sábado, 10 de noviembre de 2018

Memorias de la XXIII EstelCon


¡Hola a todos!

Hoy va a ser un post un poco diferente a lo habitual. Como ya sabéis, sobre todo si os habéis pasado por aquí alguna que otra vez o tenéis la costumbre de leerme, las cosas que suelo colgar en este pequeño y humilde espacio son de temática friki cuando algo me apasiona mucho, histórica cuando mi vena académica sale a relucir y artística cuando me dejo llevar por mi imaginación. Pero hoy va a ser algo más íntimo, algo más ligado a mi corazón y al de todos aquellos con quienes compartí cuatro días que se convirtieron en el bálsamo que mi espíritu necesitaba. Por lo general, los seres humanos dedicamos un tiempo muy largo a buscar momentos y sensaciones que nos llenen de paz, de vida, de luz, de calor... pero a veces solo son necesarios cuatro días para vivir esa experiencia en toda su plenitud. Yo lo he vivido así.

Pero pongámonos en situación. Embalse de Benagéber, Comunidad Valenciana, año 2018. En un albergue medio oculto entre pinos y montañas se iba a celebrar la XXIII Mereth Aderthad, es decir, la fiesta de la reunión, un acontecimiento que todo amante de la obra de J. R. R. Tolkien espera con fervor durante todo un año. Ciento cincuenta personas venidas de todas partes de España se iban a encontrar (y reencontrar) en este albergue al cual muchas manos se prestaron para adornarlo para la ocasión con estandartes, música, baile, canciones y, sobre todo, muchísima ilusión. Al poner los pies allí volví a sentir una emoción conocida que he experimentado, por desgracia, pocas veces en la vida. Allí estábamos todos, un año más. Rostros conocidos se mezclaban con caras que todavía no me resultaban familiares, pero todos teníamos algo en común: el deseo de reunirnos para conmemorar la obra del Profesor, honrarla y mostrársela en todo su esplendor a quienes querían acercarse a ella.

Para este artículo, he decidido estructurarlo en cuatro apartados, tal como hizo Tolkien en el prólogo de La Comunidad del Anillo, no solo porque me parece una manera de rendirle homenaje, sino también porque creo que solo así podré abarcar en su totalidad todo lo que quiero expresar.


*De los amigos antiguos y los nuevos

Empezamos por lo que yo considero que es una de las mejores partes de una EstelCon, que es el reencuentro con aquellos amigos a los que hace mucho tiempo que no vemos. A pesar de que vivimos en una época hiperconectada en la que saber cómo se encuentran nuestros amigos está solo a un clic de distancia, no hay nada comparable a volver a ver a esas personas cara a cara y darles un fuerte abrazo cargado de sentimientos. Sentir la calidez de su corazón y mirar por fin esos ojos reales, brillantes, reflejo de mil emociones que llegaban al alma. "Aquí estoy", decían sin necesidad de usar palabras; no se necesitan cuando el corazón habla.

Pero una EstelCon también es el lugar donde se pueden hacer nuevos amigos y, con un poco de voluntad, es muy posible que la forja de esas nuevas amistades dure mucho tiempo, cuando no toda la vida. Los lazos de la amistad son como una buena espada: requieren mucho trabajo y es necesario poner mucho empeño, pero si todo sale bien el resultado es inmejorable. Y puedo decir que este año mi experiencia ha sido de lo más positiva, algo por lo que siempre estaré agradecida. En esta EstelCon he tenido la oportunidad de conocer a personas que me han acogido, me han hecho reír, me han escuchado, me han dado ánimos y me han hecho partícipe de sus planes y actividades. Gente a la que no conocía de nada, pero que me ha abierto los ojos a nuevas realidades y a un mundo infinito de fantasía donde todo es posible.

No sé si es necesario que pase un tiempo prudente para llamar "amigo" a alguien; hoy en día tendemos a banalizar palabras tan hermosas como amistad, amor o compañerismo. No sé si cuatro días al lado de una persona son suficientes como para considerarla amiga, pero tal vez mi corazón estaba presto para hacerlo y quería que aquellas personas que conocí allí tuvieran un lugar en él. Todas se lo han ganado, en mayor o menor medida. Todas esas personas ya forman parte de mí de una manera u otra, y lo que le han aportado a mi vida nadie me lo quitará jamás, ni yo lo olvidaré mientras tenga memoria. En el momento de la despedida hubo muchos abrazos y lágrimas pero, sobre todo, la promesa de volver a vernos pronto. Y sé que esa promesa se cumplirá. Tan cierto como que el sol sale todas las mañanas, el reencuentro con los amigos nuevos y viejos se llevará a cabo nuevamente, y volveremos a experimentar ese calor en el corazón que es como el fuego del hogar, agradable y reconfortante.


*Del valor que se oculta dentro de uno mismo

Hay una frase muy acertada que dice que el miedo es la emoción más difícil de dominar. Si sentimos dolor, lo podemos aliviar llorando; si sentimos rabia, la reducimos gritando. Pero el miedo nos invade silenciosamente y ataca nuestro corazón sin que seamos conscientes de ello ni sepamos qué hacer para evitarlo. Es muy normal tener miedo, y más si eres una persona con tendencia a la timidez, a esconderse cuando hay mucha gente mirando y no sabes qué decir mientras bajas la vista, esperando que el suelo o tus pies te den una respuesta que nunca llegará.

Pero el miedo tiene algo bueno y es que, cuando corres hacia él, huye despavorido. El miedo a mezclarme entre desconocidos y a no encajar entre ellos surgió con bastante fuerza en mi primera EstelCon, allá por 2016, y fue la gran culpable de que me acobardara y me hiciera retroceder a la hora de apuntarme a actividades que me llamaban mucho la atención pero que temía no saber realizar y acabara molestando a los demás por ello. Este año no fue así; no dejé que fuera así. Al saber más o menos en qué consistía una EstelCon, pude enfocar la elección de actividades de la manera que mejor se ajustaba a mí, y me alegra poder decir que he participado en más de las que esperaba; algunas de ellas no entraban en mis planes iniciales, pero no lamento haberme metido en ellas, pues me lo he pasado muy bien y he aprendido que el miedo puede ser un poderoso enemigo que nos evita disfrutar de la vida en su máximo esplendor.


*De los bailes, canciones, lecturas y actividades

En los cuatro días que dura una EstelCon hay tiempo para hacer muchas cosas con amigos y compañeros de fortuna. La obra de Tolkien ha dado origen a estudios, ensayos, conferencias y debates muy interesantes que aportan un mayor conocimiento a quienes intentamos saber más y ahondar en el legado del Profesor. Siempre es un verdadero placer asistir a una de las charlas que se dan en una Mereth Aderthad, pues es una oportunidad magnífica para aprender muchas cosas que no sabíamos (o para iniciar debates sobre los Elfos comeflores, por qué no).

Pero no todo iba a ser academicismo y erudición acerca del universo Tolkien, pues también hubo espacio para juegos y actividades relacionadas que hicieron las delicias de muchos de nosotros y nos ayudaron a embebernos del espíritu de la Tierra Media. Talleres como el de elaboración de remedios naturales, el diseño de laberintos o el de un cuaderno de viajes, dedicados a aquellos cuyas manos son incapaces de estarse quietas y quieren hacer algo bello y productivo (es inevitable acordarse de Sam Gamyi, el hobbit que encontraba la felicidad más grande en las cosas sencillas de la vida). Clases de baile al aire libre que pusieron a prueba nuestra agilidad de pies y capacidad para aprender tres pasos diferentes sin pisar al compañero de al lado. Canciones y musicales creados para alegrar el ánimo o enriquecer el espíritu de los atentos espectadores, dando lugar a momentos emotivos y cómicos a partes iguales. Alguien dijo una vez que no hay música más bella que la risa que sale del corazón, y por eso puedo afirmar que en esta EstelCon no ha habido música más hermosa y sincera que la que nació de todos nosotros (con permiso de Eru y los Áinur, claro está).

Quisiera dedicar aquí unas palabras especiales para el juego de rol en vivo, ya que esta fue mi primera incursión en este mundo del que tantas veces había oído hablar y por el que sentía una gran curiosidad, pero que por miedo o desgana había dejado relegado a un segundo plano. Pese a que temblaba como una hoja cuando llegó el momento de empezar el juego, a los pocos minutos ya me sentía tan relajada que pude disfrutar de dos cortísimas horas de juego rodeada de gente increíble e implicada. Cabe destacar el final inesperado de la partida que, unido al buen humor general, arrancó auténticas carcajadas y puso el broche de oro a una tarde magnífica.

Y, como no podía ser menos en la celebración de uno de los escritores más grandes que jamás han existido, también ha habido momentos para la lectura de fragmentos, poemas y cuentos tolkienianos. Reunidos al estilo de una corte señorial en torno a nuestro maestro de ceremonias, unos pocos elegidos tuvimos el honor de llevar a cabo una pequeña representación que espero haya deleitado a nuestros oyentes. He disfrutado mucho leyendo ante todos los presentes y, pese a lo nerviosa que estaba, no me arrepiento de haberme apuntado a la actividad. Creo que ese fue uno de los primeros momentos en los que la magia, la verdadera magia, hizo su aparición y nos acompañó hasta el final de esos cuatro días inolvidables.


*De las risas y las lágrimas

Pero todas las cosas deben llegar a su fin, y el fin de la Mereth Aderthad llegó más pronto de lo que todos queríamos. Después de disfrutar de la cena de gala, con sus brindis cargados de sentimiento y sus canciones que llegaban al alma, llegó el temido momento: el de la despedida. Tras realizar la entrega de premios y homenajear al smial organizador de la mereth, todos los presentes pusimos toda nuestra atención a la lectura final, que no es otra que la marcha de Frodo, Bilbo, Gandalf y Galadriel en un barco rumbo a las Tierras Imperecederas. Un cierre perfecto para una grandísima historia, pero que no deja de ser un tanto agridulce porque Frodo, a pesar de haber llevado a cabo una de las pruebas más difíciles que le pueden tocar a una persona, se ve incapaz de disfrutar de las dádivas del héroe y sufre durante años las secuelas de haber llevado colgada al cuello la más pesada de las cargas. Solo hay un lugar donde por fin podrá alcanzar la tan ansiada paz de espíritu, pero para eso es necesario que deje atrás todo cuanto amaba y tome rumbo al Oeste.

Siempre me ha producido una tremenda congoja esa parte de El Retorno del Rey, pues comparto la tristeza de Sam ante la pérdida inevitable de su amo, amigo y compañero. Pero a pesar de las amargas lágrimas, que son las mismas que cayeron de nuestros ojos en medio de la lectura, nos queda el consuelo de que el tiempo vivido ha sido pleno y nuestras experiencias, vívidas en nuestra memoria, permanecerán en nuestro interior hasta que nos llegue el momento de partir. Risas y lágrimas entremezcladas. La amargura de la despedida unida a la sonrisa de la esperanza y a la promesa de volver a vernos en un futuro no muy lejano. Como bien decía Gandalf, no todas las lágrimas son malas. Ésa fue su última lección, y puede que la más sabia y verdadera.

Y así fue como terminó uno de los períodos más felices de mi vida, corto e intenso a partes iguales. El camino de vuelta a casa, marcado por ese silencio solemne en el que se entremezclan el cansancio y la pena, no fue tan amargo para mí como la primera vez, quizá porque tuve la oportunidad de compartirlo con tres personas a las que quiero muchísimo. Volvíamos otra vez a la vida cotidiana, con su ritmo ajetreado y las obligaciones que todos tenemos que cumplir, pero regresábamos con el espíritu renovado y la mente clara. No son muchas las veces que me ha tocado vivir una experiencia tan enriquecedora como lo fue esta EstelCon, pero creo que todos regresamos a casa con el mismo pensamiento en la cabeza: El haber sido partícipes de algo tan grande como es la celebración de la amistad que, ojalá, dure por muchos, muchos años.

Gracias de corazón a todos los que lo habéis hecho posible.

2 comentarios:

  1. Wow, siendo sincero es la primera vez que escucho de tal evento, como vivo en una zona remota de México, donde apenas hay lugares para leer y comprar libros, no tengo mucho conocimiento de cómo se mueven los grupos alrededor del mundo. Siempre fui fanático de Tolkien desde que era niño, confieso que al crecer, decidí probar con la Dark Fantasy, pero jamás olvidaré que mis primeros pasos en el mundo de la fantasía fue con este gran profesor.

    Al leer la entrada imagino que debió ser genial pasar el tiempo con personas que comparten tu misma pasión, sobre todo, si en tu vida diaria no tienes a gente con quien hablar o expresarte de cosas que te gustan. Me ha pasado desde que tengo memoria, quiero hablar de las cosas que me llaman la atención y me apasionan, pero mi entorno no está en sintonía conmigo, por lo tanto, guardo todas esas conversaciones dentro de mí y espero el momento en que exista un grupo con quien compartir mis pasiones.

    Es bueno que vivas esas experiencias y las expreses de tal manera, pues muestra cuanto amas el universo de Tolkien. El gran pionero del género fantástico.

    Buena entrada, ojalá vivas más momentos que te hagan sentir realmente feliz.

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    1. Pues te animo a que busques en Internet si hay alguna Sociedad Tolkien en México. Aunque no puedas asistir a sus reuniones, puedes formar parte de la sociedad y hacer aportaciones desde tu casa. Por probar no pasa nada, y es posible que encuentres lo que estás buscando.

      Y sí, aciertas al pensar que me ha sido genial. La primera vez que fui a una Mereth me divertí mucho, es cierto, pero esta vez todo ha sido más pleno, pues ya me sonaban muchas caras. También conocí a una chica de 14 años que, como tú, en su día a día se siente muy sola porque no puede hablar de los temas que le gustan con todo el mundo, ya que en su círculo de amistades no hay fans de la fantasía y de Tolkien. Por eso, cuando vino a la Estelcon se lo pasó de maravilla.

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