Samantha Jones
Samantha Jones es una atractiva mujer de más de cuarenta años, dueña de una empresa de relaciones públicas y paradigma de la mujer completamente independiente, tanto a nivel económico como sentimental, pues no soporta las ataduras de ninguna clase. Dentro del grupo de amigas, es la más liberada y la que más disfruta del sexo sin compromiso.
Biografía
Es muy poco lo que se sabe de la juventud de Samantha. Lo que sí sabemos es que procede de una familia de clase trabajadora y que pasó parte de su adolescencia vendiendo barritas de chocolate en Dairy Queen para ganar algo de dinero. No suele hablar de su familia, pero en cierto momento se da a entender que podría tener al menos dos hermanos, ya que menciona que, a su edad, su madre ya tenía tres hijos y un marido borracho. Más adelante, Samantha cuenta que estuvo en algunas fiestas en Studio 54 durante su época de apogeo, lo que implica que ya vivía en Nueva York a mediados o a finales de los años setenta.
Samantha fue la primera amiga que conoció a Carrie alrededor del año 1986 ó 1987, mientras trabajaba en un bar como camarera. En una ocasión ha mencionado que abortó voluntariamente dos veces, una de ellas mientras estaba en la universidad. También fue la más joven de los cuatro personajes principales en perder la virginidad. Aunque nunca comenta la edad exacta que tenía cuando ocurrió esto, nos dice que mantuvo relaciones sexuales con un chico de trece años simplemente porque su casa tenía piscina, y da a entender que esta no fue su primera relación sexual.
Con el tiempo, la situación de Samantha cambió y prosperó, pues llegó a convertirse en la jefa de su propia empresa de relaciones públicas. Gana mucho dinero y lleva una vida de lujo en el Upper East Side, pero acaba mudándose a un caro apartamento en el Distrito de la Carne, situado al oeste de Manhattan. La mudanza sucedió a raíz de que uno de los visitantes nocturnos de Samantha dejó entrar a un atracador que atacó a una de sus vecinas, por lo que el resto de vecinos le exigieron que se marchara.
Durante años, se dedicó por completo a su carrera profesional y consiguió que su empresa de relaciones públicas se hiciese muy conocida. Llegó incluso a organizar eventos para su amiga Carrie cuando ésta empezó a ser reconocida como escritora. Hacia el final de la serie, se le detecta un cáncer de mama y tiene que recibir tratamiento de quimioterapia, tras el cual consigue recuperarse y salir adelante.
Samantha, al igual que Carrie, disfruta mucho saliendo de fiesta por las noches y adora estar en el centro de los grupos más selectos y sofisticados, y se indigna cuando no se le permite acceder a lugares exclusivos. Pasa gran parte de su tiempo libre cuidándose y mimándose en casa, ya sea con baños relajantes, haciéndose la depilación, aplicándose tratamientos faciales e incluso masturbándose con su amplia colección de vibradores. Alguna que otra vez ha fumado hierba y ha probado el éxtasis, pero no es consumidora habitual ni tiene problemas de drogadicción.
Personalidad
Si de algo podemos estar seguros respecto a Samantha Jones es que es la más franca, divertida y liberada de las cuatro amigas. Si Miranda ofrecía el punto feminista y Charlotte aportaba el toque conservador de las relaciones, Samantha nos muestra la versión más pura de la mujer totalmente liberada, y no solo respecto al sexo, sino a todos los aspectos de la vida. Soltera empedernida y sin el menor deseo de tener hijos, Samantha se dedica por completo a sí misma y no le rinde cuentas a nadie. Si acierta en sus decisiones, lo disfruta; si se equivoca, no responsabiliza a nadie de sus errores. Es dueña de su vida y, sobre todo, de su sexualidad. Por eso es la que tiene más relaciones sexuales de las cuatro amigas, y la que tiene más experiencias que contar. Apuesta por la equidad sexual y está completamente a favor de la liberación femenina. Ella misma no teme probarlo todo, motivo por el cuál se autodenomina ‘multisexual’.
La personalidad de Samantha, como cabe esperar, es abierta y directa. Pase lo que pase, ella siempre dice lo que piensa, y es tan franca que no le importa cómo se lo tomen los demás, así suene hiriente o grosero. Es una persona que siempre tiene algo que decir de casi todo, y lo suelta sin más, tal como se le viene a la boca. Por eso, cuando habla sobre sexo es considerada demasiado explícita, pues no se apega a las reglas sociales ni del buen gusto; esto se debe precisamente a ese rasgo tan abierto de su personalidad. No obstante, la falta de complejos de Samantha no se queda solo en el ámbito íntimo y personal, sino que lo extrapola a otros aspectos. Ella siempre dirá lo que piensa, pase lo que pase, y no permitirá que nadie la pisotee ni que hable a sus espaldas. Es la primera en confrontar a quien la reta, demostrando que en ella no tienen el menor efecto las sonrisitas falsas ni la gélida cortesía.
La seguridad en sí misma que tiene Samantha se puede ver en multitud de ocasiones a lo largo de la serie. Posee tal confianza en sus encantos personales que brilla con luz propia, a veces opacando a sus tres amigas. Es demandante, terca y autosuficiente. No tiene el menor interés en lo que la gente piense de ella y actúa siempre según su criterio o como le convenga. Tampoco se deja amedrentar por las habladurías ni permite que nadie le diga lo que debería hacer en su vida privada. Y, del mismo modo que no consiente que nadie la juzgue, ella no juzga a nadie. Es muy memorable ese momento en el que Carrie le confiesa que está teniendo un romance con Big a pesar de que ambos tienen pareja, y Samantha se limita a apoyarla sin darle un sermón sobre el buen comportamiento, puesto que ese no es su estilo.
En lo tocante a la amistad, hay que decir que Samantha es una de las mejores amigas que una mujer podría tener. Pase lo que pase, sea la situación que sea, Samantha siempre pondrá a sus amigas por delante de todo, y solo ante ellas muestra su lado más dulce y tierno. Puesto que cree firmemente que una mujer no necesita a un hombre para ser feliz, Samantha puede permitirse darle prioridad a sus amigas, a las que aconseja y defiende sin dudarlo, aunque el tema no sea de su agrado. Recordemos aquella vez en la que Charlotte se enfadó con Laney cuando se enteró de que quería ponerle a su futura hija el nombre que Charlotte había elegido para la suya; aunque a Samantha le repelen los niños y esos asuntos le parecen de lo más infantiles, no vaciló en defender a Charlotte.
Pero aunque Samantha siempre sabe qué decir, es buena consejera y es una gran amiga en la que se puede confiar, también adolece de cierto egoísmo, debido quizá a que no tiene a nadie que dependa de ella y solo se enfoca en sí misma y en sus necesidades. Samantha hace lo que quiere y cuando quiere, y su único objetivo es complacerse a sí misma, algo de lo que le gusta presumir con frecuencia. Valora mucho su profesión y gana bastante dinero, con el cual se puede permitir todo tipo de lujos y caprichos. También le da muchísima importancia a la imagen, a la que le dedica gran parte de su tiempo. Es presumida y vanidosa, y cree que no hay mujer más guapa y sexy que ella en todo Nueva York. Siempre viste de manera espectacular y luce ropa y joyas de grandes marcas, aunque invierte mucho más dinero en tratamientos antienvejecimiento, como infiltraciones de bótox, peelings faciales e incluso cirugía estética; de hecho, es en una consulta para una operación de aumento de pecho cuando se le descubre un cáncer de mama. A diferencia de lo que muchos piensen, a Samantha sí le da vergüenza envejecer, por lo menos durante gran parte de la serie. Es la mayor del grupo de amigas, a las que les saca mínimo diez años, pero nunca dice su edad e incluso le molesta que la consideren una cuarentona. Será más adelante, a medida que se va encontrado a sí misma, cuando por fin asuma su edad y se sienta orgullosa de ello.
Hemos dicho que Samantha puede ser una persona muy egoísta. Muchos ven este aspecto como algo positivo en ella, pero eso no es cierto, sobre todo si tenemos en cuenta que no teme hacer daño a otras personas solo por obtener lo que quiere. Sucede, por ejemplo, cuando se ofrece a recolectar alimentos para los pobres de una iglesia solo porque el monje que organiza la colecta le parece atractivo y se lo quiere llevar a la cama; al no conseguirlo, pierde todo interés en ayudar a los pobres. Otro tanto sucede con los problemas que la asaltan cada vez que se acuesta con hombres casados; a Samantha no le importa que detrás de su ligue haya una esposa dolida y humillada, puesto que ella solo piensa en su placer y considera que no hace nada que un hombre no haya hecho miles de veces. Samantha también muestra un alto sentido del derecho que no le corresponde, por mucho daño que otros le hayan hecho o muy fabulosa que se crea, como cuando llama a Richard, a quien ella dejó, y le dice que va a ocupar su casa en los Hamptons durante todo el fin de semana para dar una fiesta porque él le fue infiel en su día y cree que ella merece una compensación (y no olvidemos que se dedicó a empapelar el barrio donde vivía Richard con panfletos en los que lo acusaba de infiel, solo para humillarle).
En cuanto a sus relaciones sentimentales, es un poco complicado en el caso de Samantha, ya que su gran amor es el sexo, mucho sexo. Se ha acostado con todo tipo de hombres, cada uno más peculiar que el anterior, pero nunca les tiene cerca demasiado tiempo ni tampoco tiene el menor interés en seguir viéndoles, pues se aburre de ellos. Rara vez sale dos o tres veces con el mismo hombre, pero tiene algunas relaciones “serias” a lo largo de la serie.
Su primer gran amor fue James Goodwin, al que Samantha conoció en un bar de jazz. Inusualmente para ella, no tuvo relaciones sexuales con él de buenas a primeras, sino que sigue el ejemplo de Charlotte porque cree que es un hombre con el cuál podría incluso llegar a casarse. Y es que James se desvive por Samantha: la cuida, la trata con gran cariño y solo busca su bienestar. Después de confesar que está enamorada de él, ambos se acuestan juntos y así es como Samantha descubre que James está muy poco dotado, hasta el punto de que acaba frustrada porque no siente el menor placer físico con él. Aunque al principio trata de superarlo, Samantha acaba rompiendo con él durante una sesión de terapia de pareja, pues ya no puede ocultarlo más, a lo que James le responde airado que tal vez su vagina sea demasiado grande. En un episodio posterior, Samantha tiene la oportunidad de estar en la cama con un hombre que está demasiado dotado, pero al comprobar que es demasiado para ella, le ruega que no la penetre; más adelante, en ese mismo episodio, mientras las chicas cantan la canción The Way We Were, Samantha lloriquea diciendo que echa de menos a James.
Otra de las relaciones de Samantha, y tal vez la más curiosa e inesperada, fue la que mantuvo con María Diega Reyes, una artista que en esos momentos estaba exponiendo su obra en la galería donde trabajaba Charlotte. Entre las muchas cosas con las que Samantha ha experimentado están la bisexualidad y el lesbianismo. Cuando conoce a María, Samantha descubre que la atrae mucho, hasta el punto de que inicia una relación estable con ella, a pesar de la comprensible estupefacción de sus amigas. Al principio, Samantha no estaba demasiado interesada en tener una relación, pero como María no quería que fuesen solo amigas, Samantha se decidió y le dio una oportunidad. Con María, descubre muchas cosas sobre su propia feminidad y sexualidad, pero cuando el sexo empieza a escasear por la tendencia de María a hablar continuamente y expresar sentimientos, Samantha se siente frustrada y empieza a echar en falta sus encuentros con hombres. El pasado heterosexual de Samantha también afecta a la relación, pues María se siente incómoda con él, y esto al final acabará desgastando la relación hasta su total ruptura.
El siguiente en la lista fue Richard Wright, un magnate hotelero de quien Samantha, muy a su pesar, se enamora perdidamente. Richard se presenta como la versión masculina de Samantha: seguro de sí mismo, goza de mucho éxito profesional, le gusta acostarse con cualquier persona que le atraiga y no le interesan las relaciones. Samantha se comporta con Richard como una novia celosa y posesiva debido a que no sabe cómo gestionar sus sentimientos, y menos con un hombre que es como ella. Consigue que Richard le prometa que ambos tendrán una relación monógama, pero en cierto momento, y tras muchas sospechas, Samantha le descubre engañándola con otra chica. A pesar de darle una segunda oportunidad, Samantha toma la dura decisión de romper con Richard definitivamente cuando se da cuenta de que no confía en él y eso afecta a su estabilidad emocional. En la última temporada, se encuentra con Richard en una fiesta con su nuevo novio y se va con él para mantener relaciones sexuales, pero este encuentro no la complace en lo más mínimo y no vuelve a saber nada más de él.
Y por último está Smith Jerrod, un joven camarero de 28 años y aspirante a actor muy guapo al que Samantha en un principio ve como una aventura más. Con Smith practica un sexo salvaje y aventurero, algo fuera de lo común, que Samantha encuentra refrescante y excitante. No le gusta saber nada personal sobre él, como que es un alcohólico en recuperación, pero se da cuenta de que disfruta tanto de su tiempo con él que terminan siendo pareja. Al ver que tiene dificultades para abrirse camino en el mundo del modelaje y el cine, Samantha le echa una mano con su agencia de relaciones públicas. De hecho, es ella quien le pone el nombre artístico de Smith Jerrod, ya que su verdadero nombre era Jerry. A Samantha le encanta que Smith no se vea cohibido por su éxito profesional y, gracias a su ayuda, se convierte rápidamente en toda una celebridad y consigue un papel en una película de Gus Van Sant. El cariño sincero que Smith le profesa a Samantha tiene la mala fortuna de inquietarla, poco acostumbrada como está a ese tipo de muestras de afecto. El gran problema de Samantha con Smith es ella misma y la diferencia de edad, lo que la lleva a serle infiel con Richard. Es el propio Smith quien, sin forzarla ni recriminarle nada, deja que Samantha vuelva con él tras darse cuenta de su error y de que su amor por ella es sincero. El amor de Smith por Samantha es tan fuerte que incluso la acompaña y apoya a lo largo de toda su lucha contra el cáncer, rapándose él mismo su propio pelo y negándose a tener sexo con otras mujeres durante la pérdida de libido de Samantha por la quimioterapia, a pesar de que ella le anime a verse con otras. Para Samantha, Smith significa más que cualquier otro hombre que jamás haya conocido.