primera de ellas menciona a un tal Jacobo, a quien identifica como hermano de «Jesús, que es llamado el Mesías». La otra atañe directamente a Cristo, a quien define como «un hombre sabio, si verdaderamente se le puede llamar hombre». Flavio Josefo considera a Jesús un hombre de gran sabiduría, pero lo eleva casi a la categoría de un dios. Es posible que el texto fuese alterado por manos cristianas para cuadrar mejor su visión de Jesucristo, pero no se puede afirmar que el texto sea una falsificación.

Entre las fuentes rabínicas, la más importante es el Talmud, la compilación de escritos de la sabiduría judaica de la época. El material talmúdico es difícil de datar, ya que se inicia en el siglo IV y no termina hasta siglos después. En esta fuente, el tratamiento de la figura del Mesías es más bien despectivo. Se hacen menciones a que su nacimiento había sido “poco limpio” o que en realidad era un mago que realizaba milagros inspirados por el Demonio y, por lo tanto, fue justamente condenado a morir en la cruz. Sin embargo, estas menciones confirman que incluso los judíos más ortodoxos consideraban cierta su existencia.

Las fuentes más abundantes son, naturalmente, las cristianas. Dentro de ellas se encuentran los Evangelios canónicos, que aportan muchos datos acerca de la vida y doctrina de Jesucristo; los Evangelios apócrifos, que no están incluidos en el canon de la Biblia; y las cartas de San Pablo. A pesar de la gran cantidad de información que ofrecen, existen varios problemas relacionados con los Evangelios canónicos, incluida su autoría (los textos evangélicos no dicen a quién pertenecen). El gnosticismo afirma que en el cristianismo hay dos doctrinas: una para la gente común y otra para la élite espiritual, que sería más exclusivista. Otro problema es el de los Evangelios sinópticos. Excepto el de Juan, los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas están escritos en disposiciones muy parecidas, de tal modo que se podrían ver juntos como si fuesen uno.

Los Evangelios apócrifos, pese a no estar reconocidos por la Iglesia católica, también podrían aportar información muy interesante acerca de Jesucristo, aunque dicha información fue escrita en épocas bastante tardías, posiblemente entre los siglos III y IV. Ahora bien, hay algunos que ofrecen datos adicionales, aunque no contrastables. Uno es el Evangelio de Pedro, del que sólo se conserva un fragmento en el que se dice que la condena a muerte no fue obra de Pilato, sino de Herodes y los jefes judíos. Otro es el Evangelio Egerton, descubierto en 1935, compuesto por cuatro fragmentos datados de mediados del siglo II, y que no ofrece material nuevo. También es interesante el Evangelio de Tomás Copto, descubierto en 1945 en Nag Hammadi. Es un documento escrito en lengua copta en el que se recogen una serie de dichos atribuidos a Jesús y sin ninguna mención a la Pasión.


En el plano de las hipótesis

Así pues, ¿qué es lo que sabemos realmente del Jesús histórico? Los estudiosos han llegado a algunas conclusiones. La primera de ellas es que las fechas sobre su nacimiento no coinciden con las estipuladas por la tradición. Parece ser que Jesús no vino al mundo en el año 1 de nuestra era, sino que es una simple convención del calendario, al igual que la fecha del 25 de diciembre. Probablemente ni siquiera nació en diciembre, ya que Lucas señala que cuando se produjo el natalicio los pastores dormían al raso, cosa imposible en invierno por las duras temperaturas que había en la zona.

Los primeros cristianos no conmemoraban el nacimiento de Cristo, sino su bautismo. Para ello, eligieron arbitrariamente el 6 de enero para celebrar el acontecimiento. Fue en el siglo IV cuando se decidió separar ambas festividades, y se adoptó el 25 de diciembre como fecha de la Natividad porque se creía que en esa fecha se producía el solsticio de invierno. Como muchas religiones celebraban en tal fecha el culto solar, y al no poder erradicar una costumbre tan antigua, la Iglesia optó por darle un significado cristiano y convirtió esa fecha en el día de Navidad.

Históricamente, el nacimiento de Cristo está vinculado a los últimos años del reinado de Herodes el Grande, a quien Mateo atribuye la famosa y trágica matanza de los inocentes. En esta época, José y María habrían huido a Egipto con el niño para regresar a Galilea sólo tras la muerte del soberano, lo que sucedió en el año 4 a.C.

Sin embargo, hay otros elementos relacionados con el nacimiento de Jesús que aportan discordancias: la aparición de una estrella y la elaboración de un censo. Algunas teorías asocian la estrella con el cometa Haley, que pasa periódicamente cerca de la tierra y cuyos avistamientos están perfectamente documentados. Lo que ocurre es que en aquella época el cometa fue avistado en el año 12 a.C., año también en el que se inauguró el templo de Jerusalén tras unas obras, motivo que justificaría la presencia de varios reyes de Oriente en la capital judía. El segundo episodio es la elaboración de un censo siendo Quirinio gobernador de Siria. Se sabe que existió un censo tributario en Judea, Samaria e Idumea encargado en el año 6 d.C., aunque podría ser que el gobernador hubiese llevado a cabo el empadronamiento entre el 9 y el 6 a.C. De cualquier manera, parece probable que Jesús vino al mundo en una fecha indeterminada entre los años 8 y 4 a.C.




Por lo que respecta a la familia, José, el padre de Jesús, era carpintero, pero no en el sentido que le damos ahora. La palabra griega que se utiliza para aludir a su oficio es tekton, que hace referencia a que trabajaba con la madera y la piedra. Es decir, que no haría delicados trabajos de ebanistería, sino que su especialidad sería fabricar arados, puertas o muebles para la casa. Respecto a María, los estudiosos coinciden de manera general en que sobrevivió a su hijo. La cuestión de la supuesta virginidad de María al concebir a Jesús es más que discutible por motivos evidentes. Sin embargo, se ha barajado la hipótesis de que en la época se considerara virgen o pura a una muchacha que se hubiera quedado embarazada antes de tener su primera menstruación; teniendo en cuenta que a las niñas se las casaba alrededor de los 12 ó 13 años, parece tener sentido. Otros autores, en cambio, insisten en que es más que probable que Jesús tuviera varios hermanos, algo que está atestiguado en Marcos, Juan, Pablo y Flavio Josefo.

Lo que no se puede negar es que Jesús fue judío, se crió como tal, observó las normas de alimentación de este pueblo, fue circuncidado, interpretó las Escrituras y siguió la ley judía. Como otros niños, es posible que acudiera a la sinagoga para aprender a leer y escribir, lo que nos aporta un nuevo interrogante. ¿En qué idioma hablaba Jesús? Un gran número de estudiosos afirma que su lengua materna era el arameo, idioma utilizado normalmente por la mayoría de habitantes de la zona. También es posible que conociese el hebreo clásico, muy difundido en la región. Lo que es más discutible es si entendía el griego puesto que, pese a ser una lengua también muy extendida, no hay una certeza absoluta acerca de si Jesús lo hablaba. El episodio en el que esto se pondría de manifiesto es el del famoso juicio ante Poncio Pilato. ¿Cómo se entendieron? El prefecto romano no hablaba ni arameo ni hebreo, así que el único modo en que ambos pudieron haber dialogado sería utilizando el griego. Sin embargo, no sabemos si en aquel momento había o no un intérprete.


Vida y obra de Jesús

En cuanto a sus años adultos, parece seguro que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Considerado un maestro entre los suyos, tomó discípulos y predicó la palabra de Dios en aldeas, pero no en ciudades. Alrededor del año 30 acudió a Jerusalén para celebrar la Pascua, aunque su paso por la capital no pasó desapercibido puesto que causó algún alboroto en el área del templo. Estos disturbios le valdrían el arresto e interrogatorio ante las autoridades judaicas y, posteriormente, la ejecución por parte de las autoridades romanas.

El ministerio de Jesús tiene lugar entre la predicación de Juan el Bautista y los inicios de la Iglesia primitiva. Parece claro que Jesús recibió el bautismo de un hombre que esperaba que Dios instaurara Su reino muy pronto. Tanto el Bautista como San Pablo creían que el Reino de Dios estaba a punto de llegar, y el propio Jesús parece dar testimonio de ese hecho. Entre los discípulos de Jesús, tanto los Evangelios como Pablo de Tarso especifican que hubo doce discípulos especiales, pero no hay concordancia en los nombres de algunos de ellos. Algunos autores opinan que el número doce podría ser un número simbólico, quizá por las doce tribus de Israel o los doce meses del año.

La labor de Jesús como maestro y predicador no era algo nuevo en la época. Aunque los Evangelios parecen dar a entender que Jesús era un ser especial que traía un mensaje que provocó más de un desacuerdo con las autoridades, lo cierto es que casi cualquier maestro o rabino podía discutir acerca de la Ley Mosaica. Una de las labores principales de los rabinos es leer e interpretar las Escrituras y, en base a sus conocimientos, compartir su opinión con el resto de la comunidad. En ese aspecto, Jesús no fue tan distinto de otros maestros contemporáneos a él. ¿Por qué, entonces, él fue condenado a muerte mientras que otros se salvaron? ¿Y por qué su mensaje fue considerado como algo revolucionario y los de los demás cayeron en el olvido? Es innegable que Jesús transmitió un mensaje basado principalmente en el amor universal de Dios y en la proximidad del Reino de los Cielos, en el que serían bienvenidos todos aquellos que habían sufrido persecución y desdichas por amor a Dios. Sin embargo, es posible hallar vestigios negativos en algunos actos que Jesús llevó a cabo.

En primer lugar, habría que reconsiderar el carácter universal de su mensaje. Aunque en los Evangelios se atestigua que Jesús siempre está rodeado de gente que atiende a sus enseñanzas, su audiencia es principalmente israelita. Él mismo dice expresamente en algunos pasajes que sus enseñanzas no son para los gentiles, por lo que éstos quedarían fuera de su ministerio (Mateo 15:24).

En segundo lugar, volvemos a hacer referencia a la autoridad de Jesús para interpretar y discutir las Escrituras. En el Judaísmo del siglo I era muy común que hubiese disputas acerca de las leyes religiosas, por lo que Jesús no fue ni el primero ni el último en dar su visión de lo que él consideraba que era la palabra de Dios. Sus enseñanzas le valdrían, no obstante, el desprecio de los fariseos y los escribas. La mayor parte de las historias de enfrentamientos entre Jesús y los fariseos son bastante desproporcionadas y, por ello, difíciles de creer. Aunque Jesús podía presumir de obedecer la ley judía, es habitual hallar pasajes evangélicos en los que es acusado de faltar al sabbath e incluso de eliminar el kashrut (reglas de pureza dietética), pero esto no es cierto.

Sin embargo, hay un pasaje en el que claramente Jesús está faltando a la ley. Cuando decreta «que los muertos entierren a sus muertos», Jesús viola la ley judaica, puesto que el entierro de los muertos era algo obligatorio y no se podía obviar así como así (Mateo 8, 21:22; Lucas 9, 59:60). Con esta actitud, hace suponer que su llamada es tan importante que hay que ignorar la ley para seguirle, lo que le pudo haber colocado en una posición de peligro de cara a la casta sacerdotal.

Otro punto a tener en cuenta es el amplio número de títulos que Jesús ostenta, títulos que revelaban lo que Jesús pensaba de sí mismo o los demás de él. Aunque no está demostrado que fuese un rabino, Jesús parecía tener un papel especial dentro del ámbito divino, y él mismo se creía con autoridad para salvar a los pecadores. Actuaba como un profeta autónomo y carismático, cuya autoridad no era mediatizada por ninguna otra, salvo por las Escrituras. Jesús, por lo tanto, se presenta como un agente de Dios al que todos debían seguir realizando un gran sacrificio personal.

De los títulos de Jesús destacan los siguientes:

  • Señor: Se utiliza con frecuencia para designar a Dios, pero también para referirse a personas de autoridad en la familia o en el pueblo: el padre, el esposo, el juez… Podría ser un sinónimo de “maestro”, y se utiliza en dialecto babilónico para referirse a los rabinos en general.
  • Mesías: Proviene de la palabra mashiah, que significa “ungido”. Hay tres tipos de personas ungidas: los profetas, los sacerdotes y los reyes. La tradición cristiana le otorga a Jesús el título de Mesías Rey y algunos evangelistas intentan demostrar su ascendencia davídica. Se ha llegado incluso a sugerir que el Mesías habría de ser un caudillo militar. Sin embargo, no queda claro si Jesús se consideraba o no el Mesías.
  • Hijo de Dios: Es un título más vago que el de Mesías, y su sentido está poco claro. En el momento del bautismo de Jesús, una voz del cielo lo proclama como Hijo de Dios, pero podría tratarse de un hijo por adopción. Se utiliza también para hablar de los cristianos, puesto que son hijos de Dios, adoptados por Él. En cualquier caso, no parece ser que el título tenga que ver con la naturaleza híbrida de Jesús puesto que, según la tradición judía, todo hombre justo es hijo de Dios.
  • Hijo del Hombre: Tiene varios significados. En Ezequiel sirve para referirse al propio profeta, mientras que en Daniel se refiere a Israel o a su representación angélica frente a la representación de otras naciones como bestias salvajes. En el primer libro de Enoch la expresión hace alusión a una figura celestial que juzga al mundo. En los Evangelios se utiliza como circunloquio para el propio hablante, para hablar de personas humanas o para identificar al ser que vendrá de los cielos.


Los últimos días de Jesús

Acerca del final de su vida, los estudiosos admiten que Jesús llegó a Jerusalén, como otros muchos judíos, para celebrar la Pascua, pero su mensaje y sus enseñanzas provocaron que se enfrentara a las autoridades religiosas. Quizá supiera incluso que iba a ser arrestado, pero lo que desata una mayor discusión todavía hoy es quién lo condenó a muerte y por qué.




Jesús entró en la ciudad de Jerusalén montado en un burro mientras le seguía una multitud que le aclamaba. Como mandaba la tradición, visitó el Templo de Jerusalén para ofrecer el oportuno sacrificio, pero en vez de eso expulsó de allí a los mercaderes acusándoles de convertir el templo en una “cueva de ladrones”, y causó un grave tumulto que llamó la atención de las autoridades. Este episodio ha sido visto desde los inicios de la Iglesia primitiva como una purificación, pero es posible que Jesús se hubiese extralimitado al tomarse la justicia por su mano en esta situación. Hay que tener en cuenta los siguientes detalles:

  • La Ley Mosaica exige que se hagan sacrificios en el Templo. El animal tenía que ser inspeccionado por los sacerdotes del templo antes de aceptarlo para el sacrificio. Para los judíos que peregrinaban desde muy lejos era una auténtica molestia tener que llevar un animal con ellos, puesto que el ataque de cualquier depredador o una rotura de pata hacía que ese animal no fuese apto para el sacrificio. Lo más normal era comprar en el Templo animales que ya hubiesen sido declarados aptos para ser sacrificados, lo que resultaba más cómodo.

  • Anualmente había que pagar una tasa al Templo de Jerusalén, que exigía el pago en moneda estándar y confiable. Para poder pagar esa tasa, era habitual que hubiese cambiadores de moneda cerca del templo, pues esto facilitaba mucho las cosas.

Viendo esto, es posible que Jesús considerara que el comercio alrededor del templo era algo deshonesto. Si esto fue así, resulta extraño no encontrar un dicho en el que haga referencia a este hecho tan cotidiano en la época. En los escasos pasajes en los que menciona el Templo de Jerusalén, lo hace de manera positiva. Aunque, si tenemos en cuenta que después de este episodio anunció que destruiría el Templo de Jerusalén, el ataque a los mercaderes podría considerarse un acto simbólico de la destrucción del templo.

Después de la última cena con sus discípulos, Jesús va al huerto de Getsemaní para orar, pero allí es arrestado y llevado ante Caifás, el sumo sacerdote. Durante la asamblea convocada para tomar alguna acción contra las enseñanzas de Jesucristo, Caifás optó por condenarlo a muerte alegando razones de conveniencia. Había contra él muchas acusaciones, incluyendo la de haber amenazado con destruir el Templo de Jerusalén, aunque la más importante residía en el peligro que Jesús suponía como instigador de una posible revuelta. Al ser preguntado si en verdad era Cristo, el Hijo de Dios, Jesús respondió: «Tú lo dices». Caifás entonces se rasgó las vestiduras ante lo que consideró una blasfemia. La asamblea condenó a Jesús a la pena de muerte y la sentencia fue ratificada en una reunión formal ante el Sanedrín.




Pero aunque fue condenado a la pena máxima, el sumo sacerdote no tenía poder para ejecutarlo, por lo que Jesucristo fue llevado ante Poncio Pilato para que fuese juzgado de nuevo. Su principal acusación (ser el Cristo) no tenía peso alguno para Pilato, ya que no lo consideraba una blasfemia. Esto tiene sentido pues, de haber sido acusado de blasfemo, Jesús habría muerto lapidado, nunca en la cruz. El juicio ante Pilato debió ser breve, de apenas unos minutos, y todo giraría en torno a una única cuestión: si Jesús se creía rey de los judíos. Como no se defendió, la decisión fue rápida: pena capital por soliviantar a la muchedumbre y trastornar la política local.

Aquella misma mañana, otros dos reos fueron crucificados en las afueras de la ciudad por sedición, como tantos otros en la época. Jesús fue condenado al castigo romano de la crucifixión, un tormento horripilante mediante el cual la muerte sobrevenía al reo no por el descoyuntamiento de los miembros o por la pérdida de sangre, sino por asfixia y después de padecer un dolor indescriptible. Además, antes de todo eso Jesús hubo de soportar que le flagelaran sin piedad y luego se mofaran de él vistiéndole con una túnica púrpura y poniéndole una corona de espinas, como burla por hacerse llamar rey de los judíos. Luego hubo de cargar con la cruz a cuestas hasta el monte Gólgota, donde fue crucificado.


Diferentes interpretaciones del personaje

A partir de los datos reunidos por los estudiosos, y al margen de la óptica de los creyentes, se han dado a conocer diversas visiones sobre el papel del Jesús histórico, prevaleciendo cuatro tendencias.

La primera lo considera un maestro de gran sabiduría que vivió una tensa situación de dominación política en su tierra y que quiso transmitir un mensaje social e innovador con una pretensión de universalidad.

Otra imagen es la del profeta inserto en las tradiciones hebreas que anunció la restauración del pueblo santo y que acabó siendo incómodo para las autoridades, que se deshicieron de él de la peor de las maneras.

La tercera tesis le sitúa en el plano de un carismático judío acorde con una antigua tradición de hombres santos que actuaron bajo el influjo del espíritu divino.

Y, finalmente, la cuarta vía le define como un reformador social que criticó el marco de la sociedad de su tiempo y que vivía, desde el punto de vista económico, social y político, bajo la explotación de las clases gobernantes, por lo cual propugnó un proyecto de transformación en beneficio de los más desfavorecidos.

En cualquier caso, es posible que poco importe quién fue Jesucristo en realidad, porque lo que al final ha trascendido es su mensaje. Al igual que harían años después Gandhi o Martin Luther King, Jesús revolucionó el mundo utilizando como única arma la palabra, que fue lo bastante contundente como para hacer que se tambalearan los pilares de todo el sistema social y político conocido hasta entonces, y que a día de hoy sigue siendo guía y referente de millones de personas en todo el mundo.

jueves, 3 de marzo de 2016

El arte en los Simpson II


¡Hola a todos!

Pues aquí estamos de nuevo, con la segunda parte del Museo Simpsoniano. Me ha sorprendido mucho la buena acogida que ha tenido la primera parte, lo que me demuestra que mis lectores tienen un gran gusto por el arte, ^^*.

Siguiendo con la entrada anterior, en esta parte veremos obras de diversos períodos, muy distintas entre sí, pero todas dueñas de una belleza particular. Espero que estas nuevas obras de arte os gusten tanto o más que las anteriores. Como siempre, estoy abierta a todo tipo de comentarios y recomendaciones; si veis que me he equivocado con algún dato o queréis hacer una aportación, tenéis a vuestra disposición la caja de comentarios.

¡Aquí está la segunda parte del arte visto en Los Simpson!



15. Donde viven los monstruos (Sendak, 1979)

En el mundo de los cuentos infantiles, Donde viven los monstruos ocupa un lugar muy importante. Esta obra infantil escrita e ilustrada por Maurice Sendak fue condecorada con la Medalla Caldercott y recibió muchos premios por su originalidad y su perfecta representación de los temores y deseos que todos hemos tenido en la infancia. Las ilustraciones de Sendak otorgan a los monstruos un toque jocoso y alegre, aunque sin obviar los aspectos temibles que les definen como tales (cuernos, colmillos afilados).




En Los Simpson se ha homenajeado a Maurice Sendak de forma muy abierta. Esta imagen de dos monstruos bailando con un niño durante la noche bien podría haber sido obra del mismo Sendak.





16. La gitana dormida (Rousseau, 1897)

Este óleo sobre lienzo de Henri Rousseau es una muestra perfecta del arte naíf que se dio en la Francia de finales del siglo XIX, sobre todo en los colores elegidos y las reminiscencias a lo infantil. En esta obra, el artista ha representado a una mujer de raza negra, una bandolinista, que duerme en mitad del desierto bajo una luna llena que dota de un toque poético a la escena. Un león se acerca a olfatear a la indefensa gitana, pero el animal sólo parece sentir curiosidad, ya que no hace ademán de atacarla.




Pudimos ver una escena similar en Los Simpson, durante el sueño de Homer en el Museo Springsonian de Springfield. Como podéis ver, la representación del cuadro es prácticamente idéntica al original.





17. El grito (Munch, 1893)

Famosísima obra del pintor noruego Edvard Munch, de la que hay varias copias que han sido objeto de sucesivos robos. La pintura muestra una figura andrógina en primer plano, que simboliza al hombre moderno sufriendo un episodio de angustia y desesperación existencial. Bajo un cielo de lenguas de fuego y el paisaje de Oslo visto a lo lejos, el hombre emite un grito desesperado en dirección al espectador. El cielo y el río parecen moverse en este paisaje de locura, mientras que dos figuras desconocidas se alejan caminando por el puente, ajenas al estado anímico del hombre. Esta es una de las obras más famosas de la historia del arte y todo un icono expresionista.




Está claro que una obra tan importante y conocida como esta no iba a quedar sin su representación en Los Simpson, y hemos tenido ocasión de verla en la serie en dos ocasiones. La primera es una versión de El Grito protagonizada por Lisa Simpson, cuadro que formaba parte de la galería de los horrores de Bart en el Especial de Halloween de los Simpson V.




La segunda versión es esta que veis a continuación. La figura del cuadro es perfectamente reconocible, y aquí protagoniza uno de los momentos que más gracia me han hecho de toda la serie, cuando Homer juega al futbolín contra el David de Miguel Ángel y después viene El Grito a enfrentarse a él, emitiendo un chillido muy gracioso.





18. El jardín de las delicias (El Bosco, 1503-1515)

Hace tiempo le dediqué un artículo a este famoso tríptico de El Bosco, donde cada escena está perfectamente explicada. La escena que aquí analizamos corresponde a la tercera parte del tríptico, el Infierno. En primer plano está esa extraña figura de rostro humano y cuerpo ovoide roto, dentro del que se desarrolla una escena de taberna. En un plano superior, dos orejas atravesadas por una flecha y una gran cuchilla cargan contra un grupo de condenados como pecado para aquellos que se negaron a escuchar la palabra de Dios. La escena está compuesta por una miríada de pequeñas escenas de condenación, cada una con su propio significado. El conjunto en general muestra una escena dantesca y terrorífica, una muestra perfecta del imaginario medieval sobre el Infierno.




La versión simpsoniana, protagonizada por Bart Simpson, se centra exclusivamente en el Infierno, y podemos ver que muestra una gran variedad de detalles pertenecientes a la obra original.





19. El mundo de Christina (Wyeth, 1948)

El pintor norteamericano Andrew Wyeth es conocido como "el pintor del pueblo", pues en sus obras, dotadas de un maravilloso realismo, se representan hechos cotidianos de la gente sencilla, la gente humilde. Tal es el caso de la obra que nos ocupa. En este cuadro, el artista representa a una mujer tumbada sobre un campo dorado mirando hacia una casa que está a lo lejos. Nada en este cuadro parece fuera de lo normal... hasta que conocemos la historia que se esconde detrás. La chica, Christina Olson (aunque la modelo que posó para el cuadro fue la esposa de Wyeth), padecía una enfermedad degenerativa (posiblemente la polio) y tenía por costumbre dejar su silla de ruedas para arrastrarse hasta la hierba que circundaba su casa, donde le gustaba pasar su tiempo. El título de la obra hace referencia al mundo de Christina, empequeñecido por sus mermadas capacidades físicas, que el pintor retrata como inmenso, como metáfora del esfuerzo que a ella le costaba.




Los Simpson también nos han ofrecido su propia versión de El Mundo de Christina en el episodio 'Ciudadano Burns', que constituye una parodia de la película de Orson Welles Ciudadano Kane. Como se puede ver, es muy parecido al original.





20. El niño azul (Gainsborough, 1770)

El Neoclasicismo surgió con el deseo de recuperar las huellas del pasado, de recuperar los cánones de belleza característicos del arte griego y romano y adaptarlos para que reflejaran los principios intelectuales de la Ilustración. Se observa una claridad estructural y un predominio del dibujo sobre el color, como se puede ver, por ejemplo, en El Juramento de los Horacios. La obra de Gainsborough refleja esos mismos ideales neoclásicos en este niño azul, del que se especula que podría ser Jonathan Buttall, hijo de un rico comerciante inglés. Se trata de un retrato que es a la vez un estudio histórico sobre el vestuario de los jóvenes del siglo XVIII, y se cree que fue un homenaje de Gainsborough a Anthony Van Dick.




La versión simpsoniana podría no ser más que una parodia de este cuadro o referirse a otro, pero no se puede negar que el parecido es bastante notable, como podemos ver. Los otros cuadros son el retrato de Frida Kahlo con un mono, del que ya he hablado en el post anterior, y la obra conocida como Los Síndicos de los Pañeros, del que haré un breve análisis en el futuro.





21. El sueño (Rousseau, 1910)

Famosísima obra del pintor francés Henri Rousseau, siempre fiel al estilo naíf de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. El sueño presenta un retrato casi surrealista de Jadwiga, la amante polaca de Rousseau, desnuda en un sofá a la izquierda del cuadro mientras mira el paisaje selvático que se despliega ante sus ojos. Denso follaje, flores de loto y multitud de animales exóticos habitan en este paisaje soñado. En el centro de la imagen, pasando casi desapercibido, un encantador de serpientes toca su flauta. El conjunto pictórico, con esas formas sinuosas y esa variedad de colores, trata de evocar en el espectador la imagen de un sueño.




Y, cómo no, la versión simpsoniana de esta obra la hemos podido ver en el episodio en el que Bart es enviado como estudiante de intercambio a Francia. Como veis, a la pintura no le falta detalle y es muy parecida a la versión original.





22. El viejo guitarrista (Picasso, 1903)

Picasso ha sido homenajeado muchas veces en Los Simpson, y hemos podido ver unas cuantas obras suyas en el Museo Springsonian de Springfield. La obra que aquí se ha homenajeado es El viejo guitarrista, gran ejemplo del arte picassiano en su Etapa Azul. Un viejo mendigo con ropa desgarrada toca una guitarra con gran dificultad. Pese a que sus frágiles manos apenas pueden sostener el instrumento, el anciano mendigo no suelta el objeto que supone su único sustento. Contrasta la forma panzuda y redonda de la guitarra con el cuerpo seco y anguloso del mendigo; se ha sugerido que esta pintura constituye un guiño a El Greco, quien también gustaba de hacer figuras largas y angulosas en sus pinturas.




Como ya he dicho, en el Museo Springsonian cuentan con una copia del famoso cuadro de Picasso que os acabo de describir, aunque aquí está levemente oculto tras Homer y Marge.





23. Tom Sawyer (Encalando la valla) (Rockwell, 1936)

Norman Rockwell fue uno de los ilustradores más talentosos de Estados Unidos, pues llegó a crear un estilo tan peculiar y llamativo que nunca le faltaron imitadores que trataban de copiar su estilo tan demandado por las revistas y las agencias de publicidad. En la imagen que os presento Rockwell ha plasmado una escena muy conocida de Tom Sawyer, la inmortal novela de Mark Twain. La escena corresponde al famoso episodio en el que Tom Sawyer, valiéndose de su ingenio de pícaro, logra convencer a varios niños para que le ayuden a encalar una valla, haciéndoles ver que puede ser muy divertido.




Y aquí tenemos la versión simpsoniana del cuadro, una imagen cargada de ternura y respeto por la obra original de Rockwell, algo que se repetiría en futuros homenajes al mismo artista.





24. Freedom from want (Rockwell, 1943)

Seguimos con Norman Rockwell, con otra de sus pinturas más famosas, perteneciente a la serie Las Cuatro Libertades. Esta obra también es conocida por los títulos The Thanksgiving Picture o I'll be Home for Christmas, y vemos que representa una típica escena de Acción de Gracias, con toda la familia reunida en torno a la mesa mientras el cabeza de familia observa a su esposa depositando un orondo pavo asado entre los platos y cubiertos. Todas las personas de esta pintura eran amigos y familiares de Rockwell, que fueron fotografiados por separado y después representados en este óleo.



Aunque en Los Simpson no ha aparecido un cuadro representando la obra de Rockwell, sí tenemos esta escena de la familia Flanders homenajeando el cuadro que ya hemos visto.





25. George Washington (Stuart, 1803)

Gilbert Stuart está considerado como uno de los más destacados retratistas estadounidenses. Sus obras más conocidas tienen como protagonista a George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos. El retrato que aquí os presento no es el más famoso de cuantos hizo de Washington, pero sí es uno de los que muestra mayor perfección en el trazo, por no hablar del realismo con el que el venerable presidente es representado. Como curiosidad, decir que esta imagen fue utilizada para los billetes de un dólar; es toda una ironía que el pintor de esta famosa efigie siempre tuviera problemas de deudas tan graves que más de una vez estuvo a punto de ir a prisión.




Es imposible olvidar el homenaje que Los Simpson le hicieron a George Washington en el episodio Lisa la Iconoclasta, en el que Lisa se esforzaba en demostrar que Jebediah Springfield no era un héroe americano, sino un pirata sanguinario que incluso atentó contra el presidente.





26. Melancolía de un día hermoso (Chirico, 1913)

La pintura de Giorgio de Chirico siempre se ha caracterizado por tener un matiz de soledad y melancolía. La obra de Chirico refleja aquellos elementos que constituían su mayor inspiración: templos, estatuas, dioses antiguos, pero dotados de ese toque "metafísico" que tanto gustaba a los  pintores surrealistas. A partir de 1910, sus pinturas empezarán a mostrar un sentimiento de inquietante extrañeza, una melancolía que tiene como protagonistas a diversas ciudades italianas al atardecer.




En Los Simpson también hemos tenido ocasión de ver lo que bien podría ser un homenaje a Chirico, en este cuadro que parece evocar uno de los paisajes surrealistas que tanto gustaban al pintor.





27. El hombre de Vitruvio (Da Vinci, 1490)

Famosísimo dibujo de Leonardo da Vinci, realizado en uno de sus diarios. El dibujo representa una figura masculina desnuda en dos posiciones que se sobreponen; toda la figura está inscrita en un cuadrado y en un círculo a la vez. Se trata de un estudio de las proporciones del cuerpo humano, realizado a partir de los textos de arquitectura de Vitruvio, un arquitecto de la antigua Roma. Sin embargo, Leonardo revisó las medidas de Vitruvio e introdujo algunas correcciones para crear una figura masculina más proporcionada.




En Los Simpson hemos tenido la oportunidad de ver una representación de esta obra en dos ocasiones. La primera de ellas en forma de parodia, como dibujo insignia del centro donde se ayudaba a padres e hijos a mantener una buena relación.




Y la segunda la encontramos en el sueño de Homer en el que le atacan diversas obras de arte. En esta imagen, el hombre de Vitruvio le da una soberana paliza a Homer, uno de los momentos más graciosos de la serie.





¡Y hasta aquí por hoy! ¡Os espero en la próxima entrada!