lunes, 9 de diciembre de 2024

Christmas essentials! Revisión de mis favoritos de Navidad!

 

¡Hola a todos!

Ya huele a Navidad, ¿verdad? Sin darnos cuenta, hemos llegado ya al final de este año y pronto recibiremos con esperanza el 2025, deseando que traiga cosas mejores que el año que nos deja para siempre. Si tuviera que hacer un balance del 2024, diría que para mí ha sido un año raro, un año en el que no he parado de hacer y aprender cosas nuevas, pero con cambios que me han perturbado un poco. He reído y he llorado, he echado mucho de menos a los míos y también he disfrutado de su compañía. Hay cosas en mi vida que aún no han cambiado tanto como yo quisiera, pero es algo que conseguiré poco a poco. Después de todo, Roma no se hizo en un día.

Lo que no ha cambiado ha sido mi entusiasmo por la Navidad, esa fecha mágica en la que me siento inmensamente feliz. Hay algo hermoso en la música, las luces, los colores y los olores que dan forma a la Navidad. Ya sea celebrada como festividad cristiana o como pretexto para pasar tiempo con nuestros seres queridos, la Navidad me parece hermosa y llena de sentimiento, y estoy deseando celebrarla con todos.

Al pensar en todas las cosas bellas que tiene la Navidad para mí, me vino a la memoria una entrada que hice allá por 2015 en la que compartía con vosotros una lista de mis cosas favoritas de la Navidad. Y, aunque muchas de ellas me siguen gustando, he pensado que sería una buena idea renovarla un poco y traerla actualizada.

Aquí tenéis, una vez más, una lista de mis esenciales de Navidad. ¡Espero que os gusten!


1) Decoración navideña



No nos engañemos: gran parte del entusiasmo general por la Navidad se debe a las espectaculares decoraciones que elegimos para nuestras casas en esas fechas. Es la época en la que ponemos con ilusión el árbol de Navidad, las coronas, bolas de colores, guirnaldas, cojines, velas decorativas, lazos, ristras de luces... Hay una especie de entusiasmo en torno a la decoración navideña que puede derivar en auténtica locura, provocando una fiebre por el consumismo que a más de uno se le ha escapado de su control, pero que también ha dado lugar a verdaderas maravillas decorativas.

Hay muchísimos estilos de decoración navideña, y a todas les he puesto nombre según los colores o elementos que predominan. ¿Os gustan los tonos verdes, rojos y dorados, con tejidos como el terciopelo y la seda? Entonces vuestro estilo es el de una Navidad Clásica. ¿Preferís hacer vuestros adornos con piñas y ramitas naturales, y vuestros colores preferidos son terrosos, verdes oscuros y toques de blanco? El estilo Navidad Campestre es para vosotros. ¿El frío os encanta y vuestro árbol perfecto está cubierto de nieve y engalanado con detalles en color blanco, azul frío o gris gélido? Vuestro estilo es el de una Navidad de Hielo, sin duda. Mi favorito es el que yo llamo Navidad de Bastón de Caramelo, en el que imperan los adornos que remiten a estos famosos dulces de menta, grandes lazos, flores de poinsetia, y en el que los colores principales son el blanco y el rojo. Hay muchísimos estilos para decorar la casa en Navidad, y en los comercios lo saben. Por eso son expertos en ofrecernos un amplio abanico de estilos decorativos para que podamos elegir cómo adornar nuestras casas.


2) Esencias navideñas



Si alguien os preguntara a qué huele la Navidad, ¿qué responderíais? Quizá el aroma que sale de la cocina mientras se prepara la cena de Nochebuena. Tal vez sea el inconfundible olor a galletas recién horneadas. O es posible que sea una mezcla entre el musgo del belén, los turrones que hay sobre la mesa y las velas que poco a poco se consumen. Y es que la Navidad tiene muchos toques aromáticos  que nos evocan los momentos en familia, celebraciones, risas, alegría, unión... Sin embargo, hay una serie de olores que creo que todos identificamos con la Navidad: canela, pino, menta, naranja y clavo.

Recientemente me he vuelto un poco adicta a las esencias ambientales. En las tiendas se pueden encontrar packs que traen frasquitos con esencias variadas, y lo mejor es que muchas veces las venden como propias de la estación. Las esencias de otoño (con su inconfundible aroma a vainilla y especias) y las de invierno se han convertido en mis favoritas, y le dan a mi casa un toque muy especial. Me ayudan a relajarme y a sentirme mejor.


3) Villancicos



Quién lo diría, ¿verdad? He pasado de detestar los villancicos con todas mis fuerzas, a apreciarlos como lo que realmente son: unas hermosas piezas musicales que celebran la alegría por el nacimiento de Jesús de Nazaret. En mi época más negacionista y oscura, renegaba de la Navidad y de todo lo que se le relaciona, y eso incluía la música. Los villancicos me parecían tontos y repetitivos, cancioncillas propias de niños y que nadie en su sano juicio (o salvo que estuviera borracho perdido) disfrutaría cantando una vez y otra vez y otra vez.

Pero las cosas cambian y la edad quizá tenga mucho que ver con eso. El tiempo ayuda a ver nuestro alrededor de maneras diferentes. Hace tiempo que ya no siento que la Navidad sea una época hipócrita, llena de consumismo y deseos carentes de profundidad. Quizá siga teniendo esas mismas características, pero para mí ha cobrado un nuevo significado, y es el de pasar tiempo con mis seres queridos. Todavía recuerdo cuando, reunidos en torno a la mesa de Nochebuena, nos dedicábamos a reír, comer y cantar todos los villancicos que nos sabíamos y algunos nuevos. En su momento no supe apreciar esas escenas como se merecían, pero hoy daría cualquier cosa por volver a repetirlas con la mentalidad de ahora. Es posible que los villancicos sean mi manera de recordar que la Navidad es, ante todo, un panegírico al amor, la familia y la felicidad.


4) Papel de regalo



¡Aah, qué sería de la Navidad sin regalos! Y, sobre todo, qué bonito es recibir un esperado regalo de Navidad por parte de nuestros seres queridos, aquellos que más nos quieren y se desviven por hacernos felices. Y, para envolver esos regalos y mantenerlos en secreto hasta que los descubramos, es necesario contar con un buen montón de rollos de papel de regalo.

Es imposible para mí describiros la alegría que me supone tener en mis manos un precioso papel de regalo decorado con todos los dibujos que remiten a la Navidad: arbolitos, muñecos de jengibre, estrellas, copos de nieve... Una de mis actividades navideñas favoritas es envolver regalos, adornarlos con el papel que he elegido, ponerle los lazos adecuados, escribir las etiquetas con gran cuidado y presentárselos a mi agasajado con todo el amor del mundo. Creo que el hecho de haber hecho todo ese proceso de selección y preparado hace todavía más especial mis regalos, porque se nota cuando le pones ganas a algo. Y eso me hace inmensamente feliz.


5) Cafeterías



Uno de mis lugares favoritos de la Tierra, después de mi casa o una buena biblioteca, es una cafetería. No soy muy fan del café, pero sí me gusta disfrutar de un té o un chai latte acompañado de una galleta o un trozo de tarta. Y para esa merienda, no hay mejor sitio que una cafetería. Pero ojo, porque este local tiene que reunir una serie de características que no siempre se cumplen: para mi gusto, deben ser pequeñas, coquetas, llenas de detalles que le den identidad, como unas flores frescas, unos sillones elegantes, unos pasteles recién horneados o un ambiente hogareño. No sé por qué, pero parece que la Navidad es una época perfecta para pasarse por una cafetería y disfrutar de un rico chocolate con churros, aunque bien es cierto que esto se puede hacer el resto del invierno. No sé, pero creo que hay algo en la Navidad que me invita a ir de mejor gana a una cafetería como las que a mí me gustan.


6) Mesas de Navidad



Entre mis gustos más recientes, he descubierto que la decoración me está empezando a entusiasmar. Doble premio si hablamos de decoración de mesas. Y ya la lotería completa si el tema es la Navidad. Es increíble que se puedan hacer cosas tan bonitas con una mesa, logrando que sea única y especial. Este favorito me viene un poco de la mano con la decoración de casas, que se extrapola a la decoración de mesas con todo tipo de elementos. Volvemos aquí a los distintos tipos de decoración que veíamos antes, pero adaptados a platos, cubiertos, cristalería y servilletas. Me fascina pasarme por tiendas de decoración e interiorismo, y descubrir estas mesas primorosamente decoradas con todo tipo de motivos navideños. Me hace desear preparar mi mesa de maneras parecidas para agasajar a mis invitados, sabiendo que esos pequeños detalles les agradarán y harán que la cena de Nochebuena sea mucho más bonita y especial. Además, cada una de esas mesas rebosa imaginación y es algo que todos podemos hacer en nuestras casas. ¿Os animaríais?


7) Manualidades navideñas



No hay nada más bonito y especial que hacer algo con tus propias manos, ya sea para uno mismo o para los demás. Si se hacen con dedicación, las manualidades pueden convertirse en algo muy hermoso; y si somos unos auténticos manitas, podemos crear auténticas maravillas que serán la envidia de muchos. Las manualidades navideñas son también una manera estupenda de decorar nuestras casas o alegrar a nuestros seres queridos sin que sea necesario gastar mucho dinero. De hecho, se pueden hacer con cosas que podemos encontrar en nuestras casas o en bazares por unas pocas monedas, y con algo de imaginación podremos hacer pequeñas obras de arte.


8) Belenes y pueblos de Navidad



Y llegamos a lo que más sentido le da a la Navidad: la puesta de los infaltables belenes. En muchos sitios, pero sobre todo en España, no se considera que es Navidad si no hay un belén. La representación del nacimiento de Jesús, con toda la escenografía que le acompaña, es algo que ha formado parte de nuestras tradiciones desde tiempos muy antiguos. Es habitual colocar un belén en las casas, pero creo que es mucho más bonito encontrarse con uno en las calles, con grandes figuras a tamaño real que representan el momento en el que los pastores y los Reyes Magos honran al niño Jesús con sus regalos. Los belenes pueden ser pequeños y muy esquemáticos, casi como casitas de muñecas, pero también pueden hacerse grandes y realistas, con figuras de gran tamaño.

Y, de la mano de los belenes, vienen los pueblos de Navidad. Los hay de dos tipos: los pueblos que rodean a la imagen del pesebre, o los que están inspirados en el pueblo de Papá Noel en el Polo Norte. En el primer caso, el pueblo de Navidad tendrá un carácter rústico y podremos encontrar imágenes de figuras realizando diversos oficios. Muchas veces, esos oficios remiten a antiguos trabajos que se hacían en el campo o en el mar, normalmente relacionados con la gente que vive en esa región. Encontraremos granjas y tabernas, molinos y telares, pastores, aguadoras, rederos y panaderas. En el segundo caso, el ambiente cambia de forma radical y nos traslada a una imagen idealizada del Polo Norte, con cabañitas de madera pintadas de rojo y adornadas con guirnaldas y muérdago o pequeños parques de atracciones para deleite de todos los niños. Encontraremos a Papá Noel, a sus renos, el muñeco de nieve Frosty, elfos ayudantes, regalitos... todo ello cubierto de nieve y escarcha. Esta imagen es muy cálida y hogareña, pero creo que carece de la añoranza que sí contiene el pueblo que rodea al belén tradicional. No obstante, a mí me gustan los dos.


¡Y esto ha sido todo por hoy! ¡Que tengáis unas felices Navidades y un próspero Año Nuevo en compañía de todos vuestros seres queridos!