sábado, 11 de agosto de 2012

Vampiros o Cómo Destrozar Todo un Clásico del Terror

El otro día, la Sexta3 emitió la película "Déjame Entrar", de Matt Reeves. Reconozco ya de antemano que a mí el género de terror me hace sentir eso mismo: Terror. Pero como tampoco había mucho que ver en la tele, pues decidí arriesgarme y disfrutar con el suspense y el no saber qué va a pasar, aunque todos sabemos que esa sombra que acecha al protagonista inocente se lo va a ventilar tarde o temprano.

Me topé con una historia que no me esperaba. Creí que se trataría de apariciones y espíritus, y más al ver que los protagonistas eran niños (¿Es que la gente no se da cuenta de que los niños dan miedo? ¡Que dejen de tener hijos, por favor!). Pero no. La película abordaba otro clásico del terror. Una figura tan aterradora como enigmática y misteriosa. Un ser que, muy a mi pesar, ha sido despojado de su esencia y ha sido convertido, a día de hoy, en una figura risible cuando antes era el súmmum de toda maldad.

¡¡EL VAMPIRO!!

A mí los vampiros siempre me han gustado. Pero no os equivoquéis: Los vampiros de antes, no los de ahora. Hace mucho, mucho, pero que mucho, mucho, mucho tiempo, antes de que existiera Crepúsculo... los vampiros eran las criaturas más malvadas de la tierra. Me gustaban porque eran malignos, desalmados, unos verdaderos enemigos de la humanidad. Nadie podía escapar de un vampiro. Era un depredador nato. Podía convertirse en cualquier animal, podía alcanzarte allí donde estuvieras y devorarte vivo antes de que pudieras pedir ayuda.

¿Y sabéis cuál era el encanto oculto del vampiro? El arte de la seducción. La atracción del hombre por la bestia. El vampiro es, ante todo, un gurú de la aristocracia. Es elegante y seductor. Respaldado por siglos de Historia a sus espaldas, el vampiro sabe encandilar con sus palabras y su porte a la víctima inocente, haciendo que quede totalmente prendada de él. Como una polilla omnubilada por una luz fluorescente. Precisamente eso es lo que hace del vampiro un ser tan peligroso: porque te acercas a tu propia muerte. Sabes que esa criatura no dudará en dejarte seco y, sin embargo, te acercas a él, fascinado, porque tiene algo que te atrae como la miel a las moscas y quieres ahondar en sus ojos, que han contemplado vida y muerte a partes iguales, que contienen el saber ancestral de siglos y esconden, celosos, el sentido de la vida humana. Es simple: Somos puro alimento. ¿Aterrador? Yo diría que sí.

Pero un día apareció Anne Rice, una señora que también sentía atracción por los vampiros. Escribió una novela titulada "Entrevista con el Vampiro", en la que ahondaba en las reflexiones y preocupaciones de un vampiro atormentado por su instintiva sed de sangre. Y ahí fue donde todo empezó a ir cuesta abajo. Los vampiros de Rice son melancólicos, tristes, no hacen más que suspirar y preguntarse qué es la inmortalidad y por qué tienen que matar humanos para sobrevivir, si podrían valerse con la sangre de otros animales. Vamos, que ya empezaba aquí a meter el veganismo en versión vampírica.

Y lo peor de todo es que esta clase de vampiro filosófico y atormentado fue la que trascendió al final. Ahora sólo los nostálgicos recordamos con anhelo a Nosferatu, a Drácula (el de la novela)... Al vampiro en estado puro. Al depredador sanguinario. A la bestia. Pero a los lectores y cinéfilos de hoy no se les puede poner esas cosas, porque eso es mostrar una violencia que puede dañar sus frágiles mentes adolescentes. No, es mucho mejor hacer que los vampiros, pese a ser asesinos, no lo son porque quieran o porque se dejan llevar por sus impulsos naturales. ¡Los vampiros sufren y se enamoran como todos nosotros, porque prevalece su esencia humana por encima de los instintos primarios! ¡Pero qué bonitoooo!

Por razones como esta, hoy tenemos que soportar a petardos como Louis, Lestat (versión Tom Cruise) y, más recientemente Edward Cullen y compañía. Y siempre es la misma historia para todos: El chico es el vampiro, el ser atormentado; la chica es la víctima frágil que quiere salvar su alma gracias al poder del amor (puaj!). Así tenemos los tándems Lestat-Jessie (ella acaba convirtiéndose por él) o Edward-Bella (ella acaba convirtiéndose por él). Se enfatiza, sobre todo, en que el vampiro es un culpable con remordimientos al estilo de Jean Valjean. Se alimenta de sangre, pero no porque quiera, sino porque no le queda otro remedio. Como es muy sensible, busca alternativas para perdonar al inocente humano que ha tenido la desgracia de toparse con él cuando le entra la gusa (chupando la sangre a animales o matando a malas personas).

Y lo que más me repatea es que estos vampiros de ahora tienen unos superpoderes de la hostia. Vamos a ver, Drácula podía convertirse en murciélago, en lobo, e incluso en niebla. Pero de ahí a tener telepatía o ver el futuro hay un mundo. ¿Quién se cree a esta nueva ralea de vampiros diurnos (diurnos!!!) que no hacen más que suspirar y luchar contra lo que realmente son? ¿Por qué tratan de vendernos la papeleta del malo que tiene buen corazón, y de una forma tan burda como esta? Estoy a favor del arrepentimiento, pero también creo que, en esencia, nadie puede cambiar totalmente. Los humanos somos seres racionales, pero tenemos instintos por los que a veces nos dejamos llevar. Y precisamente aquí es donde falla el planteamiento de los nuevos vampiros: Ya no son humanos, sino bestias. Son animales semejantes a los humanos, que tal vez algún día fueron humanos pero que ya no lo son. Son fieras, son monstruos, son depredadores. Aceptadlo de una vez, carajo!

Por eso, al ver "Déjame Entrar" y ver a una niña vampira que luchaba contra sus instintos irrefrenables para ganarse la amistad (y tal vez el amor) de un niño de rostro tan inocente como crispante, pues pensé que el terror ha cambiado mucho desde aquella vez que vi Nosferatu con escalofríos, con la sensación de que alguien me estaba observando a mis espaldas y aguardando el momento idóneo para arrojarse sobre mí y dejarme sin sangre. Sin embargo, el mayor temor que se puede tener hoy en día es que tu novio vampiro, en un arranque filosófico-duodenal, se largue siete años a un pueblo alejado de la mano de Dios para no hacer daño al género humano al que tanto admira, respeta y ama. Pues a ver si hay suerte y se muere de sed!

3 comentarios:

  1. ¡Hola Laura! Antes de nada, quiero felicitarte por tu blog. Me está gustando mucho (y que conste que no es peloteo). Mucho ánimo y sigue así.
    En cuanto al tema vampiros, estoy de acuerdo contigo. A mí de pequeña lo único que me daba miedo era que saliera un vampiro del armario (visto ahora con más edad, menudo lugar más ridículo para que se esconda un monstruo asesino). No creía en otros monstruos, sólo en vampiros (tuve varias psadillas con ellos como protagonistas). Pero con vampiros como Louis la que se convierte en asesina soy yo, que leyendo el libro me moría de ganas de clavarle una estaca en el corazón para que dejara de darme la tabarra con su "sufrimiento". Eso no es un vampiro melancólico, es un vampiro masoca. Sobre los vampiro de Crepúsculo, mejor no hablar, porque eso da para un blog entero.
    En cuanto a la película que tú comentas, yo vi la original sueca, y me gustó mucho. No he visto el remake americano (las dos palabras anteriores explican el motivo obvio por el que no la vi), pero estoy segura de que la versión original sueca es varias cosas: a)menos cursi b)más realista c)de mayor calidad. Es cierto que se centra más en la relación de los personajes que en la historia de terror. Si lo que esperabas era una historia típica de vampiros, entonces es mejor que veas una de John Carpenter, no esta. Sin embargo, por su originalidad y su calidad te recomiendo que veas la sueca. De hecho, me la voy a bajar para verla de nuevo porque creo que merece la pena.
    Sólo tengo una cosa más que decirte: ¡I don't want to be a monster!
    Saludos

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  2. Me sorprende mucho lo que comentas de "Déjame entrar", porque yo la he visto y no la recuerdo así en absoluto. ¿Has visto la versión original sueca o el remake americano? Yo el remake no lo he visto, pero la sueca (de la que he visto la película y leído el libro) me gustó mucho, y desde luego NO se trataba de una niña que luchase precisamente contra sus instintos irrefrenables. Sí es cierto que se hace amiga del niño, pero sin luchar en ningún momento contra sus institnos ni dejar de ser un monstruo. También es verdad que el niño en cuestión a veces es un poco para echarle de comer aparte, porque es vejado y humillado en el colegio y eso hace que la rabia y el odio lo lleven a tener ataques de violencia, lo cual le da una personalidad oscura y compatible con la de su amiga.

    Yo también tengo que decir que los vampiros rollo Edward Cullen en plan "oh qué malo soy no quiero beber sangre ni tener sexo no sea que vaya a condenar tu aaaaalma" me aburren hasta morir, y entre ellos y Drácula, prefiero a Drácula. Sin embargo, mis favoritos son los mixtos, estilo Anne Rice, que son capaces de amar y de tener sentimientos pero no por ello dejan de ser seres oscuros que deben sangre y depredan humanos. Lo que pasa es que a mí no me gustan tipo Louis, que se pasan la vida llorando por las esquinas porque no quieren ser monstruos, sino tipo Claudia (mi personaje favorito de las "Crónicas Vampíricas"), que hacen lo que tienen que hacer para sobrevivir pero eso no les impide sentir amor por otros vampiros e incluso por algunos humanos (como la efímera madre humana que se busca y que pide a Louis que convierta en vampiresa).

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  3. No, reina, he visto la americana. Una amiga mía me dijo que tenía que ver la sueca porque estaba mucho mejor adaptada a la novela; como suele pasar a menudo. La americana es más light (de lo contrario, me habría cagado de miedo T_T).

    Si lo pongo aquí es porque desde hace un tiempo se estila eso de poner a personajes monstruosos que van de místicos y profundos pero que se acaban convirtiendo en un aburrimiento total, porque no cambian el chip ni a la de tres. Yo a veces pienso: ¿Pero no era más fácil que se sinceraran desde un principio con la persona que les importa? Así entre los dos buscarían una solución. Pero no, esas cosas no gustan.

    A mi Louis llegó a aburrirme mucho, pero mucho. No he leído las Crónicas Vampíricas, pero espero que no sean como Entrevista con el Vampiro; la novela es muy buena en su primera parte, hasta que Louis empieza a lamentarse sin parar y se estropea el rollo. ¡Por favor, dejemos a los depredadores ser depredadores! ¡Ay, si yo fuera vampiro!

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