La Doncella en el Jardín de Rosas
En una antigua mansión campestre,
aquella que has observado muchas veces en la lejanía, hay alguien que aguarda
tu visita. Acércate a las grandes puertas enrejadas que te separan del recinto
y tira de la campanilla tres veces. Al cabo de unos instantes, un mayordomo
aparecerá y te abrirá las puertas. No te molestes en saludarle o hablar con él;
hasta el más breve comentario puede convertirse en una ofensa. Él sabe por qué
estás ahí, así que deja que te guíe hacia la parte trasera de la mansión.
Ante ti aparecerá un jardín, el
más hermoso que hayas visto en tu vida. Hay esculturas, terrazas, canales y
fuentes monumentales a lo largo de sus grandes avenidas de bien recortados
setos. De entre todas las flores que podría haber en ese maravilloso vergel,
las rosas han sido las elegidas para poblar esos jardines ideados por un genio.
Grandes macizos de rosas rojas se alzan a ambos lados del camino por el que
andas, no importa cuál sea. Sigue adelante sin pararte a observar el bello
cuadro en el que estás inmerso, pues ella espera tu llegada.
Bajo un templete blanco, la Doncella disfruta de la
hora del té. Su aspecto es el de un capullo de rosa abriéndose al sol. Sus
grandes tirabuzones dorados caen sobre un vestido de un resplandeciente color rojo,
y sus ojos son tan azules que se confunden con el cielo estival. En la mesa hay
dispuesta toda una merienda: fresas con nata, tostadas con mantequilla,
mermelada de frambuesas, galletas recién horneadas y hasta un gran bizcocho de
chocolate. El olor delicioso que viene del quiosco embota todos tus sentidos
sin que puedas hacer nada por evitarlo.
Al cabo de un momento, la Doncella repara en tu
presencia. Con un gesto, te indica una silla libre junto a la mesa. Siéntate y
aguarda. La Doncella
tomará la tetera y, con gran elegancia, te servirá una taza de té de rosas.
Pondrá a tu disposición todos los manjares que hay en la mesa, e incluso te
ofrecerá más con el único propósito de hacer tu merienda más agradable. Bajo
ningún concepto debes probar nada de lo que te ofrezca, pero no olvides darle
las gracias con gentileza. Para agradecerte la visita, ella promete contarte un
cuento.
Cuando termine el cuento, la Doncella te mirará con
sus inocentes ojos y te hará esta pregunta.
-¿De verdad que no quieres un poco más de té?
No aceptes su oferta. Si lo
haces, será tu perdición. Levántate, inclínate ante ella y muéstrale respeto.
Dale las gracias por la deliciosa merienda que no has probado y aléjate de
ella. Pero hazlo de la misma manera en que llegaste, es decir, sin perderla de
vista. Camina hacia atrás sin apartar tu mirada de la Doncella , y recorre el
mismo sendero que tomaste al llegar. Seguramente oirás gruñidos que provienen
de los rosales, y hasta es posible que percibas la mirada inquisitiva de unos
ojos que te acechan entre las zarzas. Sigue caminando. Si te despistas o
cometes un error, por muy pequeño que sea, la bestia que murmura entre las
rosas se echará sobre ti y te devorará.
Cuida tus pasos. La Doncella te vigila.
Para que me cuente un cuento, yo no corro semejante riesgo. Me compro un bizcocho de chocolate de Mercadona que sí puedo comer y un ramillete de rosas de los de los chinos ;-P
ResponderEliminarPor cierto, con este relato me has hecho recordar el Queen Mary's Garden de Regent's Park y los demás bellísimos jardines que vi en Londres. ¡Qué ganas me están dando de volver! *___*
Ya, pero siempre que se va a visitar a una Doncella hay que correr riesgos y pagar un precio. Una amiga mía me preguntó: ¿Por qué las Doncellas siempre quieren matar a alguien? Y yo le dije: Es el riesgo que se corre, así que...
Eliminar¡Nunca he ido a Lobdres y es uno de mis mayores sueños! Inglaterra es un país que tiene una tradición jardinera muy arraigada, y a mí me encantan los jardines. Para el relato tenía en mente los jardines de Versalles, pero ahora tengo ganas de ver el Queen Mary's Garden. ^^*
Versalles es muy bonito, pero demasiado artificial. personalmente, prefiero los jardines ingleses a los franceses (los ingleses son más naturales y frondosos, mientras que los franceses están demasiado recortados en plan seto-perro, seto-unicornio o seto-laberinto). La gracia que tiene el Queen Mary's es que está lleno de rosas, cientos de miles de rosas, de todos los colores, cada tiene debajo el cartelito con el nombre de su variedad. Si pudiera te pasaba una foto, seguro que te recuerda al de tu relato. Búscalo en Google y alucinarás pepinillos ;-)
EliminarAcabo de ver algunas fotos de los jardines y te prometo que estoy maravillada. ¿De verdad existe un lugar así en el mundo y yo no lo he visto? ¡Ahora sí que tengo que ir a Londres a como dé lugar! Visto en el mismo lugar tiene que ser un espectáculo impresionante. Y sí, de haber existido un jardín de rosas como el de mi relato, sin duda sería como el Queen Mary's. ¡Es precioso!
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