Hoy voy a hablaros un poco del
que, para mí, es uno de los cuadros más bellos y memorables que he tenido el
gusto de estudiar, aunque fuese de manera un poco superficial. Se trata de un
célebre cuadro de Leonardo da Vinci llamado Retrato
de Cecilia Gallerani, aunque es mejor conocido por el título de La Dama del Armiño. La inscripción sobre la
esquina superior izquierda de la pintura, que dice LA BELE FERIONIERE.
LEONARD D’AWINCI, probablemente fuese un añadido de un restaurador cuando el
cuadro llegó a Polonia, ya que el cuadro conocido como La Belle Ferronière, aunque guarda semejanzas con este lienzo, representa a otra dama distinta. Fue pintado entre los años 1489 y 1490, y actualmente
se conserva en el Muzeum Czartoryski de Cracovia.
Es indudable que Leonardo da
Vinci hizo valiosísimas aportaciones al mundo del arte, que enriqueció gracias
a su impresionante percepción del cuerpo humano. Sin embargo, aunque para la
gran mayoría La Giocconda sea su
obra cumbre, para mí sus otras obras no carecen de mérito ni las considero
inferiores. De hecho, La Dama del Armiño me parece una pintura mucho
más bella que La Giocconda.
Leonardo pintó este hermoso
retrato durante su estancia en Milán al servicio de Ludovico Sforza el Moro,
duque de Milán. Durante varios años, Leonardo sirvió al duque no solo como
pintor, sino como escultor, arquitecto, inventor e ingeniero. Como pintor, no
obstante, mostró su impresionante talento para la escenificación en este Retrato de Cecilia Gallerani. Merece la
pena detenerse un momento en la figura de esta mujer de rostro lozano y tierna
sonrisa.
Nacida como Cecilia Bergamini en
1473, se desposó formalmente con Giovanni Stefano Visconti en 1483, cuando solo
tenía diez años de edad, pero en 1487 se produjo la anulación de este enlace.
Muy poco después, hacia 1489, Cecilia se convirtió en la amante de Ludovico
Sforza, unido a su vez en matrimonio con Beatrice d’Este (1475-1497). Al
parecer, la íntima relación de Ludovico con Cecilia postergó la consumación
oficial de su matrimonio con Beatrice d’Este. Se dice que Ludovico no esperaba
en absoluto con ilusión la llegada de su legítima esposa, ya que su querida Cecilia
era hermosa como una flor y estaba además embarazada. No obstante, para evitar
roces con la futura esposa, Cecilia fue apartada de palacio en 1491 y llevada a
otro lugar, en el que dio a luz a su hijo Cesare. Está demostrado que el
retrato, terminado tiempo atrás, quedó en su posesión, y posiblemente sirvió de
recuerdo de la felicidad extraconyugal de Cecilia y Ludovico.
El retrato presenta la imagen de
Cecilia ante un fondo negro. Al contrario que los típicos retratos de novias en
los que eran mostradas de perfil, Leonardo optó por dar un poco de movimiento al
retrato pintando el torso de Cecilia apuntando hacia la izquierda y la cabeza
hacia la derecha. Esta idea de un estilo cinético no se observa solo en
Cecilia, sino también en la postura del armiño, que con un gesto equivalente
parece hacer suyo el movimiento de la dama. La mano de Cecilia, elegante aunque
demasiado grande, acaricia con ternura el cuello del animal.
Un análisis contemporáneo ha
permitido a los expertos descubrir que este lienzo habría sufrido
modificaciones que fueron ocultadas en su momento. Originalmente habría una
puerta al fondo y un velo cubriendo la cabeza de la muchacha, convertido hoy en
día en un peinado un tanto extravagante. Los rayos X han revelado que
anteriormente había una ventana pintada a la derecha de la dama; de ahí la luz
y el efecto de los reflejos que vemos.
En cuanto al animal, aunque se le
tiene por un armiño en realidad su aspecto recuerda más al de un hurón. El
motivo por el que se habría utilizado dicho animal en este cuadro es que el
armiño es un animal salvaje, muy difícil de amaestrar, por lo que sería
complicado utilizarlo para un cuadro cuyo proceso de elaboración fue lento y
pausado. Por otra parte el hurón, animal sencillo de encontrar en la campiña
lombarda, sería muy fácil de domesticar y se adaptaría perfectamente a las
necesidades del pintor.
El armiño, además, supone por una
parte un juego de palabras con el apellido de Cecilia, ya que Gallerani
recuerda fonéticamente a galée,
nombre griego del armiño. Por otra parte, el armiño simboliza la limpieza y la
moderación, pues según la tradición popular, el armiño rehúye la suciedad y
come solo una vez al día. En su alegoría, Leonardo ilustra la convicción
tradicional de que un armiño se dejaría matar antes que ensuciar su piel en una
huida por aguas turbias. Por otra parte, el armiño era uno de los emblemas que
Ludovico Sforza empleaba desde 1480. Así pues, podría interpretarse que Cecilia
“toma en brazos” a Ludovico, que aparece en forma de su animal emblemático, y
lo acaricia cariñosamente.
El retrato ha tenido un largo
recorrido a lo largo del tiempo. Tras la muerte de Cecilia en 1536, permaneció
en Milán. Hacia el 1800 fue comprado por el príncipe polaco Adam Jerzy
Czartoryski, quien se lo obsequió a su madre para decorar su galería de
pintura. En 1842, la familia Czartoryski tuvo que exiliarse en París y todavía
conservaba el cuadro, que permaneció en dicha ciudad unos treinta años. Tras la
guerra franco-prusiana, el cuadro regresó a Cracovia. Durante la
II Guerra Mundial fue escondido en Sieniawa
junto con otros tesoros de la familia polaca. Fue expuesto brevemente en Berlín
y finalmente, cuando la guerra llegó a su fin, fue devuelto a Cracovia.
Chica, escribes de todo, y todo estupendamente!! :) . Me ha parecido muy interesante e instructivo y dices cosas que no sabía. A mí también me gusta mucho esta obra y tampoco he entendido nunca esa devoción existente por "La Giocconda" (No sé si es por lo bien que se han vendido siempre los franceses), además, es cierto que Leonardo tiene otras obras bellas y muy interesantes como "La Virgen de las Rocas". La verdad es que sobre cuadros (y esculturas) menos conocidos que los archifamosos de grandes artistas da para más de una entrada...
ResponderEliminarUn beso!! :)
¡Huy, vas a hacer que me ruborice! ^^* El arte es una de mis tantas pasiones, junto con la lectura, la escritura, la música y el dibujo (hay quien me ha dicho que sería la perfecta mujer renacentista, jejeje). Hace tiempo llevo pensando lo de poner algún post relacionado con el mundo del arte, que hasta ahora no había tratado, pero que siempre me ha parecido muy interesante. Son precisamente este tipo de pinturas, llenas de una profunda carga simbólica, las que siempre me han gustado. Y también sigo en mi línea de buscar aquellas que han escapado de la fama excesiva, porque soy de la opinión de que por culpa de las obras más famosas de un artista nos estamos perdiendo otras de igual calidad y mayor interés.
EliminarOtro beso para ti!!
Magnífica entrada, Laura. Desde luego este es un cuadro de los menos conocidos de Leonardo, pero tiene una carga simbólica increíble y resulta algo inquietante de ver. Y coincido con Escamillo, Da Vinci tiene obras mejores que la Gioconda. Aunque lo que espero con mas ansia que pueda salir a la luz La Batalla de Anghiari (eso si, sin cargarse la pared con la obra de Vasari que hay encima), que por los bocetos conservados de esta, debía ser una pasada.
ResponderEliminarUn saludo!
Muchas gracias, Mordred. Aunque Leonardo es un artista que ha sido tratado hasta la saciedad, siempre me gusta volver a él porque ha sabido darle un toque de misterio a todos sus cuadros. Si me pusiera a analizar la Última Cena (quitando todas esas tonterías del Código da Vinci y demás, claro), la verdad es que daría para mucho. Los retratos son, sin duda, mis favoritos. Me gusta mucho ver cómo cada pintor retrata a una persona, los rasgos que marca, los defectos que oculta, la luz de la mirada, el ambiente que rodea al personaje... Supongo que es ese deseo de querer saber qué se esconde debajo de la pintura, quién estaba ahí detrás y por qué mereció un retrato tan ilustrativo.
EliminarUn beso!
Última Cena y pinturas sacras aparte (salvo mi especial debilidad por la Madona de Bernois), la obra de Leonardo (sobretodo los retratos) tienen una inmensa carga simbólica, sobretodo si lo miramos del prisma geopolítico y cultural de la época, en los que la heráldica podía representar a un hombre mas que su propio nombre.
EliminarLo malo es que lo mejor de Leonardo es lo que nunca pudo acabar, como la Adoración de los Reyes Magos. O la estatua ecuestre de un Sforzza, que posiblemente no se llegó a fundir o si se fundió, se refundió en cañones. Aunque mi obra favorita son sus muchos cuadernos de notas, que escritura especular a parte, son la mas hermosa fusión entre ciencia y arte que jamás se ha creado.
Un abrazo.
Otra cosa que también me llama la atención de Leonardo es que, comparado con otros artistas, su trabajo pictórico es muy escaso. De él se conservan pocas pinturas que, sin embargo, han pasado a la posteridad en mayor o menor medida. Pero, por ejemplo, su obra gráfica es muchísimo mayor. Los cuadernos de notas, plagados de miles de bocetos de todo tipo, son el sueño de cualquier artista. Yo tengo un libro que recoge toda la obra de Leonardo, y los bocetos me parecen un trabajo impresionante.
EliminarOtro abrazo para ti!
Qué historia tan triste, la de Cecilia. Tampoco a Beatrice d'Este te fue muy bien (murió muy jovencita). Iba a decir que las chicas de Ludovico el Moro no eran muy afortunadas, pero supongo que la frase se puede extender a todas las mujeres de la época, en general. Cómo me alegro de haber nacido a finales del siglo XX.
ResponderEliminarRespecto a lo que comentas de La Gioconda, yo también creo que Da Vinci tiene otros cuadros mucho más bonitos. Supongo que ese cuadro sólo es especial por el apisaje tan extraño que tiene de fondo y por la sonrisa tan enigmática que tiene la modelo; de no ser así, imagino que habría pasado bastante más desapercibido.
Por cierto, una cosa que me llama mucho la atención de La Dama del Armiño: ¿sabes qué es esa especie de tatuaje o tira que le cubre las cejas a la modelo?
La historia de Cecilia es la de tantas otras mujeres que han pasado por la circunstancia de ser amantes de un gran hombre. En una época en la que se suponía que el amor no estaba dentro del matrimonio, sino fuera, estas relaciones no estaban demasiado mal vistas (para los hombres, ojo; las mujeres tenían que esconder a sus amantes si los tenían). De hecho, es posible que el matrimonio de Cecilia fuese anulado por capricho de Ludovico Sforza, quien creía que, al estar en posesión del poder en el ducado, podía tener a las mujeres que le diera la gana. Algo parecido se puede decir de Cecilia y de tantas otras mujeres: sabían que para ellas y sus familias era un gran privilegio que un hombre tan importante se fijara en ellas, porque los beneficios repercutían en todos los miembros de la familia.
EliminarEn cuanto a las cintas del pelo de Cecilia, hay varias propuestas:
-La cofia que lleva se sujeta con la cinta negra, y todo el conjunto se cubre con una gasa transparente rematada con ese ribete dorado que llega hasta las cejas.
-Podría tratarse de un cambio de peinado que Leonardo quiso corregir pero no consiguió disimular del todo bien (no era tan fácil tapar los fallos en una pintura, sobre todo si estaba ya casi acabada). De ahí que tenga un aspecto un poco extraño y hasta estrafalario.
-En la época, algunas mujeres sufrieron las secuelas de la sífilis (la trajeron los franceses durante su invasión). Como a veces aparecían marcas en la frente, las disimulaban con cintas y piedrecitas preciosas. De hecho, el nombre "ferroniére" se refiere a ese adorno.
-Se trataría de un accesorio simbólico que sugeriría la condición de la mujer sometida y cautiva (podría referirse al apartamiento de Cecilia cuando llegó Beatrice a la corte ducal).
Como ves, hay propuestas para todos los gustos pero, personalmente, me inclino por la primera. Creo que es la que mejor se ajusta a la realidad.
La verdad es que tienes razón; las dos primeras teorías parecen las más factibles.
EliminarUna cosa que no me ha quedado muy clara, cuando dices que Ludovico apartó a Cecilia de la Corte, ¿te refieres a que rompió su romance con ella, o simplemente a que siguió visitándola y manteniéndola como amante pero de manera más discreta?
Dicho en términos actuales, Ludovico le habría "puesto un piso" a Cecilia. Incluso llegó a casarla con otro hombre, pero siguió visitándola durante algún tiempo. El marido de Cecilia conocía todo el tinglado, así que no había ningún problema. Eso sí, Ludovico no tardó en cansarse de Cecilia y se buscó otras amantes (en el cuadro de Leonardo "La Belle Ferroniére" se retrata a Lucrecia Crivelli, otra amante del Moro) y Cecilia siguió su vida. No le faltó nunca de nada porque Ludovico no la abandonó en ese sentido, pero no hubo mucho más amor entre ellos desde entonces.
EliminarAins, qué inconstantes son los hombres. Sobre todo, los de aquella época. Y luego dicen de nosotras... :-(
Eliminar¡Ya te digo! ¡Lo más triste es que la fama de inmorales y dadas a la sexualidad sin criterio se la llevaban las mujeres! Suerte que los tiempos han cambiado.
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