¡Hola a todos!
No cabe duda de que el ser humano ha experimentado grandes avances a lo largo de la Historia. Si alguien le hubiese dicho a un hombre de la Prehistoria que sus semejantes podrían llegar a pisar la luna en el futuro, nunca lo habría creído. Y con razón. A día de hoy, el ser humano puede presumir de haber llevado a cabo proezas que antiguamente serían imposibles: Ha descubierto la cura de muchas enfermedades que antes eran mortales, ha recorrido el mundo de punta a punta para descubrir nuevas tierras y civilizaciones, ha desarrollado diversas corrientes de pensamiento crítico y filosófico, ha creado códigos legislativos cada vez más concienciados con los derechos humanos y hasta ha llegado a atisbar una pequeña parte de la inmensidad del universo.
El ser humano ha conseguido enseñorearse del mundo que pisa. Ha sabido utilizar esa herramienta prodigiosa que es su cerebro, perfeccionado tras miles de años de evolución, para adaptar el medio ambiente a sus necesidades y crear nuevos avances que han hecho su vida más fácil y confortable. Pero ese mismo ingenio también ha sido el germen de incontables barbaries, abominaciones que han cubierto de oprobio al género humano por su crueldad. El ser humano ha hecho cosas buenas, es cierto; pero también es verdad que ha usado su ingenio para provocar el mal y dañar a sus semejantes. Hablemos de brutalidad. Hablemos de dolor. Hablemos de la tortura.
La tortura hoy nos parece una práctica bárbara e inaceptable en cualquier país que se jacte de ser civilizado. Pero antiguamente la tortura era legal y políticamente correcta. Además, a pesar de la mala fama de la Edad Media en la creación e impulso de multitud de instrumentos de tortura, hay que tener en cuenta que el tormento no fue inventado en esa época, sino que ya se venía practicando desde hacía muchos siglos; de hecho, muchos de los instrumentos de tortura que se atribuyen al medievo tienen su origen en épocas anteriores, aunque con el tiempo fueron modificados para mejorar su eficiencia a la hora de provocar tormento a la víctima.
Al igual que hoy en día sucede con los interrogatorios, la tortura era un instrumento utilizado para aplicar justicia. Se ejercía principalmente para obligar al reo a confesar, para castigar a alguien por un delito y para ejecutar al infeliz acusado. Y aunque es cierto que la Inquisición se valió de la tortura para sonsacar confesiones acerca de herejía y brujería, hay que aclarar que la tortura se utilizaba en cualquier proceso; es decir, que no hacía falta ser sospechoso de herejía para recibir tormento, pues bastaba con que alguien acusara a otra persona de haberle robado una gallina para que a éste se le aplicara algún método de tortura. Además, dentro de lo terrible que ya es de por sí la tortura, hay que decir que la Iglesia mostró cierta misericordia, ya que los inquisidores procuraban no derramar sangre ni mutilar a los reos.
Veamos entonces algunos de los métodos de tortura más famosos de la Historia:
1. El toro de Falaris
El toro de bronce o toro de Falaris es uno de los instrumentos de tortura medieval más conocidos tanto por su peculiar forma como por su terrible funcionamiento. Recibe su nombre de Falaris, tirano de Acragas (Sicilia, siglo VI a.C.), conocido entre otras cosas por su excesiva crueldad. Aunque no se sabe con certeza si fue este tirano el que impulsó su creación, no se puede descartar como pura invención, ya que el uso de este toro ha quedado testimoniado en las fuentes.
El dispositivo tenía un funcionamiento muy simple. Consistía en una escultura de bronce con forma de toro que estaba hueca por dentro. Se metía a la víctima a través de un hueco practicado en el abdomen del toro y se le dejaba encerrado dentro. A continuación, se colocaba el toro encima de una intensa hoguera que quemaba viva a la víctima. Los alaridos y los gritos de las víctimas salían por la boca del toro, haciendo parecer que la figura mugía. La leyenda cuenta que Falaris obligó a Perilo a diseñar este aparato de tortura quien, al igual que le había sucedido a Dédalo, se convirtió en la primera víctima de su propio invento.
2. El potro
Este instrumento de tortura se ha hecho muy popular por haber sido uno de los más empleados por la Inquisición para sus terribles interrogatorios, sobre todo a partir del siglo XVI. El potro era un método de tortura en el que el acusado era atado de pies y manos a una superficie lisa conectada a un torno o potro. Al girar, el torno tiraba de las extremidades en sentidos diferentes, llegando a dislocarlas y hasta a desmembrar a la víctima.
No obstante, el potro utilizado por la Inquisición fue diferente, ya que consistía en atar al reo a un bastidor o banqueta con cuerdas pasadas por todo el cuerpo y las extremidades; el verdugo era el que se encargaba de apretar las cuerdas desde los extremos. Con cada vuelta, las cuerdas mordían la carne y la atravesaban. Para agravar el dolor, era común utilizar cuerdas de esparto que se humedecían durante el suplicio, ya que se encogían con el agua y hacían heridas más graves.
3. La cuna de Judas
Utilizado en Europa en tiempos de la Inquisición, este espantoso instrumento de tortura creado por el jurista boloñés Ippolito Marsili fue conocido con diferentes nombres en varios países. El más común le pone el nombre del apóstol traidor a Jesucristo: Cuna de Judas o Silla de Judas. Sin embargo, también se le conocía por el nombre de el Vigía, pues el condenado era colgado de tal manera que, si se dormía y relajaba el cuerpo, caía sobre la punta del instrumento.
El funcionamiento de la cuna de Judas era muy sencillo a la par que horripilante. El preso era atado e izado por las muñecas. Una vez estaba elevado, se le dejaba caer sobre la pirámide del instrumento haciendo que, con su propio peso, se clavaba la punta de la misma en el ano o en la vagina. Esta maniobra se realizaba varias veces hasta que el reo confesaba.
4. La doncella de hierro
Uno de los instrumentos de tortura más conocidos por todos, a cuya popularidad contribuyó Bram Stoker al escribir una historia corta sobre ella titulada The Iron Maiden (1893). No parece que su uso estuviese muy extendido durante la Edad Media, pero sí se utilizó mucho a partir del siglo XVIII.
La doncella de hierro consiste en un armazón formado por dos puertas que le daban la apariencia de un ataúd. En la parte superior se le tallaba una cara de mujer, que es la que le da nombre al instrumento. Por fuera, la doncella de hierro parecía totalmente inofensiva, pero la verdadera tortura aguardaba al reo en su interior. En el interior de la doncella había docenas de clavos punzantes y oxidados que se podían cambiar de lugar y que tenían la peculiaridad de que estaban situados en lugares estratégicos, esquivando los órganos vitales. En cuanto la víctima era introducida en la doncella, los clavos se le ensartaban en la carne y la desangraban lentamente.
5. La rueda
A primera vista, la rueda no parece ser un instrumento pensado para atormentar a nadie, pues su forma no es diferente de la de cualquier rueda que hayamos podido ver en un carromato. Sin embargo, su inocente aspecto ocultaba uno de los peores suplicios jamás inventados por el hombre, llegando a ser la muerte de muchas personas acusadas de traición y homicidio.
La primera parte de la tortura consistía en atar firmemente al reo en un banco o en una cruz, tras lo cual el verdugo procedía a triturar, mediante una barra de hierro, todos los huesos y articulaciones del condenado. No se le golpeaba la cabeza, pues no se pretendía que el reo muriera; el objetivo era que las extremidades pudiesen ser dobladas y dislocadas por numerosos sitios. Tras esto, el condenado era depositado en una rueda de carro, donde se le colocaba de una forma antinatural, con los tobillos tocando la cabeza y los brazos recorriendo todo el perímetro de la circunferencia. Al final, se enganchaba la rueda en un eje que se clavaba en el suelo, quedando la rueda en posición horizontal con el condenado sobre ella.
6. La pera de la angustia
Por si el nombre no os da una pista, tan sólo decir que este ha sido uno de los peores instrumentos de tortura jamás creados. La pera de la angustia era un dispositivo mecánico pensado para martirizar a los homosexuales, a los herejes y a las brujas. Consistía en un conjunto de cuatro hojas de metal moldeadas para darle al instrumento la forma de una pera. En su interior había una manivela y un sistema mecánico que permitía extender y contraer las hojas a voluntad.
El manejo de la pera de la angustia era el siguiente: El artefacto era introducido en el ano (homosexuales), la boca (herejes) o la vagina (brujas) y, una vez dentro, se hacía girar la manivela para extender las hojas de metal y estirar la zona hasta desgarrarla por completo. Al parecer, no era frecuente que la víctima muriese por este tormento, pero es fácil imaginar el dolor que semejante tortura provocaría en el reo.
7. El aplastacabezas
Existe la creencia de que este instrumento de tortura fue utilizado por la Inquisición durante sus interrogatorios, pero las primeras menciones de este aparato datan del siglo XV y tenemos que buscar su origen en Alemania, ya que el aplastacabezas se utilizaba en los tribunales contra los enemigos de los príncipes electores. El mismo principio físico del aplastacabezas era aplicado a otras máquinas para aplastar los pulgares y las rodillas, aunque la utilización del aplastacabezas solía acarrear la muerte del reo que tenía la desgracia de sufrirlo.
Como su propio nombre indica, este instrumento estaba pensado para reventar los huesos del cráneo. La barbilla de la víctima se colocaba en la barra inferior del instrumento y el casquete era empujado hacia abajo cuando se hacía girar la manivela. Los efectos del proceso son evidentes. Primero se destrozan los alvéolos dentarios, después las mandíbulas y, finalmente, el cerebro se escurría por las cavidades de los ojos y entre los fragmentos del cráneo.
8. Las ratas
Utilizar animales para la tortura era una práctica muy habitual en la Edad Media. La observación del comportamiento de determinados animales se usaba para fines tan malvados como la aplicación del tormento. Por ejemplo, era habitual utilizar cabras para torturar a alguien, pues al embadurnar de sal los pies de la víctima, la cabra no podía resistirse a lamer y masticar los dedos de los pies hasta dejarlos en carne viva. Pero, sin lugar a dudas, una de las torturas más refinadas y preferidas del medievo (y que también se aplicaba en la antigua China) era la que incluía ratas.
El tormento consistía en colocar una rata sobre el abdomen del prisionero, encerrada en una jaula que estaba abierta por abajo. Lo que el verdugo hacía era tomar una antorcha y hacer rabiar al animal, de modo que éste, desesperado, buscaba una salida y abría a mordiscos un orificio en las tripas del condenado. En ocasiones, este tormento era llevado a tal extremo que la rata salía por el otro lado del cuerpo de la víctima.
9. El garrote vil
El garrote vil es un método de tortura bastante conocido y con el que en España estamos bastante familiarizados, ya que se utilizaba para aplicar la pena capital y estuvo vigente legalmente desde 1820 hasta 1978, año en el que fue promulgada la Constitución Española y que abolía totalmente la pena de muerte. También se utilizó durante la conquista española, especialmente en las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
El mecanismo del garrote vil consistía en un collar de hierro atravesado por un tornillo acabado en una bola que, al hacerlo girar, causaba a la víctima la rotura del cuello. La muerte del reo se producía por la dislocación de las cervicales. Sin embargo, y dependiendo de la fuerza física del verdugo y la resistencia del cuello del condenado, el tormento podía ser más o menos largo. Si la lesión producida aplastaba el bulbo raquídeo, se producía un coma cerebral y la muerte era casi instantánea. Pero se han dado muchos casos de reos que morían por estrangulamiento.
10. El desgarrador de senos
La Inquisición utilizó en muchas ocasiones este espeluznante instrumento para sonsacar la verdad a sus víctimas, aunque ya se había utilizado durante la época del Imperio romano. Sin embargo, su uso más frecuente fue en ciertas regiones de Francia y Alemania, donde se prolongó hasta el siglo XVIII.
El desgarrador de senos consistía en una especie de tenaza rematada en cuatro puntas afiladas que se empleaban para desgarrar los senos de la víctima. Se podía aplicar en frío o después de haberlo puesto al rojo vivo, pero el resultado era siempre el mismo y el dolor, además, indescriptible. Este tormento se le aplicaba a las mujeres acusadas de los delitos de blasfemia, herejía, adulterio, aborto provocado, actos libidinosos y magia blanca erótica.
Que entrada más gore, por Dios :-p
ResponderEliminarLa verdad es que cuesta imaginar que alguna vez este tipo de métodos se vieran como parte normal de un proceso judicial, pero teniendo en cuenta que en aquellos tiempos la vida humana no valía un pimiento, que los métodos de investigacion judicial eran rudimentarios, y que a la justicia le importaba más tener un chico expiatorio que ofrecer al populacho que dilucidar realmente quién era culpable o no de un delito, empieza a vislumbrarse el por qué de la situación.
En fin, por mucho que lo mitifiquemos, el pasado era un mierda...
Habría sido peor si hubiera puesto fotos más sangrientas, ¿no crees? Y no las he puesto porque no me gusta redundar en lo escabroso, pero comprendo que el pasado tiene que ser conocido y aceptado para que podamos aprender de él y no repetir los errores cometidos por otros.
EliminarEn nuestros tiempos sí que cuesta imaginar que la tortura pudiera ser parte de un interrogatorio normal y corriente. De hecho, todavía hay mucha gente que cree que la tortura se aplicaba porque la gente del pasado era sádica por naturaleza, y realmente no era así. Lo cierto es que estaban tan acostumbrados a ese proceso que se veía como algo normal. Lo mismo se podría decir del populacho que iba en masa a las ejecuciones públicas por curiosidad o entretenimiento, dándose incluso casos de mujeres que se llevaban su labor de calceta para tricotar mientras se ajusticiaba a los reos. En un tiempo en el que no había derechos humanos, cualquier cosa era posible.
Dios mío, otra cosa no, pero imaginación para torturar sí que teníamos. La verdad es que los conocía casi todos porque hace poco estuve en Gante y en un encantador castillo que fuimos a visitar nos encontramos con un museo de la tortura y la inquisición en plenas mazmorras. Una delicia.
ResponderEliminarMe ha dejado helada pensar en la señora haciendo crochet y diciéndole a su vecina, parece que va a llover y yo he dejado la ropa tendida en el patio mientras ajusticiaban al que tocara xDDD
Para lo malo nunca falta ni voluntad ni imaginación. Si en vez de pensar en cómo poder hacerle más daño al prójimo se hubiesen dedicado esos esfuerzos a alcanzar más sabiduría, a estas alturas viviríamos en un mundo mucho más avanzado. Pero la Historia es la que es y tenemos que vivir con nuestro pasado... y rogar para que no se repita otra vez.
EliminarOh, y casos como el de la mujer haciendo sus labores mientras presencia una ejecución hay muchos. Ya sabes que eso antes no estaba mal visto, sino todo lo contrario. Era un acontecimiento social más y una forma de distraer al populacho. Un poco como el Sálvame, pero llevado al extremo.
Uf, la verdad que deja bastante mal cuerpo esta entrada, pero desde luego es otra más de tus fantásticas actualizaciones divulgadoras ;). Mas, desde aquí quiero proponer la reinstauración del desgarrador de senos, el aplastacabezas o las ratas para combatir la telebasura y el tertulianismo. Tiempos duros requieren medidas expeditivas!
ResponderEliminarFuera de bromas, me ha gustado mucho!! :)
¿Mal cuerpo? ¡Pero si es muy ilustrativa! ¿Qué puede haber más bonito que darse un paseo por un museo de la tortura? XD!
EliminarVale, yo también estoy de broma (antes de que alguien me tome por una psicópata), aunque admito que me ha parecido muy interesante investigar un poco sobre este tema, más que nada porque está cargado de tópicos como el de echarle toda la culpa a la Inquisición. España siempre ha salido muy mal parada en ese punto, con todo el asunto de la Inquisición/fanatismo religioso (recordemos la película "1492"), cuando en países como Alemania se han hecho más juicios sobre brujería (con sus respectivas torturas) y se ha ejecutado a más personas sólo entre la Edad Media y la Edad Moderna.
Como historiador, valoro mucho tu opinión. Muchas gracias! ^^*
PD. Sí, yo también haría uso de algún instrumento de tortura para acabar con las herejías televisivas que atentan contra nosotros todos los días.
Maldita seas, sabía que esta entrada me iba a dejar una angustia en el cuerpo fuera de serie... madre mia, madreee miaaa, que hay algunas que no sabía como la de la pera y la cuna de judassss. Menos mal que no pusiste fotos más explícitas y recurriste a ilustraciones e dibujos, sino a mi me da algo, pero mi imaginación va por si sola y hasta me duele todo.
ResponderEliminarA parte de todo esto, me parece increible la imaignación que teníamos para torturar lenta y dolorosamente. Loq ue más me flipa es que algunas de estas cosas se veían en público, ahí como si fuera "el gran estreno".
Muy buena entrada mi amiga, tu como siempre documentándote a tope y haciendo de este blog un lugar muy sitinto al de la mayoría.
Un besazooo
Juas, juas, juas! Así que te he perturbado? Pues algunos los hemos visto en la feria renacentista, así que piensa que en nuestra ciudad también hubo un tiempo en el que se torturó a personas. A ver cómo duermes hoy por la noche, XD
EliminarGracias por pasarte por aquí y comentar! Me alegro mucho de que te guste lo que escribo, aunque sea historia!
Y casi todo esto , por no decir todos están inventados por la iglesia
ResponderEliminarf
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