martes, 15 de agosto de 2017

Pesadilla en la Cafetería. Hoy: Tipos de clientes y cómo reconocerlos


¡Hola a todos!

Ser camarero no es un trabajo fácil. A algunas personas les puede parecer que no hay demasiada complicación en un trabajo que básicamente consiste en preparar comidas y bebidas para luego servírselas a los clientes. Pero creer algo así sería demasiado simplista, y estoy segura de que mis inteligentísimos lectores nunca caerían en un despropósito del calibre de considerar como "sencillo" el trabajo de un camarero.

Pero, ¿a qué viene esta diatriba? Pues viene a que, como tantas otras personas de este país, he tenido que empezar a ganarme la vida en una pastelería que cuenta con un servicio de cafetería. Por lo que sí, se podría decir que soy camarera. Y si una cosa me ha enseñado este trabajo es que uno no sabe hasta qué punto trabaja un camarero hasta que lo prueba en sus propias carnes. Y me he dado cuenta de que, al margen de lo duro que es el trabajo en sí, una de las cosas que más contribuye a minar la moral del camarero es el amplio catálogo de clientes a los que tiene que enfrentarse cada día.

Exigentes, caprichosos, iracundos, difíciles de manejar... Un camarero nunca sabe qué clase de cliente se va a encontrar hasta que éste se acerca a él y empieza a hablar. Y entonces ya es demasiado tarde, porque uno no puede escapar de esa prueba que el Destino ha puesto en su camino. Yo misma he tenido que vérmelas con especímenes de lo más variopinto, pero yo me lo tomo como un rito de paso que contribuirá a hacerme cada vez más fuerte.

Por eso, hoy os ofrezco una detallada lista de los tipos de clientes a los que ha de enfrentarse durante su jornada laboral. Si hay algún camarero leyendo este blog, probablemente sabrá de qué estoy hablando y se verá reflejado en esta entrada. Por lo contrario, si quien me está leyendo ahora mismo es o ha sido un cliente, que sepa que podría estarse pasando de la raya con un trabajador que no tiene por qué aguantar sus peculiaridades. Espero que os guste!


1) El Exigente

Este cliente destaca por su falta de respeto y su inconcebible incapacidad para empatizar con el camarero del establecimiento. Entra por la puerta grande como un señor y espera que todo el personal se ponga a sus pies y cumpla todos sus deseos en el acto. Da igual que el camarero esté atendiendo a otras personas que han llegado antes: el Exigente quiere que se le atienda primero a él con la excusa de que es su hora de tomar el café y que tiene “mucha prisa”. Curiosamente, la mayoría de estos clientes son jubilados o turistas que están de vacaciones, así que… ¿a qué viene tanta prisa?


2) El Tiquismiquis

También conocido como el Tocapelotas, es el típico cliente que quiere que le sirvas el desayuno o la merienda siguiendo una serie de instrucciones y pasos tan intrincados que la búsqueda del Arca Perdida te parecerá un juego infantil. Que si el café no puede estar ni muy claro ni muy oscuro, que si la leche tiene que estar servida en un recipiente aparte, que si la taza que le has puesto no le gusta y que le pongas otra más bonita, que si las hojas de té verde no se han abierto del todo porque no has puesto el agua a la temperatura correcta… En fin, un montón de menudencias que parecen más propias de una princesita de cuento que de una persona hecha y derecha. Si una persona es tan quisquillosa para tomar un simple café, no me quiero ni imaginar cómo lo hará en su casa.


3) El Pijo

Un clásico entre los turistas que vienen de tierra adentro (al menos, según mi experiencia). Los urbanitas de las grandes ciudades cuentan con tantas novedades en sus bares y cafeterías que en ocasiones se les olvida que en los pueblos las cosas son más simples. A mí me parece muy bien que muchos clientes quieran llevar una vida sana y procuren cuidarse, pero también tienen que tener en cuenta que una cafetería no es un bufet libre en el que vas a encontrar todo lo que pidas. Detalles como pedir azúcar moreno en vez del azucarillo normal, o si el café puedes hacérselo mejor con leche desnatada o de soja (cuando YA has hecho el café, ejem…) son cosas que a mí me parecen un poco pijoteras. El colmo de los colmos viene cuando te piden que les pongas lonchas de jamón de bellota (en una pastelería) o que les pongas algo que vaya bien con su dieta disociada (en una pastelería one more time).


4) El Guarro

A ver, yo entiendo que cuando en una mesa se mezclan cosas tan variopintas como café, cruasanes, bollos rellenos, pastelillos y refrescos, a la larga eso va a acabar convertido en un desastre. Servilletas desperdigadas por encima de la mesa, migas por todas partes, restos de chocolate pegados, azucarillos abiertos y desparramados… son solo unos pocos ejemplos de lo que se puede encontrar en una mesa de cafetería en cuanto el cliente se marcha. Pero es que el caso del Guarro consigue rizar el rizo. No sé cómo lo hace, pero este espécimen logra elevar la suciedad al cubo cuando se levanta y se va del local. Su mesa está tan sucia que parece que por allí haya pasado un tornado, pues ni siquiera se molesta en no manchar o, de hacerlo, ser lo más cuidadoso posible para no dejarlo todo hecho una porquería. Limpiar su mesa se convierte en todo un reto, ya que uno nunca sabe si entre los escombros de la merienda hallará oro o una serpiente de cascabel.


5) El Protestón

A medio camino entre el Exigente y el Tiquismiquis, enfrentarse al cliente Protestón es un reto con el que todos los camareros se han topado alguna vez. Es como un rito de paso: no te dan la licencia de camarero si no te enfrentas al menos diez veces a un Protestón. Este cliente, como el Exigente, quiere que se le atienda como si fuera el Ser Supremo, por lo que no dudará en pasar por encima de los demás para hacerse ver y oír. Sin embargo, una vez que le atiendan, demostrará ser peor que un niño caprichoso. Da igual lo servicial o atento que sea el personal con el Protestón: él se dedicará a quejarse de lo caro que está todo, de lo mediocre que es la comida, de lo vetusto que es el local… cualquier cosa le vale para dar rienda suelta a su diarrea verbal. Para el Protestón, nada es lo bastante bueno.


6) El Memorístico

Cuando una cafetería tiene éxito, lo más normal es que al cabo de cierto tiempo empiece a formarse una clientela que acuda al sitio con cierta asiduidad. Por lo general, estos clientes, a quienes yo llamo Memorísticos, suelen pedir siempre lo mismo cada vez que van a la cafetería, y esperan que el camarero se acuerde de lo que toman. Lo curioso es que, si se trata de turistas que solo pasan por la cafetería una vez al año, cuando vuelven también esperan que recuerdes lo que les gustaba tomar. Les encanta que el camarero tenga memoria de elefante y recuerde, no solo su nombre y lo que le gustaba tomar, sino también los nombres de sus hijos y todas las enfermedades por las que han pasado. Lo bueno es que suelen ser clientes muy amables y agradecidos.


7) El Familiar

Fácilmente reconocible porque nunca viene solo. El Familiar tiene instinto de manada y siempre va a todas partes acompañado de su prole. Cabe destacar que dicha prole no suele bajar de los dos hijos, a los que se unen los abuelos, tíos, sobrinos y algún amigo que pasaba por allí… con sus hijos también. Otra cosa que me llama la atención es que los hijos del pariente suelen ser bastante pequeños y revoltosos, por lo que en el tiempo que dure su estancia en el local se dedicarán a corretear, trepar y chillar como pequeños monitos. Eso sí, el Familiar no moverá ni un dedo para refrenar el entusiasmo de sus vástagos, pues está demasiado ocupado tomando su cafecito y pasando de todo.


8) El Solitario

De este espécimen hay dos variantes: El solitario auténtico y el solitario fugitivo. El cliente solitario hace honor a su nombre y va solo a todas partes, y la cafetería no es la excepción. Entra, pide un café, se sienta en una mesa, coge el periódico y allí se tira media mañana leyéndolo sin decir ni una palabra ni meterse con nadie. En cambio, el fugitivo suele ser un padre de familia que, cansado de aguantar los berridos de sus hijos, ha conseguido darles esquinazo para poder disfrutar de unos momentos a solas consigo mismo.


9) El Sin Cambio

Las leyes de Murphy explican muchos fenómenos cotidianos a los que las personas tenemos que enfrentarnos a diario, y el caso de los camareros no es la excepción. Basta que la caja registradora se dé cuenta de que andas fatal de cambio para que te traiga a un cliente que quiere pagar un simple café… con un billete de cincuenta euros. No os hacéis una idea de lo difícil que es mirar a la cara al cliente que te ofrece el billete con una sonrisa de oreja a oreja, contento porque gracias a ti va a deshacer ese billete que tanto le molesta o porque sabe que te va a joder la marrana a base de bien. Por eso, hoy quiero alzar la voz en nombre de todos los camareros y deciros a vosotros, clientes, que llevéis dinero suelto si vais con intención de salir a tomar un café. Las cafeterías no son bancos.


10) El Indeciso

¿Nunca os ha pasado que lleváis todo el día con la idea de tomar algo en mente, y luego llegáis al sitio y os habéis olvidado de lo que queríais? Pues esto es parecido a lo que le pasa al cliente Indeciso. Llega con gran disposición, feliz y contento, se sienta en la mesa que le gusta, apremia al camarero para que vaya a atenderle, y cuando éste por fin se acerca a él y le pregunta qué va a tomar… resulta que se le ha olvidado lo que quería. Con una risa nerviosa, empezará a balbucear que no sabe si tomar un dónut o una napolitana, o quizá un batido de helado y un pastel. Y ojo, esto no tiene nada que ver con aquellos clientes que saben lo que quieren pero que cuando llegan al sitio descubren que de lo que querían no queda nada. El Indeciso se va a tomar su tiempo en decidir qué quiere tomar, y cuando por fin se lo traigas puede que hasta proteste y se lamente de que no era lo que realmente quería. Ay, qué paciencia hay que tener…


11) El Antipropina

Soy de la firme opinión de que dar propina debería ser un gesto, si no obligatorio, al menos sí más arraigado en la sociedad. Aunque pueda parecer un gasto absurdo, tendríamos que ser conscientes de que una propina es una gratificación que se le da a un trabajador como muestra de agradecimiento por su excelente servicio. En muchos países, los bares y restaurantes han establecido un método de propinas por el cual están perfectamente estipuladas y van incluidas en la cuenta total del cliente. Pero en mi país, España, no hay un sistema de propinas similar y se deja al libre albedrío del cliente, que puede elegir entre dejar unas monedas como propina o no dejar nada en absoluto. El cliente Antipropina es aquel que, a pesar de que se le ha ofrecido un buen servicio, se le ha tratado de maravilla y se le ha proporcionado todo lo que ha pedido, se marchará de la cafetería sin dejar ni una triste moneda para el camarero que le ha atendido, lo que protocolarmente se entiende como que no ha quedado satisfecho con el servicio que se le ha dado.


12) El Recogedor

Y ya que hemos visto la peor cara de los clientes, vamos también a ofrecer la versión más agradable de los mismos; no todos van a ser malos, ¿verdad? Así como hay gente que se marcha de una cafetería dejando un reguero de destrucción a su paso, también hay quien tiene buenos modales y lo demuestra recogiendo las tazas y platos que ha manchado y llevándolos a la barra. Que conste que, como clientes, no estamos obligados a recoger el servicio, ya que eso es tarea de los camareros. Sin embargo, es una muestra de respeto y gratitud por su trabajo, pues al hacer ese gesto estamos reconociendo su esfuerzo y nos sentimos agradecidos por lo que han hecho por nosotros. Es una manera de decir “te demuestro mi agradecimiento aligerando un poco tu trabajo”.


13) El Tardío

El peor de todos, sin lugar a dudas. El Tardío es ese cliente que aparece en el local a la más intempestiva de las horas, cuando el suelo ya está fregado, la caja contada, los utensilios limpios y las luces apagándose… para pedir un café o un puto helado. Viene a destiempo, cuando los trabajadores están cansados después de la jornada laboral y están deseando volver a casa, para tocar las narices por un antojo que se le ha ocurrido a última hora. Y ojo, que no estoy hablando de la gente que sale tarde del trabajo y solo tiene ese momento para hacer algunas compras de última hora; esa gente no se merece mi desprecio. Yo critico a los que se han pasado el día sin dar un palo al agua, que se han tirado toda la tarde en la playa o dando paseos por el parque y a última hora les entra el capricho de tomarse un helado, aun cuando están viendo que los dependientes quieren cerrar y marcharse. Los Tardíos, además, carecen de la capacidad de leer, pues de otra manera no me explico cómo es posible que no lean los horarios que están en la puerta del establecimiento y se enteren de que a las 9:30 de la noche ESTÁ CERRADO!


¡Y hasta aquí por hoy! Quisiera dedicar este post a todos los clientes que día tras día contribuyen a hacer que mi jornada laboral sea más agradable y productiva, que son muchos. Gente educada y maravillosa que siempre me cuenta sus anécdotas y consigue sacarme una sonrisa a pesar de todo. Por vosotros.

viernes, 4 de agosto de 2017

Tesoros de una escritora: Mis libretas y cuadernos


¡Hola a todos!

Todo escritor que se precie debe contar con varias cosas si quiere considerarse como tal: Una cabeza llena de ideas, una habitación para ponerlas por escrito y un rincón en la estantería donde colocar su futuro Premio Nobel. Y libretas, muchísimas libretas. Cualquiera que presuma de ser escritor debe tener en su haber no menos de seis libretas en las que volcar todos los personajes, argumentos, lugares fantásticos y situaciones peliagudas que van a figurar en su próximo éxito literario. Me sorprende comprobar que hay gente que suda la gota gorda y se tira de los pelos cuando piensa en qué regalarle por su cumpleaños a su amigo escritor, porque es lo más fácil del mundo. Cualquier material de papelería susceptible de ser utilizado como almacén de ideas literarias será recibido con lágrimas de felicidad, y podéis estar seguros de que lo va a usar en un futuro no muy lejano. Os lo juro.

Hoy, mientras dedicaba un ratito a poner orden en mi escritorio, me di cuenta de que contaba con bastantes más libretas de las que pensaba. Supongo que eso se debe tanto a mi gusto por las cosas de papelería, al afán por acumular libretas o a mi deformación profesional, pues la escritura es mi vida y mi pasión. Voy a enseñaros mi pequeña colección de libretas y cuadernos, a los que les tengo un especial cariño, ya que me han acompañado durante varios años y todavía guardan personajes e ideas que tal vez, y solo tal vez, podría utilizar en alguna de mis historias.

¡Espero que os guste!


1) Cuadernos asiáticos




Con este nombre he decidido bautizar a este pequeño set de cuadernos, ya que proceden de papelerías asiáticas y tienen dibujos que nos traen vivos recuerdos de Japón. Son los típicos cuadernos que usan los estudiantes japoneses en clase, aunque se nota que están adaptados a la clientela occidental, ya que el sentido de lectura es el nuestro. Son muy delgaditos y tienen las páginas a rayas, con un espacio para poner la fecha del día correspondiente. Como veis, poseo tres cuadernos muy diferentes entre sí pero a la vez muy parecidos. El primero tiene un dibujo de los personajes de Sumikko Gurashi, el segundo tiene varios dibujitos de Gudetama y el tercero es de color rosa claro y tiene algunos dibujos de alpacas. Como podéis ver, son una monada! ^^*


2) Cuadernos vintage




Estos cuadernos los compré hace un par de años con la intención de dedicarlos a escribir ideas para futuros relatos cortos. Sin embargo, como era de esperar, al final han acabado cubiertos de cosas tan variopintas como dibujos de personajes o de chibi Sororitas, pues una de las cosas que más me gusta hacer mientras escribo es dibujar todo lo que se me pasa por la cabeza, ya sean ojos, sonrisas o un paisaje de fantasía. Pero volviendo a los cuadernos, como podéis ver tienen motivos que recuerdan a tiempos antiguos, como marcas de sellos y caligrafía del siglo XIX. El borde es muy similar al antiguo papel de cartas, con esos colores y formas tan peculiares. Son más grandes que los anteriores y tienen el interior a rayas.


3) Cuaderno antiguo




No he encontrado otra manera de referirme a este cuaderno que con el apelativo de "antiguo", ya que por su forma y color recuerda mucho a un libro de los de antes, de los que había en las bibliotecas decimonónicas. Compré este cuaderno durante mi estadía en Santiago de Compostela y, aunque fue muy caro y apenas lo he utilizado, le tengo un especial cariño. Es de color marrón claro, con una filigrana dorada recorriendo todos sus bordes, y tiene una especie de relieve muy agradable al tacto. También tiene una solapa imantada que cierra el libro y lo protege de rozaduras. Por dentro, las hojas son de papel grueso y no tienen marca alguna, de modo que es un excelente cuaderno para llenar de dibujos. Y, ya puestos, os digo que este cuaderno tiene su propia anécdota. Como muchos cuadernos de este tipo, contaba con un lazo rojo que funcionaba como un separador o marcapáginas. Bueno, pues a mí una vez se me abrió un tintero dentro de la mochila y empapó varias hojas y el lazo, dejándolo negro, tieso y totalmente inservible, así que no he tenido más remedio que cortarlo.


4) Pequeños cuadernos




En mi escritorio se pueden encontrar libretitas de todos los tamaños. Estas son tres de las más pequeñas que tengo (aunque más adelante os mostraré otra más pequeña que poseo). La primera libretita formaba parte de una colección de la marca de cosmética Essence, una de mis favoritas. Cada colección de Essence saca un producto especial, y el de la colección Love Letters era una libreta pensada para dejar constancia de nuestros pensamientos de amor. Es pequeña, manejable, con las hojas a rayas y una goma que cierra el cuaderno para mantenerlo bien prieto; además, suelo llevarla al trabajo y escribir cosas mientras no hay clientes y mis jefes no miran, jajaja! La segunda es una libreta de Sailor Moon, muy sencilla en realidad. Tiene una preciosa portada de color azul marino con detalles de la serie en color dorado, y en el interior tiene algunos dibujos; el resto de hojas son blancas. No lo utilizo mucho porque no quiero gastarlo, pero tiene algunas cositas interesantes. Y el tercero es un cuadernillo de la colección Gorjuss que muestra a una niñita en un fondo gris. Esta libreta es la que suelo utilizar para registrar mis gastos cuando hago algún viaje, aunque también tengo escritos algunos detalles literarios.


5) Cuaderno galaxy




Esta es una de mis adquisiciones más recientes, pues lo compré el año pasado en Zaragoza, después de pasar unos días en la Estelcon 2016, de la que guardo muy buenos recuerdos. Quizá por eso le tengo un cariño muy especial. Es una libreta de tamaño medio, con hojas en color crema y una preciosa portada acolchada (que me encanta!) e impresa con un motivo de estrellas en fondo violeta. Sobre este dibujo, un mensaje me da los ánimos que necesito para escribir con ganas y bien motivada. Recuerda mucho a las libretas de Mr. Wonderful, aunque no es de esa marca. No recuerdo exactamente el nombre de la tienda donde la compré; solo sé que estaba en la estación de trenes de Zaragoza y había otras igual de preciosas.


6) Cuadernos góticos



Estas tres preciosidades que veis aquí son pequeñas joyas que he comprado hace bastante tiempo y que me ha dado mucha pena utilizar, pues son tan bonitas que quisiera no acabarlas nunca. En realidad son cuadernos escolares de lo más común, con las páginas cuadriculadas, con perforaciones para ponerle anillas y bordes coloreados para separar las asignaturas. La primera y la tercera son libretas cuyas portadas han sido dibujadas por Victoria Francés, la que sin duda es mi ilustradora favorita por sus bellísimos dibujos de damas encorsetadas, princesas melancólicas y vampiros atormentados. La expresividad de esos ojos, esos largos cabellos y la delicadeza de los ropajes me inspiran un profundo deseo de dejarme llevar por la parte más gris y tormentosa de los sentimientos humanos, algo que se refleja en alguno de mis relatos. La libreta central ha sido ilustrada por Anne Stokes y muestra a una especie de maga que sostiene un colgante en forma de corazón. Su estética oscura y gótica me gusta mucho y, aunque la he utilizado principalmente durante mis clases de inglés, ahora la he rescatado para poder recoger detalles de futuros relatos oscuros.


7) Cuaderno postal




Otra libreta que utilizo mucho durante mis viajes, aunque más bien a modo de diario. Me la regaló una amiga y es una de las que más me gustan, a pesar de que tengo su uso un tanto restringido (más que nada porque viajo muy poco). Es cuadrada, muy gruesa y tiene un diseño muy parecido a los cuadernos vintage. Las hojas están rayadas y ofrecen unos espacios dedicados a la fecha, lo que indica que puede usarse perfectamente como diario de viaje. Además, tiene un lazo de color crema como marcapáginas que, por fortuna, se ha librado de mi torpeza y está íntegro.


8) Cuaderno Kimmidoll




Otro cuaderno que compré en Santiago de Compostela con la intención de utilizarlo de diario personal, aunque al final su uso ha acabado siendo muy distinto. En este cuaderno he escrito algunas recetas de cocina que mi señora madre se ha empeñado en meter en mi dura cabezota, aunque confieso que no llegan a las once páginas (serán solo tres o cuatro recetas), lo que demuestra que cocinar no es lo mío. Es muy, muy bonito. Igual que el cuaderno antiguo, cuenta con una solapa imantada para cerrar bien el cuaderno y mantenerlo protegido. Sus páginas son de color azul claro y tiene un separador de lazo con un colgante metálico y pesado con el emblema de Kimmidoll. Y, por si os lo estáis preguntando, la Kimmidoll que está en la portada se llama Norika y es la que representa la belleza.


9) Cuadernos Gorjuss



¡Oh, mis pequeñas preciosidades! Dos de mis libretas favoritas, juntas para la foto. La primera es una libreta en cuya portada hay una niña vestida con un abrigo azul que porta un enorme reloj de bolsillo, estilo que recuerda al de Alicia en el País de las Maravillas. Además, es significativo que su título sea The White Rabbit, lo que confirma la referencia carrolliana. El otro tiene en la portada a la misma niña, solo que llevando un vestido de color lavanda, unas orejeras y sosteniendo una estrella blanca. Su título es All these words, y me pareció perfecto para dedicarlo a algo relacionado con la escritura. Cualquiera de las dos es preciosa, no me siento capaz de elegir una favorita. La colección Gorjuss me gusta muchísimo, y si no fuera tan cara tendría muchos más productos de esa casa. Pero la economía no perdona, así que me tengo que conformar con cosas que mi bolsillo se puede permitir. Los dos cuadernos tienen las páginas coloreadas con sus colores predominantes y tienen dibujitos en las esquinas de las páginas. Tienen marcapáginas de lazo y, como colofón, un sobre en la parte de atrás para meter notas o pegatinas.


10) Pequeñas libretitas




Y llegamos al final de la colección con estas dos piezas, tan diferentes entre sí como el uso que han recibido. La primera es una libretita de Rapunzel, muy pequeña (cabe en la palma de la mano), coloreada en tonos pastel realmente encantadores. En su interior, las páginas muestran dibujos de la princesa en diferentes poses. Aunque podría utilizarse como un bloc de notas, lo cierto es que es tan bonita que no me atrevo a usarla para no desperdiciar las hojas ni mancharla de tinta. En cambio, la libreta de Kimmidoll sí que la he utilizado. Es un bloc pensado para escribir en sentido vertical, como las notas que toma un camarero. Tiene las hojas rayadas, con dibujos de Kimmidoll y, además, viene con su propio bolígrafo, de color rosa claro. La utilizo sobre todo para hacer listas de cosas que me interesan o para apuntar nombres de personajes que me gustaría utilizar en el futuro.


¡Y hasta aquí hemos llegado! Espero que os haya gustado mi colección de libretas. ¿Cuáles os han gustado más? Si tenéis ganas de comentar, sabéis que podéis hacerlo más abajo, en la caja de comentarios. ¡Nos vemos muy pronto!

martes, 1 de agosto de 2017

La Barbie del mes: Princesa del Pacífico


¡Hola a todos!

Quisiera empezar este mes disculpándome por mi escasa asiduidad a este blog. Por cuestiones laborales, me veo obligada a aprovechar las escasas horas del día que me quedan en realizar cosas nimias como preparar la comida, limpiar la casa, hacer recados y, de vez en cuando, escribir un poco, hacer manualidades o quedar con las amigas, algo que no puedo hacer siempre que quiera. Comprenderéis pues que mis conexiones a Internet son bastante escasas (solo para ver Juego de Tronos y actualizar el Facebook, nada más), y no tengo demasiadas horas para dedicárselas a uno de mis vicios favoritos, que es escribir para mi blog. No sé si de aquí en adelante podré actualizar mucho, pero procuraré no dejarlo abandonado.

Me gustaría volver a recuperar cosas que hacía antes como por ejemplo los artículos sobre Historia. Desde hace un tiempo llevo sintiendo una especie de nostalgia hacia aquello que durante muchos años fue mi gran pasión. Puede que el hecho de tener un trabajo que no tiene absolutamente nada que ver con mi carrera haya contribuido a aumentar esa morriña, y por eso quiero regresar a mis raíces y volver a deleitarme con las delicias de la Historia. Espero de verdad poder hacerlo.

Otra cosa que me gustaría recuperar son los artículos de opinión y las frikadas, aunque admito que de estos he ido subiendo con más asiduidad. Recientemente he visto detalles y leído artículos que pueden dar para una reflexión más pausada. Pero, como ya he dicho antes, veré cómo administro mi tiempo libre y cómo me las apaño sin tener un giratiempo.

Por el momento, y como siempre, os dejaré por aquí a la Barbie del mes. Espero que os guste!


Princesa del Pacífico




En Hawai, las personas viven en bellas islas tropicales en el Océano Pacífico. En este paraíso tropical, una bella joven con pelo largo y negro camina a lo largo de la orilla diciendo “Aloha” a todo el mundo que ve. Su padre es el jefe del pueblo. La princesa ama el surf, conocido como He’e nalu o deslizamiento de onda en hawaiano antiguo. La princesa de las islas del Pacífico lleva un vestido tradicional conocido como muu muu y un lei de “plumeria”, una flor fragante nativa de las islas.

La verdad es que esta muñeca me gusta mucho y me encantaría tenerla en mi pequeña colección. Sus rasgos faciales son adorables, su pelo tan negro es precioso y tanto el vestido como los adornos de flores me parecen una preciosidad. Además, siento una debilidad especial por el color azul, ya que me recuerda al mar y al cielo en los mejores días del verano.