La princesa Kyoko con Sakataki y Hizuki
El manga de Time Stranger Kyoko es el que inaugura esta sección. Esta serie corta de seis cómic-book de Arina Tanemura fue publicada en la revista Ribon de la editorial Shueisha, y aquí la hemos podido leer gracias a Planeta. Aunque en un principio me pareció un manga hasta cierto punto original y divertido, no tardé mucho en darme cuenta de que era todo lo contrario. Y si no me creéis, seguid leyendo:
En
el siglo XXX, la Tierra ha conseguido superar los problemas entre las
distintas naciones y se ha unificado en un solo país. Kyoko Suomi,
una chica de dieciséis años, es la princesa de este inmenso país,
pero nadie sabe cómo es puesto que nunca ha aparecido en público.
Lo cierto es que Kyoko sólo quiere vivir como una chica normal y por
eso va al instituto ocultando su identidad, aunque sus dos
guardaespaldas, los hermanos Sakataki y Hizuki Jin, la acompañan en
todo momento. Kyoko está decidida a dejar de ser princesa y por eso
le pide ayuda a su padre. Éste le dice que podría dejar de serlo si
consigue despertar a la princesa Ui, una hermana gemela de la que
Kyoko desconocía su existencia y que duerme presa de una maldición.
El rey le entrega una piedra mágica que ha de activar para despertar
el poder del reloj que mantiene dormida a Ui, pero le dice que hay
más piedras en el mundo que también deben ser activadas por sus
respectivos dueños. La unión de los doce Strangers, los dueños de
las piedras, hará posible que la princesa Ui despierte de su
letargo.
En principio, la cosa no pinta mal del todo. Es una historia de magical girls, con poderes especiales, hechizos y una misión que cumplir. Tanemura es una autora que suele meter temas de fantasía en todas sus obras en mayor o menor medida, pero es que esta en particular está más llena de topicazos que Física o Química. Kyoko pretende ser una heroína distinta a todas las que ha habido anteriormente. Vale, ya sabemos que es guapa, alegre y simpática, aunque la autora ha querido dotarla de una cierta rebeldía contra las normas establecidas para alejarla del típico personaje mono y encantador del shojo al que estamos acostumbrados. Pero toda esa fuerza de carácter se le va en un tris cuando pasa algo: se pone a llorar por cualquier tontería, reacciona como una niña de cinco años y es incapaz de asumir su papel de líder como Time Stranger.
A medida que avanza la historia, nos damos cuenta de que Kyoko tampoco tiene tantas ganas de dejar de ser princesa. La verdad es que no le conviene nada: Le gustan los vestidos caros (se pone unos diez por capítulo), vive en un palacio inmenso, hace lo que le da la gana y, para rematar, sus dos guardaespaldas buenorros duermen con ella en la misma cama. Precisamente, es uno de los hermanos quien la besa una noche mientras duerme y Kyoko cree que es Sakataki, y a partir de ahí empieza a enamorarse de él.
Algo que me gustó de la serie fueron los Kirito. Al parecer, en el siglo XXX la ciencia ha avanzado tanto que se puede combinar el ADN de una persona con el de los animales y las plantas, dotándosela de sus principales características. Por ejemplo, Sakataki pertenece al clan dragón, por lo que se puede transformar en un dragón pequeñito; o Karen, la mejor amiga de Kyoko, que es la líder del clan flor y siempre está rodeada por pétalos flotantes.
Y esto es todo lo que me gustó de este manga. Las aventuras de Kyoko y sus compañeros no tienen la menor emoción y no son más que refritos de aventuras que todos hemos visto alguna que otra vez en Sailor Moon, pero con menos gracia si cabe. Los Strangers están todos enamorados unos de otros, no hay un verdadero antagonista en toda la historia y, en general, los caracteres son tan parecidos que se confunden. Todos son guapos y alegres, o serios y misteriosos. Al final, lo que podría ser un manga de aventuras y magia, acaba convirtiéndose en una especie de telenovela donde todos acaban felices y enamorados.
Y el toque cómico es todavía más desesperante. Widoshik, el payaso de la serie, es tan cargante que dan ganas de condenarlo a la hoguera. Y Chokora, el gato androide que siempre está con el rey, tampoco hace mucho para animar el cotarro.
Por otro lado, están los recursos argumentales para resolver el final de las historias de cada personaje. A la Tanemura debe de fallarle la memoria, pues en el mismo manga hace tres usos del recurso al que yo llamo “ya lo sabía todo”. Esto consiste en que, cuando se descubre el daño que ha hecho un determinado personaje a un supuesto amigo, éste le diga sonriente: Yo lo sabía desde el principio. Puede quedar muy bonito en ciertos momentos, como en la historia de Karen (la segunda que más me gustó, para que veáis cómo son las demás), pero cuando se repite el mismo recurso en la historia de Hizuki, la cosa ya es menos espectacular. ¿De verdad puedes llevarte bien con tu hermano sabiendo que ha asesinado a todo tu clan en un ataque de furia? Yo, desde luego, no le dirigiría la palabra ni haría como que no sé nada, por mucho aprecio que le tenga.
Y también está el recurso conocido como “quiero proteger tu sonrisa”, que se refiere al deseo enfermizo de cualquier personaje por proteger a la protagonista tonta y estúpida a toda costa. Normalmente se da después de que dicha protagonista diga alguna frase sin sentido que provoque que el otro sufra una especie de iluminación en su alma oscura y atormentada. Se mire como se mire, es algo muy ñoño. A mí hasta me da un poco de repelús, pero a lo mejor es que soy poco sensible.
Para terminar, diría que la Tanemura se ha pasado un poco metiendo tantos personajes. Al ser muy pocos tomos, no le da tiempo a desarrollarlos a todos en profundidad y trata de solventar el problema con unas tiras cómicas al final de la historia. Ni siquiera Ui tiene protagonismo; la dichosa princesa es más sosa despierta que dormida y sólo piensa en comer, comer y comer. Los Strangers están ahí sólo para rellenar, ninguno merece la pena realmente. El rey no hace nada, el dios del tiempo no hace nada, Kyoko no hace nada… Así, tenemos un manga de temática amorosa aderezado con una pizca de magia, pero nada más. Los personajes son planos, el argumento no acaba de desarrollarse bien y se encuentran numerosos fallos en los diálogos y en determinadas situaciones.
El
dibujo
Muy bueno. Arina Tanemura mejora el dibujo que ya había alcanzado cotas de perfección en Kamikaze Kaitou Jeanne y lo lleva un poco más allá. Ojos grandes, cuerpos proporcionados y un despliegue de originales vestidos para escoger el más imposible a la hora de hacer un cosplay (consejo personal: si algún día queréis hacer cosplay de Time Stranger Kyoko, os aconsejo algún traje de los Strangers; la mayoría no son tan difíciles de coser como los que Kyoko lleva cuando va de princesa). El estilo de Tanemura es recargado y algunas viñetas están un poco apretadas, pero en general da muy buen resultado.
Valoración
final
No es la mejor obra de Tanemura. Ofrece una cosa y presenta otra muy distinta, lo que puede generar cierta desilusión. El tema es demasiado amplio como para ser tratado en tan poco espacio, y resulta imposible empatizar con cualquiera de los personajes. Y, como ya he dicho, tiene problemas para encauzar las historias de todos los protagonistas.
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