¡Hola a todos!
Pues ya estoy de vuelta de mis vacaciones. Este año he decidido tomarme unas buenas vacaciones en tierras valencianas. ¿Y por qué?, os preguntaréis. Pues porque allí viven algunas personas a las que les tenía mucho aprecio, pero a las que ahora quiero con toda mi alma, pues se han ganado a pulso un lugar en mi corazón. Así que pensé: ¿Por qué no ir allí a verles y, de paso, pasar unos días? Y eso fue lo que hice.
Ahora, recién llegada de mis vacaciones, os traigo la crónica detallada de mis aventuras en Valencia. ¡Con fotos!
Seguid leyendo y dejad que comparta con vosotros mi viaje. Esta es la historia de mi propia aventura inesperada, el relato de una partida y un regreso.
Día 1
Vista de Valencia
¡Empieza el viaje! La
primera parte del trayecto ha sido la más fácil, pues sólo he tenido que tomar
dos autobuses a Santiago; como siempre que quiero ir de visita a la capital.
Pero esta vez ha habido una diferencia notable, y es que estaba más cansada que
de costumbre. Llevaba tanto tiempo esperando este viaje que la noche anterior
casi no pude dormir. ¡Y tampoco ayuda mucho el tener que levantarse a las seis
de la mañana para coger el bus de las siete! Pero bueno, esas son las
maravillas de los enlaces de los autobuses.
En Santiago todo estaba
prácticamente tal y como lo había dejado la última vez. Tuve la oportunidad de
estar con algunas de mis amigas y antiguas compañeras de carrera, con las que
he podido ponerme al día y rememorar historias del pasado. Después de todo un
día redescubriendo mi querida Compostela, tocaba cenar e irse a dormir. Aunque
no he podido dormir gran cosa: Al día siguiente tenía que volver a madrugar
para ir al aeropuerto de Lavacolla y tomar mi avión. Así que se puede decir que
la jornada fue bastante intensiva y extenuante, pero no lo suficiente como para
hacerme caer rendida.
Día 2
El Micalet
Aquí se puede decir que
empezó el verdadero viaje. Al ser la primera vez que iba a viajar en avión,
estaba muy nerviosa. Pero el avión iba a ser el menor de mis problemas, porque
lo peor es el aeropuerto. Primero, he tenido problemas por no haber facturado
mi maleta online; el resultado fue que me pegaron una clavada descomunal por
facturar la maleta en el aeropuerto (ahora ya sé por qué gana Ryanair tanto
dinero, ¬¬). Después tocaba pasar por mil tropecientos controles de seguridad,
así que venga a quitarse collares, pendientes, pulseras, chaquetas… dejarlo todo
en su bandejita correspondiente y luego volver a ponérselo todo. Bueno, por lo
menos no me han cacheado… todavía.
Después venía lo que
para mí es la peor parte: la espera. No me puedo resistir a rememorar la mítica
canción de Tom Petty en la que decía the
waiting is the hardest part, porque tiene toda la razón. Esperar con los
nervios a flor de piel, el estómago casi vacío y con la perspectiva de subir a
lo que viene a ser un autobús estrecho con alas, no resulta tranquilizador.
Pero bueno, hay que pasar por el aro como todo el mundo y al final no fue tan
duro como me esperaba.
Llegué a Valencia bien
tempranito por la mañana. Ahora tocaba utilizar otro medio de transporte nuevo
para mí: el metro. Menos mal que con el metro no hay mucha opción a error y no
me he confundido. Tras bajarme en la estación de Ayora, me dispuse a buscar mi
hotel. No estaba lejos, pero de haberme bajado en la parada anterior hubiera
estado más cerca y no tendría que haber arrastrado ese armatroste de 15 kilos
llamado maleta. Mi móvil me salvó la vida gracias al GPS que le he instalado,
aunque a veces va tan lento que me desespera.
En el hotel pude dejar
la maleta y descansar un poco, pero todavía no podía relajarme. Mi habitación
no estaría lista hasta las dos de la tarde, así que tenía que entretenerme de
alguna manera. Por eso decidí ir a dar un paseo por ahí, para conocer las
calles de Valencia… a pleno sol y con una temperatura que rozaba los 39º. Pero
así soy yo: esas menudencias no pueden conmigo. Armada con un abanico y una botella
de agua, me eché a caminar y sólo me detuve para almorzar una ensalada, lo
único que pude comer sin que me resultara pesado.
Más tarde, volví al
hotel para ocupar mi habitación. ¡Y era una pasada! Cama grande, baño con
hidromasaje, escritorio, televisión con unos cuarenta canales, neverita, aire
acondicionado, conexión wifi… Y en el hotel también había piscina y sauna,
aunque no he tenido la oportunidad de ir. El caso es que por fin podía deshacer
la maleta y relajarme un poco. ¡Pues no, porque mis peripecias todavía no
habían terminado! Resulta que perdí las llaves del candado de la maleta y no
podía abrirla de otra manera. La había liado. ¿Qué podía hacer ahora? Pues
recurrir a YouTube, naturalmente. Hacedme caso: Todas las respuestas de la vida
están en YouTube. Busqué un vídeo en el que me enseñaban a abrir una maleta
utilizando un bolígrafo, ¡y dio resultado! Así que al final todo acabó bien.
Hacia el final de la
tarde llegó uno de los momentos más esperados para mí: ¡Conocer a Estelwen
Ancálimë en persona! Estelwen, a quien quizá ya conozcáis de otros blogs como La luz de Valinor y Mi princesa y yo, me ha dado una calurosa bienvenida a su tierra
(que también es bastante calurosa), y me ha presentado a su marido Tindomion y
a su pequeña Ratoncita, una niñita preciosa que se enamoró de mí (o de mis
collares, no estoy muy segura…) nada más verme. Este ha sido uno de los
momentos más emocionantes de toda la semana porque, como soy muy tímida, no
sabía cómo iba a ser el primer encuentro entre nosotras. Y no podría haber sido
mejor, de verdad. Me he sentido arropada y querida en todo momento, y eso les
honra mucho. Tras una deliciosa cena, volví a mi hotel y di por finalizado mi
primer día en Valencia.
Día 3
En la Fuente del Turia
Después de una
agotadora noche en la que me he visto obligada a subir la intensidad del aire
acondicionado para no morirme de una lipotimia, empezó la verdadera inmersión
en la cultura gastronómica valenciana. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que con
una señora paella como manda la ley? Pero no una paella como se hace en el
resto de España; eso es, parafraseando a Estelwen, “arroz con cosas”. La
auténtica paella valenciana no se parece a la que he estado comiendo toda mi
vida, y hasta el sabor es completamente distinto. Me gusta probar cosas nuevas,
y la verdad es que la paella valenciana me ha gustado mucho ^^*.
Después de comer, por
la tarde, tuve la ocasión de conocer a otra persona muy querida para mí y que
también resulta ser compañero historiador, administrador del blog Castillos en el Aire y comentarista
habitual en esta Biblioteca: F. Escamilla, más conocido en los mundos de
Filmaffinity como Ferdin. Gracias a él he podido vislumbrar parte del centro de
Valencia, con sus iglesias, plazas, fuentes. Fue él quien me llevó a visitar
las Torres dels Serrans, desde donde se tiene una magnífica vista de Valencia,
contándome además algunas cosas sobre su historia que yo no sabía. Me he
alegrado mucho de conocerle en persona, aunque creo que en algún momento al
pobre le he desesperado por mi incapacidad para tomar decisiones cuando me
planteaba dos opciones a elegir: Que si helado o paseo, que si ver una iglesia
o ir a una plaza, que si ir a la derecha o a la izquierda… ¿Sabéis eso que
dicen de que no se sabe si los gallegos subimos o bajamos? Pues en mi caso es
cierto. En todo caso, a Ferdin le hacía gracia que no pudiera decidirme así
que… ¡todos contentos!
Día 4
Sagunto
Uno de los mejores días
de toda la semana, principalmente porque tocaba ir a visitar Sagunto, antigua
colonia griega que más adelante pasaría a formar parte de Roma. Las ruinas del
emplazamiento romano de Sagunto son una auténtica pasada; es como estar dentro
de la propia Roma. En serio, si os gusta la Historia, os encantará estar en la
antigua Sagunto y pasear entre esas piedras que tienen cientos de años. Fue muy
divertido recorrer las antiguas casas y comentar con Tindomion para qué podrían
haber sido utilizadas en el pasado (aunque él me da mil vueltas en ese aspecto,
ya que yo soy bastante negada para la Historia Antigua). Eso sí, no todo lo de
Sagunto me ha gustado. El antiguo teatro ha sido tan restaurado y modificado
que parece hecho en el siglo XX. Es puro mármol y plástico, y no tiene nada que
ver con su antiguo aspecto. Me dio mucha pena ver así el teatro pues, como
historiadora, estoy a favor de que las cosas se conserven lo mejor posible,
pero respetando su origen. Una lástima, la verdad.
De vuelta a Valencia
city, nos fuimos al centro a comer en un restaurante japonés. ¡Y por primera
vez en mi vida he probado el sushi! Tenía muchas ganas de hincarle el diente a
este famosísimo plato japonés, y he de decir que no he quedado en absoluto
decepcionada. En serio, está delicioso.
Después de comer,
Estelwen y Tindomion me llevaron de ruta por el centro, pero para visitar
lugares tan bonitos como la Estación del Norte o el Mercado de Colón. Aunque
también hubo sitio para las frikadas, porque hemos ido a tres frikitiendas y a
una de las librerías París-Valencia, en donde se pueden encontrar libros a
precios muy bajos. Yo me he comprado uno que trata sobre las geishas por menos
de 3 euros, con eso lo digo todo.
Por la noche cenamos y
de postre nos comimos unas deliciosas trufas de chocolate que me hacen salivar
de gusto cada vez que las recuerdo. Madre mía, qué ricas estaban…
Día 5
Jardines de Monforte
Este ha sido el día de
los jardines, como me gusta rememorarlo. Por la mañana, como me levanté un poco
tarde, decidí ir caminando hasta los jardines de Ayora, pues no estaban lejos
de mi hotel. Son unos jardines típicos del siglo XIX o principios del XX, muy
bonitos. Estaban bastante concurridos, pues parece que todo el mundo tuvo la
feliz idea de ir a pasar allí toda la mañana. Aunque no me extraña, la verdad.
El sitio es muy bonito.
Por la tarde, Estelwen
y yo quedamos para ir a ver dos jardines más: los de Monforte y los del Real.
Los jardines de Monforte sí que recuerdan más al siglo XIX. Son grandes, densos
y muy bien cuidados. Hay estatuas de mármol por todas partes y, sobre todo,
gatos. ¡Decenas de gatos por los jardines! ¡Ayy, me gustan tanto los gatitooos!
Los jardines del Real
son inmensos pero completamente distintos a los de Monforte. Están más
enfocados al paseo o a ir en bicicleta. Aunque no están nada mal y, además,
tienen una gran jaula de pájaros a los que se les puede dar de comer.
Para rematar esa tarde,
nada mejor que un buen helado de chocolate en la Chocolatería Valor.
¡Delicioso!
Día 6
Torres de Quart
Ay, ya queda menos de
vacaciones… ¡Pero eso no iba a detener mi entusiasmo bajo ningún concepto!
Ferdin y yo quedamos ese día para ir a comer unos montaditos, que nunca había
probado (vale, matadme si queréis). Después de comer, dando un paseo, hemos
llegado hasta el Museo de Bellas Artes, donde hay una colección de pintura
sacra realmente impresionante. También vimos una pequeña exposición de Sorolla
y una sala dedicada a Goya, con retratos muy interesantes (¡me encanta Goya!
^^*).
Después de una hora y
pico en el museo, como tenía muchísima sed, nos fuimos a tomar un granizado a
la Plaza de la Reina. Había tanta gente que nos costó un poco encontrar sitio,
pero al final lo conseguimos. Fue un día muy agradable en todos los sentidos,
ya que me lo he pasado muy bien. Eso sí, me dio mucha pena tener que despedirme
de Ferdin. Le voy a echar mucho de menos… aunque siempre nos quedarán Facebook
y el blog!
Por la noche, acepté la
invitación de Estelwen y Tindomion para cenar con ellos. Y fue así como tuve la
oportunidad de iniciarme en una partida de Zombicide, un juego de matar zombies
que está muy entretenido. La partida se alargó un poco más de la cuenta, pero
esas cosas pasan cuando uno se lo está pasando bien ^^*.
Día 7
La Albufera
Último día de
vacaciones. ¡Qué rápido ha pasado la semana! Gran parte de la mañana he tenido
que invertirla en preparar la maleta (y rezar para no pasarme de peso, ya que
la había facturado por 15 kilos… y se acercaba peligrosamente a ese límite), pero
a mediodía me fui con Estelwen y Tindomion a un pueblo cercano a Valencia llamado
El Saler, donde hay un estrecho bosque en el que viven muchas especies de
animales que están protegidas. Me ha hecho mucha gracia el ver que hay señales
que avisan de que hay que tener cuidado con las mamás pato cuando deciden cruzar
la carretera seguidas de sus patitos. Eso sí, al que se atreva a rozar a un
solo animal de El Saler, multazo al canto. Y a mí me parece bien. Así todos
tendrán más cuidado con los animales.
Después de comer una
auténtica fideuá valenciana, me llevaron a ver la Albufera. Me dejó realmente
impresionada, porque no imaginaba que sería tan grande. Y saber que parte de
esa localización fue la que Blasco Ibáñez describió en su magnífica obra Cañas y Barro me llenaba de una gran
emoción, porque esa novela me gustó mucho cuando la leí. Casi podía imaginarme
al Tío Paloma navegando por la Albufera con su pequeña barca, perchando con una
fuerza impropia de sus años.
Y llegó el temido
momento, el de la despedida. No me gustan las despedidas. Me provocan mucha
tristeza. Intento aparentar normalidad, pero me duele en el alma despedirme de
gente a la que le he cogido mucho cariño. Tanto es así, que cuando todos se
fueron y yo me vi completamente sola, me eché a llorar como una tonta. Sé que
es una tontería ponerse así, pero no puedo evitarlo. Lloré por tener que
separarme de los tres: de Estelwen, de Tindomion, de Ferdin. Me daba mucha pena
tener que dejarles, pero había que volver a casa y eso no podía cambiarse. Eso
sí, hubo fuertes abrazos, besos cariñosos y la promesa de volver a vernos en el
futuro.
Y sé que eso sucederá
algún día. Con un poco de suerte, volveremos a vernos.
¡¡Casi me haces llorar a mí también leyendo esta entrada!! *^^*UUU
ResponderEliminarPara mí y para mi familia ha sido maravilloso tenerte en casa. Nos hemos quedado encantados contigo y también te hemos cogido muchísimo cariño. No todos los días se tiene en casa a una huésped tan amable, educada, simpática y puntual. La verdad es que me dio un poco de rabia que marcharas tan pronto porque me dio la sensación de que me quedaron por oír muchísimas anécdotas interesantes sobre ti, sobre Viveiro y sobre la Historia, que de eso sabéis Tindomion y tu mucho más que yo (por algo sois los expertos, jejeje) y me encanta escucharos hablar al respecto.
Espero que algún día podamos proseguir nuestras interminables covnersaciones, aquí o en Viveiro, a donde prometo hacerte una visita sin falta el año en que mi señor esposo y yo nos animemos a hacer un tour veraniego por Galicia (este año toca Navarra, pero pretendemos recorrernos todo el Norte mientras Ratoncita sea pequeña y no podamos irnos a unas vacaciones largas en el extranjero como hacíamos antaño).
Hablando de Ratoncita, mi pequeña Princesa, que quede muy claro que se enamoró de TI, las pulseras sólo eran un plus. Aprovecho para manifestar públicamente aquí mi asombro ante el hecho de que un bebé de trece meses, que suele ser suspicaz con los desconocidos, se lanzara a tu brazos desde el primer segundo y cada vez que te veía llegar a casa te saludara con chillidos de alegría y tendiéndote los bracitos, como si fueras de la familia. Será verdad eso de que los bebés pueden distinguir las almas puras ;-)
Me alegro muchísimo de que te lo pasaras tan bien, de verdad. Ojalá pronto volvamos a encontrarnos. Mientras tanto, un abrazo y muchos besos de mi parte, de Tindomion (que me comentó varias veces que le caíste genial, por cierto) y de nuestra pequeña Ratoncita ^_^
El sentimiento es mutuo, ^^*. Como he dicho, me he sentido muy bien recibida y aceptada en todo momento. ¡Qué menos que corresponderos como es debido! Os habéis portado de maravilla conmigo y siempre os quedaré agradecida.
EliminarY en cuanto a Ratoncita, si ella se ha enamorado de mí, lo mismo me ha pasado a mí con ella. ¡Es que es tan mona! Nos gana a todos con un par de gorjeos, XD.
Y que sepas que si algún día venís por mi tierra, os enseñaré todo lo que pueda. Aunque hay poquitas cosas, seguro que os gustará.
¡Un beso para los tres!
Interesantísima crónica de tu estancia en estas tierras infernales del levante!!! Y muchas gracias por la parte que me toca ^^. Ha sido un auténtico placer y una alegría el conocerte y pasar unas horas contigo, he disfrutado mucho y me lo he pasado muy bien, aunque sea callado (lo sé perfectamente, jaja). Sólo lamento el que te fueras tan pronto y el no haber podido hacer y ver más cosas...espero que la próxima vez las circunstancias sean más propicias y pueda ser más hospitalario!
ResponderEliminarY queda pendiente como sabes un viaje al norte :) Un fuerte abrazo!
Gracias a ti, que seguro has sacado tiempo de donde no lo había para estar conmigo. Para mí también ha sido un privilegio conocerte en persona; era lo que quedaba, porque de las veces que nos hemos hablado por messenger y whatsapp casi parece que nos conocemos de toda la vida. En cuanto a lo de ser callado, no te preocupes; yo tampoco puedo presumir de ser muy parlanchina ^^*. Me lo he pasado muy bien y eso es lo que importa. Si algún día volvemos a vernos, haremos todo lo que no nos dio tiempo a hacer.
EliminarY que sepas que espero verte algún día por las tierras del norte! Serás bien recibido! Un beso muy grande!