domingo, 3 de junio de 2018

Mystic Messenger Stories: La historia de Jaehee


¡Hola a todos!

¡Y sí, habéis leído bien! Aprovechando que el pasado mes de mayo me dieron vacaciones en el trabajo, decidí tomarme un largo y merecido descanso, que buena falta me hacía. Y debo decir que el mes de mayo fue, sin duda, uno de los más felices que tendré este año, ya que se cumplieron todos mis planes, me he reencontrado con personas maravillosas, hice todo tipo de cosas divertidas y, cómo no, conseguí relajarme y regresar con más energía que nunca. Puede que os haga una crónica de mi viaje dentro de unos días, cuando me acostumbre otra vez a la rutina del trabajo y encuentre tiempo para escribir otra vez, pero eso quizá dentro de unos días.

Lo que sí os quiero traer hoy es la continuación de una saga que empecé el año pasado y que por motivos laborales me he visto obligada a posponer muy a pesar mío. ¡Sí, amigos, vuelvo a la carga con Mystic Messenger, nuestro juego otome favorito! Ya os he dicho que el mes de mayo iba a aprovecharlo al máximo, ¿verdad? Pues también lo he dedicado a retomar los pasatiempos que antes no podía llevar a cabo por falta de tiempo, y el Mystic Messenger estaba entre ellos. Si recordáis, el año pasado solo me dio tiempo a hacer cuatro de las cinco primeras rutas del juego. Gracias al éxito del juego, la empresa desarrolladora Cheritz ha añadido a petición popular dos rutas más: la de V y la de Saeran/Ray, pero resulta que para desbloquear esas rutas necesito la friolera de 550 relojes de arena, cosa que solo conseguiría pagando o jugando una media de diez partidas cada una de once días completos y procurando no perder relojes por el camino.

Sin embargo, me quedaba pendiente de hacer una de las rutas canon: la de Jaehee. La fui dejando para el final porque no me parecía una ruta demasiado profunda ni interesante, así que les di prioridad a las otras rutas y acabé olvidándome de la ruta de Jaehee. Pero esta vez fue la mía y no perdí la ocasión de llevar a cabo la ruta que me faltaba, y la verdad es que no podría haber quedado más contenta. Me lo he pasado tan bien haciendo la ruta de Jaehee que ahora lamento haberla postergado tanto.

Por lo tanto, como ya la he terminado y he sacado el mejor de los finales, os voy a dejar por aquí su historia para que la leáis y disfrutéis, ^^*


Jaehee




Jaehee Kang es una joven de 26 años que trabaja como secretaria y asistente personal de Jumin Han, el director de la C&R International. Es una chica de carácter serio y formal, un tanto frío en ocasiones, lo que ha llevado a sus compañeros de la RFA a que la vean como una especie de robot sin emociones que se dedica a darles la charla cuando cometen un error. Pese a todo, Jaehee es sensible, amable y atenta, puesto que todo lo que dice y hace se debe a su genuina preocupación por el bienestar de sus compañeros. Entre sus aficiones están la lectura, navegar por internet, practicar judo (es cinturón negro) y deleitarse viendo una y otra vez los DVD de los musicales de Zen, del que es su fan número uno.


Biografía

Al igual que el resto de miembros de la RFA, la vida de Jaehee tampoco ha sido un camino de rosas y los acontecimientos de su más tierna juventud dejaron en su corazón una marca muy profunda. Su madre, yendo en contra de los deseos de su familia, se casó con un hombre veinte años mayor que ella, con el que más tarde tendría a Jaehee. La infancia de la muchacha quedaría marcada por la temprana muerte de su padre a raíz de una enfermedad para la que no se encontró la cura a tiempo; poco después, cuando Jaehee cursaba la secundaria, su madre falleció en un accidente de tráfico. Así, de repente, Jaehee se encontró completamente sola a merced de unos parientes que no sabían qué hacer con ella.

Al final, Jaehee encontró cobijo en la casa de sus tíos, aunque nunca se sintió querida en aquel hogar. La esposa de su tío, ajena a la tristeza de su situación, la veía como una carga de la que estaba ansiosa por desembarazarse a cualquier precio. Pese a que Jaehee no daba problemas y sacaba unas notas excelentes, su tía estaba deseando que encontrara un trabajo y se fuera de casa de una vez. No la sentía como parte de su familia ni estaba dispuesta a mantenerla por más tiempo. Por suerte, Jaehee se graduó con unas notas tan brillantes que pudo optar a una beca de estudios para la universidad, donde sus calificaciones fueron tan sobresalientes que terminó la carrera un año antes de lo previsto.

Ahora que había superado con éxito la universidad, quedaba el asunto de encontrar un trabajo. Jaehee no era ajena a la animadversión que le profesaba su tía y estaba deseando emanciparse. A la edad de 24 años, Jaehee se había convertido en una mujer fría, gris y anodina que apenas sonreía y que parecía resignada a tomar de la vida lo que todos esperaban que tuviera: un trabajo y su propia familia. Por mediación de V, el cofundador de la asociación benéfica RFA, Jaehee consiguió trabajo en la C&R International y se puso a las órdenes de Jumin, quien la aceptó como su asistente únicamente porque su aspecto formal y casi andrógino no le inspiraba la menor atracción física. Con todo, no se equivocó en su elección. Durante dos años y medio, Jaehee demostró ser la asistente perfecta. Su entrega absoluta al trabajo y su capacidad para llevar los asuntos de la compañía de la manera más ordenada y eficiente la convirtieron en una pieza casi indispensable dentro de la C&R.



Cuidando de Elizabeth Tercera

A esas alturas, se podría decir que Jaehee ya lo había conseguido todo. Había cumplido con lo que se esperaba de ella y había conseguido un trabajo muy bien pagado que le permitía vivir sola con comodidad. Sin embargo, Jaehee no era feliz. Aunque participaba activamente en la RFA y se sentía bien ayudando a otras personas menos favorecidas, la vida de Jaehee era tan vacía que no hallaba placer alguno en ella. Había perdido el contacto con sus familiares y no tenía pareja ni amigos íntimos a los que abrir su corazón. Todo eso cambió cuando el messenger de la RFA sufrió la intrusión de un hacker misterioso y MC entró en su vida.

La manera tan abrupta de ingresar de MC no gustó nada a Jaehee, y por eso no sorprende que sospechara de la recién llegada y tardara en darle un voto de confianza. Poco amiga de los cambios, sobre todo si estos eran demasiado bruscos, Jaehee tenía el presentimiento de que la presencia de MC solo causaría problemas y desestabilizaría a la RFA. Como de costumbre, sus compañeros masculinos ignoraron sus advertencias, y Jaehee pensó que tendría que resignarse a aceptar a aquella desconocida contra su voluntad. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa cuando MC hizo ademán de acercarse a ella para conocerla mejor y tratar de ser su amiga. Confundida, Jaehee apenas supo cómo reaccionar. Era la primera vez en su vida que alguien le demostraba tanta amabilidad.

La llegada de MC a la RFA hizo que todos los miembros de la asociación sintieran curiosidad por aquella chica a la que todavía no conocían en persona. Fiel a su galantería con las mujeres, Zen era el que parecía más interesado en acercarse a MC, algo que llenó de inquietud a Jaehee. Como fan declarada de Zen, Jaehee temía que la desconocida empezara a implicarse emocionalmente con su ídolo y que entre ambos se iniciara una relación romántica que, a juicio de Jaehee, podría traer problemas al actor e incluso repercutir en su exitosa carrera. Pero MC alivió sus temores cuando le aseguró que solo estaba interesada en Zen como actor, no como pareja. Así, Jaehee descubrió que MC no solo no suponía una amenaza para la estabilidad del grupo, sino que también podía ser una buena amiga con la que disfrutar de los musicales de Zen.

Pero Jaehee apenas tenía tiempo para ver los DVD de las actuaciones de su idolatrado Zen, y mucho menos para gastarlo en cultivar su reciente amistad con MC. Su trabajo no aceptaba demoras y tenía que ocuparse de muchos asuntos de la C&R. Para más inri, Jaehee se sintió completamente desbordada cuando Jumin empezó a encargarle cada vez más proyectos que le quitaban tiempo libre y hasta le impedían dormir las horas que necesitaba. No obstante, había un proyecto que tenía cierto interés para Jaehee, y ese era el de la franquicia cafetera que tenían previsto establecer en la C&R. Como amante del café, el sueño de Jaehee siempre había sido el de trabajar en una pequeña cafetería y preparar el café a la manera tradicional, aunque dándole su toque personal con distintas mezclas y sabores nuevos. Pero con el tiempo había desechado aquel sueño por considerarlo inviable y porque en el fondo estaba desanimada y no se atrevía a arriesgarse para llevarlo a cabo por falta de apoyo.



Un merecido descanso

A toda esta presión vino a sumarse otro inconveniente, y fue que Zen tuvo un percance durante los ensayos de una nueva coreografía y se lesionó un tobillo, debiendo guardar reposo durante varios días por orden del médico. Aunque Zen insistía en que no necesitaba ayuda, sí le insinuó a MC que no le importaría que ella fuera a su casa a hacerle una visita. Jaehee volvió a preocuparse, y le dolió especialmente que Zen ignorase sus sentimientos y se centrara tanto en la desconocida. Pero la reacción de MC volvió a sorprenderla para bien, pues la chica rechazó la propuesta de Zen asegurando que nadie cuidaría mejor de él que Jaehee, a la que admiraba por su bondad y su genuina preocupación por los demás. Fue tal su poder de convicción que Zen aceptó la propuesta, y Jaehee acudió muy ilusionada a la casa de Zen para ayudarle en todo lo que necesitara.

Al final la idea de MC dio resultados muy positivos. Zen no estaba especialmente unido a Jaehee, pero al pasar el día con ella descubrió que estaba muy a gusto en su compañía y le dio las gracias por haber ido a verle. Pero Jaehee no podía disfrutar del todo la compañía de Zen, puesto que tenía mucho trabajo pendiente de hacer, y más aún desde que Jumin le había encargado la planificación de un nuevo hotel para gatos que quería crear con la imagen de su gata Elizabeth Tercera como marca corporativa. Jaehee trabajó día y noche para llevar a cabo ese proyecto, lo que llamó la atención de MC. La chica pensaba que Jumin estaba abusando de Jaehee al hacerla trabajar tanto y le acusó varias veces de no pensar en ella ni en su estado de salud. Pero Jumin hizo oídos sordos a las críticas de MC e insistió en que todo se hiciera según él lo decía, algo que Jaehee no tuvo más remedio que aceptar, resignada a su suerte.

MC no estaba dispuesta a tirar la toalla tan pronto. Comprendió que la falta de apoyo moral había provocado que Jaehee tuviera una autoestima muy baja, llegando incluso a considerarse una esclava. Incapaz de ver así a su amiga, MC decidió ser la roca sobre la que Jaehee pudiera sostenerse, y con el paso de los días se convirtió en su más fiel amiga y compañera. Jaehee descubrió que MC no tenía más que buenas palabras para ella: la apoyaba, le daba ánimos, le deseaba toda la felicidad del mundo… pero lo más importante era que la conminaba a perseguir sus sueños costaran lo que costaran. Y, si en algún momento tenía dudas o sentía que su ánimo flaqueaba, MC se encargaría de ayudarla a levantarse y continuar.

El entusiasmo de MC tuvo, además, otra repercusión positiva dentro de la RFA. Aunque hasta el momento ninguno de los chicos le había prestado la menor atención a los sentimientos de Jaehee, gracias a MC empezaron a verla con otros ojos. Todos se dieron cuenta del gran trabajo que hacía su compañera, más del que le correspondía, para asegurarse de que todos se sintieran cómodos y felices. Seven y Yoosung, con su habitual buen humor, empezaron a animar a Jaehee tal como hacía MC, y hasta le ofrecieron su ayuda para aligerar un poco su trabajo. Y Zen decidió mostrarle su agradecimiento comprándole un regalo que a Jaehee le hizo mucha ilusión: un molinillo de café.



"Sigue tu felicidad"

Poco a poco, empezó a operarse un cambio en el corazón de Jaehee. Motivada por el inmenso apoyo de sus amigos, se dio cuenta de que llevaba años cargando con el peso de unas responsabilidades que no quería seguir aguantando. Había hecho todo lo que se esperaba de ella y aun así no era feliz; solo había empezado a sentir lo que era la felicidad al conocer a MC y escuchar sus amables palabras, como le dijo a Zen en un arranque de sinceridad. Zen se alegraba de saber que Jaehee estaba un poco mejor pero le dijo que eso no era suficiente. Si de verdad quería ser feliz, tendría que luchar por lograr lo que realmente quería, y se puso a sí mismo como ejemplo. Zen no tuvo el apoyo de su familia cuando decidió dedicarse al mundo del teatro, pero él luchó para salir adelante y lo consiguió, y sabía que Jaehee también lo conseguiría con la ayuda de todos. Y fue entonces cuando Jaehee tomó una decisión que cambiaría su vida por completo.

A pocos días de la fiesta benéfica que la RFA estaba organizando, Jaehee le dijo a Jumin que no podía encargarse de realizar el proyecto del hotel para gatos por diversas razones: porque ya tenía mucho trabajo, porque el proyecto no iba a aportar demasiados beneficios a la empresa y, principalmente, porque no tenía la menor motivación para exponerlo ante los inversores. Ante esta declaración, Jumin montó en cólera y le ordenó que dejara esa actitud e hiciera lo que se le ordenaba. Según él, a Jaehee no se le pagaba para que estuviera interesada en un proyecto, sino para que obedeciera y lo llevara a cabo. Estas palabras, que tan solo dos días atrás la habrían hecho retroceder, ahora no surtieron el menor efecto en Jaehee. Estaba decidida a vivir la vida a su manera y, por desgracia para Jumin, eso implicaba dejar el trabajo que tanto la estresaba y labrar su propio destino tal como siempre había soñado.

Es fácil imaginar la indignación de Jumin ante estas palabras, pero es posible que le doliera más el hecho de ver que no tenía poder alguno sobre la decisión de Jaehee. Su despido inminente no la hizo cambiar de opinión y tampoco las reiteradas amenazas de que, como no cambiara de parecer, lo lamentaría tarde o temprano. Jaehee se había aferrado a las máximas de MC y quería llevar a cabo su sueño con ella. Furioso, Jumin acusó a MC de haberle metido ideas extrañas en la cabeza a su empleada, y también cargó contra Seven por haberse prestado a ayudar a Jaehee con el proyecto del hotel felino (Seven preparó la exposición para los inversores y creó el logo del hotel sin utilizar la imagen de Elizabeth Tercera, lo que enfureció todavía más a Jumin). A modo de venganza, Jumin le robó a Seven uno de sus coches deportivos y se dio a la fuga; el resultado fue que, al ser un pésimo conductor, tuvo un accidente del que por fortuna salió ileso, pero el coche quedó completamente destrozado.

Jaehee acudió en ayuda de Jumin a pesar de sus protestas, y no se marchó hasta que no tuvo el convencimiento de que estaba bien. Una vez solo, Jumin recibió la visita de V, que había vuelto del extranjero para ayudar a Seven a resolver el asunto del hacker que se había infiltrado en el chat, y se había detenido un momento en casa de su mejor amigo para darle una triste noticia: tenía cáncer de hígado en fase terminal y le quedaba poco tiempo de vida. Esta revelación desbordó por completo a Jumin, que se encaró con su amigo y le acusó de estar mintiéndole, de estar interpretando una farsa cruel. Sea como fuere, V le pidió que se ocupara de la RFA cuando él se fuera y que disculpara su ausencia ante todos.

Mientras Jumin trataba de asimilar los últimos acontecimientos, el resto de miembros de la RFA se preparaba para la fiesta benéfica. Zen y Yoosung tuvieron por fin la oportunidad de conocer en persona a MC y de darle la enhorabuena por haber hecho tan bien su labor. Jumin tardó en llegar, y cuando vio a MC le dijo que tenía que hablar con ella de un asunto privado. Una vez a solas, Jumin le hizo una oferta inesperada: le ofreció un puesto de trabajo como su asistente, el mismo que había tenido Jaehee. Pero antes de que MC tuviera tiempo para pensarlo, Jaehee tomó el micrófono y anunció a todos los presentes que Jumin Han estaba buscando una nueva asistente, lo que provocó que el empresario se viera asaltado por una horda de mujeres que querían entregarle sus currículos, de modo que él no tuvo más remedio que escapar.

Una vez pasado el aluvión de candidatas, Jaehee se acercó a MC y le comunicó el proyecto que tenía pensado llevar a cabo: montar una pequeña cafetería. A lo largo de dos años había conseguido ahorrar bastante dinero y pensaba utilizarlo para levantar su nuevo negocio, pero todavía le faltaba una cosa: alguien con quien cumplir ese sueño. Con una sonrisa radiante, Jaehee le dio las gracias a MC por estar siempre a su lado y le ofreció la llave dorada del local que había adquirido. Era su manera de pedirle que fuera su compañera y trabajara junto a ella.



¡Bienvenidos!

Seis meses después, las cosas han cambiado bastante en la RFA. La principal novedad es que Jumin ha contratado a Yoosung para que sea su asistente personal, a pesar de que no tiene experiencia. Sin embargo, las imposiciones de Jumin le hacen ganar soltura a marchas forzadas, pero ahora Yoosung está tan ocupado que apenas tiene tiempo para sus estudios. Sin embargo, ese día dejan de lado sus trabajos para ir a la cafetería que han abierto Jaehee y MC. Todavía dolido por lo ocurrido, Jumin protesta y no parece impresionado por el local, pero los demás están entusiasmados. Al entrar en la cafetería, MC sonríe a los recién llegados mientras una radiante Jaehee les da la bienvenida.


Personalidad

Sin lugar a dudas, Jaehee es el personaje que ofrece la impresión más negativa de Mystic Messenger, y por eso no es de extrañar que sea tan impopular entre sus propios compañeros. Seria, fría, desapasionada, Jaehee da la impresión de ser una especie de muñeca autómata o un robot sin emociones. Vive para trabajar, no tiene amigos cercanos y no hay nada que la entusiasme demasiado, exceptuando quizá los musicales de Zen. En su trabajo es muy profesional: respeta los horarios al milímetro, cumple todos los requisitos que se le exigen y siempre piensa en la productividad de la empresa para la que trabaja, tal como se espera de ella. Su aspecto físico es tan sobrio como ella: pelo muy corto, ropa formal de color marrón y unas discretas gafas que le dan un toque intelectual. Todo en Jaehee está pensado para dar una imagen de la más estricta profesionalidad.

Sin embargo, bajo ese disfraz de perfecta secretaria Jaehee oculta una personalidad dulce y amigable que está deseando aflorar. Ella no destacará por ser una persona extrovertida y de grandes demostraciones de afecto, pero se la conocerá por los pequeños detalles. Es una mujer muy madura y juiciosa, conocedora de las dificultades que se presentan en la vida y bastante pragmática a la hora de actuar, pero sabe ser cálida cuando la situación lo requiere y siempre tiene buenos consejos que sus compañeros consideran aburridos, aunque en realidad saben que Jaehee tiene las mejores intenciones para con ellos. Otro detalle importante a tener en cuenta es que Jaehee es la que suele ir a cuidar de sus compañeros cuando se ponen enfermos, tal como haría una madre con sus hijos.

En sus relaciones, Jaehee se muestra como una mujer distante y poco dada a expresarse abiertamente. Considera el amor como un conjunto de emociones con fecha de caducidad, pensamiento que comparte con Jumin; de ahí que, sobre todo al principio, veamos a Jaehee como una versión femenina de Jumin. Sin embargo, Jaehee es mucho menos materialista que su jefe y, desde luego, menos partidaria de trabajar sin descanso los siete días de la semana, lo que no quita que quiera un orden en su vida. En su mundo particular, todo está perfectamente ordenado siguiendo un patrón, lo que le deja muy poco margen de reacción cuando sucede algo que se sale de la norma. Su apatía sentimental le hace imposible poner de manifiesto sus emociones de la forma que a ella le gustaría, algo a lo que parece haberse resignado desde hace tiempo y que a la larga la ha distanciado del grupo y le ha dado una imagen de mujer fría y sin sentimientos.

La llegada de MC será muy positiva para Jaehee. Aunque al principio sospecha de la desconocida, al darse cuenta de que la chica se preocupa sinceramente por ella y siempre le brinda todo su apoyo, Jaehee cambiará de parecer. Su ruta no está orientada hacia el amor romántico como las de los chicos, sino hacia el desarrollo de una buena amistad, que es lo que Jaehee más desea en este mundo, incluso más que una relación amorosa. Para ella no ha habido mayor logro que saber enfrentarse a todos los que esperaban que llevara una vida ordenada y perfecta para luchar y salir adelante por cumplir su sueño de montar una cafetería. Y, por supuesto, siempre al lado de su mejor amiga.



Do you want to be my best friend?

¡Y hasta aquí hemos llegado, amigos! He estado pensando en alargar un poco más la racha Mystic Messenger y traeros los finales secretos de la historia original, es decir, los que van después de la ruta de Seven. Si me veo con ánimo y tiempo, os los subo para que les echéis un ojo. Anhyooo!

viernes, 1 de junio de 2018

La leyenda del mes: La villa anegada


¡Hola a todos!

Madre mía, un mes entero sin publicar entrada... La verdad es que se me ha pasado por completo. Como este mes me lo he tomado de vacaciones y he estado de aquí para allá sin parar, pues se me ha olvidado escribir entradas para el blog. Pero no he desaprovechado el tiempo, pues me he dedicado a poner en orden las ideas para mi novela, corregir detalles que se me habían pasado y elaborar un contexto más detallado. ¡Y he empezado por fin a escribirla tal y como yo quiero! Voy poco a poco y sin prisa porque quiero hacerla bien, pero ahora quiero continuarla sin detenerme más que para tomarme algún descanso. He vuelto a mi rutina de trabajo con las pilas bien cargadas y con ganas de hacerlo todo lo mejor posible. Deseadme suerte! ^^*

Y, para empezar el mes, os voy a dejar una leyenda de mis preferidas por tocarme bastante cerca, pues se dice que esta leyenda tiene su origen en una playa que me queda muy cerca de casa y a la que voy todos los veranos siempre que puedo.

¡Espero que os guste!


La villa anegada




Cuentan las historias que hace mucho, muchísimo tiempo, había en Viveiro una villa situada en las cercanías de la playa de Area, a orillas del mar Cantábrico. Allí, reluciente y dichosa, la villa de Estabañón prosperaba y vivía una época de lujo y bienestar gracias a la riqueza que proporcionaban el mar y la tierra. Las casas eran pequeñas pero buenas y bien amuebladas, y sus habitantes se ataviaban con telas muy ricas y joyas de gran valor. Comían manjares exquisitos todos los días y se distraían gozando de divertidos espectáculos. Todo allí era cantar, bailar y reír.

Pero ocurre que el exceso de lujo y ocio convirtió a las gentes de Estabañón en seres egoístas, pendencieros y vanidosos. Sus vidas eran tan vacías que los vecinos discutían entre ellos por cualquier menudencia. Para ellos no había nada más importante que comer bien, vestir bien y pasarlo bien. No se preocupaban de las desgracias del prójimo ni sentían compasión por nadie. Por eso, como sucedió con Sodoma y Gomorra, Dios quiso tentarlos para ver hasta dónde llegaba la negrura de sus corazones.

Una mañana de invierno, dicen que el Señor se encarnó en la figura de un mendigo y apareció a las puertas de la villa de Estabañón. Vagó por sus callejuelas y comprobó con pesar la riqueza excesiva de la que hacían gala aquellas gentes y de la vanidad que les anegaba el alma. Pero quizá había entre ellos alguien de buen corazón que quisiera compartir su riqueza con un pobre mendigo que pidiera un mendrugo de pan para saciar su hambre.

En una plaza, el Señor vio a un zapatero que volvía a su taller cargando con un cesto lleno con toda clase de frutos. Entonces, acercándose a él con humildad, le pidió al zapatero que le diera, por amor a Dios, un trozo de pan, aunque fuese del pan que le hubiera sobrado del día anterior. El zapatero, que andaba inmerso en sus cavilaciones, se enfureció con el mendigo por haberlo distraído y, con rabia, le arrojó una piedra para ahuyentarlo.

Y entonces llegó el castigo. Con el corazón lleno de amargura y voz firme, el Señor bramó: ¡Arrevírate vila, o d'abaixo para riba! (¡Date la vuelta villa, lo de abajo para arriba!). Y una terrible vaga de mar asoló de manera implacable aquella ciudad mezquina, y todos sus moradores, las casas y las riquezas acumuladas quedaron sumergidas bajo la arena. Pero cuenta la leyenda que, en los días en los que hay un buen sol, se pueden ver desde ciertos lugares las torres de las iglesias y, a veces, escuchar el tañido suave de sus campanas.


Espero que os haya gustado. ¡Hasta pronto!

martes, 1 de mayo de 2018

La leyenda del mes: La enamorada cautiva


¡Hola a todos!

¡Y bienvenidos al que seguramente será el mes del año más feliz para mí! Sí, amigos: ¡Por fin me han dado vacaciones en el trabajo! Llevaba mucho tiempo esperando estas vacaciones, y os juro que las voy a disfrutar todo lo que pueda. Estas últimas semanas han sido un poco estresantes en mi trabajo y estaba deseando tener unos días libres seguidos para poder dedicármelos a mí misma y a hacer las cosas que más me gustan, y una de ellas es hacer un viajecito a dos lugares que me gustan mucho: Santiago de Compostela y Valencia. ¿Qué aventuras me esperan allí? No tengo ni idea, pero estoy segura de que van a ser unos días maravillosos y los voy a pasar en compañía de personas a las que quiero con todo mi corazón. ¡Deseadme un buen viaje! ^^*

Mientras tanto, os voy a dejar por aquí la leyenda gallega que abrirá el mes de mayo. ¡Espero que os guste mucho!


La enamorada cautiva




Nelda era una hidalga dulce y gentil, una hermosa muchacha de cabello radiante como el oro bruñido y ojos tan verdes como el fondo de una mansa laguna. Por su mano suspiraban decenas de jóvenes pretendientes que ansiaban tenerla por esposa, pero Nelda solo tenía ojos para Paio, el hijo más joven del conde don Suero, un muchacho esbelto y garrido que correspondía con idéntico amor a la hidalguiña. Ambos esperaban con ansia el feliz día en que habrían de convertirse en marido y mujer.

Pero ocurrió un acontecimiento terrible que dio al traste con su felicidad, pues llegaron noticias de que un gran ejército musulmán, comandado por el temible Almanzor, avanzaba sobre Galicia destruyendo aldeas, villas y todo lo que se encontraba a su paso, sembrando la muerte y arrebatando todo lo que se le antojaba, incluyendo a las doncellas más hermosas de aquella tierra para aumentar sus ya dilatados harenes.

Los hombres se aprestaron a las armas para defender el territorio y las mujeres huyeron y trataron de encontrar refugio en otros lugares, pero de nada les sirvió tanto empeño, pues los jinetes árabes arrasaron los ejércitos de hidalgos e infanzones con tanta facilidad que en poco tiempo se hicieron dueños de las tierras gallegas. Una vez finalizadas sus rapiñas, emprendieron el camino de vuelta llevando consigo un gran número de prisioneros a modo de botín de guerra. Entre estos prisioneros estaba Nelda.

Pocos meses después, apareció en Córdoba un muchacho pobre, harapiento y cojo que pedía limosna tocando un instrumento musical nunca visto por aquellas gentes. Un instrumento formado por una bolsa inflada, un tubo melódico y dos bordones que arrancaba unos sonidos que llamaban la atención por lo alegres que eran.

Un día, el músico callejero vio que se asomaba al ajimez de la torre de un palacio morisco la cara de una jovencita rubia con los ojos llenos de lágrimas. Era Nelda, la desdichada hidalga, que era prisionera del príncipe Omar ben Amid y buscaba consuelo en la música que el mendigo había traído a aquella tierra tan apartada de su hogar. Entonces, su gaita, una gaita gallega, empezó a tocar las primeras notas de una alborada que sobresaltó el corazón de Nelda y la hizo sonreír de esperanza, porque aquella melodía había sido compuesta para ella por su amado. Y fue así como reconoció al mendigo gaitero. Era Paio, que había sobrevivido a la invasión musulmana y había dedicado meses a la búsqueda de su amada. Llevaba consigo una gaita porque sabía que su sonido era el que más le gustaba a su enamorada, por lo que pensó que así le resultaría más sencillo encontrarla. Cuando sus miradas se cruzaron, los dos se reconocieron y, en silencio, se hicieron la mutua promesa de volver a encontrarse.

Aquel día, el príncipe Omar observó que su esclava predilecta estaba más contenta de lo habitual y quiso saber a qué se debía. Nelda le dijo que su alegría se debía al músico callejero que había tocado para ella la música de su tierra; para complacerla, el príncipe dio orden de que se le permitiera al gaitero acercarse todos los días a los pies del palacio para tocar para Nelda.

Sin embargo, no todos veían inocencia en este gesto. Aldonza, una esclava al servicio de Nelda que antaño había sido una de las favoritas del príncipe pero ahora había sido relegada a las funciones de una criada, se lamentaba en secreto de su situación y miraba a las doncellas jóvenes como Nelda con envidia y cierto rencor. Por eso, un día que Nelda le dio un papel y una moneda de plata para que se lo entregara al gaitero, Aldonza fue a llevárselo al príncipe en persona. El príncipe no le dio mayor importancia, pero en su interior ardía un fuego de cólera que le llevó a jurar venganza si descubría que Nelda osaba traicionarlo. Llamó a Yusuf, su arquero, y le ordenó que vigilara bien durante esa noche.

Yusuf llevaba ya mucho tiempo guardando el palacio. Estaba el hombre muy intranquilo y malhumorado, ya que esa noche tenía pensado pasarla en los brazos de Aldonza, que habría de lanzarle una escalera de cuerda desde la ventana de su habitación. Pero el tiempo pasaba y Aldonza no abría la ventana, así que Yusuf quiso hacerle ver que la estaba esperando lanzándole una flecha que se clavó en las maderas de la ventana.

Aldonza reconoció la señal y corrió a abrir la ventana y echar la escala de cuerda, pero no bien hizo esto, Yusuf vio un hombre saliendo de las sombras que se agarró a  ella y empezó a subir con agilidad. Pensando que Aldonza había encontrado un nuevo amante, disparó una flecha al intruso, que cayó sin vida al suelo. Despavorida, Aldonza trató de esconderse pero otra saeta se le clavó en el pecho y la mató.

Yusuf se acercó al hombre que había derribado y le miró horrorizado. ¡Era el príncipe Omar! El príncipe que, creyendo ir a sorprender a Neldiña con el mozo gallego, para el cual supuso que se había lanzado la escala, se disponía a tomar venganza de ellos, exactamente lo mismo que Yusuf acababa de hacer.

El arquero estaba tan espantado por lo que había hecho que no se dio cuenta de que el ajimez donde Nelda solía asomarse se abrió y una mano agitó un pañuelo blanco que pareció el aletear de una paloma. Era la señal para Paio que, disfrazado con ropas árabes, se dirigió rápidamente a una puerta del palacio, donde se reunió con Nelda y juntos huyeron para siempre de aquel lugar.


jueves, 26 de abril de 2018

¿Y si hubiera sido yo?


Voy a contaros algo que nunca le he contado a nadie.

Hace unos diez u once años, yo me encontraba en Santiago de Compostela. Como sabéis, he estudiado la carrera de Historia, y dado que mi hogar se encuentra a varios kilómetros de Compostela, durante el curso escolar tenía que vivir en la capital de Galicia, como han hecho miles de estudiantes antes y después que yo, ya que es un hecho de lo más común.

A mí siempre me ha encantado vivir en Santiago; es una ciudad pequeña, muy tranquila y con unos niveles de delincuencia muy bajos en comparación con otros lugares como podrían ser ciertas zonas de A Coruña o la misma Vigo, considerada una de las tres ciudades con mayores índices de delincuencia en las calles de toda España. Santiago tenía (y tiene) todo lo que siempre he buscado en la ciudad de mis sueños, por lo que para mí fue muy fácil adaptarme y hacerme una vida. Durante el día, seguía mi rutina normal: iba a clase, quedaba con mis amigas, hacía la compra y daba largos paseos para conocer la ciudad y familiarizarme con el entorno. Y las noches de jueves, como todo el mundo, me preparaba para salir con mis amigos y pasármelo bien con ellos en alguno de los muchos pubs que hay salpicados por todo el casco antiguo.

Siempre me he sentido segura viviendo en Santiago. Me sentía tan a gusto que no vacilaba en quedar con mis amigas por la noche en un sitio un poco alejado e ir a dicho lugar caminando en plena noche. Por supuesto, no soy idiota: Siempre he tenido una especial precaución en todo lo que concernía a salir de casa por la noche. Hasta entonces nunca había tenido ningún problema, pero todos sabemos que eso puede cambiar de un momento para otro. Pero por suerte, en Santiago hay muchas zonas abiertas y muy bien iluminadas, y la Policía patrullaba por las cercanías cada pocos minutos. Nunca pasaba nada digno de mención, como pudiera ser un altercado, una pelea en un lugar público o un robo con violencia. Para que me entendáis, os hablo de una ciudad que he llegado a atravesar sola, en plena noche, a las tres de la mañana, y llegar a mi piso tan campante. Nunca me pasó nada.

Hasta que pasó.

Era una noche de jueves tan normal como cualquier otra. Yo había salido con mi grupo de amigas a tomar algo y a divertirme como siempre, y durante toda la noche no sucedió nada que se saliera de lo común. Al día siguiente tenía clase, así que les dije a mis amigas que no quería volver tarde a casa. Normalmente nos acompañábamos unas a otras hasta nuestras respectivas casas, hasta la parada de taxis o hasta algún lugar que nos pareciera seguro. Pero aquel día no quería chafarles la diversión a mis amigas haciéndoles venir conmigo hasta mi piso y luego recorrer el camino de vuelta; ellas no se habrían negado, pero no me apetecía cargarles ese marrón, así que les dije que no se preocuparan, me despedí de todas y me fui a mi casa.

Debían de ser las dos o tres de la mañana, no lo sé. Caminé sola durante un buen rato, crucé el casco antiguo y un tramo de la Alameda; por este paseo suele haber gente corriendo y haciendo deporte en plena madrugada, así que su presencia me tranquilizaba. Caminé sin pensar en nada en concreto, andando a buen paso y mirando al frente, sin dudar. Estaba tan cerca de mi piso que ya casi percibía el tacto suave y esponjoso de mi pijama. Después de caminar un rato por el paseo, bajé unas escaleras para llegar a la carretera principal que cruza el casco nuevo de Santiago. En una de las esquinas, justo a pie de carretera, había un pequeño bar todavía abierto. Y en la puerta había un coche encendido y varios chicos dentro bebiendo y contándose sus historias. Creo que eran cinco o seis, no lo recuerdo, como tampoco recuerdo sus caras. Puede que fueran de mi edad o tal vez algo mayores, pero repito que no lo sé.

De lo que sí me acuerdo es de sus miradas al verme aparecer. Yo no llevaba puesto nada particularmente llamativo, como pudiera ser un vestido corto, unos pantaloncitos o una blusa escotada, pero me fijé en sus miradas y en la sonrisa que se les dibujó a todos en la cara, y no me hizo ninguna gracia. Sabía lo que venía a continuación y en ese sentido no me decepcionaron: Empezaron a decir las típicas tonterías de un grupo de borrachos, a piropearme y a preguntarme por qué me iba tan pronto a casa. A mí no me hacía ni pizca de gracia tener que pasar a su lado, pero no me quedaba más remedio porque era el único camino posible para seguir ruta hacia mi casa, así que decidí pasar lo más rápido que pude. Con paso firme, sin apenas mirarles, avancé hacia delante. Uno de ellos iba a entrar en el coche y me invitó a subir, a lo que yo respondí con seriedad:

-No, gracias. ¿Me dejas pasar, por favor?

No fue una provocación, pero ellos se lo tomaron como tal. Pasé de largo, doblé la esquina y seguí caminando un par de metros. Los chicos dejaron de decirme piropos y me soltaron alguna que otra grosería, pero les ignoré y seguí caminando. Entonces, les oí decir que no me moviera de donde estaba. Miré hacia atrás... y cuando les vi arrancar el coche para empezar a seguirme, me invadió el pánico. Eché a correr cuesta abajo todo lo rápido que pude sin volverme ni una sola vez. Al parecer, al conductor le estaba costando un poco maniobrar y enderezar el volante (probablemente porque iba bebido), y eso me hizo ganar tiempo. Corrí, corrí y corrí. En mi cabeza parpadeaba una y otra vez la palabra "¡Huye!", y no pude ni quise desobedecer tal imperativo. Corrí hasta quedarme sin aliento; tuve que esconderme en un lugar apartado para recuperarme hasta que me pareció que el coche de aquellos chicos había pasado de largo. Mi casa no estaba a más de dos minutos, pero la distancia que me separaba se me hizo eterna. Casi a escondidas, como una criminal, tuve que agazaparme y correr hacia mi casa. Un conejito asustado.

Por suerte, me faltaba muy poco para llegar. Solo tenía que cruzar un paso de cebra, llegar a una plazuela y entrar en mi bloque. Por precaución, busqué las llaves en mi bolso, y recé por que no se me atascaran en la cerradura del portal, como ya había sucedido otras veces. Todo indicaba que no debía seguir preocupándome por lo ocurrido. Estaba agotada después de haber corrido tanto y todavía estaba en tensión, pero parecía que todo había acabado ya. Mi casa estaba a menos de cien metros y ellos habían pasado de largo sin encontrarme. Me sentí aliviada.

-¡Miradla, allí está!

Me quedé helada al oír esta frase. Un escalofrío me recorrió la espalda.

"No, no puede ser. ¿Cómo me han encontrado?", recuerdo que pensé.

Pero allí estaban. Los chicos se habían tomado en serio la tarea de buscarme. No sé si querían hacerme algo malo o solo pretendían asustarme, pero el caso es que se habían dedicado a dar vueltas con el coche por los alrededores hasta dar conmigo y seguir persiguiéndome. Recuerdo haber pensado que se habían tomado demasiadas molestias por una simple chica a la que solo querían molestar.

Lo demás lo recuerdo de manera muy rápida. Volví a echarme a correr, metí la llave en la cerradura, entré de manera atropellada y cerré la puerta del portal dándome impulso con todo el cuerpo; supongo que los vecinos del primer piso se sobresaltarían al oír aquel estruendo, pero en aquel momento no me importó. Los chicos seguían rondando con el coche en el exterior, gritando y llamándome, mientras yo esperaba a que el ascensor bajara de una puñetera vez. En cuanto llegué a casa, cerré la puerta con dos vueltas de llave, corrí a mi habitación, me metí en la cama y me cubrí con las sábanas hasta arriba. Y allí, en la calma que llega después de la tempestad, me eché a llorar. No hacía más que preguntarme qué habría podido pasar si aquellos chicos me hubieran atrapado y me hubieran metido en su coche, cómo habrían terminado las cosas si yo no me hubiera echado a correr o si ellos realmente tuvieran pensado hacerme daño. No podía parar de llorar, no podía parar de temblar. Solo conseguía exorcizar mi miedo cuando me repetía una y otra vez que los chicos no sabían en qué piso vivía y que no vendrían a hacerme nada.

Al día siguiente, tras haber dormido unas pocas horas, me levanté para ir a clase y seguir con mi vida normal. Mientras caminaba hacia mi facultad, y a pesar de ser las diez de la mañana, miraba a mi alrededor con miedo a que un coche aparcara a mi lado y de él salieran cinco chicos para arrastrarme a su interior.

Nunca se lo he contado a nadie hasta ahora, pero ese recuerdo se me ha presentado hoy muchas veces a lo largo del día. Y es que hoy ha salido a la luz la sentencia de la Manada, ese grupo de repugnantes amigos que se aprovecharon de una chica de dieciocho años que iba bebida en las fiestas de San Fermín, la metieron en un portal y se la follaron entre los cinco como si fuera una vulgar muñeca hinchable. Esa sentencia, tan esperada por millones de mujeres, ha caído como un jarro de agua fría sobre todas, pues los jueces que se han encargado de dictar sentencia consideran que estamos ante un caso de abuso sexual, no de agresión sexual... y esto implica que la pena de cárcel que les ha caído es bastante menor: nueve años, exactamente.

No quiero criticar sin saber. Yo no estuve allí, no he visto los vídeos, no he visto las pruebas, no he estado presente en los juicios. No sé si fue una violación. No sé qué tiene que pasar para que un acto así se considere una violación en la Justicia española. No sé de Leyes ni Jurisprudencia, pero entiendo que todas las mujeres nos sintamos indignadas ante semejante escándalo. Puede que la víctima hubiera decidido someterse a la vejación intimidada por aquellos cinco hombres más grandes y fuertes que ella, o puede incluso que hubiera aceptado tener relaciones sexuales con uno y que después se vio acorralada al darse cuenta de que iba a ser plato para cinco comensales. No lo sé. Pero lo que sí sé es que los miembros de la Manada son repugnantes, vomitivos y dignos del mayor de los desprecios. Cinco hombres entre los que hay (me estremezco al pensarlo) un Guardia Civil, alguien que jura servir y proteger a los ciudadanos de a pie, que tratan a una chica poco más que adolescente, borracha y mermada de facultades, como un juguete sexual... es para echarse a temblar.

Hoy más que nunca he pensado mucho en la víctima y en lo que podría haberme pasado a mí. ¿Y si hubiera sido yo? ¿Y si aquellos chicos me hubieran cogido, me hubieran drogado y luego decidieran violarme entre todos? ¿Qué habría sido de mí? ¿Cómo habría actuado? ¿Qué harían conmigo después? ¿Quién me encontraría? ¿Cómo llegaría a mi casa... si es que llegaba? Por fortuna, a mí no me pasó nada pero hay otras mujeres que no han tenido la misma suerte que yo y que incluso han muerto por intentar defenderse y oponer resistencia. Es horrible tener que pensarlo, pero a día de hoy una mujer sigue sin poder caminar segura por las noches, pues estoy segura de que un chico, en la misma situación en que me vi yo, es probable que no hubiera llamado la atención del grupo del coche.

Y si por casualidad alguna de las víctimas de la Manada o cualquier otra mujer agredida lee este post, quiero que sepa que mi corazón está con ellas, que he visto brevemente lo que es el miedo y que no me atrevo a imaginar el terror que habrán pasado.

Hoy más que nunca la Justicia tiene que cambiar.

lunes, 23 de abril de 2018

¡Feliz día del Libro!


¡Hola a todos!

Esta será una entrada cortita, casi anecdótica. Debido a la escasez de tiempo y a ciertos asuntos personales, este mes no he podido actualizar mucho, y me temo que el mes que viene tampoco podré explayarme demasiado en el blog. Con todo, no quería dejar pasar este día sin dejar un pequeño recordatorio de este día tan importante para los escritores y para los lectores que se animan a dar una oportunidad a un libro nuevo.

Por eso, desde este blog, os animo encarecidamente a que leáis. Leed todo lo que caiga en vuestras manos. Leed libros nuevos y antiguos, buenos y malos. Leed novelas, artículos, ensayos, poemarios, cuentos, manuales y enciclopedias. Leed historias de amores imposibles, de monstruos horrendos, de espadas y dragones, de historias que ocurrieron en el pasado o de aventuras que ocurrirán en el futuro. Leed por gusto, por el placer de llenar vuestros corazones con las maravillas que se esconden entre las páginas de un libro. Leed y viajad a otros mundos. Leed y aprended de la sabiduría de los eruditos que nos precedieron. Leed y convertíos en los elegidos de la profecía. Leed y vivid mil vidas, todas diferentes, todas fascinantes.

Los libros son los mejores aliados de una persona. Un libro es capaz de aportar conocimientos, ideas, imaginación y emoción a aquel que tiene la valentía de abrirlo y echar un vistazo a los secretos que encierra. Son amigos que nos llevan de aventuras, maestros que nos dan las respuestas que necesitamos, contadores de historias, guardianes del pensamiento y de la memoria.

Leed y vuestro espíritu se enriquecerá. Seréis más sabios, más abiertos de mente, más imaginativos y, sí, más libres.

Feliz día del Libro a todos.




viernes, 6 de abril de 2018

Las hadas de Cottingley


¡Hola a todos!

Christopher Moore, en su novela Aleta, pone en boca de uno de sus personajes la siguiente frase: “La ciencia que no conoces parece magia”. Esta sentencia, tan simple y a la vez tan evocadora, encierra en su interior una verdad que todos conocemos pero que pocas veces exteriorizamos, y es que el ser humano tiende a creer en las artes ocultas o en entidades mágicas cuando se enfrenta a fenómenos que es incapaz de explicar… hasta que la ciencia empieza a investigar y ofrece una explicación plausible, lo que destruye por completo la imaginación de esa persona. En pocas palabras, podríamos decir que la ciencia es la muerte de la magia.

No me voy a parar a enumerar todas las ventajas que la ciencia nos ha dado a lo largo de los siglos porque no acabaría hoy, pero baste decir que, desde que el hombre es hombre siempre ha buscado respuestas para explicar hechos cotidianos y cuestiones de índole espiritual. ¿Qué es la lluvia y por qué cae sobre la tierra? ¿Los relámpagos que atravesaban el cielo eran obra de un dios furioso y vengativo o había otra explicación? ¿Había criaturas mágicas ocultas en los árboles, en los arroyos o incluso en lo más profundo del océano?

Hoy en día conocemos la respuesta de casi todas las preguntas que otros se han formulado antes que nosotros, pero hay quienes afirman que todavía no lo conocemos todo, y una de esas cosas atañe a la existencia de las hadas.



Hadas tomando un baño de sol

Las hadas, esos seres fantásticos e inmortales que viven en un plano astral diferente al nuestro y que utilizan la magia para intervenir en los asuntos de los mortales, han formado parte de todas las culturas humanas bajo diferentes nombres y apariencias. Dotadas de grandes poderes, se creía que determinaban el destino y tenían visión profética. Se las consideraba las protectoras de la naturaleza, de los bosques y praderas, de las flores y jardines, de los ríos y los mares. La tradición popular pinta a las hadas como criaturas femeninas de gran belleza y naturaleza dual, capaces de ser muy bondadosas y muy crueles, pero conservando la ingenuidad y la inocencia propia de los niños; quizá sea por eso que solo puede verlas alguien que todavía conserve el corazón puro de un infante.

No obstante, por mucho que nos guste la idea de que su existencia sea verídica, para la mayoría de la gente es evidente que las hadas no son reales. Son seres imaginarios creados para alegrar y hacer soñar a los niños, pero una vez éstos lleguen a la edad adulta los olvidarán y se darán cuenta de que eran pura fantasía. Imaginaos entonces el estupor que se generó en toda Inglaterra cuando, a principios del siglo XX, dos niñas no solo se atrevieron a afirmar que habían conocido y jugado con hadas, sino que además las habían fotografiado.

Elsie Wright y Frances Griffith eran dos primas que vivían en Cottingley, cerca de Bradford (Inglaterra). Elsie era por entonces una muchacha de dieciséis años con un gran talento para el dibujo y la pintura, especialmente paisajes y retratos utilizando la técnica de la acuarela. Frances había nacido en Sudáfrica y era hija de un sargento mayor, pero se fue a pasar las vacaciones con sus tíos y su prima a Cottingley a los diez años.

La residencia de los Wright estaba establecida en plena naturaleza, al lado de un bosquecillo por el que discurría un plácido riachuelo; un marco óptimo para los amantes de la fantasía. Una tarde de julio de 1917, las niñas pidieron permiso al señor Wright para llevar su cámara fotográfica al arroyo; tras mucho insistir, el señor Wright aceptó y les dio algunos consejos sobre su funcionamiento. Las niñas se marcharon muy contentas y no tardaron más de una hora en regresar con la cámara intacta, pero con unas extrañas impresiones en las placas. Cuando Arthur Wright reveló las placas en su laboratorio casero, se llevó una sorpresa al ver una foto de Frances rodeada de extrañas manchas blancas. Le preguntó a Elsie si sabía qué podía ser eso, y su hija respondió que eran sus amigas las hadas. Como es natural, al oír tal ocurrencia, el señor Wright se rió y guardó la foto en un cajón, pensando que quizá esas manchas eran hojas caídas o papeles arrastrados por el viento.



Frances y las hadas

Unas semanas después, en agosto, las niñas volvieron a salir a jugar al bosquecillo con la cámara, y una vez más volvieron con otra fotografía. Esta vez, quien posaba para la cámara era Elsie, quien le tendía la mano a lo que parecía ser un pequeño gnomo saltarín. Pensando que las niñas querían gastarle una broma pesada, el señor Wright les prohibió que volvieran a coger la cámara. Pero su esposa, Polly Wright, que sentía un gran interés por el ocultismo y había tenido varias experiencias de proyección astral y recuerdos de vidas pasadas, creía que las niñas decían la verdad. Fue ella la que hizo público el asunto en 1919, cuando asistió a una reunión de la Sociedad Teosófica de Bradford. Allí, Polly habló sobre la existencia de hadas en Cottingley y afirmó que su hija y su sobrina las habían fotografiado. La noticia corrió como la pólvora hasta que llegó a oídos del teosofista Edward Gardner.

Interesado por el curioso fenómeno, Gardner pidió que se le mandaran las fotografías para poder verificar si eran hadas auténticas o una falsificación. Como las imágenes estaba un tanto desvaídas y poco definidas, Gardner encomendó que se hicieran mejores revelados, tras lo cual afirmó que las hadas, sin asomo alguno de error, eran reales. Lo mismo creyó Arthur Conan Doyle, autor de las novelas de Sherlock Holmes, el otro gran implicado en el caso de las hadas de Cottingley. A raíz de la muerte de su hijo mayor en la guerra, Doyle empezó a obsesionarse con el espiritismo y el más allá; por eso, no debe extrañarnos su entusiasmo al descubrir que había pruebas fotográficas de la existencia de hadas, ya que venía a corroborar sus creencias más acérrimas.



Elsie y el gnomo

El caso de las hadas de Cottingley fue uno de los más polémicos de la época e hizo correr ríos de tinta. No fueron pocos los periódicos y revistas que publicaron artículos ilustrados con las fotografías que Elsie y Frances habían sacado junto al arroyo. Algunos medios fueron muy agresivos con las niñas (se llegó a romper su anonimato y a publicar la dirección de su casa) y con el propio Conan Doyle, tachándolos de farsantes y de haber falsificado las fotografías. Sin embargo, ninguno de estos ataques consiguió mermar el entusiasmo general de la gente. Los periodistas acudían en tropel a la residencia de los Wright para entrevistarles, y no eran pocos los curiosos que se acercaban al arroyo armados con cazamariposas con la intención de capturar un hada. La invasión de fincas y terrenos privados provocó numerosos disturbios y tensiones, y una y otra vez volvía a surgir la pregunta: ¿Eran reales las hadas o todo había sido un montaje?

Para acallar los rumores maledicentes, se decidió entregarle a cada niña una cámara para que volvieran a fotografiar a las hadas. Para que no se sintieran presionadas, Gardner les dio una serie de recomendaciones acerca de su uso y la iluminación que requerían, asegurándoles que si no conseguían sacar ninguna foto no tenían por qué preocuparse. El mal clima dificultó un poco las cosas a Elsie y Frances, pero al fin consiguieron sacar tres fotografías más que fueron enviadas a Londres. Al verlas, Gardner se puso eufórico y le mandó un telegrama a Conan Doyle, que en esos momentos se encontraba en Australia, para darle la feliz noticia. El escritor se contagió del entusiasmo de su colega y publicó un nuevo artículo con las fotografías más recientes. Describía otros avistamientos de hadas y sirvió de base para su posterior libro The coming of the fairies, publicado en 1922.



Tercera y cuarta fotografías


Las reacciones ante las nuevas fotografías fueron, como antes, muy variadas. Las críticas más comunes eran que las hadas de Cottingley eran muy parecidas a las que salían en las ilustraciones de los cuentos infantiles y que tenían peinados siguiendo la moda parisina del momento. Con todo, las fotografías fueron consideradas como genuinas. En 1921 se hizo una última expedición a Cottingley. Se pretendía entregarles nuevo material fotográfico a las niñas para que volvieran a sacar fotos. Pero tanto Elsie como Frances, agobiadas por la prensa sensacionalista, estaban cansadas del asunto de las hadas y declinaron la oferta. Sin embargo, el tema de las hadas siguió candente durante mucho tiempo, y ni Elsie ni Frances pudieron escapar nunca de él.

A día de hoy, resulta insólito que tanta gente se dejara engañar por dos niñas y una cámara. Y es que cualquiera que vea estas polémicas fotos se dará cuenta al instante de que son un fraude. En las imágenes e impresiones que han llegado a nuestros días, las hadas se ven planas, con una iluminación que no encaja con el resto de la fotografía. Las figuras de las hadas son estáticas y, como apuntaban muchos críticos, lucen vestidos y peinados de estilo parisino de principios del siglo XX. La prueba que hundió definitivamente la creencia en las hadas de Cottingley fue el descubrimiento, en 1978, de unas ilustraciones idénticas a las hadas en un libro infantil titulado Princess Mary’s Gift Book, publicado en 1915. Estas ilustraciones mostraban a unas ninfas bailando en las mismas posiciones que lucen las hadas de Cottingley en las fotografías. Eso sí, en las ilustraciones las ninfas no tienen alas, aunque estos añadidos bien pudo haberlos hecho la propia Elsie Wright, dada su habilidad con los pinceles.



Comparación de las hadas de Cottingley
con las ilustraciones del libro Princess Mary's Gift Book

Años después, en 1981, en una entrevista realizada para la revista The Unexplained, las primas declararon que las fotografías eran un montaje. Elsie dijo que habían recortado las figuras en papel, las habían clavado al suelo con alfileres de sombrero y se habían fotografiado junto a ellas como si fueran hadas de verdad. Sin embargo, Frances siguió manteniendo hasta el final de sus días que tanto ella como su prima Elsie habían visto a las hadas durante aquella hermosa tarde de verano de 1917.

domingo, 1 de abril de 2018

La leyenda del mes: La doncella cierva


¡Hola a todos!

Pues empezamos el mes de abril despidiéndonos de la Semana Santa, que este año en mi tierra ha sido pasada por agua. Me ha dado mucha pena que no hayan podido salir las principales procesiones del Jueves y el Viernes Santo, ya que son las más bonitas y emotivas. De todas formas, no habría podido ir a verlas porque me ha tocado trabajar, aunque me hubiera gustado que los demás sí pudieran verlas.

En fin, toca hacer de tripas corazón y encarar el nuevo mes con alegría. Estoy empezando a preparar mis próximas vacaciones que, si no hay mala novedad, serán en mayo. Estoy tan emocionada que me parece que voy a pasar todo el mes fuera de casa. Tengo muchas ganas de tomarme un descanso y dedicarme un poco a mis aficiones, a mis amigos y, por supuesto, a la escritura. Sin duda, un respiro me hará bien y hasta puede que aprenda a ver algunas cosas de otra manera.

Mientras tanto, vayamos a lo que importa, que es la leyenda que os he traído para inaugurar este mes. Esta es una de mis leyendas favoritas, aunque es muy clásica y su final se vislumbra ya desde el principio. Sin embargo, el halo de fantasía que la rodea me parece mágico y fascinante, y espero que a vosotros también os lo parezca.


La doncella cierva




Se dice que hace muchos años, en tierras de Cervantes vivía un señor llamado Froyás en un magnífico castillo. Este señor tenía dos hijos de los cuales se sentía muy contento y orgulloso: un joven llamado Egas y una muchacha llamada Aldara.

Los hermanos se querían mucho y solían salir juntos a cabalgar por las tierras de su padre. Con frecuencia, Egas acompañaba a Aldara al castillo del joven Aras, el hijo de otro señor que vivía en la misma comarca, quien había pedido licencia para poder cortejar a la muchacha, de la que se había enamorado. Y como Aldara le correspondía y sus respectivos padres veían con buenos ojos la relación entre ellos, todo el mundo pensaba que muy pronto habría casamiento en la tierra de Cervantes. La promesa de los jóvenes quedó sellada cuando Aldara recibió de Aras un hermoso anillo de oro con una piedra amarilla.

Pero ocurrió que un día, Aldara no regresó a casa a la hora acostumbrada. Preguntó su padre por ella y preguntó también su hermano, pero nadie supo darles una respuesta. Nadie sabía dónde podía estar Aldara ni qué le había podido ocurrir. Desesperados, Froyás y su hijo no dudaron en interrogar a todos los que vivían en el castillo y los alrededores. De todos los lugareños, solo un ballestero que había estado de guardia en la puerta del castillo dijo que la había visto salir por la tarde, y que le parecía que la muchacha había tomado rumbo al riachuelo que discurría por las cercanías.

Padre e hijo pidieron inmediatamente que se ensillaran sus caballos y los hicieron correr al galope hasta el riachuelo. Ninguno de los dos quería imaginarse la desgracia que allí había podido ocurrir, pero en la cabeza de ambos había cruzado la imagen de la pobre Aldara ahogada y su cadáver siendo arrastrado por la corriente del río. Sin embargo, ambos recorrieron la ribera del río de arriba abajo y no hallaron rastro alguno de Aldara.

Era tal el misterio que rodeaba la desaparición de la chica que se enviaron mensajeros a los señores de las comarcas vecinas pidiendo ayuda. En las labores de búsqueda participó incluso Aras, el desconsolado prometido, que recorrió los bosques durante día y noche con la esperanza de hallar a su amada. Pero nadie la encontró jamás. Todos dieron por supuesto que a la pobre muchacha la había matado un jabalí o tal vez una manada de lobos, por lo que suspendieron la búsqueda al perder toda esperanza de encontrarla con vida.

Años después, andando Egas de cacería, llegó a un bosquecillo donde pretendía dar caza a un urogallo. Una vez cobrada la pieza, y de regreso al castillo, tuvo la ocasión de atisbar un reflejo blanco entre los árboles. Se acercó sigilosamente y en un claro descubrió una hermosa cierva, blanca como la nieve, que brincaba por el bosquecillo sin preocupación alguna.

Egas no tardó mucho en preparar la ballesta y, de un tiro certero, hirió de muerte a la cierva, que cayó sobre la hierba. Egas se acercó a la pieza que acababa de cobrarse y se dio cuenta de que tal vez había cometido una tontería al matar a la cierva, puesto que no tenía los medios para llevarla por sí mismo al castillo de su padre. Entonces, con su cuchillo de monte, cortó una de las patas delanteras de la cierva, la guardó en el zurrón y, fijándose bien en el sitio donde se hallaba, decidió ir al castillo y avisar a los criados para que viniesen a recogerla.

Cuando llegó donde su padre, Egas le contó todo lo que había visto durante su jornada de caza y abrió su zurrón para mostrarle la pata de la cierva que había abatido. Pero su estupor fue indescriptible cuando de la bolsa no cayó una pata de cierva, sino una mano humana; una mano fina, suave y blanca; una mano de doncella hidalga. Y en uno de los dedos de aquella mano relucía un anillo de oro con una piedra amarilla. Era el anillo de Aldara.

Espantados por lo que acababan de descubrir, padre e hijo corrieron hacia el claro donde Egas había hallado a la cierva. Allí estaba, tendida en el suelo, la desdichada Aldara, con un vestido blanco en el que, junto al pecho, una mancha de sangre señalaba el lugar donde su propio hermano la había herido sin saberlo. Y en un brazo le faltaba la mano.


¡Y hasta aquí por hoy, amigos! ¡Nos vemos pronto!

lunes, 12 de marzo de 2018

Desmontando el hembrismo


¡Hola a todos!

No cabe duda de que el pasado 8 de marzo fue un día en el que se hizo Historia. Aquel día, miles de mujeres dejaron de lado sus trabajos tanto dentro como fuera de casa para salir a la calle todas juntas y lanzar un grito para llamar a la igualdad entre hombres y mujeres. Cuesta creer que algo tan básico como la igualdad de derechos para ambos sexos siga siendo a día de hoy tema de discusión o que incluso se ponga en duda, y considero que en ese sentido la huelga feminista del 8 de marzo fue muy positiva. La marea violeta se hizo ver en todo el mundo y dejó claro que las cosas van a cambiar a partir de ahora, que la revolución se llevará a cabo y que seremos las mujeres las artífices de esa proeza.

A pesar de lo que muchos piensan, el movimiento feminista no está compuesto por un grupo de mujeres histéricas que, dejándose llevar por sus hormonas, se están dedicando a montar alborotos innecesarios para destruir un sistema que el machismo lleva cimentando y fortaleciendo desde el principio de los tiempos. Cierto que el feminismo busca tumbar el machismo, pero lo hace a través de la vía pacífica y siempre buscando la igualdad, cosa que el machismo no hace.

Por alguna razón carente de toda lógica, siempre se ha considerado que el sexo femenino era inferior en todo al masculino, y esta creencia ha arraigado tanto en nuestra sociedad que nuestra educación e idiosincrasia han llegado a hacernos creer que se trata de una certeza incuestionable. Pero esto no es así y, por fortuna, no fueron pocas las mujeres que pusieron en tela de juicio estas premisas marcadas por los hombres. Pues ¿por qué debería ser menos inteligente una mujer que un hombre? ¿Por qué no pueden hombres y mujeres ejercer los mismos trabajos, ya sea dentro como fuera de casa? ¿Por qué no podían las mujeres tener derecho a votar, a tener mayoría de edad, a ser independientes económicamente o a decidir si querían o no tener hijos?

Poco a poco, el sistema empezó a ser cuestionado por los que supuestamente eran los seres más débiles de la sociedad. Las mujeres se dieron cuenta de que no habían nacido para ser objetos decorativos para colocar al lado de un hombre, ni criadas sometidas a cada uno de sus deseos. Comprendieron, a base de vivir injusticias constantemente, de que valían tanto como cualquier hombre y, por lo tanto, debían ser consideradas iguales a ellos en todos los aspectos de la vida. Iguales en derechos, en obligaciones, en educación, en la familia y ante la ley. Y fue así como gracias a estas pioneras surgió el feminismo, un movimiento que nació para exigir la igualdad de derechos para hombres y mujeres.

El feminismo no empezó siguiendo unas pautas y se quedó estancado en ellas, sino que, como todo en esta vida, evolucionó para adaptarse a los nuevos tiempos y a las demandas que las mujeres pedían para ser plenamente iguales a los hombres en derechos y en deberes ante la ley y la sociedad. Existen varios movimientos feministas, pero hoy en día se tiende a dividir la evolución del feminismo en tres olas distintas que se han dado a lo largo de la Historia. Voy a explicaros un poco en qué consistían y cuáles eran sus principales reivindicaciones.

La primera ola del feminismo tiene sus orígenes en el Renacimiento, y sus premisas básicas se pueden encontrar en libros como La Ciudad de las Damas de Christine de Pizan; La Igualdad de los Sexos, de François Poullain de la Barre; y La Mujer Honesta, de Jacques du Bosc. En esta primera ola del feminismo lo que se demandaba era la incorporación de la mujer al ámbito académico, cuyo acceso le estaba prácticamente vedado. Fue tal el ímpetu que tuvieron estas pioneras que su influencia tuvo eco en las revoluciones burguesas liberales del siglo XVIII, sobre todo en Inglaterra, Francia y Estados Unidos. Básicamente, las dos grandes demandas de esta primera ola son la igualdad ante la ley y el acceso de la mujer a la ciudadanía.

La segunda ola del feminismo tiene lugar el siglo XIX y surge a raíz de las teorías sociales, económicas y políticas del marxismo. Será, sin embargo, la obra de Engels la que servirá de base sobre la que se fundamente esta segunda ola feminista, concretamente el libro El origen del estado, la familia y la propiedad privada, publicado en 1884. Esta obra puede resumirse con la frase “En la familia, el hombre es el burgués y la mujer el proletariado”. Lo que Engels pretendía era tender un puente entre la lucha de clases y la lucha de sexos, y declaraba que la mujer tenía que subordinarse a la lucha del obrero para poder liberarse de las cadenas del patriarcado. Esta segunda ola del feminismo terminó siendo un absoluto fracaso, ya que sus postulados no se aplicaron. Baste recordar el sistema político que se implantó en la desaparecida Unión Soviética, en el que la mujer, lejos de gozar de más libertades y derechos, se vio incluso más sometida que antes a los parámetros machistas.

Y llegamos a la tercera ola del feminismo, cuyo origen se puede situar en el año 1949 tras la publicación del ensayo El segundo sexo, de la escritora Simone de Beauvoir. Es muy famosa la frase de esta autora que reza “No se nace mujer, se llega a serlo” que, en mi opinión, resume muy bien esta nueva ola feminista y le da al movimiento una mayor visibilidad. Es ahora cuando se empiezan a elaborar los fundamentos filosóficos de la ideología de género, en la que la sexualidad se ve desarraigada de su realidad natural y pasa a ser presentada como un constructo cultural. Poco a poco se va observando una radicalización en sus premisas; la mujer deja de ser igual al hombre y se convierte en un ser superior a él. Es ahora cuando empezamos a hablar del hembrismo.

El hembrismo (mal llamado también feminazismo), al contrario de lo que muchas personas sostienen, no va parejo al feminismo, sino que lo sobrepasa, va más allá y se centra en buscar motivos por los que odiar y despreciar a los hombres. Supuestamente denuncia el machismo pero lo curioso es que se basa en la misma ideología y consideración de que un sexo es superior al otro por poseer determinadas características. No predica la igualdad de derechos y obligaciones, sino que culpa, tiraniza y ataca al hombre por el simple hecho de ser hombre, impidiéndole defenderse y llegando a condenarle de antemano.

El radicalismo exacerbado de las hembristas ha llevado a que se establezca una dictadura de lo políticamente correcto, en la que cada detalle debe ser cuidadosamente analizado para buscar indicios de machismo, heteropatriarcado, estigmatización social y otros conceptos que oiremos varias veces en el discurso hembrista. En el artículo de hoy voy a hacer un firme alegato en favor del feminismo y a desgranar algunas de las principales diferencias que hay entre las feministas y las hembristas.


Mujeres sí, hombres no

Mientras que el movimiento feminista defiende la inclusión de hombres y mujeres para establecer la igualdad real entre ambos sexos, el movimiento hembrista hace todo lo contrario y opta por apartar a los hombres de sus reivindicaciones, en ocasiones denigrando al sexo masculino. Esto choca con la discriminación con la que, se supone, quieren acabar. Ejemplos de esta violencia ejercida contra los hombres los podemos encontrar en slogans y consignas muy conocidas como "Muerte al macho", “Machete al machote” y “Ante la duda, tú la viuda”, pero también es posible encontrar frases horribles y denigrantes en la filosofía de género, que supuestamente es más seria. Sirvan como ejemplos las palabras de Andrea Dworkin, quien dijo que todo coito heterosexual supone la violación de un hombre sobre una mujer; también está Sheila Jeffreys, a quien le gustaba opinar que cada vez que una mujer experimenta un orgasmo al estar con un hombre, lo que en realidad está haciendo es reproducir el sistema del patriarcado; y por supuesto no podía faltar la famosa Valerie Solanas, creadora del manifiesto SCUM, quien llegó a afirmar que tratar al hombre de animal es halagarlo, ya que el hombre no es más que un consolador andante.


Derechos sobre el cuerpo

Uno de los puntos que siempre ha defendido el feminismo ya desde sus inicios ha sido el de permitir a la mujer tener derecho sobre su propio cuerpo, algo muy legítimo si tenemos en cuenta que durante cientos de años fue el hombre el que dispuso de la mujer de manera indiscutible. Entre otras cosas, el feminismo pedía que se le concediera a la mujer el derecho a abortar libremente, algo que el movimiento hembrista también comparte.

Sin embargo, hay una pequeña diferencia entre las simpatizantes de uno y otro grupo. Al oír hablar a las hembristas, uno casi podría pensar que están supercontentas y deseosas de ir a una clínica para abortar, como si fuera tan normal como irse con unas amigas a tomar un café. No faltan tampoco consignas tan sonoras como “Aborto es sagrado”, repetida infinidad de veces por las simpatizantes del grupo FEMEN. En cambio, las feministas consideran que el aborto debería ser libre y con las máximas garantías sanitarias, pero a la vez lo ven como un drama para la mujer, pues entienden que la interrupción del embarazo es un acto que una mujer solo llevaría a cabo en caso de que no le quedara otro remedio.

Existe una frase muy conocida que resume a la perfección este apartado, que es la famosa “En mi coño mando yo”, sentencia muy respetable pero que, curiosamente, no se aplica a otros aspectos como la prostitución autogestionada o la gestación subrogada. Es decir, que una hembrista defenderá a muerte a una mujer si quiere abortar estando en el quinto mes de embarazo pero la considerará una mujer de segunda si, ejerciendo su derecho a buscarse la vida como mejor le parezca, decide trabajar como prostituta para ganarse las lentejas.


Mujer y religión

Con la Iglesia hemos topado. El hembrismo ha iniciado una cruzada para borrar de la faz de la tierra todo lo que huela a heteropatriarcado, y todos sabemos que no hay nada más heteropatriarcal que las religiones. Aunque la gran mayoría de las religiones son, en esencia, bastante machistas, las hembristas parecen tenerle una especial ojeriza a la Iglesia católica. Una vez más, encontramos aquí una doble vara de medir, ya que el hembrismo no va a ser ni la mitad de duro con el Islam. La fe islámica es una religión tan respetable como todas las demás, pero es innegable que sus preceptos y bases ideológicas son machistas, ya que siempre ponen al varón en un puesto de supremacía sobre la mujer. Sin embargo, nunca veremos a las chicas de FEMEN irrumpir un viernes en una mezquita, desnudas de la cintura para arriba y con flores en el pelo, para ponerle las tetas en la cara a un imán y llamarle machista opresor, cosa que sí han hecho repetidas veces en iglesias y capillas católicas.

Como veis, la cosa cojea por algún lado, ya que no se trata igual a todas las religiones. Es probable que esto se deba a que el movimiento hembrista está muy vinculado a la ideología de ciertos partidos políticos de la extrema izquierda que son muy benévolos con el Islam pero a la vez son muy críticos con el Cristianismo, lo que pone en entredicho su idea de lo que es el respeto hacia las creencias de cada persona. Posiblemente esto sea así porque saben que la Iglesia, haciendo honor a su máxima de poner la otra mejilla, traga con todo y no responde a sus provocaciones, algo que no ocurre cuando se le toca los cojones al Islam. Nunca veremos a las hembristas pidiendo la erradicación del burka, el cual consideran que las mujeres afganas llevan porque quieren, cuando realmente es una imposición del marido a la esposa, ya que el burka no tiene las mismas connotaciones religiosas que el velo, prenda que solo cubre la cabeza pero deja al descubierto el rostro de la mujer.


Capitalismo heteropatriarcal (?)

El feminismo, como ideología y como movimiento político, ha sido un producto de la filosofía liberal que surgió a raíz de la instauración del sistema capitalista. Aunque las “revoluciones burguesas” ayudaron a que las demandas de las mujeres tomaran forma y se organizaran políticamente, la aparición de Marx y Engels vino a cambiarlo todo cuando éste último subordinó la lucha femenina a los intereses de la lucha de clases, haciendo que izquierda y feminismo se unieran contra el capitalismo, y cuyos argumentos han llegado hasta nuestros días. Basta con echar un vistazo a los principales grupos feministas para comprobar que en todos ellos se repite hasta la saciedad el discurso de que el capitalismo es la causa de la opresión de la mujer. ¿Por qué dicen esto?

El capitalismo es un sistema económico que se sustenta en dos pilares: la centralidad de la propiedad privada y la libertad económica. La institución del contrato se vuelve más necesaria que en épocas anteriores, y el mundo empezará a moverse siguiendo la ley de la oferta y la demanda. Con el asentamiento de estas premisas, la mujer fue encontrando mayores espacios en la vida pública, puesto que el mercado no hace distinción de sexos, razas, etnias o religiones. Si una empresa decidiera no contratar a mujeres bien preparadas y pagar en exceso a hombres no cualificados para el puesto, no tardaría mucho en irse a pique. Existe, eso sí, el problema de la discriminación salarial por sexo, que a día de hoy es ilegal en España y está considerada como infracción muy grave.

Sin embargo, culpar al capitalismo de este hecho me parece un absurdo, puesto que gracias al capitalismo se hicieron grandes avances en la tecnología aplicada al ámbito laboral. La creación de maquinaria cada vez más sofisticada ha hecho que la maña supere a la fuerza bruta, además de crear nuevos puestos de trabajo que las mujeres podían desempeñar perfectamente. El mercado también pensó en las mujeres al dar pie a la producción de todo tipo de artículos para facilitarles la vida cotidiana. Así que, en mi opinión, si lo que el feminismo quiere abolir es la brecha salarial, tiene que atacar directamente a ese problema, no a todo el sistema capitalista. A pesar de las innumerables virtudes que, según Marx y Engels, tenía el sistema socialista cuyas teorías elaboraron, en la práctica se demostró que los derechos de la clase obrera iban mermando cada vez más y que ni siquiera las mujeres gozaron de una mayor libertad.


Todos alienados

Como toda ideología extremista, el hembrismo tiende a llevar a cabo una separación ideológica entre los miembros del grupo y el enemigo a abatir. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando es una mujer la que, en pleno ejercicio de sus facultades, manifiesta que no piensa igual que ellas? Pues que pasa a ser una alienada que ha sido abducida por el malvado heteropatriarcado. Para una hembrista, una mujer en su sano juicio no decide ser ama de casa y dedicarse al cuidado de una familia, por mucho que la propia mujer diga que ésa ha sido su elección. Se la intentará convencer de que su forma de pensar es arcaica, denigrante para la mujer e incluso dañina para la lucha del feminismo. Cuando vean que no la pueden convencer de lo contrario, pasará a ser considerada una especie de apestada, una defensora del neomachismo heteropatriarcal que nada tiene que ver con sus ideales de liberación femenina.


Defensa para casi todas

Aunque el movimiento hembrista dice incluir a todas las mujeres en la defensa de sus reivindicaciones, hay casos en los que se puede ver que esto no sucede así en absoluto, puesto que no se actuará de la misma manera para defender a una mujer de una ideología opuesta a la del grupo. Ejemplos de esto los podemos ver en Twitter casi a diario, como fue el caso del ataque machista que sufrió la política de C’s Inés Arrimadas por parte del trabajador de TV3 Toni Albà, quien no se recató en llamarla “puta” de manera pública. Aunque estamos acostumbrados a ver que las redes sociales arden por todo, es curioso que ningún colectivo hembrista saliera en defensa de Inés Arrimadas. Es posible que su condición de política de ideología de derechas no la haya hecho merecedora de recibir el apoyo de este supuesto movimiento feminista, como tampoco lo recibió la presentadora Mariló Montero cuando el líder de Podemos, Pablo Iglesias, gran adalid del feminismo y supuestamente defensor de la mujer, declaró en un chat privado que le encantaría azotarla hasta hacerla sangrar.


Violencia de género

Este es el punto que mayor controversia provoca a día de hoy, ya que se trata de un tema muy sensible con el que no se puede andar con medias tintas. El movimiento feminista condena todo tipo de violencia, tanto si la ejerce un hombre como si la ejerce una mujer. Se habla de violencia de género o violencia machista, pero el término más adecuado es, bajo mi punto de vista, violencia. Y el feminismo no tolera la violencia de ningún tipo. En cambio, las hembristas solo condenan la violencia que se ejerce por parte del hombre a la mujer, e incluso justifican que la mujer ejerza violencia sobre el hombre. Al fin y al cabo, ¿qué importancia tiene pegarle a un hombre, si por definición todos son machirulos y opresores?

En mi país, España, existe la famosa Ley de Violencia de Género que, aunque fue creada para evitar el maltrato y el asesinato de mujeres a manos de sus parejas, solo ha contribuido a crear más desigualdad ante la Ley y a colocar a las mujeres en un puesto de preferencia sobre el hombre. A día de hoy, y ante un mismo caso de violencia en el seno de la pareja, se juzgará con más severidad a un hombre que a una mujer. Un hombre que pega a una mujer comete un delito, pero si lo hace una mujer es una falta. Si una mujer denuncia a un hombre por maltrato, la Policía se personará en la casa para proceder a arrestar al hombre; en cambio, si es el hombre el que acusa de maltrato a la mujer, se seguirían los procedimientos habituales con la correspondiente citación judicial. Si esto sigue así, se llegará al punto en el que la presunción de inocencia quedará erradicada y un hombre acusado de maltrato será culpable hasta que se demuestre lo contrario. El estado de derecho a tomar viento, señores.


Micromachismos y lenguaje inclusivo

Gilipollez supina donde las haya y que mueve tanto a risa como a enfado. Bien es cierto que existen ciertos comportamientos cotidianos que pueden considerarse propios del machismo, como el hecho de que, habiendo en casa un hombre y una mujer, deba ser siempre la mujer la que se ocupe de llevar a cabo las tareas del hogar, o que corresponda a ésta sin discusión la tarea de encargarse del cuidado de los niños o de personas mayores aun habiendo otros parientes más cercanos que podrían hacerse cargo de tales menesteres. Estos reductos del machismo se ven ahora con mayor claridad de lo que se veían hace veinte años, y supone un gran avance que se saquen a relucir y se pida justicia al respecto.

Sin embargo, también hay que matizar que otros de los llamados micromachismos son completamente absurdos, aunque a las hembristas no se lo parece. Para ellas, que un hombre invite a cenar a una mujer es un acto machista porque el hombre lo hace para mostrar su superioridad sobre la mujer, ya que se supone que él gana más que ella y se puede permitir el lujo de invitar a un ser inferior a comer. Esta misma lógica se puede aplicar a otros comportamientos como el hecho de abrirle la puerta del coche a la mujer, dejarla pasar antes que él al salir de un edificio o hacerle un cumplido. Existe todo un debate acerca del piropo; hay quienes lo ven como un acto sin importancia aunque a veces bastante grosero, y hay quienes lo consideran directamente acoso sexual.

Algo parecido ocurre con el famoso lenguaje inclusivo, una auténtica aberración que consiste en feminizar o neutralizar (nunca mejor dicho) palabras ya existentes para que incluyan a todo el espectro genérico, aun cuando no es necesario. Sirvan como ejemplo bofetadas al diccionario como “miembros y miembras”, “sujetas de pleno derecho”, “bienvenides” o “amig@s”. La R.A.E. ha declarado muchas veces que esto es un error gramatical, pero los partidarios del lenguaje inclusivo se encogen de hombros y siguen a lo suyo, convencidísimos de estar hablando bien y de contribuir así a la integración de género. Otra estupidez más de la dictadura de lo políticamente correcto.


¡Y hasta aquí por hoy, amigos! Si os ha gustado, os animo a compartirlo con quien os apetezca. Si no estáis de acuerdo con estos puntos, tenéis abajo la caja de comentarios, donde podremos debatir tranquilamente. ¡Hasta la próxima!