miércoles, 18 de diciembre de 2013

Un fin de semana perfecto


Bueno, hoy toca poner a punto mis dotes como cronista, porque voy a hacer un pequeño resumen de cómo ha sido mi fin de semana en A Coruña. He de decir que aguardaba con emoción el viernes pasado, porque iba a reencontrarme con una amiga a la que hacía mucho tiempo que no veía y juntas íbamos a darlo todo para hacer que el fin de semana fuera inolvidable. Las expectativas eran muy altas, pero las cumplimos con creces. Decir que he sido inmensamente feliz es decir poco.

Pero para que me creáis, es mejor que os haga la crónica detallada. Además de texto, pondré algunas fotos que he sacado; perdonad por la mala calidad de las fotos, pero es que las saqué con mi móvil y es una patata (espero cambiar de móvil dentro de poco, tened paciencia). Aunque escribirlo aquí no le hace justicia, espero que disfrutéis leyéndome.


Día Uno: Viernes

Mi viaje empezó a las tres de la tarde, momento en que tenía que coger el autobús que me llevaría primero a Ferrol y luego a Coruña. Lamento tener que empezar quejándome de algo, pero es que la línea de autobuses que tengo que utilizar tiene muy pocos servicios y además los horarios no son muy afortunados. El trayecto se me hizo un poco largo. Y es que llegué a mi destino cerca de las seis y media de la tarde, cuando ya es de noche. Mi amiga Rebeca ya estaba allí y, como ninguna de las dos estábamos cansadas, dejamos nuestras cosas en el piso y salimos a dar un paseo rápido por el centro.

Y, como era de esperar en mí, al final acabamos en el Fnac. La verdad es que en mi caso es comprensible: es un paraíso para el friki y llevaba mucho tiempo sin catar cosas frikis. Como pensábamos ir al día siguiente con más calma, decidimos echar un vistazo rápido antes de volver a casa, pero encontré varias cositas interesantes que merecían toda mi atención, jejeje! Viva la vida friki!



Yo con el libro de ilustraciones de Zelda


Después de ver Fnac de forma resumida, salimos a dar un paseo por los Cantones y la Plaza de María Pita. Las calles estaban totalmente decoradas con luces y árboles de Navidad, y se respiraba un ambiente invernal muy bonito. En la plaza de María Pita incluso habían montado una especie de pueblo de Santa Claus, con casitas, un tiovivo y un trineo iluminado. Fue muy bonito pasear entre las casas, percibir el olor del algodón de azúcar, oír la música del tiovivo y sacarse fotos por todas partes.



Árbol de luces en el Cantón Grande




Ayuntamiento iluminado



En una de las casitas de la Villa de Santa Claus


Por la noche, después de una opípara cena, nos sentamos a ver la tele y ponernos un poco al día con nuestros cotilleos particulares. Me alegra poder decir que, a pesar del tiempo transcurrido desde que estudiábamos la carrera, las cosas entre nosotras siguen exactamente igual, y eso me gusta. Fue como volver a revivir el pasado, y eso era justo lo que quería.



Día Dos: Sábado

El día empezó temprano, porque teníamos la intención de pasar la mañana en Marineda City. Los adictos a las compras lo reconocerán de inmediato: es el centro comercial más famoso de Galicia, y el tercer centro comercial más grande de España. Es una mole descomunal donde están todas las tiendas habidas y por haber, el horror vacui del shopping. En serio, hay tantas tiendas que parece que se te caen encima: Zara, Lefties, Sfera, Shana, Stradivarius, Abercrombie, Primark, H&M, C&A... Yo creo que, cuando se concibió la idea de hacer un macrocentro comercial, el cerebro pensante dijo: "Oíd, ¿qué os parece si hacemos una especie de Corte Inglés... dentro de un Corte Inglés más grande?". La ecuación se completa si añadimos un Decathlon y un Ikea en las cercanías; eso es Marineda City.

Sin embargo, a pesar de ser un gigantesco centro comercial, no descubrí nada que me llamara la atención. Ni siquiera en Primark, donde pierdo las formas como una loca en las rebajas. No había nada especial, y eso me fastidió un poco. Coño, para una vez que me voy de tiendas, me habría gustado ver algo más de variedad.

Y ya que estamos con la moda, aprovecho para introducir un tema que, hasta el otro día, yo no conocía de nada.

A ver... ¿vosotros sabéis lo que es una bufamanta?

Según Rebeca, la experta en estas cuestiones, es una especie de bufanda enorme que parece una especie de chal o manta (de ahí su nombre, vamos). Se la reconoce por su color marrón claro y su estampado tartán a cuadros rosas y azules. Al parecer, Zara la sacó hace poco y se ha puesto tan de moda que ya no quedan existencias. Esto se demuestra en que nos hemos pateado varios Zara y en ninguno había la famosa bufamanta.



La bufamanta en todo su esplendor


Por las calles, vimos un montón de chicas llevando esta prenda. Y esto dio lugar a que nos inventáramos el juego de la bufamanta. Es muy fácil, y hasta podéis hacerlo vosotros si queréis. ¿Os acordáis del juego del Escarabajo, que consiste en pegarle un puñetazo al que tienes al lado cada vez que ves un Volkswagen Escarabajo? Pues esto es igual, pero cada vez que veas a alguien con una bufamanta. Este juego dio para mucho, aunque confieso que me he llevado una paliza por no estar más atenta. He perdido por diez asaltos a cuatro.

Después de comer, descansamos un poco antes de darnos el palizón de caminata del sábado por la tarde. Otra vez tocó pasear por el centro y visitar con más calma el Fnac. Había un montón de cosas, aunque no tantas como para hacerme perder la compostura. Entre las que más me han gustado están el libro de ilustraciones de la saga de The Legend of Zelda (que ya tengo, jajaja!) y algunas cosas de El Hobbit. Al final, como no quería gastar mucho dinero, me he decantado por un calendario de Kimmidoll y un broche con el símbolo de Rivendel que ya he estrenado. ¡Bien!

Obviamente, tanta caminata y tantas emociones dan mucha hambre. Así que después del paseo nos fuimos a una cafetería monísima para zamparnos una merendola con todas las de la ley. Rebeca pidió un crumble de manzana con una bola de helado de vainilla, y yo me decanté por unas buenas tortitas regadas con sirope de arce. ¡Deliciosas!



Mis compras frikis (jo, qué mal se ven)



Una merienda de reinas!


Por la noche tocaba salir de marcha. Bueno, debo decir que nuestra idea de "marcha" no es como todo el mundo imagina. Vamos, que no era la típica juerga de pub, discoteca y chunda chunda (yo la llamo "marcha destroyer"). Fue más bien un paseo tranquilo y tomar algo en algún local que parecía agradable. Y es que la mayoría de la muchachada estaba en pleno botellón en los jardines de Méndez Núñez, y no era cuestión de pasearse entre todos ellos como una adolescente más. Primero, porque ya tenemos una edad. Segundo, porque soy abstemia y en los botellones hay alcohol hasta en los cubitos de hielo, así que nada de nada.

Con todo, volvimos a casa pasadas las cuatro, y hasta las cinco de la mañana o así no pegamos ojo. Así finalizó otro gran día.


Día Tres: Domingo

Mi día empezó por la tarde. ¿Qué quiere decir esto? Pues que después de una noche de marcha, una llega cansada y necesita dormir. La conclusión es que me levanté a la una y media de la tarde, con lo que nuestro paseo matutino quedó interrumpido (lo bueno es que dormí de maravilla, así que no tengo nada que lamentar).

Pero el paseo era lo de menos, porque lo mejor estaba aún por venir. Por la tarde, Rebeca y yo nos arreglamos para ir al Palacio de la Ópera, donde íbamos a ver... El Lago de los Cisnes!!! Era la primera vez que iba al ballet, uno de mis sueños desde siempre. Y mi impresión no podría haber sido mejor. Qué preciosidad de obra, qué maravilla de bailarines, qué emoción me hicieron sentir. Todos los miembros de la compañía eran obras de arte en movimiento, y todos me gustaron: los saltos imposibles del Bufón, la delicada belleza de Odette y la fuerza seductora de Odile (interpretadas por la misma bailarina en plan Cisne Negro), la desolación de Sigfrido al descubrir que ha traicionado a su amor, la fiereza de Rothbart el malvado, la danza de los cuatro cisnes... La única palabra que puede describir el espectáculo es "mágico". Ah, qué bien me lo he pasado en el ballet!



Cartel promocional del ballet


Como el domingo es día de descanso y, además, al día siguiente tenía que irme por la mañana, nos marchamos a casa directamente. El lunes tuve que coger el autobús de vuelta a casa, lamentando que el fin de semana durara tan poco y con ganas de repetir cuanto antes mejor.

Quién me iba a decir a mí que el fin de semana perfecto existía.


4 comentarios:

  1. Me alegro de que lo pasaras tan bien como yo. ¡Tenemos que repetir pronto!
    Bicos
    Rebeca

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    1. Pues sí, y la próxima vez toca en Santiago. Mi cumpleaños tiene que ser bestial!!
      Besos!

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  2. ¡Hola guapa! Me alegro de que te esés pegando tan buenas pre-vacaciones. Ya que no celebras la Navidad al menos disfruta mucho de los días de fiesta ;-)

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    1. ¡Hola! Hacía mucho tiempo que tenía ganas de tomarme un pequeño descanso, y el ballet fue la excusa perfecta. A eso no puedo resistirme ^^*. Y no, no celebro la Navidad como tal, pero eso no impide que me lo pase bien con la gente a la que aprecio. Espero que tú también disfrutes mucho estas fiestas tan importantes para ti. Un saludo!

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