miércoles, 10 de febrero de 2021

El incidente del Paso Dyatlov


Antes de empezar a contaros esta historia, me gustaría hablaros de la Navaja de Ockham.

La Navaja de Ockham, también llamada Principio de Economía o de Parsimonia, es un principio metodológico y filosófico atribuido al fraile franciscano Guillermo de Ockham (1280-1349), según el cual se establece que "en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable". Esto quiere decir que, cuando se barajan dos o más teorías que en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser cierta que las más complejas. Por supuesto, este método no es infalible ni siempre se cumple, pero ayuda mucho a la hora de desechar hipótesis absurdas que carecen de sentido a la hora de explicar un crimen o un misterio.

Quizá si hace 60 años las autoridades soviéticas hubieran tenido en cuenta el principio de economía de Ockham, posiblemente el misterio del Paso Dyatlov, que se cobró las vidas de nueve excursionistas, hubiera sido muy diferente y no habría provocado tanta polémica.




El grupo de expedicionarios


En 1959, un grupo de diez estudiantes se reunieron en Ekaterimburgo para realizar una expedición por una de las rutas de montaña más complicadas de Rusia. Aunque todos ellos, salvo uno, tenían edades que rondaban entre los 20 y los 24 años, tenían bastante experiencia en viajes de larga duración en esquí y en expediciones de montaña. Al principio se suponía que iban a ser diez expedicionarios, pero Yuri Yudin tuvo que renunciar a ello por problemas de salud a última hora, por lo que el grupo quedó formado por los ocho estudiantes y el guía.

Ígor Dyatlov (23 años), líder del grupo, advirtió que probablemente tardarían más tiempo de lo esperado en completar la ruta que tenían programada. Se suponía que deberían llegar a Vizhai el 12 de febrero aproximadamente, y que Dyatlov mandaría un telegrama al club deportivo de su universidad para avisar de su llegada. Sin embargo, pasaron varios días sin tener noticias del grupo. Esto en principio no se consideró como motivo de alarma, ya que los retrasos eran frecuentes en este tipo de expediciones. Pero al ver que seguían sin saber nada de los estudiantes, los familiares obligaron a las autoridades de la universidad a organizar un equipo de rescate en el que participaron también la policía y las fuerzas del ejército. El 26 de febrero dieron por fin con los restos del campamento de los expedicionarios, pero la escena que tenían delante era tan extraña que les costó entender qué había ocurrido allí.

La tienda de campaña estaba semihundida en la nieve, con varios cortes y desmantelada por completo. Ninguno de los miembros del grupo estaba dentro, pero sí la mayoría de sus pertenencias: ropa, cámaras de fotos, algo de comida, algunas herramientas... Cuando los investigadores tuvieron tiempo de inspeccionar la tienda, se dieron cuenta de que presentaba numerosos cortes en vertical y en horizontal, y todos ellos se habían hecho desde el interior de la tienda. Es decir, que la hipótesis de que habían sido atacados por un animal salvaje o un enemigo exterior estaba descartada, pues todo daba a entender que había ocurrido algo en el interior que les había hecho salir a toda prisa. Sin embargo, asombra el hecho de que se encontrara una chaqueta fuera de la tienda enganchada en un piolet, más si tenemos en cuenta que la temperatura en el exterior debía rondar los 25º bajo cero.



La tienda de campaña


Lo más extraño vino cuando los rescatistas encontraron a los miembros del grupo no muy lejos del campamento. Por suerte, la nieve había dejado unas huellas muy marcadas y así supieron que los nueve expedicionarios bajaron la cuesta en fila y se dirigieron a un bosque cercano. Allí, bajo una capa de 15 centímetros de nieve encontraron a Yuri Doroshenko (21 años) y Yuri Krivonischenko (23 años). Estaban cerca de un árbol con ramas rotas y caídas por todos lados, descalzos, vestidos solo con su ropa interior y tumbados boca arriba. Junto a ellos había restos de una hoguera que seguramente encendieron para entrar en calor. Tenían abrasiones en la cara, en las manos y en los antebrazos, que podrían haber sido causadas por dos motivos: por quemarse al acercarse a la hoguera y/o por tratar de trepar a los árboles cercanos, posiblemente para conseguir más ramas o tratar de avistar dónde estaba la tienda de campaña.

Ese mismo día, los rescatadores encontraron tres cadáveres más: el del líder Ígor Dyatlov, el de Rustem Slobodin (23 años) y el de Zinaida Kolmogorova (22 años). Fueron hallados a medio camino de la tienda de campaña. Por la posición de los cadáveres, se dedujo que una vez llegaron al bosque, trataron de regresar a la tienda, pero fueron cayendo uno tras otro. A diferencia de los Yuris, estos tres expedicionarios estaban mejor vestidos, pero llamó la atención el hecho de que estuvieran casi descalzos. Tenían por delante un recorrido de un kilómetro y medio hasta llegar a la tienda, con la dificultad añadida del frío insoportable de aquella noche, el agotamiento físico y el hecho de que el camino fuese cuesta arriba. De los tres que emprendieron el camino, Kolmogorova fue la que más aguantó, llegando casi hasta la mitad.

En cuanto a los cuatro expedicionarios restantes, no fueron hallados hasta tres meses después. Fueron encontrados sepultados bajo cuatro metros de nieve, en el arroyo de un barranco en el interior del bosque, a unos 75 metros de donde se encontraban los Yuris. La escena que contemplaron los rescatadores fue, sin duda, la más extraña y dantesca de todas. Al parecer, los expedicionarios habían cavado una fosa a modo de refugio, pero había bastantes diferencias con lo que les había ocurrido a sus compañeros. Lyudmila Dubinina (20 años) fue hallada de rodillas con el pecho apoyado sobre la roca; le faltaban los dos ojos y la lengua. Semyon Zolotariov (38 años) fue encontrado en el barranco, también con las cuencas vacías. Los cuerpos de Aleksandr Kolevatov (24 años) y Nikolai Thibeaux-Brignolles (23 años) fueron encontrados juntos, uno abrazando la espalda del otro. La autopsia reveló que tres de ellos habían muerto por diversas fracturas, dos de ellos en el pecho y uno en la cabeza, golpes que habrían provocado hemorragias internas, condenándoles a una muerte segura al cabo de un lapso de tiempo entre 20 minutos y dos horas. Además, se encontraron trazas de radioactividad en algunas de las ropas de este grupo, sin que se pudiera llegar a una explicación convincente.



Algunos de los cadáveres hallados


Los investigadores tenían entre sus manos todo lo que pudo encontrarse. Las piezas del rompecabezas estaban ahí pero, por algún motivo, no se llegó a un acuerdo definitivo acerca de lo que pudo haber causado la muerte de los jóvenes expedicionarios. La investigación concluyó en que "una fuerza desconocida e insuperable" había causado las muertes, lo que provocó que alrededor del caso surgieran un sinfín de hipótesis y teorías de la conspiración que apuntaron directo al gobierno de la URSS. Gran parte de la culpa de que el caso se hiciera tan polémico fue la nefasta labor de investigación que se llevó a cabo. A pesar de que se dijo que los jóvenes tenían mucha experiencia en rutas de montaña, lo cierto es que su juventud descarta esa posibilidad. Probablemente habían hecho unas cuantas rutas, y parece obvio que sabían lo que hacían, pero no tenían una experiencia dilatada. Además, Ígor Dyatlov se desvió de la ruta prefijada de antemano para acampar en la ladera de la montaña, aun a sabiendas de que corrían un gran peligro de avalancha.

Entre las muchas teorías que se barajaron, está la que apunta a la maldición de los espíritus de la montaña Jólat Siajl, que se tradujo por Montaña de la Muerte, nombre dado por los nativos Mansi en muchas de sus leyendas. Pero esta teoría se viene abajo cuando descubrimos que la traducción real del nombre es Montaña Muerta, pues hace referencia a los pocos animales que se encuentran allí para cazar, y no a una supuesta maldición de los espíritus por perturbar la montaña.

Otra de las teorías propuestas para explicar lo ocurrido fue la del yeti ruso. En el año 2014, el canal Discovery Channel emitió un documental en el que sugiere que los exploradores pudieron haber sido atacados por un yeti. Dado que no se encontraron otras huellas que no fueran las de los exploradores y ante la falta de pruebas de la existencia de esta criatura, esta hipótesis carece de todo rigor, por lo que pronto fue eliminada.

De la mano del yeti viene también la propuesta de que pudieron haber intervenido los extraterrestres. Un grupo de excursionistas cerca del lugar de la muerte de Dyatlov y los demás declaró haber visto orbes anaranjados en el cielo, lo que les hizo especular acerca de la posibilidad de que los aliens hubieran causado las muertes de los expedicionarios. Por increíble que parezca, esta teoría sonó con bastante fuerza, pero queda eliminada si nos ponemos a pensar un poco. No era tan raro ver luces en el cielo nocturno en 1959, sobre todo si tenemos en cuenta que la URSS estaba en plena carrera espacial. Sin embargo, está también el tema de la radiación en las ropas de algunos de ellos. ¿Cómo se explica eso? La radiación se encontró en prendas que pertenecían a Krivonischenko, quien hacía dos años tuvo que hacer trabajos de limpieza tras un accidente en una central nuclear; posiblemente, quizá debido a una mala limpieza de las prendas, contaminó la ropa de otros de sus compañeros.



El viaje eterno


También se barajó la posibilidad de que los Mansi atacaran a los excursionistas por atreverse a pisar su lugar sagrado. Una vez más, está el problema de las huellas, pues no se encontraron otras marcas que no fuesen las de los excursionistas. Además, los Mansi ni siquiera consideraban sagrada aquella montaña. Acompaña a esta teoría otra que dice que los excursionistas pudieron haber sido asesinados tras haber sido confundidos por unos fugados de un gulag cercano, pero volvemos a lo mismo: no había más huellas que las de los miembros del grupo. Además, la mayoría de los expedicionarios murió de hipotermia y no se hallaron pruebas de que hubiera habido una pelea.

Otra teoría es la de una posible intoxicación. Se barajó la posibilidad de que los miembros del grupo hubieran consumido setas alucinógenas, posiblemente halladas en el camino, pero esto también resulta raro. Tenían comida de sobra y no necesitaban recurrir a la recolección de plantas de dudosa procedencia para alimentarse. Que uno o dos hubieran consumido las setas podría entenderse, pero no todos a la vez; no tiene mucho sentido. Lo que sí tendría más sentido es que se hubiesen intoxicado accidentalmente por los humos de la estufa que había en la tienda, ya que todos estaban dentro y pudieron haber aspirado el mismo humo. Explicaría además que, en medio de la desesperación por escapar, hubieran hecho los cortes en la tienda y hubieran salido a toda prisa. Pero, una vez más, la teoría cae por su propio peso cuando se descubrió que aquella noche no habían instalado la estufa.

La teoría más plausible es la de la avalancha. Escucharon algo durante la noche y huyeron a toda prisa, pero resulta que no había señales de que hubiera habido un alud. La tienda tendría que haber quedado completamente enterrada y no habría ni una sola huella de los expedicionarios. No obstante, no descartaremos esta teoría; más adelante veremos por qué.



¿El yeti ruso?


Otra teoría que sonó con bastante fuerza fue la de las pruebas militares encubiertas. No es tan descabellado como pudiera parecer. En aquel tiempo, en plena Guerra Fría con Estados Unidos, la URSS continuó haciendo experimentos y pruebas militares a pesar del hecho de haber firmado un tratado en el que se veía obligada a reducir el número de estas pruebas. Entrarían en este campo el lanzamiento de cohetes secretos, pruebas de armas con radiación o el uso de minas lanzadas con paracaídas. Si algo salía mal, lo único que tendría que hacer el Gobierno era decir que fue un accidente y ocultar las pruebas. Explicaría la radiación en las ropas de los expedicionarios y las luces en el cielo, ya que se habrían avistado en una zona donde los militares hacían experimentos. Además, resulta curioso que los superiores del principal investigador de esta teoría le ordenaran descartar el incidente militar. No obstante, el hecho de que nadie más contase esta historia y la falta de pruebas obligan a rechazar esta teoría.

Por último, está la paradoja de la hipotermia. De acuerdo a muchos estudios, en diversos casos de hipotermia el frío puede producir un sesgo cognitivo en el afectado, de tal forma que éste siente un irrefrenable deseo por desvestirse debido a una falsa sensación de calor extremo. En otras palabras, el frío y la desorientación le hacen sentir tanto calor que empieza a desnudarse para tratar de equilibrar la temperatura corporal. Es exactamente lo que ocurre con los expedicionarios, pues no olvidemos que salieron al exterior con temperaturas bajísimas, sin apenas llevar ropa encima. Pero, una vez más, hay un detalle importante que anula la teoría, y es que para que esto fuese posible, todos los miembros del grupo tendrían que haber alcanzado la última fase de la hipotermia al mismo tiempo, lo cual es demasiado inusual. Además, el hecho de que hicieran una hoguera y trataran de abrigarse poniéndose la ropa de los demás indica claramente que no estaban sufriendo esa paradoja.

¿Cuál es entonces la versión más realista? Teniendo ya todas las pistas a mano, veamos cómo pudieron haber sucedido las cosas.

Estaba anocheciendo y los expedicionarios estaban cansados después de un largo día de caminata. Se desviaron de la ruta para acampar en una pendiente. Cavaron un poco y montaron la tienda con la intención de pasar allí la noche y continuar la ruta al día siguiente. En medio de la noche, Nikolai se puso las botas y un abrigo por encima y salió de la tienda, posiblemente para hacer sus necesidades (lo que explica que fuese el único que estaba mejor calzado que los demás), quitándose el abrigo por un momento y dejándolo sobre un piolet quizás por comodidad. En ese momento, sus pisadas pudieron haber hecho que una masa de nieve, ya frágil debido a la excavación anterior para poner la tienda, se moviese un poco. Esto pudo haberle dado la impresión de que estaba comenzando una avalancha, por lo que corrió hacia la tienda para advertir a los demás. Sin tiempo para vestirse, cogieron sus cuchillos y salieron de la tienda lo más rápido que pudieron y dirigieron sus pasos cuesta abajo en dirección al bosque. Allí podrían conseguir ramas para hacer una hoguera, tal como sucedió.

Lo que no podían saber es que el deslizamiento de nieve había sido muy leve y no había llegado a convertirse en avalancha. Caminaron a lo largo de un kilómetro y medio bajo unas temperaturas de 25º bajo cero, sin apenas ropa ni calzado; a alguno se le ocurrió dejar encendida una linterna con la esperanza de que les ayudara a encontrar la tienda bajo la nieve, pero no les sirvió de nada. A pesar de haber conseguido llegar al bosque, estaban muy mal. El ansia de buscar calor hizo que algunos se quemaran con las llamas. Los dos Yuri fueron los primeros en morir de hipotermia, y sus compañeros se apresuraron a quitarles la ropa para cubrirse ellos, pues la necesidad de sentir calor apremiaba; algunos incluso se envolvieron los pies con telas, ya que era la parte del cuerpo que más había sufrido tras la caminata sobre la nieve.

Ante esta situación, se hizo necesario un nuevo plan. Se dividieron en dos equipos: un grupo trataría de regresar a la tienda para buscar más ropa y los sacos de dormir, y el otro grupo excavaría un refugio para pasar la noche. Del primer equipo sabemos cuál fue su suerte: no aguantaron hasta llegar a la tienda. Fueron cayendo uno tras otro, víctimas de la hipotermia. En cuanto al segundo equipo, las cosas no les fueron mejor. La mala suerte hizo que cavaran el refugio en un hueco vacío por el que cayeron, sufriendo fuertes fracturas que resultaron fatales. Zolotariov apenas tuvo fuerzas para sacar un cuaderno y un lápiz, tal vez con la intención de explicar lo que había pasado, pero no pudo escribir ni una sola palabra. Meses después, el deshielo provocó que se formara un riachuelo que dejó al descubierto algunas partes de los cuerpos, lo que facilitó la descomposición y permitió que algunas alimañas se alimentaran con sus ojos y la lengua de Dubinina. En cuanto a las luces en el cielo, pudieron haberse visto, pero no habrían sido responsables de la tragedia.




Y este es el final de una de las expediciones más trágicas de las que se tiene conocimiento. El caso se cerró tras el enterramiento de los expedicionarios. Tras el hallazgo de los cuerpos, se prohibió la circulación por el paso durante más de tres años por las autoridades soviéticas y los detalles del caso se mantuvieron en secreto hasta la caída de la URSS.

viernes, 29 de enero de 2021

"Los Bridgerton" o "Cuando Disney y Anatomía de Grey se comieron a Jane Austen"


¡Hola a todos!

Yo no sé cómo lo hago, pero siempre acabo cayendo en donde no debo.

No os asustéis, que no he hecho nada malo ni reprochable (creo). Me refiero a mis constantes caídas en lo mainstream, lo que está de moda en este momento, que es todavía más sangrante si me conocéis un poco y sabéis que huyo de las modas como de la peste. Pero bueno, supongo que todos pecamos alguna que otra vez, y en esta ocasión me ha tocado a mí. Y con una de las series que, aunque ya me la veía venir desde lejos, realmente me picaba la curiosidad.

Aviso a navegantes: A partir de aquí voy a hacer unos cuantos SPOILERS. Así que, si no queréis enteraros de ciertas cosas de la trama, mejor que no sigáis leyendo. Si no os importa, adelante.



No es ningún misterio que la censura, de una manera u otra, siempre ha estado presente en nuestras vidas. Desde el albor de los tiempos se ha tratado de pasar por el tamiz de lo políticamente correcto toda novedad que salía a la luz, ya fuese la literatura, la música, la ropa e incluso la forma de hablar. Durante muchos años, la Iglesia aportó su grano de arena modificando la palabra escrita para adaptarla a sus dogmas o prohibiendo a sus fieles ver películas como La última tentación de Cristo, El Código Da Vinci o la controvertida El Crimen del Padre Amaro por considerarlas poco apropiadas para la fe.

Fueron necesarios muchos años de idas y venidas en la Historia para darnos cuenta a día de hoy de lo mucho que hemos avanzado en pensamiento y tolerancia, pero es indudable que el mundo moderno todavía conserva la intención de censurar y prohibir anuncios, series y películas que podrían ofender a los integrantes de lo que se considera una “minoría desfavorecida”. No hace mucho fuimos testigos de la cancelación de la obra maestra Lo que el Viento se Llevó y de algunas películas de Shirley Temple, pero es que ni siquiera los más pequeños se han visto a salvo de la censura, pues se han modificado las restricciones de edad para películas animadas como Peter Pan, Dumbo y Los Aristogatos por contener mensajes racistas considerados poco apropiados para las mentes infantiles modernas. Se prohíbe mostrar esclavitud, se prohíbe mostrar estereotipos raciales que se tenían en otras épocas, se prohíbe mostrar a hombres parodiando el travestismo y se prohíbe mostrar a una mujer que no sea fuerte, rebelde y empoderada.

La nueva serie de Netflix, titulada Bridgerton, no debería tener este problema, pues adolece del mismo mal que aqueja a otras producciones tocadas por la dictadura woke.


La reina de Inglaterra. ¿Quién dijo realismo?

La reina de Inglaterra. ¿Quién dijo realismo?


La historia está ambientada en un lugar y un período histórico muy concretos: la Inglaterra de 1813, en plena época de la Regencia. Este período es uno de los más conocidos y adaptados tanto al cine como a la literatura debido quizá al esplendor de las distintas modas, los vaivenes de la política y una brillante cultura que ha llegado incluso a nuestros días. Fue durante la Regencia cuando el rey Jorge III, posiblemente aquejado de porfiria, tuvo que ser apartado del gobierno a causa de las múltiples locuras que cometía y que causaban estupor entre sus allegados. Su hijo Jorge, Príncipe de Gales, asumió desde entonces la regencia.

La época de Regencia siempre ha sido vista como una era frívola, llena de vanidad. Los pilares que definían a una persona eran principalmente tres: la virtud, el estatus y el matrimonio. Tres elementos que podían influir en el buen nombre de una familia y en su reputación de cara a la sociedad. Las diferencias sociales estaban muy marcadas, y no sorprende, por tanto, saber que la esclavitud no solo estaba bien vista, sino que era algo completamente normal (la ley de abolición de la esclavitud se aprobaría en Inglaterra en el año 1833). Esta época es en la que se encuadra la historia de Bridgerton, basada en la famosa saga literaria escrita por Julia Quinn.

Sin embargo, ya hemos dicho que de la adaptación televisiva se encarga Netflix, y esto significa que la exactitud histórica va a quedar en un segundo plano y se le va a dar primacía a la agenda política. Si lo que buscáis es una obra de ficción que respete el marco histórico en el que se desarrolla, como sucede con las películas basadas en novelas de Jane Austen, me temo que aquí no la vais a encontrar. El mundo de los Bridgerton es una realidad alternativa donde el rey se ha casado con una mujer de raza negra, y este matrimonio interracial hizo posible la eliminación de todo atisbo de racismo que pudiera haber en la alta sociedad blanca británica. ¿Tiene esto algo de malo? Yo diría que no, puesto que es más que evidente que se trata de una obra ficticia. Ahora, ¿es realista? Pues tampoco, por mucho que Netflix se empeñe en hacer ver que sí. El mensaje progresista y antirracial te lo gritan tan fuerte a la cara que parece casi como si quisieran borrar la realidad que una vez fue y que tanto molesta. Pero cuando se quiere eliminar la Historia también se elimina la enorme lección que la Humanidad aprendió del pasado.

Al final todo se reduce a una cuestión de estudios de audiencia y de mercado. La audiencia de Netflix es mayoritariamente blanca, cosa que la plataforma sabe a la perfección, y es por eso que se esfuerza en representar relaciones amorosas interraciales, aunque sea metidas a rosca. También sabe que los Bridgerton va dirigida a las mujeres, y a día de hoy no se puede mostrar a una joven hermosa de raza negra como premio de un hombre blanco heterosexual; por eso las relaciones que más triunfan en pantalla son las de una mujer blanca y un hombre negro, porque el hombre blanco está visto como opresor y hay que eliminarlo de la ecuación a como dé lugar. Digo más: al hombre negro se le representa guapo, musculoso y sexualmente atractivo, mientras que el hombre blanco suele ser feo, gordo y estúpido (en el caso de que sea guapo, seguramente tendrá alguna característica negativa, como que es maltratador o mujeriego). ¿Y no se supone que esto refuerza el machismo? Al fin y al cabo, se trata de una mujer que sirve como trofeo para un hombre triunfador. No, pues la raza anula ese supuesto. Así es como funciona la cosa: Cuando les interesa, refuerzan prejuicios; si va contra su filosofía, se apresuran a denunciarlo.



La cara que ponen todas cuando el Duque se baja los
pantalones y dice: 'Esto va dentro'


Lo cierto es que a Netflix le importa poco la veracidad histórica, y buena prueba de ello la tenemos ya en el vestuario diseñado para la serie. Los corsés que utilizan las mujeres son rígidos y de fuertes ballenas, cuando en la época se usaban de algodón y sin varillas. Los colores son demasiado estridentes en una época en la que, aunque ya se empezaban a usar los exóticos tintes venidos de América, imperaban los colores claros o apagados. No hay intención de mostrar la realidad, sino de elaborar un bonito marco para la realidad alternativa que van a adaptar. Es inevitable compararla con la magistral Downton Abbey, que destacó tanto por su precisión histórica como por los ingeniosos diálogos entre los personajes; los Bridgerton parece más una versión azucarada de las novelas de Jane Austen, en donde solo hay romance, cotilleo, bailes y canciones de música pop.

Pero, ¿de qué va Bridgerton? Pues todo empieza con Julie Andrews, quien interpreta la voz en off de la misteriosa Lady Whistledown, pseudónimo tras el que se oculta una dama de alta alcurnia que se dedica a poner por escrito todos los cotilleos de la aristocracia londinense en un folletín titulado Revista de Sociedad. A continuación, pasamos a conocer a las dos familias más importantes de la historia. Por un lado están los Featherington, una familia de nuevos ricos cuyas tres hijas, nada agraciadas, ya están en edad de ser presentadas en sociedad o, lo que es lo mismo, listas para entrar a formar parte del mercado matrimonial. Por el otro lado tenemos a los Bridgerton, familia de abolengo compuesta por la madre y ocho hijos de gran belleza y presencia física. Sin embargo, la atención del espectador se pone ya de inmediato en Daphne, una joven de veinte años mojigata y apegada a los convencionalismos, pues su única meta en la vida, para lo que se ha estado preparando desde que era pequeña, es casarse y tener muchos hijos. Es una paloma blanca, pura y virginal, tan casta que ni siquiera sabe cómo se hacen los niños, a pesar de que tiene tres hermanos mayores con los que comparte todo tipo de confidencias y sabe de sus correrías. De todas las debutantes presentadas a la reina en el inicio de la temporada, Daphne es la única que recibe la bendición de la soberana, lo que le debería granjear la atención de multitud de pretendientes.

Pero ocurre que Anthony, hermano mayor de Daphne y cabeza de familia tras la muerte de su padre, es tan protector con su hermana que espanta a todos los posibles pretendientes. Lady Whistledown se hace eco de la pérdida de interés que genera Daphne y todos pasan a cortejar a Marina Thompson, una prima lejana de los Featherington, que se convierte en la sensación del momento. Daphne ve peligrar sus planes de hacer una buena boda, aunque todavía tiene el interés de Lord Berbrooke, al que se encargan de presentarnos como blanco, desagradable y baboso. Y a pesar de que ha sido educada para este momento y lo único que desea es casarse porque eso es lo que le va a dar valor ante la sociedad, Daphne se permite el lujo de rechazarlo. Cierto que Lord Berbrooke no es el mejor partido de todos los que se le presentaron, pero se supone que eso a Daphne le es indiferente. Desde el principio, ella misma afirma que lo único que importa es casarse, y tampoco es que ya tuviera algún pretendiente o un chico al que le hubiera echado el ojo; en teoría debería darle igual quién es su pretendiente siempre y cuando sea de buena familia y la haga señora de su casa (cómo olvidar aquella escena de Orgullo y Prejuicio en la que Charlotte Lucas aceptaba la proposición del señor Collins a pesar de no amarlo, pues sabía que a sus veintisiete años no tendría más ofertas de matrimonio y no quería quedarse para vestir santos). Así que ya se empieza rompiendo la primera regla de personalidad del personaje, pues casi de repente nos dicen que en el fondo Daphne se quiere casar por amor.

Pero la regla se rompe por una “buena” razón, y esa razón no es otra que Simon Basset, a la sazón Duque de Hastings, un hombre de atractivo arrebatador, dueño de una gran fortuna y soltero empedernido. Daphne hace un pacto con el Duque por el cual ambos fingirán que hay algo entre ellos. ¿Motivos para hacerlo? Debido al excesivo desvelo de su hermano mayor, Daphne cree que sus antiguos pretendientes ya no la consideran deseable, pero si vieran cómo un hombre de la categoría del Duque se muestra atraído por ella, eso volvería a despertar su interés y tratarían de cortejarla de nuevo. A cambio, Simon conseguiría por fin que las madres de la alta sociedad dejaran de presentarle a sus hijas para que elija a una con la que casarse. El pacto terminaría en cuanto Daphne encontrara un pretendiente de su agrado, momento en el que el Duque se retiraría y se marcharía a otra parte sin ver peligrar su vida de soltero.

Vayamos por partes. Primero, este tipo de planes tan absurdos no funcionan y no han funcionado jamás, por lo que es obvio que tarde o temprano estos dos están destinados a enamorarse y caer rendidos en los brazos del otro. Segundo, ¿me estáis diciendo que ni la alta alcurnia de Daphne, ni su virtud, ni el hecho de que cuente con la bendición de la propia reina le dan valor alguno como mujer? ¿Lo que le da valor es que un hombre se fije en ella? ¿Y de verdad esperáis que me crea que ninguna otra mujer se fijará en el Duque solo porque él parece interesado por Daphne? Seamos un poquito serios; las tonterías tienen un límite.



Tranquilos, no os pasa nada en los ojos.
Es que los vestidos tienen ese color.


Contra todo pronóstico ¬¬U, Daphne y Simon se enamoran y son descubiertos por Anthony en pleno arrebato de pasión y, como es lógico, Anthony le exige a Simon que se case con Daphne para proteger su honra o se las verá con él en un duelo al amanecer. ¿Y qué creéis que responde Simon? Pues que prefiere el duelo. En serio, ¿prefieres morir de un disparo antes que casarte? Joder, hay cuchilladas que duelen menos que ese desplante. Pero bueno, no hay mal que por bien no venga, pues a Daphne ya la vuelven a cortejar todos sus pretendientes, entre los que se cuenta el Príncipe de Prusia, sobrino de la reina Carlota, que parece el príncipe de Beckelar y que es el mejor partido que una jovencita podría desear. Seguro que elegirá con sabiduría y… ah, no, que insiste en casarse con Simon a pesar de que él no quiere. Vale, vale…

Pues nada, que la boda se lleva a cabo y estos dos empiezan su vida matrimonial mediante devastadoras y excesivamente largas sesiones de sexo apasionado en cualquier momento y lugar. Con un detalle importante, y es que Simon siempre procura eyacular fuera de Daphne. ¿Por qué hace esto? Pues porque, por motivos personales referentes a su padre, se niega a tener descendencia. Pero claro, esto Daphne no lo sabe: ella solo cree que Simon “no puede” tener hijos. Y como es tan ingenua, no sabe por qué Simon eyacula fuera de su cuerpo. Es entonces cuando aquí se produce ese “sutil” cambio entre la novela y la serie, y es que en el libro Daphne comete una violación sexual, solo que debidamente romantizada para que no nos escandalicemos.

Resulta que, a raíz de los traumas de su infancia, Simon está decidido a no tener hijos. No quería casarse por ese mismo motivo pero, al no quedarle más remedio que hacerlo, decidió que no dejaría embarazada a su esposa si podía evitarlo. En otras palabras, que se aprovechó de la ignorancia de Daphne y decidió negarle su gran deseo, que era la maternidad. Pero tranquilos, que el escaso afecto que sentís por Daphne va a desaparecer ahora mismo. A pesar de su inocencia, Daphne acaba por descubrir la triquiñuela de Simon y, como es lógico, se enfada con su marido y ambos tienen una fuerte discusión que termina cuando Simon, furioso, se va de casa y pilla una borrachera de aúpa. A su regreso, duermen juntos sin hacer nada, pero de madrugada Daphne le despierta, lo monta como a un potro y empiezan a tener sexo. Simon se presta de buena gana hasta que se da cuenta de que está a punto de tener un orgasmo, y en la posición en la que está, sumado a que tiene las capacidades mermadas por su borrachera, no puede hacer nada para apartar a Daphne, que tiene el control de la situación. Literalmente, Simon le suplica que pare, que no quiere seguir; pero Daphne sigue y le obliga a eyacular dentro de ella. Simon no le había dado su consentimiento pero ella le ignoró e hizo lo que le dictaba su santa voluntad, a pesar de saber los motivos por los que Simon no quería tener hijos y de que le dijo "no" repetidas veces. Esto es violación y, si os parece que no, probad a cambiar los roles y luego me contáis.

Y esto, por alguna razón que no me acabo de explicar, no lo han puesto en la serie. Supongo que se habrán amparado en el buen gusto o algo así, ya que poner una violación (y además llevada a cabo por una mujer) podría causar desagrado entre el público. En la serie la disfrazan convenientemente haciendo como que es un arrebato de pasión, y Simon ni siquiera llega a negarse del todo. ¿No es maravilloso? Luego discuten y esas cosas, pero no hay consecuencias por la violación; de hecho, ni se menciona que es una violación ni se le da mayor importancia, y todos acaban felices y contentos. Ah, qué bonita historia de amor.

Lo cierto es que no debería haberme pillado por sorpresa. Bridgerton nunca fue una buena historia, ni siquiera una historia interesante salvo en algunos puntos, sino que se trata de un decorado. Una serie de paisajes bonitos, emplazamientos lujosos, bailes interminables y un desfile de modelitos de alta costura y peinados extravagantes. Se han centrado tanto en la apariencia que se han olvidado de darle algo de sustancia que la haga interesante. La historia solo gira alrededor de personajes frívolos, un poco al estilo de Anatomía de GreyGossip Girl, sus enredos amorosos y sus planes de matrimonio. Pero, en fin, la novela también tenía el mismo estilo, así que supongo que a los amantes de este género les encantará.

A mí, desde luego, no.


lunes, 11 de enero de 2021

La Truñoteca here we go: 3 Metros sobre el Cielo

 

Caramba, carambita, carambola. ¿Yo analizando una película de hace diez años? ¿Pero a quién se le ocurriría un despropósito como este? Pues a mí, por supuesto, porque así soy yo: viejuna hasta para hablar de películas de moda. Lo cierto es que, hablando con propiedad, debería haber desbarrado sobre esta película hace mucho tiempo, y si no lo he hecho ha sido principalmente porque quería olvidar que tanto la película como su novela existen. Pero no se puede huir para siempre de algo que te persigue y, me guste o no, tengo que reconocer que esta película marcó un antes y un después en toda una generación de adolescentes tardíos.

Basada en la novela homónima de Federico Moccia, 3 metros sobre el cielo se estrenó en el año 2010 y casi de inmediato se convirtió en un éxito de taquilla. Gran parte de su éxito vino gracias a la participación protagónica de Mario Casas, el actor guaperas del momento, que fue el responsable de millones de suspiros por parte de chicas que empezaban a dejar atrás su adolescencia pero conservando cierto remanente que les hacía babear por los chicos malos que Casas solía representar. Recuerdo que, por aquel entonces, vivía con una compañera de piso que estaba absolutamente loca por Mario Casas y, cuando fue a ver la película al cine, volvió suspirando y proclamando que sería maravilloso tener un novio como el protagonista.

Y ya me conocéis: soy incapaz de resistirme a un bodrio. Aunque lo pase mal viéndolo o leyéndolo, luego soy más feliz criticándolo y quedándome a gusto. Y esto es exactamente lo que va a pasar aquí. Voy a destripar absolutamente toda la película, de cabo a rabo, sin dejarme nada. SPOILERS por doquier, hasta en la sopa, aunque no se puede hablar de spoilers en una película que tiene ya diez años. Si queréis verme en mi salsa, seguid leyendo. Os voy a hacer el favor de vuestra vida, ya que después de leer esta crítica, no os quedarán ganas de ver el truño que es 3MSC, con lo cual os evitaré una embolia cerebral. ¡Vamos allá!



La película empieza in media res, por así decirlo, con un chaval en una sala de juicios donde se está celebrando una vista en la que él es el acusado. Hugo, nuestro protagonista, es hallado culpable de agresión y se enfrenta a una pena de cárcel, cosa que se evita gracias a que su padre y su hermano pagan la fianza. A pesar de que en sus flashbacks y momentos remember podemos ver que el chaval ha sido bastante violento con la víctima, un hombre al que ha machacado a puñetazos hasta dejarlo casi muerto, sus monólogos internos lo quieren mostrar como un chico que en el fondo es profundo y reflexivo, cosa que no cuadra por ninguna parte porque también te lo quieren vender como todo un malote. Sí, ya sabéis, el típico macho alfa de mirada al frente, rostro mal encarado, chupa de cuero y que va a todas partes en moto. Vamos, el chico por el que todas las chicas suspiramos (puaj).

Pasamos entonces a su polo opuesto. Mientras nos cuentan la historia de Hugo (H para los amigos, porque llamarse Hugo no es de chicos guays), van pasando imágenes de Babi, una niña bien de rostro angelical, pelo precioso, muy mona y responsable. En su camino en coche al colegio privado de chicas donde estudia (es obvio: es una niña buena y todo el mundo sabe que las niñas buenas no se mezclan con chicos en el instituto) tiene lugar su primer encuentro con H, que la saluda llamándola "fea". Ella le mira, por supuesto, pero no le responde. Y luego H va, se acerca al coche y la agarra de la mano, en un acto más parecido al acoso que a un intento de cortejo. Por si alguien se lo está preguntando, ni su padre ni su hermana, que iban en el coche, no ven ni hacen nada.

A pesar de que Babi es una buena chica, eso no le impide cometer pequeñas infracciones que podrían perjudicarla en el futuro, como chivarle las respuestas de un examen oral a su amiga Katina usando el móvil. La profesora, que nos la pintan como una amargada que odia a sus alumnas, las descubre y les echa la bronca, pero la cosa se queda ahí por el momento; ya tendremos tiempo de volver a ver a esta profesora. Ahora importa más saber cómo es esta tal Katina, mejor amiga de la protagonista, y uno de los personajes más insufribles de toda la película. Supuestamente es el contrapunto de Babi, en el sentido de que parece más alocada y rebelde que su amiga, pero pronto descubriremos que es una tonta con la cabeza llena de serrín.

A continuación pasamos a una nueva escena donde vemos a H en una fiesta de moteros a la que solo van los chicos y chicas más guays, que son los poligoneros. H, por supuesto, es el rey de los guays, al que todo el mundo le lame las suelas de las botas de cuero en cuanto le ven aparecer. ¿Y qué van a hacer para divertirse? Pues lo que todos los chicos guays hacen, que es quitarse las camisetas y ponerse a hacer dominadas como si fueran mandriles. En esta película es muy importante que los hombres de verdad demuestren en todo momento lo fuertes y machos que son, pues solo así sabremos que son dignos de respeto y devoción. Y mientras H se trabaja los bíceps como un poseso, la palomita de Babi va a una fiesta de pijos en la que, evidentemente, se aburre. Es la maldición de todos los pijos: como lo tienen todo, se aburren de la vida. Pero no pasa nada, porque aquí vienen H y sus amigos para darle vidilla al asunto irrumpiendo en la fiesta y armándola muy fuerte. Me parece llamativo que la anfitriona de la fiesta les deje entrar y no llame a la Policía, ya que no les conoce de nada. Pero en fin, esta clase de coherencia la veremos a lo largo de toda la película, así que es mejor irse acostumbrando.



Uno de los amigos de H, llamado Pollo, se cuela en una habitación donde todos los invitados de la fiesta han dejado sus bolsos y abrigos, y empieza a robarles el dinero como si tal cosa. Katina le descubre robando de su propio bolso, pero lejos de enfadarse, lo encuentra adorable y entre los dos se produce un flechazo tan inexplicable como absurdo. ¿Y qué está haciendo H al mismo tiempo? Pues volviendo a acosar a Babi, diciéndole que llamarla "fea" siempre funciona con las chicas como ella. Al final, ella se harta y le tira la bebida a la cara. Un chico que le tira los tejos se echa a reír y la primera reacción de H es darle un puñetazo que lo tira al suelo. A partir de ahí, la cosa se sale de madre y todos, como la manada de perros que son, empiezan a pelearse con los pijos, porque así funciona esta gente: los malotes pueden sobar a las pijas sin su consentimiento, y los pijos son cobardes y merecen ser agredidos. Nuestro macho alfa favorito coge a Babi como un saco de patatas y se tira con ella a la piscina, ignorando sus gritos y súplicas de que no lo haga y, de paso, manoseándole el trasero.

Después de todo este desmadre, a alguien por fin se le ocurre la brillante idea de llamar a la Policía. El chico que recibió el puñetazo se lleva a Babi en su coche para acompañarla a su casa y es ahora cuando empieza la persecución Fast & Furious. Los malotes, montados en sus motos, se dedican a perseguir el coche, a darle golpes, a rayarlo y a romperle los espejos retrovisores. ¿Y qué haría alguien en semejante situación? Pues lo normal: frenar en seco y que uno de los moteros se dé un hostión sobre el suelo (llego a ser yo la conductora y los placo a todos con el coche, lo juro). Y a pesar de todo esto, H sigue empecinado en seguir a la pareja, enfrentarse al chico y obligarle a pedirle perdón como el matón que es. Una pareja que pasa por allí en su coche reconoce a Babi y se ofrecen a ayudarla, pero en cuanto el hombre se acerca a los chicos para separarlos, H le parte la nariz de un guantazo (recordad esto, porque será importante más adelante). Al final, tanto la pareja como el chico agredido se marchan dejando a Babi sola con H, a quien le pide QUE LA LLEVE EN SU MOTO A CASA! ¡Acaba de lanzarte al agua, le has visto pegarle a un chico que no le había hecho nada, te ha faltado al respeto de mil maneras en menos de un día! ¿¡Y tú aún encima le pides que te lleve a casa!? H, por descontado, está encantado de que Babi le suplique ayuda, no sin antes obligarla a que le rodee el torso desnudo con los brazos, porque se ve que si lo hace por encima de la chupa de cuero él no está cómodo (esto también podría catalogarse como acoso). Al final la lleva junto a sus padres y su hermana menor, que es una absoluta fangirl de H. Es ella quien le dice que sus amigas le llaman H porque eso significa "héroe", y que parece que ha aparecido para salvarle la vida a Babi. Si no habéis vomitado al llegar hasta aquí, ahora es el momento de hacerlo.

Al día siguiente, H y Pollo aparecen en la puerta del instituto pijo para recoger a Katina, que tiene una cita con Pollo, a la que él la va a invitar a comer con el dinero que le robó en la fiesta (no, no es broma); Babi decide por una vez comportarse como lo haría una persona normal y se marcha a su casa. Más tarde, las dos amigas tendrán una conversación en la que Katina le dice a Babi que no debería juzgar mal a Pollo, que si roba es porque tiene muchos problemas con su padre. En otras palabras, que está justificando al garrulo al que ha pillado robándole su propio dinero solo porque se ha encaprichado de él y se han hecho novios. Por favor, quien entienda a esta chica, que la compre.

Pero resulta que Babi tiene sus propios problemas con los que lidiar. ¿Recordáis al pobre señor que recibió un soplamocos de H cuando intentaba ayudar a la chica? Pues resulta que es un conocido de los padres de Babi y les ha dicho que va a denunciar al chico, pero necesita su nombre y cree que Babi podría saberlo. Ante la insistencia de sus padres, Babi les dice el auténtico nombre de H y, de paso, provoca que su hermana menor se mosquee con ella, porque claro, cómo te has atrevido a delatar a un chico tan guay y molón como H. A mí la verdad es que no me queda muy claro por qué H es tan famoso en la ciudad. ¿Qué es, influencer o algo así? ¿Y cómo es que la hermana de Babi sabe tanto de él si también es una niña pija y pertenecen a mundos distintos?

Pero si pensabais que Babi iba a comportarse como una persona normal, estabais muy equivocados porque nuestro mirlo blanco tiene para dar y tomar. Después de delatar a H, decide irse al polígono a las carreras de motos para buscar a su amiga Katina, que se ha ido allí con el novio y le ha hecho la jugarreta a Babi de que le diga a su madre que está durmiendo en su casa; en el polígono, por supuesto, se topa con nuestro H de héroe y su ligue, una chica malota que sabemos que es malota porque viste de cuero, tiene mucha sombra de ojos y los labios pintados de rojo pasión. Babi le dice a H que lo ha delatado y que va a testificar en su contra, y H, lejos de preocuparse, dice que eso no va a pasar porque va a conseguir que ella esté tan loca por él que hará cualquier cosa, incluso mentir, para protegerle. O sea, que a la lista de virtudes de este gran señor hay que añadir la de manipulador psicológico, porque ese comentario es de traca. A tanto llega su manipulación que consigue hacer que Babi participe en las carreras de siamesas. ¿Y qué es eso?, os preguntaréis. Pues una carrera de motos por parejas, con la particularidad de que las chicas van de paquete espalda contra espalda, sujetas al chico por un cinturón y nada más. En la carrera, los chicos llegan a hacer el caballito con las motos en más de una ocasión, haciendo que tanto ellos como sus parejas corran un gran peligro (y, de hecho, una visual de los altares elevados allí en el polígono nos demuestra que más de uno se ha matado, pero te lo pintan como muy heroico y bonito).



Por fortuna, la carrera acaba bien. Sí, es verdad que aparece la Policía para detener esa carrera ilegal, pero H consigue escapar con Babi en su moto, no sin que antes un avispado policía les saque una foto muy bonita que será portada del periódico al día siguiente (se ve que los policías no ganan mucho en el Cuerpo, que tienen que trabajar de fotógrafos para poder ganarse unas perras). H y Babi huyen pero, en cierto momento, H la obliga a esconderse tras un muro de piedra... con la gran casualidad de que allí había un montón de estiércol (es taaaan creíble...). Babi quiere que la lleve a casa, pero H se niega a llevarla en su moto llena de mierda, así que la OBLIGA a quedarse en bragas y, no contento con eso, la observa desnudarse sin su consentimiento. Y justo antes de separarse, H le hace el amago de que le va a comer la boca y la tonta de Babi mirándolo embobaba y poniendo morritos para que le dé un beso. ¿¿Pero en qué momento te ha empezado a gustar este tío, hija mía??

Si os soy sincera, me ha costado mucho entender qué podría estar pasando por la mente de Babi. Quizá tenga mucho que ver con el hecho de que nos la presentan como una chica completamente vacía. No sabemos nada de su personalidad, qué le gusta, qué aficiones tiene, qué quiere ser en el futuro... Su comportamiento no es coherente en ningún momento. Pasa de ser una chica obediente a una rebelde en potencia, de ser fina y educada a contestarle mal a su madre. Sería muy fácil para mí echarle la culpa de su comportamiento a H, pero es ella la que demuestra que no tiene el menor atisbo de carácter. Está ahí única y exclusivamente para ser el objeto bonito de H, su palomita blanca e inmaculada. A pesar de las perrerías que le ha hecho en tan poco tiempo, Babi va a buscarlo a una discoteca y decide atraerlo realizando una ortopédica danza de apareamiento que consigue su objetivo, pues consigue llamar la atención de nuestro machote favorito. Al día siguiente, H se cuela en su habitación para pegar en el techo un poster con la foto que les sacó el policía/reportero, cosa que a ella le hace tanta ilusión que hasta salta de alegría.

Pero no todo iban a ser florecitas de colores para la pareja, porque hay a quien no le gusta que estén juntos. La madre de Babi es una de ellas, quien le exige explicaciones acerca de su comportamiento y por estarse liando con un maleante. La otra persona es la profesora de Babi, que la descubre faltando a clases para escaparse con su novio en la moto. Pero resulta que por el camino ven en un coche a una mujer, ante la cual H reacciona acelerando la moto y soltando espumarajos por la boca mientras le da patadas a un contenedor de basura. ¿Quién es esta misteriosa mujer y por qué le hace comportarse así? Pues nada menos que su madre, a la que descubrió en una ocasión poniéndole los cuernos a su padre con otro hombre; este hombre es el mismo al que H golpeó hasta casi matarlo, lo que le llevó al juicio que hemos visto al principio de la película. En los flashbacks, se nos muestra a H como un chaval que pasó de ser un buen estudiante que sacaba matrículas a convertirse en un malote irascible y machista solo por ver a su madre poniéndole los cuernos a su padre. En serio, ¿me están tomando el pelo?

Pero tranquilos, que todo el mal rollo se pasa con un abrazo de Babi. Es que es taaaan bonito que H le tenga tanta confianza, porque ella es la única que sabe lo de que su madre fue infiel. No le dijo a nadie más que estuvo a punto de matar a un hombre. Qué romántico, ¡hagamos volar juntos esta cometa! Y se van juntos a una playa desierta a pasar el día y a darse el lote al aire libre, que es como más les gusta hacerlo a los adolescentes. Sin embargo, en esta ocasión Babi le pide que no siga porque no está lista todavía, y H dice que la va a esperar. ¡Qué considerado que no sea un violador! De hecho, no violarla es lo único bueno que hace por ella en toda la película.

Pasamos a otra escena en la que Babi se encara con la chica que fue el anterior ligue de H y se ponen a discutir por un pañuelo o yo qué sé. El caso es que la malota le tira de los pelos a Babi y esta se defiende como gata panza arriba, con unas bofetadas y patadas que ya quisiera más de una poder dar sin más. Es curioso como en este tipo de películas, novelas o lo que sea, se recurre al mismo cliché de la chica que era dulce y tierna, y de un día para otro se convierte en una badass que ya sabe subirse a una moto, salir con un delincuente, beber como un cosaco, darle de leches a una poligonera... Esto es muy irreal, se mire por donde se mire, porque dudo que nadie pueda cambiar tanto en un lapso de tiempo tan corto, y menos si tienes unos padres que te quieren y te ponen normas. Pero nada de eso importa, porque a H le parece muy adorable que su novia se pelee por él. Y para celebrar la ocasión, se lleva a Babi a un antro de mala muerte para que le tatúen una H en el vientre, quedando así marcada de por vida. ¿Perdona? ¿Cómo de encoñada tienes que estar por un tío para tatuarte su inicial a la semana de estar de novia con él?



La madre de Babi, que está preocupada por ella aunque la película nos la pinte como una vieja amargada, le pide a su marido que hable con el novio de su hija para saber con qué clase de tipo están tratando. El padre se va con H de cervezas, hablan de cosas de hombres, H le insinúa que no se deje dominar por su mujer, que la camarera latina del bar le pone ojitos... Y después pasan a hablar de Babi, de quien H solo tiene que decir que le hace bien estar con ella. Una vez más, el viejo estereotipo de que la mujer solo está ahí para ser la cura del hombre. Babi le hace bien a H, pero... ¿qué le da H a cambio? ¿Qué aporta a la relación? Absolutamente nada. Si por lo menos trabajara, pero es que ni eso. Se pasa los días enteros en casa, sin ir a clase, bebiendo y fumando con su amigo Pollo o de carreras con la moto. Una moto que seguramente ha pagado su hermano mayor, con el que vive a sus expensas, pues es el único que se gana la vida de una forma honrada para mantenerse él y al parásito de H. A pesar de esto, H se toma la licencia de robarle dinero a su hermano y denigrarlo diciéndole que es un amargado que no sabe disfrutar de la vida. Como si él la disfrutara a tope, vamos.

En la escena siguiente, descubrimos que la profesora de Babi le dice que la va a expulsar del colegio porque la chica ha falsificado la firma de su madre en el parte de faltas a clase. La madre se apresura a ir al colegio a recoger a Babi y le dice que ha conseguido que no la expulsen gracias a que ha hecho una donación de ¿¿¿8.000 EUROS??? ¿¿Pero cuánta pasta tiene esta gente?? Estando castigada en su cuarto, Babi recibe la visita de H y juntos se escapan a una piscina para darse un baño ligeritos de ropa. Esta escena innecesaria solo tiene como único objetivo informarnos de que Babi es virgen aún. Tras enterarse de los problemas de Babi con su profesora, al tío no se le ocurre nada mejor que ir a su clase a amenazarla y, de paso, secuestrar a su perro. Vale, basta, hasta aquí hemos llegado. ¿De verdad se puede ser tan ruin como para secuestrar al perro de una mujer, sabiendo lo mal que lo pasan los animales cuando están lejos de sus dueños? ¡Y a pesar de esto, el padre sigue creyendo que es un buen novio para su hija y le deja que se sigan viendo!

En otra de sus citas, H se lleva a Babi a la misma playa y juntos allanan una casa vacía y tienen allí su noche romántica de pasión. Es aquí donde H le dice a Babi su famosa frase, lo de que la quiere a tres metros sobre el cielo. ¡Qué bonito, cuánto amor! ¡Miles de adolescentes suspirando por tener un novio como H! En otro momento, ella está haciendo de canguro y llega H con su amigo Pollo y el perro; H se va con Babi a su cuarto para darse el lote mientras Pollo entretiene al crío que Babi tenía que cuidar, y de paso invita a todos sus amigos delincuentes a la casa de Babi para que hagan una fiesta y revienten el mueble bar. Babi los echa a todos sin contemplaciones, incluyendo a H, quien por una vez no ha tenido la culpa de lo que ha pasado. Pero tranquilos, que todo se soluciona al día siguiente, cuando Babi va al colegio en el coche y ve en un puente un grafiti de H en el que pone "Tú y yo a 3MSC". ¡Qué bonito! ¡Es su frase! ¡Mi novio ha cometido vandalismo callejero por mí, porque me quiere! ¡Oh, qué feliz soy!

Este es el momento de la película en el que nos quieren hacer ver que H ha cambiado y se ha vuelto todo un romántico que hasta le prepara una cena especial a su chica. Pero mientras espera en vano a que Babi vaya a verle, la llama y ella le dice que su madre está buscando un anillo que desapareció cuando sus amigotes fueron a su casa y que él tiene la culpa. Y H, experto en arreglar las cosas a su manera, va al polígono y se lía a hostias con el que viene siendo su rival durante toda la película, hasta que la chica que fue su ligue confiesa que fue ella la que cogió el anillo y se lo da. H va a casa de Babi dando gritos y golpes en la puerta, como lo haría una persona normal, para devolverle el anillo. La escena siguiente, en la que Babi lo tiene en su habitación y le cura las heridas como si fuera un guerrero recién llegado de la batalla, consigue hastiar hasta al más pintado.



Y entre pitos y flautas, hemos llegado al día del juicio de H, en el que se juega ir a la cárcel si Babi decide contar la historia tal como sucedió. Pero, ¿qué os parece? La muy estúpida cambia de idea y no testifica en contra de H para no comprometerlo. ¡H lo ha conseguido, amigos! ¡Babi está tan enamorada de él que ha mentido en un juicio para salvarle el culo! Ante los reclamos de su madre, Babi le contesta que no quiere convertirse en una vieja como ella ni tener su vida de mierda, yéndose a continuación con H. En serio, Babi es la Maniac Pixie Dream Girl perfecta: Una chica que no tiene personalidad y solo está ahí para que su interés amoroso varón se sienta bien, cambie y sea feliz a costa de su propia felicidad. Sin embargo, como esta chica tiene un carácter un tanto volátil, se apresura a aclararle al chico que es la última vez que miente por él, que si vuelve a pasar algo más, se acabó.

Pasan los días y descubrimos que tanto Katina como Babi han aprobado y con muy buena nota, cosa que alegra a H. Ahora por fin puede devolverle el perrito a la profesora, ya que ha cumplido su parte del trato. Babi, que no sospecha nada, va a clase para llevarle un regalo a la profesora para darle las gracias por su aprobado y descubre que en la clase está el transportín del perro, al que ella ha visto en su casa porque Pollo lo llevó aquella vez. De pronto lo comprende todo y discute con H, tras lo cual le dice que quiere que se den un tiempo. Que digo yo, ¿qué necesidad hay de que os deis un tiempo? ¡Si ya está todo dicho! ¡Ya sabes que tu novio es un delincuente capaz de hacer lo peor! ¡Déjalo ahora que estás a tiempo!

Eso sería lo más fácil, ¿verdad? Pues no os preocupéis, que aún quedan un par de cartuchos por quemar en esta película. Mientras Pollo se prepara para otra carrera de motos, la madre de Babi se dedica a dilapidar todo el dinero de la familia para celebrar el cumpleaños de su hija en un local de lujo. H se debate entre ir a ver a su amigo a las carreras o ir a la fiesta para tratar de recuperar a Babi. Y como todos sabemos que tiran más dos tetas que dos carretas, no nos sorprende ver a H yendo a buscar a Babi y marcarse juntos un baile al ritmo del Forever Young de Alphaville (nunca les perdonaré haber usado una de mis canciones favoritas para esta mierda de película). ¿En qué momento se arreglaron sus problemas? ¿Alguna vez se han sentado a hablar sobre lo ocurrido? Por favor, no le busquéis la lógica a esto.

Sin embargo, todo se desata de la manera más trágica porque un chico interesado en Babi le tira medio sin querer, medio queriendo, una copa de vino encima del vestido y la deja empapada. Al intentar ayudarla, H monta en cólera y le propina un puñetazo al chico, porque así es H. Es un chico lleno de ira que responde con violencia a la menor provocación. Es un animal, un individuo que no sabe comportarse como una persona civilizada. Pero mientras Babi le recrimina su actitud, su hermana menor anuncia que ha habido un accidente en las carreras del polígono y que Pollo está implicado. H y Babi van juntos en la moto (en serio, ¿no podrías haber ido con alguien más?) y allí se enteran de que Pollo ha muerto al caerse de la moto. Se supone que es un momento triste y emotivo, pero a mí no me inspiró ninguna compasión. Cuando vas de chulito a toda velocidad en una moto, lo que suelen ocurrir son ese tipo de accidentes. Y suerte ha tenido la desconsolada novia/viuda, pues ella ha salido ilesa del accidente.



A partir de aquí, todo se dispara. Ante el nuevo arranque de ira de H, que se lía a trompazos con la moto por haber tenido la gran culpa de matar a su amigo, Babi se marcha hastiada de todo. Es ahora cuando por fin (¡por fin!) se da cuenta de que estar con H no le hará ningún bien, que él tiene la culpa de todo y que ha matado a Pollo. ¿Respuesta de H? Pegarle una bofetada. Vale, no me malinterpretéis por lo que voy a decir, pero creo que Babi se merecía esa bofetada. No porque esté defendiendo al energúmeno de H, ni mucho menos, sino porque le ha dicho a un chaval que acaba de perder a su mejor amigo que es culpa suya que haya muerto, cuando eso no es cierto. Pero esto sirve para confirmar de una vez por todas que H no hace concesiones con nadie y que ella no está a salvo con él, que H le cruzará la cara cada vez que vuelva a decirle algo que no le gusta.

Ya no hay vuelta atrás. Babi se marcha de su vida para siempre y ambos toman caminos separados. Ella empieza a salir con el chico que le tiró la copa encima (que además tiene un BMW, mucho mejor que ir en moto), y H se reconcilia con su hermano y se va a Londres una temporada, a ver si consigue trabajo o algo. Reflexión estúpida final y se cierra el telón. Fin de la historia. Jovencitas, les ofrecemos paquetes de clínex a la salida del cine para que se enjuguen las lágrimas después de ver que Babi y H no acaban juntos, muchas gracias.

Y así acaba la que está considerada como una de las películas románticas más bonitas que se hayan hecho jamás. El amor verdadero en estado puro, dicen muchos. Y, qué queréis que os diga, pero a mí me ha parecido estúpida, irreal y hasta peligrosa. No me hace ninguna gracia cómo se romantiza la violencia dentro de una pareja joven, como si fuera de lo más normal tener un novio psicópata y manipulador como Hugo. 3MSC te vende una idea del amor muy falsa, pues te hace creer que esa sensación de mariposas dentro del estómago, de volar por encima de las nubes como si estuvieras en un sueño, solo la vas a experimentar una vez en la vida y quedará grabada en tu mente para siempre. Digo más: solo la experimentarás con una persona que te haga salir de tu anodina existencia, aunque sea poniéndote en peligro una y otra vez, porque lo único que importa es vivir la juventud a tope, que a partir de los treinta ya te conviertes en un viejo resentido con el mundo, con un trabajo que te deja cara de tonto y la sensación de que has desperdiciado tu vida. 3MSC muestra a los hombres de verdad como machos violentos o pijos cobardes, a las mujeres como niñas sin cerebro o como señoras amargadas. 3MSC hace una apología de la violencia gratuita, de actitudes que rayan el maltrato hacia la mujer y de la conducción temeraria, todo ello escondido tras argumentos del tipo "no quiero enterarme de lo que pasa a mi alrededor".

¿Sabéis lo más preocupante? Que a las chicas les gusta este tipo de productos. He leído varios casos de chicas que en el momento de estreno de la película tenían 17 ó 18 años, e interiorizaban tanto el mensaje de la película que creían que eso era bueno. Chicas que iban y van de feministas suspirando por tener un novio que las controle, insulte y manipule como H. Y creo que eso es lo que más duele: que a pesar de todos los mensajes negativos que salen del visionado de esta película, no hayamos aprendido nada.


domingo, 25 de octubre de 2020

Las ocho peores madres literarias

 

Existen pocas cosas en este mundo tan fuertes como el vínculo que une a una madre con sus hijos. Cuando nacemos, el rostro de nuestra madre es el primero que aprendemos a reconocer y a amar. Su calor nos da cobijo, sus abrazos nos tranquilizaban en las noches de miedo y oscuridad, y sus palabras siempre estaban cargadas de razón y sabios consejos. Para un hijo, no hay ser más hermoso y perfecto en el universo que su propia madre.

Con los años y la madurez, nos damos cuenta de que nuestra visión acerca de la figura materna está muy idealizada, y esto no tiene por qué ser malo. Las madres, como todo ser humano, también cometen errores a lo largo de sus vidas. Yerran, se equivocan, no nacen aprendidas y saben siempre cómo deben actuar con sus hijos. Nadie pone en duda el amor intrínseco que sienten por sus hijos, pero también es verdad que a lo largo de su vida deben aprender a ser madres, labor que no es nada fácil.

En la literatura hemos podido encontrar figuras maternas de todo tipo. Cómo olvidar a la valiente Hester Prynne, la mujer adúltera de La Letra Escarlata que no quiso ocultar que su hija era de otro hombre que no era su marido, ni escatimó esfuerzos para ver crecer a su pequeña y hacerla feliz. También se recuerda con mucho cariño a la maravillosa señora March, la madre de Mujercitas, involucrada en trabajos de caridad y encargada de dar ejemplo a sus cuatro hijas acerca de la rectitud moral, la buena educación y el amor al prójimo. ¿Pero qué ocurre con las malas madres? Ha habido madres realmente pésimas en la literatura, y hoy haremos un repaso por algunas de las peores. Seguro que me dejo alguna en el tintero, pero muchos coincidiréis conmigo en que estas que os traigo nadie en su sano juicio las querría como madre.

Antes de empezar, os advierto que habrá numerosos SPOILERS de novelas que quizá aún no hayáis leído, así que sed cuidadosos a la hora de leer. Después no quiero disgustos.



Lila Wingo, la madre férrea




Cuando uno piensa en El Príncipe de las Mareas, es más probable que recuerde las memorables escenas de la película de 1991 antes que en la novela de Pat Conray, pero sería injusto quitarle importancia a esta novela tan compleja y atrevida en la época en que se publicó, pues se atrevía a hablar de un tema que tendía a mantenerse oculto por entonces: los abusos a menores. Pero aquí nos centraremos en Lila Wingo, la figura materna a la que se aferraban los tres hijos que tuvo, y de la que todos se desengañaron con el paso de los años.

Lila es la típica ama de casa sureña de vida humilde. Casada con un camaronero maltratador y violento, Lila se rebela ante sus golpes y se niega a ser una mujer sumisa, pues se da cuenta de que vale mucho más que él. Razones no le faltan: Lila Wingo es hermosa e inteligente y lo sabe, como también sabe que con la actitud y la ropa adecuadas podría entrar dentro de los círculos sociales más prestigiosos de Colleton. Ansía con todo su corazón formar parte de esa clase social elevada, mezclarse con las mujeres más ricas y elegantes del lugar, e incluso sueña con casarse con un hombre rico, muy lejos del patán bruto y rastrero con el que está casada. La ambición de Lila es grande, y grandes también son sus esfuerzos por mejorar y presentarse ante la sociedad como alguien de quien no puedan prescindir. Sabe que esas damas de alta alcurnia no la aceptan entre ellas, pero Lila no se rinde y pone todo su empeño en ser digna de pertenecer a la élite.

Sin embargo, Lila comete el terrible error de destruir la salud mental de sus hijos en su camino hacia el éxito social. Una noche de tormenta en la que su marido y su hijo mayor no se encontraban en casa, tres presos fugados de la cárcel entraron y violaron a Lila, a su hija Savannah y a su hijo Tom. Luke, el hijo mayor, llegó a tiempo para ver lo que estaba ocurriendo y mató a dos de los violadores con su escopeta, en tanto Lila mataba al tercero clavándole un cuchillo por la espalda. A continuación, la mujer ordenó a sus hijos que sacaran los cadáveres de la casa y que limpiaran toda la sangre, repitiéndoles una y otra vez que aquello no había ocurrido. Amenazó a sus hijos con retirarles su amor si a alguno se le ocurría mencionar lo sucedido, incluso a su padre. Allí no había pasado nada, y los tres tenían que ser tan fuertes como ella y seguir hacia delante. No se dio cuenta del enorme impacto que aquello tendría en sus hijos, sobre todo en Savannah, que a los tres días intentó suicidarse y que volvería a hacerlo en sucesivas ocasiones en el futuro.

Es posible que, en el fondo, Lila nunca dejara de culparse por haber obligado a sus hijos a callar las violaciones, pero su actitud soberbia y el hecho de que ni siquiera se dignase a ver a la psiquiatra de su hija porque eso supondría hablar de lo ocurrido, la dejan en un lugar deplorable como madre.


Doña Bárbara, la madre desnaturalizada




Doña Bárbara ha sido y será la representación de la barbarie de los llanos venezolanos, su corrupción y despotismo a principios del siglo XX. Creada por Rómulo Gallegos para la novela que lleva su mismo nombre, es la viva imagen de la Venezuela caudillista y opresora. Es cruel, arbitraria, violenta, supersticiosa, astuta y caprichosa, comportamiento que viene tanto de su ascendencia mestiza como del trauma que sufrió en su adolescencia y que la marcaría de por vida. Siendo tan solo una muchacha, se enamoró de un hombre llamado Asdrúbal que fue asesinado por el hombre que la crió; luego, su tripulación acabaría con él y violaría a Bárbara. A partir de aquel momento, Bárbara desterró la piedad de su corazón y se dejó llevar por el odio y el rencor hacia los hombres, de quienes se iba a aprovechar cuanto pudiera utilizando todas sus malas artes. Esto fue lo que hizo con Lorenzo Barquero, al que sedujo y luego convirtió en una piltrafa humana, y le dio, además, una hija llamada Marisela.

Para doña Bárbara, la maternidad es una forma de dominación del hombre sobre la mujer, y por ello se niega a cuidar de su hija, ya que no quiere reconocerla como suya. No es que la odie, sino que es incapaz de amarla. En Marisela veía juntos todos los abusos que sufrió en su juventud, sus sueños rotos y su felicidad truncada, y por ello no le importó echarla de la hacienda junto con su padre y permitir que se criara como una salvaje. La llegada de Santos Luzardo al Llano dará un vuelco a la vida de Bárbara, y entre ellos se entabla una especie de tira y afloja que encierra una gran carga sexual. A pesar de que Bárbara se enamora sinceramente de Santos, su rencor es tan fuerte que no cesa en sus malas prácticas ni resurgen sus sentimientos maternales, pues se obstina en no devolverle a Marisela la herencia que le corresponde.

Cuando Bárbara se entera de que Marisela también ama a Santos, trata por todos los medios de separarlos. Al no conseguirlo, toma la decisión radical de matar a su propia hija de un tiro. Aquí sigue predominando su visión de Marisela como una rival a la que abatir y arrastrar por el fango para tomar posesión del macho que considera solo suyo. Sin embargo, cuando se da cuenta de que ambos se aman de verdad, Bárbara baja el arma y admite su derrota. Es ahora cuando salen a la luz sus buenos sentimientos y comprende que debe cumplir con su deber como madre: devolverle la hacienda a Marisela y permitirle ser feliz con el hombre que ha elegido.


Cersei Lannister, la madre inepta




Poco se puede decir a estas alturas de la archiconocida Cersei Lannister, pues todos sabéis de sobra cómo es la reina de Poniente. Nacida de la pluma de George R. R. Martin en su novela río Canción de Hielo y Fuego, el personaje de Cersei Lannister daría para escribir un libro entero sobre ella. Al principio solo la vemos como una mujer déspota y egoísta que protege a sus hijos, sobre todo a su hijo mayor, con la fiereza de una leona. Será en el cuarto libro donde la conoceremos de verdad y comprobaremos que bajo esa fachada de mujer hermosa y radiante se esconde una persona narcisista y ambiciosa que no sabe ser reina y mucho menos madre.

Cersei es el ejemplo de lo que sucede cuando se antepone el poder a todo lo demás. Criada por su padre Tywin Lannister, de él aprendió que era preferible gobernar mediante el miedo antes que mediante el amor. Las fuertes restricciones que la cultura patriarcal de Poniente impone a las mujeres la han convertido en una persona amargada y resentida con el mundo, llegando a contagiarse ella misma de ese sexismo. Cersei odia a las mujeres, a las que considera criaturas débiles y despreciables que necesitan a un hombre que las salve, creyéndose ella misma ser una excepción. Utiliza los roles de género para ganar poder a través de la intriga política y comete todo tipo de tropelías para conseguir lo que quiere, como acostarse con su propio hermano mellizo y conspirar para matar a su esposo. El orgullo y la vanagloria pueden con ella, pues cree que alguien de su cuna y belleza puede hacer lo que le dé la gana sin tener que dar explicaciones a nadie.

Sin embargo, pese a que Cersei tiene un alto concepto de sí misma, a lo largo de la novela veremos sus muchas carencias como gobernante y, sobre todo, como madre. Los tres hijos de Cersei, todos concebidos con su propio hermano Jaime, son su mayor orgullo y objeto de verdadero amor. Como una leona que protege a sus cachorros, no repara en medios para mantenerlos a salvo y protegidos de todas las intrigas que cree que la rodean. No obstante, su ceguera ante los actos despiadados de Joffrey, al que llega a temer y al que no puede controlar, la convierten en una de las peores madres de esta lista. Es incapaz de comprender las necesidades de sus hijos, desde la imposición de respeto y disciplina a escuchar sus propios sueños y deseos. Joffrey la ignora completamente y el dulce Tommen se siente agobiado por el autoritarismo de Cersei, quien le exige que se comporte como un rey y, a la vez, se lo impide; de Myrcella poco se sabe, pues, como mujer, ocupa un lugar secundario en los planes de Cersei para obtener el poder. Solo la muerte de Joffrey muestra la cara más maternal de Cersei, pero no dura mucho, pues la cruel reina no descansará hasta ver cumplido su sueño de convertirse en la soberana absoluta de Poniente.


Emma Bovary, la madre egoísta




Realmente no deberíamos hablar de Emma Bovary como ejemplo de madre pues, al igual que muchas dentro de esta lista, ni supo ni quiso saber ser madre. La protagonista de Madame Bovary, obra magna de Gustave Flaubert, siempre estuvo más interesada en su hastío personal y en sus amoríos que en las necesidades de su hija.

Emma Roualt, hija de un granjero, se convierte en Madame Bovary tras su matrimonio con el doctor Charles Bovary, quien se enamora de ella durante una visita a su casa. Ávida lectora de las novelas románticas, Emma tiene unas ideas sobre el amor y el matrimonio que no llegarán a corresponderse con su relación con Charles. Vive en una perpetua fantasía en donde el amor lo mueve y lo puede todo, sumado a una vida de lujos y comodidades que, al no poseer, le provoca una gran frustración que la hace caer enferma. Es en este estado cuando descubre que está embarazada. En Yonville dará a luz a su única hija, Berthe, aunque nunca llegará a ejercer como madre de la criatura.

Emma está tan centrada en sí misma que se olvida de todo lo demás. Su aburrimiento, provocado por la ausencia de objetivos personales y de interés en cosas concretas en su vida, así como el deslumbramiento por el lujo y el poder económico, la llevarán a coquetear con dos hombres a los que, para que no la abandonen, cubre con regalos carísimos que la hacen endeudarse hasta extremos peligrosos. Cuando uno de sus amantes la deja plantada y el otro se niega a pagar sus deudas, Emma Bovary se ve tan desesperada que solo encuentra salida en el arsénico, que acabará llevándola a la tumba. Su marido morirá poco después, deprimido y embargado por culpa de las deudas de su esposa, dejando sola a la pequeña Berthe, que acaba siendo llevada a vivir con una tía suya y trabajando en una fábrica de hilado de algodón.


Señora Castaway, la no madre




Pocas mujeres en la literatura alcanzan la ruindad y perversidad de la señora Castaway, personaje que pudimos encontrar en la hermosa novela Pétalo carmesí, flor blanca, del escritor neerlandés Michel Faber. La novela nos traslada al Londres de 1874, concretamente a los suburbios de dicha ciudad, un lugar donde la pobreza, el hambre, la violencia y la prostitución se dan cita a diario. De los cientos de burdeles que hay desperdigados por la zona, uno de los más famosos es el de la señora Castaway, entre cuyas pupilas se encuentra Sugar, su propia hija. Es, precisamente, a través de Sugar, como llegamos a conocer mejor la personalidad fría, calculadora y cruel de la que es a la vez su madre y su madame.

Decir que la señora Castaway es una mala madre sería como dar a entender que todavía guarda un atisbo de sentimiento maternal hacia su hija Sugar, pero ni siquiera llega a eso. Es una mujer de carácter gélido y cínico que solo ve a las mujeres como mercancía que se puede alquilar por un buen precio, y a los hombres como borregos a los que puede sacarles los cuartos. Nadie escapa de su visión mercantil y obscena de la vida, detalle que recuerda en cierto modo al Marqués de Sade. En ningún momento muestra la señora Castaway el menor aprecio por Sugar, a la que prostituyó a la temprana edad de trece años, pues no quiere que sea ni mejor ni más feliz que ella. Sus reparos a que William Rackham acapare por completo a su mejor pupila en el burdel desaparecen en cuanto él habla de todo el dinero que dejará en compensación por quedarse con ella. Se intuye el resentimiento y la envidia que la señora Castaway siente hacia Sugar cuando esta por fin se ve libre de su yugo y se embarca hacia lo que ella cree que será una vida mejor. Ni siquiera entonces, en el momento de la despedida, habrá gestos de cariño o palabras amables entre madre e hija. Fiel a su personalidad, la señora Castaway continúa con sus negocios y se olvida por completo de Sugar. Como veis, el ejemplo más claro de lo que es no ser una madre en absoluto.


Bernarda Alba, la madre tirana




Cuando pensamos en la España profunda de principios del siglo XX, es difícil no rememorar la figura dominante y terrible de Bernarda Alba. Creada por Federico García Lorca en 1936 como protagonista del drama teatral La Casa de Bernarda Alba, a través de ella y sus hijas vemos hasta qué punto puede destruir una familia el poder tiránico, la sociedad tradicional y el miedo al qué dirán.

Tras haber enviudado por segunda vez a los 60 años, Bernarda Alba decide vivir los siguientes ocho años sumida en un luto riguroso al que también arrastra a sus cinco hijas, a su madre con demencia y a las dos criadas de la casa. El drama empieza cuando Angustias, hija del primer marido de Bernarda, recibe por fin la herencia de su padre y se convierte en la más rica de las hermanas, ganándose además el interés del galán del pueblo. La envidia y el odio entre las hermanas crece a medida que avanza la obra, pero todas deben agachar la cabeza ante la presencia severísima de Bernarda.

En su casa, Bernarda es la ley y la justicia, que se imparten según su criterio. Ella no hace distinciones entre sus hijas, pues las manda callar y obedecer a todas por igual. Tampoco le tiembla la mano al abofetearlas si, por ejemplo, se atreven a maquillarse o si una le esconde a otra el retrato de su novio. Bernarda tampoco muestra el menor atisbo de compasión por su madre María Josefa, una anciana con demencia senil a la que mantiene encerrada en una habitación para que los vecinos no la vean. 

Bernarda es el símbolo perfecto de la tiranía, la opresión y el silencio. Sus hijas le tienen absoluto pavor, pues se ven débiles e incapaces de enfrentarse a la autoridad de la terrible matriarca. Saben que no tendrán nunca libre albedrío mientras Bernarda siga al frente de la familia, controlándolas y oprimiéndolas. Nada sucede en su casa de lo que ella no tenga conocimiento, y le preocupa enormemente el chismorreo de los vecinos, por lo que con frecuencia envía a su criada Poncia a averiguar qué se dice de ellas en el pueblo. Cuando se descubre que la menor de sus hijas sostiene amores con el prometido de su hermana mayor, la tragedia se desencadena y todo termina, una vez más, con la ley del silencio impuesta por Bernarda Alba.


Margaret White, la madre fanática




Si hay algo que nos indica que un escritor va a ser bueno es cuando en su primera novela ya es capaz de ofrecer un personaje tan fuerte y bien elaborado como el que nos ocupa. Stephen King lo consiguió con Carrie, su opera prima, quien supo describir hasta el más pequeño detalle cómo de tóxica y enfermiza puede ser una relación entre madre e hija. Margaret White, madre de la desdichada Carrie, tiene una presencia tan grande dentro de la novela que casi llega a eclipsar a su propia hija, mostrándose como la antagonista más peligrosa y fanática que jamás podríamos encontrar.

Margaret dio muestras de un comportamiento extraño ya desde su juventud. Su puritanismo y obsesión por la religión la llevó a participar en la Iglesia fundamentalista, donde conoció a Ralph White, tan fanático como ella, y que tiempo después se convertiría en su marido. La relación entre Margaret y Ralph solo puede describirse como enfermiza, pues estaba basada única y exclusivamente en su servicio a Dios. La pureza era su prioridad, y una de las cosas de las que Margaret solía presumir era que ambos no mantenían relaciones sexuales, pues preferían dejar que Dios decidiera si debían tener descendencia. Sin embargo, en una ocasión tuvo que ser ingresada en el hospital por haber sufrido un aborto. En 1963, Margaret dio a luz a su hija Carrie estando sola en casa. Ralph había muerto siete meses antes y ella no supo o no quiso reconocer los síntomas del embarazo, pensando que Dios la había castigado con cáncer en sus "partes femeninas". Al dar a luz, intentó matar a su hija recién nacida pero no pudo.

La relación entre Margaret y su hija Carrie es enfermiza, insana y muy peligrosa. El trastorno mental de Margaret, que la llevaba a pensar que todo lo que la rodeaba era pecaminoso, derivó en un fanatismo religioso que cayó sobre Carrie como una losa, convirtiéndola en la víctima perfecta de los delirios de su madre. Aislada por completo del mundo exterior, Carrie fue testigo de los ataques de histeria que Margaret experimentaba cada vez que la veía hacer algo que ella consideraba pecaminoso. Durante esos ataques tendía a autolesionarse arañándose la cara o arrancándose el pelo para obligar a Carrie a obedecerla. Una vez a solas, golpeaba a su hija, la encerraba durante horas en un armario y la obligaba a rezar para pedir perdón a Dios por sus pecados. Se ha llegado a pensar que estos castigos que Margaret infligía a Carrie eran también una especie de castigo hacia sí misma. Al descubrir que Carrie tenía poderes telequinéticos, trató de matarla hasta en tres ocasiones más, siendo la última la que tendría éxito, pero no sin antes morir a manos de su propia hija, que le provocó un paro cardíaco.


Corrine Dollanganger, la madre asesina




La saga Dollanganger, escrita por la autora V.C. Andrews, no se caracteriza precisamente por mostrarnos la vida de esta familia como algo ejemplar, y de ello es muestra perfecta la figura de Corrine Dollanganger, a la que conoceremos en Flores en el Ático. Esta ama de casa y madre de cuatro hijos dista mucho de ser la típica esposa y madre amorosa de los años 50. La muerte de su marido y un mar de deudas la obligan a ella y a sus hijos a buscar refugio en Foxworth Hall, hogar de sus padres, pero para ello debe aceptar una condición: Si Malcolm, el cabeza de familia, se entera de que Corrine tiene hijos, ésta perderá todo derecho a la herencia. Toda esta historia forma parte de un gran secreto de la familia Foxworth, y es que su difunto marido era también su medio tío, por lo que sus hijos son consanguíneos. Esta historia dio lugar a un gran escándalo dentro de su familia, lo que le granjeó el desprecio de sus padres. Su única posibilidad de conseguir la fortuna de su padre moribundo es que sus cuatro hijos permanezcan ocultos en el ático de la casa, mientras ella intenta recuperar el amor de su progenitor.

Pero los años van pasando y los niños ven cada vez menos a su madre, que no se digna a visitarlos más que en unas pocas ocasiones para ofrecerles regalos y promesas vanas que no piensa cumplir. Egoísta hasta el extremo, Corrine pierde por completo el interés en sus hijos y ni siquiera le conmueve el hecho de que Olivia, la abuela de los niños, les azote y golpee a diario. Todo lo contrario, pues mientras sus hijos pasan hambre y dolor, ella se casa con el abogado de su padre y se va de luna de miel, desentendiéndose por completo de sus hijos. El mayor interés de Corrine es pasárselo bien en las fiestas y eventos de la alta sociedad, junto con la jugosísima herencia que recibirá de su padre en cuanto muera. Sus hijos son, por tanto, algo que prefiere olvidar que tiene.

Sin embargo, la guinda del pastel viene cuando uno de los niños se pone muy enfermo y se hace necesaria la presencia de un médico. Lejos de hacer eso, Corrine se lleva a su hijo y no tarda en regresar con la noticia de que ha muerto de neumonía. Esto ocurre al mismo tiempo que los niños empiezan a recibir cestas con rosquillas espolvoreadas con un extraño polvo semejante al azúcar pero que resulta ser arsénico. Al enterarse de que el testamento de su padre especificaba que si Corrine tenía hijos de cualquiera de sus matrimonios perdería la herencia, decidió acabar con el problema envenenándoles las rosquillas, algo que hizo en complicidad con la abuela de los niños, que odiaba a sus nietos con todo su corazón.


Y hasta aquí por hoy, lectores. Nos vemos pronto!