jueves, 30 de agosto de 2012

¡Qué previsible es el cine! (III)

Y volvemos una vez más (ya falta poco, jejeje) con las cosas más previsibles del cine. Aprovecho para decir que las entradas que estén marcadas con un apóstrofe ('), tal que así, son de mi propia cosecha o que he encontrado por mi cuenta. Espero no restar méritos a Monteys y Fontdevila.


*Mito 19: Niños

Aquí no tengo que hacer ningún comentario, ya que Fontdevila lo dice todo. Son repelentes que arreglan las vidas de sus padres bajo el siguiente esquema: 1) Niño repelente chulito - Salva a papá de los malos; 2) Repelente sabihondo - Lo salva del ridículo social; 3) Repelente a tope y huérfano - ¡Les salva de todo lo anterior y además les encuentra novia!

*Mito 20: Cuando alguien dice "las probabilidades son de una entre un millón" siempre acaba saliendo bien...

Supongo que es para tranquilizar al personal, ya que es cierto que esas estadísticas milagrosas siempre se cumplen. Cabe destacar, no obstante, una diferencia: Saldrá mal si estamos al principio de la película, pero ese mismo experimento saldrá bien al final de todo.

*Mito 21: Claves para el ordenador. ¡Qué fácil es descubrirlas!

Eso es algo que siempre me ha llamado la atención. ¿Por qué los ordenadores privados tienen claves que se pueden descifrar mediante la resolución de un acertijo que adivinas milagrosamente? ¿Y si el dueño decidió poner como clave una palabra que sólo sabía él y no se la dijo a nadie? ¿Eh? ¿Eh?

*Mito 22: En América, las parejas de policías son siempre lo más opuesto posible

¡Y tanto que lo son! Esto se puede extrapolar al mito anterior de poli joven y poli pre-jubilado de la comedia policíaca. En los dramas, la principal misión de los polis antagónicos es no soportarse al principio y luego descubrir que se caen muy bien. Al final, uno le salva la vida al otro mientras suelta una frase lapidaria.

*Mito 23: Si se ríe, es el MALO

Al menos, antes era así. Supongo que ahora se ha dejado en manos de las comedias con un poco de drama, porque actualmente se lleva el malo que no ríe, aunque sí que esboza una sonrisa petulante.

*Mito 24: En las pelis de miedo, la gente oye un ruido raro y va a ver qué es...

Cosa que no entiendo, por otra parte. ¿Por qué ese afán de ir a investigar un lugar oscuro, angosto y potencialmente peligroso? ¿Es que no saben que ahí se esconde un fiero asesino? ¿Por qué no salen huyendo? Es más, ¿por qué están fuera de casa a esas horas en vez de estudiar para el próximo examen de Literatura?

*Mito 25: Si algo puede explotar, explota

Una lavadora puesta por un padre soltero desbordado, una tostadora con un cable suelto, las palomitas en el microondas... ¡Todo vale!

*Mito 26: Conducir aviones. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez?

Otra ley milagrosa del cine, junto con el don de poder descifrar claves de ordenador. ¿Han observado lo sencillo que es el puente de mando de un avión? Más fácil que sacarse el carnet del coche, sin duda.

*Mito 27: Cuando uno tiene un flashback se retuerce como si le abofetearan

También extrapolable a una pesadilla con o sin Freddy Krueger. ¿Por qué tanto movimiento de cara? Y esos alaridos de "¡No, no...! ¡No entres ahí...! ¡Nooooo!" o algo por el estilo. Madre mía, no me quiero imaginar cómo se verá un ataque epiléptico.


Bien, por hoy hemos terminado. No os perdáis la cuarta entrega de cosas previsibles del cine!! A ver si esta vez traigo también alguna de mi cosecha.

lunes, 27 de agosto de 2012

¡Qué previsible es el cine! (II)

Hola a todos!!

Regresamos con la segunda entrega sobre mitos que se repiten en muchas grandes películas del cine. Hoy vamos con la segunda parte, y tenemos para dos entregas más (y alguna más si alguien se anima a colaborar, que aquí todo vale). Listos todos? Pues allá vamos!

*Mito 10: Un fugitivo tiene que robar ropa de un tendedero y sólo hay de tía

Pues sí, uno de los pilares básicos de la comedia americana y muy pronto de la española, que tendemos a redundar en estas memeces. A este mito se añade que el hombre, por una razón que no acabo de comprender, también se calza unos zapatos de tacón para acompañar el vestido o faldita que lleve puestos. En fin...

*Mito 11: Dos polis de distinto carácter tienen que patrullar juntos

Frecuentemente un poli curtido en cien casos y un novatillo que se come el mundo. Sus edades dan pie a sus personalidades: el poli más mayor será la voz de la experiencia y una fuente de sabiduría inagotable, mientras que el jovenzuelo aportará el toque cómico necesario para aliviar la tensión de la trama. En las películas ochenteras, este poli jovencito y alegre suele ser de raza negra.

*Mito 12: La ley del poli jubilado (')

Se podría complementar un poco con la anterior, pero para casos de thriller policíaco y no comedias. No hay película de polis en la que no salga el típico sargento del cuerpo que muera acribillado a balazos dos días antes de jubilarse. Las películas que no sigan esta norma, arderán.

*Mito 13: Un heterosexual entra por error en un bar gay y le hacen proposiciones

Gracias a este mito, hoy en día sigue habiendo muchos chicos que creen que todos los gays les van detrás. Por supuesto, no se acercarán ni de lejos a un local gay, no vaya a ser que liguen mucho. Pero en las películas ocurre, aunque por equivocación, y los diálogos que surgen de estas situaciones suelen ser chispeantes y de doble sentido.

*Mito 14: Una fea persigue a un tío para follárselo

Uno de los ejemplos más machistas del cine de humor. Un feo con ganas de follar es un picarón (y probablemente moje), pero una fea con ganas de follar es aberrante. Y así nos va.

*Mito 15: Alguien mete el pene en un sitio inverosímil

Un CD, un vídeo VHS (cuando había), el agujero de la felicidad de unos baños públicos... ¡Todo vale en la comedia!

*Mito 16: Un tío habla con una maciza y todo lo que dice tiene doble sentido sexual

Da igual que sea sin querer o queriendo. El caso es soltar paridas que tengan ese doble sentido chistoso y casposo a partes iguales. Muy desarrollado en la comedia española, como en los Serrano o en Física o Química (aunque aquí ya casi no había doble sentido).

*Mito 17: El amante entra en un armario para esconderse del marido y dentro hay... ¡otro amante!

Si la vida fuera una comedia, los armarios tendrían dimensiones desconocidas o serían la puerta a Narnia. Cuántos hombres pueden caber en un módulo aparador de tres puertas??

*Mito 18: Gente cuyo nombre no es adecuado

Esto se ve más en españoladas como Torrente y cosas así. El enano que se llama Sansón, la putón que se llama Virtudes...


Bien, por hoy hemos terminado. Espero que os estén gustando y, ya sabéis, cualquier aportación será bien recibida. Nos vemos!!



('): Significa que esta es mía; no la he copiado de nadie.

viernes, 24 de agosto de 2012

¡Qué previsible es el cine! (I)

Hola, amigos!

Recientemente, repasando mi pequeña colección de El Jueves, he encontrado los Pendones del Humor sobre la sección ¡Para ti, que eres joven! que todas las semanas nos hace reír gracias a la magia y el humor de Monteys y Fontdevila. Una de estas secciones trata sobre mitos del cine que se cumplen en casi todas las películas de mayor o menor calidad que vemos en el cine, en la tele, en el ordenador o al gusto del consumidor. Por eso, he decidido reproducir estos mitos para todos vosotros, por si no habéis tenido la suerte de ver las graciosísimas viñetas que les acompañan. Pondré los títulos originales de las viñetas, pero los comentarios serán míos. Eso sí, os recomiendo buscar las tiras y echarles un vistazo, porque hay risas aseguradas.

*Mito 1: Secundarios que ya ves que los van a pelar

Sirva como ejemplo el mejor amigo del protagonista. Este amigo suele ser alguien que ha estado toda su vida a la sombra del prota, pero a él no le importa porque es un tío muy majo. Otro detalle a tener en cuenta es que dicho amigo no tendrá ninguna virtud destacable como belleza física o éxito con el sexo opuesto, ya que dichas características son derecho propio del protagonista. En películas de adolescentes, el que suele pringar es el amigo pelirrojo y con gafas. En películas de acción y un tanto racistas, este secundario condenado a muerte suele ser de raza negra.

*Mito 2: ¡Terremoto!

Quien dice terremoto, dice inundación, tormenta perfecta, meteorito o tsunami. De lo que se trata es de la proximidad de un fenómeno meteorológico que afectará a gran escala. Sólo unos pocos privilegiados han sido capaces de detectarlo a tiempo y hacen lo imposible para avisar a las autoridades del desastre que se avecina. Curiosamente, dicho desastre tiene el don de la coincidencia, ya que suele amenazar justo cuando se está celebrando un acontecimiento que reunirá a mucha gente. Pero el alcalde/general/presidente de los Estados Unidos teme perder la popularidad si cancela el evento y nunca hace caso de las advertencias... con el resultado que conocemos. Es fácil reconocer este tipo de películas porque ya anuncian de qué va en el mismo título.

*Mito 3: La primera vez que matan al malo éste nunca se muere

¿Hacen falta más palabras? Un antagonista no es un verdadero antagonista si no resucita al menos dos veces a lo largo de la película o saga. Esto le convierte en un personaje un tanto repetitivo y, por qué no decirlo, algo cansino. Da igual que lo frían a balazos, que lo electrocuten o que hayamos visto cómo lo destripan unos caníbales; el malo siempre volverá cargado de energías. Véase el caso de Voldemort. ¿Cuántas películas le han hecho falta para tratar de derrotar a Harry Potter? Y todos ya sabíamos desde el principio que estaba condenado.

*Mito 4: Los testigos

En las películas donde ha habido un crimen o existe un misterio por resolver, el protagonista suele recurrir a la ayuda de testigos no demasiado fiables, tales como camareros o dependientes de una humilde tienda de barrio. Probablemente el asesinado haya pasado por allí sólo una vez en la vida y no volvería a coincidir nunca más con los testigos, pero éstos recordarán hasta el último detalle de la ropa que llevaban o incluso sus preferencias más sencillas. Vamos, que tienen una memoria prodigiosa.

*Mito 5: Una escena de fiesta al lado de una piscina termina con alguien cayéndose al agua

Redundante sobre todo en películas de humor absurdo. Al parecer, el colmo de lo gracioso es asistir a una persecución al lado de una piscina y que un señor, cuanto más pomposo mejor, se caiga al agua para regocijo del resto de invitados. En las leyes del cine, esto va escrito con letras doradas.

*Mito 6: Los chungos del instituto siempre son humillados

No, no nos confundamos. Los chungos del instituto no son los canis y las chonis. Eso sería en los institutos españoles. Estamos hablando de los institutos americanos. ¿Y quiénes son los chungos de los institutos yanquis? ¡Pues los listillos! Chicos con gafas, gordos, aparato en los dientes, cerebritos, pitagorines, freaks... En definitiva, los que no están en el equipo de fútbol, baloncesto, béisbol o atletismo. Los cerebritos americanos, quizá porque parece que lo pide el cuerpo, son propensos a recibir tartazos, baños de pintura, duchas de mierda, ser bombardeados con huevos podridos y frecuentemente acosados por gamberros cuyo coeficiente intelectual es inversamente proporcional a su masa muscular.

*Mito 7: Científico loco crea un monstruo... ¡y él es su primera víctima!

Más propio de las películas de ciencia ficción, en las que un loco que ha sido expulsado de la comunidad científica decide vengarse del mundo creando un engendro o un androide ultratopepoderoso para soltarlo por ahí y consumar su venganza (vaya usted a saber cuál será). Eso sí, él no quedará impune ante tanta maldad, porque el monstruo acaba de despertar y está ansioso por estrenar sus armas nuevas. Y si el científico está ahí...

*Mito 8: La chica con gafas y ropa monjil, que ya se ve que cuando se ponga ropa ajustada y se suelte el pelo será la más guapa del instituto

No se puede decir más en tan pocas palabras. Esta premisa es propia de las películas azucaradas para chicas con complejos físicos diversos. Y está muy bien que se trate estos temas en las películas, porque aún hay mucho idiota por ahí suelto al que el interior de una persona le importa más bien poco. Pero cuidado, que la cosa tiene trampa. En cuanto la chica descubra que se hace popular por vestir mejor y enseñar canalillo, ya no volverá a ser la de antes. Se pondrá al día en cuestiones de moda, aprenderá a ligar en un pis pas y le lloverán pretendientes a punta pala. Y a las amigas que siempre han estado con ella desde el principio las olvidará o las compadecerá. Entonces, ¿qué hemos aprendido?

*Mito 9: Los protas no se soportan (...o sea que al final se casan)

¿Quién no ha visto una película romántica de este tipo? Es otra ley no escrita del cine americano (y ahora español, que nos va copiar lo americano). Da igual que los protagonistas tengan caracteres opuestos, que se fastidien el uno al otro, que se insulten de las peores maneras, que se deseen la muerte... al final acabarán enamorándose perdidamente y no podrán pasar el uno sin el otro. Es la teoría de la atracción de los polos opuestos pero elevada a la enésima potencia. ¡Qué boniiiitooooo!


Tengo muchos más, pero por hoy vamos a dejarlo aquí. Si tenéis algún mito más que merezca ser comentado, no os cortéis y animaos a participar. Si no está repetido, lo pondré aquí junto con los demás. Espero que os haya gustado!!

domingo, 19 de agosto de 2012

El Rincón del Lector II: Un trabajo muy sucio

Regresamos un día más con una muestra de mi biblioteca particular. Esta vez os ofrezco un libro que me gustó mucho por su temática, que me pareció muy original (por motivos que voy a exponer después), y por su ácido sentido del humor, que trata con risas y optimismo uno de los temas más tabú y, en cierto modo, escabrosos, que atañen al ser humano: la Muerte.


Título: Un trabajo muy sucio (A dirty job)
Autor: Christopher Moore
Editorial: La Factoría de Ideas
Nº de páginas: 350 págs.
Sinopsis: Charlie Asher es dueño de un edificio en San Francisco, tiene una tienda de objetos de segunda mano y está casado con una mujer guapa e inteligente que lo quiere por ser tan normal. Sí, a Charlie le van bien las cosas... hasta el día en que nace su hija, Sophie. Justo cuando se dispone a irse a casa, ve junto a la cama de su mujer a un extraño que asegura que nadie debería poder verlo. Pero Charlie lo ve y, de allí en adelante, comienzan a suceder cosas muy raras: la gente cae muerta a su alrededor, cuervos gigantes se posan en su edificio y parece que, allá donde va, oye susurros de una presencia siniestra. Sí, Charlie ha sido reclutado para un trabajo desagradable pero muy necesario: la Muerte. Es un trabajo sucio. pero alguien tiene que hacerlo.



CRÍTICA:

Como he dicho en una crítica anterior, aquí ofreceré mis comentarios sin hacer spoiler, dejando que sea el lector quien saque sus propias conclusiones y haga sus comentarios, que serán bien recibidos. Eso sí: si alguien quiere hacer mención a algo importante del argumento, que indique previamente que es un spoiler. Bien, allá vamos.

Nos encontramos ante un libro que, a pesar de su temática, es muy divertido. Christopher Moore, famoso por convertir las navidades en un baile de zombis con "El ángel más tonto del mundo", es un autor que gusta de meter situaciones disparatadas y diálogos ácidos y mordaces en sus novelas, así que si buscas algo que te haga reír a mandíbula batiente, probablemente cualquiera de sus obras sea una buena recomendación.

"Un trabajo muy sucio" es un libro ameno y entretenido, pero también puede ser un motivo para la reflexión. Debajo de los comentarios graciosos y las situaciones tronchantes, nos embarcamos en un relato que tiene a la Muerte como protagonista principal. Más aún: Al ser humano enfrentándose a la Muerte. Todos hemos sufrido pérdidas importantes en nuestra familia, pero muy pocas novelas hacen mella en ese aspecto del dolor al compararlo con un cuchillo mal afilado, o a la pesadumbre que provocan los segundos pésames cuando se está intentando volver a la vida normal, o la tristeza que supone ver cómo tu alma gemela desaparece poco a poco de tu vida sin que puedas hacer nada para evitarlo. Es triste, pero es algo que el ser humano debe asumir le guste o no.

Charlie Asher es el típico macho beta, un hombre flojucho que se deja mangonear por los demás pero que nunca pierde el candor, la inocencia y el optimismo. Tiene una vida normal y está felizmente casado con Rachel, una mujer que soporta con una sonrisa todas sus idas de olla. El día más feliz de la vida de Charlie es cuando nace su hija Sophie, pero también se convierte en su día más triste, ya que pocas horas después del parto, Rachel muere de un tromboembolismo cerebral. Así es como Charlie tiene que enfrentarse a la Muerte por primera vez en esta historia.

Sin embargo, desde el nacimiento de Sophie empiezan a sucederle cosas muy raras. Oye voces horribles que parecen venir de las alcantarillas y que amenazan con matarlo. También se da cuenta de que los objetos de su tienda brillan con una luz roja incandescente (lo que le hace pensar que son radiactivas). Y, lo más traumático, que la gente se muere a su alrededor. El hombre misterioso que estaba en la cama de hospital de Rachel parece tener algo que ver con todo lo que le ocurre, pero hay fuerzas mucho más extrañas actuando y Charlie tiene que formar parte de ellas lo quiera o no.

El encuentro de Charlie con Minty Fresh, el hombre misterioso al que supuestamente nadie debería ver, marca un antes y un después en su vida: Charlie se ha convertido en un Mercader de la Muerte. Las almas de las personas están ocultas en objetos que son muy preciados para la persona que los posee. Tienen un particular brillo rojo que sólo pueden ver estos Mercaderes de la Muerte. La misión es simple: el día de la defunción, el Mercader debe ir a buscar el objeto y guardarlo en su establecimiento, a la espera de que venga alguien y lo compre. El alma humana se convierte así en una especie de objeto de compra-venta, aunque no es aleatorio: la persona se sentirá atraída por ese objeto en cuestión y, en el momento en que lo toque, pasará a tener alma. No obstante, la cosa sería muy fácil si no hubiera enemigos de por medio... y esos enemigos son las Morrigan, las antiguas diosas celtas de la guerra y la muerte, lideradas por Orcus, una bestia horripilante que se alimenta de almas humanas. Charlie tendrá que darse prisa si no quiere que las Morrigan se le adelanten a la hora de recoger las almas... y no morir él en el intento.

Los personajes son la mejor baza de la novela, y todos están perfilados cuidadosamente. Entre los más graciosos están Jane, la hermana lesbiana de Charlie, a la que él ve como el verdadero "macho alfa" de la familia porque es muy mandona y ordenancista. También destacan Lily, la chica gótica que trabaja de dependienta en la tienda de Asher, y Ray, ex policía retirado que también trabaja allí y que tiene una malsana afición a las webs de citas. Otro buen personaje es Minty Fresh, Mercader de la Muerte y dueño de una tienda de discos, que viste del mismo color que su nombre (significa, literalmente, "frescor mentolado") y que es un tiarrón enorme al que se debe tomar en serio. Y, probablemente uno de los personajes más curiosos aunque apenas tenga participación en la trama, el Emperador de San Francisco, un mendigo loco que se cree emperador y que trata a todo el mundo como si fueran sus súbditos con el cuidado de un padre atento y protector.

Como veis, se trata de una novela que mezcla lo real con lo imaginario, dándole un toque muy particular. Aunque algunas escenas nos colmen de tristeza, se compensa porque en el párrafo siguiente nos podemos encontrar con una situación totalmente bizarra. El libro está empapado de humor de principio a fin, y hasta se puede sacar una lección de su lectura: La muerte nunca es fácil de aceptar y nadie sabe qué hacer para enfrentarse a ella; quizá lo mejor que se puede hacer es vivir lo más plenamente posible para no tener que arrepentirse de nada cuando llegue el final.

Es una novela muy recomendada "para todo aquel que un día tenga que morirse", tanto por lo que dice como por lo que se intuye. Hay formas muy distintas de enfrentarse a la muerte, y este libro las recoge todas. Pero, sobre todo, merece la pena volver a destacar su sentido del humor, no como burla, sino como para quitarle hierro a una situación que se escapa de nuestras manos y que no podremos evitar bajo ningún concepto. La Muerte siempre ha sido un concepto oscuro y abstracto que se puede asimilar de dos formas: llorando y lamentándonos, o asumiendo que es una parte inseparable de la vida y que debemos aceptarla tal como viene porque es inevitable.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Hijos del Trueno

Desde hace un tiempo, muchas de las personas que me rodean se quedan un poco extrañadas cuando confieso que, entre mis gustos musicales más selectos, está el heavy metal. Claro, como no me ven pintas de jebi, pues se quedan un poco pasmados y hasta llegan a creer que estoy de coña. Para el ciudadano medio, el heavy (o jebi, o el que parece Jesucristo Superstar) es un varón de largas melenas, barba la mar de respetable, la cara cubierta de piercings, vestido de cuero negro incluso en verano y portador de unas inmensas botas reforzadas con placas de acero galvanizado que hacen retumbar el asfalto cuando se acerca en la distancia. Esto es así la mayoría de las veces pero... ¿qué pasa con los demás? ¿Es que por no tener apariencia de heavys ya no podemos ser heavys?

Mi historia con el heavy empezó cuando fui a la universidad. Cuando salíamos de marcha por las noches, a veces nos pasábamos por un pub heavy de escuetas dimensiones que pasaba desapercibido a ojos del joven poco avispado. Allí entré yo, asustada como un corderito, imaginándome todo tipo de cosas... y lo que me encontré me dejó pasmada. O más bien, lo que escuché. Sonaba una música demencial que se caracterizaba por intrincados acordes de guitarra y arrebatadores ritmos de batería. Las voces eran como heraldos de otro mundo cantando las grandezas de héroes nórdicos, impresionantes canciones de amor que se sentían en el corazón, agresivos alaridos anunciando muerte y destrucción de manera perturbadora y atrayente al mismo tiempo... Y, lo que me parecía más sobrecogedor, es que todos los que ocupaban el local compartían esa música, esas letras magistrales, como verdaderos hermanos. Por un momento, fue como si se me abrieran los ojos a un nuevo mundo, y me dije: "Acabo de encontrar a los míos".

Y así fue. Como buena novatilla, tuve que ponerme rápidamente al día con el tema. Busqué canciones, grupos, nombres... Cada canción que escuchaba era como si me atravesaran con un rayo. Cerraba los ojos, embelesada, y mi cabeza se movía sola. Cada letra era una revelación; jamás pensé que se podía encontrar tanta fuerza y orgullo en una canción de Manowar, ni tanta maravilla en una de Blind Guardian. Mis gustos evolucionaron un poco y, aunque muchos me crucificarán por esto, confieso mi predilección por el power metal (el heavy fantástico, en plan dragones, la Tierra Media y tal). Supongo que será porque, a la par que el heavy, también estoy dentro del colectivo friki. Esto no tiene por qué ser malo; todo el mundo sabe que los heavys y los frikis son inseparables compañeros de batalla. Si uno pone la fuerza, el otro pone la inteligencia. Juntos son una demoledora máquina de matar.

Pero volvemos al principio, a las apariencias. ¿Qué importan las apariencias cuando estás escuchando una música incomparable? No deja de ser una marca o una seña de identidad, pero impide evaluar la calidad de una banda o la importancia de un movimiento por su música. No visto como los heavys a diario porque, por fortuna, soy una chica a la que le quedan bien casi todos los estilos de ropa. Así que puedo adaptarme a cualquier moda imaginable: Heavy, Gótico, Rock, Pin-Up, Baby Doll, Pop... (excepto choni y mierdas reggaetoneras: por ahí NO paso). Eso sí: Cuando me pongo la muñequera de pinchos, la chupa de cuero, las cadenas o las tachuelas, soy la chica más feliz del mundo. Es como si despertara mi verdadero yo, el que siempre ha estado encerrado bajo la fachada de niña buena que nunca ha roto un plato, y tomara el control de la situación. Cuando estoy rodeada de metal (música, ambiente, gente que sabe de lo que hablo...) soy yo misma de verdad.

En cuanto a la actitud, el auténtico metalero sabrá que sale sola. No hace falta más incentivo que una buena canción de Metallica para que despierte el auténtico guerrero metal. Las melenas al viento o la mano cornuta, regalo de Ronnie James Dio, son sólo un ejemplo de dicho despertar. Es una forma de expresar esa música, con todo lo que ello conlleva. Por eso, a veces me fastidia que venga el típico nene pijo amante del merengue y el requetón, alzando cuernos como si fuera lo más heavy del mundo. ¡Por favor, un poco de sentido común! ¡Que el heavy metal no es sólo para oírlo en un bareto de mala muerte con tus colegas! ¡Es vivirlo! ¡Es sentir cada una de sus notas como una puñalada! ¡Cada uno de sus acordes como un desgarro en el corazón! El ondeo de melena, el air guitar o la mano cornuta son normas básicas del metal, no un paripé pijotero y sin sentido. Es sentir un estilo de música que puede convertirse en tu estilo de vida; un orgullo para cualquier amante del rock.

Por eso, desde este blog mando un saludo a todos los Hijos del Trueno, tanto los que ya lo son como los que lo descubrirán tarde o temprano. Y les digo a todos que no importa la apariencia que tengamos, porque el verdadero guerrero metal vive dentro y se manifestará cuando menos os lo esperéis. No busquéis modas si no van con vosotros (podéis ser heavys de incógnito), porque no tiene sentido cambiar vuestro estilo si no está dentro de vosotros. Pero el día que encontréis un CD perdido y empecéis a necesitar esos acordes y esos golpes de batería para que vuestro corazón bombee sangre, sabréis que lleváis dentro a un Hijo del Trueno. Con la ayuda de vuestro Maestro del Metal, conseguiréis hacerlo aflorar.

Que Odín os sea propicio!!

sábado, 11 de agosto de 2012

Vampiros o Cómo Destrozar Todo un Clásico del Terror

El otro día, la Sexta3 emitió la película "Déjame Entrar", de Matt Reeves. Reconozco ya de antemano que a mí el género de terror me hace sentir eso mismo: Terror. Pero como tampoco había mucho que ver en la tele, pues decidí arriesgarme y disfrutar con el suspense y el no saber qué va a pasar, aunque todos sabemos que esa sombra que acecha al protagonista inocente se lo va a ventilar tarde o temprano.

Me topé con una historia que no me esperaba. Creí que se trataría de apariciones y espíritus, y más al ver que los protagonistas eran niños (¿Es que la gente no se da cuenta de que los niños dan miedo? ¡Que dejen de tener hijos, por favor!). Pero no. La película abordaba otro clásico del terror. Una figura tan aterradora como enigmática y misteriosa. Un ser que, muy a mi pesar, ha sido despojado de su esencia y ha sido convertido, a día de hoy, en una figura risible cuando antes era el súmmum de toda maldad.

¡¡EL VAMPIRO!!

A mí los vampiros siempre me han gustado. Pero no os equivoquéis: Los vampiros de antes, no los de ahora. Hace mucho, mucho, pero que mucho, mucho, mucho tiempo, antes de que existiera Crepúsculo... los vampiros eran las criaturas más malvadas de la tierra. Me gustaban porque eran malignos, desalmados, unos verdaderos enemigos de la humanidad. Nadie podía escapar de un vampiro. Era un depredador nato. Podía convertirse en cualquier animal, podía alcanzarte allí donde estuvieras y devorarte vivo antes de que pudieras pedir ayuda.

¿Y sabéis cuál era el encanto oculto del vampiro? El arte de la seducción. La atracción del hombre por la bestia. El vampiro es, ante todo, un gurú de la aristocracia. Es elegante y seductor. Respaldado por siglos de Historia a sus espaldas, el vampiro sabe encandilar con sus palabras y su porte a la víctima inocente, haciendo que quede totalmente prendada de él. Como una polilla omnubilada por una luz fluorescente. Precisamente eso es lo que hace del vampiro un ser tan peligroso: porque te acercas a tu propia muerte. Sabes que esa criatura no dudará en dejarte seco y, sin embargo, te acercas a él, fascinado, porque tiene algo que te atrae como la miel a las moscas y quieres ahondar en sus ojos, que han contemplado vida y muerte a partes iguales, que contienen el saber ancestral de siglos y esconden, celosos, el sentido de la vida humana. Es simple: Somos puro alimento. ¿Aterrador? Yo diría que sí.

Pero un día apareció Anne Rice, una señora que también sentía atracción por los vampiros. Escribió una novela titulada "Entrevista con el Vampiro", en la que ahondaba en las reflexiones y preocupaciones de un vampiro atormentado por su instintiva sed de sangre. Y ahí fue donde todo empezó a ir cuesta abajo. Los vampiros de Rice son melancólicos, tristes, no hacen más que suspirar y preguntarse qué es la inmortalidad y por qué tienen que matar humanos para sobrevivir, si podrían valerse con la sangre de otros animales. Vamos, que ya empezaba aquí a meter el veganismo en versión vampírica.

Y lo peor de todo es que esta clase de vampiro filosófico y atormentado fue la que trascendió al final. Ahora sólo los nostálgicos recordamos con anhelo a Nosferatu, a Drácula (el de la novela)... Al vampiro en estado puro. Al depredador sanguinario. A la bestia. Pero a los lectores y cinéfilos de hoy no se les puede poner esas cosas, porque eso es mostrar una violencia que puede dañar sus frágiles mentes adolescentes. No, es mucho mejor hacer que los vampiros, pese a ser asesinos, no lo son porque quieran o porque se dejan llevar por sus impulsos naturales. ¡Los vampiros sufren y se enamoran como todos nosotros, porque prevalece su esencia humana por encima de los instintos primarios! ¡Pero qué bonitoooo!

Por razones como esta, hoy tenemos que soportar a petardos como Louis, Lestat (versión Tom Cruise) y, más recientemente Edward Cullen y compañía. Y siempre es la misma historia para todos: El chico es el vampiro, el ser atormentado; la chica es la víctima frágil que quiere salvar su alma gracias al poder del amor (puaj!). Así tenemos los tándems Lestat-Jessie (ella acaba convirtiéndose por él) o Edward-Bella (ella acaba convirtiéndose por él). Se enfatiza, sobre todo, en que el vampiro es un culpable con remordimientos al estilo de Jean Valjean. Se alimenta de sangre, pero no porque quiera, sino porque no le queda otro remedio. Como es muy sensible, busca alternativas para perdonar al inocente humano que ha tenido la desgracia de toparse con él cuando le entra la gusa (chupando la sangre a animales o matando a malas personas).

Y lo que más me repatea es que estos vampiros de ahora tienen unos superpoderes de la hostia. Vamos a ver, Drácula podía convertirse en murciélago, en lobo, e incluso en niebla. Pero de ahí a tener telepatía o ver el futuro hay un mundo. ¿Quién se cree a esta nueva ralea de vampiros diurnos (diurnos!!!) que no hacen más que suspirar y luchar contra lo que realmente son? ¿Por qué tratan de vendernos la papeleta del malo que tiene buen corazón, y de una forma tan burda como esta? Estoy a favor del arrepentimiento, pero también creo que, en esencia, nadie puede cambiar totalmente. Los humanos somos seres racionales, pero tenemos instintos por los que a veces nos dejamos llevar. Y precisamente aquí es donde falla el planteamiento de los nuevos vampiros: Ya no son humanos, sino bestias. Son animales semejantes a los humanos, que tal vez algún día fueron humanos pero que ya no lo son. Son fieras, son monstruos, son depredadores. Aceptadlo de una vez, carajo!

Por eso, al ver "Déjame Entrar" y ver a una niña vampira que luchaba contra sus instintos irrefrenables para ganarse la amistad (y tal vez el amor) de un niño de rostro tan inocente como crispante, pues pensé que el terror ha cambiado mucho desde aquella vez que vi Nosferatu con escalofríos, con la sensación de que alguien me estaba observando a mis espaldas y aguardando el momento idóneo para arrojarse sobre mí y dejarme sin sangre. Sin embargo, el mayor temor que se puede tener hoy en día es que tu novio vampiro, en un arranque filosófico-duodenal, se largue siete años a un pueblo alejado de la mano de Dios para no hacer daño al género humano al que tanto admira, respeta y ama. Pues a ver si hay suerte y se muere de sed!

jueves, 2 de agosto de 2012

El Rincón del Lector: Pequeñas Mentirosas

Desde hacía mucho tiempo quería leer esta serie de libros, más o menos desde que vi el primer episodio de "Pequeñas Mentirosas" en la MTV. No tenía más referencias que la serie de televisión y no conocía a nadie que hubiera leído estos libros. Al buscar por Internet, me di cuenta de que no había muchas reseñas de Pequeñas Mentirosas en español, así que hoy aporto mi granito de arena y espero que os guste. Quiero aclarar que mi punto de vista es totalmente subjetivo; se trata de dejar mi opinión sobre este libro, no con ánimo de emular a un crítico literario, sino para expresar mi más humilde y sincera opinión.


Título: Pequeñas Mentirosas (Pretty Little Liars)
Autora: Sara Shepard
Nº de páginas: 246
Editorial: Trakatrá
Sinopsis: Alison, Aria, Emily, Hanna y Spencer eran las mejores amigas hasta que Alison, la reina del instituto, desapareció sin dejar rastro. Tres años después, sus vidas vuelven a cruzarse cuando empiezan a recibir misteriosos mensajes firmados por "A". Unos mensajes que cuentan más de lo que a ellas les gustaría, cosas que solo la desaparecida Alison sabía.
Pero cuando el cuerpo sin vida de la reina del baile aparece, y las amenazas continúan, comienzan las preguntas: ¿Quién es A? ¿Cuánto sabe en realidad? Y ¿qué pueden hacer cuatro pequeñas mentirosas para protegerse de la verdad?





COMENTARIO

La lectura de Pequeñas Mentirosas es lo más rápido y ameno que te podrás encontrar jamás. No sólo porque la premisa inicial ya engancha, sino porque la narración se desarrolla con un estilo fluido y nada cargante que hace que te comas las páginas para pasar al siguiente capítulo. Capítulos que, por otra parte, no ocupan más de cuatro o cinco páginas.

Lo primero de lo que te das cuenta nada más empezar a leer es que, en el momento de su publicación (año 2006 en Estados Unidos), la autora controlaba un montón de modas y nuevas tecnologías. Es habitual encontrar en sus descripciones menciones directas de marcas o productos que todos conocemos más o menos, frecuentemente primerísimas marcas como Chanel o Tiffany's, pero también Coach, Fendi o Luella for Target. Lo mismo ocurre con los teléfonos móviles, los coches, ordenadores, etcétera. Esto nos transporta a un mundo superior, como si Rosewood se hubiera convertido en la versión mini de Beverly Hills, todo plagado de marcas, dinero y glamour.

Pero, al igual que ocurre en otras bellas fachadas como Wisteria Lane, en Rosewood vemos muchas caras bonitas pero mucha porquería escondida detrás. Las cuatro protagonistas (Aria, Spencer, Emily y Hanna) distan de ser perfectas, y esconden muchos secretos que vamos descubriendo poco a poco gracias a los indiscretos mensajes de A.

Aria Montgomery es una chica popular que odia la popularidad y que quiere ser artista y bohemia. Le va todo lo alternativo, como las raves en Islandia, leer a los filósofos franceses, rodar documentales, etc. Adora a sus padres, Byron y Ella, y a su hermano Mike. Su gran secreto, no obstante, podría destruir a toda la familia. Aria y Alison fueron testigos de cómo su padre se enrollaba con una de sus alumnas en el asiento trasero del coche. Su padre le pidió que no se lo contara a Ella y Aria prometió guardar el secreto, que no dejó de torturarla en ningún momento. Además, Aria empieza una relación con Ezra Fitz, su profesor de literatura avanzada.

Spencer Hastings es el prototipo de chica perfecta. Viene de buena familia, tiene dinero a espuertas y es una chica muy inteligente. El secreto que oculta, al igual que pasa con Aria, puede estropear tanto su imagen como la de su perfecta familia. Obsesionada con superar a Melissa, su hermana mayor, se dedica a besar a sus novios (Ian y Wren). Esa rivalidad también está incentivada por Melissa, que tampoco escatima esfuerzos por superar a su hermana en todo.

Emily Fields es otra chica diez: Es muy buena estudiante, la estrella del equipo de natación del instituto y una hija excelente. Sin embargo, A la amenaza con contar su mayor secreto: Es lesbiana y empieza una relación con su nueva vecina, Maya Saint Germain, a pesar de tener novio. En el pasado llegó a estar enamorada de Alison, aunque ella la despreciaba por ese mismo motivo.

Hanna Marin era la típica chica con sobrepeso que quería ser como Alison. Con su desaparición, Hanna se reinventa a sí misma: adelgaza, viste a la última y sale con el chico más guapo del instituto, Sean Ackard. Lo que nadie sabe es que su rápido adelgazamiento se debe a que es bulímica. En los mensajes de A se nos comentan los principales puntos débiles de Hanna: la bulimia, problemas con la policía, la ausencia de su padre, su inseguridad a la hora de seducir a Sean y las ansias de cumplir con las expectativas de su exigente madre.

Y, por supuesto, no podemos olvidar a Alison DiLaurentis. No aparece más que en el prólogo a modo de recordatorio de un suceso anterior. Bajo su imagen de líder perfecta y carismática, Alison escondía una personalidad manipuladora y altamente controladora. Sus amigas, más que lealtad, le tienen cierto temor, ya que Alison lo sabe todo sobre ellas, pero las otras no saben nada sobre su vida, lo que la hace una chica muy misteriosa.

Los personajes, tanto principales como secundarios, están muy bien detallados y se nos da múltiple información sobre ellos, información que varía dependiendo de quién sea la protagonista del episodio. Así, poco a poco, vamos conociendo la sociedad de Rosewood, una sociedad que se caracteriza por lo elitista y prejuicioso de sus principios. Si no tienes dinero y no vas a fiestas exclusivas, no eres nadie y no eres digno de ser tenido en cuenta. Así le ocurría a Hanna y a Mona Vanderwaal, su actual mejor amiga: Eran unas pringadas hasta que decidieron parecerse a las demás en moda, complementos y forma de pensar, llegando a convertirse en unas snobs que no dudan en burlarse de otros pardillos, tal como les había ocurrido a ellas.

El marco en el que se desarrolla la novela os resultará muy familiar, sobre todo si habéis visto series parecidas como Gossip Girl o Mujeres Desesperadas. En ambos casos se trata de lugares idílicos habitados por personas de pulcra fachada pero de reputación más que dudosa. La tranquila Rosewood esconde muchos secretos, tantos como las protagonistas, y la única persona que parece conocerlos todos es A, una personalidad inquietante que rápidamente relacionamos con Alison, de la que no se sabe absolutamente nada tras su misteriosa desaparición. Pero claro, si Alison está muerta... ¿quién podría ser A? ¿Quién lo sabe absolutamente todo? ¿Quien tiene el don de la ubicuidad y envía mensajes a las chicas justo cuando se enfrentan a sus problemas? Alguien que las conoce bien, sin duda. Lo que pasa es que todavía no sabemos quién es... y la cosa puede ir para largo.

A pesar de que el argumento no es original, ya que se parece a una combinación entre Gossip Girl, Sé lo que Hicisteis el Último Verano y Hermandad de Sangre, la historia de Pequeñas Mentirosas no deja de enganchar. Juegas a ser un detective, buscando a posibles candidatos para el papel de A, y no dejas de preguntarte qué se esconde detrás de esas caras perfectas con vidas perfectas.

El estilo, como ya he dicho antes, es muy ameno. La autora no da rodeos y es muy directa a la hora de expresar lo que quiere. Eso sí, se recomienda ponerse al día con primeras marcas o el lector poco avispado se perderá con los detalles de la moda, algo que es redundante en este libro.

El motivo por el que considero Pequeñas Mentirosas como una lectura recomendable es que es un libro que lo tiene todo. A pesar de su corta extensión, se lee de una tacada. A los dos días ya te lo has terminado y te quedas con ganas de saber más. Quieres saber más sobre esas chicas. Quieres ver cómo tratan de solucionar sus problemas, cómo intentan esquivar el escrutinio de A, cómo cometen errores que las conducen a problemas mucho peores que antes... Pero, sobre todo, quieres averiguar quién es A y por qué todo el mundo parece saber más de lo que cuenta.

La puntúo con un 8 sobre 10.