domingo, 21 de agosto de 2016

Tag Literario!! Book Tag del Cuerpo Humano


¡Hola a todos!

¿Cómo os va la vida? ¿Qué tal estáis llevando el verano? Supongo que unos mejor y otros peor, ¿verdad? Si estáis de vacaciones, lo más seguro es que ahora estaréis completamente relajados en una terracita, tomando algo refrescante o cenando con los amigos. El verano se presta a todo tipo de diversiones al aire libre: fiestas, playa, paseos, terraza... que a todos nos gustan y que disfrutamos cuando llega el buen tiempo y las muy esperadas vacaciones.

Pero los que no hemos tenido vacaciones (o nos las reservamos para más adelante, ejem...), debemos recurrir a otros pasatiempos menos fresquitos, pero igual de estimulantes. En mi caso, he decidido ponerme en serio otra vez con la lectura de varios libros que hacía mucho tiempo que tenía aparcados e injustamente olvidados. Pero también ha sido la ocasión de hurgar entre mis viejos libros y rescatar clásicos o novelas que en su día leí con diferentes resultados.

Para hacer la recopilación un poco más divertida, he elegido un tag de los muchos que circulan por Internet. En este tag se toman varias partes del cuerpo y se utilizan como pretexto para hablar de un libro. Aunque puede que no me haya explicado bien, cuando leáis los apartados del tag lo entenderéis perfectamente, ^^U

¡Adelante!



1. OJOS: Un libro que te haya enamorado a primera vista




Empezamos ya con dudas, porque yo no soy la típica persona que escoge y compra un libro por su portada. De hecho, soy precisamente una detractora de esas portadas bonitas que esconden libros que son una caca. Aquí he tenido dudas entre tres libros que en su día me llamaron la atención por su portada: Donde los Árboles Cantan, de Laura Gallego; La Senda Oscura, de Ana Peris y Juan José Peired; y los Cuentos Macabros de Edgar Allan Poe. Cualquiera de los tres tiene una portada magnífica, digna de enmarcar y colgarla de la pared, pero he renunciado a los dos primeros libros por lo siguiente: En el caso de la novela de Laura Gallego, porque el libro es tan patético que me pareció una auténtica ignominia que tuviera no una, sino DOS preciosas portadas creadas por la artista Cris Ortega para su edición. Y en el caso de La Senda Oscura, porque aunque el trabajo de Carolina Bensler es exquisito y la portada de la novela es alucinante, no compré el libro por dicha portada, sino porque es una novela escrita por dos amigos míos, por lo que ya había planeado su compra en cuanto supe que iban a publicarlo. Por eso me he quedado con la portada de los Cuentos Macabros, y la verdad es que he hecho una buena elección.

Siempre he sido una gran lectora de la obra de Edgar Allan Poe, uno de mis autores de referencia, cuyo estilo de escritura y originalidad en sus historias siempre me ha provocado palpitaciones de emoción. Sin embargo, no poseía entre mis libros un compendio de cuentos del maestro de la literatura oscura, pues las ediciones que había visto en las librerías no me acababan de convencer (además de que la traducción dejaba mucho que desear). Pero el año pasado, en la feria del libro de Viveiro, encontré este libro en uno de los puestos y enseguida captó mi atención por el curioso dibujo de la portada. Casi sin pensar, compré el libro y lo empecé a leer esa misma noche. Y desde entonces no he tenido en mis estanterías libro más manoseado pero a la vez bien cuidado que este. Se trata de una selección de los cuentos más conocidos de Poe, traducidos por el autor Julio Cortázar e ilustrados por Benjamin Lacombe, un dibujante desconocido para mí pero que ahora se ha convertido en uno de mis favoritos. La edición del libro es magnífica, impresionante. La portada es un poco acolchada al tacto, con detalles en relieve y tornasolados que llaman la atención y animan a su lectura. Por supuesto, el interior hace justicia a la portada, y puedo afirmar con total seguridad que este libro ha sido una de las mejores compras que jamás he hecho.



2. BOCA: Un libro del que habla todo el mundo




Debo confesar que, si en su día compré y leí El nombre del viento, fue porque todo el mundo hablaba incesantemente de él. Que si la historia de Kvothe era una pasada, que si vaya personajes tan bien trabajados, que si vaya alucine de worldbuilding, que si era un nuevo hito en la fantasía, que si hasta George R. R. Martin lo ponía por las nubes... La verdad es que yo soy bastante escéptica respecto a los libros de los que todo el mundo habla. Resulta que, cuanto más intentan meterme un libro por banda y banda, menos ganas tengo de leerlo. Me pasó con Los pilares de la tierra y me pasó con Cincuenta Sombras de Grey (que no pienso leer NUNCA). Sin embargo, con El nombre del viento piqué, y me he arrepentido hasta tal punto que ahí lo tengo, muerto de risa junto a su hermano El temor de un hombre sabio, y no sé qué hacer con ellos (aprovecho para decir que, si alguien quiere estos dos ejemplares en edición de bolsillo completamente nuevos, se los venderé encantada). Sin lugar a dudas, este libro me ha demostrado dos cosas: Que seguir las modas no va conmigo y que por mucho hype que tenga un libro eso no lo convierte en una obra maestra.



3. PULMONES: Un libro vital en tu vida




Por supuesto, no podía faltar este maravilloso cuento de fantasía en mi estantería particular. Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, es mi libro favorito de todos los tiempos. Es un cuento que siempre ha ejercido una extraña fascinación en mí y me provoca sentimientos que soy incapaz de explicar. Quizá, como decía Virginia Woolf, es que este libro no es un cuento para niños, sino un cuento mediante el cual los adultos pueden ser niños. Y sí, me confieso enamorada de esa pequeña niña de dorados cabellos, del conejo blanco que siempre tenía prisa, de esa carrera alocada de los animales, de la extraña merienda de la Liebre y el Sombrerero, de la historia del Grifo y la Falsa Tortuga y, cómo no, de la temible Reina de Corazones y su corte de naipes. Y su continuación, Alicia a través del espejo, también me gustó mucho aunque es inevitable compararlo con el primero.

Lo leí cientos de veces en el instituto y era raro el curso que no me lo llevaba a casa unas cinco veces. Es el libro más repetido que tengo en casa, con tres ediciones (a una de ellas ya se le caen las páginas) y con intención de conseguir más si las ilustraciones lo valen. En la portada que os he puesto, habréis notado que Benjamin Lacombe vuelve a lucirse como ilustrador.



4. ESTÓMAGO: Un libro que hayas devorado rápidamente




Una de las recientes sagas de fantasía medieval que he descubierto hace relativamente poco y que se ha convertido en imprescindible para mí es la Saga del Mar Quebrado, escrita por Joe Abercrombie. Al margen de las más o menos simpatías que ha cosechado el autor británico, lo cierto es que hay que saber reconocer el mérito y la calidad cuando la hay, y Abercrombie ha demostrado varias veces que es capaz de crear novelas de una gran calidad y con toques de originalidad que abundan muy poco en la literatura del género fantástico.

Compré Medio Rey durante uno de mis viajes a Lugo para hacer los exámenes de la UNED, y lo compré con el ánimo de tener algo con lo que entretenerme mientras esperaba la hora de los exámenes. Cuál no fue mi sorpresa cuando descubrí que, después de leer las primeras páginas, no podía parar de leer. Las aventuras del medio rey Yarvi me encandilaron, me hicieron vibrar de emoción, me sorprendieron, me enamoraron. El libro se lee muy rápido, sí, pero es que yo me lo leí en una tarde. Empecé a leer y me di cuenta de que ya no podía parar, era superior a mis fuerzas. También hay que añadir que la historia transcurre de forma rápida, los capítulos son cortos y todo se desarrolla sin ahondar mucho en los detalles, pero yo lo he considerado una ventaja con este libro. Recomendadísimo, sin duda.



5. HÍGADO: Un libro gordo




No sé qué le pasa a algunas personas que, en cuanto una dice que tal o cual libro es gordo, enseguida se ponen a la defensiva y empiezan a soltar pestes, a defender el libro a capa y espada, y a criticarla a una... Como si decir que un libro es gordo fuese algo malo (¿se hablará algún día de libros anoréxicos?). Y lo cierto es que La Comunidad del Anillo me pareció un libro muy gordo ya en su día, cuando lo leí por primera vez a los quince años. Sin embargo, estamos hablando de una de las grandes obras maestras de la literatura universal, así que sobran las palabras. El Señor de los Anillos me encantó de principio a fin, pero LCDA se me hizo un poco largo porque, en mi modesta opinión, tiene capítulos que se podrían acortar bastante o incluso eliminar (lo siento, Tom Bombadil...).

El Señor de los Anillos es una novela magna, impresionante, única en su especie.  Es un libro que recomiendo empezar a leer bien avanzada la adolescencia (debido a su vocabulario extremadamente culto, al lector joven le puede costar engancharse), pero volver a releerlo con el tiempo y las veces que haga falta, porque es una historia tan plena, tan perfecta, que es posible encontrar nuevos detalles que antes se nos habían pasado por alto, o incluso ofrecernos interesantes reflexiones acerca de la amistad y la guerra que nos pueden guiar en nuestra vida o camino hacia la madurez.



6. APÉNDICE: Un libro que no odias, pero que tampoco te gusta




Pues así es: No me han apasionado mucho las Crónicas del Mago Negro, de Trudi Canavan. Aunque es una historia de fantasía al más puro estilo clásico y tanto los acontecimientos como los espacios están muy bien descritos, confieso que la historia me ha parecido bastante aburrida y lenta. No es un libro que odie o que no me haya gustado nada, pues no es así. De hecho, tiene muy buenos personajes que tardaré en olvidar porque me han marcado mucho (sí, me estoy refiriendo a Akkarin). Pero también soy consciente de que ofrece muy poco para lo que está intentando vender. Y el que haya subido la foto de la portada del primer libro no es aleatorio, pues considero que es el más aburrido de todos. Apenas ocurre nada reseñable y Sonea, la protagonista, no hace más que esconderse, primero en las barriadas y después en las salas secretas del Gremio de los Magos. Vamos, que para ser el inicio de una saga me ha parecido bastante tedioso. Sin embargo, el hecho de que Trudi Canavan haya demostrado ser una autora que, al contrario que otras, sabe escribir bien, hace que no pueda odiar esta historia ni tenerle ojeriza. Mis sentimientos, pues, son neutros: No me ha gustado, pero tampoco lo condeno.



7. CORAZÓN: Un libro romántico




Anna Karenina es una joya literaria, única e irrepetible. La historia aborda el amor, el matrimonio y el grado de compromiso, respeto y cariño que los cónyuges afirman sentir el uno por el otro. La novela describe esta evolución a través de dos parejas protagonistas. Por un lado, tenemos la pareja adúltera formada por Anna Karenina y el conde Vronski, y por otro tenemos la delicada relación amorosa entre Lievin y Kitty Scherbatsky. Tólstoi se sirvió de estas dos parejas para poner en evidencia la amoralidad de la aristocracia rusa, hipócrita, superficial y vacía de todo sentimiento. La infidelidad de Anna, que ha sido capaz de renunciar a su vida acomodada, a su posición social e incluso al inmenso cariño que siente por su hijo para entregarse de lleno a su amor, ve cómo poco a poco su sueño se derrumba sin que ella pueda hacer nada. Las circunstancias le son tan adversas que se ve incapaz de hacer frente al desprecio de toda la sociedad por haber hecho algo tan natural como buscar el amor.

Sé que Anna Karenina no es una historia romántica al uso, ya que no observa ninguna de las premisas que se pueden encontrar en la novela romántica. Sin embargo, me parece un libro impresionante por el magnífico análisis que Tólstoi hizo de los caracteres de todos los personajes, hasta el extremo de que resulta imposible no quererles, odiarles o mostrar interés por sus vidas, ya que se puede ver que están vivos, que piensan como personas reales, que actúan como cualquiera de nosotros. Para mí, una de las mejores novelas de la historia.



8. CEREBRO: Un libro realista y reflexivo





Compré hace unos meses este libro para unirlo a 1984, de Orwell. Mi intención es la de ir reuniendo poco a poco grandes clásicos de la literatura contemporánea, y en mi biblioteca faltaban auténticas novelas distópicas como esta que os presento, Un mundo feliz. Pocas novelas me han hecho pensar tanto como esta. Reconocida como una de las novelas más importantes del siglo XX, Un mundo feliz se desarrolla en un marco aterrador: un mundo en el que las personas nacen condicionadas para cumplir un papel determinado en la sociedad, repitiendo consignas acerca de la perfección de su entorno, drogadas hasta el último día de sus vidas con soma e imposibilitados de envejecer bajo la premisa de que todo, hasta el ser humano, es desechable. Un mundo feliz habla de la esclavitud de la raza humana, sometida a base de manipulación genética, condicionamiento y placer vacuo. En el mundo imaginado por Huxley, la humanidad ha alcanzado la felicidad eterna a base de renunciar a su propia identidad y a valores como la familia, el amor y el arte en todas sus formas. Y me llenó de un profundo temor al hacer una extrapolación al mundo que ahora nos rodea, hundido hasta el cuello en el lodo de la superficialidad y el consumismo, sospechosamente similar al mundo feliz que Huxley creó en su día.



9. CABELLO: Un libro superficial




Entiendo que, por superficial, se refiere a un libro que no aporte gran cosa al bagaje literario de una persona. Por eso he elegido este libro, el primero de una saga bastante superficial. La colección de novelas de Pequeñas Mentirosas es, desde un punto de vista crítico, sumamente vana y poco apropiada si lo que se busca es una mínima calidad literaria. Eso sí: Si queréis novelas fáciles de leer, con un argumento adictivo y una prosa ágil y poco profunda, éste es vuestro libro (o saga entera, por qué no).



10. UÑAS: Un libro que cuides como oro en paño




No puedo elegir ninguno, lo siento. Todos mis libros son parte de mí, y no hay ninguno que no cuide.



¡Y nada más, amigos! Espero que os haya gustado este tag y que comentéis. ¡Me encantaría conocer vuestras opiniones!

lunes, 8 de agosto de 2016

Las Rosas olvidadas


Antonio Gala dijo una vez que, para conocer bien un pueblo, era fundamental visitar el mercado y el cementerio. Y no iba desacertado el célebre poeta, pues estos dos lugares son los testigos mudos de la actividad cotidiana y de la historia de cualquier municipio. Así sucede en muchos pueblos de España, donde los cementerios se han convertido en los lugares de reposo de cientos de víctimas de la Guerra Civil que arrasó este país entre 1936 y 1939, cuando España se partió en dos y quedó destruida tras una guerra fratricida cuyo resultado, una dictadura de casi cuarenta años, marcó profundamente a la sociedad y la mantuvo dividida durante décadas. Todavía hoy se siguen recuperando historias de la Guerra Civil, de los sublevados y los republicanos, de los que fueron vencidos y represaliados. De todas estas historias, hay una que brilla con luz propia, que es de la que hablaremos hoy en este artículo: las Trece Rosas.

Pero, ¿quiénes fueron las Trece Rosas? Fueron trece mujeres, cuyas edades oscilaban entre los 18 y los 29 años, que fueron fusiladas contra la tapia del cementerio de la Almudena (Madrid) en la madrugada del 5 de agosto de 1939 por su declarada militancia en la organización Juventud Socialista Unificada (JSU) y su defensa de la legalidad republicana tras el final de la Guerra Civil española.

Tras la ocupación de Madrid por el ejército sublevado y el fin de la guerra, la JSU trató de reorganizarse clandestinamente. Los dirigentes del PCE y de la JSU habían huido de España dejando la organización en manos de militantes poco significativos. Sin embargo, los acontecimientos ocurrieron de una forma tan precipitada que la JSU no tuvo tiempo de reorganizarse y cayó en manos de los sublevados en poco tiempo. El oficial de policía Roberto Conesa, infiltrado dentro de la JSU, fue el principal colaborador en la aniquilación de la JSU. Su gran éxito fue la captura y posterior ejecución de las Trece Rosas.

Antes de ser condenadas a muerte por un Consejo de Guerra bajo la acusación del delito de "adhesión a la rebelión", las trece mujeres fueron conducidas a unas instalaciones bajo custodia policial, donde fueron torturadas para arrancarles información sobre otros miembros de la organización clandestina. Más tarde, fueron recluidas en el centro penitenciario para mujeres de Ventas, en Madrid, de donde no saldrían más que para morir.

El asesinato de Isaac Gabaldón, comandante de la Guardia Civil, a manos de varios miembros de la JSU fue el detonante que propició el castigo de todos los miembros de la organización arrestados anteriormente, entre los que se encontraban catorce mujeres, de las cuales sólo una se salvó. Fue uno de los hechos más execrables de la posguerra franquista de los que se tiene constancia, pues en el juicio de las acusadas ni siquiera se tuvo en cuenta que muchas de ellas eran menores de edad (en la época, la mayoría de edad estaba estipulada en los 21 años). Tras la sentencia, las condenadas fueron trasladadas en un camión fuera de la prisión y ejecutadas por un pelotón de fusilamiento, pasando a la posteridad como las "Trece Rosas Rojas", cumpliendo así con el ruego de una de sus cartas de despedida.

Sus nombres eran estos:

Carmen Barrero Aguado (20 años, modista)
Martina Barroso García (24 años, modista)
Blanca Brisac Vázquez (29 años, pianista)
Pilar Bueno Ibáñez (27 años, modista)
Julia Conesa Conesa (19 años, modista)
Adelina García Casillas (19 años, activista)
Elena Gil Olaya (20 años, activista)
Virtudes González García (18 años, modista)
Ana López Gallego (21 años, modista)
Joaquina López Laffite (23 años, secretaria)
Dionisia Manzanero Salas (20 años, modista)
Victoria Muñoz García (18 años, activista)
Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años, sastre)





Gracias a la Ley de la Memoria Histórica, promulgada en el año 2007, tanto la historia de las Trece Rosas como otras de similar calibre empezaron a cobrar la importancia y reconocimiento que merecían. Y es que no se puede volver la cabeza ante unos hechos tan terribles, tan desproporcionados. Cientos, miles de personas sufrieron persecución y represalia tras la Guerra Civil, y muchos de ellos descansan hoy en día en fosas comunes, mientras que sus familiares se ven privados de algo tan natural como el poder llevar unas flores a sus tumbas. Poco a poco, las aguas vuelven a su cauce y parte de la herida se ha ido cerrando. Desde el año 1976, en España no es ilegal ni el socialismo, ni el comunismo, ni el republicanismo, como tampoco lo es el derecho a la afiliación a cualquier partido político. La tortura ha quedado erradicada del código penal, así como la pena de muerte por considerarse, con razón, que atenta contra los derechos del ser humano. Se ha avanzado enormemente en la aplicación de una verdadera democracia, y aunque todavía quedan cicatrices, gracias a la Ley de Memoria Histórica se han rescatado del olvido muchas vidas injustamente arrebatadas por el bando sublevado.

Sin embargo, cabe hacerse una pregunta: ¿Qué pasa con las víctimas del otro bando?

No pretendo hacer apología del Franquismo, ya que mi educación y forma de pensar son incompatibles con un régimen militar y autoritario basado en el odio a quienes no comulgan con sus ideales. Como mujer que ha nacido y crecido bajo una democracia, creo en la igualdad de derechos y obligaciones para hombres y mujeres, y considero que nadie es superior a otro por su raza, sexo o cuna. Pero también soy historiadora, y mi deber como tal es mantener una posición neutral. Un historiador no puede posicionarse a favor o en contra de un personaje o de unos determinados hechos históricos; podrá hacerlo como persona, como ser humano con conciencia y corazón, pero no como historiador, pues la tarea principal del historiador es la de registrar los hechos tal y como ocurrieron, invirtiendo todo el tiempo que haga falta para buscar información y esclarecer los puntos oscuros de un acontecimiento. El historiador es una balanza; es el eje que sostiene en equilibrio el bien y el mal que han batallado en nuestro mundo durante siglos.

Aclarado este punto, espero que mi postura quede clara. Vuelvo a hacer la pregunta que he hecho antes: ¿Qué pasa con las víctimas del otro bando? ¿Es que acaso la Guerra Civil fue una lucha entre el Bien y el Mal (léase el Bien representado por la II República y el Mal por el incipiente Franquismo), en la que el Mal triunfó valiéndose de la traición? ¿Y es cierto que todos los que lucharon en el Bando Nacional eran traidores y asesinos sanguinarios a los que no les importaban los republicanos, si eran o no inocentes, si estaban o no afiliados a tal o cuál partido, si tenían padres o hijos que sufrían por ellos? Si pensáis que en esta vida las cosas son blancas y negras, os advierto que estáis muy equivocados.

La Guerra Civil fue un hecho abominable, como lo es cualquier guerra que haya habido a lo largo de nuestra Historia. No hay nada en este mundo que pueda justificar una guerra: ni la conquista de nuevas tierras, ni la fundación de un nuevo imperio, ni el deseo de expandir unos ideales religiosos, ni la posibilidad de alcanzar la gloria... Nada. La guerra sólo trae muerte y sufrimiento, trae odio y desarraigo. Despierta lo peor que hay en el ser humano, lo convierte en una máquina de matar o en un radical político. Pero esto ocurre en los dos bandos, no en uno solo. No se va al campo de batalla con ramos de flores o instrumentos musicales, sino con metralletas y fusiles. Porque a la guerra se va a matar. Y la euforia que despierta el combate, el odio hacia el enemigo y la anulación del pensamiento lleva a los hombres a cometer los crímenes más bajos y abominables que se puedan imaginar. Ocurrió en la Posguerra con la ejecución de las inocentes Trece Rosas, además de todos los represaliados que fueron ejecutados a lo largo de la Dictadura. Y ocurrió también durante la Guerra Civil, con la violación, tortura y asesinato de monjas y novicias a manos de milicianos comunistas y anarquistas.

Ocurre algo muy curioso con la memoria histórica. Me he dado cuenta de que existen muchos libros, documentales y páginas web que hablan acerca de la represión que sufrieron durante el Franquismo aquellos que fueron acusados de ser republicanos, socialistas, anarquistas y comunistas. Todos hemos oído historias de maquis que huían a los montes, de hombres paseados a altas horas de la madrugada para que les descerrajaran un tiro en la cabeza, de largos interrogatorios donde torturaban a los prisioneros para que delataran a sus compañeros de partido, de fosas comunes, de tumbas sin nombre, de desaparecidos... Sin embargo, nada se dice de aquellos que murieron a manos de los republicanos. Parece que todavía hoy existe una lacra con respecto al bando sublevado, hasta el punto de que hemos llegado a considerar culpables a todos los que no comulgaban con la República. Los hemos metido a todos en el mismo saco, hemos hecho que pagaran justos por pecadores.

Pero las víctimas están ahí y no pueden ser obviadas. Existen estimaciones que, incluso hoy en día, no pueden ser consideradas definitivas, pues deben ser sometidas a revisión constante. Y contamos con lo que se puede considerar una ventaja: las víctimas del bando sublevado, gracias a su triunfo en la guerra, han quedado bien identificadas. De todas ellas, me ha llamado la atención el caso de las Concepcionistas de las Rozas, catorce monjas que jamás habían empuñado un arma y que poca cosa debían hacer más que rezar y arar los huertos de sus conventos. Mujeres que dedicaron sus vidas a Dios y a la beneficencia, pero que fueron brutalmente asesinadas por milicianos que, al igual que harían sus homónimos sublevados, destacaron por su bajeza moral, no llegando a compadecerse ni siquiera de una pobre anciana en silla de ruedas. Pues estas mujeres existieron y, como las Trece Rosas, lo más probable es que murieran siendo inocentes. Sin embargo, sus nombres rara vez se mencionan en historias y documentales, y estos suelen estar terriblemente sesgados por la ideología política de los realizadores.

Pablo Linares, presidente de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos (ADVC), ha hecho un gran trabajo a la hora de reconstruir la historia que rodea el principal monumento del Franquismo y desmentir algunas de las grandes falsedades que se han convertido en premisas imbatibles. Mostrando un gran interés histórico y haciendo gala de un tremendo respeto, ha sacado a la luz detalles tan interesantes como un listado de mujeres que fueron asesinadas durante la Guerra Civil, en muchos casos fusiladas junto a la tapia del cementerio de la Almudena. Igual que las Trece Rosas. Pero aquí reside una diferencia muy importante: estas mujeres fueron asesinadas, casi con toda seguridad, por el ejército republicano, por anarquistas, comunistas y/o chequistas.

Así que aquí tenemos no trece, sino ciento dieciséis mujeres cuyos restos hoy descansan en el Valle de los Caídos, razón que muchos consideran más que suficiente para olvidarlas y enterrarlas en la parte oscura de la Historia. Pero alguien que se considere historiador o, por lo menos, defensor de la Historia, no puede permitirse el lujo de olvidar lo que le venga en gana. Estas mujeres que ya nadie recuerda sufrieron una muerte terrible a manos de quienes decían defender los valores de igualdad de la República. Así pues, en el bando de los "malos" también murieron mujeres inocentes, asesinadas por soldados que se decían de los "buenos". Ni blanco, ni negro. Deberían tomar buena nota esos entusiastas defensores del bando republicano, a los que se les llena la boca hablando de las Trece Rosas y de la represión franquista, como si la hubieran vivido en primera persona. Mientras tanto, las víctimas inocentes del bando nacional, esas ciento dieciséis rosas olvidadas, no son dignas de ser recordadas.

Para que sus nombres no se pierdan en el olvido, aquí los dejo:

Agapita Bedia Campo
Agustina Vega Gregorio
Ana Martín Delgado
Ana Ruiz García
Andrea Álvarez
Andrea Camacho
Ángela Pinto Rivas
Ángeles Iglesias Paz
Antonia García
Antonia Loma Gallarce
Antonia Rodríguez González
Beatriz Galindo
Carmen Andrés Cachón
Carmen Ayala Laguna
Carmen Capdevilla
Carmen Fernández Márquez
Carmen Martín Miña
Carmen Mesa
Carmen Nieto García
Carmen Perete
Carmen Silva
Carolina Casas García
Casimira Jarnocina Osua
Clara Aragón
Clementina Allende
Concepción Andrés Pérez
Daniela García
Desconocida
Desconocida
Desconocida
Desconocida
Dolores Lozada Lozada
Dolores Marco Rebull
Dolores Rodríguez
Dolores Sánchez
Dominica Martín Gómez
Dorotea González Riaza
Elena de la Vega Hoz
Elvira Morega Cantarero
Emilia García Janoa
Emilia Gómez
Emilia Montero
Encarnación Piter Cruz
Enriqueta Shaw Nation
Eugenia García Lorenzo
Eulalia Torres
Fermina Mercado Barrero
Francisca Parra
Francisca Ramos
Herminia Ramos González
Jerónima Mora
Josefa Fernández
Josefa García Jiménez
Josefa Reig Permaj
Josefa Vidal Coello
Josefa Lozada Lorrilla
Julia Cruz Nicolás
Justa Gómez Álvarez
Luisa Abril
Luisa Fe Jiménez
Luisa Herrera Cabezón
Luisa Herreras Cabezón
Luisa Rodríguez Delgado
María del Rosario
María Luisa Armericas Cabezas
María Teresa Bermúdez de Castro
Manuela Álvarez Quintero
Manuela Corona López
Manuela Gómez López
Manuela López Ciurrets
Manuela Prieto
Maravilla Gómez López
Margarita
María Alda Colini
María Álvarez Juárez
María Barniago
María de Ilaro García
María Díaz Díaz
María Gallego Granados
María Gómez Romero
María López Álvarez
María Mercado Barbero
María Napoleón
María Pascual Caballero
María Tarazanas Llanos
María Torresana García
María Luisa Ontiñano Cañizares
María Ortega
Martina Olaizola
Melitona Flores Conde
Micaela Antolín Pérez
Micaela Díaz Raboneda
Micaela Salas
Nicolasa Cano Perdiguero
Nieves Elena Simón
Obdulia Porras
Paulina Rincón Orgaz
Pilar
Pilar Cervera Quesada
Pilar Fernández Alhajar
Pilar Fontanilla
Pilar Gallego Granados
Presentación Navarro Jorge
Prudencia Alonso Martín
Ramona Escribano Sáez
Remedios Amores Verdugo
Remedios Lorenzo
Rosa Alonso Yepes
Rosalía González Recio
Salomé Aprea Parra
Telésfora Necesval
Teresa Fernández Díaz
Teresa Fuentes Jiménez
Teresa Moreno
Valentina Pascual Ballesteros
Victorina Fernández Arias





A todas las Rosas, tanto rojas como blancas, que han sufrido y muerto por culpa de una guerra.

Descansen en paz.


miércoles, 3 de agosto de 2016

¿Qué quiere una Princesa Disney? - COLABORACIÓN ESPECIAL!!


¡Hola a todos!

¡Bienvenidos un día más a La Biblioteca de Laura! Como habréis podido dilucidar por el título de la entrada, hoy vamos a volver a viajar al Castillo Disney para visitar a sus princesas más famosas. Sé que es un tema que ha sido tocado en este blog unas cuantas veces; no es que me guste repetirme, pero ya sabéis que cuando me entusiasmo con un tema es muy difícil bajarme de la burra. Además, el tema Disney siempre está en boga; de vez en cuando se pueden encontrar curiosos artículos que tratan cuestiones acerca de los personajes de la franquicia en las que pocas veces reparamos, y la verdad es que algunas de esas cuestiones son bastante interesantes.

La que hoy vamos a tratar aquí tiene que ver con el machismo. Desde hace muchos años, los detractores de Disney han venido diciendo que las películas de la famosa factoría pecan de machistas, pues reflejan a los personajes femeninos como damiselas en peligro que sólo buscan ser rescatadas por el héroe de turno. La propia Disney ha sido consciente de que estas acusaciones eran en parte verdaderas, y desde hace unos años ha venido reformándose para adaptarse a los nuevos tiempos, lo que se puede ver en sus personajes. Las princesas Disney actuales son muy distintas a las primigenias, y todos estamos de acuerdo en que han experimentado diversos cambios que las han enriquecido mucho.

Sin embargo, es posible que darle tantas vueltas al modelo femenino Disney haya conseguido el efecto contrario al que se esperaba. ¿Qué quiero decir con esto? Que las princesas Disney, que empezaron siendo doncellas delicadas de personalidad débil, han evolucionado tanto que se han convertido en chicas fuertes y decididas y, a continuación, han seguido cambiando hasta volver a ser tan flojas y débiles como eran antes. En otras palabras, que en vez de dar un giro de 180º, han seguido adelante hasta cubrir los 360º. Volvemos al principio. El ciclo sin fin, como dirían en El Rey León. El propósito de esta entrada será ahondar un poco en la personalidad de las princesas Disney para descubrir si esto es cierto; si acaso Cenicienta no era un modelo machista de mujer y, en cambio, la princesa Anna de Frozen sí lo es.

Para la realización de esta entrada no voy a estar sola. Hoy cuento con la colaboración de Estelwen Ancálimë, lectora VIP de esta Biblioteca, compañera escritora y gran fan de las princesas Disney, a la que le salen chispitas en los ojos cuando empiezan a sonar las canciones de La Sirenita. Entre las dos vamos a guiaros a través de la personalidad de diez princesas Disney, reflejada en sus canciones principales, denominadas por Estelwen como canciones "Yo quiero"; son aquellas canciones en las que las protagonistas suelen revelar sus deseos más profundos y dejan entrever parte de su personalidad.

Como hay más princesas Disney de las que suponíamos y algunas no cumplían con ciertos requisitos para pertenecer a la lista, entre Estelwen y yo nos hemos decidido por diez princesas de las más emblemáticas. De estas diez princesas, yo voy a hablaros de Blancanieves, Cenicienta, Bella, Mulan y Rapunzel, así que tendréis que visitar el blog La Luz de Valinor para leer sobre Aurora, Ariel, Pocahontas, Tiana y Anna. Estelwen y yo vamos a analizar las canciones principales de las princesas, a crear un perfil de cada una de ellas y a demostrar que no todas las chicas Disney han estado preocupadas por encontrar el amor de un hombre, tal y como siempre se nos ha hecho creer.



Blancanieves (Blancanieves y los Siete Enanitos, 1937)

Aunque esta entrada pretende demostrar que las princesas Disney no son personajes débiles que sólo buscan ser salvadas por el príncipe de turno, me temo que la adorada Blancanieves no puede presumir de ser una princesa muy autosuficiente. El cuento de Blancanieves lleva arrastrando montones de acusaciones acerca de la pasividad de su protagonista desde hace décadas, y tenemos que admitir que tienen fundamento. Analicemos un poco más la personalidad de la primera princesa Disney de la historia.

El cuento comienza presentándonos a Blancanieves, una niña de unos catorce años que es víctima de los celos enfermizos de su madrastra, cuyo único propósito en la vida consiste en ser la mujer más hermosa del reino. Para desprestigiar la belleza de Blancanieves, la reina la ha vestido con andrajos y la ha degradado a la posición de sirvienta con la esperanza de que así resulte menos atractiva. Pero el dictamen del Espejo es absoluto: a pesar de todo, Blancanieves sigue siendo la doncella más hermosa del reino. Al saber esto, la malvada reina no parará hasta destruir por completo a su hijastra, llegando a utilizar magia negra para transformarse en una bruja y para envenenar una manzana que acabará definitivamente con su enemiga.

En medio de todo este panorama, resulta curioso que Blancanieves aparezca ante el espectador como una fresca y lozana jovencita. No actúa como si sufriera malos tratos o vejaciones, sino que sonríe, trabaja sin quejarse y, como mucho, se permite exhalar un discreto suspiro. En vez de preocuparse por las maldades que su madrastra pudiera hacerle, se evade hablando con los animales, cantando y soñando con encontrar a su amor. Escuchemos su canción al respecto:




¿Les digo un secreto?
¿Prometen no contarlo?
Este pozo milagroso es.
Si deseas algún bien
se lo podrás pedir.
Si el eco le oyes repetir,
tu anhelo lograrás.

Deseo (deseo)
que un gentil galán
me entregue (me entregue)
su amor (su amor).
Quisiera (quisiera)
oírle cantar
su intensa (su intensa)
pasión (pasión).

Deseo (deseo)
que no tarde más.
Que venga (que venga)
mi bien.


Blancanieves y los Siete Enanitos es un cuento que está plagado de referencias muy claras a la madurez y la sexualidad de las muchachas adolescentes. Pero vamos a dejar el psicoanálisis un poco de lado y vamos a centrarnos en la acusación de machista que se le hace a este cuento. Si analizamos la canción de Blancanieves, parece que lo único que desea de verdad es que aparezca un gentil galán que le cante canciones de amor. En otras palabras, que Blancanieves sólo le pide a la vida un hombre que la ame de verdad.

¿Se puede considerar esto machista? Pues depende de nuestro punto de vista. Si consideramos que Blancanieves ha sido creada para representar al prototipo de mujer que es incapaz de hacer nada sin la intervención de un hombre, podría considerarse machista. Además, hemos de tener en cuenta que la película es de los años 30, y por entonces triunfaba un estereotipo de mujer pura, inocente y abstraída de la realidad; quizá tuviera mucho que ver el contexto histórico de entreguerras en el que se hallaba Estados Unidos por entonces, con una mentalidad sobre la guerra y la Gran Depresión que se veía reflejada también en los dibujos animados, más cándidos que en otras épocas, más preocupados por inculcar en los niños un sentimiento de abstracción para que no pensaran en los desastres políticos y económicos por los que pasaba su país por entonces.

Pero tal vez debamos ver las cosas desde otra perspectiva. Pensad en cómo ha sido la infancia de Blancanieves: Una niña que ha perdido a sus padres y tiene que someterse a la voluntad de su madrastra, una celosa y malvada mujer que la trata mal, la degrada e incluso quiere matarla. Blancanieves es una muchacha que ha crecido sin saber lo que es el cariño pero que, a pesar de todo, siempre tiene una sonrisa para todos y trata de ser feliz lo mejor que puede. ¿Qué tiene de malo que busque encontrar el amor? Lo lógico en una niña de catorce años es que empiece a interesarse por los chicos, a fantasear con la idea del amor. Y sí, Blancanieves tiene una idea muy inocente e idealizada de lo que es el amor, pero pensar así es lo que la hace feliz. Y eso no es machista, sino perfectamente natural.

Así que, por todo esto, no me parece que Blancanieves sea un modelo machista de mujer. Quizás si la película hubiese dotado de un poco más de personalidad a la princesa, hoy en día no pensaríamos tan mal de ella.



Cenicienta (La Cenicienta, 1950)

El caso de Cenicienta es muy similar al de Blancanieves, y estoy segura de que todos podréis ver el parecido entre ambas princesas. Las dos se quedan huérfanas a una edad muy temprana, tienen que vivir bajo el yugo de sus malvadas madrastras y, tras muchas vicisitudes, ambas encuentran la salvación en el amor de un príncipe maravilloso. El cuento de La Cenicienta guarda también muchas referencias a la madurez de las niñas y a su comportamiento con respecto a la figura materna, vista por ellas como una amenaza al llegar a cierta edad. Pero, ¿es este el caso de Cenicienta?

La historia, como ya he dicho, es muy similar a la de Blancanieves. Cuando la joven Cenicienta pierde a su padre, queda por completo a merced de lady Tremaine, su madrastra, que en vez de tratarla como a sus dos hijas, la rebaja al nivel de una sirvienta. Cenicienta crece sin amor en una casa donde su madrastra y sus hermanastras, única familia que le queda en el mundo, la desprecian y la agobian con multitud de tareas absurdas y duros trabajos. A pesar de todo, Cenicienta cuenta con la ayuda de una buena hada madrina, que aparece de la nada para cumplir su deseo de ir al baile que se celebrará en el palacio real. Allí tendrá lugar su encuentro con el príncipe, del que tendrá que escapar en cuanto el reloj dé la medianoche, pues el hechizo que la ha convertido en una preciosa princesa se desvanecerá a esa hora. De esa mágica noche sólo quedará su zapatito de cristal, pues el otro lo ha perdido al escapar del príncipe para que éste no descubriera su identidad.

Una vez más, vemos que una inocente muchacha está sumida en la desdicha que provoca la injusticia de su situación familiar. Y, sin embargo, vemos que Cenicienta no pierde la esperanza en que las cosas cambiarán. Vamos a oír su canción:




Soñar es desear la dicha
en nuestro porvenir.
Lo que el corazón anhela
se sueña y se suele vivir.

Si amor es el bien deseado
en dulces sueños llegará.
No importa quién borre el camino,
marcado está un destino
y el sueño se realizará.

(parte hablada)

El sueño quizá seas tú.

No importa quién borre el camino,
marcado está un destino
y el sueño se realizará.


Al igual que Blancanieves, Cenicienta recurre a los sueños para evadirse de una realidad que la oprime y mortifica. Obligada a trabajar de criada en su propia casa y a sufrir los insultos y humillaciones de sus parientes, Cenicienta dedica su escaso tiempo libre a soñar que llegarán tiempos mejores para ella. Su conducta puede calificarse de extremadamente idealista, ya que Cenicienta tiene una fe ciega en que las cosas cambiarán por sí solas. Para ella, soñar es desear la dicha en nuestro porvenir; es como si tuviera el convencimiento de que sólo con soñar que las cosas cambiarán, esto sucederá. Sin embargo, vemos que Cenicienta siempre tiene que ser ayudada por fuerzas externas para que sus sueños se cumplan: Los ratones cosen su vestido para el baile, el hada madrina la ayuda, los animales de la casa la sacan de su encierro para que pueda probarse el zapato... En ella se hacen realidad sus propias palabras: No importa quién borre el camino, marcado está un destino y el sueño se realizará. Es el destino el que dicta que Cenicienta consiga ver sus sueños cumplidos.

Pero centrémonos en la premisa machista. ¿Por qué se considera que el cuento de Cenicienta es machista? Por lo que he dicho antes: Porque Cenicienta depende del príncipe para que su sueño de ser feliz se cumpla. O sea, que da a entender que su sueño de felicidad consiste en conocer a un hombre con el que casarse. Pero creo que el cuento de Disney va un poco más allá. Tenemos que tener en cuenta que Cenicienta es una princesa clásica en un sentido un poco peyorativo: Antes, el prototipo de princesa era el de una damisela en apuros que esperaba ser rescatada por su héroe salvador. Pero Cenicienta no hace demasiado hincapié en el amor como remedio de sus males; lo menciona en su canción, pero de manera fugaz, casi anecdótica. En realidad, parece más interesada en alcanzar una felicidad más global, algo con lo que en el momento en que empieza su historia sólo puede soñar. Y a mí esto no me parece machista en absoluto.



Bella (La Bella y la Bestia, 1991)

Uno de los cuentos más hermosos adaptados por Disney ha sido La Bella y la Bestia. La tierna historia de una muchacha que se ve obligada a vivir con un monstruo que, sin embargo, la trata bien y se muestra solícito con ella. El tiempo y diversos acercamientos harán que surja el amor entre ellos, y es precisamente el amor de Bella el que salva a la Bestia de la maldición que una hechicera había lanzado sobre él como castigo por su despotismo, haciéndole recuperar el aspecto humano que tenía antes.

Ante este panorama, las feminazis más extremistas ya se estarán frotando las manos ante la premisa de la historia: Cielo santo, una chica que se enamora de una bestia, que no es más que un hombre que la insulta y la trata fatal. Fijo que nos están vendiendo la falsa idea de que el amor puede cambiar a una persona, y todos sabemos que esa es la semilla de los malos tratos, el germen de la violencia machista y patriarcal. ¡Qué mal ejemplo les está dando esta princesa a las niñas, que serán víctimas de hombres violentos que las convertirán en sus felpudos!

¿En serio se puede llegar a esa conclusión? Viendo la actitud de Bella, yo diría que no. De hecho, en ella se puede observar una evolución que no se ve en otras princesas Disney anteriores a ella. Si escuchamos la canción Madame Gastón, comprenderemos que la verdadera motivación de Bella tiene muy poco que ver con la figura de un hombre:




¿Ya se ha ido?
¿Os imagináis? ¡Me ha pedido que me case con él!
¡Yo, la mujer de ese palurdo estúpido!
Madame Gastón, qué cosas tiene.
Madame Gastón, yo su mujer.
¡Ni hablar! ¡Yo no! Lo garantizo.
El mundo entero quiero conocer.

Quiero vivir preciosas aventuras;
es mi esperanza y mi ilusión.
Y podérselas contar
a un amigo de verdad,
y que siempre sepa escuchar.


Quiero vivir preciosas aventuras; es mi esperanza y mi ilusión. He ahí el deseo más profundo de Bella. Como podemos ver, Bella no tiene interés alguno en enamorarse de un hombre que la rescate de la monotonía de su aldea. Es una joven muy inteligente y una ávida lectora, hábito que suscita la depredación de sus vecinos de la aldea, quienes la consideran rara y extravagante. Su visión de la vida la coloca en una posición bastante más elevada que la de otras princesas Disney, ya que sabe muy bien lo que quiere y no tiene problema alguno en dejar clara su postura, como se puede ver en sus múltiples negativas a los requerimientos de Gastón y a su intransigencia ante los gritos de Bestia.

Me resulta muy extraño que haya gente que meta a Bella en el saco de las princesas políticamente incorrectas, porque me parece que le están dando mil vueltas a una idea preconcebida que en ningún momento se deja entrever en la película. Bella es una joven decidida y aventurera que experimenta una curiosa dicotomía: Cuando vive en su aburrida aldea, se siente encerrada y ansiosa por salir y probar la libertad; en cambio, cuando se ve obligada a permanecer en el castillo de Bestia, descubre que tiene una gran libertad de movimientos y que puede hacer lo que quiera sin sufrir la censura de nadie. Saber que es una prisionera no le hace perder su personalidad, ya que no se vuelve sumisa ante su captor; todo lo contrario, pues no abandona su resolución y se arma de paciencia para hacer entrar en razón a la testaruda Bestia y hacerle ver que su comportamiento no es el más adecuado. Y es así, a fuerza de razonar, como consigue despertar al hombre gentil y bueno que hay en el príncipe Bestia, hasta el punto de que su amor por él le devolverá su aspecto original.



Mulan (Mulan, 1998)

La historia de Mulan es una de las más interesantes y originales de todas las que han visto la luz en la factoría Disney, aunque me temo que su adaptación a la gran pantalla no gozó de todo el éxito que merecía. Basada en una antigua leyenda china, nos cuenta la historia de Mulan, una jovencita a la que le gustaría honrar a su familia aprendiendo a comportarse como se supone que debería hacerlo una buena esposa china. Sin embargo, una vida hogareña dedicada a su esposo y a sus hijos no es lo que el destino le depara a Mulan, sino algo mucho más importante y arriesgado: enrolarse en las filas del ejército chino. ¿Y cómo ha llegado una muchacha a ser soldado del ejército? Pues haciéndose pasar por chico para sustituir a su anciano padre, que había sido llamado a filas. Para protegerle y salvar el honor de su familia, Mulan se enfrenta a una muerte casi segura ya que, si no muere en la guerra, podría ser condenada a muerte si se llega a descubrir que es una mujer.

Mulan es el sueño de cualquier feminista. La historia de la jovencita que no encaja en los clásicos estereotipos de mujer abnegada, futura madre y esposa, pero que llega a ser conocida y elogiada por toda una nación por haber contribuido a su salvación es realmente inspiradora. ¡Por fin una princesa Disney se niega a asumir el rol que la sociedad le impone y se lanza a luchar! Y no para seguir a un hombre o para ganarse su amor, sino para proteger a su padre y salvar el honor de su familia. Si queréis mi opinión, Mulan es el mejor ejemplo a seguir entre las princesas Disney.

Pero, a pesar del valor que caracteriza a Mulan, la presión a la que está sometida por parte de su entorno para convertirse en la típica esposa china es tan grande que la lleva a plantearse dudas acerca de quién es ella en realidad, como canta en esta preciosa canción:




Lo sé bien.
No seré jamás una esposa más
o una buena hija.
Ya temí
no saber cumplir su plan.
Donde voy llevo la inquietud.
Si yo misma soy,
mis mayores sufrirán.

¿Quién es la chica que veo aquí, tras de mí?
Guarda el mal reflejo de alguien que no soy.
¿Qué tengo que intentar?
¿Cuánto habrá que ocultar?
Es la imagen que alguien vio,
no es la realidad.
¿Cuándo más reflejo yo toda la verdad?


El dilema al que se enfrenta Mulan es real como la vida misma, y estoy segura de que más de uno ha intentado responderse a las mismas preguntas que se hace la chica. ¿Cuántos de nosotros nos hemos planteado dudas acerca de quiénes somos en realidad? ¿Cuántas veces hemos intentado convertirnos en otra persona para responder a las expectativas de los demás? Mulan no es tan distinta de otras muchachas de su edad. Tiene miedo de ser ella misma porque cree que hará sufrir a sus padres y avergonzar a sus ancestros. Se siente rara, pues sabe que es distinta a las otras chicas de su edad. Sin embargo, cuando canta es la imagen que alguien vio, no es la realidad, nos damos cuenta de que Mulan sabe que no puede evitar ser como es, que la sociedad está intentando transformarla en una persona distinta a la que es. Y, a pesar de todo, se culpa por ser motivo de vergüenza para sus padres, aunque estos la adoran con todo su corazón.

Para ser una de las princesas Disney más feministas de toda la factoría, llama la atención la poca popularidad que ha tenido Mulan entre el público infantil femenino. Puede que tenga que ver con el hecho de que Mulan está disfrazada de chico durante tres cuartas partes de la película, lo que quizá haya apagado un poco el entusiasmo de las niñas por este personaje. De hecho, en la mayoría de las ilustraciones actuales de Mulan, los dibujantes la caracterizan como una muchacha vestida y maquillada a la manera china, toda delicadeza y dulzura, obviando sus comportamientos un tanto rudos. Es como si eliminar lo más característico de Mulan, que es su valor para disfrazarse de hombre y luchar en el ejército en nombre de su padre, la haya hecho merecedora de ser una princesa Disney. Así pues, en este caso no hablamos de una princesa machista, sino de una chica incomprendida por la sociedad que la rodea a la que se ilustra convertida en la damita que ella siempre renegó ser.


Rapunzel (Enredados, 2010)

La película Enredados marcó un nuevo hito en la historia de la factoría, ya que supuso la perfecta combinación entre la animación digital más moderna y las historias clásicas al más puro estilo Disney. La historia de Rapunzel supo encandilar a niños y adultos por igual, y si no obtuvo una mayor repercusión se debe, sin duda, a la relativamente escasa publicidad que se le dio en su día. De haber tenido una campaña de marketing más intensa, estoy convencida de que Enredados habría tenido mucha más fama entre el público infantil.

Hablo de la historia de Rapunzel, pero es necesario aclarar que los personajes contribuyen en gran medida a incrementar la calidad de la película. De entre todos ellos, voy a centrarme en la protagonista, Rapunzel, una hermosa princesa que ha sido secuestrada siendo tan sólo un bebé por la malvada y vanidosa Madre Gothel, quien conoce el poder de vida y regeneración que posee el largo y antinatural cabello de Rapunzel. Sabiendo que la están buscando y que podría perder la capacidad de ser eternamente joven si Rapunzel decide irse, Gothel se refugia en una torre y mantiene encerrada a Rapunzel, a la que advierte acerca de no salir nunca de allí para que no le hagan daño.

Rapunzel es una chica obediente, y durante años obedece a su madrastra y se queda encerrada en la torre, sin atreverse a salir. Pero con el tiempo se da cuenta de que la torre, su mundo, se le ha quedado pequeña y que ansía probar la libertad. La canción que canta al principio de la película, mientras juega con Pascal, es una buena prueba de sus sentimientos:




Ya son las siete, hay que ponerse en marcha.
Con las tareas ya tengo que empezar.
Hay que limpiar a fondo toda la casa.
Terminé, ¿y qué hago yo hasta mañana otra vez?

Un libro ahora leeré, o tal vez dos o tres.
Y pintaré algo nuevo en mi gran pared.
Tocar, luego tejer y después cocinar.
¿Cuándo mi vida va a comenzar?

Luego haré puzles, tirar dardos y galletas.
Papel maché, ballet y algo de ajedrez.
Alfarería, teatro y hacer velas.
Estirar, dibujar, escalar, diseñar.

Más libros releeré, y el rato pasaré.
De nuevo buscaré algún hueco en la pared.
Después cepillaré y más cepillaré,
encerrada en el mismo lugar.

Y me pregunto, pregunto, pregunto,
mi vida, ¿cuándo va a comenzar?

Mañana al fin las luces veré,
y en cada cumpleaños las vuelvo a ver.
¿A dónde van? Allí quiero ir.
Quizás hoy madre me permita al fin salir...


Como podéis ver, la mayor parte de la letra no hace sino contarnos la rutina diaria de Rapunzel. Después de limpiar la torre de arriba abajo, tiene tanto tiempo libre que necesita ocuparlo de cualquier manera: pintando en las paredes, horneando pasteles, haciendo manualidades, leyendo una y otra vez los mismos libros... Pero aunque nos parezca que al principio Rapunzel está contenta, no tardamos en darnos cuenta de que en realidad ansía vivir algo distinto. Y su mayor deseo se expresa al final de la canción, cuando menciona los farolillos que iluminan el cielo todos los años durante su cumpleaños. Rapunzel no sabe que esos farolillos son lanzados en su honor, pero siente la extraña necesidad de dejar su torre para ir a verlos, aunque sólo sea una vez. Aunque para ello tenga que engañar a la que considera su madre.

Las ansias de libertad de Rapunzel se hacen más grandes cuando conoce por casualidad a Flynn Ryder, un ladrón de poca monta que accede a acompañarla a la capital del reino para que vea los farolillos, siempre y cuando ella le devuelva la valiosa tiara de joyas que ha robado. La emoción que siente Rapunzel cuando salta por la ventana utilizando su cabello como cuerda y toca la hierba por primera vez es realmente increíble, como se puede escuchar en este reprise de la anterior canción:




Mira qué cerca está, ya estoy casi a punto.
Mira qué grande es, no sé si podré.
Sólo un pasito más, tengo que intentarlo.
¿Qué hago? No. Allá voy.

La hierba puedo oler, como siempre soñé.
Puedo sentir la brisa; tras ella correré.
Al fin me siento libre por primera vez.
Puedo ir paseando, corriendo,
bailando, saltando,
botando, brincando,
volando, gritando,
mi pecho estallando
y por fin sintiendo:

¡Mi vida empieza aquí!


En la continuación de la primera canción de Rapunzel podemos ver que la princesa experimenta un amplio abanico de emociones. Siente miedo ante la amenaza que supone para ella el mundo exterior, pero, con todo, está ansiosa por probar la libertad. Y cuando por fin la degusta, tocando la hierba, sintiendo el agua y corriendo con el viento, Rapunzel empieza a soltarse y a dejarse llevar por esa maravillosa sensación. Toda su vida ha sido una prisionera sin saberlo, y sólo al probar la libertad se da cuenta de cuántas cosas se ha perdido. Como ella misma declama al final de su canción: ¡Mi vida empieza aquí!

¿Y qué tendría que ver Rapunzel con el machismo? Pues poca cosa, en mi opinión. Al principio, yo era de las que opinaba que Rapunzel sí representaba un modelo machista de mujer por el hecho de que su arma es una sartén. Sin embargo, si tenemos en cuenta que no es una princesa guerrera ni sabe utilizar un arma, lo lógico es que recurra a un objeto cotidiano y fácil de manejar para defenderse. ¿Y qué objeto más cotidiano para ella que una sartén? Pero aparte de eso, no se le puede achacar ni un ápice de machismo a Rapunzel. Ella no escapa de la torre para convertirse en el premio de un hombre que ha quedado prendado de su belleza y dulzura, sino que huye para cubrir su necesidad de libertad, de explorar el mundo que la rodea. Flynn simplemente es su catalizador; él es su oportunidad para escapar de la torre para ir a la capital a ver cómo lanzan los farolillos al cielo, su mayor deseo en la vida. Un deseo muy simple pero cargado de un gran significado para Rapunzel.


¡Y hasta aquí por hoy! Espero que os haya gustado esta entrada y que os animéis a comentar si tenéis alguna aportación que quisierais hacer. Y, por supuesto, os recuerdo que podéis saber más cosas de las cinco princesas Disney restantes si visitáis el blog de Estelwen, llamado La Luz de Valinor. Estoy muy contenta por haber hecho esta colaboración, me lo he pasado muy bien y me gustaría volver a hacer un proyecto juntas en el futuro si ella quiere ^^*.

¡Hasta pronto!

lunes, 1 de agosto de 2016

El Signo del mes: Leo


¡Hola a todos!

¿Cómo estáis pasando el verano? Aquí, en tierras norteñas, parece que el sol se está haciendo de rogar, pues en lo que va de verano creo que sólo ha asomado la cara un par de veces. Menos mal que hace un poco de calorcito, porque si no esto parecería otoño, ^^U

Agosto es un mes un tanto extraño. Es el mes en el que parece que todo el mundo cierra las maletas y se va de vacaciones durante varios días. Sí, ha llegado el momento de tomarse unas merecidas vacaciones en algún lugar tranquilo y paradisíaco, o tal vez en una tierra que destaque por poseer una historia y una cultura dignas de ser vistas o reestudiadas. Es una pena que yo no pueda tener vacaciones, ya que actualmente estoy trabajando. Pero no os preocupéis por mí, que estoy muy contenta y con ganas de fundirme el primer sueldo en algo muy friki o muy loco. ¿Qué será, será?

Agosto es también la época en la que se empiezan a hacer planes para el inminente otoño. Septiembre siempre marca un antes y un después en nuestras vidas, porque salimos del estado de somnolencia del verano y nos metemos de lleno en el ajetreo del nuevo curso. Y si habéis leído uno de mis posts pasados, titulado Volaré, os daréis una idea de cuáles serán mis intenciones para este otoño. Espero que todo me vaya bien de aquí en adelante, porque tengo ganas de empezar una nueva etapa en mi vida.

¡Pero para eso todavía faltan muchos días! Todavía estamos en verano, y lo que toca para empezar bien el mes es presentaros al signo correspondiente. ¡Espero que tengáis unas estupendas vacaciones! Y, si no os vais de vacaciones a ningún lado, procurad disfrutar igualmente de lo que queda del verano, que seguro que os lo merecéis!



Leo




Símbolo zodiacal: León

Duración: Del 21 de julio al 20 de agosto

Elemento: Fuego

Planeta: Sol

Signo opuesto: Acuario


El mito de Heracles, uno de los más conocidos y divulgados en la Antigua Grecia, ha generado muchos pequeños mitos cuyas referencias todavía podemos reconocer a día de hoy, y el origen del signo de Leo nos lleva de nuevo a repasar las aventuras del gran héroe griego. Como castigo por haber matado a su mujer y a sus hijos en un arranque de locura, Heracles acudió al Oráculo de Delfos. Como penitencia por sus crímenes, la Sibila le dijo que tenía que llevar a cabo los diez trabajos (que después serían doce) que dispusiera Euristeo, su hermano, quien le envidiaba y deseaba su muerte. El primero de los trabajos que le mandó fue el de matar al León de Nemea, un despiadado león que aterrorizaba la región y del que se decía que tenía una piel tan gruesa que ningún arma podía atravesarla. Tras muchos y penosos esfuerzos, Heracles consiguió agarrar al animal por el cuello y estrangularle. A partir de entonces, el héroe utilizó la gruesa piel del león a modo de armadura para evitar que le hiriesen, pero Zeus elevó el alma del león a los cielos y le convirtió en una constelación para celebrar el triunfo de su hijo.

La Astrología dice que los nacidos bajo el signo de Leo son majestuosos, egocéntricos, generosos y de buen corazón. Tienen fama de ser muy protectores con los más débiles, sobre todo los niños. En opinión de los astrólogos, los Leo son tan vanidosos que sucumben fácilmente ante las alabanzas y se dejan persuadir por los halagos. Por otra parte, son creativos y apasionados. Poseen una enorme capacidad de organización y son líderes por naturaleza.

A los Leo les gustan las diversiones y pasárselo bien. Para ellos, la vida no tiene sentido a menos que se la aderece con un toque de elegancia y distinción. La vida nocturna, el juego y las fiestas forman parte del medio donde se sienten más cómodos, y además muestran cierta tendencia a la ostentación. Los Leo piensan que se merecen lo mejor, y esta convicción a menudo les lleva a conquistar cosas buenas. Les gusta hacer grandes planes y, aunque fracasen, saben ver el lado positivo de las cosas; por otra parte, esta actitud les lleva a pecar de falta de realismo en muchas ocasiones.

Entre las profesiones relacionadas con el signo de Leo están el espectáculo, las artes, la belleza, la cosmética, la inversión especulativa y el juego. Algunas celebridades nacidas bajo el signo de Leo fueron Napoleón Bonaparte, la princesa Margarita de Inglaterra, Mae West, Salvador Allende, Simón Bolívar, Emiliano Zapata, Alfred Hitchcock y Benito Mussolini.

lunes, 25 de julio de 2016

Galicia, fogar de Breogán


Hoy es 25 de julio. Hoy es el día de Galicia, el día de Santiago el Mayor, patrón de España pero con una gran vinculación a Galicia, ya que se dice que es en Compostela donde se encuentra el cuerpo del Apóstol, al que cada año acuden miles de peregrinos a visitarle y rendirle culto y respeto. Pero al margen de la religión, que dependiendo de las personas tendrá mayor o menor importancia, lo que realmente cuenta hoy es el sentimiento de orgullo que hemos de tener los gallegos. Orgullo de pertenecer a esta tierra verde y gris, orgullo de nuestra lengua y nuestro acento, orgullo de ser nosotros mismos. Para un gallego no es fácil explicar ese sentimiento tan grande de arraigo a toda una tierra y su cultura. Se dice de nosotros que nos gusta mucho darle vueltas a las cosas, y puede que ese tópico tenga su parte de razón. Pues, ¿cómo se puede expresar con palabras el abanico de emociones que inspira esta tierra antigua, verde y hermosa? La respuesta es muy sencilla: a través de un himno.

El himno de Galicia es un extracto de un poema que ha sido adaptado musicalmente a principios del siglo XX, pero hay que aclarar que no fue el primer himno que tuvo esta tierra. Antes de que Eduardo Pondal compusiese su poema "Os Pinos", Galicia tuvo como himno una marcha solemne cuyos tambores y notas de gaita tienen un marcado matiz galaico. Es una melodía hermosa que, aun sin letra, representa a la perfección lo que es el espíritu gallego, firme e indomable. Si queréis deleitaros con ella, os dejo un enlace aquí.

El himno actual, como ya he dicho, ha sido extraído del poema "Os Pinos", compuesto por Eduardo Pondal en 1886. Pondal, conocido como "o bardo de Bergantiños", fue uno de los mayores escritores que ha dado Galicia y uno de los máximos exponentes del Rexurdimento. El himno, musicalizado por el compositor mindoniense Pascual Veiga, se estrenó en 1907 en el Centro Gallego de La Habana, y un año después se convirtió en el himno oficial.

El mensaje que contiene el poema y, por extensión, el himno, es una llamada a Galicia, la nación del rey celta Breogán, a despertar y a no olvidar, a luchar por la libertad, a la unidad de todos los gallegos para que juntos cambiemos el rumbo de  Galicia. El poema empieza con dos interrogantes que se le hacen al lector sobre lo que dicen los rumorosos y las altas copas (los pinos, árbol emblemático del paisaje gallego) al rayo de luz de luna. Pondal utiliza la metáfora de los pinos para identificar al pueblo gallego, representándolo como su árbol más simbólico, y busca así unificar la Galicia actual con la histórica. La respuesta que se da, no al lector ni al poeta, sino a la propia Galicia, es que no olvide las injurias pasadas y el mal trato que se le ha dado, pidiendo que despierte de su sueño.

A continuación se hace una separación entre aquellas personas que son favorables a Galicia y a los gallegos, y a aquellas que no lo son. Los buenos y generosos entienden la voz gallega, la comprenden, simpatizan con ella. Pero aquellos que sean ignorantes, salvajes, rudos, imbéciles y oscuros de corazón jamás comprenderán lo que esta tierra y su cultura significan. Finaliza el poema con un canto de esperanza, donde se afirma que ha llegado la hora de la redención gallega y el fin de las vaguedades que la han mantenido atada. Y, por supuesto, la figura del bardo que narra las hazañas de los héroes celtas que lucharon por su independencia.

Dejaré aquí escrito el himno gallego, que podréis escuchar aquí si queréis.

¡Por unha Galicia eternamente viva, sá, próspera e fermosa!



Os Pinos

¿Qué din os rumorosos
na costa verdecente
ao raio transparente
do prácido luar?

¿Qué din as altas copas
de escuro arume arpado
co seu ben compasado
monótono fungar?

Do teu verdor cinguido
e de benignos astros
confín dos verdes castros
e valeroso chan,

non des a esquecemento
da inxuria o rudo encono;
desperta do teu sono,
fogar de Breogán.

Os bos e xenerosos
a nosa voz entenden
e con arroubo atenden
o noso ronco son,

mais sóo os iñorantes
e féridos e duros,
imbéciles e escuros
non nos entenden, non.

Os tempos son chegados
dos bardos das edades
que as vosas vaguedades
cumprido fin terán;

pois, donde quer, xigante
a nosa voz pregoa
a redenzón da boa
nazón de Breogán.



Y aquí os dejo la traducción al castellano, por si hay palabras que no habéis entendido:


Los Pinos

¿Qué dicen los rumorosos
en la costa verdeante
al rayo transparente
de la plácida luz de luna?

¿Qué dicen las altas copas
de oscura aguja arpada
con su bien acompasado
monótono zumbar?

De tu verdor ceñido
y de benignos astros
confín de los verdes castros
y valeroso suelo,

no des al olvido
de la injuria el rudo encono;
despierta de tu sueño,
hogar de Breogán.

Los buenos y generosos
nuestra voz entienden
y con arrobo atienden
nuestro ronco sonido,

pero sólo los ignorantes
y salvajes y duros,
imbéciles y oscuros
no nos entienden, no.

Los tiempos son llegados
de los bardos de las edades
que vuestras vaguedades
cumplido fin tendrán;

pues, donde quiere, gigante
nuestra voz pregona
la redención de la buena
nación de Breogán.


lunes, 4 de julio de 2016

Fortunata y Jacinta, dos historias de casadas


Fortunata y Jacinta nacieron en 1887 como personajes llenos de vida, creadas por Benito Pérez Galdós. Casi ciento treinta años desde la publicación de la novela que lleva sus nombres, y que aún hoy sigue siendo un motivo para la reflexión. Fortunata y Jacinta, dos historias de casadas; una historia de dos mujeres que Galdós utilizó para representar a la perfección dos mundos radicalmente opuestos: la alta burguesía y el pueblo llano; y con el fin de escrutar el insondable universo del alma humana y de la pasión femenina. Como marco necesario, Galdós representó el Madrid del Sexenio Revolucionario y los preámbulos de la Restauración borbónica. Toda la novela responde a la idea de Galdós de servirse de los desequilibrios sociales como pantalla para perfilar la figura de sus personajes.

Fortunata y Jacinta es algo más que una típica novela de costumbres. Son muchos los críticos que coinciden en señalar esta obra como el mejor relato de las letras españolas, después del Quijote. Pero esto es así no por la riqueza argumental, sino porque supone ante todo el retrato filosófico de la época que le tocó vivir a Galdós, un escritor que se caracterizaba por hacer de la aventura el supremo arte de la observación incansable. Contaba Galdós por entonces cuarenta y cuatro años, más de media vida en un tiempo protagonista, excepcional, de numerosos cambios sociales y políticos, de lucha con las ideas, de toda la actividad pensadora y cambiante que supuso el siglo XIX. En este escenario es donde se desarrollan las vidas de Fortunata y Jacinta.

La historia comienza en 1865, cuando doña Bárbara Arnaiz, esposa del rico comerciante de paños don Baldomero Santa Cruz, decide poner fin a los devaneos de su díscolo hijo Juan organizando su futuro matrimonio con su prima Jacinta Arnaiz. Y aunque Juanito Santa Cruz accede sin problema alguno a casarse con Jacinta, a espaldas de ésta no deja de frecuentar los brazos de Fortunata, una joven huérfana que vive con su tía, huevera y pollera, en la Cava de San Miguel. Las rupturas y reconciliaciones se sucederán a lo largo de más de diez años, tiempo que marcará irremediablemente el carácter y el destino de ambas mujeres.


Jacinta, el deseo insatisfecho

Jacinta Arnaiz representa el gran mundo de la abundancia y de la seguridad existencial, y en él se esconde, cómodamente instalada. Le asusta la fealdad y la realidad no es tan bella como se la imagina; entonces, huye. Su comportamiento se caracteriza por la corrección y la decencia, convirtiéndose en la digna depositaria del honor de su marido. Es fiel y leal, comprensiva y paciente. Acepta la vida tal y como se la han programado. La fidelidad de Jacinta es la garantía de que la estirpe de los Santa Cruz se mantendrá inalterable. No comprende el mundo de las pasiones porque éstas se le han negado durante toda su vida. Durante las largas tardes que dedica a la costura, Jacinta no manifiesta deseo ni curiosidad alguna que vaya más allá de las conversaciones domésticas. Sabe leer y escribir, pero ha leído pocos libros y lo ignora todo acerca de la geografía y la historia de su país.

En cualquier caso, Jacinta es como todas sus coetáneas: se valora a sí misma en función de su capacidad para tener descendencia y, en concreto, para darle un hijo a su marido. Jacinta es hija de una familia numerosa. Ella, que vive con el dolor de la esterilidad (un auténtico escarnio para la mujer de la época), ha tenido dieciséis hermanos de los que han sobrevivido nueve, siete de ellos mujeres. Su padre considera el hecho una auténtica «plaga» que acepta con resignación, mientras que su esposa se lo toma como una cuestión personal que debe resolver.

Tras su matrimonio con Juanito Santa Cruz, la principal preocupación de Jacinta no son tanto las reiteradas infidelidades de su esposo, sino su propia incapacidad para quedarse embarazada. Jacinta siente que necesita la maternidad para tener identidad social y, puesto que el fin inmediato del matrimonio es la procreación, si no consigue tener hijos será culpa suya. En otras palabras, que su unión legal con Juan Santa Cruz sería un completo fracaso. Del mismo parecer es Fortunata, quien considera que sin hijos no hay matrimonio, y puesto que ella le ha dado un hijo a Juanito Santa Cruz, debería ser considerada la verdadera esposa.

Cuando por fin consigue lo que tanto había deseado, un hijo de su marido, Jacinta reacciona con una dureza insospechada. Esos diez años de angustias, traiciones, remordimientos, huidas y mentiras han hecho mella en su espíritu. Jacinta, la dulce y sumisa esposa, descubre que es incapaz de sentir amor por su desleal marido, por lo que le arroja de su vida y le desprecia para siempre. El propio Juan Santa Cruz se queda perplejo por el desdén que su esposa le muestra, pero no le queda más remedio que someterse. Jacinta asume un matriarcado real aunque no oficial en el que Juanito Santa Cruz queda relegado a un papel meramente decorativo. Cierra la puerta de la esperanza para sí misma y se entrega devotamente al hijo de su antagónica Fortunata. Del matrimonio solo queda la fachada por conveniencias sociales, algo que todo el mundo sabe, por lo que nadie se llama a engaño.


Fortunata, el amor sin barreras

Fortunata Izquierdo es el pueblo llano, el pueblo pobre, ignorante, sano y basto, lleno de vida y de pasiones verdaderas, al que acude el cómodo y parásito Juanito Santa Cruz para tomar de él todo aquello de lo que carece su propio mundo, rico y avasallador. Juanito conoce a Fortunata y mantiene una relación sentimental estable que se rompe cuando el niño de papá se casa con su prima Jacinta. No obstante, meses después vuelve a buscar la pasión de Fortunata, que ella le entrega de buena gana.

Fortunata representa a la española urbana y de clase baja que tiene que ingeniárselas para poder salir adelante. Es una mujer pobre y analfabeta, pero con grandes cualidades. El valor, el afecto y la sinceridad son virtudes que en ella se dan de forma espontánea. Su comportamiento, no obstante, podría ser calificado de no convencional, ya que se deja llevar por las pasiones, pero no exclusivamente. Disfruta exhibiéndose en compañía de su amante, al que reconoce amar con todo su corazón, pero al mismo tiempo acepta casarse con el enfermizo Maximiliano Rubín con el ánimo de llegar a ser considerada «una buena esposa». Fortunata no cree ser inmoral, puesto que respeta a su marido al no engañarle con falsas declaraciones de amor, que sí reserva para su amante. Ella defiende los impulsos del corazón y rechaza lo que socialmente está bien visto. Y, al igual que su rival Jacinta Arnaiz, se valora a sí misma en función de su capacidad para tener descendencia.

Ya hemos hablado de la importancia que tenía la maternidad para las mujeres de la época que refleja Benito Pérez Galdós, importancia que llegaba al extremo de otorgarle auténtica identidad social a las mujeres. Fortunata va un poco más lejos: ella considera que sin hijos no hay matrimonio, y puesto que ha sido capaz de darle un hijo a Juanito Santa Cruz, ella debe ser considerada la verdadera esposa. Así pues, desde su punto de vista, la unión legal entre Juanito y Jacinta es un fracaso.

La falta de represión que caracteriza a Fortunata le impide representar el papel de mujer decente y correcta propio de Jacinta. En el interior de Fortunata luchan sentimientos encontrados: por un lado, reconoce que Jacinta es mejor que ella; pero por otro, siente la injusticia de su situación, ya que ella había conocido antes a Juanito Santa Cruz pero su condición social le había impedido casarse con el hombre que amaba. Su complejo de inferioridad es tan grande que solo consigue exorcizarlo cuando se repite una y otra vez que ella puede ser madre y Jacinta no.

Finalmente, Fortunata consigue sentirse orgullosa de sí misma al renunciar a su hijo y entregárselo a Jacinta. Después de enterarse, nada más dar a luz, de que Juanito Santa Cruz ya tiene a otra mujer con la que entretenerse, va en busca de la nueva amante y la emprende a puñetazos y patadas con ella a modo de venganza. La pelea le hace perder mucha sangre y su vida se extingue poco a poco. Pero la cercanía de la muerte le hace ver las cosas de otra manera; su rencor hacia Jacinta desaparece y le entrega el hijo del que ella ya no puede ocuparse. Es su manera de reconciliarse con Jacinta y consigo misma.




La gran novela de Galdós finaliza con el entierro de Fortunata y la reclusión en el manicomio de su marido, Maximiliano Rubín. Aquí también acaban las historias de todos los demás personajes de la novela, personajes que podrían haber dado lugar a otro proceso narrativo de la misma extensión y riqueza. Todos existen porque, de algún modo, son reales, cotidianos, personas que podríamos conocer del día a día.

Juan Santa Cruz, marido de Jacinta y amante de Fortunata. Hijo único de un matrimonio de ricos comerciantes de paños, consentido, caprichoso, irresponsable, egocéntrico e incapacitado para el amor. Infiel y desleal con sus mujeres porque constantemente huye de sí mismo.

El loco e insigne «barón» don José Ido del Sagrario, aspirante a escritor, madrileño y pobre. Personaje que conoció Galdós en la vida real y del que se dice que fue la inspiración de don Benito para escribir su relato.

Doña Guillermina Pacheco, la santa, virgen y fundadora, como la describe su autor. Auténtica rata eclesiástica que siempre va en busca de personas necesitadas de su caridad. Intermediaria interesada entre los dos mundos irreconciliables de Fortunata y Jacinta.

Doña Lupe, la de los pavos, la tía política de Fortunata. Burguesa con más aspiraciones que posibilidades, astuta y de buen corazón en el fondo. Avara y prestamista y con una personalidad que oscila entre la bondad y la mezquindad, que le da un toque muy atractivo a este personaje.

Maximiliano Rubín, el enfermizo e inútil marido de Fortunata. Débil, incapaz, dependiente de los cuidados ajenos hasta el hartazgo, auténtico mártir de la historia.

Mauricia la Dura, la única amiga de Fortunata. Personaje marginal, agresiva y tierna a la vez. Víctima indefensa de las tremendas desigualdades sociales que ella nunca quiso aceptar.

Y don Evaristo Feijoo, curioso personaje que aparece y desaparece discretamente de la novela. Es casi unánime la opinión de que Benito Pérez Galdós se representó a sí mismo en este personaje. Irónico, solterón, viajero, librepensador, anticlerical y aficionado a la mujer. Su paso por la novela sirve como pretexto para poner de manifiesto algunas de las ideas del autor acerca de la vida, la política, la sociedad y el amor.


Se creerán estos tontos que me engañan. Esto es Leganés. Lo acepto. Lo acepto y me callo en prueba de la sumisión absoluta de mi voluntad a lo que el mundo quiera hacer de mi persona. No encerrarán entre murallas mi pensamiento; resido en las estrellas. Pongan al llamado Maximiliano Rubín en un palacio o en un muladar, lo mismo da.

Madrid, junio de 1887


Así finalizó Galdós su enorme relato. La locura del débil Maximiliano Rubín pone punto y final a un mundo depredador para quien se permite el error de dudar y de amar sin límites racionales. Así termina la historia de Fortunata y Jacinta, dos mujeres que jamás existieron y nunca habrían podido encontrarse, ya que el abismo que las separaba era demasiado grande. Pero quizás, y solo quizás, el hijo que Fortunata le entregó a Jacinta podría haber sido la piedra de toque que marcara el inicio del fin de las desigualdades sociales que constantemente se han denunciado a lo largo de la novela. Nunca podremos saberlo.

viernes, 1 de julio de 2016

El Signo del mes: Cáncer


¡Hola a todos!

¿Qué tal os va, queridos lectores? ¿Pasando un buen verano? Yo aquí sigo, al pie del cañón, pero con muy buenas noticias para compartir con vosotros. La primera es que he aprobado los exámenes de inglés, así que ya puedo presumir de tener el Nivel Avanzado. Sólo necesito ir a buscar el título y ya podré ponerlo con letras bien grandes en el currículum! ^^* La segunda noticia es que he encontrado un trabajo de verano que me va a venir de perlas para ahorrar un poco y para obtener experiencia laboral, que falta me hace. Así que es posible que tal vez tarde en postear por aquí, porque me va a tomar más tiempo redactar los artículos y subirlos, aunque confío en que no haya retrasos muy notables. ¡Deseadme suerte!

Mientras tanto, como cada principio de mes, os dejo con el signo que corresponde a los nacidos en julio.


Cáncer




Símbolo zodiacal: Cangrejo

Duración: Del 21 de junio al 20 de julio

Elemento: Agua

Planeta: La Luna

Signo opuesto: Capricornio


Para conocer el origen del signo de Cáncer, tenemos que volver a la mitología griega, en concreto al mito de Heracles. Como todos sabéis, Heracles se vio obligado a realizar doce trabajos como penitencia por haber asesinado a su esposa y a sus hijos en un ataque de locura. De entre los trabajos que le ordenó llevar a cabo su hermano Euristeo, uno de ellos fue el de matar a la Hidra de Lerna, un monstruo acuático con forma de serpiente de nueve cabezas. Cuando la diosa Hera supo que se le había encargado este trabajo, decidió enviar un cangrejo gigante para complicar la labor del héroe. El cangrejo pinzó el talón de Heracles; sin embargo, el héroe no se arredró y aplastó al crustáceo con el otro pie. Hera, que despreciaba a Heracles por ser uno de los muchos hijos ilegítimos de su marido, recogió los restos del cangrejo y los elevó a los cielos, convirtiéndole en la constelación de Cáncer.

Los astrólogos consideran a los nacidos bajo el signo de Cáncer como personas afectuosas, emotivas, sensibles, resistentes al cambio y amantes del hogar. Debido a la influencia de la Luna, es normal que los Cáncer experimenten grandes cambios de humor con frecuencia. Se dice que también son artísticos, dueños de una gran imaginación y una memoria muy desarrollada. Y, al igual que otros signos de agua, los Cáncer son más conscientes de cómo se sienten que de lo que piensan.

De acuerdo con los astrólogos, los Cáncer poseen una habilidad muy desarrollada para sentir las emociones y necesidades de los demás, lo que les convierte en personas comprensivas y bondadosas, a menudo bien parecidas y de trato fácil. Se les considera grandes defensores de la familia y deseosos de seguridad. Eso sí, también suelen retraerse sobre sí mismos en busca de protección, sobre todo cuando alguien es crítico con ellos.

Entre las actividades asociadas a este signo están las relacionadas con las tareas domésticas, como la hospitalidad, la cocina, el cuidado de los niños, la administración inmobiliaria, la escritura, la traducción y otros trabajos que requieran imaginación.

Entre los personajes célebres que han nacido bajo el signo de Cáncer tenemos a Rembrandt, Ringo Starr, Enrique VIII, Julio César, Ernesto Sabato, Frida Kahlo y Barbara Stanwyck.