¡Hola a todos!
¿Alguna vez os habéis preguntado de dónde viene la expresión "a mí no me la dan con queso"? ¿O por qué decimos "a buenas horas, mangas verdes" sin tener ni idea de su significado? Hay muchas expresiones en la lengua española que se pierden en la noche de los tiempos, que son tan antiguas que no sabemos cuándo se originaron ni qué fue lo que hizo posible su existencia. De hecho, muchas de esas locuciones carecerían hoy en día de sentido por el simple hecho de que aquello a lo que se referían en su origen ya no existe.
Los tiempos han cambiado mucho, pero cientos de expresiones antiguas han perdurado hasta nuestros días e incluso las utilizamos a diario en diferentes contextos. ¿Os gustaría saber un poco más sobre algunas expresiones que he rescatado? ¡Pues seguid leyendo y sorprendeos!
Salvarse por los pelos
Esta locución, que se
utiliza para referirse a la evitación de una situación muy complicada por muy
poco tiene su origen en el ámbito marinero. En tiempos pasados, para enrolarse
en la tripulación de un barco no era un requisito indispensable saber nadar.
Entre la tripulación era habitual recomendar a los jóvenes grumetes que se
dejaran el cabello largo para que, en caso de que cayeran por la borda,
tuvieran alguna posibilidad de ser rescatados. ¿Cómo? Pues agarrándoles de la
melena y tirando de ellos hasta ponerlos a salvo.
Tirar de la manta
Esta expresión significa
destapar algún asunto sucio o vergonzoso que debe permanecer oculto para no
comprometer a nadie. Su origen, no obstante, puede dar lugar a confusión, ya
que la palabra “manta” no se refiere a la prenda con la que nos cubrimos y
abrigamos. El origen de esta expresión hay que buscarlo en los siglos XVI o
XVII. En algunos lugares de Navarra, se llamaba mantas a unos grandes lienzos
colgados de las paredes de las iglesias, donde figuraban los nombres y
apellidos de las personas que descendían de judíos conversos. En ese contexto,
“tirar de la manta” significaba investigar posibles falsas conversiones.
Irse a la porra
Empleamos esta frase cuando
queremos que alguien nos deje en paz cuando nos está molestando. Su origen
parece estar en el mundo castrense. La porra es el bastón que llevaba el
sargento mayor durante las marchas, que balanceaba para marcar el ritmo que
debía seguir el pelotón. Al acampar, la porra se clavaba en una zona
determinada y era el lugar a donde se enviaba a los soldados cuando eran
amonestados severamente.
No dar un palo al agua
Es habitual utilizar esta
frase para referirnos a alguien que destaca por su vagancia, que nunca hace nada o es un vividor. El origen de esta frase viene del lenguaje marinero y tiene dos variantes. Por un lado, hay quien sostiene que esta expresión se utilizaba para designar a los que no se acercaban al mar ni para echar una caña, porque es imposible pescar si no se echa un palo al agua. Era una forma de referirse a la mayor de las vagancias, ya que si un marinero no era capaz de intentar pescar echando una caña al mar, era un perezoso de cuidado. El otro posible origen podría referirse al remo de una embarcación, y su significado es fácilmente entendible: Aquel que no dé un palo al agua será aquel que no reme junto a sus compañeros para desplazar la embarcación, lo que le convertiría en un vago insolidario.
Se te ve el plumero
Esta expresión se utiliza
cuando hablamos de una persona a la que se le ven sus malas intenciones.
Antiguamente, durante las guerras cada ejército utilizaba un distintivo
bastante llamativo para distinguir a unos de otros. El distintivo de la Milicia
Nacional era un penacho de plumas en el frontal de los gorros de sus huestes, y
de ahí viene el nombre. Su significado, no obstante, al principio tenía más que
ver con la orientación política de aquel de quien se hablaba, aunque con el
tiempo su significado se ha ampliado.
Meterse en camisas de once varas
Esta locución se
usa cuando queremos indicar que alguien se complica la vida innecesariamente.
Al parecer, tiene origen en una curiosa tradición medieval. Era costumbre en
esta época que los niños adoptados pasaran por una ceremonia que consistía en introducirles
por la manga de una camisa y sacarlos por la otra, simulando el proceso de un
parto. La camisa tenía unas medidas bastante grandes. Antiguamente se utilizaba
una vara para medir las telas. La vara castellana medía unos 83 cm., por lo que
11 varas eran más de 9 metros. El término “11 varas” se utilizaba como
expresión de exageración, ya que una camisa de tales medidas era algo enorme.
Aburrirse como una ostra
Es frecuente utilizar
esta expresión para referirnos a un aburrimiento extremo. La palabra “ostra”
puede llevarnos a pensar en el molusco; pero en realidad su origen es muy
distinto. Lo cierto es que se refiere al “ostracismo”, una práctica empleada en
la antigua Grecia. El ostracismo era el destierro de aquellos miembros de la
sociedad que se consideraban perniciosos. El sistema para desterrar al penado
era una votación en la asamblea, en la que los miembros escribían el nombre de
la persona a la que querían desterrar en unos trozos de cerámica llamados ostracones. Los elegidos tenían 10 días
para abandonar la polis y la duración del destierro podía ser de unos 10 años.
Durante este tiempo, la falta de trato con otras personas provocaba un tremendo
hastío que llevaba al aburrimiento. De ahí el significado de la expresión que
aún hoy seguimos utilizando.
Irse de picos pardos
Esta expresión se utiliza
para indicar que alguien se va de diversión con personas del sexo opuesto, y
haciendo hincapié en la posibilidad de mantener relaciones sexuales con esa
persona. El origen de esta expresión hay que buscarlo en el siglo XVIII.
Durante el reinado de Carlos III se dictó una ley por la cual se ordenaba a las
prostitutas a coserse en el borde de sus faldas un ribete de color marrón con
forma de pico, para que pudieran ser fácilmente reconocidas. A quien alternaba
con estas prostitutas se le decía que iba “de picos pardos”, por esa
característica de la vestimenta de las meretrices.
A buenas horas mangas verdes
Empleamos esta
locución para indicar a alguien que ha llegado a destiempo para hacer algo.
Esta expresión tiene su origen en el siglo XV. Durante el reinado de los Reyes
Católicos se creó un cuerpo similar al de la actual Policía, que garantizaba la
seguridad ciudadana. Uno de sus primeros uniformes consistía en un chaleco de
piel que mostraba las mangas verdes de la camisa. Sin embargo, era tan bajo el
número de efectivos de este cuerpo de seguridad que muchas veces no llegaban a
tiempo para evitar los altercados que pudieran producirse, a lo cual gritaba la
gente con desdén al verles llegar tarde: ¡A buenas horas, mangas verdes!
Acabar como el rosario de la aurora
Generalmente
utilizamos esta expresión cuando algo va a terminar de manera desastrosa. No
está muy clara su fecha de origen, pero parece ser que todo comenzó en un
pueblo gaditano (Medina Sidonia o Espera, según la versión). Cierto día,
durante el rezo del rosario que se celebraba antes de la salida del sol, dos
cofradías enemistadas coincidieron en un paso estrecho. Entre ambos bandos
estalló una trifulca de tales proporciones que hubo varios heridos y un muerto.
Cargar con el muerto
Aunque esta expresión se
utiliza cuando queremos desviar la culpa de un hecho a otra persona, su
significado original es un poco distinto. Parece ser que esta expresión viene
de las antiguas leyes medievales, según las cuales, cuando en una localidad
aparecía un cadáver de una persona con evidencias de haber sido asesinada y no
se conocía al autor del crimen, todos los habitantes del pueblo tenían la
obligación de pagar una sanción. Para evitar el pago, los lugareños solían
ocultar el cuerpo a espaldas de las autoridades y llevarlo a las inmediaciones
de otra ciudad, para que la multa la pagaran los otros vecinos.
Darla con queso
Empleamos esta frase cuando hablamos de una situación en la que una persona es
engañada o timada. Tenemos que buscar el origen de esta expresión en la Edad
Media, concretamente en la región de La Mancha. Muchos comerciantes iban allí a
comprar vinos para después revenderlos y, como es normal, tenían que probar el
vino antes de comprarlo para certificar que no estuviera picado. Sin embargo,
parece ser que existía una práctica que consistía en que los vendedores
agasajaban al comerciante con una cata de quesos de fuerte sabor, lo que
disimulaba el mal sabor del vino de mala calidad. Muchos comerciantes de vinos
inexpertos fueron timados de esta manera, de ahí que se popularizara esta
expresión.
¡Y hasta aquí por hoy! ¿Qué os ha parecido? Habréis visto que me he dejado muchas expresiones muy conocidas en el tintero, pero creo que podría dejarlo para una futura entrada. ¿Os gustaría saber el origen de alguna otra expresión? ¡Espero vuestros comentarios!
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