sábado, 2 de marzo de 2024

El Rincón del Lector XII: El Color Púrpura

 

¡Hola a todos!

De un tiempo a esta parte, y pese a mis muchas obligaciones laborales, me he visto en la obligación de levantarme más temprano que de costumbre para hacer tareas relacionadas con mi trabajo. Sin meterme en detalles, lo único que importa es que dispongo de varios ratos de tiempo muerto para dedicarlos a la lectura. De los tres libros que recibí como regalo de Navidad, he decidido empezar por El Color Púrpura por la gran carga emocional que tiene para mí. La historia de las hermanas Celie y Nettie me pareció tan conmovedora en su día que, cuando supe de la existencia de una novela, la pedí como regalo especial. Quería revivir con ella los mismos momentos emotivos que sentí al ver la película, comprobar si los personajes eran tan maravillosos e inolvidables como me los habían pintado. Esta es mi reseña y crítica al respecto. ¡Espero que os guste!



Título: El Color Púrpura

Autor: Alice Walker

Editorial: DeBolsillo

Nº de páginas: 218 págs.

Año: 1982

Sinopsis: Esta es la historia de dos hermanas: Nettie, que ejerce como misionera en África, y Celie, que vive en el Sur de Estados Unidos, casada con un hombre al que odia y abrumada por la vergüenza de haber sido violada quien cree que es su padre. A lo largo de treinta años ambas mantienen vivos el recuerdo y la esperanza de reencontrarse, mientras vuelcan sus sentimientos en unas cartas conmovedoras, poniendo el foco en las vivencias familiares y las duras injusticias cotidianas.


RESEÑA (sin spoilers)

Cuando llega a nosotros una historia tan dura, fuerte y conmovedora como El Color Púrpura, uno sabe que se ha encontrado con algo que lo marcará de por vida. Mi primer acercamiento fue a través del cine, de la mano de Steven Spielberg, quien llevó esta novela a la gran pantalla en el año 1985 de una manera tan magistral que me parece inconcebible que no se llevara el Oscar a la Mejor Película de aquel año. Ya he dicho varias veces que adaptar un libro a película o serie no es nada fácil, pues por el camino se pierden muchos detalles que, por su particularidad, son prácticamente imposibles de adaptar por una cámara. Sin embargo, a veces me topo con excepciones y, para mi felicidad, esta película fue una de ellas. La novela, en cambio, me dejó un poco más fría en ese aspecto, pero no sé si se debe al estilo de escritura de la autora o al hecho de haberlo leído estando enamorada de la película, algo que quizá contribuyó a enfriar un poco mi entusiasmo por él.

Pero vamos a ver esto poco a poco.

La historia nos traslada a Estados Unidos, a principios del siglo XX. Celie, una muchacha negra de catorce años y narradora en primera persona de la mayor parte de la novela, comienza a escribir cartas dirigidas a Dios porque no tiene a nadie más a quien confiarle su sufrimiento. Y es que, pese a su corta edad, Celie ya ha sufrido en sus carnes el dolor del abuso sexual a manos de su propio padre quien, al no encontrar desahogo en su esposa enferma, utiliza a Celie y pretende hacer lo mismo con su hermana menor Nettie, algo que Celie impide ofreciéndose ella misma para que su padre deje en paz a la niña. De estas recurrentes violaciones, Celie se queda embarazada dos veces, y en ambas ocasiones su padre entrega a los niños después de nacer, dejando a Celie dudando acerca de su destino.

Tras la muerte de su esposa, el hombre se vuelve a casar y obliga a Celie a casarse con un completo desconocido, un hombre viudo al que ella llama "Míster" y para quien a partir de ese momento tendrá que llevar la casa, criar a sus hijos y realizar las duras tareas del campo. Su marido también la golpea y abusa de ella, pero Celie no tiene fuerza ni valor para enfrentarse a él o cambiar su destino. En un mundo en el que no ha recibido más que palizas, abusos y humillaciones, la única que le profesa amor sin límites es su hermana Nettie, quien vive con ella una temporada buscando refugio de la persecución de su padre. Sin embargo, no pasa mucho tiempo hasta que Míster se acerque también a Nettie, por lo que ésta se ve obligada a huir, no sin antes prometerle a Celie que le escribirá con regularidad. Pero el tiempo pasa y Celie no recibe ninguna carta, así que piensa que Nettie ha muerto.

Las cosas cambiarán para Celie cuando entren en su vida dos mujeres formidables de gran carácter. Una de ellas es Sofía, la que se convertirá en esposa de su hijastro Harpo, una joven que desde muy temprana edad también ha tenido que luchar contra el desprecio y maltrato de sus propios parientes varones, sólo por tener un carácter fuerte y no dejarse pisotear. Sofía es todo lo que Celie no es: fuerte, indomable, llena de energía. No permite que nadie la someta ni consiente impertinencias de nadie, llegando a recurrir a la violencia física si la golpean, algo que la meterá en muchos problemas que iremos descubriendo a lo largo de la novela.

La otra mujer es Shug Avery, una cantante de blues que, además, es amante recurrente del marido de Celie, quien está loco por ella. Una noche, Míster trae a Shug, enferma, a su casa para cuidarla. Desde el primer momento, Celie queda fascinada por la bella y segura de sí misma mujer. Durante la convalecencia de Shug, Celie se encarga de cuidarla y ambas se hacen muy buenas amigas, llegando a volverse casi inseparables. Es Shug quien le enseña a Celie que el amor físico no tiene nada que ver con la violencia que ella ha vivido toda su vida, y esta lección calará muy hondo en Celie, llevándola a iniciar un gran cambio con el objetivo de alcanzar su propia emancipación para no tener que depender de nadie más que de sí misma.

Como habéis podido comprobar, esta novela tiene una temática bastante sensible y dura. Sin embargo, me ha sorprendido lo poco que me ha afectado a nivel emocional. El Color Púrpura tiene la virtud de no darle apenas descanso a sus personajes en lo que a sufrimiento se refiere. Puede suceder algo bueno en una de las cartas, pero a la siguiente veremos que la balanza vuelve a caer del lado del dolor, la injusticia, el racismo, la violencia y la humillación. En ese sentido, Alice Walker no le da apenas tregua a sus personajes, pues les hace pasar por una ristra de calamidades tal que uno no comprende cómo son capaces de soportarlo. Supongo que es una manera de mostrarnos la fortaleza interior del ser humano, con especial hincapié en el pueblo afroamericano y sobre todo las mujeres de raza negra, que aquí son víctimas recurrentes de todo lo malo que le puede suceder a una persona. Con todo, vuelvo a decir, me resulta incomprensible que me haya afectado tan poco lo que les sucede a estos personajes. Tal vez sea porque, con tanto sufrimiento, una ya se acostumbra a verlo y lo normaliza, lo ve como "cosas que pasan", por decirlo de forma cruda. La otra razón podría ser, y siento repetirme, que sigo pensando en cómo lo mostró la película y lo mucho que me impactó en su momento.

También me ha chocado un poco la abrupta división de la novela en lo que parecen ser dos partes. La primera de ellas, por supuesto, nos es contada por la propia Celie, mientras que la segunda se centra en Nettie, cuya huida y desventuras la llevan a embarcarse en un emocionante periplo por África, donde ejercerá de misionera en el pueblo de los olinkas. A través de ella conoceremos las grandes dificultades que tenían los misioneros para acercarse a las tribus africanas y traerles todo aquello de lo que gozaba el hombre occidental, pero también nos sirve para descubrir que el regreso a los orígenes no significa que vaya acompañado del sentido de la pertenencia a cierto lugar o costumbres, pues la clave está en la adaptación. Tanto Nettie como los misioneros a los que acompaña son negros, pero en África no son muy diferentes del temido hombre blanco que destruye bosques para construir carreteras o siembra árboles extraños para utilizarlos en su próxima guerra. Las costumbres americanas de Nettie son vistas con recelo por los olinkas, que no entienden por qué las niñas deben recibir una educación si no la van a necesitar cuando se casen. Todo redunda en hacer que la mujer siempre esté sometida, da igual que la acción discurra en América o en la lejana África.

Y es que la gran razón de ser de El Color Púrpura es el feminismo.

Es importante resaltar el fuerte sesgo feminista que tiene la novela, algo que la autora no pretende ocultar en ningún momento. Algún crítico la ha definido como 'suave utopía feminista', donde Celie, la eternamente oprimida, se fortalece gracias al afecto de otras mujeres y lucha por liberarse de los grilletes de su vida doméstica. Parece que la moraleja de la historia fuera que las mujeres sólo pueden encontrar amor, comprensión y cariño en otras mujeres, ya que los hombres son débiles e inútiles en el mejor de los casos, y violadores o maltratadores en el peor. Y no es que esto me parezca mal, ya que soy consciente de que Walker ha retratado una sociedad que en aquel tiempo se caracterizaba por un feroz racismo y un machismo galopante; de ahí que la mujer negra sufra de lo que el feminismo llama doble opresión: discriminación por ser mujer y por ser negra, incluso por parte de gente de su propia raza. Pero me hubiera gustado que hubiese al menos más hombres buenos alrededor de estas mujeres, al menos para compensar tanto dolor y maldad. En el sentido en que nos es presentado El Color Púrpura, podemos considerar esta obra como un canto de admiración por las mujeres negras oprimidas, cuyo valor intrínseco las ha llevado a luchar con uñas y dientes para hacerse oír y respetar, para enfrentarse a quienes tanto daño les hicieron. Como dice la propia Celie hacia el final de la novela: "Soy pobre, soy negra, puede que fea y no sé guisar, dice una voz a todo el que quiera oírla. Pero aquí estoy".

Pese a que la historia llama la atención, es emotiva y cruda, sensible y dura al mismo tiempo, los pequeños detalles que parecen salirse de contexto han hecho imposible que me haya emocionado tanto con su lectura como lo hice en su día al ver la película. Insisto en que no se trata de una mala novela, y estoy segura de que a muchos les entusiasmará su lectura, pero a mí no me ha calado tan hondo como esperaba. El diablo, como se suele decir, está en los detalles, y son esas pequeñas diferencias y salidas de contexto las que me han apartado poco a poco del libro.

Se podría decir que no adoro esta novela, pero tampoco la odio. Podría haber sido mejor, pero no está nada mal.

¡Hasta pronto!

sábado, 6 de enero de 2024

Propósitos de Año Nuevo y cómo llevarlos a cabo

 

¡Hola a todos!

¡Y feliz 2024! Empezamos un nuevo año con más ganas que nunca de comernos el mundo, de hacer mil cosas, de darle una vuelta a todo y cambiar nuestra vida a mejor. Es el momento de hacer la lista de propósitos para el año nuevo y de prometernos a nosotros mismos que esta vez no será como otros años, que cumpliremos dichos propósitos. Sin embargo, estoy segura de que las buenas intenciones nos durarán, a lo sumo, tres semanas y todo volverá a ser como antes. Es así. No es algo de lo que sentirse orgulloso, pero tampoco hay necesidad de torturarse, puesto que ya esto nos ha pasado muchas veces. Pero, ¿por qué no podemos cumplir los propósitos de Año Nuevo? O, mejor aún, ¿cómo podríamos cumplirlos este año?

A estas alturas, muchos nos apresuramos a dejar atrás todo lo que no nos ha gustado del año que acaba de pasar. Empieza un año nuevo, queremos renovarnos, hacer cosas diferentes y plantarle cara al futuro con ganas y buena actitud. Es aquí donde entran en escena los propósitos de Año Nuevo, esos objetivos personales que nos marcamos a finales de diciembre y que suponen una motivación para empezar el año, aunque luego lo más probable es que no se cumplan, bien por falta de tiempo, dinero o ganas. Esto no debería desanimarnos, pues creo que puede dársele un enfoque positivo a la situación. En vez de marcarnos muchos propósitos, quizá lo mejor sería ponernos pocos pero que nos veamos capaces de cumplirlos. En vez de decir "este año voy a viajar más", podríamos decir "este año voy a ahorrar para viajar a ese lugar al que siempre he soñado ir".

Vamos a ver cuáles son los principales propósitos para Año Nuevo y algunas formas de llevarlos a cabo.


1. Hacer ejercicio

Empezamos con todo un clásico dentro de los propósitos de Año Nuevo. Creo que no hay nadie en este mundo que no se haya planteado alguna vez empezar a hacer más ejercicio. La sociedad en la que vivimos tiende cada vez más al sedentarismo, a la comodidad extrema, al hacer lo menos posible o con el menor esfuerzo. Nos hemos acostumbrado a trabajar sentados frente a una pantalla durante ocho horas y no encontramos tiempo para salir a dar un buen paseo o mover nuestros agarrotados músculos. En enero, los gimnasios se llenan de nuevos miembros que ansían quemar esas grasas acumuladas tras un año entero de inmovilidad, pero es igual de habitual que en los meses sucesivos baje el nivel de asistencia por aburrimiento, porque el esfuerzo que hay que hacer es notorio y porque es mucho más fácil rendirse y seguir con lo de siempre, que cuesta menos.

Si queremos llevar a cabo este propósito, hay que plantearse ir poco a poco y aumentar el ritmo a medida que nos vamos acostumbrando. Una jornada intensiva en el gimnasio el primer día hará recular a cualquiera que no haya hecho flexiones en veinte años. ¿Por qué no empezar por algo más suave? Unos minutos de cardio al día e ir aumentando semana a semana. Salir a correr tres veces por semana y, poco a poco, todos los días. Hacer pesas e ir subiendo la intensidad. Os sorprenderíais de lo que sois capaces de hacer con tiempo y disciplina. El ejercicio es salud, así que estaréis invirtiendo en vosotros mismos. Pero no se puede empezar una casa por el tejado. Comenzad desde abajo, poco a poco, pero sin rendiros. Convertidlo en una costumbre más y conseguiréis introducir el hábito del ejercicio en vuestra rutina diaria.


2. Perder peso y hacer dieta

Otro clásico, pero hay que tener cuidado con este porque hay que tener en cuenta muchos factores y es uno de los que más nos frustra no poder cumplir. Si hemos llegado a la conclusión de que tenemos que perder peso, es porque sabemos que no estamos siguiendo unos hábitos de vida saludables. Quizá comemos muy poca verdura, abusamos de las grasas, comemos más dulces de los que deberíamos... Esos malos hábitos nos indican que estamos llevando a cabo una mala dieta; en otras palabras, que no nos estamos nutriendo todo lo bien que tendríamos que hacer. El cuerpo echa en falta los nutrientes que nos faltan y recoge los que le introducimos de más, lo que se traduce en gordura y los problemas que puede acarrear, como enfermedades cardiovasculares. Como, además, queremos ver resultados más pronto que tarde, nos metemos en dietas muy estrictas y poco saludables que nos hacen perder una barbaridad de kilos, pero que nos harán recuperarlos en cuanto dejemos la dieta, sufriendo lo que se llama "efecto rebote".

Bien, pues aquí voy a ofrecer mi punto de vista como persona que lleva ya un año siguiendo una nueva dieta. En primer lugar, si vais a hacer un cambio en vuestra dieta, tenéis que tener siempre presente que es por vuestra salud. Id al médico y hablad con él de vuestros hábitos alimentarios, o poneos en contacto con un nutricionista que os pueda orientar. Mi consejo es que sigáis la dieta mediterránea, rica en verduras, cereales y carnes blancas, y veréis que se os abrirá un mundo nuevo de posibilidades. En vez de freír ese filete, mejor hazlo a la plancha; en vez de acompañarlo con patatas fritas embadurnadas en salsa, hazte una buena ensalada con verduras o legumbres. Y, en segundo lugar, os hará falta tener mucha disciplina. Es como con el ejercicio: si no sois personas disciplinadas y os proponéis en serio cambiar, volveréis a los malos hábitos en un abrir y cerrar de ojos.


3. Aprender algo nuevo

 Aprender cosas siempre es algo muy positivo. No sólo por lo estimulante que es adentrarse en un mundo nuevo y aprender de él, sino también por los efectos tan buenos que puede ejercer sobre nosotros, como abrir nuestra mente, mejorar nuestras habilidades e, incluso, conocer a otras personas y enfoques diferentes. Por eso a principios de año aumenta el número de alumnos que se apunta a cursos de idiomas, floristería, cocina, marketing, costura, programación... Un solo vistazo en Internet y tendremos a nuestra disposición una enorme cantidad de cursos de formación, de casi cualquier cosa que nos podamos imaginar. De todos los propósitos de Año Nuevo, este quizá sea uno de los más fáciles de llevar a cabo, ya que el aprender a hacer algo no tiene por qué ser algo agotador. Además, cuando se trata de algo que nos gusta, tendemos a poner más empeño en ello y no necesitamos sacar fuerzas extra para llevar a cabo esta nueva actividad.

Si estáis decididos a aprender algo nuevo, mi consejo sería que os lanzarais a algo que penséis que os puede gustar, pero que quede fuera de lo que estáis acostumbrados. Si os gusta el mundo de las manualidades, ¿por qué no os atrevéis con un curso básico de costura o de bricolaje? Si sois un poco tímidos, ¿qué os parece un curso de interpretación, clases de baile o aprender a debatir en público? Hay cursos para todos los gustos, y lo mejor es que muchos los podemos encontrar gratis en Internet. No hay excusa que valga, amigos. Yo, este año, me he propuesto aprender sobre etiqueta y protocolo, porque es algo que me gusta mucho y creo que da una imagen muy elegante. ¿Y vosotros?


4. Dejar de fumar o beber menos

Este propósito también es uno de los más repetidos a estas alturas de año, por obvias razones. Como yo no he fumado en mi vida y no bebo alcohol ni siquiera en situaciones sociales, nunca he tenido que hacerme este propósito, aunque se puede aplicar también a otros vicios como comer demasiados dulces o abusar del café. Cuando adquirimos un vicio, es importante que tengamos en cuenta de que se trata de algo que, por mucho que nos guste o mucho placer que nos aporte, es algo que es malo para nuestra salud, y a la larga vamos a padecer sus efectos. Antes de dejar atrás un vicio, es importante que nos preguntemos por qué nos hemos metido en él. ¿Fumamos porque todos a nuestro alrededor lo hacen y nos hemos sentido influenciados por el ambiente? ¿Bebemos de más porque creemos que así nos lo pasamos mejor cuando salimos por las noches? ¿Abusamos del chocolate porque tenemos la necesidad de llenar un vacío interior con comida basura? Si os sentís familiarizados con estas preguntas, quizá es que habéis adquirido un vicio como una manera de evitar sentir ciertas emociones; en estos casos, lo mejor sería consultarlo con un especialista para asegurarnos de que la cosa no se agrave con el tiempo.

En cualquier caso, la disciplina vuelve a ser la clave para llevar a cabo este buen propósito. Si queréis dejar atrás los malos vicios, tiene que saliros del corazón. Tenéis que estar convencidos de que hay algo que estáis haciendo mal y queréis cambiar. Pero los cambios son duros, tenedlo en cuenta, y los primeros pasos siempre son los más difíciles. Por eso es necesario ser constantes en nuestro empeño y no rendirnos a la primera de cambio. Si veis que os cuesta mucho dejar un vicio o habéis recaído varias veces, quizá sea mejor hablarlo con nuestro médico para que nos recete algún medicamento que nos ayude a controlar la ansiedad. Pero los milagros no existen, sino que nosotros mismos los creamos. Si queréis dejar atrás definitivamente ese vicio que os atormenta, tendréis que ser muy fuertes.


5. Adquirir un nuevo pasatiempo

Este propósito va de la mano con el de aprender nuevas cosas, pero no es exactamente igual. Aunque aprender algo puede convertirse en una nueva afición, hay quien ve los cursos de aprendizaje como algo que no se sale de lo académico, por lo que los enfocan hacia su enriquecimiento personal y laboral. Un pasatiempo es una actividad que realizamos por puro placer, para aliviar el estrés y distraer nuestra mente de los problemas cotidianos. No tiene que suponer aprender algo nuevo: si se nos da bien el bordado, nos sentiremos bien llevando a cabo esa actividad tan familiar para nosotros. La adquisición de un nuevo pasatiempo implica que tendremos que dedicarle tiempo, primero para aprenderlo y después para desarrollarlo. Y dinero, por supuesto. Hay aficiones que requieren de una mayor inversión económica que otras (y esto los fans de Warhammer 40K lo saben muy bien), pero eso no tiene por qué hacernos desistir de llevar a cabo algo nuevo que nos interesa.

Aquí, considero que la clave para cumplir este propósito es tanto la constancia como el ahorro. Para empezar un pasatiempo nuevo, es necesario invertir un poco en él. Haced cuentas y calculad cuánto podéis destinar a vuestra nueva afición; es posible, incluso, que ya tengáis muchos de los materiales necesarios para empezar. Y, una vez lo tengáis todo, es momento de dar rienda suelta a vuestra creatividad y divertiros. Si os habéis planteado iniciar un hobby este año, espero que lo disfrutéis mucho.


6. Viajar más

Este propósito podría venir de la mano del anterior, ya que el viajar puede considerarse también como un pasatiempo. Pero, ojo: requiere de una mayor inversión. Si nuestra idea de viajar implica hacer vuelos al extranjero, es posible que no nos salgan las cuentas o que no sepamos en qué se nos va el dinero y acabemos gastando de más. En cambio, podemos optar por viajar a lo largo y ancho de nuestro país, algo que, además de ser más barato, tiene otros beneficios: no tenemos que aprender otros idiomas, no necesitamos sacarnos un pasaporte, es más fácil encontrar alojamientos baratos y, como colofón, descubriremos que nuestra tierra tiene rincones preciosos que no tienen nada que envidiar a los que hay en otras partes del mundo.

El hecho de viajar debería implicar, a mi modo de ver, algo más profundo que el hecho de visitar otro país o región. Cuando viajamos, vamos dispuestos a conocer otro modo de vivir y ver las cosas. Vamos a conocer otras culturas, otros parajes, otras comidas... Es una oportunidad magnífica para aprender y llenarnos la cabeza de nuevas sensaciones, de ahí que resulte un propósito muy estimulante. Pero, claro está, no podemos pasarnos la vida viajando porque nuestro bolsillo se resentiría. Además, el objetivo del viaje es conocer un mundo nuevo y volver para contarlo.


7. Dedicar tiempo de calidad

No nos damos cuenta, pero el tiempo es el bien más valioso del que disponemos, y regalárselo a alguien a quien queremos es uno de los mayores actos de amor que existen. En estos tiempos que vivimos, en los que el trabajo ocupa gran parte de nuestros días, es complicado encontrar tiempo de calidad para invertir en nuestros seres queridos. ¿Cuántos nos hemos olvidado de llamar a nuestros abuelos porque estamos pensando en cosas relacionadas con el trabajo? ¿Cuántas veces nuestros hijos nos han pedido jugar y les hemos dicho que no porque siempre hay otras cosas que hacer? ¿Cuándo fue la última vez que quedamos con un amigo para tomar un café y ponernos al día? Dedicar tiempo de calidad a nuestra familia y amigos es uno de los mejores propósitos que podemos tomar este año, y vale la pena ponerle todo nuestro empeño.

Buscar tiempo hoy en día no es fácil. Tenemos tantas responsabilidades que los días se nos hacen cortos, pero siempre podemos encontrar tiempo para dedicar a los demás. Una buena planificación del tiempo y evitar la pereza nos ayudarán a no procrastinar y a sacar ese tiempo tan necesario para nuestros seres queridos. Pronto empezaréis a ver resultados y podréis invertir el tiempo en quien más os quiere. Lo mismo ocurre con la pareja, con el añadido de que necesita un cuidado especial y continuado. Para tener una relación de pareja sana, sería interesante organizar citas o momentos especiales para no perder la chispa. Si lo que queremos es darle prioridad a nuestras amistades, podemos intentar unirnos a planes que nos ayuden a salir de la rutina y hacer saber a nuestro círculo que nos importa.


8. Cuidar nuestro bienestar

Dedicarle tiempo a los demás es algo maravilloso, como hemos podido ver en el apartado anterior, pero tampoco debemos descuidarnos a nosotros mismos. En el mundo en el que vivimos, vivir sin estrés parece todo un reto. No se trata de no sentir estrés, sino de saber cómo gestionarlo. Cuando sentimos demasiado estrés, es el momento de echar el freno y empezar a actuar de otra manera. El estrés puede fácilmente derivar en ansiedad o depresión, y es importante no dejar que eso suceda. Por eso es tan importante dedicarnos a nosotros mismos, encontrar tiempo para descansar, para olvidarnos del trabajo o de ciertas responsabilidades, para relajarnos y encontrar la paz mental. La falta de descanso no nos ayudará a conseguir nuestros propósitos de Año Nuevo; por eso, es posible que este sea uno de los mejores propósitos que nos podemos plantear llevar a cabo.

¿Y qué podemos hacer para cuidar nuestro bienestar? Hay muchas formas de quitarnos el estrés: un baño relajante, preparar nuestra comida favorita en nuestro día libre, dar un largo paseo por el campo o la playa, escuchar música relajante, meditar... Nuestros pasatiempos serán nuestros mejores aliados en este propósito, sobre todo si son actividades tranquilas que nos relajan y nos ayudan a despejar la mente. Lo importante es darnos cuenta de que hay que limitar las cosas que nos provocan estrés (estar muy pendiente del teléfono, no dejar de pensar en el trabajo...) y centrarnos en lo que de verdad nos llena espiritualmente. Ser feliz es el objetivo que debemos marcarnos, y para ello es necesario, una vez más, tener una buena autodisciplina y muchas ganas de seguir adelante.


Estos son, a grandes rasgos, los propósitos que todos nos hemos hecho alguna vez. Sin embargo, es difícil cumplirlos todos. Muchas veces nos planteamos los objetivos del nuevo año llevados más por la euforia y la ilusión que por verdadera voluntad de cambiar algo en nuestras vidas. Plantearnos grandes retos nos hace que sea imposible cumplirlos, acarreando con ello la correspondiente frustración y bajada de autoestima. Además, si son objetivos poco realistas o inalcanzables, la motivación bajará rápidamente.

¿Qué hacer entonces para cumplir nuestros propósitos de Año Nuevo? Pues aquí os van unos consejos:

1. Ponte como reto dos o tres propósitos y trata de llevarlos a cabo uno por uno. Así, podrás enfocarte en lo que de verdad deseas cambiar de tu vida.

2. Escribe tus propósitos en un papel o en un lugar donde suelas apuntar las cosas importantes, para que puedas leerlos siempre que necesites un empujoncito.

3. Haz una buena planificación semanal y mensual. De este modo, podrás llevar a cabo mejor tus objetivos y verás tus progresos.

4. No lo dejes para mañana. Empieza hoy mismo, sin dudarlo. Cuanto más tiempo dejes pasar entre el dicho y el hecho, antes perderás las ganas de cumplir tus objetivos. La disciplina y la constancia serán tus mejores aliados.

5. Date una recompensa cuando logres cumplir un objetivo, ya sea un caprichito, una experiencia o, simplemente, reconociendo todo el esfuerzo que has puesto para conseguirlo.

6. No te obsesiones por no cumplir tus propósitos de Año Nuevo. Trabaja en ellos cuanto te sea posible, pero no descuides tu salud mental. Recuerda que el objetivo principal de los propósitos es hacernos felices.


¡Feliz 2024 a todos, amigos! ¡Gracias por estar ahí!