viernes, 14 de septiembre de 2012

La intimidad es sagrada... excepto cuando no lo es

Soy de las que piensa que un famoso (y cuando digo famoso me refiero a una persona que se ha hecho muy conocida en el mundo del espectáculo) tiene que ser comprensivo con el hecho de que sus fotografías estén por todas partes, a la vista de todos. Forma parte de su contrato ceder su imagen al dominio público, sobre todo si trabaja para la televisión o el cine. Todos los medios de comunicación utilizan este material fotográfico para representar su cara en todo el mundo, haciendo que su fama llegue a ser mundial. Y si además de su imagen tienen una carrera digna de elogio, se les puede incluso convertir en leyendas.

El boom de las celebrities es algo que causa furor a la mayoría de gente. Preguntad en los institutos quién es Taylor Lautner o Josh Hutcherson y ya veréis cómo lo saben (sobre todo las chicas que se compran las revistas todas las semanas). Preguntad a los forofos de la MTV, que sabrán deciros quién es cada grupo, cantante o DJ que salga en pantalla. Eso se debe al fenómeno fan, que son legiones enteras de admiradores de actores, cantantes, grupos o personajes de una serie, cuyos fanáticos más acérrimos pueden llegar a extremos que resultan perturbadores al fan medianamente decente. Fanáticos que serían capaces de hacer cualquier cosa con tal de conseguir algo de su famoso favorito, así sea ilegal. Y si además lo juntamos con un paparazzi sin escrúpulos que hace lo que sea para obtener su exclusiva, pues ya tenemos la receta del guiso de la discordia.

La intimidad es un derecho inalienable del ser humano. Todas las personas tenemos derecho a la intimidad y a que se nos respete dicha intimidad. Si a alguien se le ocurriera atentar contra ese derecho, lo primero que haríamos sería poner una denuncia en la comisaría más cercana. Y esperaríamos que el mirón o acosador de turno fuera detenido, juzgado y debidamente sancionado con una penalización económica a ser posible.

Todo esto está muy bien, pero yo pregunto: ¿Y si el que interpone una denuncia por atentar contra la intimidad es un famoso? ¡Ah, aquí ya cambian un poco las cosas! El famoso tiene que entenderlo. Es un personaje público, todos lo conocemos de las revistas o de la tele. Si no le importa salir desnudo en una película, ¿por qué habría de importarle que alguien robara sus fotos privadas del móvil y se las pasara a sus amigos por WhatsApp? No tiene derecho a enfadarse porque es famoso y tiene que complacer a sus fans y a los periodistas que están haciendo su trabajo.

Sinceramente, a mí me parece que los famosos también son personas y tienen los mismos derechos que el resto de los mortales. Así como no veo bien que se les mime en exceso con caprichitos selectos y excentricidades varias, tampoco me parece correcto que haya hackers que roben sus fotos o vídeos del móvil y los difundan por Internet como si tal cosa, como si eso no le afectara a nadie. Son imágenes íntimas, iguales a las que podríais tener vosotros. ¿O es que me vais a decir que nunca os sacásteis una foto con el móvil para mandársela a vuestro chico, y viceversa? ¿A que si esa foto se filtrara a vuestros colegas del instituto os sentaría como una patada en el culo? Pues imaginaos eso, pero multiplicado por un millón. Los famosos cuyas fotos íntimas han sido robadas de sus teléfonos están siendo señalados por gente que ya tiene en sus manos el fango listo para arrojar.

Entre los casos más conocidos de famosos afectados por esta práctica tenemos a Scarlett Johansson, a Rihanna, Christina Aguilera, Demi Moore, Miley Cyrus o Vanessa Hudgens. Hay quien esgrime el siguiente argumento para justificarse: ¿Por qué las famosas quieren que se retiren esas fotos de Internet y demandan a todo el mundo, si ellas mismas no paran de sacarse fotos tanto fuera como dentro de casa? Yo tengo la respuesta: Las fotos de los fotógrafos son autorizadas. Son legales, porque forman parte del trabajo de uno y de otro. Las fotos que llevan los famosos en sus móviles son privadas y, por lo tanto, no deben estar al alcance de nadie ajeno a ellos. No tenemos derecho a esas fotos; son suyas, única y exclusivamente. Así que considero un delito (y a los que lo hacen, unos delincuentes) de gravedad mayúscula, porque se atenta contra la intimidad de una persona y se hace mofa y escarnio de ello.

Otro caso, esta vez en tierra patria, es el que ha tenido lugar en Los Yébenes (Toledo), donde la edil Olvido Hormigos ha sido señalada, insultada y perseguida por gran parte del pueblo por la filtración de un vídeo en la que se la ve masturbándose. Ha habido opiniones para todos los gustos; desde los que la defienden por lo que consideran una intimidad, hasta los que aseguran escandalizados que una mujer con su puesto no debería hacer algo así. Ya, y el Rey de España no va al váter a cagar. Son estos detractores los que a mí me sacan de quicio. ¿A santo de qué tienen que perseguir a la pobre mujer, que bastante mal lo tiene que estar pasando ya, por hacer un vídeo que era de uso privado y que alguien ajeno a ella ha robado y expuesto al público? ¿Por qué es ella la culpable? ¿Por qué la han puesto de puta para arriba, como si fueran el comité moral del pueblo? Son esos hipócritas los que dan mala imagen al pueblo, no la señora Hormigos ni sus defensores.

Así que, a partir de ahora, demostrad con los demás un poco de respeto. Lo que hoy les ha pasado a ellos, os podría pasar a vosotros mañana y seguro que no os gustaría que os señalaran por la calle como la chica que sale en una foto enseñando la regatera o el pervertido que le iba a enviar a su novia un vídeo en el que salía él cascándose una gallarda. El sexo no es tan tabú como antes, pero hay cosas que se tienen que quedar en la intimidad de una persona o de una pareja, y es nuestra obligación respetarnos a todos por igual.

1 comentario:

  1. A mí también me pareció bastante injusto que lincharan mediáticamente a la tal Olvido sólo por haberse auto-filmado dándose placer (eso en todo caso la convierte en tonta e imprudente por haber eprmitido que se filtrase el vídeo, no en una inmoral). Hasta que lo comenté un día en casa de mi madre y ella, que es de las que no se pierde una, me comentó que en ese asunto había más mierda de la que yo pensaba: al parecer, esa mujer estaba casada y con hijos y el vídeo se lo había enviado a su amante, un futbolista joven que encima tenía novia, la cual al parecer le pilló el vídeo y como venganza fue la que se encargó de hacerlo público.
    De todos modos, y por muy cuestionable que sea la vida privada de esa señora, lo cierto es que poco o nada tiene que ver tal cosa con su capacidad de gestión política. Nunca he entendido por qué los escándalos sexuales, siempre que no sean delictivos, tendrían que hacer dimitir a un político; al fin y al cabo, no tiene nada que ver con su profesión. Los que sí deberían dimitir son los irresponsables y los ladrones que han llevado este país a la ruina.

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