viernes, 17 de enero de 2014

Los programas de nuestra vida


Cuando vuelvo la vista atrás, me gusta recordar aquellas cosas que me hacían feliz simplemente por el hecho de que me permitían pasar un tiempo muy entretenido con mi familia. Aunque a veces se tacha a los de mi generación como “Generación de los Televisivos”, lo cierto es que creo que no es para tanto. En mi opinión, se ve mucho más la televisión ahora que antes. Y otra cosa: los programas que emiten ahora en prime-time no son, ni de lejos, tan entrañables como los de antes, porque están pensados para un público adulto, en vez de dedicarlos a toda la familia.

Por eso hoy quiero dedicar este ranking a seis programas que a mí me marcaron para toda la vida y que no olvidaré fácilmente, ya sea por sus presentadores, por el contenido que ofrecían o por las pegadizas melodías y expresiones que cuajaron en toda una generación.

Preparad palomitas, sentaos tranquilamente y disfrutad: Este es el TOP 6 de los programas más memorables de nuestra infancia y juventud.



6) Furor




Si nos paramos a pensarlo bien, Furor era un programa sin sentido. Es decir, la mayoría de los programas nocturnos de los 90 tenían una finalidad, un objetivo claro, por decirlo de algún modo. Pero Furor fue distinto: no era un concurso, ni un programa de reencuentros, ni algo que estuviera pensado para entretener con fines culturales. No había premios en metálico ni bonificaciones para los ganadores. Era simplemente un programa en el que se reclutaba a personajes famosos de la televisión o el teatro para cantar canciones en versión karaoke.

Lo que Furor añadía como novedad era la lucha amistosa entre hombres y mujeres, cosa que siempre gusta a la juventud (la batalla de sexos sigue y seguirá siendo un tema recurrente). Los invitados eran separados en dos grupos, por un lado las chicas y por el otro los chicos; del mismo modo, el público también estaba debidamente separado. Alonso Caparrós, el encargado de conducir el programa, anunciaba las pruebas de canto y, dependiendo de la habilidad en la ejecución de cada concursante, otorgaba minipuntos y puntos al grupo de los chicos o de las chicas.

Pero si por algo será recordado Furor es por sus melodías y consignas pegadizas. Porque soy testigo de que aún hoy en día se siguen cantando los slogans de Furor. Cuando sucede algo que nos conmueve, canturreamos “¡Qué bo-ni-to, qué bo-ni-to!”. Cuando alguien dice la palabra popurrí, todos gritamos “¡Po-pu-rrí, popurrí!”. Ya sé que es imposible reproducir aquí el tono de los canturreos, pero todos tenéis en mente las cancioncillas, ¿a que sí?

Por eso, aunque el programa no durara mucho y no tuviera mucho sentido, yo lo coloco aquí porque a todos se nos ha quedado dentro un trocito de Furor, y creo que eso es bueno.


5) El Gran Juego de la Oca




El memorable y adictivo Juego de la Oca, pasión de infantes y entretenimiento de adultos, es un programa que todos hemos visto alguna que otra vez. Fue emitido en Antena 3 entre 1993 y 1995, y nuevamente en Telecinco en 1998, y presentado, entre otros, por Emilio Aragón, uno de los personajes más queridos de la televisión.

La mecánica del juego es bien sencilla y conocida por todos. Se trata de una reproducción a tamaño real (y un poco más letal) del archifamoso juego de la oca que todos teníamos en casa, en la parte de atrás del parchís. Había cuatro concursantes, cada uno vestido de un color, que tiraban los dados y se movían por el gigantesco tablero con el objetivo de llegar a la meta. Lo que le añadía más gracia al asunto es que en cada casilla había una prueba que superar, y la gran mayoría de estas pruebas eran auténticos desafíos para la integridad del concursante, pues era frecuente que éste acabara magullado o lesionado.

Recuerdo que ya en el patio del recreo, los niños nos reuníamos por manadas para jugar al Juego de la Oca, que todos habíamos visto la noche anterior en la tele. Las baldosas del patio eran las casillas, y pintábamos algunas con tizas de colores para indicar que eran las de las pruebas especiales. Hasta ese punto llegaba la locura colectiva por el Juego de la Oca. Los más pequeños también disponíamos de la versión infantil que venía en los Bollicaos y que amenizó gran parte de nuestras tardes lluviosas.


4) ¿Qué Apostamos?




Cómo olvidar este memorable programa, precursor del Show de los Récords Guiness, en el que los espectadores éramos testigos de auténticas proezas, ya fueran de carácter atlético o simples talentos desarrollados al máximo. Estaba presentado por una pareja con gran química en pantalla: Ana García Obregón y Ramón García. Se emitió en Televisión Española en el año 1993 y duró hasta el año 2000, lo que no está nada mal.

El funcionamiento del programa era muy sencillo. Había cuatro pruebas, y cada una de ellas tenía que ser valorada según su dificultad. Los invitados que se sentaban en el gran sillón principal tenían que apostar una cantidad de dinero que oscilaba entre las 100.000 y las 500.000 pesetas a que lo conseguían o no. En caso de ganar, lo recaudado se destinaba al ganador de la prueba, pero si el invitado perdía, se ganaba papeletas para meterse en la ducha al final del programa, donde compartía remojón con uno de los presentadores.

Siempre recordaré ¿Qué Apostamos? como uno de los programas más esperados para verlo por televisión. Al menos, así era en mi casa. Nos gustaba a todos, sin excepción. A veces también hacíamos nuestras propias apuestas por los concursantes que más nos gustaban. Y, por supuesto, era obligado meterse con los vestidos hiperescotados de Ana Obregón y desear que acabara en la ducha.


3) Sorpresa ¡Sorpresa!




¡Acompáñameeee! ¡Déjate llevaaaar! ¿A que todos estáis cantando la famosa tonadilla de Sorpresa ¡Sorpresa!? No es de extrañar, porque este programa dejó una huella imborrable en quienes lo vimos allá por el año 1996. A lo largo de sus dos memorables temporadas ha tenido varios presentadores, pero la más recordada por todos es Isabel Gemio, cuya andadura mediática empezó precisamente con este programa.

Sorpresa ¡Sorpresa! fue un programa realmente inolvidable. Consistía en atender las peticiones de familiares y amigos de personas anónimas para recibir una sorpresa en riguroso directo. Dichas sorpresas podían ser conocer a un personaje famoso (nacional o internacional) o reencontrarse con familiares a los que hacían muchos años que no veían, lo que nos dejó momentos realmente emotivos y que nos llevaban al borde de las lágrimas. Mención aparte recibe la famosa leyenda urbana de Ricky Martin, el perro y el bote de mermelada, que al final (y dejémoslo claro de una vez por todas) NO SUCEDIÓ NUNCA, pero que contribuyó a acrecentar su popularidad.

Los programas del formato que presentó Sorpresa ¡Sorpresa! siguen siendo bastante populares. Aunque se encubren con otros nombres (Hay una Carta para TiHay una Cosa que te Quiero Decir, etc.), la base siempre es la misma: el reencuentro entre familiares con desavenencias o que buscan un acercamiento. Esto demuestra que la influencia de Sorpresa ¡Sorpresa! todavía no ha pasado y me parece que no pasará nunca.


2) El Informal




¡Buuuf! Reconozco que aquí lo he tenido bastante difícil para seleccionar al número 2 de mi lista, porque tanto este como el programa al que le he entregado la corona son muy especiales por la gran influencia que han tenido en mí.

El Informal fue algo más que un programa. Fue un estilo de vida. Fue una nueva manera de hacer humor. Fue lo más de lo más entre los adolescentes. El Informal puede jactarse de ser uno de los pocos programas de Telecinco que valía la pena, de la época en que todavía no se había pervertido y sacaba programas de calidad. Empezó a emitirse en el año 1998 y siguió hasta el año 2002, momento en que fue cancelado debido a una espectacular bajada de audiencia provocada por el auge de los reality shows y los programas del corazón.

Cuando hablo del Informal, indefectiblemente se me dibuja una sonrisa en la cara al recordar. Javier Capitán y Florentino Fernández amenizaban nuestras cenas dando las noticias en clave de humor. Recuerdo con especial cariño los graciosísimos doblajes de películas que hacían, parodiando a Charlton Heston, a Bette Davis, a Michael Landon... Había también espacios para las entrevistas que hacían los reporteros Felisuco e Inma del Moral, más tarde sustituida por Patricia Conde. Pero si hay algo que me encantaba del Informal eran sus parodias de canciones famosas (risas garantizadas con Me quiero reír y Pelo Patrás). La cantidad de expresiones que hicieron famosas son incontables, y yo todavía sigo diciendo algunas a día de hoy.

En fin, ¿para qué seguir redundando en lo mismo? Era un programa genial, un hito en mi adolescencia y lamenté mucho que lo hubieran quitado.


1) La Noche de los Castillos





¡Oh, sí! ¡Nivel de nostalgia al máximo! La Noche de los Castillos fue un corto pero intenso programa que se emitió en la Primera allá por el año 1995, y fue el gran culpable de acrecentar hasta tal punto mi amor por los castillos que me lanzó a estudiar Historia. Estaba presentado por Luis Fernando Alvés (con su sempiterna bufanda blanca) y por tres azafatas que acompañaban a los equipos de concursantes. Fue el gran proyecto de la Primera, que se gastaba cifras astronómicas en representar todo un ambiente medieval en varios castillos de España, como el de Loarre, el de Coca o el de Manzanares el Real. Pero el coste que le suponía a la cadena fue inversamente proporcional a su éxito de audiencias, ya que apenas cosechó buenos resultados y, tras 15 programas, fue cancelado.

Y me parece una lástima porque el programa molaba un montón. Tres equipos emprendían una carrera contrarreloj para entrar en un castillo, rescatar de su cautiverio a la hija del rey Folof (un brillante Anthony Quinn) y entregársela a cambio de una recompensa en metálico. En la primera fase, los equipos tenían que intentar llegar los primeros al castillo en un todoterreno, buscando durante el trayecto unos discos que luego podrían servirles de ayuda. El equipo que ganaba la carrera era el que tenía que buscar a la princesa dentro del castillo, para lo cual debían recaudar la mayor cantidad posible de oro, que se fundiría para crear una llave y abrir así la celda de la princesa. La cosa funcionaba un poco como un juego de rol, en el que todos los integrantes del castillo ejecutaban su papel a la perfección y trataban de ayudar a los concursantes. Por el medio también aparecía Torque, el malo, que venía precedido de una música bastante épica que anunciaba su llegada media hora antes de que apareciera, XD. En la tercera fase tenían que subir una especie de torreón para entregar a la princesa y llevarse el premio.

No tengo palabras para describir lo mucho que me gustaba este programa. No paraba de sonreír y emocionarme cada vez que veía las andanzas de aquellos rescatadores de princesas tan peculiares. Cada viernes noche se convertía para mí en una aventura fantástica, porque luego no paraba de soñar, de imaginarme que yo podría ser una de esos rescatadores, o una princesa en apuros (aunque creo recordar que a la princesa Laura no la habían rescatado y moría de un flechazo. Jo...). Y repito que, si estudié Historia, creo que fue en gran parte por la influencia que este programa tuvo en mí. Nunca podré olvidarme de La Noche de los Castillos; es algo que llevaré en el corazón durante toda mi vida.


Y hasta aquí mi lista de programas nostálgicos. Espero que os haya gustado y que os hayáis transportado de nuevo a aquellos años en los que la televisión parecía tener más calidad que ahora.

martes, 7 de enero de 2014

Navidades, una mala época para el ateísmo


Una de las preguntas a las que siempre me tengo que enfrentar desde que anuncié mi ateísmo es la siguiente: "Si eres atea, ¿por qué celebras la Navidad? Los ateos no creéis ni en Dios ni en Jesús, así que deberíais quedaros en casa encerrados o ir a trabajar mientras los demás estamos de fiesta".

Buen punto, estoy de acuerdo. Ahora voy a aclarar unas cuántas cosas para que todos aquellos creyentes, los que se consideran creyentes (que son muchos más) y los que pasan de las religiones pero se apuntan a un bombardeo (que son muchísimos más) entiendan el punto de vista de los que, como yo, decidimos no creer.

Empezamos por lo más obvio: Los ateos no celebramos la Navidad. Y no me vale decir que antes de que hubiera Navidad se celebraba la fiesta pagana de Saturnalia, porque era una festividad dedicada a Saturno, un dios romano. Difícilmente se puede festejar algo si no crees en una deidad pero te inclinas por otra; es una bofetada en toda la cara del Ateísmo. Desde aquí dejo claro que yo no he celebrado la Navidad porque va en contra de mi forma de pensar. No creo que exista Dios, así que no tengo nada que celebrar para honrarle, y la Navidad no es la excepción.

Sin embargo, parece que España se desboca cuando llega la Navidad. Mucha gente pierde el control cuando les digo que soy atea. Esto es verídico: me miran casi como si acabara de anunciar que soy el Anticristo. ¿Que no celebras la Navidad? ¡Blasfemia! ¡Abominación! ¡Esta tía es de Marte! ¡Es una comunista! 

Pero yo tengo la conciencia muy tranquila, porque sé que al menos mis convicciones son firmes, mientras que las suyas (las de la mayoría de gente que me he topado, vamos) son falsas y dudo que agradaran a Dios, si es que finalmente existe.

Para empezar, la Navidad se ha convertido en la antítesis de lo que realmente era. Si repasamos la entrañable imagen del nacimiento de Jesús, vemos que sucede de la forma más humilde. Un pobre carpintero lleva a su jovencísima esposa a un sucio establo para que dé a luz al que será el Mesías, el futuro rey del mundo. Esa es la escena que debería servir de base a todos los que se dicen cristianos para celebrar la Natividad: es su fiesta más importante, porque se celebra el cumpleaños de su Salvador.

Ahora veamos lo que tenemos a día de hoy. Durante las fiestas de Navidad, empieza la locura consumista. Padres que se gastan un dineral en múltiples regalos para los niños, abuelos que se dejan la pensión del mes en comprar manjares obscenamente caros para agasajar a su familia desunida por discordias varias, un aluvión de gente joven que se deja la pasta en "autoregalos" tan humildes como un Smartphone, un Ipad, una Play Station 4... ¡Ah, sí! Y todos ellos creen en Dios y en Jesús.

Por favor, no hagáis que me carcajee.

La mayoría de la gente no celebra la Navidad, porque para ellos el cristianismo es algo secundario. Puedo contar con los dedos de una sola mano a las personas que celebran de verdad la Navidad, y ésas personas son las que tienen todo mi respeto porque actúan acorde a sus creencias. En otras palabras, saben lo que están celebrando y son felices en esta época.

Pero los demás mienten al decir que celebran la Navidad. Lo único que les gusta de esa fecha es que les dan vacaciones y les hacen regalos. No asisten a la Misa del Gallo, no se creen los villancicos que cantan en plena borrachera navideña y no honran el verdadero espíritu navideño. Es decir, que no son consecuentes con sus palabras. Sin embargo, son los primeros en señalarme como transgresora, como diferente al resto del mundo. Pues yo dudo mucho que su manera de actuar sea la más coherente.

Vale, admito que no todo tiene que ser consumismo en Navidad. De hecho, una de las cosas más bonitas que ofrece es la reunión familiar. Es muy bonito ver a las familias reencontrándose con parientes a los que hace mucho tiempo que no ven, que vuelven a casa precisamente para pasar esas fechas con sus seres queridos. También es un buen momento para tratar de limar asperezas, hacer un acercamiento a familiares con los que apenas hablamos y pasar un buen momento en familia. Teniendo en cuenta que en mi familia la única realmente cristiana es mi abuela y los demás pasan de todo... ¿tengo yo que quedarme sola en casa porque soy atea? Pues yo creo que no, la verdad. Lo que yo celebro es la alegría de vernos a todos reunidos, la dicha de estar vivos y disfrutando. Eso es lo que hago.

¿Que los ateos nos aprovechamos de una fiesta religiosa? Sí, igual que los demás.

Uno de mis parientes se ha convertido hace poco al Islam y rechazó airado una loncha de jamón que mi abuelo le ofreció... sin darse cuenta de que sus parientes musulmanes comían del animal que consideran impuro (por separado y sin que el que estaba al lado se enterara, eso sí. Que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda). También recuerdo que, hablando con varias personas, se producía indefectiblemente el siguiente diálogo:

-Yo: Oye, ¿tú celebras la Navidad?
-Él/Ella: Sí, claro. Como todo el mundo. ¿Tú no?
-Yo: Es que yo soy atea y no creo en Dios.
-Él/Ella: Pero eso da igual, ¿no? El caso es celebrarlo con la familia.
-Yo: ¿Pero eso no te parece una contradicción? ¿Tú crees en Dios?
-Él/Ella: ¡Qué va! Pero es que nos reunimos todos para cenar porque si no mis padres se ponen como locos y nos montan un escándalo. Y yo hago lo que sea con tal de no discutir con ellos.

Más contradicciones. La Navidad no debería celebrarse porque sí ni porque se considere una obligación, sino por verdadera devoción. Y siento decir que apenas veo devoción en la gente que celebra la Navidad con el entusiasmo más visible. Veo consumismo y ganas de parranda, y ese no es el verdadero significado de la Navidad. Al menos, yo sí conozco su verdadero significado y, sin compartirlo, decido permanecer al lado de mi familia, a la que adoro, para pasar con ellos estas fechas. No pido regalos (aunque los he tenido) ni me parece que la fiesta carece de gracia sin dichos obsequios; eso es para los que creen en la felicidad terrenal. Yo he sido feliz estando con mi familia, hablando un poco de todo, recordando tiempos pasados y escuchando esas historias que nunca me canso de volver a oír.

Y, aun siendo atea, me da la sensación de que he experimentado el verdadero significado de la Navidad. 


jueves, 2 de enero de 2014

La Kimmidoll del mes: Ayana, la Vitalidad


¡Hola a todos, y bienvenidos al nuevo año!

Después de unos días de diversión, entretenimiento y comilonas, toca intentar recuperarse un poco para superar la cuesta de enero sin demasiadas dificultades. El año pasado dediqué un post a poner mis buenos propósitos para el año que entraba, pero este año voy a hacer algo diferente. No porque no tenga propósitos para tratar de cumplir este año, sino porque puede hacerse un poco pesado; además, algunos de esos propósitos son los mismos y sería repetirme.

En vez de eso, y como voy a dejaros mis experiencias navideñas para cuando acaben las vacaciones, hoy os voy a dedicar la Kimmidoll del mes. Ya sabéis que soy completamente fan de las monísimas Kimmidolls. Me gustan no solo por lo bonitas que son, sino porque también vienen con una tarjeta en la que describen su "espíritu" o "esencia", que es el elemento que representan. ¡Espero que lleguen a gustaros tanto como a mí, ^^*!



Ayana "Vitalidad"




"Mi esencia es rica y profunda. Explorando y abrazando la riqueza y diversidad de la vida, descubres la profundidad. Haz que tu afán por explorar nuevos lugares, gentes y diferentes modos de vida enriquezca y te traiga color y dimensión en todos los pasos de tu vida".

La esencia de Ayana destaca la fortaleza, el empuje y la energía de una persona. Responde al afán por explorar el mundo y descubrir nuevos caminos que permitan mejorar nuestra calidad de vida y lograr el éxito gracias a la constancia y vivacidad por las cosas que nos rodean.


lunes, 23 de diciembre de 2013

Felices Fiestas a todos, en serio!



¡Hola a todos!

Esta es mi habitual felicitación de estas fechas. Cierto que son millones de personas en el mundo las que se están preparando para celebrar la Navidad. Pero también hay mucha gente que en esta época tienen sus particulares fiestas y celebraciones. ¿Queréis una pequeña lista?


NAVIDAD





Todos sabemos lo que es la Navidad, ¿no? La Navidad (o Natividad) es la fiesta cristiana que conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret, el Mesías. Aunque es costumbre extendida celebrar la Navidad el 25 de diciembre, en algunas iglesias ortodoxas se festeja el 7 de enero debido a que no aceptaron el calendario gregoriano.

El tiempo de Navidad abarca todo el período de Adviento y termina el domingo que sigue a la Epifanía del Señor (el día de Reyes). Es costumbre que se celebren varias misas en Navidad, siendo la más importante la Misa del Gallo, una misa que se celebra a medianoche. El Papa predica un mensaje de Navidad para todos los creyentes del mundo, seguida de la bendición Urbi et orbi.

Actualmente se la tiene por una fiesta de carácter familiar y entrañable y, por eso, los niños suelen ser los protagonistas. Entre las tradiciones asociadas a la Navidad están el Árbol de Navidad, la corona de Adviento, los belenes, cantar villancicos, la Novena de Aguinaldos, las chocolatadas, y muchas más. En Nochebuena, las familias se reúnen para cenar y después se intercambian regalos.


HANUKKAH





La Hanukkah es una festividad judaica, también llamada "Fiesta de las Luces" o "Lucernarias". Se celebra durante ocho días, y conmemora la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía a manos de los macabeos sobre los griegos, así como la posterior purificación del Templo de Jerusalén de iconos paganos, en el siglo II a.C.

La tradición judía cuenta que, cuando los judíos llegaron al Templo y trataron de purificarlo, se dieron cuenta de que la exigua cantidad de aceite que quedaba para iluminar la menorah solo sería suficiente para un día. Sin embargo, se obró el milagro y el candelabro se mantuvo encendido durante ocho días. Este hecho dio origen a la principal costumbre de la festividad, que es encender de manera progresiva un candelabro de nueve brazos (ocho más uno, que sería el central).

Aunque se trata de una fiesta importante, la Hanukkah no es una festividad como el Shabat, en el sentido de que no existen las prohibiciones que establecería el Shabat. También se trabaja normalmente y las escuelas permanecen abiertas, aunque en algunos sitios hay excepciones. Es costumbre reunirse con familiares y amigos para el encendido del candelabro e intercambiar regalos. Los niños tienen un tipo de juguete propio de estas fechas: una especie de peonza llamada Dreidel.

La Hanukkah se celebra el 25 de Kislev según el calendario judío, que cae entre finales de noviembre y comienzos de diciembre según nuestro cómputo.


FESTIVUS





El Festivus es una celebración secular que se festeja el 23 de diciembre como alternativa a la temporada de festividades tradicionales de esta época del año. Surgió como una manera de protestar ante la presión y la comercialización de otros festejos.

Festivus surgió de la mente del escritor Dan O'Keefe, pero fue introducido en la cultura popular por su hijo Daniel, que era guionista de la conocida serie Seinfeld. Daniel O'Keefe utilizó el término Festivus en una de las secuencias cómicas de la serie, en la que los personajes se reunían para desahogarse de todo lo malo que les había ocurrido durante el año y hablar de los milagros de Festivus, que no son más que hechos fácilmente explicables. A modo de decoración, se coloca un tubo de aluminio sin adornos llamado "tubo de Festivus".


DHANU YATRA





En la religión hinduísta, el Dhanu Yatra conmemora la visita de Krishna a Mathura, una ciudad situada a unos 150 kilómetros al sur de Nueva Delhi. Según la leyenda, esta visita se hizo para asistir a la Ceremonia del Arco. Este acontecimiento se celebra como un colorido festival en Bargarh, Odisha.

Durante este festival, que dura desde el 16 de diciembre hasta comienzos de enero, Barghar se convierte en Mathura, el río Jura se convierte en el Yamuna, y el pueblo Amapalli (situado en la otra orilla del río) se convierte en Gokul. Durante el acto se hacen distintas representaciones en lugares específicos, y los espectadores se mueven de un lugar a otro, siguiendo la función. Durante el festival, se ofrecen a Krishna copos dulces de arroz, preparados especialmente en un mol cónico.


KWANZAA





La Kwanzaa es una fiesta seglar de la cultura afroamericana que se celebra entre el 26 de diciembre y el 1 de enero. Durante los siete días que dura la Kwanzaa, se hacen libaciones y se encienden las velas de la kinara, un candelabro especial. Cada día se prende una vela, hasta que estén todas encendidas.

La Kwanzaa fue fundada por el doctor Maulana 'Ron' Karenga, un activista de raza negra. Se celebró por primera vez el 26 de diciembre de 1966. El nombre "Kwanzaa" proviene del swahili matunda ya kwanza, que significa "primeras frutas". Se utilizó el término swahili para reflejar el concepto de panafricanismo que fue muy popular en los años 60. Se estableció esta festividad como un medio de ayudar a los afroamericanos a unirse de nuevo con su herencia histórica y cultural africana.

Las familias que celebran Kwanzaa decoran sus casas con objetos artísticos, telas vistosas y frutas frescas. Es costumbre que los niños también formen parte de las ceremonias, y se les rinde culto a los antepasados. Las libaciones se hacen en grupo, y generalmente se bebe de un mismo cáliz que se pasa de uno a otro hasta que todos han bebido. Además, la Kwanzaa no excluye la celebración de otras fiestas de esta época, aunque no formen parte de la cultura original africana.


Y hasta aquí la lista de festividades que ahora mismo se están celebrando en otras partes del mundo. Espero que todos os lo estéis pasando de maravilla con vuestras familias y todos vuestros amigos. Así que a los cristianos les deseo una Feliz Navidad, a los judíos una Feliz Hanukkah, un buen Festivus para los ateos más amargados, un Feliz Dhanu Yatra, y una Alegre Kwanzaa a todos los afroamericanos.

Que lo paséis muy bien!! ^^*


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Un fin de semana perfecto


Bueno, hoy toca poner a punto mis dotes como cronista, porque voy a hacer un pequeño resumen de cómo ha sido mi fin de semana en A Coruña. He de decir que aguardaba con emoción el viernes pasado, porque iba a reencontrarme con una amiga a la que hacía mucho tiempo que no veía y juntas íbamos a darlo todo para hacer que el fin de semana fuera inolvidable. Las expectativas eran muy altas, pero las cumplimos con creces. Decir que he sido inmensamente feliz es decir poco.

Pero para que me creáis, es mejor que os haga la crónica detallada. Además de texto, pondré algunas fotos que he sacado; perdonad por la mala calidad de las fotos, pero es que las saqué con mi móvil y es una patata (espero cambiar de móvil dentro de poco, tened paciencia). Aunque escribirlo aquí no le hace justicia, espero que disfrutéis leyéndome.


Día Uno: Viernes

Mi viaje empezó a las tres de la tarde, momento en que tenía que coger el autobús que me llevaría primero a Ferrol y luego a Coruña. Lamento tener que empezar quejándome de algo, pero es que la línea de autobuses que tengo que utilizar tiene muy pocos servicios y además los horarios no son muy afortunados. El trayecto se me hizo un poco largo. Y es que llegué a mi destino cerca de las seis y media de la tarde, cuando ya es de noche. Mi amiga Rebeca ya estaba allí y, como ninguna de las dos estábamos cansadas, dejamos nuestras cosas en el piso y salimos a dar un paseo rápido por el centro.

Y, como era de esperar en mí, al final acabamos en el Fnac. La verdad es que en mi caso es comprensible: es un paraíso para el friki y llevaba mucho tiempo sin catar cosas frikis. Como pensábamos ir al día siguiente con más calma, decidimos echar un vistazo rápido antes de volver a casa, pero encontré varias cositas interesantes que merecían toda mi atención, jejeje! Viva la vida friki!



Yo con el libro de ilustraciones de Zelda


Después de ver Fnac de forma resumida, salimos a dar un paseo por los Cantones y la Plaza de María Pita. Las calles estaban totalmente decoradas con luces y árboles de Navidad, y se respiraba un ambiente invernal muy bonito. En la plaza de María Pita incluso habían montado una especie de pueblo de Santa Claus, con casitas, un tiovivo y un trineo iluminado. Fue muy bonito pasear entre las casas, percibir el olor del algodón de azúcar, oír la música del tiovivo y sacarse fotos por todas partes.



Árbol de luces en el Cantón Grande




Ayuntamiento iluminado



En una de las casitas de la Villa de Santa Claus


Por la noche, después de una opípara cena, nos sentamos a ver la tele y ponernos un poco al día con nuestros cotilleos particulares. Me alegra poder decir que, a pesar del tiempo transcurrido desde que estudiábamos la carrera, las cosas entre nosotras siguen exactamente igual, y eso me gusta. Fue como volver a revivir el pasado, y eso era justo lo que quería.



Día Dos: Sábado

El día empezó temprano, porque teníamos la intención de pasar la mañana en Marineda City. Los adictos a las compras lo reconocerán de inmediato: es el centro comercial más famoso de Galicia, y el tercer centro comercial más grande de España. Es una mole descomunal donde están todas las tiendas habidas y por haber, el horror vacui del shopping. En serio, hay tantas tiendas que parece que se te caen encima: Zara, Lefties, Sfera, Shana, Stradivarius, Abercrombie, Primark, H&M, C&A... Yo creo que, cuando se concibió la idea de hacer un macrocentro comercial, el cerebro pensante dijo: "Oíd, ¿qué os parece si hacemos una especie de Corte Inglés... dentro de un Corte Inglés más grande?". La ecuación se completa si añadimos un Decathlon y un Ikea en las cercanías; eso es Marineda City.

Sin embargo, a pesar de ser un gigantesco centro comercial, no descubrí nada que me llamara la atención. Ni siquiera en Primark, donde pierdo las formas como una loca en las rebajas. No había nada especial, y eso me fastidió un poco. Coño, para una vez que me voy de tiendas, me habría gustado ver algo más de variedad.

Y ya que estamos con la moda, aprovecho para introducir un tema que, hasta el otro día, yo no conocía de nada.

A ver... ¿vosotros sabéis lo que es una bufamanta?

Según Rebeca, la experta en estas cuestiones, es una especie de bufanda enorme que parece una especie de chal o manta (de ahí su nombre, vamos). Se la reconoce por su color marrón claro y su estampado tartán a cuadros rosas y azules. Al parecer, Zara la sacó hace poco y se ha puesto tan de moda que ya no quedan existencias. Esto se demuestra en que nos hemos pateado varios Zara y en ninguno había la famosa bufamanta.



La bufamanta en todo su esplendor


Por las calles, vimos un montón de chicas llevando esta prenda. Y esto dio lugar a que nos inventáramos el juego de la bufamanta. Es muy fácil, y hasta podéis hacerlo vosotros si queréis. ¿Os acordáis del juego del Escarabajo, que consiste en pegarle un puñetazo al que tienes al lado cada vez que ves un Volkswagen Escarabajo? Pues esto es igual, pero cada vez que veas a alguien con una bufamanta. Este juego dio para mucho, aunque confieso que me he llevado una paliza por no estar más atenta. He perdido por diez asaltos a cuatro.

Después de comer, descansamos un poco antes de darnos el palizón de caminata del sábado por la tarde. Otra vez tocó pasear por el centro y visitar con más calma el Fnac. Había un montón de cosas, aunque no tantas como para hacerme perder la compostura. Entre las que más me han gustado están el libro de ilustraciones de la saga de The Legend of Zelda (que ya tengo, jajaja!) y algunas cosas de El Hobbit. Al final, como no quería gastar mucho dinero, me he decantado por un calendario de Kimmidoll y un broche con el símbolo de Rivendel que ya he estrenado. ¡Bien!

Obviamente, tanta caminata y tantas emociones dan mucha hambre. Así que después del paseo nos fuimos a una cafetería monísima para zamparnos una merendola con todas las de la ley. Rebeca pidió un crumble de manzana con una bola de helado de vainilla, y yo me decanté por unas buenas tortitas regadas con sirope de arce. ¡Deliciosas!



Mis compras frikis (jo, qué mal se ven)



Una merienda de reinas!


Por la noche tocaba salir de marcha. Bueno, debo decir que nuestra idea de "marcha" no es como todo el mundo imagina. Vamos, que no era la típica juerga de pub, discoteca y chunda chunda (yo la llamo "marcha destroyer"). Fue más bien un paseo tranquilo y tomar algo en algún local que parecía agradable. Y es que la mayoría de la muchachada estaba en pleno botellón en los jardines de Méndez Núñez, y no era cuestión de pasearse entre todos ellos como una adolescente más. Primero, porque ya tenemos una edad. Segundo, porque soy abstemia y en los botellones hay alcohol hasta en los cubitos de hielo, así que nada de nada.

Con todo, volvimos a casa pasadas las cuatro, y hasta las cinco de la mañana o así no pegamos ojo. Así finalizó otro gran día.


Día Tres: Domingo

Mi día empezó por la tarde. ¿Qué quiere decir esto? Pues que después de una noche de marcha, una llega cansada y necesita dormir. La conclusión es que me levanté a la una y media de la tarde, con lo que nuestro paseo matutino quedó interrumpido (lo bueno es que dormí de maravilla, así que no tengo nada que lamentar).

Pero el paseo era lo de menos, porque lo mejor estaba aún por venir. Por la tarde, Rebeca y yo nos arreglamos para ir al Palacio de la Ópera, donde íbamos a ver... El Lago de los Cisnes!!! Era la primera vez que iba al ballet, uno de mis sueños desde siempre. Y mi impresión no podría haber sido mejor. Qué preciosidad de obra, qué maravilla de bailarines, qué emoción me hicieron sentir. Todos los miembros de la compañía eran obras de arte en movimiento, y todos me gustaron: los saltos imposibles del Bufón, la delicada belleza de Odette y la fuerza seductora de Odile (interpretadas por la misma bailarina en plan Cisne Negro), la desolación de Sigfrido al descubrir que ha traicionado a su amor, la fiereza de Rothbart el malvado, la danza de los cuatro cisnes... La única palabra que puede describir el espectáculo es "mágico". Ah, qué bien me lo he pasado en el ballet!



Cartel promocional del ballet


Como el domingo es día de descanso y, además, al día siguiente tenía que irme por la mañana, nos marchamos a casa directamente. El lunes tuve que coger el autobús de vuelta a casa, lamentando que el fin de semana durara tan poco y con ganas de repetir cuanto antes mejor.

Quién me iba a decir a mí que el fin de semana perfecto existía.


lunes, 2 de diciembre de 2013

Un pequeño MEME musical


Hace tiempo que tenía ganas de hacer este MEME sobre mis canciones favoritas aunque, por unas cosas y otras, lo he ido dejando. Aunque mis gustos musicales son bastante variopintos, espero que no os quedéis flipados por algunas cosas que vais a leer. Como siempre, esta es mi más humilde opinión, aunque animo a la gente a despotricar cuanto quiera y a hacer las sugerencias que le apetezca: a lo mejor me estoy perdiendo canciones chulísimas que debería tener en mi MP4.

Poneos cómodos y abrid vuestros oídos! Esta es mi selección musical:


1. Una canción de tu infancia

Black or White, de Michael Jackson. Mi padre ponía el disco de vinilo (anda que no ha llovido ni ná) y esa era la primera canción. Era mi favorita cuando era una niña, y me encantaba bailarla a lo loco en el salón mientras no me veía nadie.


2. Una canción de tu adolescencia

I Want it That Way, de los Backstreet Boys. De todos los grupos de cinco miembros, este era mi favorito. Y esta canción me parecía preciosa.


3. La mejor canción de la historia

Buf, complicado... Creo que voy a decir Wind of Changes, de los Scorpions junto con la Filarmónica de Berlín. Fue propuesta para el vídeo de mi licenciatura (aunque al final no se utilizó) y por eso me trae muchos recuerdos.


4. La mejor de tu grupo favorito

The Bard’s Song, de Blind Guardian. Cualquiera de Blind Guardian es buena, pero esta es la mejor que han sacado a la luz. Hicieron que me volviera adicta a su música.


5. La mejor voz femenina

Tarja Turunen, la primera cantante de Nigthwish.


6. La mejor voz masculina

Freddie Mercury.


7. Una canción prohibida

Cualquiera de reggaeton. ¡No soporto ese pseudo estilo de música!


8. Una canción que siempre te alegre el día

You’re Gonna Go Far, de The Offspring. Además, es la que me inspiró para escribir mi novela A pesar de todo (que espero que salga a la luz algún día de estos). Destila alegría y juventud por los cuatro costados.


9. Una canción que te marcó

Sweet Victory, de Van Halen. Lo más curioso es que la escuché por primera vez en un capítulo de Bob Esponja. Amazing.


10. Una canción que hayas escuchado más de tres veces seguidas

Hummer, de Foals. Desde que la escuché en un capítulo especial de Skins no me la he podido quitar de la cabeza.


11. Una canción para salir de marcha

I Was Made for Loving You, de Kiss. Siempre me da ganas de cantarla y bailar a lo loco cuando la escucho.


12. La que quieres que suene en tu funeral

Into the West, de Annie Lenox. Es la que sonaba al final de El Retorno del Rey, y me hizo llorar en el cine.


13. Una canción que te recuerde a tu amor

You’re so True, de Joseph Arthur. Despierta mi imaginación y me hace sonreír, ains…


14. Una pieza de música clásica

Difícil elección... Pero voy a escoger Sull'aria, de Mozart. Es preciosa.


15. Estilo musical que más te gusta

El heavy metal, sin duda. Eso ni se pregunta!!


16. Estilo musical que no te gusta nada

Todo lo que sea salsa, merengue, cumbia, bachata... Ya sabéis lo que quiero decir.


17. Una canción que te dé miedo

¿Miedo? No sé... Creo que me decanto por Forsaken, de Korn. Me da mal rollo, pero no puedo dejar de escucharla.


18. Una canción que te haga sonreír

Live your Life, de Mika. Parafraseando a mi amiga Iria, debería ser un himno dedicado a la felicidad.


19. Una canción que te ponga triste

Summoning of the Muse, de Dead Can Dance. Me hace pensar en un coro de ángeles que suplican ayuda, no sé por qué...


20. Una canción que te gustaría que te dedicaran

Alguna de Nightwish, supongo. Amaranth me gusta mucho.


21. Un cantante o compositor por el que te decantarías

Me quedo con Ennio Morricone. No hay melodía suya que no me guste.


22. Un grupo que, aunque no es de tu estilo, te gusta

El grupo noruego Wardruna. Su música tiene tintes muy nórdicos y vikingos, pero admito que no vale para todos los oídos.


Y, para terminar, una canción de regalo, la que quieras


El Bardo Bastardo, del Reno Renardo. No puedes escucharla sin reírte.


lunes, 25 de noviembre de 2013

Puro fuego!! Mi crítica de "En Llamas"


Bueno, se ha hecho esperar pero por fin está aquí "En Llamas", la segunda parte de la trilogía de Los Juegos del Hambre, que será convertida en tetralogía en su adaptación cinematográfica. Se estrenó el pasado viernes día 22 en todo el país y, como no quería esperar mucho, fui a verla el sábado con mi mejor amiga. La pega es que se nos ocurrió ir a la sesión de las ocho y media, que es la más concurrida. Así que tenemos sesión concurrida por un lado, sábado noche por el otro, una película destinada a adolescentes y este es el resultado: un montón de críos ocupando aquellos sitios estratégicos en los que se pueden poner cómodos y joderte a ti. Y venga a berrear, a mandarse mensajitos por el móvil y a saludar a amigos que estaban en el otro lado de la sala. Ay, si hubiera traído mi bate de béisbol...

Pero vamos a lo que importa, que es la película.




¿Qué tengo que decir de "En Llamas"? Pues lo primero es afirmar con rotundidad que los fans de la saga no quedarán decepcionados en absoluto. Esta segunda entrega es, en muchos aspectos, muy superior a la primera. Si "Los Juegos del Hambre" pecaba de simple, casi mojigata en algunos aspectos, y de defectos de rodaje que parecían propios de un principiante, con "En Llamas" se liman esas imperfecciones por completo. La atmósfera es más oscura, más adulta, más dramática. La trama es más seria y está llevada de tal manera que realmente consigue meternos en la historia, algo que no ocurría en la primera parte. Todo el drama de los distritos de Panem queda reflejado de manera cruda y brutal, como en la versión literaria. Como debe ser.

En clave muchas veces simbólica, y otras veces no tanto, se recrea un moderno Imperio Romano al que los distritos están sometidos de la peor de las maneras, en condiciones de vida que rondan la esclavitud. En la película, se hace una aproximación al Imperio a través del simbolismo. Este Capitolio nada en la abundancia, pero bajo ese oropel se intuye una sociedad decadente, perdida en sus vicios y sabedora de que su fin no está muy lejos. Peinados estrafalarios, trajes imposibles, amplias sonrisas cargadas de frivolidad... son los símbolos de la época de mayor esplendor y de mayor decadencia.

Si, como yo, sois puretas del libro, sabed que estáis de suerte. "En Llamas" es casi un calco de la novela, punto por punto. Después de ver la película, le eché un vistazo al libro y lo único que se comen es el capítulo en el que Katniss se encuentra con Bonnie y Twill, las fugitivas que huyen en busca del Distrito 13; todo lo demás, es casi idéntico. Hasta los diálogos están cuidados al detalle. ¿Os acordáis de la primera aparición de Finnick, con el azucarillo? Pues es casi igual que en el libro (creo que le cambian una palabra). Por no hablar de las entrevistas a los tributos (quizá mi parte favorita de la película) y las luchas en la arena. Todo está cuidado al detalle para que sea lo más fiel posible a la novela.

La trama romántica se consolida. Ya sé que forma parte de la saga, pero no me acaba de gustar todo el rollo romántico que se traen los chicos con Katniss. No sé... la chica es tan romántica como una piedra y no se hace querer; sin embargo, consigue que dos chicos la adoren y que todo un país la aclame como símbolo de una rebelión que ella no quiere encabezar (al menos de momento). Además, no acabo de encajar a Gale; no me gusta, no sabría decir por qué, y tampoco me pega verle en plan sensiblero y romanticón. Los besos son abundantes, para gozo de las adolescentes, aunque se empieza a ver que Katniss solo besa a un chico si éste le dice que se siente muy triste y desgraciado (en serio, comprobadlo). En fin, que el triángulo me parece innecesario e incluso pueril. Si la historia no hubiera tenido el consabido triángulo amoroso que "deben" tener todos los libros destinados a adolescentes, me habría gustado muchísimo más y habría aportado más a la trama política.

Ya que menciono la política, la aclamo como otro acierto más de la película. Me ha gustado ver los tejemanejes del presidente Snow y de Plutarch Heavensbee, algo que solo podíamos intuir en la novela. La represión en los distritos se hace brutal y desproporcionada, todo según el plan de estos dos cerebros políticos para que la gente relacione a Katniss con el castigo, la rebelión con la muerte. Vemos cómo se conduce a Katniss por el sendero que la llevará a convertirse en el Sinsajo, el símbolo de los rebeldes, y es magnífico ver su transformación. Realmente emocionante.

Las nuevas incorporaciones al reparto también me han parecido muy acertadas, y aportan el alma que faltaba en el reparto de la película anterior. Finnick y Johanna llenan la pantalla cada vez que salen, y su fuerza es indiscutible.

¿Efectos especiales? Mejorados e impactantes. Además, la cámara por fin se queda quieta y evita que el espectador se maree innecesariamente, lo cual agradecí bastante dado el dolor de cabeza que me provocó ver "Los Juegos del Hambre". El cambio de director ha sido beneficioso, desde mi punto de vista.

Y de momento, esto es todo! He disfrutado mucho viéndola y recomiendo a los fans que vayan a verla, porque no quedarán desencantados. Esperemos que las dos partes de "Sinsajo" estén igual de bien llevadas y que, sobre todo, no se hagan esperar tanto.

¡Que la suerte este siempre, siempre de vuestra parte!

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Vagando por la Historia: El rey García II de Galicia





La figura de García II es una de las más confusas que nos ha legado la Historia. Tratar de acercarnos a quien fue rey de Galicia entre 1066 y 1071 supone un reto difícil de abordar e imposible de superar, pues es muy poco lo que de él ha llegado hasta nosotros. Su persona siempre va ligada a los reyes Sancho II y Alfonso VI, pero ensombrecida por las crónicas, que buscaban ensalzar la gloria de sus hermanos mayores negándole a él la parte que le correspondía como hijo de Fernando I y como legítimo rey de Galicia.

El infante García nació hacia el año 1041 o 1042, y fue el quinto hijo del monarca castellano-leonés Fernando I y Sancha de León. Como sus hermanos varones, recibió una educación esmerada, digna de un príncipe medieval. Estudió las disciplinas liberales (Trivium y Quadrivium), complementadas con la equitación, el adiestramiento en el uso de las armas y la práctica de la caza. Fue educado por un preceptor de renombre: Cresconio, obispo de Santiago de Compostela. Fue en esta insigne ciudad donde el joven García pasó sus primeros años y recibió su educación. Es posible que la elección de Cresconio para ser el tutor del infante respondiera a un intento de hallar buenas relaciones en lo que atañe a educación religiosa. No en vano, por entonces ya se habían empezado a hacer cumplir las reformas religiosas que Fernando I había dispuesto en el Concilio de Coyanza.

Fernando I desarrolló desde 1055 una actividad expansiva frente a los reinos de taifas andalusíes, ejerciendo un continuo control interior de manera especial en la frontera galaicoportuguesa. En el área portuguesa se valió de la ayuda prestada por los infanzones, a los que nombró merinos o tenentes. En Galicia, al norte del Miño, la autoridad del monarca tardó en ser acatada y hubo de hacer frente a numerosas sublevaciones de protesta, de las que nos son conocidas dos y ambas fracasadas. Sin embargo, Fernando I obtuvo el apoyo del clero. Sus esfuerzos guerreros iban acompañados de las bendiciones de los religiosos, haciendo una especie de comparación entre el rey y Santiago, el apóstol guerrero; pero lo que realmente importa es señalar la relación de Fernando I con la sede de Iria, de incalculable estima para el monarca.

La estancia de García en Compostela junto al obispo Cresconio tiene que ser explicada dentro del contexto de acción política de Fernando I, pues tendrá mucho que ver con el futuro reparto del reino entre sus hijos. Es muy posible que la decisión de los lugares de educación de los príncipes se debiera a un plan concebido con anterioridad por el propio rey, por el cual sus hijos reinarían en los lugares donde se habían educado.

El viaje de León a Compostela en 1053 fue el comienzo de una relación estable y frecuente con el reino de Galicia, pero no significó un cambio de residencia para García. En los documentos de la época se puede observar su presencia casi permanente en la corte de su padre, pues se le encuentra con frecuencia firmando documentos o consintiéndolos. Es muy posible que, una vez que García llegara a Galicia desde el anuncio de la partición del reino, hubiera desempeñado funciones políticas. De estos hechos nos han llegado documentos en los que se confunden las acciones de Fernando I con las del infante García, y de su compromiso con una hermana del emperador germánico Enrique III. El propio García defiende sus intereses protegiendo a los peregrinos de Lieja para que éstos den testimonio de su obsequiosidad en la corte imperial. Sin embargo, García no llegará a desposarse y no hay testimonios de que hubiera tenido descendencia legítima.

Se le atribuyeron, no obstante, dos hijos bastardos: el infante don Ramiro y el conde don Fernando. Acerca del primero, sabemos que no fue hijo de García, sino primo carnal del hijo del rey de Navarra, García Sánchez III. Cuesta más hallar la filiación de don Fernando, para la que se hallan dificultades a la hora de encajar su relación con la familia real. Sea como sea, nada nos permite afirmar que García de Galicia hubiera dejado descendencia.



Relato dedicado a García II

En el año 1065, Fernando I murió y, tal como él había decretado, sus reinos fueron divididos entre sus tres hijos varones para que cada uno pudiera gobernar. El reparto resultó así: el reino de Castilla pasó a Sancho, su primogénito; León fue para Alfonso, de quien se decía que era el predilecto de su padre; y el reino de Galicia pasó a manos de García, el más joven. El espacio asignado a García está integrado por el viejo núcleo de Gallaecia, que comprendía el territorio que demarcan el Atlántico, el Cantábrico, el Macizo Galaicoduriense y el último tramo del curso del Duero, ampliado hacia el sur gracias a Fernando I con la conquista de Coimbra en el año 1064.

Se ha discutido mucho la razón que pudo motivar a Fernando I a dividir su reino entre sus tres hijos. Resulta paradójico y llamativo que la preocupación por el control conduzca finalmente a la solución del reparto. Se ha llegado a explicar que la actuación de Fernando I respondería a los antecedentes de su propia familia y de la distinta concepción de la realeza en Navarra, vinculada a esos antecedentes. Sin embargo, esas interpretaciones ya no tienen respaldo. La Crónica Silense nos dice que Fernando I dividió el reino para que sus hijos no se pelearan por el gobierno, pero también implica que la aristocracia dio su consentimiento al reparto.

En cualquier caso, García se mantuvo ocupado en los asuntos gallegos. En vida de Fernando I, el ejercicio de la potestas seguía siendo del monarca, pero la actividad de García se orientó hacia su gobierno. El infante prepara su futuro, para lo que dispone de un patrimonio personal consistente. Parte de ese patrimonio constaba de monasterios, tierras y hombres de condición servil. En la época era muy importante el papel de los monasterios como ordenadores y estabilizadores del patrimonio aristocrático. En cuanto a la servidumbre, ésta formaba parte del patrimonio como cualquier otro bien mueble o inmueble.

Fernando I murió en 1065, pero no fue hasta principios del año siguiente cuando García fue coronado rey de Galicia. Por desgracia, no se conserva demasiada documentación cancilleresca sobre su reinado, y nada en cuanto a la privada. La historiografía ha querido ver en este hecho una gran falta de prestigio por parte del rey, pero esto no ha quedado testimoniado. Lo más probable es que se debiera a los usos de los scriptoria de los monasterios en distintos lugares y tiempos, y no a la falta de popularidad del rey.

En la documentación, García II aparece ejerciendo las funciones que se esperaban en todo monarca. Se le ve prestando juramento y estableciendo pactos con el obispo Vistruario de Lugo y los condes Mido y Sancho. Jura respetar títulos y posesiones, se ampara en la ayuda de los obispos y trata con respeto a obispos y abades. Entre sus actos se incluyen las donaciones hechas a San Antoíño de Toques, a Munio Viegas y a García Moniz, entre otros, así como la restauración de la sede de Tui y su anexión a la de Santiago hasta que se nombra un nuevo obispo. Sin embargo, una y otra vez se le dibuja como un monarca débil e incapaz.

Pero en el año 1071 empezaron los conflictos. El ataque de su hermano Sancho puso fin a su reinado en poco más de dos meses. Y si antes se habían mencionado las escasas capacidades del rey García II, éstas se agudizaron más tras su rápida derrota. Los epítetos que se utilizan para calificarle son los de inepto, pusilánime, simple, infeliz, apocado y sañudo. Y, sin embargo, no hay en las fuentes nada que permita sostener la tesis de la incapacidad de García para el gobierno.

La inestabilidad en Galicia solo fue el principio de la guerra fratricida que se desencadenó en Castilla y León tras la muerte de la reina Sancha, madre de los tres reyes. Probablemente movidos por su gran ambición, Sancho y Alfonso se unieron para apoderarse del reino de Galicia, obligando a García a exiliarse en Burgos y posteriormente a la corte del rey taifa al-Mu’tamid de Sevilla. En todo momento se observa una actitud meramente pasiva del monarca gallego en el desarrollo de los acontecimientos: García no hace sino sufrir las consecuencias de decisiones tomadas por sus hermanos mayores, quienes aducían estar descontentos con el desigual reparto de la herencia que había hecho Fernando I. Y la cosa no mejoró cuando, un año después, Sancho se apoderó de los territorios de Alfonso, convirtiéndose así en rey de Castilla y León.

Pero poco duró su reinado. Cuando intentaba sofocar una revuelta nobiliaria en Zamora, ciudad que se encontraba bajo el señorío de su hermana Urraca, fue asesinado por Bellido Dolfos. La muerte de Sancho permitió a García regresar al trono gallego, pero por muy poco tiempo, pues Alfonso reinició la contienda. Por consejo de su hermana Urraca, tendió una trampa a su hermano y lo hizo prisionero en el castillo de Luna, una suerte de jaula de oro en la que viviría casi veinte años de encierro.


Así terminó el reinado de García II de Galicia, el monarca que no pudo reinar. Encerrado en el castillo de Luna, olvidado por las crónicas y por todos los que una vez le juraron lealtad, nunca fue más que un problema para Alfonso VI que, si bien ordenó que se le proporcionaran todas las comodidades, también se ocupó de que nunca abandonara su prisión. Una antigua leyenda dice que, a su muerte en el año 1090, García II, ya anciano y muy enfermo, manifestó entre gritos su deseo de ser enterrado con los grilletes que había arrastrado durante casi veinte años, para mostrar así la crueldad y ambición de sus hermanos.



Bibliografía:

*Portela, E.; García II de Galicia: el Rey y el Reino (1065-1090), La Olmeda S.L., Burgos, 2001

*Zabaleta, F.; Medievalario. Un Bestiario Medieval, Redelibros, 2011

lunes, 11 de noviembre de 2013

114 cosas que no me gustan (o cómo tocarme la moral en 114 cómodos y sencillos pasos)



1. La gente caprichosa. 2. Los que gritan durante una discusión. 3. Comprar un libro que parece interesante y que resulte ser una mierda. 4. El animal print. 5. Reggaeton (¡no lo soporto!). 6. Tíos que escupen en la calle. 7. Pimientos. 8. Los musicales (con la excepción de Grease y Jesus Christ Superstar). 9. Lentejuelas. 10. Hombreras. 11. El Quijote. 12. Anna Simon. 13. Arte abstracto y conceptual. 14. Jar Jar Binks. 15. Ponerme unas medias y que se rompan el primer día. 16. Abrir un libro y que esté subrayado a lápiz o a boli. 17. Copiar mal un archivo importante. 18. Quedarme sin agua caliente en mitad de la ducha. 19. Buscar ropa en mi armario y descubrir que no me gusta nada de lo que tengo. 20. El sonido del despertador. 21. Batuka. 22. La tauromaquia. 23. Los listillos. 24. Mujeres y Hombres y Viceversa. 25. Perros que babean. 26. La gente celosa y posesiva. 27. Roedores (excepto las ardillas). 28. El olor del amoniaco. 29. Arreglar papeleo. 30. Justin Bieber. 31. Lo ñoño. 32. El servicio técnico de las compañías telefónicas (¡es que no se enteran de nadaaaa!). 33. Niños que se pillan una rabieta. 34. Las mentiras. 35. Cebolla. 36. Sálvame. 37. Que cancelen una serie que me gusta. 38. Pasarme el fin de semana encerrada en casa. 39. Misticismo, karma y rollos de ese tipo. 40. El Señor Barragán (cuando era pequeña me daba miedo). 41. Novelas rosas plagadas de topicazos. 42. Mario Casas. 43. Ir caminando por la acera y que un coche pase a mi lado pisando un charco enorme. 44. El macho ibérico. 45. El olor de los hospitales. 46. La Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela. 47. Faltas de ortografía. 48. Recibir regalos que no me gustan (¿con qué cara te quedas mirando a quien te ha hecho el regalo?). 49. El pulpo (sí, soy la vergüenza de los gallegos). 50. Estar lista para ir a un sitio de paseo y que empiece a llover de repente. 51. Quedarme muda delante de la gente. 52. Ponerme nerviosa antes de un examen. 53. Las calles en obras. 54. Zumba Fitness. 55. Gemelos que se visten igual. 56. Padres que ponen a sus hijos nombres raros (Izan, Naím, Yotuel, North West…). 57. Películas en las que solo se hacen chistes sexuales. 58. Cine gore. 59. Los garajes subterráneos (me dan algo de miedo). 60. Telepredicadores exagerados. 61. Los circos con animales. 62. Películas de vaqueros. 63. Películas adaptadas de videojuegos. 64. Comprar ropa de verano que ansío estrenar y no poder hacerlo por culpa del mal tiempo. 65. Insectos. 66. Ponerme a escribir mi novela y que todo el mundo conspire para interrumpirme. 67. Dependientes que tienen amplias sonrisas (me dan yuyu). 68. Tardar mucho tiempo en preparar un pastel y que al final me salga fatal. 69. Que cambien continuamente de horario mi serie favorita. 70. Hacer cola. 71. Padres con la crisis de los cuarenta. 72. Todos los políticos. 73. Los que van en moto y se ponen el casco de adorno. 74. Física o Química. 75. El Pantallazo Azul de la Muerte. 76. Calaveras. 77. Penélope Cruz. 78. Gente que habla en el cine. 79. Machismo. 80. El gallego normativo (¡se están cargando el idioma, joéee!). 81. Ver animales abandonados. 82. Ir a la peluquería y que me hagan un desastre. 83. La revista Hola. 84. El cine español. 85. La filosofía Abercrombie. 86. Gran Hermano. 87. Los capítulos más nuevos de los Simpson (han estropeado una serie maravillosa). 88. Cincuenta Sombras de Grey (aquí se incluye todo lo que ha salido y saldrá). 89. Infidelidades y gente que las justifica. 90. Música country. 91. Kristen Stewart (rancia donde las haya). 92. Ruiditos con la lengua. 93. Dani Martín. 94. Gente tacaña. 95. Niños que ensayan melodías con la flauta. 96. Movimientos políticos varios. 97. La música demasiado alta dentro de un coche. 98. Piercings en los labios o en la lengua (me dan un poco de cosa…). 99. Los canis. 100. Gente enganchada al Twitter. 101. Estar hablando con una persona y que ésta se dedique a mandar un WhatsApp. 102. Ver parejitas metiéndose mano descaradamente en público (¡iros a un hotel, coño!). 103. Puñaladas traperas. 104. Viejas cotillas. 105. Ir a buscar un helado al congelador y descubrir que otro se te ha adelantado y se ha comido el último. 106. Que traten de convencerme con la frase “Anda, ¿qué más te da?”. 107. Gente que farda de las cosas que tiene. 108. Gente que no da un palo al agua pero se entera de todas las subvenciones que le da el Gobierno. 109. Los que lo tienen todo y no paran de quejarse de lo injusta que es la vida. 110. Ver grupos de chicas por la calle y descubrir que todas son clones. 111. Vecinos ruidosos. 112. La palabra “sabrosura”. 113. Las matemáticas. 114. Tener un mal día y que otros te digan: “¿Tienes la regla o qué?”.


martes, 5 de noviembre de 2013

114 cosas que me gustan (o por qué tuviste suerte de no ser mi compañero de piso)



1. Despertar e intuir que voy a tener un gran día. 2. Quedarme remoloneando en la cama varias horas. 3. Quedarme sola en casa. 4. Inventarme historias y escribirlas en mi cuaderno. 5. Pensar diálogos entre mis personajes e interpretarlos a viva voz (a solas, ejem). 6. Escuchar mi música preferida mientras hago la limpieza. 7. Sentarme a ver la tele y descubrir que ponen una película que llevo mucho tiempo deseando ver. 8. Pasear entre mis libros y acariciarles el lomo a todos. 9. Recordar a mis amigas de la universidad, a las que hace mucho tiempo que no veo. 10. Imaginar un mundo a mi manera. 11. Imaginar cómo sería Mundo Bizarro a mi manera. 12. Las aventuras inesperadas. 13. El olor de un libro nuevo. 14. Descargarme una canción que llevaba mucho tiempo buscando. 15. Las bolas de cristal con nieve dentro. 16. La música clásica, en general. 17. La Familia Crece. 18. Hablar de anécdotas históricas. 19. Alaska y Mario (me encantan estos dos!). 20. Los ramos de flores, sobre todo lirios. 21. Música de gaita. 22. Sailor Moon. 23. Humor Amarillo. 24. Los cupcakes. 25. Bob Esponja. 26. Las viejas películas en blanco y negro, todas. 27. Leyendas urbanas de terror. 28. Alicia en el País de las Maravillas. 29. Dragon Ball (un hito en mi infancia). 30. Chaparme los diálogos de mi película favorita. 31. Sacarle defectos a una película histórica. 32. Reventar las burbujas de los plásticos de embalaje. 33. Pequeñas Mentirosas (la serie y las novelas). 34. Las frases célebres. 35. Zamparme un helado gigante. 36. Hurtar bombones a escondidas en mi casa. 37. Emocionarme con un videojuego (en todos los sentidos). 38. Tomar té con pastas, al estilo inglés. 39. Shin Chan en gallego (infinitamente superior a oírlo en castellano). 40. Recibir un piropo inesperado. 41. Los relojes que se cuelgan en el cuello. 42. Los antiguos cortos animados de Disney. 43. Comparar a los perros con sus dueños para ver si se parecen. 44. Los gatitos (son tan monos!). 45. Sakura, Cazadora de Cartas. 46. Las cajas de música. 47. Las espadas láser de Star Wars. 48. Juego de Tronos, con todo lo que eso trae consigo. 49. Disfrazarme a la menor oportunidad. 50. Las ferias medievales. 51. Ir a la playa. 52. El heavy metal. 53. Blind Guardian. 54. La ropa gótica. 55. Betty Boop. 56. Ver telenovelas (de esta, estoy avergonzada). 57. Camisetas graciosas. 58. Escribir críticas destructivas sobre series, películas, libros… 59. El Ninja Púrpura y el Ninja Ocre (buscadlos en YouTube). 60. El Informal. 61. Eduard Punset. 62. La Ocarina del Tiempo. 63. Animales mitológicos. 64. Los Simpson. 65. Tirar con arco (solo lo hice una vez, pero me marcó para siempre). 66. El Reno Renardo. 67. Los vestidos de los años 40 y 50. 68. Los kimonos. 69. Los nail-arts. 70. Los gorritos de lana con pompones. 71. Las orejeras. 72. La lencería sexy… y sentirme un poco perversa cuando me la pongo. 73. Cruz y Raya. 74. Juegos de mesa como Línea Directa o La Herencia de Tía Ágata. 75. Los Beatles. 76. Cambio de Look. 77. Comer mi comida favorita en viernes, el mejor día de la semana. 78. Ver la teletienda. 79. Padre Made in Usa. 80. La revista El Jueves. 81. Las piruletas con forma de corazón. 82. Los Papadeltas mojados en leche (a mucha gente le parece asqueroso). 83. Patinar hasta que me duelen las piernas. 84. Las espadas. 85. Los hombres que se disfrazan de romanos. 86. Los arcones de madera. 87. Las muñecas de porcelana. 88. Las Barbies de colección (tengo cinco). 89. Titanic, de James Cameron. 90. Hacer puzzles. 91. El Hombre de Negro. 92. La gente que se sabe reír de sí misma. 93. Los frikis. 94. Las casitas de muñecas (siempre he querido tener una). 95. La gente que sabe contar chistes. 96. Saber y Ganar. 97. Tirarme horas viendo vídeos en YouTube. 98. Las parodias de Crepúsculo. 99. Marilyn Monroe. 100. Hacer videomontajes con fotos y música de fondo, como Marshall en Cómo conocí a vuestra madre. 101. Lamer la espátula de cocina cubierta de chocolate fundido. 102. Hacer dibujos graciosos de y para mis amigos. 103. Música cutronga. 104. Las Gemelas de Sweet Valley. 105. Santiago de Compostela. 106. Jersey Shore. 107. Danza irlandesa. 108. Las piedras preciosas. 109. Figuritas de hadas. 110. Envolverme en una mantita y ronronear. 111. Buscar conchas a la orilla del mar. 112. Bordar a punto de cruz. 113. El chocolate caliente con churros. 114. Tratar de dominar el mundo.