sábado, 28 de noviembre de 2015

El último vuelo del Sinsajo: Mi crítica de "Sinsajo. Parte 2"


¡Hola a todos!

¡Pues por fin ha llegado a nuestros cines Sinsajo. Parte 2, el esperadísimo final de la saga distópica más famosa de todos los tiempos! Sí, amigos, llega el fin de una etapa. Los septuagésimo sextos Juegos del Hambre se van a celebrar y el destino de todo Panem quedará decidido. Es el fin de una era, un emocionante broche de oro para una guerra nacida del rencor, de la represión y de las ansias de libertad.

No me voy a parar en relatar punto por punto de qué va la historia, porque la mayoría ya lo sabéis y, si no, os he hecho resúmenes en otras dos entradas que dediqué a las películas En Llamas y Sinsajo. Parte 1, así que no me voy a repetir. Lo que sí me gustaría advertir es que, por tratarse del final de la saga, voy a hacer muchos SPOILERS a lo largo de toda la crítica. Si no queréis enteraros de lo que pasa porque no habéis leído el libro o visto la película, os recomiendo que no sigáis leyendo (o lo hagáis después, cuando ya lo sepáis, ^^*).




Al tratarse Sinsajo de una media película, la historia comienza un poco in media res. El hilo argumental nos sitúa justamente donde termina la película anterior, mostrándonos a una Katniss herida tras el ataque de un Peeta enloquecido, presa del delirio provocado por el sinfín de torturas a las que ha sido sometido en el Capitolio. Al ver el estado en el que el presidente Snow ha abocado a su amigo y compañero en los Juegos del Hambre, Katniss vuelve a la batalla con las pocas fuerzas que le quedan para acabar de una vez por todas con la tiranía del Capitolio. Queda poco tiempo para que todo termine, y esta batalla será decisiva. Sólo puede haber un ganador. ¿Los rebeldes o el Capitolio? ¿Katniss o el presidente Snow? ¿La libertad o la tiranía?

La lucha contra el Capitolio continúa y alcanza su punto álgido. Si en la película anterior primaba la propaganda política y el simbolismo de un pueblo unido ante un enemigo común, en esta segunda parte vamos a ver la guerra muy de cerca. Aquí no hay medias tintas; nos metemos de lleno en una guerra sin cuartel (que, no obstante, se nota un tanto banalizada, edulcorada) en la que mueren por igual buenos y malos de las maneras más crueles que uno se pueda imaginar.

La evolución del personaje de Katniss Everdeen, el laureado Sinsajo de la rebelión, es soberbia. Uno sólo puede ver el escalofriante valor de Katniss que, después de haber sido utilizada por el Capitolio y por el Distrito 13, todavía tiene fuerzas para ponerse en primera línea de batalla. Su único objetivo es salvar a su hermana Prim, protegerla, dejarle un mundo en el que pueda vivir en paz durante el resto de su vida, aunque sea a costa de la muerte de su hermana mayor. Katniss es la auténtica antiheroína de la historia: Una chica fuerte y dura que sólo quería salvar a su hermana y que la dejaran vivir tranquila.

Llegados a este punto, considero que es necesario remitirse al libro para comparar ambas versiones. Como todos los fans saben, Sinsajo es el libro más violento de la trilogía de Los Juegos del Hambre, el que se permite las mayores licencias sangrientas, el que pretende mostrar la crudeza y horror de una auténtica guerra civil. Se trata, básicamente, de hacer ver al lector (y al espectador) que las guerras son un mal tan espantoso que no existe justificación posible para entrar en una, pues el resultado final desembocará irremediablemente en la muerte de nuestros seres queridos. Pero es posible que ese deseo de concienciarnos acerca de lo mala que es la guerra haya provocado precisamente un efecto contrario; no porque ahora no pensemos que la guerra es horrible, sino porque Suzanne Collins ha creado un efecto anticlimático tan terrible que ha aniquilado toda esperanza.

Supongo que ya sabréis de qué estoy hablando, así que no voy a dar más rodeos: La muerte de Prim. Por un lado, terrible, espantosa, inconcebible. Por otro, completamente innecesaria. La muerte de Prim marca un doloroso punto final a la guerra de Panem, pero es algo mucho más grave, porque no es sólo una niña la que ha muerto, sino la esperanza. ¿Recordáis cómo empezó todo? Katniss se presentó voluntaria a los Juegos del Hambre para impedir que fuese Prim, para salvarla de una muerte segura a manos de los otros tributos. Por Prim empezó la rebelión. Por Prim empezó la guerra. Ella no la pidió (tampoco Katniss) pero no se puede negar que fue el principio de todo. Y su muerte, en medio de la explosión de unas bombas incendiarias, es tan impactante que destruye todo atisbo de esperanza en el espectador.

Aunque la película relata de manera más que correcta el final de la historia, sigo pensando que esta tercera parte podría haberse resuelto en una sola película. Además, sigo echando de menos a la Katniss de En Llamas, para mí la más fuerte y aguerrida de toda la saga cinematográfica. Supuestamente, en Sinsajo. Parte 2 tendríamos que estar viendo a una Katniss traumatizada por los desastres de la guerra, destrozada física y psicológicamente; yo no he visto nada de eso en la película. He visto a una Katniss fría y seria, obsesionada con asesinar a Snow, y muy poco pendiente de su hermana excepto al final, cuando ya no tiene sentido.

Otra cosa que se echa un poco en falta es un tratamiento más profundo de los personajes. No quiero decir que se tendría que haber hecho una serie de discursos pormenorizados acerca de la personalidad de cada personaje; a estas alturas, todos sabemos cómo son los protagonistas y los secundarios. Pero la historia se mete tanto en los acontecimientos violentos y en el factor sorpresa que se olvida de darles un poco de vida a los personajes.

Ya que he mencionado la palabra 'discurso', tengo que hacer mención a la multitud de discursos que hay en la película. Cuando está a punto de suceder un hecho importante, tenemos el discurso de rigor, ya sea por parte de Katniss, de Coin, de Peeta o de Snow. Eso ha sido algo que me ha resultado un poco pesado, aunque considero que algunos son necesarios para el desarrollo de la historia. Lo que siempre me sorprende es que parece que todo el mundo tiene la frase perfecta para el momento apropiado; joé, hasta la improvisación está más que preparada en situaciones límite.

¿Qué hay de los actores? Espléndidos, destacando por encima de todas la actuación de Jennifer Lawrence. Sin embargo, se nota la cuasi ausencia de determinados personajes, como pueden ser Prim, Finnick y Haymitch. Me ha gustado mucho cómo se ha arreglado la ausencia de Plutarch, algo obligatorio tras la inesperada muerte de Phillip Seymour Hoffman, utilizando imágenes ya grabadas del fallecido actor para ilustrar ciertos momentos clave en la historia.

Resumiendo, digno fin para una de las sagas cinematográficas más taquilleras de todos los tiempos. El Sinsajo ha desplegado sus alas para emprender el vuelo por última vez, pero siempre nos quedará su ejemplo y su recuerdo. Su ejemplo al atreverse a desafiar a todo un sistema de gobierno para protestar por algo que consideraba terriblemente injusto. Y su recuerdo al demostrarnos que, a pesar del dolor y la muerte, siempre hay que confiar en que habrá esperanza.

Bueno, pues hasta aquí mi crítica de Sinsajo. Parte 2. Espero de verdad que os haya gustado, que hayáis disfrutado de su lectura y del visionado de la película. En vista de las comparaciones que se pueden hacer entre los libros y las películas, estoy pensando en escribir un post haciendo un versus entre ambas versiones. ¿A vosotros qué os parece la idea?

¡Espero vuestros comentarios!

jueves, 26 de noviembre de 2015

Crónicas Viajeras: Granada, la bella


¡Hola a todos!

Pues, como he dicho en el post anterior, voy a contaros cómo ha ido mi viaje a Granada, que ha sido uno de los más bonitos que he tenido el placer de realizar. Hacía mucho tiempo que tenía ganas de visitar las tierras sureñas de España. También ha sido mi primera vez en Andalucía, y me alegro de decir que he entrado con buen pie, visitando una de las ciudades más hermosas del país. En principio yo no tendría que ir a Granada para nada, pues la que tenía que ir era mi amiga Andrea, que tenía que asistir a un congreso; yo iba de acompañante o, como dicen las abuelas, de "pendoneo" (aunque me he portado bien, ^^*).

Pero, ¿para qué os lo voy a contar ahora si puedo explayarme como si esto fuera un diario?

Pues eso, ¡espero que os guste leer mis aventuras en tierras granadinas!

¡Vamos allá!



Día 1

Empezamos con la parte durilla, que ha sido toooodo el viaje de ida. ¡Madre mía, qué viaje más largooo! Yo ya sabía que Galicia y Granada estaban en esquinas opuestas de la península, pero nunca me imaginé que el viaje pudiera hacerse tan largo. ¡Once horas me he tirado en el coche con mi amiga Andrea y su novio! Pero bueno, al final llegamos a Granada y nos instalamos en el apartamento que habíamos alquilado.

Este primer día no ha dado tiempo a nada, pues sólo salimos del apartamento para hacer la compra y volver, ya que estábamos cansadísimos. Así que, cenita rápida y a dormir.



Día 2

¡Día espectacular, porque fuimos a ver la Alhambra! Como somos muy pros, decidimos pasar del coche y del transporte público y nos lanzamos a la caminata de dos kilómetros hasta llegar a la Alhambra. Después de dar muchas vueltas y de subir una cuesta que parecía interminable, por fin llegamos a la Alhambra. Al principio todo era confuso in my mind, porque había mucha gente pululando por los alrededores y no se sabía quiénes entraban ni quiénes salían de la Alhambra, así que tuvimos que buscar la cola correspondiente. Después de esperar unos minutos, cogí mi entrada con gran alegría y entré en la Alhambra dando saltitos.




Y es que no es para menos. Todos sabéis cómo es la Alhambra: habéis visto fotos, habéis leído sobre ella, alguien os lo ha contado... Pero verla, pisarla, contemplarla en todo su esplendor... No hay palabras para describir esa sensación, esa emoción que te embarga por dentro. A lo mejor os puedo parecer una exagerada, pero para alguien como yo, que ha estudiado Historia, que se ha sentido fascinada por el Arte... os podréis dar una idea de cómo latía mi corazón en ese momento.

La Alhambra es un lugar fascinante que se presta a todo tipo de fantasías románticas (entendiéndose como perteneciente a la corriente literaria del Romanticismo). Es imposible no pasear por sus salas, patios y habitaciones sin rememorar algún pasaje de los Cuentos de la Alhambra, novela escrita por Washington Irving en 1829. Si no conocéis esa obra, siempre podéis dejaros llevar por vuestra imaginación, cerrar los ojos y pensar qué historia se podría haber forjado en el interior de la Torre de las Infantas o en el Patio de los Leones. Pues visitar la Alhambra se presta a eso y mucho más. ¿Qué puede ser más hermoso que pasear por los Palacios Nazaríes, construidos para asegurar el retiro y disfrute privado de los sultanes de Granada? ¿Cómo se puede expresar la emoción que supone tener a un palmo de nuestras narices el hermoso alicatado de las paredes o los exquisitos mocárabes de yeso que parecen caer del techo como estalactitas? ¿O las albercas, acequias y fuentes que hallamos en cada patio, mostrando la predilección que los nazaríes sentían por el agua? No, no hay palabras para describir tanta belleza.




El resto del día se fue en comer, callejear un poco y pasarse por el Hotel Nazaríes, donde se celebraba un congreso de Psicología. Aunque no soy psicóloga, he podido entrar como oyente y presenciar algunas conferencias muy interesantes, que me podrían servir en un futuro para elaborar los caracteres de posibles personajes de mis novelas. Así que, estad atentos.



Día 3

Seguimos con la visita a la hermosa Granada, esta vez por la zona urbana. En el centro neurálgico de la ciudad, junto a la Catedral, se encuentra la Capilla Real de Granada, lugar donde se encuentran enterrados los Reyes Católicos, Juana la Loca y su esposo, Felipe el Hermoso.




La Capilla es uno de los recintos sacros más bonitos que jamás he visto, con ese magnífico retablo mayor y el dominio absoluto del dorado. Las tallas policromadas eran magníficas, aunque había alguna francamente tétrica, como la de la decapitación de San Juan Bautista o el martirio de San Juan en la olla (ay...). Aunque todo queda eclipsado ante la verdadera atracción de la Capilla, que son los sepulcros de los Reyes Católicos y sus sucesores, Juana la Loca y Felipe el Hermoso. Los féretros se encuentran en una cripta subterránea, incluido en del infante Miguel de Portugal, nieto de los Reyes Católicos, que murió siendo niño.

En una sala anexa se encuentra el museo de la capilla, con objetos tan valiosos como diversas pinturas de la época, varias piezas de orfebrería, estandartes, los objetos de rezo de Isabel I, la corona y el cetro de la reina Católica, la espada del rey Fernando, diversos estandartes y vestiduras de los reyes. Todo era muy hermoso, pero me pareció un poco mal que no se pudieran sacar fotos en el recinto. Me habría gustado tener una foto de la corona de Isabel la Católica...




Más tarde, seguimos de paseo por Granada. Esta vez volvimos a pasar muy cerca de la Alhambra, concretamente por el Paseo de los Tristes, una calle empedrada paralela al río Darro en donde el tiempo parece haberse detenido. Este lugar fue homenajeado por el grupo español Mägo de Oz en su canción El Paseo de los Tristes, en la que cantan sobre un amor desdichado entre una doncella cristiana y un joven musulmán. Pero lo cierto es que su nombre viene por otro motivo: Antiguamente por allí pasaban los cortejos fúnebres que se encaminaban al cementerio que había junto a la Alhambra.

Por el camino iremos viendo diversos palacetes de los siglos XVI y XVII, el puente de Chirimías y el del Aljibillo y algunos baños árabes muy bien conservados. Al final del paseo se puede subir por dos cuestas, la del Chico o la del Chapiz, aunque por aquí ya no fuimos porque yo, que soy muy lista, llevaba botines de tacón y así era imposible caminar. Pero vamos, que lo más bonito lo he visto, ^^*






Día 4

Más que día, debemos decir tarde, porque me levanté tardísimo y me pasé gran parte de la tarde asistiendo a conferencias de Psicología. El día también se vio un poquito afeado por una tenue llovizna que estuvo a punto de echar al traste mis planes de salida nocturna. Y es que llevábamos tres días en Granada... ¡y no habíamos salido ni una sola vez a tomar algo o zamparnos una tapa! Eso no podía ser. Yo no podía irme de Granada sin comerme un par de tapas (y comprarme un corsé de estilo gótico muy bonito... ¡Pero esa es otra historia!), así que convencí a mis amigos para salir esa noche un rato.




Después de una hora dando vueltas, ya que no teníamos muy claro a dónde ir, nos metimos en un lugar un tanto... paradójico. Me explico. ¿Os acordáis de aquel capítulo de Los Simpson en el que van a Tokyo, y Homer sugiere que vayan a comer a un restaurante llamado Americalandia? Pues esto fue igual, porque fuimos a parar al bar Rías Altas; un bar gallego, para entendernos. 

El segundo lugar al que fuimos lo encontramos en pleno centro de Granada: un sitio llamado Bib-Rambla, decorado en un estilo Art Déco realmente encantador, con madera, mármol, dorado y vidrieras de colores. Creo que el Bib-Rambla tiene ya sus añitos, o tal vez fue mi impresión, porque estar allí dentro era como regresar a los años 20 ó 30 (si hubiera aparecido el Gran Gatsby, a mí no me habría extrañado nada). Bueno, el caso es que nos pareció el sitio idóneo para otra tapa. Y la elegida por mí ha sido una buena tapita de queso manchego con aceite de oliva y unas aceitunas verdes para acompañar. Adicta como soy al queso (me gustan todos, en serio), ya os podréis hacer una idea de lo mucho que me ha gustado, ^^*.






Día 5

Pues este día ha sido igual que el primero, en el sentido de que tocaba despedirse de Granada y regresar a casa. Es decir, otras once horas de carretera. Lo bueno es que esta vez el viaje me ha resultado más llevadero. Puede ser porque el viaje tocaba a su fin y volvía a mi tierra; ya sabéis cómo somos los gallegos con la morriña. Me ha gustado mucho ir viendo el paisaje de las dos Castillas y compararlo con el que tanto conozco; sé que las comparaciones no son buenas, pero no puedo evitarlo. Como tampoco he podido evitar sentir cierta emoción al pasar Ponferrada y ver nieve (¡nieve!) en las montañas. Frío, lluvia, niebla... era lo que me esperaba a mi regreso. Bendita sea la morriña, ^^*.



¡Y nada más! Este ha sido mi viaje a Granada, que algún día me gustaría repetir si tengo la oportunidad. Ha sido un privilegio para mí poder ver una tierra tan bonita y llena de historia, y poder presenciar maravillas arquitectónicas como las que hay allí. ¿Adónde me llevará la vida en mi próximo viaje?

lunes, 23 de noviembre de 2015

USC versus UNED: Duelo de Titanes


¡Hola a todos!

Bueno, pues aquí me tenéis, recién llegada de Granada, a donde he ido para tomarme unas pequeñas vacaciones otoñales (pronto os subiré la crónica viajera correspondiente, ^^*). Y el resultado es que he vuelto despejada, muy contenta después de visitar tierras granadinas y feliz. Sí, feliz. Por primera vez en mucho tiempo, puedo decir que hoy he sido feliz.

Como muchos ya sabéis, este ha sido un curso escolar bastante duro para mí por cuestiones de estudio. Mis peores pesadillas de este año tienen un nombre: Máster de Profesorado. Durante meses me he visto obligada a soportar un tormento que parecía interminable. A algunos les parecerá que soy una quejica e incluso una vaga a la que no le gusta estudiar, que piensa que se lo deben dar todo bien masticadito para que no tenga que hacer el más mínimo esfuerzo. A día de hoy tengo 29 años, y me he pasado los últimos 23 años estudiando, lo que es toda una vida. Así que estoy acostumbrada a estudiar. Y digo más: Estoy acostumbrada a estudiar mucho. Me he licenciado en Historia, carrera que no es moco de pavo. Además, siempre me ha gustado estudiar; es algo que no me aburre ni me hastía, sino que me produce una gran satisfacción.

Sin embargo, este año ha sido la primera vez en mi vida que he odiado el estudio. O tal vez debería ser el sistema académico, porque nunca me había enfrentado a un método de estudio tan caótico. Puede que se haya tratado de puro desconocimiento por mi parte, ya que no tenía ni la más remota idea de dónde me estaba metiendo. Y no, no es porque esta haya sido la primera vez que me matriculaba en un máster. Hace varios años estudié un máster en estudios medievales impartido por la Universidad de Santiago de Compostela, y tengo que decir que no tiene ni punto de comparación con el máster de profesorado que imparte la UNED.

De mi experiencia con dos másters nace el artículo de hoy. No sé si ayudará a alguien, pues lo único que quiero es rememorar y desahogarme, que buena falta me hace. Una catarsis, por así decirlo. Las comparaciones son horribles, pero a veces son inevitables. Y he de decir que, en todo el curso que he dedicado al máster de profesorado, no he dejado de recordar el primer máster que estudié y que tan buenos recuerdos me ha dejado.

Empieza el combate. Vamos allá.



1. La duración


Máster en Estudios Medievales

El máster ha sido concebido en un principio para ser estudiado en un año, aunque no soy la única que ya por entonces pensaba que era necesario partirlo en dos, ya que se trata de una materia muy extensa y variada. La Edad Media no es fácil de estudiar, porque mil años de Historia no se pueden abarcar en asignaturas de un mes, cada una con cuatro profesores y materias distintas. Además, está el tema de que tienes que estar atento a varios aspectos: Historia política, movimientos artísticos, literatura de la época, religiosidad, cambios en la lengua hablada y escrita... Son demasiadas cosas como para abarcarlas en un año, y por eso opino que sería bueno dividir el máster en dos años. Lo bueno es que, a pesar de la carga de trabajo, siempre te quedaba tiempo para quedar con tus amigos, salir por ahí y airearte un poco. ¡Que no todo iban a ser safaris bibliotecarios!


Máster de Profesorado

El máster se saca en un curso, sí, pero sólo si te dedicas única y exclusivamente a él y te olvidas de que tienes vida propia. Aunque ahora la UNED se ha tomado la molestia de aclararlo en su página web, antes no lo hacían, por lo que muchos alumnos se las vieron de todos los colores para sobrellevar la inmensa carga de trabajo que te manda la universidad. En el máster de profesorado no sólo hay asignaturas teóricas, sino también prácticas. Las prácticas te obligan a moverte a un instituto y pasar allí unas 215 horas, que se dice pronto. Y, por supuesto, no nos olvidemos de las tareas y trabajos que requieren todas las asignaturas, algunos de los cuales han provocado mis peores pesadillas por lo difíciles que eran y las muchas páginas que ocupaban.



2. Las prácticas


Máster en Estudios Medievales

Una de las lacras de este máster es que no tiene prácticas (o no las tenía cuando yo lo hice), algo que me parece un fallo bastante importante. Puede ser porque, cuando lo estudié, el máster sólo tenía dos años de vida y todavía había muchas cosas que pulir. Pero de verdad habría agradecido que se pudieran realizar unas prácticas en algún museo, en el Archivo Compostelano o en el Archivo Catedralicio (por soñar...). Una lástima, la verdad.


Máster de Profesorado

Todo lo contrario que el anterior. Aunque cada universidad imparte su propio máster de profesorado (uno de los más demandados por los estudiantes) todos tienen en común que obligan al alumno a ejercer unas prácticas. ¿Cómo las he vivido yo? Pues depende. Las prácticas han sido muy instructivas y es casi lo único que me ha gustado del máster de profesorado, porque el entrar en contacto con el mundo del profesor y el estudiante de instituto ha sido algo completamente nuevo para mí. Un reto al que me ha gustado enfrentarme y que he llevado a cabo bastante bien.

Pero estamos hablando de la UNED, y aquí es donde la cosa empieza a joderse. La carga de trabajo es enorme, porque no es sólo elaborar una unidad didáctica, ir al instituto e impartirla. Hay que pasarse muchas horas en el instituto leyendo los documentos del centro y analizarlos. También te mandan redactar un diario de aprendizaje (que no sirve absolutamente para nada), escribir una programación general anual de la asignatura que impartes (un verdadero coñazo de 112 páginas, más larga que un TFM) y luego hacer la memoria de prácticas, que es una descripción pormenorizada del centro, de su legislación y de tu paso por el instituto en cuestión.



3. Las guías de las asignaturas


Máster en Estudios Medievales

Como ya he dicho, cuando hice el máster de estudios medievales éste era muy jovencito y todavía estaba sujeto a muchas innovaciones. Las guías de las asignaturas poco decían aparte de indicar los horarios, los profesores que impartían la asignatura y la bibliografía necesaria para superar con éxito el trabajo que nos iban a mandar hacer. Eran cuadernillos pequeños, de unas cuatro hojas como mucho, pero la información que traían estaba bien sintetizada y explicada. Además, los profesores siempre nos animaban a que preguntáramos cualquier cosa que quisiéramos saber y nos pedían sugerencias para mejorar en el futuro si el máster seguía adelante.


Máster de Profesorado

Al parecer, el día que los de la UNED quedaron para configurar lo que iban a ser las guías de las asignaturas del máster no se dieron cuenta de que "más" y "mejor" no son términos sinónimos. El resultado está a la vista. Las asignaturas del máster de profesorado tienen todas una guía (o dos en algunos casos), más larga que un día sin pan y escrita en una especie de galimatías incomprensible. Las guías de las asignaturas son demasiado densas y enrevesadas, con párrafos rebuscados que confunden todavía más al ya asustado estudiante. Y no digamos ya cuando te encuentras con fechas de entrega del año catapún, porque las guías no se actualizan. Un coñazo, vamos.



4. Los profesores


Máster en Estudios Medievales

He tenido la inmensa suerte de tratar con unos profesores maravillosos, comprensivos y abiertos a todo tipo de debate sobre cualquier cuestión. En cuanto a la resolución de dudas, he de decir que todos mis profesores de aquel tiempo se portaron a lo que se esperaba de ellos. No sólo te ayudaban en clase, sino que también te atendían en horario de tutorías o podías mandarles un e-mail y ellos te respondían lo antes posible. Eso sí, debo decir que no todos eran tan diligentes a este respecto, empezando por mi propio tutor del TFM, quien sólo concedía tres horas de tutorías a la semana, y eso si se dignaba a aparecer por el despacho.


Máster de Profesorado

Por si todavía no te has enterado, en la UNED estás más solo que la una. Los profesores son como fantasmas: Todos hablan de ellos, pero nadie les ha visto jamás. Y es que no les verás a menos que visualices alguna de sus videoclases (en el caso de que las tengan). Esta invisibilidad docente también se nota de manera muy notable cuando el estudiante necesita resolver dudas, consultar algunos puntos que no entiende de la materia o, en general, cualquier cosa que necesite. En los momentos de crisis, los profesores desaparecerán y da igual que les envíes cartas, les mandes correos electrónicos e, incluso, les llames al teléfono de su despacho, porque no te responderán. Algunos sí lo hacen, y los hay incluso que son muy majos, pero esos son los menos. Los profesores del máster de la UNED están aposentados en sus altos tronos y se han olvidado de lo que hay por debajo de ellos.



5. El lenguaje


Máster en Estudios Medievales

El máster de estudios medievales está orientado a ampliar los conocimientos de los estudiantes que vienen, principalmente, de tres carreras: Historia, Historia del Arte y Filología. Esto no quiere decir que estudiantes de otras carreras no puedan hacer este máster, pero se ve que tiene una orientación clara. Esto viene a cuento porque los profesores van a utilizar el vocabulario propio de sus respectivos campos de enseñanza. Eso sí, como son conscientes de que hay alumnos de otras carreras, procuran adaptarse a sus necesidades ofreciéndoles recursos para que se adapten al contenido de la asignatura: Glosarios, diccionarios de términos, explicaciones básicas... Yo, por ejemplo, no sabía absolutamente nada de cómo se estudiaban determinadas asignaturas de Filología, y gracias a muchos profesores no sólo aprendí mucho, sino que también saqué muy buenas notas y recibí comentarios muy positivos por parte de mis profesores.


Máster de Profesorado

Volvamos al mundo del caos, una tierra en la que tanto historiadores como matemáticos tienen que enfrentarse a tremendos trabalenguas nacidos de la docencia pedagógica que tanto gusta a los profesores del máster. En los apuntes de las asignaturas de este máster te puedes encontrar con auténticas aberraciones, como párrafos enteros sin puntos ni comas, faltas de ortografía, frases cortadas por la mitad y errores de redacción. También es muy común encontrarse con palabras rimbombantes y expresiones cargadas de pedantería que dificultan el estudio y que ni siquiera un diccionario es capaz de identificar, porque a veces son términos inventados por ellos mismos. Muchos alumnos hemos tenido que crear nuestros propios apuntes y resúmenes, aunque quedarse con todos los términos que aparecen en algunas asignaturas es un reto que pocos pueden superar a la primera.



6. La bibliografía


Máster en Estudios Medievales

Cualquiera que haya estudiado Historia sabe que la bibliografía es un elemento clave para escribir artículos o ensayos acerca de un tema. Es muy importante contar con una buena bibliografía, actualizada y aprobada por los profesores que nos han pedido el trabajo. Aunque uno mismo puede hacerse una lista de libros y manuales y buscarlos por su cuenta, siempre es bueno que el profesor nos oriente para que podamos encontrar los libros que se ajustarán a nuestras necesidades y nos facilitarán las cosas. Por eso, las guías del máster contaban con un apartado bibliográfico que no bajaba de los diez títulos. Además, los propios profesores ofrecían más recursos bibliográficos a los alumnos para que pudieran echar un vistazo o consultar alguna cosa. Esta bibliografía era de muy fácil acceso, ya que estaba en las bibliotecas de las facultades o en las públicas, al alcance de todos los estudiantes.


Máster de Profesorado

La bibliografía que vamos a utilizar en este máster va a brillar por su ausencia. Y no, no es porque los profesores no nos ofrezcan libros. De hecho, nos ofrecen una amplísima bibliografía de lectura obligatoria, sobre todo libros de los que sólo hay un par de copias repartidas entre todas las bibliotecas UNED de España. La mayoría de estos libros han sido escritos por los propios profesores y la editorial de la UNED te los venderá por un precio que no baja de los 60 euros. Esto no tendría mayor problema si fuéramos a usar todo el manual, pero es que con frecuencia sólo se necesita un capítulo de un manual que nos va a costar una pasta gansa. A veces, la bibliografía que se necesita está en forma de artículo descargable en alguna página web. Pero, por supuesto, muchas veces estos enlaces estarán rotos y no podremos conseguir el dichoso artículo.



7. Los trabajos


Máster en Estudios Medievales

Los trabajos en este máster han sido la norma general de prácticamente todas las asignaturas. Excepto una, para la que he tenido que hacer un examen, todas las demás se resolvían con un trabajo de unas 10 ó 15 páginas aproximadamente, aunque los había más cortos, de entre 2 y 5 páginas. Como la mayoría de las asignaturas tenía varios profesores y todos querían que trataras los temas que te habían dado, a veces me encontraba con trabajos bastante variopintos, pero que no estaban nada mal y que me puntuaron muy bien. Los profesores tenían muy claro lo que querían que pusieras en el trabajo y te decían dónde conseguir información y cómo tratarla. El resultado fue que todos y cada uno de los trabajos que hice me produjeron satisfacción y fue para mí todo un privilegio hacerlos sobre tantos temas variados.


Máster de Profesorado

Uno de los principales problemas que he visto en este máster es que es casi imposible saber lo que te piden en los trabajos, más que nada porque en las guías casi nunca viene bien explicado y nadie contesta a tus preguntas en los foros. Esto deriva en la siguiente situación: Tú te curras un trabajo impresionante que crees que es casi tu obra maestra... y van, y te ponen un cinco raspado. ¡Hala, a tomar por saco tanto esfuerzo! ¿Por qué ha pasado esto? Probablemente porque los profesores te pedían unas cosas que no han indicado en la guía o que no se han molestado en aclararte en ninguno de los doscientos e-mails que les has enviado.



8. Profundización


Máster en Estudios Medievales

Dependiendo de la asignatura que estés cursando, podrás profundizar más o menos en el tema que te interesa. Por ejemplo, a mí me ha gustado mucho estudiar la parte de literatura medieval, como la leyenda del Rey Arturo, Robin Hood (de las que he subido artículos que podréis leer aquí y aquí), Beowulf, los Cuentos de Canterbury... y he tenido tiempo de buscar información, leer artículos, contrastar datos curiosos... Para mí ha sido muy instructivo, porque me ha permitido profundizar en un tema que me gustaba mucho y que nunca tocábamos en la carrera de Historia.


Máster de Profesorado

Ni se te ocurra meterte en berenjenales. Olvídate de las lecturas recomendadas, las tareas opcionales o trabajos voluntarios. Céntrate en lo básico, que ya tienes bastante.



9. Dudas comunes


Máster en Estudios Medievales

El asunto de las dudas se realizaba de dos maneras: O se comentaban en clase después de hablar con los compañeros y descubrir que algunos compartían dudas, o yendo directamente a tutorías con el profesor correspondiente. Por supuesto, también se podía contactar con ellos por e-mail, aunque esto último se hacía poco porque era mucho más fácil ir a los despachos y hablar directamente con el profesor, quien te ayudaba a resolver las dudas. Los coordinadores de las asignaturas se tomaban su trabajo muy en serio, y no te dejaban marchar a casa si te habías quedado con dudas.


Máster de Profesorado

Al tratarse de un máster on-line, la UNED organiza una serie de foros para todas las carreras y másters. Todas las asignaturas cuentan con sus propios foros, donde los alumnos pueden exponer sus dudas o compartir sus impresiones. Un moderador se encarga de transmitir las dudas a los tutores de las asignaturas, que también pueden participar en el foro ayudando a los estudiantes. En algunas asignaturas, participar en los foros incluso cuenta para la nota final. Sin embargo, a mí lo único para lo que me han servido los foros es para ponerme la cabeza como un colador. Aluviones de preguntas sin resolver, de dudas que surgían por nada y que me hacían sentir fatal, porque yo jamás me había planteado semejantes cosas. Por otra parte, la tardanza de los profesores en contestar me ponía todavía más nerviosa. Al final, acabé abandonándolos.



10. Cambios


Máster en Estudios Medievales

Tanto las fechas de los exámenes como las de entregas de trabajos estaban fijadas de antemano, y así figuraban en las guías correspondientes. En cuanto a las tareas cortas, como comentarios de texto o de obras de arte que no ocupaban más de dos páginas, las fechas de entrega quedaban a la preferencia del profesor correspondiente. Era él quien decidía cuándo se debía entregar una determinada tarea, aunque había cierta flexibilidad para los alumnos que no pudieran entregar un trabajo en un día en concreto. En cualquier caso, el profesor se encargaba de avisar con tiempo a los estudiantes para que no los pillara el toro. Cuando yo estudié este máster, éramos muy pocos alumnos (creo que ocho, más o menos) y todos nos llevábamos bien, así que si alguno de nosotros no había podido ir a clase el día que se había hecho un cambio de fechas, los demás se lo decíamos.


Máster de Profesorado

Hay que estar muy atento a las novedades que cuelgan en la plataforma virtual, porque luego uno se lleva sustos como los que me he llevado yo. Nadie te avisa por e-mail de que el curso virtual ya ha empezado y se puede acceder a la plataforma. Si hacen cambios de última hora en la materia o en las fechas en que debes entregar los trabajos, tampoco te lo dirán directamente, sino que lo colgarán en la plataforma... probablemente cuando menos te lo esperas. Esto te obliga a estar prácticamente pegado todo el día a la pantalla del ordenador, lo cual es un poco jodido si, como en mi caso, no dispones de Internet en tu casa y tienes que tirarte horas en la biblioteca o en casa de un amigo con wifi.



11. Grupos de estudio


Máster en Estudios Medievales

No había grupos de estudio porque no eran necesarios. Eso sí, siempre nos podíamos juntar unos cuantos para hacer trabajos y comentar algunas cosas de clase, para saber cómo lo iban a hacer los demás y ver por dónde tirar en caso de que hubiera duda.


Máster de Profesorado

Mi salvación ha sido el grupo de estudiantes que hay en Facebook. Gente maja donde la haya, maravillosos compañeros y una grata sensación de saber que no estás solo en el universo.



12. El Trabajo de Fin de Máster


Máster en Estudios Medievales

El TFM fue para mí la prueba definitiva, ya que iba a ser mi último trabajo para la USC, y procuré esmerarme. Empecé a buscar tutor muy pronto, casi a principios del curso, y me puse muy contenta cuando me asignaron a mi tutor, porque le tenía en un pedestal y compartíamos el mismo nicho temático (religiosidad en la Edad Media). Me puse manos a la obra en la búsqueda de bibliografía: Leí muchos manuales en español y en inglés, encontré artículos muy buenos, otros no tanto pero que me servían para contrastar, contemplé auténticas maravillas de la religiosidad medieval (devocionarios, iconografía, literatura medieval...), y dediqué muchas horas a buscar lugares por mi cuenta, con el objeto de comprobar in situ lo que había leído en los manuales. Eso sí, tuve muchos problemas con mi tutor porque, básicamente, pasaba de todo. Me costaba horrores encontrarle, porque sólo daba tres horas de tutorías en toda la semana y casi nunca estaba en su despacho a dichas horas. Tampoco contestaba al correo electrónico porque no le gustaba utilizarlo. Pero bueno, eso sirvió para que al final me dedicara a mi trabajo y me sintiera muy orgullosa de haberlo llevado a cabo, hasta el punto de que no hay trabajo mío del que me enorgullezca tanto.


Máster de Profesorado

Como me habían quedado varias asignaturas para septiembre, para mí habría sido imposible presentar el TFM en julio. Sin embargo, tenía que tener el trabajo ya escrito y entregarlo antes del 21 de julio para que mi tutora lo revisara y me corrigiera los fallos que pudiera haber. ¿Me creéis si os digo que en todo el verano no tuve noticias suyas y que cuando por fin pude contactar con ella (por teléfono y casi acosándola a llamadas y mensajes en el contestador), va y me dice que no tenía ni idea de que estaba llevando mi TFM y que no lo había leído? Esto ha dado lugar a que me haya puesto el TFM de vuelta y media, porque lo había redactado mal, y tuviera que corregirlo de cabo a rabo... a dos días de la entrega final. ¡Y menos mal que no me cambió el tema del trabajo! Porque hay alumnos a los que, directamente, les han cambiado el tema del TFM porque a los profesores no les cuadraba.



Y el ganador es... ¡¡El Máster en Estudios Medievales Europeos!!

(Menuda sorpresa... ¬¬)



Y bueno, esto es todo por hoy. Sólo quería desahogarme un poco ahora que todo ha terminado. Como podéis ver, hay un claro ganador en este duelo de titanes. Aunque el máster de profesorado haya sido una tortura para mí, tengo que aclarar que para la mayor parte de los estudiantes esto no es así (me refiero, por supuesto, a los que NO son estudiantes de la UNED. Estos están bastante quemados, la verdad). Y también tengo que admitir que hubo momentos muy buenos para mí, como mi período de prácticas en el instituto, pues tanto mi tutor como el resto de profesores y equipo directivo fueron muy amables y me dieron todas las facilidades del mundo para que pudiera terminar mis prácticas con éxito. Sólo por volver a encontrarme con personas tan maravillosas ha merecido la pena todo el máster.

martes, 10 de noviembre de 2015

Vagando por el Arte: La rendición de Breda


Lo cierto es que Velázquez nunca presenció el acontecimiento. Es más: su intención nunca fue plasmar exactamente cómo sucedió. La rendición de Breda fue un cuadro que conmemoraba un hecho real: la capitulación de la ciudad holandesa de Breda ante el sitio de las tropas españolas en 1625. Pero lo que Velázquez pretendía no era representar el hecho de forma fidedigna, sino captar una esencia: la de la España de los reyes de la casa de Austria. Un imperio que vence, pero que jamás humilla. Velázquez lo representó como un general victorioso al servicio de la Corona que posa su mano sobre el hombro del holandés vencido para impedir que se postre ante él durante la entrega de las llaves de la ciudad. Sin embargo, este hecho jamás ocurrió así. Cuando Velázquez empezó a pintar La rendición de Breda ya habían transcurrido unos diez años desde el suceso, tiempo suficiente como para que realidad y ficción distorsionaran parte del acontecimiento. Velázquez gustaba de investigar a fondo antes de pintar sus cuadros, y en esta ocasión hizo otro tanto.




La historia comienza en agosto de 1624, cuando el general Ambrosio Spínola, militar de renombre y gran estratega, se puso al mando de los tercios de Flandes y cercó por sorpresa la ciudad de Breda. En aquel momento, Breda estaba dentro de las fronteras de las Provincias Unidas (actual Holanda), la zona protestante de los Países Bajos que a finales del siglo XVI se libró del yugo de los Austrias y se había convertido en la pesadilla de la monarquía española debido a la tremenda competencia que Holanda ejercía en el plano naval y comercial. La acción de Spínola habría de servir de correctivo a la insolencia flamenca, así como una acción para recuperar un punto fronterizo estratégico.

El 2 de junio de 1625, tras nueve meses de agotador aislamiento, el gobernador de Breda, Justino de Nassau, se rindió. La noticia provocó una explosión de júbilo en España. Tres días después de la rendición, se produjo el acto oficial de capitulación, en el que la magnanimidad de Spínola quedó fuera de toda duda. Prohibió cualquier agresión a las tropas holandesas que abandonaban la ciudad, no impuso demasiadas presiones para que los habitantes de Breda renunciaran a su fe protestante e incluso alabó el valor que habían mostrado sus oponentes.

Pero, a pesar de que el acto de capitulación dejó para la posteridad momentos realmente honrosos, no ha quedado testimonio de que Nassau le hiciese entrega a Spínola de las llaves de la ciudad. La escena que muestra el cuadro de Velázquez fue en realidad una invención del dramaturgo Pedro Calderón de la Barca para su obra El sitio de Breda, escrita hacia 1626. Velázquez nunca ocultó la inspiración para su cuadro y, de hecho, los propios protagonistas del lienzo parecen estar representando una escena de teatro con un decorado de fondo. Pero posiblemente ese toque teatral ha hecho posible que a nosotros haya llegado el verdadero significado que Velázquez quería darle a su cuadro: la hidalguía como el valor español más universal de la época.

Un análisis más detallado del cuadro nos ayudará a comprender mejor los secretos y misterios que esconde. La escena en sí es muy sencilla: En un paisaje donde todavía humean los restos de la batalla, los españoles están a la derecha y los holandeses a la izquierda. Ambos grupos llevan vestimentas diferentes y armamento desigual; los españoles llevan lanzas, mientras que los holandeses llevan picas. El protagonismo del cuadro recae sobre los dos personajes principales, situados en el centro de la composición. El general Ambrosio Spínola recibe las llaves de Breda que humildemente le ofrece Justino de Nassau en señal de rendición y sometimiento. 

La obra de Velázquez se caracteriza principalmente por la tranquilidad, el sosiego y el respeto profundísimo por los personajes que aparecen en cada uno de sus cuadros, y en La rendición de Breda no se hace una excepción. Nassau se inclina ante Spínola en un acto de total sumisión, reconociendo la supremacía no sólo del vencedor sino de los reyes de la casa de Austria. Spínola, en gesto cariñoso, posa su mano sobre el hombro de Nassau para impedirle que se arrodille ante él, haciendo gala de una gran cortesía y magnanimidad. Velázquez muestra el tema bélico con una increíble sensibilidad: Sólo la humareda del fondo da una idea de la batalla que allí se ha llevado a cabo. No hay soberbia ni violencia; al contrario, el general español hace gala de una extraordinaria clemencia y compasión hacia el enemigo vencido.

La entrega de llaves, símbolo del poderío español, es el centro del cuadro y llama la atención del espectador a ese punto concreto. Pero a ambos lados de Spínola y Nassau están sus soldados. Podrían haber sido meros figurantes, pero el pincel de Velázquez los ha dotado de rasgos propios y expresiones características. Es destacable el hecho de que casi ninguno esté prestando atención al solemne acto de entrega de llaves. Parecen estar ensimismados en sus pensamientos, pero sus caras reflejan una emoción común: El cansancio. El sitio de Breda, y las guerras holandesas en general, supusieron un esfuerzo enorme para las arcas españolas, algo de lo que el propio Velázquez era consciente.

Al contemplar el lienzo, el espectador necesita tiempo y atención para captar múltiples detalles en torno a sus numerosos personajes. En el bando español, por ejemplo, Velázquez colocó casi escondido a un soldado tocando el pífano, instrumento característico de la soldadesca junto con el tambor. Los personajes colocados en la retaguardia muestran la imagen arquetípica de los temidos tercios de Flandes: soldados bigotudos y patilludos. Junto al caballo, hay una figura aislada que mira con seriedad al espectador; algunos estudiosos han identificado a este soldado como el propio Velázquez, que ya hizo lo mismo en dos lienzos más: La adoración de los Reyes Magos y Las Meninas.

Si uno observa con detenimiento los dos bandos representados en el lienzo, se dará cuenta de que Velázquez parecía querer mostrar una cierta simetría. Nos percatamos de ello al fijarnos en los dos caballos que sirven para delimitar los grupos de soldados, pues parecen la misma figura vista de frente y de espaldas. También en los dos arcabuceros que portan su arma al hombro, en postura idéntica, en uno y otro bando. El paralelismo se rompe levemente en las picas y alabardas que portan los soldados: Son más numerosas las picas en el bando español que en el bando holandés. Además, en la parte española las armas se alzan rectas en su mayoría, en contraste con la dejadez de las alabardas holandesas.

Y, por supuesto, no podemos obviar los elementos más curiosos del lienzo, como esos soldados que se pueden ver tras la llave de Breda, cuyos uniformes son de colores inconcebibles en la vestimenta militar (rosa y amarillo pálido, azul celeste y verde pastel). O también en ese pedazo de papel en la esquina inferior derecha, cuyo significado se desconoce. ¿Que pretendía mostrar Velázquez pintando un papel en el suelo? ¿Acaso un detalle claro que destaca sobre un fondo oscuro? ¿Quizás un documento en concreto, un documento pisoteado como si no valiera nada? Hay que pensar que en aquellos tiempos, el papel no era un bien abundante, por lo que no era común encontrarlo tirado en el suelo. Podemos hacer todo tipo de interpretaciones, pero es probable que nunca sepamos lo que significa esa pequeña hoja de papel en blanco.

El tiempo podría haberse detenido en esta escena, pero la Historia sigue su curso imperturbablemente. Debilitado el imperio de los Austrias, la ciudad de Breda volvía a manos holandesas en 1639. Su sitio y rendición podrían haber pasado desapercibidas como un episodio más del conflicto, de no ser porque Velázquez quiso representarlo, concediéndole así la inmortalidad.

martes, 3 de noviembre de 2015

El príncipe entronizado


¡Hola a todos!

Hoy me ha tocado enfrentarme a una situación con la que me he encontrado otras veces y que me toca bastante la moral. Veréis, hoy me han dado un toque de atención porque, en opinión de algunos miembros de mi familia, mi primo pequeño no siente ni sentirá jamás ningún cariño hacia mí. ¡Oh, cielos! ¡Qué horror! ¡¿Qué ha podido suceder para que haya llegado a este extremo?! ¡¿Qué le habré hecho a esa pobre criatura para que ya no me quiera más?!

Pues ocupar el asiento delantero del coche de su madre.

Sí, habéis leído bien. Antes de subirnos al coche, me acerqué a la puerta del copiloto (como he hecho miles de veces antes en ese mismo coche) y mi primo se acercó para decirme que ese no era mi sitio, que ahora era el suyo y que yo tenía que irme para el asiento trasero. Como esa conversación ya la habíamos tenido otras veces, le repetí el argumento de costumbre: Que los adultos van delante y los niños detrás, que cuando vaya él solo con su madre puede ponerse en el asiento que quiera, pero que ahora tenía que irse para atrás. ¿Su reacción? Decirle a su madre que no me lleve en coche nunca más.

La cosa podría haberse quedado ahí, pero minutos más tarde su madre me llamó la atención y me acusó de ser "muy mala" con mi primo. Según ella, yo sólo estoy ahí para criticarle, para llamarle la atención por lo que hace mal y para quitarle sus cosas. La guinda sobre el pastel ha sido la sentencia inamovible de que, si sigo portándome así, mi primo va a dejar de quererme.

¡Ay, que me lol!

Bien, vayamos por partes. Cierto que no soy la persona más cariñosa del mundo con los niños. De hecho, se me ha recriminado muchas veces mi escasa paciencia para los niños, añadiendo que a ver cómo hago cuando tenga hijos propios, e incluso poniendo en duda si algún día deba tenerlos dado mi carácter "arisco" y "dominante".

Actitudes tajantes, solemnes palabras: Arisca, dominante... Ellos me las lanzan y yo no me defiendo de ellas. En el fondo, todos son unos hipócritas que cierran los ojos ante la evidencia. ¿O es que soy la única que ve cómo se le cumplen al crío todos los caprichos? ¿Qué pasa, que lo voy a traumatizar si le llamo la atención por pegarle patadas a su tío (y no patadas jugando, sino patadas a mala leche) y decirle que pare? ¿Soy una pesada por advertir a su madre de que está viendo contenido poco apropiado en YouTube y que sería mejor acortar el tiempo que dedica a Internet? ¿Tan mala soy por decirle al niño que hace cosas mal y que debe portarse mejor con sus mayores?

Pues resulta que me ha tocado ser la mala de la película. Su madre, que es de esas madres que creen que si regañas a un niño es porque tienes prejuicios en contra del pobre angelito, siempre tiene algo que decirme acerca de mi entremetimiento. Porque, ¿quién soy yo para meterme en la forma en que educa a su hijo? Nadie, desde luego. Pero tampoco quiero que luego venga el niño a llamarme la atención, olvidando que está hablando con una persona adulta y no con una niña de su edad.

Otra cosa que me fastidia es que parece que el amor de los niños tiene un precio. ¿Por qué lo digo? Pues porque hace unas semanas fui a Coruña para estar con unas amigas y, a la vuelta, mi primo me preguntó "si me había acordado de él". ¿Se refería a si lo había echado de menos? Pues no. Lo que él quería era que le hubiera traído un regalo. Yo no le había comprado nada, principalmente porque no me había acordado, pero tampoco me parecía necesario traerle un regalo, ya que Coruña es un sitio al que va muchas veces y no es tan "emblemático" para él (cuando volví de Valencia no le traje nada y él tampoco me pidió regalo alguno, y no pasó nada). Pues resulta que esa falta de atención por mi parte fue malinterpretada por todos y me tuve que comer un sermón.

Ante esto, yo no puedo dejar de pensar en lo que va a ser del niño si esto sigue así. Cierto que tiene cosas buenas y no sería justo pasarlas por alto. Es un niño de buen carácter, que nunca tiene rabietas y que, además, saca muy buenas notas en la escuela. Entonces, ¿dónde está el problema? Pues en el entorno en el que se mueve y se cría. El niño ha crecido viendo cómo todo el mundo gira a su alrededor, y ahí está el meollo de la cuestión. Hagamos un análisis de la situación:

1.- Siempre le dan todo lo que pide. Juguetes, videojuegos, figuritas... Cualquier cosa, lo que sea. Y el hecho de que algunos de estos juguetes cuesten un dinero que buena falta hace para otras cosas más importantes no será tenido en cuenta, porque primero está la felicidad del niño.

2.- Es un fan absoluto de youtubers que en sus vídeos suelen decir palabras malsonantes o hacer referencia a cosas que una mente infantil todavía no sabe asimilar o comprender. Después el niño repite esas palabrotas y todo es una risa, porque es taaaan gracioso que diga esas cosas, como un adulto. En cambio, preferimos cargar las tintas contra los youtubers. ¿Es culpa suya por no darse cuenta de que sus vídeos los ven recuas de niños rata? Pues a mí me parece que los padres deberían controlar un poquito más lo que sus hijos ven en la televisión o por YouTube. Y, sobre todo, no reírles las gracias cuando sueltan una palabrota o le hablan mal a un adulto.

3.- Ni una sola palabra de regaño por parte de otro que no sean sus padres. Que ni se te ocurra llamarle la atención si hace algo malo, porque esa no es tu competencia. Tú lo que tienes que hacer es callar y dejar que los padres se ocupen del niño, que para eso son sus padres. Sí, eso sería estupendo si ALGUNA VEZ SE LE RIÑERA DE VERDAD. ¿Cómo le vas a reñir al niño si éste te trata con condescendencia y te dice que le dejes en paz y te metas en tus asuntos? No se le puede reñir, porque entonces crearíamos en él un complejo de culpabilidad que arrastrará durante el resto de su vida.

4.- Recoger su ropa, sus juguetes, sus videojuegos... Eso es tarea para los padres. Está claro que un niño de 10 años no tiene la capacidad suficiente como para vestirse solo o para hacerse cargo de sus cosas, así que es necesario que los adultos recojamos lo que él deja tirado por ahí y tenerlo todo preparado para cuando él necesite alguna cosa.

5.- La rutina es para los sosos y los viejos. ¿Cómo se le va a imponer una rutina aburrida al pobrecito, si así a lo mejor se convierte en un vegetal? Lo mejor es que juegue tooodo el día con sus amigos o a la consola (a veces estas dos cosas van unidas), que cene tranquilamente viendo vídeos en YouTube y que luego se ponga a hacer los deberes. A las 11 de la noche. Después, cuando se dé cuenta de que irá a clase con los deberes sin hacer y le dé por llorar, todos tendremos que sentir compasión de él.

6.- ¿Castigos? ¿Qué es eso? Si no se le regaña por no haber hecho los deberes, menos aún se le va a castigar. O, si le cae una reprimenda con amenazas de quitarle cosas, vamos a desdecirnos al cabo de cinco minutos. Así el niño sabrá que no hablamos en serio y que sólo nos estamos tirando un farol. ¡Claro que sí! Es que, claro, en el fondo el niño es tan bueno... Seguro que si no hace los deberes no es por vagancia, sino porque quiere jugar como cualquier otro niño de su edad. ¿Cómo le vamos a cargar con tantas responsabilidades? Mejor se las cargamos a su madre, que es quien le hace gran parte de los deberes mientras el niño ve la tele.


Y así están las cosas. Me jode un poco tener que adoptar el rol de la mala de la película, pero lo cierto es que ya estoy acostumbrada. Cuando el niño crezca y se convierta en un chico al que le gusta que se lo den todo hecho, que le laman el culo cada vez que interrumpa una conversación de adultos, que no le toquen la moral cuando está a lo suyo y, en definitiva, que haga lo que le dé la real gana, ya llamarán al de Hermano Mayor. Al fin y al cabo, él es el único que parece tener autoridad para destronar a los príncipes de la casa o derrocar a pequeños tiranos. Mientras tanto, parece que me quedaré sin el amor y tierno cariño de mi primo.

Y todo por no dejarle sentarse a él en el asiento delantero del coche.

domingo, 1 de noviembre de 2015

La Princesa del mes: Mérida


¡Hola a todos!

Pues empezamos el mes de noviembre con muy buenas noticias, porque... redoble de tambooor... ¡He aprobado el máster! Sí, por fin me he librado de esa pesadilla que llevo arrastrando durante un año y que no me ha traído más que quebraderos de cabeza, llantos y frustración. Pero por fin todo ha terminado. Sólo me queda solicitar el título, con el consiguiente desembolso monetario, y ya tendré otro máster más en mi haber.

Aprovecho también para decir (y para hacerme un poco de publicidad, jejeje) que mi novela Es Nuestro Sueño ya está a la venta en Amazon en formato Kindle. Nada, por si os interesa leerla o recomendársela a alguien al que le pudiera gustar, ^^*. Estoy muy contenta con el resultado de la maquetación, la nueva portada y los cambios que le he hecho a la historia para pulirla un poco, porque creo que ahora ha quedado mucho mejor de lo que estaba antes. Eso sí, todavía no la podréis encontrar en formato libro porque estoy trabajando en su maquetación y para eso es necesario dedicarle muchas horas... pero espero que antes de Navidad esté disponible en Amazon. Sería genial, ^^*!

Ahora es cuando viene el momento de reflexionar sobre lo que quiero hacer con mi vida. Ya he terminado el máster y llega el momento de plantearse muchas cosas. A mi alrededor vuelve a pulular la palabra Oposiciones, lo que me genera una gran inquietud. No estoy muy segura de que eso sea lo mío, y menos a estas alturas de mi vida, pero tampoco puedo estar sin hacer nada. Voy a ponerme las pilas y a dedicarme por entero a llevar a cabo mi proyecto de vida. Soy muy consciente de que las cosas buenas no caen del cielo, sino que hay que luchar por ellas. Y eso es lo que voy a hacer: Luchar por lo que quiero. Y, como siempre digo: Sé que lo conseguiré.

Mientras tanto, os dejo aquí a la princesa Disney del mes, a la que tendré que imitar en arrojo y valor si quiero conseguir lo que deseo. ¡Hasta pronto!



Mérida




Nombre: Mérida
Rango: Princesa de nacimiento
País: Escocia
Edad: 16 años
Familia:
-          Rey Fergus (padre)
-          Reina Elinor (madre)
-          Harris, Hubert y Hamish (hermanos pequeños)

Amigos:
-          Angus (su caballo)

Esposo: No tiene
Canción: Volaré


Esta historia empieza en la antigua Escocia, país de frondosos bosques, prados de color esmeralda y poblado por criaturas de mágica condición. Los señores de este vasto reino eran los reyes Fergus y Elinor, quienes iban a celebrar el cumpleaños de su pequeña hija, la princesa Mérida. Debido a su carácter alegre y atrevido, el rey Fergus le regaló un arco y le enseñó a usarlo, a pesar de ser tan pequeña. Mientras practicaba, Mérida disparó una flecha que se desvió hacia el bosque. Al adentrarse para ir a buscarla, Mérida encontró un Fuego Fatuo, una luz mágica que guía a las personas a su destino. Cuando la familia se disponía a regresar al castillo, un gigantesco oso llamado Mor'du los atacó. La reina y la pequeña Mérida escaparon ilesas, pero el rey Fergus se enfrentó al oso, y por ello perdió la pierna izquierda.

Los años pasaron y Mérida se había convertido en una fuerte y enérgica adolescente. Sin embargo, su relación con su madre había sufrido un severo desgaste, ya que la reina Elinor, ejemplo de donaire y elegancia, había consagrado su vida a convertir a Mérida en una dama tan refinada como lo exigían las convenciones sociales. Pero el carácter de Mérida chocaba con esta forma de pensar, pues la princesa consideraba como ridículas las pretensiones de su madre y soñaba con poder vivir su propia vida a su manera. La situación empeoró cuando la reina Elinor presionó a Mérida para que se casara con alguno de los primogénitos de los líderes de los clanes vecinos. Pronto se celebrarían unos juegos en los que los candidatos debían competir por la mano de la princesa.

Aunque Mérida se negó una y otra vez a someterse al mandato de su madre, no le quedó más remedio que presenciar cómo los tres herederos de los clanes competían por su mano. Pero al ver que uno de los pretendientes había ganado la prueba de tiro con arco por accidente, comprendió que tenía que hacer algo. Recordó que sólo los primogénitos de los clanes podían competir por la mano de la princesa, y ella también era la primogénita de su clan, por lo que decidió competir por su propia mano. Experta como era en el uso del arco, Mérida ganó la prueba, humillando así a los clanes.

La reina Elinor reprendió la actitud de Mérida y la acusó de haber podido provocar un conflicto entre clanes. Enfadada por tal acusación, Mérida usó una espada para cortar el tapiz que había estado bordando su madre, en el que estaba representada toda su familia. Y la reina, viendo lo que su hija había hecho, le arrebató el arco y lo arrojó al fuego. Mérida, completamente destrozada, huyó al bosque.

En la floresta, Mérida encontró los Fuegos Fatuos que había visto una vez siendo sólo una niña y, recordando que esas luces la conducirían a su destino, decidió seguirlas y averiguar a dónde la llevaban. Al final del camino encontró una cabaña en la que vivía una extraña bruja que vendía figuras talladas en madera. Mérida le promete que le comprará todas las tallas a cambio de que elabore un encantamiento para "cambiar" a su madre. La bruja le entrega un pastelillo mágico y también le cuenta la historia de un príncipe que había pedido un encantamiento parecido, sólo que él quería obtener la fuerza de diez hombres.

Mérida regresó al castillo y, fingiendo congraciarse con su madre, le ofreció el pastelillo a la reina Elinor. Pero el encantamiento no salió como Mérida esperaba, pues su madre cambió, sí, pero sólo su cuerpo. La magia de la bruja había convertido a la reina en una osa de gigantesco tamaño. Con la ayuda de sus hermanos, los trillizos, Mérida consiguió huir con su madre al bosque para evitar que los hombres la cazaran. Su intención era volver a ver a la bruja y pedirle que anulara el hechizo. Pero al llegar a la cabaña, Mérida descubrió que la bruja se había ido y sólo le había dejado un mensaje, intuyendo que la princesa tendría problemas con el encantamiento. La solución que la bruja le dio para arreglarlo todo era que Mérida "remiende el vínculo que el orgullo rompió".

En el bosque, Mérida y su madre empezaban a llevarse mejor. Sin embargo, Mérida observó que el hechizo estaba convirtiendo a su madre en una osa de verdad, por lo que tendría que darse prisa para evitar que eso sucediera. Por casualidad, madre e hija encontraron otra vez a los Fuegos Fatuos y siguieron su rastro hasta unas ruinas antiguas. Allí descubrieron que el oso Mor'du fue una vez humano, el príncipe del que la bruja le había hablado a Mérida, a quien el hechizo para ser tan fuerte como diez hombres también le había transformado en un oso salvaje. Después de huir del ataque de Mor'du, Mérida se dio cuenta de que la manera de romper el hechizo de su madre descansaba en el tapiz que la reina Elinor había bordado: Mérida lo había roto por orgullo, y ahora era su deber repararlo.

Al regresar al castillo, Mérida descubrió que los clanes estaban a punto de desencadenar una guerra debido a las acciones de Mérida. Para arreglar la situación y, a la vez, hacer que su madre no fuera descubierta mientras subía a su habitación, Mérida habló a los líderes de los clanes y logró conciliarlos con sus palabras. Más tarde se reunió con su madre en la habitación donde estaba el tapiz. Pero la reina Elinor perdió su humanidad por unos momentos y estuvo a punto de atacar a su hija. El rey Fergus entró en ese momento y confundió a su esposa transformada con el oso Mor'du. La reina, sin saber lo que hacía, atacó a su familia e hirió a Mérida. Justo en ese momento recuperó la consciencia humana y huyó desesperadamente del castillo, perseguida por Fergus y el resto de los clanes para darle caza.

Con la ayuda de sus hermanos, convertidos también en oseznos por haber terminado el pastelillo mágico, Mérida consiguió escapar y remendó el tapiz por el camino. Fergus y los miembros de los clanes habían acorralado a Elinor, pero Mérida llegó justo a tiempo para evitar que la maten. De pronto, el oso Mor'du apareció y atacó a todos los presentes. Mérida estuvo a punto de ser atacada por el gigantesco oso demoníaco, pero su madre consiguió liberarse de sus ataduras y se enfrentó a Mor'du, al que venció después de hacerle caer encima un pilar de piedra de las antiguas ruinas. De ese modo, el espíritu del príncipe fue liberado y pudo descansar en paz.

Mérida cubrió a su madre con el tapiz, esperando que así se rompiera la maldición. Pero nada ocurrió. Destrozada por el dolor y la culpabilidad, Mérida abrazó a su madre y le confesó lo arrepentida que se sentía por todo lo que le había dicho y hecho, diciéndole también lo mucho que la quería. Y fue entonces, con las primeras luces del amanecer, que se obró el milagro. La reina Elinor y sus tres hijos se convirtieron otra vez en humanos, y la familia volvía a estar unida otra vez.