sábado, 19 de julio de 2014

Arturo, el mejor de los caballeros


Si tuviésemos que destacar un mito entre todos los que nos legó la Edad Media, sin duda tendríamos que escoger la leyenda del rey Arturo. No en vano ha sido el más estudiado y aparece reflejado en todos los ámbitos artísticos: la literatura, la pintura, la escultura e incluso el cine. Y, sin embargo, es muy poco lo que sabemos del Arturo primigenio, el Arturo que dio origen a la leyenda y, posteriormente, al mito. El tiempo y la imaginación popular han hecho llegar a nosotros una imagen muy elevada de Arturo: Rey de Camelot, príncipe de la Mesa Redonda; el hombre para quien el buen gobierno, la amistad y el honor fueron más importantes que su vida o su matrimonio, y que acabó entregando su último aliento por no renunciar a sus ideales.





El origen de un rey

Arturo es un personaje moldeado por siglos de leyendas, canciones y literatura, para acabar conformando un mundo mágico donde la figura del rey alcanza unas cotas de perfección que no han sido superadas ni siquiera a día de hoy por ningún otro personaje. De balada en balada, de verso en verso, de canción en canción, su historia avanza y evoluciona hasta convertirse en lo que conocemos: un mito que se ha ido adornando de unas virtudes universales y ha eliminado todo aquello que pudiera ser antipático o enojoso a nuestros ojos. No hay en toda la historia un arquetipo semejante que encarne todos estos ideales.

Sin embargo, mirándolo fríamente, al personaje no le rodean precisamente unas circunstancias muy honorables. La historia podría resumirse así: Arturo es el hijo de Uther Pendragón e Ygraine, esposa realmente de Gorlois, duque de Cornualles, a la que Uther seduce gracias a las artes mágicas de Merlín. Arturo se convierte en rey con quince años y con su espada Caliburnus (Excalibur) mata a Childric, derrota a los infieles y conquista Escocia, Irlanda, Islandia y las islas Orkney. Se casa con Ginebra y establece su corte en Camelot, donde reúne a sus doce caballeros en torno a la Mesa Redonda. Uno de los caballeros, Lanzarote del Lago, se convierte en su mejor amigo, pero traiciona a su rey al mantener una relación amorosa con la reina Ginebra. Para rematar, su hijo Mordred, fruto de un incesto cometido con su media hermana, se levanta en armas contra él y ambos mueren en la batalla de Camlann.

Como se puede ver, a la historia no le falta de nada: sexo, adulterio, traiciones, ambición, falta de escrúpulos. Y aun así, el resultado es un panegírico al amor, la amistad y el honor. A pesar de todo, Arturo simboliza la esperanza de un pueblo por contar con un buen gobernante, hasta el punto que, durante siglos, fue esgrimido como argumento por los reyes de Inglaterra para justificar su derecho al trono.

Sin embargo, la historia del rey Arturo hay que encuadrarla dentro de la leyenda o el mito. Se trata de un relato que hunde sus raíces en la tradición oral que ha ido recogiendo las actuaciones de unos personajes extraordinarios en un tiempo indefinido y muy lejano. Comenzaremos por los orígenes que se conocen hoy en día y la evolución de esta leyenda a lo largo de los siglos.



Camelot 

A principios del siglo V, la isla de Bretaña se independiza del Imperio Romano. Al retirarse los ejércitos romanos, el poder pasó de mano en mano de jefes y oficiales pertenecientes a dinastías regionales. La unidad británica que había mantenido el Imperio ahora estaba en constante peligro. Paralelamente, unos cuantos sajones provenientes del continente se habían establecido en la isla con el consentimiento de los britanos, quienes les mantenían y daban tierras a cambio de que los defendieran de las invasiones de otros grupos bárbaros. Vortigern, un noble sin escrúpulos, usurpa la corona y permite que los bárbaros continentales se asienten en la isla a cambio de que reconozcan su poder y liderazgo. En poco tiempo, los sajones, los anglos y otros grupos de origen germánico continental empezaron a poblar la isla en detrimento de los britanos y galeses que allí vivían. Su poder se debilita y la consecuencia es que, a mediados del siglo V, los anglo-sajones se sublevan, atacando y saqueando todo el país.

Puede que fuese en este momento cuando surgiera la semilla de la leyenda artúrica, pues entre los britanos aparece un caudillo guerrero que consigue detener la invasión anglo-sajona. La guerra se prolongó durante años, pero los britanos consiguieron consolidar sus posiciones. Una de las victorias más importantes sobre los sajones fue la que tuvo lugar en el monte Badon, en el año 516, que aparece recogida por el monje galés Nennius (siglo IX) en la Historia Brittonum. Contiene también un capítulo titulado “Las campañas de Arturo” y nos habla de las doce batallas en las que participó. Esta obra constituye la primera mención de Arturo como un general britano y un guerrero cristiano que vivió durante el siglo V, cuando las tribus anglo-sajonas estaban atacando Britania.

Otra fuente que recoge noticias sobre Arturo son los Annales Cambriae, una compilación de textos que cubren los años 447-957. Dos de sus entradas mencionan a Arturo, siendo la del año 516 la que hace referencia a la batalla del monte Badon en la que Arturo, supuestamente, llevó la cruz de Nuestro Señor sobre sus hombros durante tres días y tres noches, lo que contribuyó a la victoria sobre los sajones. En cuanto a la entrada del 537, se registra que Arturo y Mordred perecieron en la batalla de Camlann.

No podemos estar completamente seguros de la existencia histórica del personaje de Arturo. Tan solo podemos decir que en el siglo V, durante las luchas entre los britanos y los invasores anglo-sajones, hubo un guerrero (posiblemente un jefe de jinetes) que alquilaba en cierto modo sus servicios a los reyes insulares, cuya actitud heroica causó gran impresión sobre sus compatriotas y que tras su muerte dejó un rastro que se fue haciendo legendario en la memoria popular.

Desde luego, debemos imaginarnos al Arturo “real” no como un rey caballeresco de brillante armadura, sino como un rudo guerrero que vivía en una fortaleza pensada más para la defensa que para el placer. Sin embargo, los éxitos de este guerrero mercenario fueron de tal calibre que la leyenda se adueñó del personaje, exagerando su papel y confiriéndole una dimensión mitológica. El guerrero se transformó en rey, alejándose cada vez más de la realidad y acercándose a lo fantástico.


La forja de una leyenda

Lo cierto es que Arturo es un personaje fundamentalmente mítico, por lo que resulta muy complicado situarlo dentro del marco histórico debido a la escasez de fuentes de la época. Uno de los indicios que podrían dar pie a pensar que existió un Arturo es que entre los siglos VI y VII ese nombre se hizo muy popular a la hora de bautizar niños, lo que supondría que la leyenda del héroe provocó que perviviera en la imaginación popular. En la obra De Excidio Britanniae, del monje británico Gildas no se menciona a Arturo, pero sí a un hombre llamado Ambrosius Aurelianus, la batalla de monte Badon y un personaje al que llama “el Oso”, que en lengua celta era “Art-”, lo que podría dar pie a pensar en Arturo. Otro posible candidato es un tal Lucius Artorius Castus, un general o dux bellorum medio romano medio britano que lideraba las tropas sármatas y que realizaron una expedición para sofocar una rebelión de los pictos en la Armórica.

La obra que engrandeció definitivamente la figura de Arturo como rey de Britania fue la Historia Regum Britanniae, de Geoffrey de Monmouth, publicada en el año 1136, una obra en la que el autor se asigna la tarea de proporcionar un recuento de los reyes que moraron en Britania, centrándose especialmente en el rey Arturo y otros que le sucedieron después de la llegada de Cristo. Geoffrey de Monmouth, un obispo inglés con una buena formación humanista y conocedor de gran número de leyendas y mitos clásicos, postula que la suya es la “verdadera historia”, aunque su certidumbre histórica es más que dudosa. Lo importante es que Geoffrey de Monmouth proyecta la imagen de Arturo como un rey de gran prestigio universal, un monarca espléndido y un victorioso conquistador. A Monmouth también hay que atribuirle la primera aparición del mago Merlín, personaje inspirado en antiguas leyendas galesas. Esta versión alcanzó una gran repercusión al ser traducida al francés, ya que en esa lengua se difundió por toda Europa.

Será Wace en su Roman de Brut (1155) quien traduzca la obra del latín al francés, dándole además forma de romance. De los quince mil versos de los que está compuesta esta obra, cuatro mil están dedicados a la figura de Arturo. Wace le da un lenguaje más popular a la leyenda, haciéndola más accesible, y da también mayor protagonismo a los caballeros de Arturo. Describe la singularidad del reino de Camelot, así como el esplendor de la corte artúrica. Además, este escritor realiza una importante aportación: la Mesa Redonda, el centro de la corte artúrica, donde todos los caballeros están a la par y donde nadie preside ni nadie es presidido.



Lanzarote y Ginebra

También hay que citar a Layamon, quien tradujo el Roman de Brut de Wace al inglés alrededor del año 1250. Esta será la primera obra escrita en inglés que trata la materia artúrica. En el Brut, Layamon pone énfasis en Arturo como rey de los britanos que defiende su reino de los paganos. El rey aparece caracterizado más como defensor que como rey guerrero, protegido por la Virgen María y buen conocedor de los Salmos. También se observan las primeras conexiones con lo sobrenatural y la magia, como su concepción propiciada por el mago Merlín. En su viaje a Avalon, se dice que la reina-hada Argante se hará cargo de él y curará sus heridas para que pueda volver en el futuro.

Y también debemos mencionar a Chrétien de Troyes, el primer escritor francés que introdujo los temas artúricos en la tradición de la novela europea. De él se conservan cinco relatos que tratan la materia de Bretaña: Erec y Enide; Cligês; Yvain o el caballero del león; Lanzarote o el caballero de la carreta; y Perceval o el cuento del Grial. El autor imprime aquí su sello y aumenta el protagonismo de los caballeros de Arturo en detrimento del rey. Además, a todo esto se une un nuevo y principal motivo para sus gestos: el amor como causa determinante de sus acciones.

El amor cortés no será solamente una fórmula, sino también una forma de enfrentarse y romper con los rígidos esquemas de la Iglesia; una especie de rebelión cultural que tuvo lugar en el mediodía francés y ante la cual la doctrina eclesiástica reaccionó pasando por el tamiz el mito artúrico. El resultado es el llamado Ciclo de la Vulgata, compuesto aproximadamente entre 1215 y 1235, que se compone de cinco textos escritos por autores anónimos (quizá monjes cistercienses). En estos textos se hace especial hincapié en la búsqueda del Santo Grial, el supuesto vaso que utilizó Jesús en la Última Cena y en el que posteriormente José de Arimatea recoge la sangre del cuerpo de Cristo crucificado. El Grial será el objetivo que tendrán que alcanzar los caballeros de Arturo, aunque solo aquellos que estén dotados de las mayores virtudes podrán tener alguna posibilidad. El Ciclo de la Vulgata condena a los caballeros “viciados” por los placeres mundanos y ensalza las virtudes de los caballeros “espirituales”, cuyos principios son la fe, la castidad y la pureza. En otras palabras, se identifican religión y caballería.

El final de la historia de Arturo fue narrado por Thomas Mallory hacia 1469 ó 1470 en un conjunto de ocho poemas titulado La muerte de Arturo. Es una de las obras capitales de la literatura inglesa, destacando especialmente el uso del idioma por parte del autor. En esta obra se describe la última batalla de Arturo en Camlann. Al parecer, todo ocurre accidentalmente. Arturo y Mordred se habían citado para firmar la paz, pero en ese momento un caballero de Arturo fue mordido por una serpiente. El acto de desenfundar la espada para matarla fue mal interpretado como un signo de guerra y comenzó la lucha. En esta batalla, Arturo mata a su hijo Mordred y resulta a la vez mortalmente herido por éste. Lo último que sabemos de Arturo es que, moribundo, se aleja en una barca con destino a la isla de Avalon, de donde algún día regresará para restaurar la justicia y la paz en toda Britania.


Mitos dentro del mito

La materia de Bretaña constituye un rico tapiz en el que se trazan las más hermosas y variopintas historias que se han ido recogiendo de la tradición oral a lo largo del tiempo. En estas historias, los personajes cobran vida de una manera muy especial. No son personajes de personalidad plana, sino que están enriquecidos con los deseos y las pasiones que siente todo ser humano; quizá por esa razón han trascendido y han llegado hasta nosotros cargados de un aura especial y atractiva.

Son muchos los mitos que han surgido a partir del gran mito artúrico, sin los cuales no nos podemos imaginar la historia. Con el tiempo y debido a los cambios culturales, algunos han sufrido modificaciones para adaptarse a los gustos de la época o para darle un enfoque distinto a la historia que todos conocemos, aunque sin perder en ningún momento la esencia que les hace tan especiales a nuestros ojos. Entre los mitos más importantes estarían los que siguen a continuación:


Dama del Lago




La misteriosa Dama del Lago es un personaje que no pertenece al mundo de los mortales, sino al plano místico y mágico de la antigua tradición celta. La leyenda cuenta que Merlín encontró un día al hada Viviana (o Nimue, entre otros nombres) junto a la fuente de Barenton y se enamoró perdidamente de ella. Para mostrarle sus habilidades, hizo una manifestación de sus poderes creando para Viviana un palacio de cristal que sumergió en el fondo de un lago para que nadie pudiera descubrirla.

Viviana pertenece a un largo linaje de ninfas de las aguas tan habituales dentro de la antigua tradición celta. Se la representa como un hada de las aguas que reina sobre diez mil vírgenes. Su reino está sumido en una primavera perpetua y su castillo inexpugnable está construido sobre una colina de cristal. En su pequeño mundo nadie conoce la desdicha, el dolor o el aburrimiento. Convertida en la Dama del Lago, Viviana raptó al joven Lanzarote para educarlo en su palacio encantado. Cuando Lanzarote creció, Viviana le contó cuál era su verdadera identidad y le llevó a Camelot para que fuese armado caballero.

La Dama del Lago es también la que proporciona la espada Excalibur al rey Arturo. Un día, Arturo llega a un lago del que surge un brazo que sostiene en alto una bella espada. La Dama del Lago le dice a Arturo que le dará esa espada a cambio de un don que le pedirá cuando llegue el momento oportuno. Arturo se lo promete y la Dama del Lago le permite ir en una barca hasta el centro del lago para que tome la espada.


Avalon




La isla de Avalon es uno de los lugares más misteriosos de la leyenda artúrica, pues su existencia todavía hoy es algo que se pone en duda. Su nombre procede de la palabra galesa “Avallach”, término empleado para designar la “manzana”. Las manzanas simbolizan la eterna juventud que aguarda a los héroes vencedores, entre los cuales se encuentra el rey Arturo, el cual fue mortalmente herido y posteriormente llevado a Avalon en barca por mujeres encapuchadas, entre las que se encontraban Morgana y Viviana.

Lo cierto es que Avalon tiene un aspecto propio del ideal cortesano femenino y guarda una gran relación con el mito céltico más antiguo de la Tierra de las mujeres. Avalon es una especie de paraíso mágico, un lugar donde no hay muerte ni sufrimiento, donde perduran los últimos rescoldos de la magia. La leyenda dice que Arturo se recuperaría de sus heridas en Avalon para volver algún día a Britania. Su última acción antes de embarcarse fue convencer a sir Bedivere para que se deshiciera de la espada Excalibur, que también fue forjada en la mítica isla.

Son muchos los que han buscado un emplazamiento real para la isla de Avalon. Desde el siglo XII se viene asociando con Glastonbury, en Somerset. La razón es que la comarca de Glastonbury es muy rica en manzanos, por lo que se cree que allí podría estar el Avalon artúrico. Sin embargo, es posible que la identificación de Avalon con Glastonbury haya sido una hábil maniobra política del rey Enrique II, deseoso de relacionar su dinastía con la de Arturo. Movido por un rumor oído a un bardo, ordenó a los monjes del monasterio de Glastonbury que hicieran una excavación en la abadía para buscar la tumba de Arturo. Hacia el año 1190 apareció una losa de piedra con una cruz de plomo que identificaba aquel lugar como la tumba de Arturo en la isla de Avalon. Nada de esto tiene fundamento histórico, pero desde entonces se cree que allí descansan los restos de Arturo y su esposa Ginebra.


Morgana




El hada Morgana, también conocida como Morgana le Fay, es una poderosa hechicera en la leyenda artúrica, y una de las principales antagonistas del rey Arturo y la reina Ginebra. La tradición más conocida la identifica como hija de Gorlois, duque de Cornualles, y su esposa Ygraine, por lo que Arturo sería su medio hermano. Tiene al menos dos hermanas mayores, llamadas Elaine y Morgause.

En los antiguos relatos galeses, Morgana está casada con el rey Urien y es madre de Owain. En la Vida de Merlín, escrita en el siglo XII, se explica que Avalon está gobernada por nueve hermanas magas, de las cuales Morgana es la mayor, la más bella y la más poderosa. Conoce todas las propiedades de las plantas y sabe curar todo tipo de enfermedades. El rey Arturo, herido en la batalla de Camlann, se hizo llevar a Avalon, donde Morgana le curó con la ayuda de sus ungüentos y filtros mágicos, y después se convirtió en su amante (en la versión de Monmouth, Morgana y Arturo no son parientes).

Será Chrétien de Troyes quien vincule familiarmente a Morgana con Arturo, además de resaltar su papel como sanadora y discípula de Merlín. Con el paso del tiempo, su personalidad se torna más oscura, más ambiciosa. Se convierte en una de las destructoras de la paz al revelar a Arturo la infidelidad de su esposa con Lanzarote. En las versiones más modernas del mito, Morgana seduce a Arturo y concibe con él a Mordred (en otras versiones, quien lo seduce es Morgause).


Merlín




La historia de Merlín está repleta de misterios. Según algunas leyendas, fue engendrado por un demonio íncubo que sedujo a una monja. En otras versiones, Merlín fue concebido sin intervención masculina. En cualquier caso, siempre se le ha vinculado con las fuerzas de la naturaleza y de la magia, convirtiéndose en guía espiritual y consejero de diversos reyes. Entre sus facultades estaba la de poder comunicarse con los animales, cambiar de forma, hacerse invisible y controlar el clima y los elementos.

Se dice que solo gracias a la intervención de Merlín, Arturo pudo llegar a ser rey. Fue Merlín también el artífice de la concepción de Arturo, ya que ayudó a Uther a conseguir a Ygraine utilizando su magia para darle el aspecto del duque Gorlois de Cornualles (es evidente el paralelismo con el mito de la concepción de Heracles). Posteriormente, se encargaría de llevarlo con sir Héctor para que lo criara. Años después, sería quien forjara la mítica espada Excalibur y la clavaría en una piedra, a la espera de que Arturo viniera a reclamarla.

Cuando Merlín era ya muy anciano, se dice que conoció a Viviana, a la que le enseñó numerosos encantamientos a cambio de que se convirtiera en su amante. Pero Viviana le temía por ser hijo de un demonio, de modo que le pidió que le enseñara el hechizo para atrapar a un hombre. Merlín se lo enseñó, y Viviana utilizó el conjuro contra él, atrapándolo en una roca o en un árbol, del que Merlín no podría salir nunca.


Mordred




El antagonista por excelencia del rey Arturo es también su hijo ilegítimo. Mordred, fruto del incesto cometido entre Arturo y su media hermana Morgause (o Morgana, según las versiones), será quien acabe definitivamente con el reinado de su padre.

Nombrado caballero a los veinte años, Mordred es al principio una figura ejemplar. Pero pronto empieza a mostrar resentimiento contra los que son mejores que él. Como hijo de Arturo, se queda a cargo del reino cuando su padre marcha a Francia para luchar contra Lanzarote. Mientras Arturo está fuera, Mordred intenta usurpar el trono. En algunas historias, la reina Ginebra se convierte en amante de Mordred y se pone de su parte, mientras que en otras se muestra determinada a oponer resistencia.

Los conflictos entre padre e hijo son cada vez mayores, aunque sus fuerzas armadas están muy igualadas. No queda más remedio que tratar de establecer una tregua. En Camlann, ambos reyes al mando de sus ejércitos se citan para firmar la paz. Un caballero saca su espada para matar a la serpiente que le ha mordido y esto provoca un malentendido que termina en una batalla campal de la que pocos salen con vida. Mordred y Arturo se enfrentan en combate singular y ambos se hieren de muerte. Mordred caerá en Camlann, mientras que Arturo será llevado a Avalon para sanar sus heridas.


Excalibur




La espada legendaria del rey Arturo, el arma que le da el derecho a reclamar el trono de Britania y le ayuda a derrotar a todos sus enemigos gracias a sus múltiples propiedades mágicas. Geoffrey de Monmouth es el primero en hablar de esta magnífica espada, de la que dice que fue forjada en la isla de Avalon.

Respecto al nombre de Excalibur existen varias teorías. Una de las más aceptadas es que proviene del latín Ex Calce Liberatus, que se podría traducir como “liberada de la piedra”. También se cree que podría proceder del gaélico antiguo caladbolg, que significa “espada centelleante”.

También hay varias teorías acerca de cómo Arturo obtiene esta mítica espada. Monmouth asegura que Merlín forjó la espada y la clavó en una piedra, con la esperanza de que Arturo la sacara cuando estuviera preparado para ser rey. En el Ciclo de la Vulgata, en cambio, se cuenta que Arturo había roto su espada durante un combate, de modo que Merlín le llevó a un lago del que surgió la misteriosa Dama del Lago, quien le entregó la espada así como la vaina que hacía que Arturo no perdiese sangre cuando luchara.

La leyenda más difundida nos cuenta que Arturo la obtuvo después de sacarla de la roca donde estaba incrustada (en otras versiones, la espada está clavada en un yunque). Entre sus propiedades mágicas está la de cortar el acero, y ya hemos visto que la vaina poseía la capacidad de protección, evitando que su portador fuese dañado o herido.

En cuanto a su desaparición, la historia más aceptada es aquella en que Arturo, herido de muerte, ordena a uno de sus caballeros que arroje la espada al estanque donde vive la Dama del Lago. Al arrojar la espada, una mano emerge de las aguas, toma la espada y se hunde de nuevo. Otra versión dice que la espada permanece junto al rey Arturo en Avalon, aguardando el día de su regreso.


La Mesa Redonda




La Mesa Redonda es la imagen más representativa de la corte del rey Arturo y es el símbolo de la época dorada de este legendario rey y de sus caballeros. La Mesa Redonda no está presente en la tradición galesa y su primera aparición tiene lugar a mediados del siglo XII, en la versión francesa de la Historia Regum Britanniae que realiza Wace.

Según este autor, Merlín habría construido la Mesa para el padre de Arturo, Uther Pendragón. Al morir éste, la mesa fue adquirida por Leodegán, rey de Carmelida y padre de Ginebra, quien aportó la Mesa Redonda como dote en su matrimonio con Arturo. Según otra versión, la mesa fue diseñada por José de Arimatea y el “asiento peligroso” de la mesa sería el que correspondería a Judas Iscariote, por eso en lo sucesivo dicho asiento solo podría ser ocupado por un caballero intachable (Galahad).

En cuanto a la redondez de la mesa, hay varias explicaciones: La cosmológica (la mesa simboliza la redondez del cielo y de la Tierra); la espiritual (influencia del neoplatonismo cristiano, que consideraba la forma circular como una perfección divina); la funcional (intento de mostrar a todos los caballeros en una posición de igualdad para evitar disputas); y la histórica (era costumbre entre los guerreros celtas sentarse en los banquetes en círculo alrededor de su jefe).

El simbolismo de la Mesa Redonda va cambiando con el tiempo, y pasa de ser un símbolo de la fraternidad de los caballeros para ir convirtiéndose poco a poco en un símbolo cristianizado que establece la vinculación entre la caballería y la religión.


El Santo Grial




El origen de la leyenda del Grial parece que se remonta a las leyendas celtas paganas que hablan de recipientes prodigiosos, cuernos de la abundancia y demás. El Grial poseía muchas propiedades milagrosas, tales como proporcionar alimento a los que estaban libres de pecado, cegar a los impuros de corazón o dejar mudo al irreverente que llegaba a su presencia.

Chrétien de Troyes le da al Grial una dimensión mística o espiritual. Según la tradición, el Grial lo guardó José de Arimatea, que recogió en él la sangre de Cristo crucificado. El cáliz viajó después a Bretaña, donde pasó de generación en generación a los herederos de José.

El Santo Grial aparece en el romance medieval de Perceval, cuyo tío es el custodio de este objeto. En leyendas posteriores, el Grial es ya objeto de una incansable búsqueda por parte de los caballeros de Arturo, pero solo aquellos con una disposición espiritual adecuada tendrán una oportunidad de llegar hasta él. Los modélicos caballeros de la Mesa Redonda (Lanzarote, Galván…) son sustituidos por un nuevo modelo de caballero cuyos principios son la fe, la castidad y la pureza de corazón (Perceval, Galahad, Bohort).


lunes, 14 de julio de 2014

VII Mercado Renacentista


¡Hola a todos!

Hace días que no comento, ¿verdad? La verdad es que últimamente no he tenido mucho tiempo entre unas cosas y otras: que si cursos de literatura y Rock&Roll, que si papeleo para hacer un máster, que si hacer las cosas de casa y eso... Vamos, que he tenido unos días un tanto ajetreados.

Sin embargo, ya me conocéis. No hay quien acabe con mi espíritu fiestero cuando se trata de ferias temáticas, y este año no ha sido menos. ¡Sí, lo habéis adivinado! ¡El VII Mercado Renacentista ha venido a Viveiro y me ha dejado un buen sabor de boca! Este año se ha celebrado una semana más tarde de lo acostumbrado para que no coincidiera con la Rapa das Bestas, pero eso es lo de menos. Tres días enteros dedicados a pasear por el mercadillo, disfrutar de caras nuevas, comprar cosas artesanales y, por supuesto, disfrazarse como dicta la ley.

¿Queréis echarle un vistazo a mis tres días de feria? Seguid leyendo.


Primer día: Viernes



El dragón


Pues empezamos la feria con el desembarco de Carlos V y la reina doña Juana la Loca en la playa de Covas, seguido de un desfile que va hasta el centro de Viveiro, cruzando la famosa Puerta de Carlos V. La comitiva estaba compuesta por bandas de tambores, malabaristas, jinetes a caballo y el acompañamiento. El dragón que veis en la foto fue el preferido de todos los niños, que se quedaban embobados mirándolo. Lamento tener que decir que el desfile salió tardísimo. Para que los que salían del trabajo pudieran verlo, se programó para las nueve de la noche y llegó a la plaza a las diez y cuarto, con lo que tuvimos que esperar un buen rato.

Cuando el desfile llegó a la plaza mayor, los reyes subieron al balcón del antiguo ayuntamiento y se dirigieron al pueblo, quedando inaugurado el Mercado. El viernes, por ser el primer día, no hay mucha gente disfrazada, lo que me da un poco de pena. Los niños sí se disfrazan y pueden jugar por ahí, pero los adultos son más reticentes. Eso sí, el acontecimiento es masivo. Viveiro es una ciudad muy pequeña, y se queda más pequeña aún cuando hay tanta gente. Pero siempre es divertido ver caras nuevas y que la gente se lo pase bien con la novedad.


Segundo día: Sábado




¡Oh, sí! ¡Disfraces al máximo! Se puede decir que el sábado fue mi día, porque me lo pasé en grande. ¿Por qué? Pues porque todo el mundo (o casi todo el mundo) iba disfrazado, y esa es la gracia del Mercado. Como aquí el nivel de fidelidad a la época es casi inexistente, daba igual ir al estilo renacentista, medieval o neoclásico. De hecho, ha habido patinazos tales como chicas que iban vestidas de romanas, chicos que iban de mosqueteros y niñas que iban de personajes Disney como Bella o Blancanieves. En fin...

Por eso, espero que no os extrañe que mi disfraz de este año no sea tan renacentista. Es el que llevé durante estos carnavales, de inspiración celta (o eso pretendía). Ese objeto que veis en mi mano es un arco que mide casi tanto como yo, y os aseguro que fue la sensación del Mercado, porque varias niñas se pararon para mirarlo mejor, un hombre me preguntó dónde lo había comprado y otro quiso saber si le iba a disparar la flecha al chico de mis sueños. Sí, se puede decir que el arco fue el punto fuerte de mi disfraz.

Dediqué la tarde entera a dar vueltas y más vueltas por las calles, visitando mis puestos preferidos. Todos los años vienen muchos puestos de artesanía: cuero, cerámica, madera, comida, joyería... Este año ha vuelto la forja segoviana que vino el año pasado, con un pedazo trono vikingo en el que uno se podía sacar una foto. Como novedad, este año hemos tenido espectáculo de cetrería y un puesto de espadas toledanas, que se convirtió en mi obsesión cuando vi que entre las piezas expuestas estaban Andúril, la espada de Arwen, Dardo y Garra. ¡Y todas costaban una pasta! ¡Eso no se hace, coño! ¡No se come delante del hambriento! Me planteé seriamente la posibilidad de pillarme un mandoble como dictan los dioses... pero la crisis no perdona, así que me he tenido que comprar una espadita más pequeña. Pero ya llegaremos a eso.

El sábado es también día de comida comunitaria. Los bares y restaurantes prepararon menús especiales para la ocasión, pero había que reservar con mucha antelación. Las comidas se hicieron al aire libre, en plena calle, en mesas muy largas que ocupaban la mitad de la zona de tránsito. Había tanta gente que se hacía prácticamente imposible pasear con tranquilidad, pero supongo que eso también forma parte del encanto de la feria. Al fin y al cabo, la gracia es que haya mucha gente.


Tercer Día: Domingo



Búho real


Supongo que el domingo se podría decir que fue más de lo mismo, solo que la gente volvió a dejarse los disfraces en casa y paseó por el mercado en ropa de calle. Y eso me parece una pena, porque a mí me gusta que la gente se anime a disfrazarse. En cualquier caso, me lo pasé bien igual. Dediqué la tarde a comprar algunas cosas que me quería llevar de recuerdo y a ver algún que otro espectáculo como la cetrería o los acróbatas. Aunque ha sido una tarde tranquila, fue entretenida.

Los espectáculos me han gustado mucho: magia, acrobacias, contorsionismo, lanzamiento de cuchillos y grupos de tambores y gaitas que amenizaron las tardes para alegría de niños y adultos. Me quedo con el grupo de tambores que iban disfrazados en plan Braveheart (es que a mí ese tipo de disfraces me encantaaaan!), tocando una música impresionante que recordaba a tiempos pasados o a tribus marchando hacia la guerra (no es muy renacentista, pero resultón lo es un rato).

El Mercado se terminó por la noche, y el balance en mi opinión ha sido bueno. El clima también ayudó mucho, porque hizo calor pero no salió el sol, lo que disuadió a la gente de ir a la playa. Además, creo que hubo mucha más gente que el año pasado, y espero que la cosa mejore el año que viene. Una vez más, me lo he pasado en grande.

¡Ah, se me olvidaba! Os dejo una foto de los recuerdos que me he comprado.




Sí, lo estáis viendo bien. Me he comprado una gargantilla con un dije de Gorjuss, unos saquitos de jabones olorosos para el armario y los cajones de la ropa y, como no podía ser de otra forma, una réplica de Andúril de la que estoy muy orgullosa. Tiene el tamaño de un puñal, pero está muy bien hecha (y es acero toledano). Tuve que tener mucho cuidado al llevarla por la calle, porque resulta que cuenta como arma peligrosa y, si me la veía la Policía, me la podían incautar y a mí ponerme una amonestación. Jopé...

¡Y esto ha sido todo! ¡Espero que os haya gustado!

viernes, 4 de julio de 2014

El día que nació el País de las Maravillas


Hoy es un día muy especial para mí.

El 4 de julio es un momento de celebración para mí, aunque las razones que tengo para adorar este día no son compartidas por la mayoría de la gente que conozco, y puede que algunos no lo comprendan. No, no me estoy refiriendo al famoso 4 de julio americano, ese que conmemora la aprobación de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, en 1776.

Ese no es mi caso. Mi 4 de julio favorito no se puede comparar a ninguna celebración de independencia, pero eso no quiere decir que sea menor. No en vano, este mismo día, hace ya 152 años, un joven don (profesor) de Oxford sacó a pasear por el río Támesis a tres niñas que le pidieron que les contara un cuento. El reverendo hizo gala de una gran imaginación y creó para ellas la historia de una niña que se coló por la madriguera del conejo y aterrizó en un mundo de fantasía donde los animales hablaban, la comida le hacía crecer o menguar, y una sencilla partida de croquet se convirtió en una auténtica locura en la que los palos eran flamencos, las pelotas eran erizos y los jugadores eran un puñado de naipes. Esa maravillosa historia llegó hasta nuestros tiempos, y resulta que se ha convertido en mi cuento favorito de todos los tiempos.

Alicia en el País de las Maravillas, obra del gran Lewis Carroll.

Hoy os dejo una entrada que oscila entre la historia y la literatura. He querido dedicarle este post a la figura de Lewis Carroll, un autor tan extraño y peculiar como el legado literario que nos dejó. En esta entrada menciono también sus dos obras cumbre, ambas protagonizadas por la tierna Alicia, con quien hemos viajado hasta tierras llenas de fantasía e imaginación, y que está basada en una niña real a la que Carroll quería y apreciaba mucho. Creo sinceramente que este autor, que ha conseguido hacerme retroceder hasta mis tiernos años de infancia como nadie lo ha hecho nunca, se merecía un pequeño homenaje por mi parte. Quisiera poder hacerle todo el honor que realmente se merece.





Charles Lutwidge Dodgson nació en Daresbury, Cheshire, en 1832, en el seno de una familia protestante. Su padre era pastor y un hombre de gran imaginación, y su madre era, según el propio escritor, “el ser más bondadoso del mundo”. Desde muy pequeño, Charles demostraría poseer una sensibilidad especial que plasmaba a menudo en el papel al escribir cuentos y relatos cortos para sus hermanos. Llegó incluso a editar, a modo de juego, un periódico infantil con la ayuda de sus hermanos, en el que “publicaba” poemas y cuentos que divertían a toda la familia.

Algunos estudiosos creen que la genialidad que años más tarde desarrollaría como Lewis Carroll estriba en la fórmula literaria que supo crear como vehículo de evasión y la inspiración que supo encontrar en sus raíces para mantener el equilibrio con una realidad que le superaba y a la que se negaba a someterse. Esta evasión vino motivada por un mundo infantil de gran intimidad familiar, a cuya fuerza contribuyó también la concepción idealizada que se tenía de la infancia en aquella época. La precocidad de Dodgson le valió descubrir la manera de expresar literariamente el mundo irreal, incierto y emotivo que es el mundo del niño. Un mundo al que volvería en sucesivas ocasiones, incapaz de adaptarse al curso de la vida ordinaria.

En el año 1843 la familia se trasladó a Croft, al serle adjudicada al pastor Dodgson una importante rectoría. Es en esta época en la que el joven Charles alterna sus vacaciones en Croft con sus estancias en el prestigioso colegio de Rugby. No fue feliz la adolescencia del autor en la public school de Rugby. A partir de sus cartas, escritas muchos años después de aquel período, se pueden reconstruir las vivencias de Dodgson en la escuela: los estudios y los deportes; las bromas pesadas de los compañeros, el estricto sistema jerárquico del alumnado inglés, que hacía que los alumnos mayores usaran a los pequeños como criados, etc. El método brutal y cruel del sistema inglés de las escuelas públicas, que podía ser eficaz para la formación de un cierto tipo de personalidad, chocó violentamente con el carácter sensible y sentimental de Dodgson.

El año decisivo de su vida fue, sin duda, 1850. En el mes de mayo, su padre le envió a Oxford para que se matriculara en el Christ Church College. Se matriculó en Matemáticas, aunque sus intereses pronto derivaron hacia la Lógica; esto no deja de resultar verdaderamente irónico, ya que Carroll está considerado el rey del absurdo y el disparate. La pérdida de su madre en 1851 le provocó una honda impresión, a la que muchos atribuyen el comienzo definitivo de su tendencia a retornar al mundo feliz que fue su infancia. Se graduó en el año 1854 con matrícula de honor, prueba de que era un alumno aventajado. Encauzó su vida profesional a la escritura de libros de texto y cuentos paródicos para algunas revistas, al mismo tiempo que se preparaba para convertirse en diácono.

No tardaría mucho en empezar a sentir dudas respecto a su vocación religiosa. Fuertemente influido por su padre, se ordenó diácono pero durante sus primeros años en Oxford se debate sobre si debe o no ordenarse sacerdote. Su timidez, su tartamudeo y, más que nada, su falta absoluta de ambición, hacen que acabe por desistir y se conforme con ser diácono de la iglesia anglicana para el resto de su vida. Desarrollará, no obstante, todo tipo de nuevas aficiones, entre las que se encuentran la fotografía, la invención de juegos y pasatiempos y, como vocación suprema, sus conversaciones con los niños.

En el año 1855 llegó al Christ Church College un nuevo decano. Su nombre era Henry George Liddell. Traía consigo una joven y bella esposa y tres preciosísimas hijas. Sus nombres eran Lorina, Edith y Alice. La familia Liddell sin duda resultaba un tanto extraña en medio de un entorno poblado en su mayoría por hombres como era el Christ Church College. En cualquier caso, es fácil suponer que el joven Charles Dodgson se encontraría a menudo con las pequeñas Liddell jugando en la hierba del patio del colegio y trabaría amistad con ellas. Tanto interés mostró el joven Charles por las niñas, que sus compañeros se imaginaron que trataba, en realidad, de cortejar a su institutriz. Tampoco la madre de las pequeñas veía con buenos ojos el interés que el joven profesor mostraba por sus hijas. Los rumores corrieron por el College, de manera que Dodgson tuvo que dejar de ver a las niñas por algún tiempo. Después de una prolongada ausencia del matrimonio Liddell, Dodgson pudo reanudar su amistad con sus pequeñas amigas. Amistad que cristalizaría en una tarde de verano de 1862, una tarde en que nació una obra que habría de ocupar un lugar de honor en la literatura de todos los tiempos.



Alice Liddell


El 4 de julio de 1862, Charles Dodgson, en compañía de su amigo el reverendo Robinson Duckworth, sacaron a pasear en barca a las tres hermanas Liddell. La comitiva se detuvo en la aldea de Godstow, donde merendaron junto al río. Después de la merienda, Dodgson hubo de improvisar cuentos para sus jóvenes amigas. Solo que, en esta ocasión, Alice, la segunda de las hermanas, insistió en que Dodgson debía escribir esos cuentos a continuación. Y así lo hizo al llegar a su casa, donde escribió Las Aventuras de Alicia Bajo Tierra, aunque después le cambió el título por Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas. Después de pulir el texto y corregir algunos fallos, Dodgson reescribió de su puño y letra el manuscrito, lo ilustró, lo encuadernó y se lo entregó como regalo de Navidad a Alice. En aquel momento, y sin él saberlo, Charles Dodgson comenzaba a convertirse en Lewis Carroll.

Pero, ¿quién se escondía bajo el seudónimo de Lewis Carroll? Algunos estudiosos opinan que se trata de un caso de doble personalidad. Charles Dodgson sería el hombre de vida ordenada, casta y apacible, el diácono remilgado, altivo, impoluto… Y Lewis Carroll sería la otra cara de la moneda: domador de serpientes, prestidigitador, editor de revistas escritas para niños; zurdo, tartamudo, sordo de un oído, inventor de cajas sorpresa, de aparatos inútiles, inventor de juegos de palabras en idiomas que no conocía… Resulta muy complicado imaginarse cómo podían convivir dos personalidades tan distintas en un mismo ser. Pero la explicación es realmente muy sencilla: Charles Dodgson no se diferenciaba en nada de cualquier otro don de Oxford, respetado por sus colegas, querido por sus hermanas, admirado por sus estudiantes. Carroll, por otra parte, podía hacer lo que nadie había hecho antes: regresar al mundo de la niñez y hacer que otros volvieran a ser niños de nuevo. Los libros de Alicia son la mejor prueba de esto, pues no son libros “para” niños, sino que son libros mediante los cuales los lectores adultos vuelven a ser niños.

Puede que esto ayude a comprender un poco mejor la peculiar personalidad del reverendo Charles Dodgson. Nunca dejó de ser un niño. Creció y se hizo hombre, por supuesto, pero su ser infantil nunca desapareció con la madurez. De ahí su deseo de buscar constantemente la compañía de los niños. Ante ellos se transformaba en otra persona: perdía su timidez, desaparecía su tartamudeo, se hacía locuaz y comunicativo. De ahí su desmedido amor por las niñas, a las que adoraba. Su relación sentimental y afectiva con Alice Liddell y con muchas niñas de esa edad era tan pura y limpia como podía ser la de cualquier niño inocente.

Desde esa perspectiva puede que resulte más fácil entender los libros de Alicia. En el momento de la legendaria excursión río arriba, Alice Liddell tenía diez años y pronto dejaría de ser una niña. Dodgson improvisa para ellas un cuento que trata justamente de eso: el momento en que el niño, al dejar de serlo, comienza a penetrar en el fascinante, misterioso y absurdo mundo de los adultos. En la madriguera, el primer dilema que se le plantea es el de beber o no beber de un frasco que hay encima de la mesa, si crecer o no crecer. La primera “persona” adulta con la que se encuentra es el Conejo Blanco, paradigma del caballero victoriano dominado por la gran enfermedad del mundo moderno: la prisa. La asamblea de animales representa admirablemente una asamblea parlamentaria inglesa embarcada en su deporte favorito, la “carrera electoral”, en la que nadie sabe hacia dónde se va, dónde se acaba y quién ha ganado. La Oruga, fumando imperturbablemente su narguile encima de una seta, representaría al adulto que pasa del mundanal ruido, que piensa que ya no queda nada por hacer. Y la absurda merienda del Sombrerero y la Liebre, reflejo brillante de las convenciones británicas más arraigadas y confirmación para Alicia de que está en un auténtico mundo de locos.



Encuentro con el Gato de Cheshire


El encuentro con la Duquesa y, más adelante, con el Rey y la Reina de Corazones introduce a Alicia en las altas esferas. Hay quien señala que la Duquesa podría representar a la duquesa de Kent, madre de la reina Victoria, figura dominante que quiso controlar el destino de su hija, de la misma manera que la Duquesa parece querer controlar a Alicia imponiéndole su presencia. Tampoco resulta extraño que el Rey y la Reina de Corazones sean simples naipes, reflejo de los convencionalismos del mundo adulto. Los naipes solo tienen el valor que los jugadores quieran darle; entre los adultos, el mundo se rige a través de unas normas que no tienen sentido alguno y que dictan quién es rey y quién es un simple soldado raso.

Alicia despierta de su sueño y vuelve a la realidad, y es su hermana mayor quien comprende el significado de su sueño. Trata de imaginársela convertida en una mujer adulta, con hijos y nietos a los que les contaría las aventuras que había vivido en el País de las Maravillas, reviviendo una vez más los dulces días de su niñez.

En el año 1871, movido por el éxito obtenido con Alicia en el País de las Maravillas, publicaba Carroll la segunda parte de las aventuras de Alicia, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí. Una vez más, la inspiradora de esta historia fue otra Alicia, la pequeña Alice Raikes. Se encontraba la niña jugando en el jardín de su casa cuando Carroll la llamó desde el interior. Estaba en un salón lleno de muebles y un gran espejo al fondo. Carroll colocó a la niña frente al espejo y le puso una naranja en la mano derecha. Al preguntarle en qué mano tenía la naranja la niña que estaba en el espejo, Alice respondió que si ella estuviera al otro lado seguiría teniendo la naranja en la mano derecha. Este simple comentario bastó para que Carroll se inspirase para escribir lo que Alicia se encontraría en caso de estar al otro lado del espejo.

Este libro es una continuación del primero. Si en el País de las Maravillas Alicia tomaba contacto con el mundo de los adultos, al viajar al otro lado del Espejo entra de lleno en él. Simbólicamente, Alicia atraviesa el umbral de su propia niñez y entra en un mundo que es a la vez igual y radicalmente distinto al suyo propio. A lo largo de todo el cuento se producen constantes inversiones de la realidad. Si Alicia visitaba el País de las Maravillas en primavera, será en invierno cuando viaje a través del espejo. Para ir hacia delante, Alicia debe caminar hacia atrás; el Caballero Blanco mete el pie derecho en el zapato izquierdo; el revisor del tren señala a Alicia que se dirige en dirección contraria; Alicia reparte el pastel del León y el Unicornio y después lo parte; el Rey usa dos mensajeros, uno para venir y otro para ir.



Encuentro con la Reina Roja


Los personajes son más exagerados si cabe de lo que fueron en las anteriores aventuras de Alicia. La ordenancista Reina Roja, paradigma de una severa y aburrida institutriz británica, siempre imponiendo normas y siempre aguando la fiesta; la simple Reina Blanca, débil e inocente como un niño de pecho; el maleducado y obsesionado con las reglas del lenguaje Humpty Dumpty; los insoportables gemelos Tararí y Tarará, dos niños grandes de comportamiento absurdo; la poco temible batalla que sostienen entre ellos el León y el Unicornio, quienes representan a Disraeli y a Gladstone; o la torpeza entrañable del despistado Caballero Blanco, protector y amigo de la niña, en el que Carroll se retrató a sí mismo despidiéndose de Alicia cuando está a punto de convertirse en Reina, cuando se convierte en mujer.

En esta ocasión, Alicia contempla el mundo de los adultos como una inversión de la realidad, como un sinsentido o nonsense, el término que mejor describe la prosa carrolliana, tan absurda y carente de lógica como llena de humor. El magnífico poema The Jabberwocky es el más famoso y conocido de todos los disparates poéticos, poemas del absurdo o sin sentido de la literatura inglesa, y un verdadero reto a la hora de descifrarlo y aprenderlo.

Carroll continuó cultivando el nonsense en su poema A la caza del Snark (1876). Y cuando abandonó este estilo, sus obras se volvieron blandas y empalagosas, debido al estilo didáctico de su autor. Y parece ser que en los últimos años de su vida se negó a aceptar correspondencia a nombre de Lewis Carroll, como si ese nombre le recordara que una vez fue el rey del absurdo en Inglaterra. Obsesionado hasta el último mes de su vida por reglas de cálculo acelerado, Charles Dodgson murió el 14 de enero de 1898 de una bronquitis, unos días antes de cumplir los sesenta y seis años.




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martes, 1 de julio de 2014

La Kimmidoll del mes: Miyuna, "Creativa"


¡Hola a todos!

¡Por fin ha llegado el verano! Bueno, no a todas partes, porque en Galicia el sol se hace bastante de rogar. Pero espero que todos vosotros os lo esteis pasando bien en la playa o en la piscina, disfrutando de un buen heladito y tomando el sol.

Para empezar bien el verano, he aprobado Alemán e Inglés con buena nota y ahora toca matricularse para el curso que viene! Si sigo así, saldré de la escuela de idiomas siendo políglota!! Claro que, también toca decidir qué voy a hacer de cara a septiembre... lo que me asusta un poco. Pero tened por seguro que, pase lo que pase, no me voy a rendir. Si me planteo un objetivo, lo consigo tarde o temprano! Así soy yo!

Y, para empezar el verano con buen pie, qué mejor que dejaros a una de mis pequeñas Kimmidolls. Aquí la tenéis:


Miyuna, "Creativa"




Mi esencia es duradera y cautivadora. Con tu sencillo aunque sofisticado estilo, personificas la dignidad eterna de mi espíritu. Haz que tu gracia natural y tu belleza atemporal brillen a través de todo lo que hagas, para inspirar a todos aquellos que te aman y admiran.

Es la esencia que comparten las personas con ingenio natural y belleza creativa, que les permite brillar en la adversidad y que son una inspiración para todos aquellos que les rodean. Demuestran una gran capacidad por detectar necesidades.

¡Y ya está!

¡Hasta pronto!