La sensación melancólica que produce el ver que los días se hacen cada vez más cortos.
El beso frío y duro de los vientos del norte.
La suave caída de las hojas, cubriendo el suelo con una hermosa alfombra amarilla, marrón y naranja.
La degustación de las primeras castañas asadas.
El olor a madera quemada que sale de las chimeneas de las casas. El auténtico olor del hogar.
El tradicional recorrido hacia el cementerio para ofrecer el debido respeto a los que ya nos han dejado.
El aroma de la hierba recién regada por las interminables lluvias.
La agradable sensación de arrebujarse bajo una manta y un edredón.
El sabor dulce y delicioso de los huesos de santo.
La intensidad portentosa de los versos del Tenorio.
Los paseos vespertinos por la playa, con la brisa revolviendo los cabellos y el intenso olor a salitre.
El calor amoroso que desprende una taza de chocolate caliente.
La tranquilidad que supone sentarse en uno de los bancos de piedra cercanos a la ría para pensar. Simplemente para pensar.
La calidez de las risas de los amigos. De los antiguos y de los nuevos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario