Cuenta la leyenda que, oculta en
lo más espeso del bosque, existió una república independiente de hombres buenos
y justos, que habían sufrido persecuciones y arbitrariedades por el hecho de
ser humildes, pobres y oprimidos, y que esperaban el momento en el que cambiara
su suerte. Mientras tanto, se dedicaban a arrebatar las riquezas conseguidas
por los poderosos de forma injusta y repartirlas entre los que más las
necesitaban. Es el mito del buen ladrón. Es la historia de Robin Hood.
El nacimiento de un héroe
La exaltación épica de un
forajido, de un rebelde, es fenómeno común en la tradición popular de todos los
países: Fra Diávolo en Italia, Diego Corrientes en España, Mandrin en Francia y
Jesse James en Estados Unidos son los ejemplos que se recuerdan al instante,
pero la lista podría alargarse mucho. La figura histórica en que se basa la
leyenda dista a menudo de ser recomendable. Fra Diávolo era un delincuente
despreciable, Jesse James un bandido sanguinario, Mandrin un vulgar salteador
de caminos, etc.
Sin embargo, a quien estudia la
mentalidad popular poco le importa la realidad histórica de los individuos que
se han hecho legendarios: lo que interesa es averiguar por qué el pueblo los
eligió para transfigurarlos y convertirlos en héroes. En todo cambio mítico del
fuera de la ley se encuentra un elemento constante: el bandido (de “bandir” o
“publicar bando contra un reo ausente, con pena de muerte en su rebeldía”),
aunque se vea obligado a robar para sobrevivir, jamás se considera hombre que
perjudica a su prójimo, sino siempre y únicamente hombre, sobre todo del
pueblo, en guerra contra la “ley” y la “autoridad”, que se tienen por extrañas
a la comunidad popular.
Partiendo de esta noción no
resulta difícil remontarse al origen. Objeto de leyes injustas, o que se creían
tales porque nadie explicaba sus motivos, y sometido a príncipes crueles, el
pueblo, en cualquier conflicto de un ciudadano con el cuerpo legal, pensaba de
modo instintivo que la razón asistía al primero. No en balde en todas las leyendas
de forajidos heroicos se dice que el protagonista se convirtió en bandido, no
por iniciativa propia, sino por haber sido víctima de una injusticia que la ley
no quiso reparar.
El más famoso de estos héroes
populares es, sin duda, Robin Hood. Según la tradición, vivía en el verde
bosque de Sherwood (Inglaterra), libre e inapresable, con un grupo de
compañeros sumamente valerosos y leales: Little John, Friar Tuck, Much, Will
Scarlet, etc. De carácter alegre, franco y aventurero, dotado de astucia
diabólica y burlona, y de una destreza increíble en el manejo del arco, era un
auténtico azote para sus enemigos. Y sus adversarios eran los del pueblo:
nobles feudales, obispos odiosos y funcionarios crueles y fuertes.
“Quitaba a los ricos para dar a
los pobres”, dice de él una balada, y los desheredados estaban de su parte, lo
ayudaban, protegían, ocultaban y, sobre todo, admiraban y amaban, porque, como
dicen los versos de otra canción:
Quiso darles todo
Para socorrerlos en su penuria desmedida;
Y por ello el pueblo entero rezaba por él
Y deseaba que no llegase nunca el día de su captura.
Al igual que otros mitos, la
leyenda de Robin Hood ha ido forjándose a lo largo del tiempo hasta tal punto
que nos resulta del todo imposible distinguir qué partes son verdad y qué
partes son ficticias. La leyenda ha pasado por tantas generaciones que se ha
distorsionado con lo que algunos han añadido para embellecerla y lo que otros
han suprimido por cuestiones políticas o sociales. Pero retrocedamos en el
tiempo y vayamos al lugar donde todo empezó.
En el principio
La historia se remonta a los
tiempos del rey Ricardo I (1157-1199). Le llamaron Corazón de León por su coraje y arrojo; el tiempo y la tradición le
convirtieron en el paradigma del rey caballero andante, de la cortesía, de la
nobleza y de la reconciliación de un pueblo. Pero lo cierto es que Ricardo I de
Inglaterra fue un monarca contradictorio, intrépido, a veces cruel, otras
soberbio, siempre valiente, dominado por sus pasiones y permanentemente en
guerra.
Dos años antes de que llegara al
trono, en 1187, el rey Saladino había tomado Jerusalén. Este hecho causó una
honda conmoción en toda la cristiandad, y el papa Gregorio VIII llamó a una
nueva cruzada. Ricardo impuso tributos para armar un ejército y en 1189, al
poco de tomar posesión de la corona, dejó el país para emprender el camino de
la guerra santa. La presencia de otros grandes monarcas hizo que esta cruzada
fuese una de las más grandes que habían tenido lugar desde 1095, pero el
resultado de todo este esfuerzo fue pobre. De regreso a Inglaterra en 1192,
Ricardo fue capturado cerca de Viena y el duque Leopoldo pidió por él un
rescate de 150.000 marcos.
En aquellos momentos, Inglaterra
no estaba en paz. El hermano menor de Ricardo, Juan, más conocido por el
infamante apodo de Juan Sin Tierra,
conspiró con el rey Felipe Augusto de Francia para arrebatarle el trono a su
hermano. La conspiración salió bien durante un tiempo, hasta que Ricardo fue
liberado, regresó a Inglaterra y puso a su hermano en su sitio, aunque le
perdonó por lo que había hecho. La historia siempre ha considerado a Juan Sin Tierra como uno de los peores
gobernantes de Inglaterra. Aunque no fue el rey cruel y despreciable que pinta
la leyenda negra, sí es cierto que fue muy excesivo en la recaudación de impuestos,
lo que le valió pocas simpatías entre el pueblo.
Sello de Juan sin Tierra
Entre las normas y leyes que hizo
cumplir a rajatabla, se encontraba una ley que era tan impopular como injusta
para el pueblo llano: la Ley Forestal.
Los privilegios de caza y la reserva de un espacio de tierra o pasto para uso
de un coto de caza señorial fueron habituales en la Europa feudal, pero fue en la Inglaterra normanda
donde se produjo el desarrollo de una legislación forestal más acabada. Las
leyes inglesas posteriores a la conquista normanda (1066) condenaban a la
ceguera o a la muerte a quien se atrevía a matar ciervos, cuya caza se
reservaba al rey. Pero el soberano cazaba por diversión, y los pobres lo hacían
por comer. Por consiguiente, cazar ciervos en los cotos reales era para el pueblo
una forma de rebelión contra los privilegios y leyes injustas que lo oprimían.
En la conciencia popular eso no era bandidaje, sino un acto de justicia.
El bosque, hasta el siglo XI,
dominaba completamente el paisaje europeo (sobre todo en Europa septentrional,
Inglaterra y el nordeste de la
Galia ), de forma que el Occidente medieval es un enorme manto
de bosques sembrado de calveros cultivados más o menos fértiles. El bosque
desempeñaba también un papel fundamental en la economía: caza, recolección, pastos
y, sobre todo, madera. Pero el bosque también es frontera y refugio: los
bosques servían de límites entre diócesis, principados y reinos, y acogían a
los fugitivos, a los vencidos o a los fuera de la ley.
Será en este contexto donde se
encuadre la leyenda de Robin Hood. El hombre que vio la injusticia de esta
normativa y desafió a la autoridad más elevada por defender unos ideales que
consideraba más equitativos para el pueblo, motivo por el cual fue proscrito y
tuvo que ocultarse en el bosque de Sherwood.
“Y le llamaban Robin Hood”
Sobre el nacimiento del mito de
Robin Hood no caben más que conjeturas, pues parecen carecer de base los
estudios de eruditos de los siglos XVII y XVIII destinados a probar la
existencia histórica de Robin Hood, de quien un tal William Stukeley llegó a
establecer un árbol genealógico.
Se le cita como un personaje
histórico en la Original Chronicle of Scotland de Andrew de Wyntoun. Pero
es William Langland el que está
considerado como el padre del héroe, al que menciona en el poema épico Piers Plowman, obra escrita en 1337.
Entre los siglos XIV y XV
empiezan a proliferar los textos acerca de Robin Hood, probablemente debido a
la enorme fama que alcanzó el personaje. Las más conocidas son “Robin Hood y el
monje”, el poema “Una aventura de Robin Hood” y “Robin Hood y el alfarero”. En
estos relatos, Robin es un hombre libre que vive como un proscrito, pero no es
un rebelde contra el orden social porque respeta todos los derechos del rey
(salvo la propiedad de los venados) y porque sus acciones cuestionan el abuso
de la autoridad, no sus fundamentos.
Hay una importante referencia a
su existencia en la Historia Majoris Britanniae, escrita por el erudito
escocés John Major en 1521. Es en
esta obra cuando se le ubica en los tiempos de Ricardo Corazón de León y se
configura la épica del sajón enfrentado a los opositores normandos. En su
novela Ivanhoe (1819), sir Walter
Scott identifica a Robin Hood con un sajón llamado Locksley que, junto con sus
aliados, ayuda al rey Ricardo a recuperar su trono.
Aunque cada vez hay menos
partidarios de la teoría de que Robin Hood fue un hombre de carne y hueso,
todavía quedan remanentes que sostienen lo contrario. De ese modo, nos
encontramos con varios candidatos y teorías. Una de ellas sitúa a Robin en el
primer tercio del siglo XII y lo identifica como un noble. Tal deducción se
fundamenta en dos datos: es cantado en baladas, y en sus versos se hablaba de
personas de esta clase social, pues eran los destinatarios de ellas y no el
común de los ingleses; y el otro que las armas en que era ducho eran la espada
y el arco, también privativos de la alta cuna. Por lo tanto, no estaríamos
hablando de un bandido social al que proscribieron por sublevarse contra las
injusticias que sufría el pueblo, sino de un hidalgo que quedó al margen de la
ley por ser del bando contrario al régimen político imperante.
Otra tesis sitúa a Robin Hood
lejos del rey Ricardo Corazón de León y el príncipe Juan sin Tierra,
concretamente cien años más tarde, durante el reinado de Eduardo II
(1307-1327). En estos tiempos se produjo una rebelión contra la Corona y sus colaboradores,
encabezada por el conde de Lancaster, que fue finalmente derrotado. Como
consecuencia de su oposición, el rey le confiscó todas sus propiedades y Robin
Hood, que había combatido con él, debió refugiarse en el bosque para
sobrevivir.
Lo cierto es que debemos ver a
Robin Hood como un héroe de balada. En sus primeras apariciones literarias es
un personaje burlesco que se entretiene haciendo que otros se peleen entre sí
para divertirse. Luego evoluciona y se convierte en un héroe que lucha por la
libertad, un noble que se enfrenta al poder por recuperar su lugar. La búsqueda
del origen del mito y su rastro en poemas y canciones ha sido el principal objetivo
de estudiosos del tema, que han encontrado varias pistas. Así, hay menciones a
un tal William Robehood en el siglo XIII, aunque las obras más antiguas que le
mencionan se remontan al primer tercio del siglo XIV.
Al principio, Robin Hood fue un
embaucador, un rufián que se divertía metiendo cizaña y provocando que otros se
pelearan; pero acabó siendo un héroe de capa y espada que luchaba por la
justicia. Hay, por tanto, un primer Robin y un segundo Robin: el primero es un
tipo que se dedica a beber, pelear y robar a los obispos y señores feudales,
ignorando a los pobres, y el segundo es un patriota altruista defensor de los
oprimidos. Robin Hood es un héroe del pueblo (Arturo es un héroe de la
nobleza): la imagen que acabó formándose de él fue la de un rebelde que robaba
a los ricos para repartir sus riquezas entre los pobres.
Poco a poco, la historia cobró
nuevos matices que la enriquecieron enormemente. Hacia mediados del siglo XVI
se empezó a dar forma a los famosos Merry Men y a embellecer aún más la figura
del héroe. Más adelante, a estos alegres forajidos se les había unido un
fraile, Robin mantenía un hermoso romance con la bella Lady Marian, y el
personaje hasta adquiere tintes nobiliarios.
A partir del siglo XVI, con la
llegada de la imprenta, la historia de Robin Hood se vuelve más refinada y nos
resulta mucho más familiar. A lo largo de los siguientes siglos, el personaje
tomará más rasgos y más anécdotas a medida que cada generación haga sus
aportaciones. El Robin Hood del siglo XVIII se mete en situaciones absurdas,
como disfrazarse de monje para sacarles el dinero a dos frailes, antes de ser
capturado y de avisar a sus amigos para que lo rescaten.
Sin embargo, lo verdaderamente
importante de Robin Hood no es saber quién fue, si es que realmente existió
alguien con ese nombre, sino la fascinación que despierta su figura en todos
los lugares y en todos los tiempos. Nadie sabe quién fue Robin Hood y su pista
se pierde entre las brumas de la tradición oral y de la leyenda. Pero acaso
importe poco cómo vivió y quién fue Robin Hood, porque lo que trasciende es el
mito. En el fondo, tanto él como sus congéneres responden a una exigencia
instintiva del espíritu humano, de la que son una encarnación entre ética y
simbólica: la necesidad de que la verdad y la justicia triunfen incluso en
contra de las convenciones aceptadas y los principios de autoridad
establecidos.
Mitos ocultos en el bosque de Sherwood
Héroe, arquero, amante, cazador
furtivo, ladrón, vagabundo… Robin Hood es un personaje que ha ganado en matices
a lo largo del tiempo. Y uno de los aspectos más destacables, sin los cuales la
leyenda carece de todo sentido, es la invención de un marco y unos personajes
de gran carisma que rodeen al héroe y le ayuden en sus aventuras, y que, al
igual que Robin, se han ganado un lugar de honor dentro del mito.
Lady Marian
Lady Marian no fue un personaje
histórico embellecido, sino que se trata de una invención. Apareció, como alma
gemela y compañera de Robin Hood, en el siglo XVI, y probablemente fuera
resultado de un personaje del siglo anterior: la Dama de las festividades de
mayo.
Se trataba de unas fiestas
populares que tuvieron un gran auge en la Edad
Media , pero se necesitaron varias generaciones de bardos para
que Robin y Marian se enamorasen. No es extraño, pues, que a algún bardo se le
ocurriera forjar un romance entre el atrevido rebelde y la ficticia Dama de las
festividades de mayo. Tanto en las obras de teatro como en las películas de
Robin Hood, Marian es una noble normanda que ayuda en secreto a Robin y sus
amigos. En ocasiones se le inventa un parentesco con el rey Ricardo, y a menudo
llama la atención de otros hombres, como Guy de Gisbourne o el sheriff de
Nottingham, que la reclaman como esposa.
Los Merry Men
En las primeras baladas que se
conocen, Robin Hood aparecía con uno o dos amigos con los que compartía
aventuras, pero con el paso del tiempo al héroe se le unieron varios compañeros
que fueron conocidos como los Merry Men (“hombres alegres”), y cuyos nombres
han pasado a formar parte del imaginario popular.
-
Little John: Lugarteniente de Robin Hood, su función
principal era aconsejar a Robin y aleccionar al equipo. Tanto en las antiguas
baladas como en las versiones más modernas de la historia, es uno de los
primeros miembros de la banda. Es fiel, inteligente y, según se cuenta, muy
fuerte. Se supone que fue el único miembro de la banda que estuvo presente en
la muerte de Robin Hood.
-
Will Scarlet: Uno de los mejores espadachines de la
banda de Robin Hood. En las versiones medievales de la leyenda, Will Scarlet
era el miembro más joven de los forajidos, y en ocasiones aparece mencionado
con otros nombres, como Scarlock, lo que a veces provoca confusión. De él se
dice que era un tanto pagado de sí mismo y que le gustaba vestir de manera
refinada.
-
Much: También llamado “el hijo del molinero”. Este
escurridizo personaje ha caído en el olvido en las adaptaciones modernas del
mito, pero Much, o Midge, como también se le llama, tenía más relevancia en las
primeras baladas. Al parecer, fue sorprendido cazando furtivamente en las
tierras del rey, pero logró escapar y se unió a la banda de forajidos para
luchar a su lado.
-
Fray Tuck: Este monje dado a la bebida es uno de los
personajes más entrañables de la banda de Robin Hood. A pesar de pertenecer a
una banda de forajidos, representa la cara más amable y mundana de la Iglesia , aquella que está
de parte del pueblo tratado injustamente por los poderosos. Se cree que podría
estar inspirado en un personaje real, un tal Robert Stafford de Sussex, que
vivió en el siglo XV.
El bosque de Sherwood
El famosísimo bosque de Sherwood es la floresta más conocida de todo el mundo gracias a la leyenda de Robin Hood. Antiguamente, el bosque de Sherwood era un coto privado de caza reservado en exclusiva al rey. Robin Hood se atrevió a penetrar el bosque para cazar un venado, lo que le valió convertirse en un proscrito y ser perseguido por la ley.
En la Edad Media, el bosque era un lugar que se prestaba a todo tipo de historias y fantasías debido a su carácter misterioso y oculto. No eran pocos los forajidos que, al igual que Robin Hood, tuvieron que buscar refugio en el bosque para escapar de la justicia, aunque en la época se consideraba un gran riesgo por la cantidad de peligros que se ocultaban entre los árboles. ¿Quién sabía qué clase de criaturas extrañas o espectros aterradores habría allí escondidos, esperando a los incautos que se adentraran en el bosque?
Terribles las injusticias que esta leyenda ha cometido con la realidad histórica, hasta el punto de influir en la cultura popular ensalzando a un rey terrible como fue Ricardo Corazón de León y arrastrando por el fango a un rey visionario y adelantado al Renacimiento como fue Juan Plantagenet. De hecho, hace tiempo escribí un artículo acerca de este tema en mi blog. Está aquí, por si te interesa (http://laluzdevalinor.blogspot.com.es/2013/03/desmitificando-robin-hood.html), y me remito a él para no hacerte el comentario demasiado largo ;-)
ResponderEliminarSi nos paramos a pensar, la Historia no ha sido del todo justa con muchos personajes, y Juan sin Tierra no se quedó atrás. Las fuentes de su propio país ni siquiera se ponen de acuerdo con él: la Enciclopedia Británica dice que fue un tipo vengativo y traicionero, pero la web de la monarquía inglesa lo consideraba un administrador capaz, interesado en la ley y el gobierno, pero desconfiado. Aunque la Carta Magna fue un documento muy novedoso en su tiempo, hay que reseñar que no la firmó de buena gana, sino que fue forzado a hacerlo. Yo lo dejaría en que fue como cualquier persona: ni muy malo ni muy bueno, con sus más y sus menos.
EliminarLeí tu artículo y me gustó mucho ^^*. He querido centrarme casi exclusivamente en la figura de Robin Hood porque, a fin de cuentas, es el auténtico héroe de la historia. Como ya escribí sobre Arturo, era lógico que le dedicara un artículo a Robin Hood.
Vuelve la Laura mitómana y legendaria :). Robin Hood es uno de mis personajes a medio camino entre la realidad y la leyenda favoritos desde que era niño (para qué negarlo, a causa de pelis como la de Disney y la de Kevin Costner XD) y siempre ha estado "rivalizando" con Arturo en mi imaginación, aunque un poco por detrás de la del rey.
ResponderEliminarY por eso me ha gustado mucho, recordando momentos y lecturas pasadas, y aportándome cosas que no sabía, como siempre que te leo ;)
La verdad es que da para un libro la de cantidad de reyes y personalidades reales que han salido perdiendo o ganando con las leyendas europeas. A ver si alguien lo escribe y publica...ejem!! ;)
Y desde luego, a ver quién no querría vivir las andanzas de unos simpáticos bandidos en su refugio del bosque de Sherwood, viviendo libremente, bebiendo cerveza, cantando canciones y clavándoles flechas en el culo a los hombres del rey... :D
Un beso!
Como siempre, muchas gracias por tus palabras! ^^*. A mí también me ha fascinado siempre el mito de Robin Hood, y mucho más si tenemos en cuenta que nací y crecí en las verdes tierras gallegas, que esconden todo tipo de leyendas entre sus bosques. ¿Cómo no imaginar que un escurridizo Robin Hood se podía ocultar entre los árboles?
Eliminar¿Detecto un cierto tono de sugerencia en cuanto al tema de los personajes históricos denostados o ensalzados por las leyendas? XD Veré entonces qué puedo hacer, jajaja!
¡Pues anda que no sería divertido ser como Robin y vivir sus aventuras! Sin ataduras, sin rendir cuentas a nadie, pero ayudando a los más necesitados, a los oprimidos por leyes injustas. No me extrañan las palabras que Eric Hobsbawn dijo de él: "Por eso Robin no puede morir, y se le inventa incluso cuando no existe".
¡Un beso para ti!
Uy, no sabía yo que había habido equivalentes a Robin Hood en otros países, ¡incluso en España! Me siento un poco cateta jajaja.
ResponderEliminarLa verdad es que ha sido un artículo bien completo que me ha abierto la curiosidad y he ido a mirar el tuyo del Rey Arturo y que pluma, Laura, hija (desde aquí aprovecho para decir que soy de Team Arturo xD, que la leyenda artúrica hace que se me caiga la baba y creo que he leído/visto todo lo que tenga cierta reminiscencia al rey que fue y será). He aprendido cosas de Robin que no sabía, como lo de que Lady Marian viene de la Dama de Mayo.
Mi favorito siempre ha sido Fray Tuck, puede que por la influencia de la película de Disney jajaja y por eso mismo me niego a que Robin Hood se muera. No, no, se muere de viejito y con muchos hijos con Lady Marian, todos viviendo en el bosque en una casita muy apañá.
Un besito.
(¡Aúpa Arturo y hip hip hurra para Merlin)
¡Jajaja, de cateta nada! Reconozco que, antes de documentarme para el artículo, yo tampoco habría sabido decirte quién era Diego Corrientes. Pero así es como se aprende, ¿no? Ahora todos sabemos un poquito más.
EliminarGracias por tus palabras, Eurídice. Me da mucha alegría que ambos artículos te hayan parecido interesantes. El de Arturo me ha salido bastante más completo, en parte porque tengo muchísima información sobre él, mientras que para el caso de Robin Hood me hubiera gustado poder investigar un poco más. Pero bueno, creo que me ha salido bastante resultón.
No he puesto, como habrás podido leer, nada sobre la muerte de Robin Hood. Y es curioso que hagas esa mención, porque tanto en la película Robin y Marian como en algunas leyendas que circulan en el norte de Inglaterra, se dice que Robin, ya muy viejo y achacoso, habría ido a un convento para pedirle a la abadesa (¿lady Marian, quizás?) que le curase. La abadesa le habría practicado una sangría que le llevaría a la muerte; pero antes de que eso sucediera, Robin habría cogido su arco y habría lanzado una única flecha por la ventana, pidiendo que se le enterrara allá donde cayera. Un final poético y muy adecuado para el buen ladrón.
Otro beso para ti!
PD. A mí también me tira más el mito de Arturo. No sé por qué, pero parece que los líos de faldas de la nobleza llaman mucho más la atención, ^^*