martes, 2 de octubre de 2012

El Rincón del Lector III: Donde Los Árboles Cantan


Los que hayáis leído algunos de mis posts anteriores, sabréis que soy una fan incondicional de la literatura épica y fantástica. Laura Gallego es una autora que suele escribir relatos fantásticos dirigidos a la juventud, aunque cualquiera puede disfrutar de su prosa fluida y bien cuidada sumada a unos argumentos casi siempre originales, aunque no exentos de tópicos. Por eso, cuando vi en la librería Donde los Árboles Cantan, lo compré sin dudarlo y demoré un poco su lectura para poder disfrutarlo como se merecía, aunque el resultado no fue el que esperaba.



Título: Donde los Árboles Cantan
Autora: Laura Gallego García
Editorial: Ediciones SM
Nº de páginas: 477
Sinopsis: Viana, la única hija del duque de Rocagrís, está prometida al joven Robian de Castelmar desde que ambos eran niños. Los dos se aman y se casarán en primavera. Sin embargo, durante los festejos del solsticio de invierno, un arisco montaraz advierte al rey de Nortia y sus caballeros de la amenaza de los bárbaros de las estepas…, y tanto Robian como el duque se ven obligados a marchar a la guerra. En tales circunstancias, una doncella como Viana no puede hacer otra cosa que esperar su regreso… y, tal vez, prestar atención a las leyendas que se cuentan sobre el Gran Bosque…, el lugar donde los árboles cantan.



RESEÑA (con spoilers):

A pesar de que hay gente que opina que esta es la mejor obra de Laura Gallego, debo discrepar y lo voy a hacer a lo largo de mi crítica. Se nos presenta una novela que está planteada como una especie de relato de caballerías, con sus doncellas, sus malvados, sus elementos mágicos y el Gran Bosque como telón de fondo, un lugar místico poblado por maravillosas criaturas jamás vistas por otros mortales.

La protagonista es Viana, una doncella de noble cuna de carácter soñador y despreocupado, al más puro estilo Sansa Stark de Juego de Tronos; de hecho, a mí me la recordó un poco por su actitud recatada y banal, muy del estilo de los cuentos de doncellas y caballeros que tanto le gustan. Su prometido, como no podía ser de otra manera, es un joven y guapo caballero llamado Robian de Castelmar, que la ama desde la infancia.

La llegada de los bárbaros, liderados por el rey Harak, trastoca todo el mundo de Viana. Para sobrevivir en el nuevo ambiente que la rodea, debe aprender a valerse por sí misma. El problema es que su supuesta transformación es una de las cosas más abruptas y poco creíbles que he visto en mi vida. La autora se esfuerza en mostrar a Viana como una chica que debe cambiar en un tiempo récord para poder salir adelante, pero el cambio no es tal. Es una chica caprichosa, una doncella acostumbrada a que se lo den todo hecho, a que la rescaten si tiene problemas… y sigue siendo así hasta el final de la novela. Viana es boba y egoísta en grado sumo. No le importa poner en peligro a los demás con tal de llevar a cabo una misión suicida que se le ha metido entre ceja y ceja, y al final siempre tiene que ser salvada por otro personaje. Esa es otra: No se acuerda de nadie excepto cuando está a salvo en casita; entonces sí, pobrecitos los demás. Para mí, Viana fue una de las mayores decepciones del libro, y no fue la única.

Entre otros personajes que me han disgustado un poco está Lobo, el arisco montaraz que advierte a todo el mundo de la amenaza bárbara y el único que parece saber cómo moverse entre ellos sin ser descubierto. Es deslenguado a la par que aguerrido, y siempre tiene algo sabio y prudente que aportar a cualquier situación. Sin embargo, su actitud se vuelve despótica cuando trata con los que él considera traidores y cobardes (es el caso de Robian, del que hablaré después). No me parece apropiado que alguien como él, casi un fuera de la ley, trate tan mal a personajes que actuaron de cierta manera movidos por muchas circunstancias; lo hubiera visto mejor si su actitud hubiese sido otra.

Otro de los personajes que la gente parece adorar pero que a mí me trae al fresco es Uri, el chico-árbol. Los lectores, especialmente chicas, adoran a este muchacho puro e inocente que se convierte en el amor verdadero de Viana. Sin embargo, a mí me dejó bastante fría. Además, la forma en que la autora lo ha caracterizado me parece un bastante escabrosa. A ver, se supone que es árbol (que nadie sabe cómo ni por qué se ha convertido en humano) con el cuerpo de un chico adolescente y la mentalidad de un niño de dos años. A pesar de todo, termina manteniendo relaciones sexuales con Viana, que queda embarazada de mellizos. ¿Perdón? ¿Que la prota se ha follado a un árbol? ¿A un chico-árbol con el cerebro de un niño? ¿Qué coño es esto?

Siguiendo con el análisis de los personajes principales, debo manifestar aquí mi disgusto por el trato que se le ha dado a uno de mis favoritos: Robian de Castelmar. Comienza siendo el homólogo masculino de Viana: un chico alegre y despreocupado que quiere ser caballero al más puro estilo de las justas. Sobrevive a la guerra contra los bárbaros, pero renuncia a casarse con Viana para proteger a su madre y a su hermana pequeña. ¿Y qué piensa Viana y todo el mundo al respecto? Que es un traidor, un chaquetero y un cobarde. Robian ha renunciado a lo que más amaba para proteger a su familia, y se le paga con desprecio y rechazo por ambos bandos. Sin embargo, Robian sigue amando a Viana y no la lleva ante el rey Harak, a pesar de que recibiría muchos privilegios si lo hiciera. No es suficiente: sigue siendo considerado un cobarde porque no se une a los rebeldes para expulsar a los bárbaros.

Sinceramente, sólo por esto la novela me parece vacía de contenido. ¿Por qué se sigue vendiendo esa imagen tan negativa y maniquea del cobarde? ¡Qué sería de la Historia sin traidores ni cobardes! Para mí, Robian no es un cobarde y mucho menos un traidor: Es un chico que ha visto cómo su mundo se ha derrumbado y se encuentra en una situación en la que tiene mucho que perder. ¿Por qué es más odioso que los demás? A mí me ha inspirado mucha compasión, sobre todo después de leer estos dos diálogos que mantiene con Viana, en los que vemos cómo se las gasta nuestra protagonista:

-No deberías haberle jurado fidelidad. Ni, ya puestos, haberme abandonado como lo hiciste: "El jefe Holdar será un buen esposo para Viana" –repitió con voz de falsete -. Traidor –escupió.
-Viana, ¡no tenía elección! –insistió Robian -. Si hubiese plantado cara, como hizo mi padre, ¿qué tendría ahora? Estaría muerto, y mis tierras habrían acabado en manos de los bárbaros.
-Mejor ser un héroe muerto que un cobarde vivo –opinó ella (…)

Una bonita perla por parte de Viana. Pero todavía hay más:

-Había otra cosa –prosiguió -. Mi madre y mi hermana… Al conservar mi título, ellas siguen bajo mi protección. Harak no las entregará en matrimonio a nadie sin mi consentimiento.
(…)
Viana le tenía mucho cariño a Rinia; era una niña alegre y encantadora, y de ninguna manera quería verla caer en las garras de los bárbaros.
-Eso puedo entenderlo –reconoció a regañadientes -. Pero yo… Podrías haber luchado un poco por mí, ¿no?

En fin… Le falta hacer pucheritos y ya está: Niña tonta servida en su punto.

Otros personajes que podrían ser muy interesantes como Airic, Dorea, Belicia o el juglar Oki no tienen mayor desarrollo y quedan un poco desdibujados. En cuanto a los bárbaros, pues son los malos de la historia y punto. Me hubiera gustado que se viera algún capítulo desde el punto de vista de los antagonistas, pues podría aportar más profundidad a la historia.

También he echado de menos las aventuras en el Gran Bosque, que casi no aparece y, cuando lo hace, no es tan peligroso como pensábamos, pues Viana entra y sale de él con suma facilidad (algo que ni Lobo, infinitamente más curtido que ella, es capaz de hacer). No hay criaturas místicas, salvo los árboles cantores que, como Uri, pueden volverse humanos. Y eso es todo. El final de la novela está bien, aunque se resuelve en muy pocas páginas y de forma un poco brusca.

En resumen, no la considero la mejor obra de Laura Gallego. Prefiero mil veces Alas de Fuego o las Crónicas de la Torre, aun siendo más sencillas. Al menos, los personajes son coherentes y tienen más claroscuros. Me gustaría haber leído más descripciones del Gran Bosque, pero las cosas son como son y no se puede pedir más. Lo que sí puedo decir es que tanto la portada como la encuadernación son magníficas; uno de los mejores trabajos de impresión que he visto en mi vida.

En fin, poca cosa más que añadir. Si queréis una buena novela fantástica ambientada en la Edad Media, pillaos Juego de Tronos o El Señor de los Anillos; si ya las habéis leído, esta os sabrá a poco. Para mí, ha sido una gran decepción. No me esperaba que me gustara tan poco.

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