lunes, 25 de julio de 2022

La caída de Rory Gilmore

 

Para las chicas tímidas, solitarias y centradas en los estudios como yo, Rory Gilmore era todo un icono y modelo a seguir. La coprotagonista de la famosa serie Gilmore Girls, creada por Amy Sherman-Palladino, representaba a un tipo de chica que pocas veces se veía en un papel principal: el de la chica joven centrada, responsable y dedicada a sus estudios que quería convertirse en una mujer de éxito en el futuro. Además, era muy guapa, inteligente, y con un gusto musical y literario impresionante.  La serie te hacía adorar a Rory, admirarla y querer ser como ella. Era todo un ejemplo a seguir para cualquier estudiante, porque todo lo que la concernía parecía destinado a encumbrarla y convertirla en una triunfadora. Cuando me sentaba a ver la serie, sentía una gran conexión con Rory... hasta que volví a ver la serie años después y descubrí que no era tan perfecta como me la querían mostrar.

Cuando la serie Gilmore Girls salió en antena allá por el año 2000, fui una de las muchas personas que quedó encandilada por la sencillez y, al mismo tiempo, complejidad de la trama. El argumento en sí es de lo más sencillo: Una madre joven y su hija adolescente en su día a día, con sus pequeños conflictos, sus relaciones, amistades y desafíos cotidianos. La gracia de la serie no estaba tanto en el hecho de que Lorelai, la madre, hubiera tenido a su hija Rory a la temprana edad de dieciséis años, sino en la relación madre/hija que tenían, más parecida a la amistad que los padres de los tardíos años 90 querían tener con sus propios hijos. Ambas chicas Gilmore tenían los mismos gustos y un gran conocimiento de la cultura popular, y sus rápidos e ingeniosos diálogos eran la chispa de la serie, lo que le daba verdadera personalidad y lo que al final acabó haciéndolas inmortales. La serie, todo hay que decirlo, estaba escrita de manera impecable, inteligente y con un buen desarrollo de personajes. En resumen, lo tenía todo para gustarme, y lo logró.

Sin embargo, los años no perdonan y revisionar una serie puede hacer que pierda el encanto del que disfrutaba en su época. Al fin y al cabo, los tiempos cambian, maduramos y vemos las cosas desde otra perspectiva, y todo eso afecta a nuestros recuerdos. Por eso solemos rememorar nuestra infancia como la mejor del mundo, las series que veíamos eran insuperables, la música muchísimo mejor que la que hay ahora. Es el signo de los tiempos, de todos los tiempos, porque pasa en todas las épocas. Por desgracia para mí, el volver a ver Gilmore Girls tuvo la mala fortuna de hacerme cambiar de punto de vista acerca de las protagonistas, pero especialmente de Rory Gilmore. Ya en su día me cansé un poco de ver la serie allá por la tercera o cuarta temporada, de modo que tomé el toro por los cuernos y decidí que volvería a ver la serie, esta vez entera, para poder juzgar con mejor criterio. Asimismo, aproveché para ver también el revival que sacó Netflix allá por el 2016 para ver lo que había sido de los personajes que en su día tanto me habían gustado. Y el resultado es este post que hoy os traigo, en el que me centro en la gran decepción que sentí con el ascenso y caída de Rory Gilmore.


ATENCIÓN: A partir de aquí, habrá SPOILERS de absolutamente toda la serie, sobre todo de aspectos concernientes al final y el destino de sus protagonistas.




La Princesa de Stars Hollow

Si no habéis visto Gilmore Girls, aquí va un pequeño resumen. La historia sigue la vida de Lorelai Gilmore y su hija Rory, la cual se desarrolla en un pequeño pueblecito ficticio de Connecticut llamado Stars Hollow. Al comenzar la serie, Lorelai se ve obligada a pedirle dinero prestado a sus padres, con los que apenas tiene relación, para que Rory pueda matricularse en la prestigiosa escuela privada Chilton y así tener un mejor acceso a la universidad de Harvard, el sueño de Rory. Como condición a cambio del préstamo, Lorelai y Rory deben cenar con ellos todos los viernes y estarán presentes en su vida de manera continua. Los padres de Lorelai, Richard y Emily Gilmore, pertenecen a la clase alta de Hartford y tienen una relación muy tirante con Lorelai, ya que esta se quedó embarazada a los dieciséis años y huyó de casa cuando se enteró de que querían obligarla a casarse con su novio de entonces y padre de su hija, Christopher. Buscó refugio en un pequeño hotel de Stars Hollow y la dueña las acogió a ella y a Rory, ofreciéndole a Lorelai un lugar donde vivir y un trabajo. Con el tiempo, Lorelai acabará convirtiéndose en la directora del hotel, y Rory crece siendo una chica emocionalmente sana, inteligente y madura para su edad. Debido a ese suceso del pasado, Lorelai es muy reacia a tener contacto con sus padres, a los que considera unos monstruos dominantes y destructores de sueños, de modo que será la sensata Rory la que desde el principio actúe como punto de unión entre ambas partes.

Al principio de la serie, se nos presenta a Rory como una chica más bien tímida, solitaria y con la nariz siempre metida en los libros. Tiene una meta muy clara en su vida: ingresar en la universidad de Harvard y convertirse en periodista para emular a su ídolo, Christiane Amanpour. Para mí fue muy fácil conectar con Rory porque mi personalidad era casi un calco de la suya, sobre todo en el año 2000, cuando empezó la serie. Pero con el tiempo me llevé un chasco, pues me di cuenta de que Rory Gilmore era, en realidad, una persona horrible. No solo eso: la han convertido en una completa negada, y lo peor de todo es que en la propia serie nos daban pistas de que todo iba a terminar así.

Analicemos la situación: Rory Gilmore es hija y nieta única. La vida de su madre y la de sus abuelos gira siempre a su alrededor; todo lo que dicen, piensan o hacen tiene su foco en Rory. Es un ángel perfecto y maravilloso: dulce, cariñosa, inocente, inteligentísima. Por si fuera poco, es una estudiante modelo, le encanta leer, es buena con sus compañeros, el ojito derecho de los profesores y hace amigos hasta en la cola del baño. A pesar de que tiene una gran conexión con su madre, Rory posee muchas virtudes de las que Lorelai carece: Es más ordenada, rigurosa, responsable, educada y madura que la mujer que le dio la vida. Toda la familia tiene la idea de que Rory es la elegida que va a salvar el apellido Gilmore, entendiendo por esto que no cometerá los mismos errores que cometió Lorelai y que llegará a ser alguien importante en el futuro. Como si Lorelai, que ha trabajado duro hasta llegar a dirigir un hotel, sacarse la carrera de Empresariales y comprar su propia posada, fuese una fracasada total.



Pero quietos, que Rory no solo es querida dentro de su propia familia: ¡Todo Stars Hollow la adora! Luke, el dueño de la cafetería, la quiere con amor de padre; sus vecinos siempre cuentan con ella y se interesan por su vida (a veces demasiado); gusta a todos los chicos que posan su mirada sobre ella… A Rory la vida le sonríe siempre. Se le facilita todo, se le consiente todo y se le perdona todo con la excusa de que es una chica especial y extraordinaria. Quienes la rodean están a todas horas asombrándose de lo lista y culta que es. El desmedido amor que provoca esta chica llega a un punto tal que causa una gran ceguera en el resto de personajes que la rodean. Está tan endiosada que no se concibe que Rory pueda cometer errores y equivocarse como cualquier ser humano, y cuando lo hace es motivo de gran preocupación. Eso sí, para que no pierda su aura divina, sus allegados se apresuran a liberarla de la culpa y achacársela a las circunstancias o a las malas compañías. Por lo tanto, vistos estos precedentes, no resulta extraño que Rory acabe creyéndose por encima de los demás, se vuelva más autoritaria y arrogante, y se enfade cuando algo no le sale bien o no lo consigue con la facilidad que espera.

Está bastante claro que Rory padece el síndrome del personaje principal. Está tan convencida de que es la protagonista de la historia que se justifican comportamientos bastante dudosos por su parte, como el hecho de robar un yate durante un berrinche o tener romances con hombres casados o comprometidos. Su actitud ante la vida y el hecho de considerarse una triunfadora nata mientras aparenta ser humilde es un reflejo de lo que muchos tildan de privilegio millenial. Ese es uno de sus mayores problemas: su incapacidad para aceptar lo privilegiada que es. Tanto a Rory como a Lorelai les encanta pensar que están muy en contacto con la clase obrera solo porque Lorelai decidió renunciar al dinero y protección de sus padres cuando se quedó embarazada. Sin embargo, a lo largo de la serie no tienen ningún problema en acudir a Richard y Emily cuando hace falta dinero: pagar la escuela privada de Rory, conseguir un coche nuevo, la matrícula de Yale, viajes a Europa, y así un largo etcétera.

A medida que avanza la serie, vemos con mayor claridad que Rory se siente mucho más cómoda dentro del mundo privilegiado en el que se mueven sus abuelos y su novio Logan, pero aun así se niega rotundamente a admitirlo. Desea con fervor que se la admire por sus logros, pero acepta trabajos y oportunidades que le son puestas en bandeja por personas allegadas a ella. Rory está donde está porque siempre se lo han dado todo, y como nunca ha tenido que esforzarse por nada, no sabe lo que cuestan las cosas. La hemos visto trabajar en el periódico de Yale, pero no percibe ningún sueldo por ello; también trabajó por un corto período en una librería a la que terminó comprando todos los libros (más bien su madre se los compró); realizó también unas prácticas laborales, que tampoco siempre pagan. Entonces, ¿de dónde sale el dinero para pagar su apartamento fuera del campus? ¿Cómo puede permitirse pedir comida a domicilio todos los días? ¿De dónde vienen sus ingresos? ¿De sus abuelos? ¿De su novio? ¿De su padre asquerosamente rico?


Yo, yo y siempre yo

Gilmore Girls retrata a la perfección la personalidad de una millenial adolescente. Sus experiencias fueron un presagio de lo que se convertiría en los retos definitorios de sus compañeros de clase media-alta en el futuro, desde manejar el privilegio de la elección hasta lidiar con un falso sentido del derecho. Cierto es que los millenials, entre los que me incluyo, estamos considerados como una de las generaciones más preparadas, con más acceso a la información, la mayoría con titulación universitaria y muy conscientes de la importancia de los avances tecnológicos, pero también se achacan a esta generación diversos malos hábitos que vemos una y otra vez en Rory. Sirvan como ejemplos su actuar con demasiado derecho, su sensibilidad o mala reacción ante las críticas, el no saber trabajar en equipo y el querer ser emprendedor pero sin comprender lo que eso significa o lo que reporta.

Ya hemos hablado del privilegio de Rory, que está fuertemente arraigado como resultado de su entorno bien situado económicamente y de las altas expectativas puestas en ella. Hablamos de una chica que, según su madre, ya deseaba ir a Harvard desde que empezó a gatear. La misma chica que, cuando no consigue la beca para entrar en el New York Times, sus abuelos no conciben que haya alguien más preparado que ella para formar parte del prestigioso periódico, y culpan al nepotismo para justificar el rechazo; nepotismo, por otra parte, que ellos mismos ejercen con Rory ayudándola a ingresar primero en Chilton y luego en Yale.



Lo cierto es que Rory no está preparada ni para ser periodista ni para ejercer de ello. No está realmente preocupada por ninguna causa en específico, no hace investigaciones por cuenta propia, ni sale a la calle a hacer labores de reportera. A Rory la vemos leer mucho y escribir algunos artículos teóricos, pero ese no es el trabajo de una periodista del estilo que quiere ser en el futuro. Cuando se le pregunta por qué quiere dedicarse al periodismo, se queda sin palabras y acaba balbuceando algo sobre que quiere hacer algo importante que sea recordado por todos. No sabe qué más decir porque no sabe lo que es ser periodista. En cierto momento, el padre de su novio Logan le ofrece un pequeño puesto de becaria en uno de sus periódicos más recientes y, tras unos pequeños titubeos, vemos a nuestra princesita de Stars Hollow llevar a cabo sus tareas con sorprendente brillantez y eficiencia. O eso cree ella.

El señor Huntzberger es el único personaje que se atreve a decirle la verdad a la cara basándose en lo que ha visto en ella, y dictamina que Rory no tiene lo que se necesita para ser periodista. Durante su paso por el periódico, solo ha hecho trabajos de asistente y no ha aportado ni una sola idea o punto de vista nuevo, lo que lleva a Huntzberger a hablarle con la verdad en la mano. Rory se queda perpleja. Todo su mundo hecho añicos, sus sueños destrozados por culpa de un ricachón que no tiene ni idea de cuánto ha hecho ella por estar ahí y ser periodista. Y como es una chiquilla que no sabe reaccionar ante una crítica y mucho menos defenderse o aprender de ella, en vez de recibir el golpe y tratar de mejorar, decide irse con su novio a robar un yate, lo que le traerá problemas con la ley y será obligada a realizar trabajos para la comunidad. Su manera de afrontar las dificultades es tomarse las cosas como algo personal, como si la estuvieran atacando, cuando lo más sensato sería aprender de la experiencia y aceptar que igual tiene mucho que mejorar si quiere alcanzar el éxito que tanto persigue. Por eso, ante las críticas de Mitchum Huntzberger, Rory toma la decisión impulsiva de abandonar la universidad. ¿Su razonamiento? Si alguien le dice que no vale para ser periodista, entonces debe de ser verdad, así que ¿para qué va a ir a la universidad? Se pelea con su madre y corre a refugiarse en el dinero y solaz que le ofrecen sus abuelos para aclarar sus ideas y ver qué nuevo rumbo toma su vida. Así reacciona la angelical y modosita Rory Gilmore cuando la rechazan de un trabajo, cosa que volverá a repetirse al perder la beca del New York Times. En vez de adaptarse o tratar de comprender el contexto laboral al que pretende acceder, responde de manera petulante porque las grandes instituciones no la están elogiando como deberían. En vez de buscar oportunidades de trabajo, espera que éstas se le presenten por arte de magia, y es por eso que con 32 años es una mujer sin casa, sin trabajo y sin un rumbo en su vida.

En realidad, el contrapunto de Rory y quien mejor representa el modelo de estudiante que ella debería ser es su repelente amiga Paris Geller. Empieza siendo la rival encarnizada de Rory en la Academia Chilton hasta que poco a poco se van haciendo amigas. Es una chica dura, ambiciosa y fuerte, y no teme pasar por encima de quien haga falta para conseguir lo que quiere o lo que considera que merece. Es una estudiante brillante, pero también despótica y brutalmente honesta. No le gusta perder ante nadie y siempre busca la manera de destacar por sus conocimientos, lo que hace que tenga pocos amigos en su día a día. Sin embargo, a pesar de su carácter odioso, hay que reconocer que Paris sabe mucho mejor lo que tiene que hacer para asegurarse un buen futuro académico. No solo se implica al cien por cien en todos los trabajos que le mandan sus profesores, sino que también edita el periódico de Chilton, es presidenta del Consejo de Estudiantes y además hace voluntariado ayudando a construir casas para los sintecho. Todo eso es parte de lo que tiene que hacer un estudiante de su categoría para sobresalir y llamar la atención de alguna de las universidades de la Ivy League. Sin embargo, es Rory la que recibe siempre los mayores halagos, la que causa más simpatías, la que obtiene el valedictorian a pesar de haber suspendido algún que otro examen y la que tiene la inmensa suerte de poder elegir a qué universidad va a ir, mientras que Paris sufre lo indecible al recibir la carta de rechazo de Harvard. Esto me parece muy injusto porque además es muy obvio que se ha hecho así para encumbrar todavía más a Rory, lo que nos hace pensar en qué tendría que haber hecho Paris para obtener el reconocimiento que tanto merecía.


Los amores de Rory

A pesar de que a Rory se la tiene por una chica de belleza deslumbrante, gran intelecto y unos modales exquisitos que enamoran a todos los chicos con los que cruza la mirada, a la hora de la verdad ninguna relación le termina de cuajar. Pero, ¿por qué sucede esto cuando cualquier hombre del universo se sentiría un privilegiado por salir con la maravillosa Rory Gilmore? Pues ni más ni menos que por muchas de las razones que ya he mencionado antes. Rory está acostumbrada a salirse siempre con la suya, y en el caso de los hombres no iba a ser menos: todos aquellos en los que posa su delicada mirada azul caen rendidos a sus pies.

Como tiene el síndrome del personaje principal, es fácil de entender que ella exija de su madre y de sus abuelos toda la atención posible, y esto se extrapola a los chicos con los que sale, pues suele tratarlos bastante mal y le gusta jugar con sus sentimientos. Su primer novio fue Dean Forester, un chico encantador al que solo se puede describir como el novio perfecto. Era amable, atento, cariñoso, respetuoso con Rory y su familia… Le encantaba que estudiara y que fuese tan ambiciosa, pese a que él era mucho más sencillo en ese aspecto. Jamás le levantó la voz ni la obligó a hacer algo para lo que no estaba preparada. ¡Llegó incluso a construirle un coche con sus propias manos y dárselo como regalo! Y, pese a todo, el mundo entero miraba a Dean como si fuera un monstruo que había aparecido para corromper a Rory. Su único defecto fueron los celos, pero incluso estos celos estaban justificados, ya que Rory le ponía ojitos a otros chicos aun estando con él y se atrevía a negárselo en la cara. Dean rompe con ella al ser más que evidente que a Rory le gusta otro chico, y más tarde ella se lamenta y reconoce que es una arpía al darse cuenta de lo mucho que echa de menos a Dean ahora que ya no le tiene. Por último, se las arregla para joderle la vida una vez más al ir detrás de él a pesar del hecho de que está casado con otra chica, consiguiendo seducirle y perdiendo la virginidad con él. Cuando se la acusa de ser "la otra", su reacción es decir que Dean fue primero su novio antes de estar casado con otra, como si eso le diera derecho a considerarlo suyo. Sin embargo, este breve regreso con Dean no le hace respetarlo en lo más mínimo. Rory detesta la vida de Dean porque no es lo que ella se imaginaba para él. Dean es menos ambicioso y dado al estudio que Rory, y se centra más en trabajar, y esto es algo que Rory no es capaz de comprender, en vez de considerar que él podría tener otros gustos o inclinaciones.



Pasamos ahora a Jess Mariano, el chico por el que Rory cambió a Dean. Si Dean era el arquetipo del buen chico, Jess representa en todas sus facetas al rebelde sin causa. Es un Holden Caulfield de manual: un chico problemático, respondón y malcriado que llega a Stars Hollow para vivir con su tío Luke porque ni su propia madre lo aguanta. Todos le tienen una manía tremenda a Jess por razones obvias, pero a Rory le encanta el muchacho porque, oh, es tan culto y ha leído tantos libros. Además, su carácter rebelde y contestatario le viene fenomenal a Rory para poner en práctica sus habilidades como salvadora de almas. Ella es la única que entiende a Jess y justifica todas sus salidas de tono con la excusa de que ha tenido una vida difícil y tiene muchos problemas. Pero la realidad pronto golpeará en la cara a nuestra angelical chica Gilmore: La falta de comunicación, muchas discusiones y la marcha sin explicaciones de Jess, harán que la relación caiga por su propio peso. Lo curioso es que, un par de años después, Jess regresa más cambiado y centrado en la vida, y a Rory no se le ocurre otra cosa mejor que utilizarle para vengarse de otro chico del que está encaprichada.

Y llegamos a Logan Huntzberger, el que sin dudas es el hombre más importante en la vida de Rory Gilmore. El galán de la universidad se convertirá pronto en el interés amoroso de nuestra protagonista, que cae rendida ante su cúmulo de virtudes, a saber: salir de juerga, emborracharse y quedar con sus amigos para hacer locuras que incluyen saltar y faltarle al respeto al personal de los locales de copas a los que van. Es un niño rico y privilegiado, pero tan culto y leído que no le hace falta siquiera pasarse por la universidad. En un primer momento, trata de tener una relación abierta con él, pero pronto se desespera y se echa a llorar porque Logan, actuando como se esperaba que hiciera, no la llama para quedar. Y aunque en ocasiones le falta al respeto a Rory, esta justifica sus desmanes y le da mil oportunidades más de enmendarse. Logan es el chico con el que está más cerca de casarse, pero al final de la serie rechaza su propuesta de matrimonio porque no quiere perder su independencia (?). Sin embargo, eso no le impedirá en el revival seguir acostándose con él a pesar del pequeño inconveniente de que Logan ya está comprometido con otra y Rory tiene un novio llamado Paul del que se olvida constantemente. Esto te lo presentan como muy cómico y divertido, cuando en realidad es patético. ¿Cómo puedes olvidarte de que tienes un novio? ¿Cómo puedes tenerle tan alejado de tu vida que ni siquiera te acuerdas de contar con él para lo más básico, como la cena de Navidad o quedar para desayunar?

Si nos fijamos un poco en el patrón de comportamiento de Rory con los hombres, nos damos cuenta de que no los trata como seres humanos, sino como objetos de su propiedad. Además, parece más que claro que su fijación por los hombres comprometidos responde más a un intento de quedar por encima de la otra mujer antes que en lo atractivos que le parecen dichos hombres. Tampoco parece ser consciente del daño que su comportamiento les causa, pues no entiende las protestas de Dean cuando ella insiste por activa y por pasiva en coquetear con otros chicos. Quizá eso se se deba en parte a su condición de hija única, ya que siempre ha sido mimada por su familia, tiene tendencia a ser egoísta y no es capaz de aceptar una crítica.


Convirtiéndose en su madre

Después del apresurado final de la serie, en el que nuestra preciosa Rory consigue la oportunidad de su vida al conocer a Christiane Amanpour y que esta le ofrezca una vacante en su equipo para cubrir la campaña del senador Obama, los fans se quedaron con ganas de más y consideraron que ese final no estaba a la altura de la serie. Años después, en el 2016, Netflix sacó un revival titulado Gilmore Girls: A Year in the Life, donde podíamos ver qué había sido de las chicas Gilmore y de todos los personajes que tanto nos habían gustado en la serie. En estos cuatro episodios es donde se confirma la caída de Rory Gilmore y su conversión en una vagabunda a los 32 años, la misma edad que tenía su madre al inicio de la serie.

Si comparamos a Rory con Lorelai, vemos que la hija tendría mucho que aprender de su madre en cuanto a superación y desarrollo profesional. Pese a haber sido madre adolescente y fugarse de casa con lo puesto, Lorelai supo abrirse camino en la vida empezando desde abajo, trabajando como doncella en el hotel donde le dieron cobijo. Con el tiempo, empezó a asistir a clases nocturnas para sacarse la carrera de Empresariales y se convirtió en la directora de su propio hotel, el Dragonfly Inn. Se abrió camino ella sola, sin la ayuda económica de nadie, con una niña pequeña a cuestas y logró triunfar. Por el contrario, a Rory siempre se le han ofrecido todas las facilidades y ha logrado mucho menos que su madre a esa edad. Rory nunca ha tenido la necesidad de pelear por hacerse un hueco en la vida, pues todo se lo han dado hecho. Como los demás no querían que le faltara de nada, se lo dieron todo. A lo largo de su vida, Rory no tiene que enfrentarse a grandes dificultades más allá de que no le dan trabajo, pero como no le falta el respaldo económico de su familia, puede tomárselo con mucha calma, algo que Lorelai no pudo permitirse. El ejemplo más evidente vuelve a ser la charla que le da Mitchum Huntzberger, que la deja tan tocada que incluso abandona Yale al verse incapaz de afrontar la crítica. Pues en vez de obligarla a centrarse y valerse por sí misma en esta situación, sus abuelos le ofrecen una vida relajada en su casa de la piscina, donde no tiene que preocuparse por nada.



Pero al llegar a los treinta, vemos a una Rory que no se parece en nada a la tierna adolescente que conocimos al comienzo de la serie. Estamos ante una Rory distinta, parada, triste, sin saber qué hacer. Se da cuenta de que el mundo no se pliega a sus deseos y se toma un tiempo para reconducir su vida. Está atascada en una existencia de vagabunda. No tiene trabajo fijo, no ha seguido el camino del periodismo, no tiene experiencia, su vida sentimental es vacía y no tiene ni la menor idea de por dónde debería ir. Esta es la que se conoce como caída de Rory Gilmore y, aunque en estos instantes a la mayoría de los fans no les ha gustado este destino para ella, en realidad es cuando mejor podemos comprenderla y empatizar con ella. Es la primera vez que Rory tiene que enfrentarse a la vida, y a lo largo de A Year in the Life nos damos cuenta de que su única esperanza de madurar y abrirse paso es convertirse en su madre. La idea es que Rory por fin ve a su madre como un modelo a imitar por su constante lucha para triunfar y salir adelante, y su idea es seguir sus pasos convirtiéndose a su vez en madre soltera. Y aunque nunca se nos dice explícitamente quién es el padre, lo más probable es que este sea Logan, lo cual genera un nuevo paralelismo con el pasado de Lorelai y su enamoramiento de Christopher; en otras palabras, Logan es para Rory como Christopher fue para Lorelai: ambos son galanes inmaduros, hijos de buenas familias, con buen fondo, pero más dados a disfrutar de la vida que a preocuparse por los problemas.

Pero, ¿qué consecuencias puede traer el embarazo para Rory? Es evidente que esto no le facilitará las cosas de cara a conseguir un trabajo o tener éxito profesional, pero la idea que subyace es que Rory seguirá los pasos de su madre para salir adelante, y una vez supere esta prueba, estará lista para enfrentarse al mundo y mostrarle de lo que es capaz. Su idea, a partir de ahora, será parecerse más a su madre que a sus abuelos. Con el tiempo, es posible que deje de pensar tanto en sí misma y pase a centrarse en su bebé, lo que la ayudaría a madurar como persona.


viernes, 15 de julio de 2022

Cómo ser un progre de manual


¡Hola a todos!

¿Eres un joven inquieto de carácter renovador, reformista e innovador? ¿Te consideras una persona tolerante, humanista, laica y de izquierdas? ¿Estás harto de que la casta fascista cometa injusticias contra ti y los que piensan como tú? Entonces, amigo mío, estás llamado a ser un progre. Pero, ¿qué es ser progre? ¿Qué significa ser progre? Bueno, pues aquí estoy yo para contártelo. Hoy te traigo un breve manual en el que explico con todo detalle los pasos que has de seguir para convertirte en progre y quitarte de encima esa inquietud que puede contigo.

¡Adelante!

 

1. Voto

Para formar parte del club de los progres de manual, es importantísimo que se sepa a dónde va tu voto en las urnas. Da igual que el voto sea secreto: tú eres un aspirante a progre como Dios manda, así que tienes la obligación de gritar bien fuerte a quién votas. Si votas al PP, es obvio que eres fascista; si votas al PSOE, eres fascista, pero un poco menos; si votas a VOX, ya directamente eres de la ultraderecha cristiana franquista y ultraliberal. Por lo tanto, si quieres ser considerado un buen progre, tienes que votar a Podemos, a Esquerra Republicana si eres catalán, a Izquierda Unida, al Bloque Nacionalista Galego... En España proliferan los grupos políticos de izquierdas, que suelen ser pequeños pero donde tiene cabida todo el progrerío patrio. Además, es vital que señales y etiquetes de fascista a todo el que no vota como tú. En el caso de que quieras ser el más molón de los progres, tu voto tendrá que ir para Bildu y los proetarras, que están a tal nivel que consideran fachas incluso a los de Podemos.


2. Anticapitalismo

El anticapitalismo debe ser para ti uno de los pilares fundamentales del pensamiento progre si quieres pertenecer al club. Tu deber es odiar al capitalismo por encima de todo, aunque vivas en un país capitalista y te estés beneficiando de él. Admiras regímenes políticos de corte comunista a pesar de no haber vivido nunca bajo un régimen así, y querrías que se implantaran en este país. Eso sí, si por casualidades de la vida tienes que emigrar para buscar trabajo, te irás preferiblemente a Inglaterra, Alemania, Suiza o los países nórdicos, que sí, son países capitalistas, pero es donde hay trabajo, así que toca aguantarse. Pese a que disfrutas de las ventajas que te ofrece un país basado en el libre comercio, tu gran sueño es que se implante el paraíso socialista. Para ti, un país en el que 13 millones de personas se nutren de subvenciones y hay más del 40% de gasto público, es un país ultraliberal que debería tomar buena nota de cómo se hacen las cosas en Cuba.


3. Incoherencia

Para ser considerado un buen progre, una de las cosas más importantes es mostrar una profunda incoherencia en tus palabras y en tus actos. Las personas estamos cambiando y progresando constantemente, de modo que no podemos dejarnos someter por algo tan banal y rancio como la coherencia. Ser coherente es lo mismo que ser conservador, así que no permitas que te hagan sentir culpable por denunciar el capitalismo en Twitter a través de tu nuevo iPhone 12, ni por combatir el exceso de contaminación mientras conduces un coche de gran cilindrada, ni mucho menos por luchar por los derechos de las mujeres y los homosexuales mientras alabas las muy dudosas democracias venezolanas, rusas, ecuatorianas o iraníes. Estás en contra de la guerra, pero hay que hacer matices: que Hamas ataque a Israel, es un movimiento de autodefensa; que ETA colocara bombas en coches y supermercados atestados de civiles, era un acto que formaba parte de la lucha por la liberación y los etarras encarcelados son "presos políticos". Que no te dé vergüenza ser incoherente. ¡Es un símbolo de progreso!


4. Superioridad moral

Si tu mayor anhelo en esta vida es ser progre, has de saber que eso te va a convertir en uno de los elegidos para salvar el mundo de la dictadura fascista que amenaza con destruirlo. Tú eres distinto a todos porque has visto la luz. Tu razón es la razón absoluta; tu verdad, la única que hay. Has sido llamado para redimir a la humanidad fascista, para perdonarle sus pecados, fruto de la ignorancia y de no leer más hilos de Antonio Maestre en Twitter. Tu deber es salvarles, sacarles de su ceguera propiciada por el maldito capitalismo, el liberalismo y Donald Trump. La principal meta de tu existencia es reeducarles en tu pensamiento y enseñarles a ver el mundo como tú consideras que deben verlo. Muéstrales que el dinero, la competitividad y la meritocracia son incompatibles con la opción de un futuro mejor. Enséñales que deben pedir perdón por los errores de sus antepasados, aunque estos hayan sucedido hace quinientos años. Explícales a tu manera la paradoja de la tolerancia de Karl Popper que sacó Pictoline hace un tiempo y que tienes impresa y pegada en la pared de tu cuarto. Diles que gracias a ti, a tu lucha, los demás tienen derechos vitales y libertades con las que solo podían soñar. Diles cómo han de vivir, a quién deben votar, qué causas deben apoyar y qué han de pensar. Y, sobre todo, asegúrate de dejarles bien claro que no todos los valores e ideologías tienen el mismo grado de superioridad moral, y que las tuyas son las únicas correctas y las que deben seguir a rajatabla. Porque eres progre y estás por encima de todos los demás.


5. Estatismo

No puedes hacerte llamar progre si no consideras al Estado como un padre protector al que hay que cederle todos los poderes posibles, ya que es el único que puede encargarse del interés común. Como buen progre, has de saber que el haber nacido en un país del Primer Mundo te convierte en una víctima más del sistema, y como buena víctima que eres, necesitas ayuda constante de Papá Estado para que se ocupe de esas cosas tan molestas que el fascismo te obliga a hacer. Necesitas que el Estado controle tu vida y tu dinero, porque es evidente que tú no eres capaz de hacerlo. Necesitas que te diga en todo momento lo que has de hacer, porque tú no lo sabes y, en el fondo, la libertad de elección es negativa. ¿Para qué quieres elegir algo, si el Estado puede hacerlo por ti? Como bien sabes, querido progre, la libertad de elección trae consigo el riesgo de equivocarse, pero eso es algo por lo que no quieres pasar y, la verdad, siempre es mejor poder echarle la culpa a otro. El Estado te protegerá de esas nimiedades para que tú no tengas que preocuparte por nada. Si en el futuro el Estado se vuelve corrupto, siempre puedes apoyar que se le dé más dinero a los políticos para darles más poder, confiando en que no te van a engañar, como sucedió en la Venezuela de Chávez. ¿No tiene sentido? Recuerdas lo que habíamos dicho de la incoherencia, ¿no?


6. Ateísmo

Llegamos a un punto muy importante en el ideario de un progre. El buen progre de manual debe ser un perfecto ateo que niegue la existencia de Dios. En algunos casos, sobre todo si estás empezando en esto del progrerío, se te otorgará la concesión del agnosticismo, pero lo importante es que cargues continuamente contra la idea de Dios y que, sobre todo, desarrolles un odio visceral hacia la Iglesia católica. Un buen progre debe odiar con todo su ser a la Iglesia, pues se trata de una organización retrógrada, nacionalista y, por lo tanto, fascista. Si hay un caso de pederastia en el seno de la Iglesia, tienes que decir que toda la Iglesia es pedófila, que la religión es el opio del pueblo y hay que borrarla de la faz de la tierra. Ahora bien, hay que hacer una excepción cuando se habla del Islam. Ahí no hay ningún problema y, de hecho, tienes la obligación moral de alabar su cultura y respetar sus creencias, aunque entre estas se incluya la sumisión de las mujeres y el asesinato de homosexuales. Si una organización yihadista comete un atentado, deberás hacer hincapié en que esos son casos aislados y que no hay que criminalizar a todos los musulmanes. Tienes que estar en contra de que se imparta religión católica en las escuelas, pero al mismo tiempo apoyas que se impartan los principios del Islam porque eso es "cultura religiosa" e "inclusividad". Y por último, tienes que felicitar el Ramadán por Twitter pero no hace falta que digas ni una palabra en Navidad o Semana Santa, a pesar de que los cristianos son mayoría en este país. 

 

7. Odio al rico

Otra premisa fundamental. Si hay algo que un progre odia más que a la Iglesia, es al rico. Si te quieres considerar un progre de manual, tienes el deber de ir contra los ricos y acusarles de explotadores, ya que es evidente que no han amasado sus fortunas trabajando duro o poniendo todo su esfuerzo, sino a base de robar y a costillas de los trabajadores explotados por este maldito régimen capitalista y opresor. Para ti, todo el que tiene dinero lo ha conseguido a base de robar y explotar a otros. Como buen anticapitalista que eres, sabes que el empresario es Satanás con la cara de Amancio Ortega. No hay ni uno solo bueno. El empresario monta una empresa porque su deseo, en realidad, es explotar a los trabajadores para hacerse una piscina y llenarla de billetes y furcias. Tu sueño, como buen progre, es que el mundo laboral sea una cadena de cooperativas en las que los medios de producción sean propiedad del trabajador y en el que la figura del empresario no exista. Vamos, la dictadura del proletariado de toda la vida (la única "dictadura" que estás dispuesto a reconocer, dicho sea de paso). Es posible que no hayas creado un solo puesto de trabajo en tu vida (o que no hayas trabajado, vamos), pero eso no debe impedirte dar lecciones a trabajadores que llevan toda la vida doblando el lomo para que voten al partido que tú crees que deberían votar. Tampoco debe causarte sonrojo que los primeros  ricos del país se cuenten entre los políticos socialistas; es posible que tú mismo seas hijo de la burguesía acaudalada, pero ese no es motivo para no dar lecciones de lucha obrera. Recuerda que tú tienes la verdad absoluta y la incoherencia forma parte de tu ser.


8. República

Esta es indispensable, quizá uno de los buques insignia del buen progre español. Entre las muchas cosas tradicionales, rancias y fascistas que odias, como los ricos o la Iglesia, también debes odiar a la monarquía. Tú eres republicano de pura cepa, pero ojo, que hay que hacer algunos apuntes. Tu idea de república no es como el sistema que tienen en Alemania o en Francia. No, señor. Tú eres republicano de la II República española, pero solo del Bienio Reformista, el que va desde el 31 al 33. A pesar de que no habrás tocado un libro de Historia en tu vida, tú sabes perfectamente que en esa época todo era luz y felicidad: las mujeres tenían libertad para votar gracias a ellos, y seguramente también para vestir minifalda y salir de juerga por la noche hasta las tantas; los homosexuales iban por la calle cogidos de la mano y bailando el corro de la patata; y el mundo entero vivía en un sueño donde todo era tolerancia, inclusividad y había tanta prosperidad que hasta los perros se ataban con longanizas, hasta que llegaron los fachas y todo se fue al traste. Defiende esta idea a muerte si es necesario. Defiéndela cuando salgas a las manifestaciones con la bandera tricolor junto con la de la hoz y el martillo, o incluso con una estelada (a pesar de que los de la estelada dieron un golpe de estado contra los de la tricolor hace ochenta años). No dejes que los fachas te den lecciones de moralidad diciéndote que estás defendiendo la época donde los golpes de estado eran el pan de cada día, o el infierno de los estados de guerra, o donde los asesinatos de políticos de uno y otro bando se sucedían con regularidad. Eres progre y, por lo tanto, tú sabes mejor que nadie cómo fue la II República.


9. Franco

Otro de los grandes pilares del buen progre de manual. Los libros de Historia nos dicen que la dictadura de Franco abarcó el período entre 1939 y 1975, hasta la muerte del dictador. Pero un progre de manual sabe que eso es mentira: Franco está más vivo que nunca y, si no lo está, ya se encargará él de resucitarlo convenientemente. Los progres tienen el maravilloso don de poder vivir épocas pasadas, porque es tal el nivel de fascismo que ven en la sociedad actual que uno pensaría que en realidad están viviendo en los años 50. Y, por supuesto, Franco es el dios al que le rezan los fachas cada mañana. La obsesión de la izquierda española con Franco es legendaria, porque no saben vivir sin él. Se ven obligados a sacarlo a colación cada cierto tiempo para conseguir votos entre la gente joven y para echarle la culpa por sus propios errores, como sucedió hace poco con la COVID-19, que al parecer se gestionó mal en el país porque aún estamos arrastrando la mala gestión en la Sanidad que se impuso con Franco (a pesar del pequeñísimo detalle de que desde el 75 hayan pasado por el poder siete presidentes del gobierno, tres de ellos socialistas). Bien es cierto que, para ser demócrata, debes ser antifranquista; pero si quieres ser un buen progre, debes basar todo tu ideario en el antifranquismo y exigir constantemente que se condene el golpe de Franco, defender a ultranza la Ley de Memoria Histórica y ensalzar la figura de Federico García Lorca por su triste papel como víctima en la Guerra Civil española (aunque no te hayas leído de él ni el Cante Jondo, pero esa es otra historia). Y si quieres ser más progre todavía, tienes que creer firmemente que todo es franquista: el PP es Franco; VOX, por supuesto, es Franco; los taurinos son Franco; los cristianos son Franco; el capitalismo es Franco; el liberalismo es Franco... Ya ves por dónde voy, ¿no?


10. Pacifismo, ecologismo, feminismo

Al progre de manual le deben gustar las etiquetas tanto como a un tonto un lápiz, y cuantas más tenga, más alto subirá en el escalafón progre. Son como las insignias de los Boy Scouts. Hay muchas etiquetas, pero las que debes llevar siempre con el máximo orgullo son las tres que dan título a este apartado: el pacifismo, el ecologismo y el feminismo. Empecemos con la primera. Un progre que se jacte de serlo, debe considerarse un profundo pacifista. Las guerras son malas, eso lo sabemos todos, y el buen progre quiere que desaparezcan las guerras, a poder ser mediante canciones y diplomacia y sin la necesidad de mandar tropas y armas, que eso es un invento más del capitalismo para que ciertos sectores se enriquezcan con la desgracia ajena. Las mujeres ucranianas refugiadas en España también pensaban así antes de que Putin invadiera su país hace poco; después pedían que se mandaran armas y ejércitos para ayudar a sus maridos en el frente. Cosas del fascismo.

Un buen progre de manual también debe jactarse a la menor oportunidad de ser un amigo de la Madre Tierra. Tu prioridad es la salud del planeta, ya que todos vivimos en él y tenemos que cuidarlo. Sin embargo, como progre que eres, tu visión de la naturaleza actual se asemeja a un Apocalipsis en el que se han agotado todos los recursos naturales, hay sobrepoblación, pobreza, enfermedades... Y, como es natural, el culpable es el hombre. Mejor dicho: el hombre blanco capitalista y de derechas. Estás tan indignado por la quema del Amazonas o la sequía del Mar Menor que incluso has publicado varios tuits para protestar por ello. Te apuntarás a todas las manifestaciones para culpar al gobierno por lo que le ha hecho al planeta, pero lo de juntar gente para ir a limpiar playas o bosques mejor lo dejamos para otro día. Tú bastante estás haciendo con acusar el exceso de industrialización, tratar de que la gente se decante por la agricultura ecológica y hacerte vegano.

Y llegamos al feminismo, otra de las grandes etiquetas del progre de manual. Para ser el más guay de los progres, es indispensable que te hagas feminista. Pero no feminista de la igualdad, sino feminista de la cuarta ola. Tienes que odiar con todas tus fuerzas al hombre blanco heterosexual; si eres hombre, tienes que pedir perdón por haber nacido con pene y con genes de opresor, aunque nunca hayas menospreciado a una mujer. Debes repetir constantemente palabras como heteropatriarcado, estigmatización social y privilegios. Por supuesto, el aborto es sagrado para ti, porque no hay nada más feminista que una mujer decidiendo sobre su cuerpo, aunque esto acarree la muerte de otro ser vivo. El machismo está por todas partes y es tu obligación erradicarlo a la fuerza, a fuego y sangre. Y si alguien trata de rebatir tus argumentos, dile que eso es violencia machista y hazte la víctima; con un poco de suerte, conseguirás una subvención del Estado y podrás vivir del cuento toda tu vida.


11. Inmigración

Si has llegado hasta aquí, amigo progre, seguramente ya seas todo un experto en lucha social, incoherencia y superioridad moral. Ya sabes a quién apoyar y en quién depositar tu rabia revolucionaria, pero todavía quedan frentes por tratar, y uno de ellos es la inmigración. Evidentemente, si quieres que se te considere un progre de manual, tú tienes que ser partidario de todo tipo de inmigración, ya sea legal o ilegal. Es más, tú no crees que existan inmigrantes ilegales; para ti, un papel no tiene autoridad para declarar ilegal a una persona, porque todos somos seres humanos y somos legales (excepto en el caso del aborto, recuérdalo). Como además de progre eres magnánimoy friendly, adoras a los inmigrantes y les abres las puertas de tu país para darles en bandeja de plata todo lo que puede ofrecer. Ellos se lo merecen, ya que tienes una deuda de honor con ellos por haber sido tus antepasados los colonizadores de esos países. Pero, como buen progre que eres, prefieres que esa deuda la paguen otros, a ser posible los fascistas que no piensan lo mismo que tú y preferirían una inmigración más controlada. A ti te da igual que los inmigrantes vengan para trabajar o para delinquir: están al mismo nivel para ti. Hasta es posible que los que vienen para robar, imponer sus costumbres a golpe de machete y violar todas las leyes de este país porque no son las suyas, te parezcan más dignos de compasión; al fin y al cabo, seguramente hacen eso por culpa del capitalismo europeo, que ha estado robando durante siglos en esos países empobrecidos y ahora quiere expulsar a los inmigrantes porque no quiere compartir con ellos sus privilegios. Así que ya sabes: apoya siempre a los inmigrantes, pase lo que pase. Si cometen delitos, oculta sus nombres, sus caras y su nacionalidad e insiste en que señalarlos es un delito de odio por parte de los fachas.


12. Neolengua

Y ya para terminar, para ser un auténtico progre, tienes que adaptar tu forma de hablar a los nuevos tiempos y utilizar la neolengua que la izquierda ha creado para tu uso y disfrute: el Perroflautés Performativo. El fascismo de la sociedad está tan arraigado que incluso hablar como hasta ahora lo hacías puede hacerte parecer un votante de ultraderecha, así que es muy importante que estés preparado para las nuevas palabras y expresiones que van a empezar a formar parte de tu vocabulario. Por ejemplo, tú no puedes ir por la vida diciendo la palabra paralítico, que es tremendamente ofensiva. Tu deber es decir discapacitado o Persona con diversidad funcional. Otras palabras que debes aprender a decir a diario son visibilizar, empoderamiento, segmento de ocio (el recreo de toda la vida), gobernanza, élite, casta, motor del cambio, techo de cristal... Seguramente pertenezcas a la denominada clase media, pero sabes que eso es de liberales, así que mejor opta por los sectores medios. Al principio te costará un poco, pero no te preocupes: tú formas parte de esas minorías ruidosas que han recobrado la ilusión por alcanzar metas comunes y pronto te acostumbrarás a tu nuevo empoderamiento ciudadano. ¡Ánimo, amigo progre!


PD. Espero que no haga falta decir que sí, esto es una oda al sarcasmo hacia los progres actuales o, si lo preferís, los wokes o Social Justice Warriors.

martes, 24 de mayo de 2022

Consejos para visitar París


¡Hola a todos!

El verano está cada vez más cerca y eso se nota. Los días fríos quedaron atrás y cada vez tenemos más calor y ganas de tomar el sol. Mucha gente tiene ahora sus vacaciones y aprovecha para viajar, y es de lo más lógico, ya que todavía estamos en lo que se conoce como temporada baja.

Hace unos, tuve la oportunidad de viajar a París por unos días para disfrutar de todo lo que la capital francesa tenía para ofrecerme. No fue exactamente un viaje de relax, ya que yo solo acompañaba a mi novio, que viajaba por trabajo, pero aun así he tenido la ocasión de ver muchas cosas y, de paso, aprender otras que me hubieran servido para hacer una visita más productiva.

En el post de hoy, os voy a dejar con una serie de consejos para viajar a París y que ya me gustaría a mí haber sabido antes de ir. Pero como de la experiencia es de donde más se aprende, espero que estos consejos os ayuden para conocer mejor la ciudad y disfrutarla como se merece.


1) No vayas en temporada alta

Parece una obviedad, pero no os imagináis la cantidad de gente que viaja a París en temporada alta, época que comprende principalmente los meses de julio y agosto. Aunque París tiene turistas todos los días del año, en verano la cosa se masifica y se vuelve insoportable. A todo esto hay que añadir que hace mucho más calor y que todo lo que te vas a encontrar va a subir de precio de manera muy notable. Y si París está considerada una de las ciudades más caras de Europa, imaginaos cómo será en verano. Mi consejo es que vayáis en mayo, septiembre y octubre, a ser posible. Los vuelos son más baratos, el clima es más agradable y llevadero y, aunque seguirá habiendo gente, notaréis la diferencia y tendréis una mejor experiencia.


2) Infórmate bien de cómo va a ser el clima

Cuando fui a París, esperaba encontrarme una cosa similar a Madrid en cuestiones climáticas. En Madrid ya empieza a hacer calor al empezar mayo y sigue así hasta finales de septiembre, pero París es otro cantar. En ciertos aspectos, me recordó un poco a mi Galicia natal, en el sentido de que puede amanecer nublado, luego el día clarea, a continuación hace un calor que te mueres y al final del día incluso chispea un poco y te hace falta una chaqueta para cubrirte. Por eso creo que es muy importante que los días anteriores al viaje hagáis una búsqueda en Internet de la previsión del clima para los días que vais a ir. Otra opción es llamar a algún conocido que tengáis allí y preguntarle directamente, pero no todos tenemos esa opción. Tened en cuenta que a veces la sensación térmica es diferente; puede ser que la temperatura esté marcada en unos 18º o 19º pero que haga tanto viento que la sensación térmica sea de mucho menos, por lo que igual necesitaréis llevar prendas más abrigadas, dependiendo de la previsión.


3) Que tu visita sea al menos de tres días

París es una ciudad ENORME, así, con letras bien grandes. Seguramente ya tenéis en mente algunas cosas que queréis visitar en París, pero creedme cuando os digo que hay muchísimas más y no os va a dar tiempo a verlas todas. Si vais a hacer un viaje corto, como fue mi caso, veréis cuatro o cinco cosas como mucho, y seguramente sean las más importantes. Pero si tenéis la oportunidad de ir a París una semana entera, aprovechadla al máximo. Podréis verlo prácticamente todo sin tener que ir con prisas a todas partes y teniendo incluso tiempo para descansar. 


4) Haz una guía de las cosas que quieres visitar y reserva con anticipación

Parece una tontería, pero yo no lo hice y lo lamenté muchísimo, porque así podría haber planeado mejor el viaje y quizá ver más cosas de las que al final vi. Hay tanto por visitar que se os va a hacer corta la visita. Si queréis monumentos, tenéis la famosa Torre Eiffel, la catedral de Notre Dame, el Arco del Triunfo, el Panteón de Hombres Ilustres, los Inválidos, la Ópera Garnier, la basílica del Sacré Coeur, el Palacio de Versalles, los puentes, el cementerio de Père Lachaise y un porrón de cosas más. Si queréis tirar de barrios, son muy interesantes Montmartre, los Campos Elíseos y el Barrio Latino, pero tenéis como veinte distritos más. Si sois más de museos, son infaltables el Louvre y el Orsay, pero tampoco podéis dejar de ver el Centro Pompidou, el museo Rodin, el Guimet, el Cluny, el Orangerie y muchos más. En cuanto a parques y jardines, son obligados los jardines de Luxemburgo y las Tullerías, pero tampoco desmerezcamos el Campo de Marte y el Bois de Boulogne, que es mucho más grande que Central Park. Como habéis podido comprobar, todo esto no lo vais a poder ver en una semana ni de broma. Por eso es muy importante que cojáis un mapa, seleccionéis lo que queréis ver y os hagáis un planning. En mi opinión, creo que la mejor manera de aprovechar el día sería visitar un museo, luego un monumento y uno o dos parques, y eso incluye el paseo por la ciudad y callejear por el barrio que os lleva de un lugar a otro.

En cuanto a las visitas, mi consejo es que compréis las entradas con anticipación. Sea como sea, vais a hacer cola, pero es posible que os ahorréis unos valiosos minutos solo por haber comprado la entrada anticipada. Además, os ayudará a calcular los costes de vuestra visita y ver dónde podéis ahorrar, pero de eso hablaremos más adelante.


5) Píllate el Paris Pass

Si sabéis un poco sobre París, fijo tenéis que saber que todo es carísimo. Desconozco si hay dos tarifas de precios, una para residentes y otra para turistas, pero es evidente que a París no hay que ir si eres pobre, porque hagas lo que hagas te van a sablear. Sin embargo, hay una solución que puede saliros bastante rentable, y es la tarjeta Paris Pass. ¿En qué consiste? Pues es una tarjeta que permite el acceso directo y sin esperar colas a más de 75 atracciones turísticas de París, usar el autobús turístico y un crucero por el Sena. Bonus track si además os la pilláis con la opción Paris Museum Pass, pues tendréis acceso a más de 60 museos, entre ellos el Louvre. Obviamente, la tarjeta no es gratis, e incluso es posible que sus precios os parezcan excesivos, pero si vuestra opción de viaje es ver la mayor cantidad de cosas posibles, creedme que la vais a amortizar. El Paris Pass va por días: tenéis la tarjeta de dos días por 124 €, la de tres días por 149 €, la de cuatro días por 169 € y la de seis días por 199 €.

Tenéis más información acerca del Paris Pass en su página web, donde os indican cómo utilizarlo y los tiempos de validez. Mi consejo es que lo tengáis en cuenta si en el futuro vais a ir a París, ya que os ayudará a controlar mejor los gastos que vais a hacer y hasta es posible que os ayude a ahorrar un poco.


6) Prepárate para madrugar y caminar mucho

Aunque las vacaciones suelen ser días para relajarse y levantarnos tarde, me temo que eso no se va a aplicar si vuestro destino vacacional es París. Allí la vida empieza antes que en España y es necesario pegarse algún que otro madrugón para llegar a tiempo a un museo y no pillar mucha cola o para ver todo lo que hemos apuntado en nuestro plan de viaje. Así que olvidaos de remolonear en la cama y poneos las pilas lo más pronto que podáis, porque vais a necesitar todos los minutos posibles para que os cundan los días. Fijaos a qué hora comen en Francia para poder adaptar vuestros horarios; podría pasar que queréis comer a las dos y media de la tarde y que el restaurante tenga la cocina cerrada, ya que allí suelen comer entre las 12 y la una. Ah, y olvidaos de todas las pavadas que habéis visto en series como Sexo en Nueva York o Emily en París, en donde sus protagonistas callejean por la capital francesa vestidas de punta en blanco y con zapatos de tacón. Poneos la ropa más cómoda que hayáis traído, acompañada de un calzado acorde. Aunque vais a tirar de metro y autobús para moveros mejor por la ciudad, creedme si os digo que vais a caminar mucho. Vais a volver de París con las piernas como dos troncos, palabrita de tía Laura.


7) Cuidado con los rateros y carteristas

Si hay algo que de verdad fastidia nuestras vacaciones es que un ratero nos robe la cartera o utilice sus mañas para enredarnos en un juego de azar. Por desgracia, en París hay mucho de eso, así que conviene ser cautos y tomar las medidas de seguridad pertinentes para que nuestro viaje sea único e irrepetible. Llevad una buena mochila antirrobo en vuestros paseos, o un bolso que podáis llevar bien cerrado y en la parte delantera del cuerpo. Tened especial cuidado con los carteristas si vais a tomar el metro, pues ahí es donde más operan. Llevad siempre vuestras pertenencias a la vista y no guardéis en los bolsillos tarjetas, monederos o teléfonos móviles, pues son fáciles de sustraer sin que nos demos cuenta. En París también es muy habitual encontrar trileros en las calles o en los parques que intentarán convencer al viandante de que pruebe suerte con ellos. No creo que haga falta deciros que este es uno de los timos más viejos del mundo, así que no piquéis y pasad de ellos. Estos juegos siempre están amañados y, como en un casino, la banca siempre gana. Por la zona de Notre Dame también hay una especie de personas que te leen la buenaventura o te agarran de la mano sin permiso para trenzarte una pulsera y luego te exigen que pagues (un poco como las gitanas que te encasquetan la ramita de romero). Alejaos de ellas y no dejéis que os obliguen a nada.


8) Ahorra en comida

Una de las cosas que solemos disfrutar más en un viaje es la gastronomía local, y más aún sabiendo que la parisina está reconocida como una de las mejores del mundo. Pero la verdad es que, si no queremos dejarnos un riñón en la cuenta del restaurante, vamos a tener que recurrir a soluciones más económicas. Una de las opciones es visitar los mercadillos, donde encontraremos comida autóctona y productos frescos que podremos cocinar si hemos alquilado apartamento o incluso comprar comida ya preparada para llevar y comerla en un parque. Si preferís sentaros en mesa y degustar platos caseros, en el Marché Les Enfants Rouges se pueden encontrar puestos de restauración donde el menú del día cuesta menos de 20 € con bebidas incluidas; esto es muy importante, porque en la mayoría de los restaurantes la bebida no va incluida. Tirad de agua del grifo en la medida de lo posible. Aunque en España el hecho de pedir agua del grifo suena un poco cutre, en París es de lo más normal, e incluso es posible que te la sirvan en jarra y con hielo. Una tercera opción, quizá la más barata, es que compréis comida ya preparada en los típicos supermercados de toda la vida, como el Carrefour o el Auchan (que aquí sería el Alcampo). Allí podréis surtiros de sándwiches, ensaladas y bebidas mucho más baratas que en cualquier restaurante o puesto callejero, donde por un botellín de agua de 33 cl. pueden cobrarte la friolera de cinco euros.


9) Aprende algo de francés

A pesar de que el idioma en el que todos podemos comunicarnos a lo largo y ancho del mundo es el inglés, me temo que poco o nada lo vais a utilizar en París. Sí, son conscientes de que hay mucho turista de todas partes del mundo, pero siempre se van a dirigir a vosotros en francés en primer lugar, ya que es probable que ni siquiera sepan chapurrear en inglés. Algunos franceses son tan cerrados que incluso pueden ofenderse si se les habla en otro idioma que no sea el francés, como le pasó a mi chico con el conductor de un Uber que pidió para volver al hotel. Teniendo en cuenta además que los franceses son gente orgullosa que le da mucha importancia a los modales, no nos va a quedar más remedio que aprender algunas frases en francés para poder defendernos a pie de calle. Una de las cosas que hice yo fue bajarme la aplicación SayHi, que funciona con el micrófono y traduce lo que queremos decir al idioma que hemos seleccionado, y además lo pone por escrito en ambos idiomas. Eso sí, hay que pronunciar con mucha claridad porque a veces la aplicación reconoce lo que le da la gana y puede dar lugar a error.


10) Olvídate de los tópicos

No, en París nadie va con boina por la calle salvo las turistas. Tampoco están todo el día bebiendo vino y comiendo queso, croissants o macarons (son jodidamente caros), aunque lo compensan fumando como carreteros. No os desilusionéis si abrís la ventana de vuestra habitación de hotel y no veis la Torre Eiffel; el cine y la televisión han hecho mucho daño con eso. Y dejad atrás la idea de que los parisinos son muy románticos: en realidad, son bastante bordes con todo el mundo (ellos mismos lo reconocen), les encanta quejarse y criticarlo todo, son muy liberales en cuestiones sexuales y también clasistas intelectuales. Así que, si quieres lanzarte a la aventura y conocer París, ve con la mente abierta y disfruta de la experiencia. Podrías llevarte una grata sorpresa, ^^*

lunes, 9 de mayo de 2022

Timos y estafas populares

 

Cuando hablamos de engaño, el refranero español nos dice que a la ocasión la pintan calva. Y dado el elevado grado de decisión que muestran los estafadores, los grandes maestros del engaño, para aprovecharse de una ocasión para lucrarse a costa de otros, hemos de reconocer que el dicho tiene toda la razón. No importa el momento ni la situación: el estafador siempre está preparado para aprovechar cualquier oportunidad que le permita desplumar a su inocente víctima.

El fraude ha existido toda la vida y, con el paso del tiempo, ha sabido adaptarse a los tiempos para romper la delgada barrera de la credulidad humana y aprovecharse de sus víctimas, a las que deja sin dinero y totalmente destrozadas a nivel psicológico. Resulta muy difícil asumir que uno ha sido tan inocente como para dejarse embaucar por un estafador, pero es algo que, de una manera u otra, nos pasa a todos los seres humanos (yo misma he sido víctima de una estafa editorial). No debemos avergonzarnos de esto, sino poner todos los medios y aguzar bien los sentidos para que no vuelva a suceder nunca más.

La estafa es un delito contra la propiedad que se basa principalmente en el engaño. El estafador, mediante argucias, promete entregar la propiedad de un bien patrimonial a cambio de una cantidad de dinero a modo de anticipo o como compensación. Sin embargo, el tal bien no existe, y el estafador se queda con el dinero de la víctima y desaparece sin dejar rastro. Este es, a grandes rasgos, el funcionamiento de la gran mayoría de estafas.

Hoy os traigo una lista de algunos de los timos más conocidos, tanto antiguos como modernos.


Estafas al volante

Uno nunca sabe cuándo puede ser víctima de una estafa. A veces, los estafadores eligen los escenarios más extraños para llevar a cabo sus tropelías, como puede ser en plena carretera. Uno de los timos más populares es el timo del retrovisor. La trampa comienza cuando un coche choca contra el de la víctima para simular la rotura de un retrovisor. A continuación, el estafador explica que su vehículo ha sido alquilado en el extranjero y que tiene prisa por devolverlo. En cuanto obtiene toda la información necesaria para hacer el parte amistoso, el estafador simula hacer gestiones telefónicas para averiguar cómo rellenar el documento. Se le hace saber a la víctima que, al ser un vehículo alquilado fuera del país, los trámites son muy lentos y al final le va a costar mucho dinero, por lo que se le convence de pagar en efectivo la reparación del retrovisor, que suele costar entre 1.200 y 1.500 euros. Llegan al punto de acompañar a la víctima al cajero automático, donde se hacen con el pin y posteriormente le roban la tarjeta.

Otro timo al volante muy conocido es el timo del pinchazo. Este sucede cuando el conductor detiene su vehículo en un peaje o una estación de servicio, momento que los estafadores aprovechan para pincharle una rueda con un punzón. A primera vista no se nota, pero poco a poco la rueda irá perdiendo aire hasta que el conductor tenga que detenerse para cambiarla. Los estafadores, que han estado siguiendo al coche todo el tiempo, se paran junto a la víctima con la excusa de ofrecer ayuda, pero aprovecharán para robar lo más que puedan aprovechando la situación.


Timo de la estampita

Este es uno de los más antiguos, pues se empezó a hacer a principios del siglo XX. El esquema de la estafa consistía en dos cómplices; uno de ellos se hacía pasar por una persona con problemas mentales (en la jerga de la profesión, el tonto), quien llevaba consigo un sobre lleno de billetes que tenía por meras "estampitas", y a los cuales parecía no darles la menor importancia. El estafador entablaba conversación con algún viandante (conocido como el primo), y en ese momento aparecía el segundo estafador (el listo), quien le proponía a la víctima que engañara al tonto para quedarse con su dinero. La víctima, convencida de que podía sacar un gran provecho de la situación, pagaba una cantidad de dinero al tonto por las estampitas. Una vez que el listo y el tonto se habían marchado, el estafado descubría que en el sobre no había dinero, sino recortes de papel.

Existe una versión actualizada de este timo, denominada estafa del billete tintado. Los estafadores buscan a empresarios y les ofrecen cambiar billetes que, en realidad, son fotocopias mezcladas con timbre auténtico para darle mayor veracidad. La forma de engañar a la víctima es contándole que han sacado dinero de su país tiñéndolo de negro para que no fuese detectado en aduanas; para verificar la historia, sacan un fajo de billetes auténticos. A continuación, explican que para aclarar los billetes falsos es necesario intercalar billetes auténticos y aplicar ciertos químicos reactivos que harán que los billetes negros recuperen su color original. Tras hacer una demostración con billetes de la víctima, la convencerán de que compre uno de sus maletines con dinero tintado, animándola a que blanquee el dinero. Pero esto no funcionará como le habían prometido, dejando al estafado sin dinero y con un montón de cartulinas negras sin valor alguno.


El tocomocho

Otro de los timos más conocidos de la historia. Este tipo de estafa suele llevarse a cabo en lugares bastante concurridos, donde una persona aborda a cualquier transeúnte diciendo que posee un billete de lotería premiado que, por distintas circunstancias, no puede cobrar. El estafador hace uso de excusas que le dan credibilidad a su situación apurada: es un extranjero en situación irregular, está en pleno proceso de divorcio y no quiere compartir el premio con su ex pareja o tiene que salir de viaje con urgencia. Para darle mayor credibilidad a la estafa, aparece un segundo estafador (el gancho), que se encarga de confirmar la veracidad del boleto presentando una lista de boletos premiados en un periódico o en su teléfono móvil. La víctima, convencida, compra el boleto por lo que cree que es una pequeña cantidad y, cuando va a la Administración a cobrarlo, descubre que o el boleto es falso, o no está premiado.


El inspector del gas

El timo de las falsas revisiones del gas sigue siendo, por desgracia, uno de los más recurrentes por lo fácil que es engañar a las víctimas. El modus operandi es muy sencillo: Alguien se persona por sorpresa en un piso y se hace pasar por un supuesto técnico a domicilio con el argumento de revisar la instalación del gas. El estafador, para darle mayor credibilidad a su historia, aparece disfrazado con uniforme y pide que se realice un pago en efectivo por sus servicios bajo la amenaza de cortar el suministro del gas si no se hace la revisión. Una vez más, las víctimas predilectas de este tipo de estafadores son los ancianos, por su credulidad y desprotección. En España, este timo es especialmente fácil de encontrar, aunque la Policía pone todo su empeño en alertar a la población a través de consejos e información para distinguir a un revisor auténtico de un farsante.


El Nazareno

Otro clásico en el mundo del timo, solo que esta vez las víctimas suelen ser empresas proveedoras que suministran productos que podrían ser vendidos fácilmente en el mercado negro, como pequeños electrodomésticos o bebidas alcohólicas. El nombre de Nazareno le viene por la procesión de acreedores que acuden desesperados a las instalaciones del estafador, vacías y abandonadas, para reclamar el pago de sus facturas y saber qué ha pasado con sus mercancías. El timador empieza ganándose la confianza de la empresa proveedora haciendo algunas compras que paga rápidamente en dinero contante y sonante. Se presenta ante el estafado como comercial de una empresa muy solvente, mostrando además una serie de documentos debidamente falsificados, o apareciendo bien vestido y con un coche caro.

Una vez ganada la confianza de la víctima, el estafador hace una nueva compra, esta vez de mucho más valor, pero en esta ocasión utiliza pagarés o letras de cambio como medio de pago. Una vez recibida la mercancía, el estafador la revende y desaparece. Es muy difícil dar con este timador, ya que aunque la víctima denuncie a la empresa, esta está a nombre de unos testaferros u "hombres de paja" que se declaran insolventes y no se les puede pedir responsabilidades civiles. El verdadero estafador nunca revela su verdadera identidad, ya que las empresas proveedoras nunca piden documentación personal a quien se presenta como comercial de la empresa timadora.


El falso abogado

Se trata de una estafa que se suele llevar a cabo de manera telefónica. La víctima recibe una llamada de un supuesto abogado que le llama para informarle de que su hijo ha sido detenido por haber provocado un grave accidente. A continuación, el falso abogado le ofrece a la víctima la oportunidad de pagar una cantidad de dinero para pagar la fianza y que su hijo se libre de ir a prisión. Las víctimas favoritas de este tipo de estafadores son personas mayores, pues son fácilmente sugestionables.


La estafa piramidal

Todos hemos oído hablar alguna vez de esta estafa, aunque muchos se resisten a reconocerla como tal. Se presenta como el negocio del siglo, que ofrece rentabilidades estupendas por hacer un trabajo de lo más sencillo. Sin embargo, la verdadera trampa está en su estructura interna. Una estafa con esquema piramidal es un tipo de negocio en el que los propios participantes deben contribuir a su crecimiento a través de la creación de una red de nuevos participantes con el objetivo de que estos vayan produciendo beneficios para los participantes originales. Este tipo de estafas suelen camuflarse bajo la venta de algún producto que, se supone, debería ser el centro del negocio; sin embargo, no tardamos en darnos cuenta de que el verdadero interés es la entrada de nuevos participantes, que normalmente tienen que realizar algún tipo de pago para entrar a formar parte del negocio. Los inversionistas nuevos son los que obtienen las ganancias de las que se van a nutrir los miembros anteriores a ellos, llegando hasta la propia empresa matriz, y esto es lo que le otorga a la estructura la forma de pirámide por la que es conocida esta estafa.

El esquema piramidal no está prohibido legalmente, pero se encuentra en una situación alegal no tipificada por la legislación. Es muy fácil caer en este tipo de trampas por la esperanza que infunden en el inversor de ganar dinero rápido. No obstante, estos sistemas están cada vez más vigilados por las autoridades regulatorias del mercado, quienes se encargan de dar la voz de alarma y tratar de desmantelar el negocio.


El Rip Deal

Nueva versión del timo de la estampita, pero enfocada al sector inmobiliario. Los estafadores que optan por esta modalidad de timo buscan anuncios de ofertas inmobiliarias y se presentan como empresarios solventes que están muy interesados en la adquisición del inmueble. Sin embargo, argumentan que no pueden viajar para conocer la vivienda por motivos de agenda, por lo que proceden a convencer al vendedor de que salga al extranjero para entrevistarse con ellos. La entrevista tiene lugar en sitios muy lujosos alquilados ad hoc; el estafador, asimismo, suele presentarse vestido con ropa de marca y relojes de alta gama para dar fe de su gran poder adquisitivo.

La estafa ocurre cuando los estafadores pactan elevar el precio de mercado del inmueble a cambio de que el vendedor acceda a cambiarles billetes de alto valor (dólares, libras esterlinas, francos suizos) por billetes en euros más pequeños, alegando que en su país es difícil cambiarlos. Estos billetes son, por supuesto, falsos, a excepción de una pequeña cantidad que utilizan para engañar a la víctima durante la transacción. El trato se cierra y prometen abonar el pago del inmueble en unos días. Pero al volver al país de origen, la víctima se da cuenta de la estafa. Intenta ponerse en contacto con el comprador, pero es imposible porque el teléfono aportado no responde y la cuenta de email es falsa. Se han dado casos de que los estafadores han usurpado la identidad de personas con gran prestigio comercial para llevar a cabo sus timos.


El cuento del tío

Posiblemente se trate de la estafa más antigua de esta lista, pues deriva del antiguo timo del entierro, cuya mención más antigua la tenemos en una carta de un penal ceutí del año 1854. La idea principal tanto del timo del entierro como del cuento del tío es hacerle creer a la víctima la importancia de invertir dinero en un bien u objeto y que luego ese dinero le será devuelto con creces. Las víctimas favoritas de los estafadores que usan este método son personas codiciosas que desean obtener dinero rápido. El nombre de este timo viene de la historia que contaba el estafador, que ha recibido una abundante herencia de un tío lejano pero resulta que este vive muy lejos y no tiene dinero para el viaje y reclamar la herencia. Entonces, el estafador le pide dinero a la víctima para poder hacer el viaje, con la promesa de que se lo devolverá en una cantidad muy superior al monto que le ha prestado. Sin embargo, el estafador desaparece y no se vuelve a saber nunca más de él.

El timo del cuento del tío es una estafa que nunca pasa de moda y que además se va adaptando a los nuevos tiempos. Seguramente os ha parecido similar al timo del tocomocho, del que ya he hablado, o de la famosa estafa nigeriana, en la que el estafador envía un correo electrónico a la víctima con el cuento de que es una persona rica que necesita trasladar su dinero de forma discreta al extranjero y le pide que lo haga a través de su cuenta bancaria con la promesa de darle una generosa gratificación. A medida que el timo avanza, se le exige a la víctima que pague para hacer frente a gastos inesperados o sobornos, pero siempre con la promesa de que, cuando todo termine, será millonario. Por supuesto, esto nunca ocurre, ya que esos supuestos millones no existen.


El fishing

Entre las modalidades de estafa actuales, el fishing estaría muy alto dentro del ranking, si es que no es directamente el primero. Los más afectados por esta modalidad de timo forman parte del sector empresarial, aunque casi cualquier persona puede picar y convertirse en víctima de esta estafa. El fishing funciona de una manera muy sencilla. Consiste en el envío de una carta, un mensaje de texto o un correo electrónico simulando que son la entidad bancaria del usuario. En esta carta, advierten de que existe un problema con la cuenta corriente del usuario, por lo que solicitan que pinchen un enlace y se les facilite sus claves de acceso con la promesa de arreglar el problema lo antes posible. Una vez proporcionadas las claves, la víctima recibe una llamada del estafador haciéndose pasar por personal de la entidad del banco para seguir enredando al estafado mientras se hace transferencias para comprar criptomonedas.

El fishing tiene multitud de modalidades de engaño y suplantación, pero el modus operandi siempre es el mismo.

jueves, 24 de marzo de 2022

Neo diccionario laboral

 

Siempre que me pongo a la tarea de buscar trabajo, me llaman la atención esos eufemismos que las empresas se inventan a la hora de redactar sus ofertas. Por si no fuera poco tener que sacarse una carrera, dos másters y varios cursos de formación, resulta que ahora hay que tirar de diccionario para tratar de descifrar lo que los reclutadores quieren de nosotros si queremos optar a un puesto en sus empresas.

No sé a quién se le ocurrió la idea de utilizar un vocabulario tan pretencioso para ofrecer un puesto de trabajo, sobre todo cuando éste es sencillo y no requiere más de una palabra para saber de qué va la cosa. Supongo que todo esto viene de la imperiosa necesidad humana de aparentar ante los demás lo que no es o lo que no tiene. Pero, como dice el refrán, dime de qué presumes y te diré de qué careces. A las empresas les encanta maquillar las cosas de tal manera que te pintan un puesto de mierda como si fuera necesario sacarse un doctorado cum laude para llevarlo a cabo. Eso sí, del sueldo mejor ni hablamos porque su cantidad es inversamente proporcional a la longitud de descripción del puesto que vas a ocupar. En otras palabras: Cuanto más largo es el nombre del puesto en la candidatura, menos vas a cobrar. Y lo mismo ocurre con las cosas que te van a pedir en la entrevista.



Y así está la cosa. Las ofertas de trabajo están redactadas para no ponérselo nada fácil a los candidatos, dando a veces la impresión de que no quieren que trabajes para ellos. Imagino que será una especie de filtros o algo así, pero resulta verdaderamente agotador tratar de cumplir la lista de cosas que te piden. Porque ocurre una cosa muy curiosa, y es que da la impresión de que las empresas quieren que trabajes para ellos como si no tuvieras vida propia, familia con la que estar o aficiones que te gustaría hacer en tu tiempo libre. Te piden imposibles como tener cinco años de experiencia en tu primer trabajo a los 22 años, o un nivel de inglés nativo cuando lo más probable es que su clientela sea la típica que hay por el barrio. También es muy común que te pidan ser proactivo, tener un gran compromiso con la empresa o poseer un nivel de tolerancia a la frustración alto, y te lo dicen como si fueran virtudes propias de un buen trabajador, cuando en el fondo no es más que una manera de decirte que te van a putear de lo lindo y es mejor que no te quejes si no quieres que le den el trabajo a otro y tú te quedes ahí comiéndote los mocos.

Por eso, he buscado por Internet algunas de las expresiones más comunes que veremos en candidaturas o en entrevistas de trabajo y he elaborado un pequeño diccionario laboral con la intención de que sepáis a qué ateneros cuando os pinten ese trabajo normalito como la oportunidad de que vuestros sueños se hagan realidad.

¡Mucha suerte a todos en vuestra ardua búsqueda!


-Recurso humano: El esclavo trabajador de toda la vida.


-Buscamos gente proactiva: Vas a tener que hacer horas extra y no te las vamos a pagar.


-Cargo de confianza y mucha responsabilidad: Tienes hora de entrada pero no de salida, te va a llegar trabajo por todas partes y te vas a llevar la culpa de todos los problemas que surjan.


-Racionalización de recursos: A la puta calle.


-Periodo de ajustes: A la puta calle.


-Desvinculación estratégica: A la puta calle.


-Reajuste de requerimientos: Venga, que ya os la sabéis. Exacto, a la puta calle.


-Reestructuración: Yo ya no digo ná...


-Flexibilizar el mercado laboral: A la puta calle, y sin que nos cueste ni un duro.


-Reajuste de responsabilidades: Vas a trabajar más pero vas a seguir cobrando lo mismo.


-Optimización de capacidad instalada: Igual que la anterior pero más rimbombante.


-Optimización de recursos financieros: No, no te vamos a subir el sueldo.


-Ajuste de remuneraciones al entorno macroeconómico actual: Le vamos a bajar el sueldo a los curritos pero nosotros nos lo vamos a subir.


-Buscamos a alguien organizado: Tu puesto va a ser un completo caos. Mucho trabajo estresante y más horas de las estipuladas.


-Es esencial que tenga buenas habilidades comunicativas: La labia que tengas te servirá lo mismo para hacer presentaciones en público que para colocar un trabajo mal hecho o con retraso.


-La motivación es muy importante: Puesto de trabajo con poco control, lo que te obligará a hacer tus propias tareas.


-Somos una empresa en crecimiento: Tenemos este local y otro más en la otra punta de la ciudad.


-Es imprescindible que tenga un horario flexible: Trabajar mucho, quejarse poco y cobrar menos.


-Buscamos un trabajador cualificado para el puesto: Vas a tener que hacer tareas relacionadas con el título que tienes... y también otras que no tienen nada que ver.


-Queremos que el trabajador tenga compromiso con la empresa: Vas a trabajar como un burro y te vamos a exigir mucha productividad.


-Es imprescindible tener buena presencia: Solo queremos gente joven y guapa.


-Preferible que resida cerca del puesto de trabajo: En realidad, no tenemos ningún motivo para exigirte esto. Es solo que nos gusta tocarte las narices.


-Disponibilidad de tiempo: Te vamos a explotar a base de bien, así que olvídate de que tienes una vida.


-Con ganas de crecer laboralmente: Pagamos una miseria pero, ¡venga! ¡Arriba ese ánimo!


-El candidato debe tener una actitud excelente: Ni se te ocurra quejarte o te vas de aquí a toda leche.


-Debe saber tener tolerancia a la frustración: Básicamente, el trabajo es una mierda.


miércoles, 23 de marzo de 2022

Vagando por el Arte: Unos cuantos piquetitos

 

El arte no deja indiferente a nadie. Imaginemos la escena por un momento: Una mañana tranquila en la que hay poco que hacer. Sobre la mesa de la cocina, una taza de café humeante y un periódico. La noticia llama la atención del lector y la imagen que acompaña el texto le produce una tremenda desazón. Ha ocurrido un crimen: un hombre ha matado a su pareja apuñalándola repetidas veces. La morgue dice que la mujer ha muerto desangrada. Las fotografías muestran el cadáver maltrecho de la víctima. Y una pintora de la talla de Frida Kahlo solo encuentra una manera de mostrar toda la violencia que hay en la noticia y en su corazón.




A lo largo de su carrera, Frida Kahlo realizó muchas pinturas con un aire macabro y desgarrador que provocaba un impacto en el espectador. Los expertos están de acuerdo en que la vida privada de la artista tiene su mayor reflejo en su pintura, llegando incluso a opacarla, a invadirla e incluso sobreponerse a ella. En cada cuadro que pintaba, Frida se representaba a sí misma, y cuando no lo hacía, sacaba a la luz una parte de su sufrimiento interno y lo representaba de otra manera, pero siempre con esa referencia a sí misma, a su dolor, a sus pensamientos y a su amargura.

Pese a que el feminismo ha encumbrado a Frida Kahlo como una de las grandes santas y patronas del Feminismo, lo cierto es que no fue tal en el sentido de que ella no se tenía por feminista. Kahlo no pretendió nunca hablar por todas las mujeres, y su lucha por conseguir derechos estaba enmarcada dentro de los parámetros del comunismo, en cuyo partido militó activamente durante muchos años. Sin embargo, obras como Unos cuantos piquetitos (1935) eran las que aportaban su granito de arena a la hora de visualizar a la mujer como víctima normalizada en un escenario donde se acostumbraba a ejercer la violencia sobre el género femenino. Este cuadro, considerado de menor importancia dentro de la extensa obra de Kahlo, supone una apertura a la visión de la mujer como víctima física y tangible.

La inspiración para este cuadro surgió a raíz de una noticia publicada en un periódico: un hombre, que había sido arrestado por matar a su esposa, se excusaba en los juzgados diciendo que tan solo le había dado "unos cuantos piquetitos"; según la Policía, fueron veinte puñaladas. Esta cínica frase impactó tanto a Frida que la pintó en la parte superior del cuadro, en un cartel sostenido por dos palomas que sobrevuelan la escena del crimen. La víctima, con el cuerpo cosido a puñaladas, yace muerta o moribunda sobre un camastro lleno de sangre. Solo lleva puesto un zapato y un pequeño liguero. De pie junto a ella, su marido y verdugo sonríe, orgulloso de haber llevado a cabo su sangrienta hazaña. En su mano derecha empuña aún el cuchillo con el que ha apuñalado a la mujer, mientras que con la otra mano trata de guardar el pañuelo que ha utilizado previamente para limpiarse la sangre, lo que da a entender que es muy posible que saliera impune de su crimen.

La sangre es la protagonista absoluta de este cuadro, apareciendo por toda la escena. Todo está cubierto de sangre, hasta el propio marco del cuadro, rompiendo así una especie de cuarta pared al hacer partícipe de la escena al espectador, pues hay tanta sangre que se desborda, sale del cuadro y llega incluso a él. Para darle mayor dramatismo a una imagen que no necesita más para causar horror, Kahlo llegó al punto de acuchillar repetidas veces el marco de madera, como muestra de esos "piquetitos" de los que hablaba sin pudor el asesino, impasible ante el cuerpo destrozado de su esposa. Todos estos elementos (la frase, la sangre en el marco, las puñaladas) fueron utilizados por Frida Kahlo para darle una mayor fuerza a la imagen que pintó, para llamar la atención del espectador y hacerle partícipe del horroroso crimen que ocurre ante sus ojos pero que no es capaz de denunciar. ¿Nos quedaremos mirando impasibles cómo se produce el asesinato o haremos algo para solucionar el problema?

Frida Kahlo marcó un antes y un después al realizar este cuadro y otros muchos durante su larga trayectoria. Temas como el asesinato de una mujer, la lactancia materna o el aborto eran considerados tabú en el México de los años 30, y Frida no mostró el menor reparo en mostrarlos en su obra pictórica. Quizá por eso el movimiento feminista tomó su figura y la erigió como una matriarca y una luchadora por la causa, pero nada más lejos. De hecho, es la propia Frida Kahlo la que nos dice que esta obra es egoísta, pues también la representa a ella como víctima de la persona a la que convirtió en su mundo entero: el pintor Diego Rivera.

Casados desde 1929, la relación entre Diego y Frida tuvo muchos altibajos que hicieron sufrir terriblemente a la artista mexicana. Cruel, egoísta y un impenitente mujeriego, Diego Rivera no escondió nunca su pasión por otras mujeres. Su gran popularidad le granjeaba toda la atención femenina que deseaba, y se acostó con cuantas quiso durante toda su vida, algo que atormentaba a Frida. Fue tal su falta de respeto que llegó incluso a tener relaciones con la hermana de Frida, Cristina Kahlo. Traicionada por ambas partes, Frida se quiso identificar con la mujer apuñalada. Esa mujer asesinada era ella, asesinada por Diego todos los días con sus desmanes, pero también era la mujer con la que Diego estaba y a la que Frida quería ver muerta para recuperar a su amado.

El óleo fue pintado sobre metal y fue vendido al Museo Dolores Olmedo en 1955, un año después de la muerte de Frida Kahlo.


viernes, 4 de febrero de 2022

Mujeres de armas tomar


Históricamente, la mujer pasó de puntillas por los grandes acontecimientos de la Humanidad, algo que no es un secreto para quien sepa un mínimo de Historia. No debe sorprendernos que esto sea así; la historia de la humanidad es, en gran medida, la historia de los grandes hombres que llevaron a cabo proezas para el engrandecimiento de sus naciones y la mayor gloria de su linaje. Este hecho ha llevado a muchos a preguntarse cuál fue el papel de la mujer dentro de la Historia. ¿Por qué no sabemos prácticamente nada de las mujeres en los tiempos turbulentos del pasado? Por la sencilla razón de que no era el papel que les estaba destinado, hablando en términos socioculturales. El lugar de la mujer estaba en su hogar como cuidadora y protectora de la familia, quedando los asuntos públicos a cargo del varón. Esto no quiere decir que no hubiera mujeres luchadoras, guerreras y gobernantes, pero han llegado tan pocas a nuestros días que recordamos bastante bien sus nombres y sus hazañas.

En el artículo de hoy, he hecho una selección de estas mujeres a las que la Historia se ha referido a ellas varias veces como de comportamiento "varonil", aunque la expresión que más me gusta para referirnos a ellas es la de "mujeres de armas tomar". Porque eso es lo que fueron: mujeres a las que no les tembló el pulso a la hora de empuñar las armas y luchar codo con codo con sus compañeros varones para lograr un objetivo.


María Pita (1556-62? - 1643)



Ya le dediqué en su día un artículo a esta famosa heroína gallega, que podéis leer aquíMaría Pita, nacida en una fecha incierta entre 1556 y 1562, fue una mujer coruñesa de origen humilde que trabajaba como carnicera junto a esposo Gregorio de Rocamonde. Cuando la flota de Francis Drake, enviada en 1589 para destruir lo que quedara de la Armada Invencible, llegó a Coruña y vio lo mal guarnecida que estaba la ciudad, dio orden de atacarla y conquistarla. Diez días duró el asalto, pues Drake no contaba con la fiera resistencia que los coruñeses le iban a mostrar, pues todo el pueblo se alzó en armas contra los invasores a pesar de la enorme desventaja tanto armamentística como numérica.

Entre los defensores estaba María Pita, quien se dice que luchaba con la espada que había pertenecido a Gregorio de Rocamonde, muerto en el asalto. En cierto momento, se adelantó a todos para clavarle una pica en el pecho al alférez que se disponía a colocar la bandera de la victoria en el fuerte de San Antón. La leyenda dice que le arrebató la bandera al moribundo, la enarboló para alentar a su pueblo y gritó:

"¡Quen teña honra, que me siga!"

Este gesto cambió por completo el curso de la batalla, pues los defensores sintieron sus ánimos enardecidos en tanto que los invasores vieron flaquear los suyos. Iniciaron el repliegue y, cuatro días después reembarcaron precipitadamente, derrotados y con la moral por los suelos. Tras la victoria, se dice que María Pita siguió haciendo buenas obras por su gente como ayudar a curar a los heridos o colaborar aportando ropa y alimentos. Su labor fue tan destacable que llegó a oídos de Felipe II, quien recompensó su labor otorgándole el grado y la paga de alférez.


Inés de Ben



De la mano de María Pita, pero menos conocida, nos llegan las hazañas de Inés de Ben, tan importantes como las de su paisana, aunque su final no fue tan feliz. Tenía esta mujer un pequeño colmado o mercería en el barrio de la Pescadería y era una de tantas otras mujeres trabajadoras de su tiempo. Hubiera pasado completamente desapercibida de no ser por la invasión de la armada de Drake. El 4 de mayo de 1589, al comenzar el cerco inglés, unió sus fuerzas a las de sus vecinos y, junto con otras mujeres, ayudó a reconstruir las murallas mientras las tropas contenían a los invasores.

Pero la mayor aportación de Inés de Ben sería otra. Cuando la munición empezó a escasear entre los coruñeses, Inés aportó suministros de pólvora y cuerda de su propia tienda para crear pequeñas bombas de mano con las que contener el avance inglés. Pero en estas estaba cuando fue alcanzada por un arcabuz enemigo. Recibió dos disparos: uno en el muslo y otro en la cabeza, que, aunque no la mató, la dejó parcialmente ciega. Fue trasladada al hospital de heridos hasta que se recuperó, pero solo para descubrir que su tienda había sido desvalijada. Pobre, viuda y con dos niños a su cargo, Inés no veía un buen porvenir para ella y sus hijos. A pesar de que pidió una indemnización por los servicios prestados, se desconoce el resultado del pleito, aunque es posible que este le fuese desfavorable. Se sabe que murió en la miseria y que su cuerpo fue enterrado en una fosa común.


Agustina de Aragón (1786 - 1857)



Pocos en este país desconocen quién fue esta brava mujer, pues sus hazañas, además de estar bastante bien documentadas, han adquirido a lo largo de los años un matiz legendario muy atractivo. Nacida como Agustina Zaragoza Doménech, contrajo matrimonio con un cabo segundo del Real Cuerpo de Artillería y se trasladó con él a Zaragoza en 1808 cuando fue llamado a las armas, en el momento en que los franceses iniciaron el bombardeo de la ciudad. Agustina pronto se distinguió en la defensa alentando a los artilleros y proporcionándoles víveres y munición. Al ver cómo iban cayendo uno tras otro los artilleros españoles, Agustina tomó un botafuego y descargó una y otra vez un cañón de a 24 con bala y metralla aprovechada, hasta que hizo retroceder al ejército francés.

En el segundo sitio de Zaragoza volvió a distinguirse por su arrojo y valor, pues intentó desalojar a los franceses del convento de la Trinidad, llegando incluso a recuperar en el proceso dos fusiles de los españoles. La peste, sin embargo, la obligó a retirarse temporalmente del campo de batalla. Una vez recuperada marchó a Teruel, donde la Junta le concedió pasaporte para el ejército, con el que se dirigió a Andalucía. Encontramos a Agustina dos veces más en su expediente militar. La primera en la defensa de Tortosa (1810), donde sirvió en una de las baterías hasta la rendición, siendo conducida posteriormente a Zaragoza; la segunda la ubica en la batalla de Vitoria, en 1813, donde nuevamente sería elogiada por su comportamiento valiente y heroico. Terminada la guerra, Agustina permaneció en Zaragoza. En premio por los servicios prestados, Fernando VII le concedió un aumento de cien reales de vellón sobre el sueldo de subteniente que ya recibía y el privilegio de usar la Cruz de Distinción, reservada solo a los jefes y Generales más destacados.

El final de su vida fue bastante menos ajetreado que su vida en el campo de batalla. Se trasladó a Ceuta, donde vivía su hija Carlota, y allí vivió hasta su muerte en el año 1857. Trece años después, sus restos fueron llevados a Zaragoza, donde se encuentran hoy en día, y en cada escala se le rindieron honores militares y exequias solemnes.


Casta Álvarez (1786 - 1846)



Contemporánea de Agustina de Aragón, pero un poco menos famosa que ésta, estaba Casta Álvarez, quien fue célebre entre los suyos por el arrojo que mostró al plantar cara a los ejércitos franceses que invadieron España durante la Guerra de la Independencia. Casta Álvarez se encontraba en Zaragoza cuando dio inicio el sitio a esta ciudad. Tenía 22 años y fue la única mujer que desde el primer día tomó las armas para la defensa. Jamás abandonó su puesto, y pronto se hizo familiar verla portando fusil y bayoneta calada. Durante el segundo sitio permaneció en su puesto de defensa, participando en la salida que hizo la caballería el 31 de diciembre de 1808, lo que le valió como recompensa la cinta encarnada. Se mantuvo hasta el fin con la misma entrega y espíritu combativo.

Tras la capitulación de la ciudad en 1809, se trasladó a la localidad de Cabañas de Ebro, donde contrajo matrimonio con un humilde labrador. Siguiendo el protocolo establecido, solicitó una pensión como recompensa por sus servicios y el derecho a usar los dos Escudos de Distinción (que también poseía Agustina de Aragón). Sin embargo, vivió durante muchos años en la más absoluta pobreza. Viuda y sin hijos, tuvo que recurrir a la caridad de sus vecinos, ya que casi nunca cobró la pensión que había solicitado, sustraída posiblemente por algún funcionario desaprensivo que se aprovechó de su temprana locura. Murió a los 60 años y fue enterrada como pobre de solemnidad en el cementerio del pueblo, hasta que en 1908 se exhumaron sus restos para trasladarlos al Panteón de Heroínas de la Iglesia de Nuestra Señora del Portillo de Zaragoza.


Manuela Malasaña (1791 - 1808)



La figura de Manuela Malasaña está a caballo entre la historia y el mito, siendo complicado separar ambas versiones. La tradición oral nos cuenta de ella que era una bordadora que vivía en el antiguo barrio de  Maravillas, pero lo que la ha hecho famosa han sido las circunstancias de su muerte. Una primera versión nos cuenta que Manuela se incorporó a la defensa del Parque de Artillería de Monteleón preparando los cartuchos que su padre disparaba contra las tropas francesas, hasta que la muchacha fue alcanzada por un disparo enemigo. Otra variante de esta versión afirma que fue hecha prisionera y ejecutada bajo la acusación de habérsele encontrado un arma en su poder.

La otra versión, quizá la más conocida, sitúa a Manuela Malasaña al abrigo de la lucha en el taller de bordado donde trabajaba por orden de la dueña del taller y hasta que cesaran los disparos. Pero al regresar a casa, se topó con una patrulla de soldados franceses que habrían intentado abusar de ella mientras la registraban, y ella habría usado unas tijeras para defenderse, acto que le habría valido la muerte a manos de sus asaltantes. Hay serias dudas acerca de la fecha de su muerte y sobre la figura de su padre (se piensa que podría ser huérfana), pero la realidad no pudo con el mito, y Manuela Malasaña se convirtió en símbolo del valor y el coraje del pueblo madrileño. La leyenda de Manolita había calado tanto en el imaginario popular que incluso se le dedicó una calle en el barrio de Maravillas, que más adelante y por extensión, tomó el nombre de barrio de Malasaña, con el que es conocido a día de hoy.


Catalina de Erauso, la Monja Alférez (1592 - 1650)



Su vida sería digna de un personaje de novela o de leyenda, pero en realidad fue una mujer de carne y hueso. Catalina de Erauso nació en la villa de San Sebastián. Su padre servía como comandante a las órdenes del rey Felipe III, de manera que la joven Catalina creció con la milicia como parte de sus juegos infantiles. A los cuatro años fue internada en un convento dominico junto a sus hermanas pero, a diferencia de estas, Catalina no profesó, ya que su padre solo pagaba por sus alimentos, pero no pagó por su dote. Sin embargo, Catalina aduciría varias veces su condición de religiosa para evitar problemas con la justicia y cuando se veía en peligro de muerte. A los quince años y tras muchas peleas con las monjas, se escapó del convento y pasó por diversas ciudades disfrazada de varón, empleándose en varios trabajos hasta que embarcó en la nao del general Echazarreta que partiría rumbo a América.

A partir de este momento, Catalina se hizo llamar siempre con el nombre de Alonso Díaz, aunque tenía otros seudónimos. Se quedó en Panamá al perder el barco que volvía de regreso a España y empezó a trabajar con un comerciante, ganándose su aprecio por su buen hacer. Fue trasladada a Lima, donde encontró un nuevo empleo en un reclutamiento de compañías para la invasión de Chile. Su ejército arrasó las tierras y los bienes de los mapuches, a los que Catalina masacró sin piedad. Luchó en la Guerra del Arauco, donde ganó fama de valiente y hábil con las armas, siempre sin revelar su condición de mujer. En la batalla de Valdivia recibió el grado de alférez. En la batalla de Purén, tras la muerte del capitán de su compañía, asumió ella misma el mando y llevó a su ejército a la victoria.

Anduvo de acá para allá durante mucho tiempo, metiéndose en todo tipo de pleitos y problemas con la justicia, hasta que fue detenida en 1623 en Huamanga, Perú. Para evitar ser ajusticiada, confesó que era una mujer y que había estado en un convento, tras lo cual fue enviada de vuelta a España. El rey Felipe IV mantuvo su graduación militar y la apodó "la Monja Alférez", al tiempo que le permitió seguir usando su nombre masculino y le concedió una pensión por sus servicios a la Corona. En 1630 se instaló en la Nueva España, en la ciudad de Orizaba. Se cree que pudo haber muerto en el pueblo de Cotaxtla y sus restos descansan en la iglesia de San Juan de Dios de Orizaba.


Isabel Barreto (1567? - 1612)



Considerada la primera mujer que ostentó el cargo de almirante en la historia de la navegación, la vida de Isabel Barreto ha generado mucha leyenda carente de fundamento. Nació en Lima (algunas fuentes dicen que nació en Pontevedra, trasladándose a Lima al poco de nacer) y era hija de los portugueses Nuño Rodríguez Barreto y Mariana de Castro, naturales de Madeira. La casaron en 1586 con Álvaro de Mendaña, adelantado de las Islas Salomón, y parece ser que de este matrimonio no tuvieron hijos. La dote que le dieron sus padres sirvió para comprar un barco para hacer una expedición a las islas, a donde fue con su marido en 1595. La fama de Isabel Barreto proviene de que, al morir su esposo ese mismo año, le cedió el cargo de gobernadora de las nuevas tierras descubiertas y adelantada del mar Océano.

La expedición partió rumbo a Manila por orden de Isabel. Durante el viaje pasaron por todo tipo de penalidades: hambre, sed, enfermedades, muerte... Tuvo muchos enfrentamientos con el piloto Fernández de Quirós y la tripulación, posiblemente a causa del carácter altivo y riguroso de Barreto. Pese a todo, la flota llegó a Manila en 1596, año en el que Isabel contrajo nuevas nupcias con Fernando de Castro, caballero de la Orden de Santiago y sobrino del gobernador de Filipinas. Un año después, navegaron hacia Acapulco. En México, Isabel ocupó el cargo de "encomendera" de Guanaco y su marido fue propuesto como gobernador de Filipinas. En 1607 ambos cónyuges solicitaron permiso para regresar a España para hacerse cargo de una serie de pleitos judiciales; una vez resueltos, regresaron ambos a Perú, donde Fernando fue nombrado gobernador de Castrovirreyna. Aquí fue donde terminó sus días Isabel Barreto en 1612, aunque no se sabe con certeza si sus restos descansan en la iglesia de dicha ciudad o si fueron trasladados, tal como ella quería, al convento de Santa Clara en Lima.


Inés Suárez (1507 - 1580)



Desde tierras extremeñas, cuna de grandes navegantes y conquistadores, nos llega la fascinante historia de esta guerrera y conquistadora cuyo papel fue clave en la conquista de Chile. Pasó su infancia en Plasencia, donde aprendió el oficio de costurera. A los 19 años se casó con su primer esposo, Juan de Málaga, que partió en un barco rumbo a Panamá, dejando a Inés en España. Después de esperarle durante diez años, consiguió una licencia para poder ir a las Indias a buscarle, pero cuando llegó a Venezuela descubrió que su marido había muerto en la Batalla de las Salinas, recibiendo como compensación una pequeña parcela en el Cuzco y una encomienda de indígenas.

Fue en Cuzco donde conoció a Pedro de Valdivia, maestro de campo de Francisco Pizarro, y se dice que entre los dos llegó a entablarse una relación amorosa. Inés marchó junto a Valdivia en su expedición a las tierras de Chile, prestando diversos servicios de tipo doméstico a los soldados. En el valle del río Mapocho fundaron una ciudad que sería conocida como Santiago de Nueva Extremadura; pero la hostilidad de los indígenas causó muchos problemas. Aprovechando la ausencia de Valdivia, que había ido a sofocar una rebelión en Cachapoal, los indios se alzaron en armas y asaltaron la plaza, matando a varios hombres y provocando un gran incendio. Inés Suárez se distinguió entonces por su arrojo y valor, pues lo mismo ayudaba a atender a los heridos como se enfrentaba a los indios a brazo armado. Pero el acto que la llevaría a ser reconocida fue la orden que dio de decapitar a los siete caciques que los españoles tenían prisioneros, logrando así que los atacantes se retiraran.

En Perú, Valdivia tuvo que hacer frente a un proceso judicial en el cual se le acusó de vivir amancebado con Inés, por lo que se apresuró a casarla con Rodrigo de Quiroga, amigo suyo y compañero de armas. El matrimonio vivió feliz durante treinta años, en los cuales Inés llevó una vida tranquila y religiosa. Junto con su marido, contribuyó a la construcción del templo de la Merced y de la ermita de Montserrat, en Santiago. Murió alrededor del año 1580, a los 72 años.


Beatriz Bermúdez de Velasco, la Bermuda (s. XV - s. XVI)



De la mano de Francisco Cervantes de Salazar nos llega la historia de una extraordinaria mujer que, espada en mano, insultaba a los españoles que huían de los aztecas que les obligaban a batirse en retirada durante la toma de Tenochtitlán. Hay muy poca información acerca de Beatriz Bermúdez más allá de su "noble linaje", pues no se conocen ni su lugar de nacimiento ni su vida anterior a la conquista.

Se sabe, no obstante, que llegó al Nuevo Mundo acompañando a su marido en la expedición de Pánfilo de Narváez en 1520. Participó junto a su esposo en varias acciones, siendo la más famosa la que protagonizó en la batalla de Tenochtitlán. En el momento de la batalla en que varios españoles e indígenas aliados se retiraban de manera desordenada de los guerreros aztecas, Beatriz Bermúdez los reprendió diciendo:

"¡Vergüenza, vergüenza, españoles, empacho, empacho! ¿Qué es esto que vengáis huyendo de una gente tan vil, a quien tantas veces habéis vencido? Volved a ayudar a socorrer a vuestros compañeros que quedan peleando, haciendo lo que deben; y si no, por Dios os prometo de no dexar pasar a hombre de vosotros que no le mate; que los que de tan ruin gente vienen huyendo merecen que mueran a manos de una flaca mujer como yo”.

Fue tal la vergüenza de sí mismos que sintieron los españoles, que se volvieron hacia los enemigos con energías renovadas y vencieron a pesar de tenerlo todo en su contra, pudiendo más tarde rescatar a los compañeros que habían quedado rezagados. Esta muestra de bravura le valió a Beatriz el sobrenombre de La Bermuda pero, lamentablemente, poco o nada sabemos después de este hito que le dio fama y reconocimiento entre los soldados españoles.


María Pacheco, la Leona de Castilla (1496 - 1531)



María Pacheco nació en la Alhambra, en el seno de una familia de linaje noble. Su padre era virrey y capitán general de Granada y su madre era hermana del segundo marqués de Villena, Diego López Pacheco. Con catorce años se concertaron sus esponsales con Juan de Padilla, caballero toledano de rango muy inferior al suyo. El matrimonio se trasladó a Toledo en el año 1518 al suceder Juan de Padilla a su padre en el cargo de capitán de gentes de armas. Se cree que María Pacheco apoyó e incluso instigó a su marido a que participase en el levantamiento de las Comunidades, lo que le llevó a ser nombrado capitán general de las tropas comuneras por breve tiempo. Tras su derrota en la batalla de Villalar, Padilla fue hecho prisionero y mandado ejecutar en 1521.

En ausencia de su marido, María gobernó Toledo hasta la llegada del obispo de Zamora, Antonio de Acuña. Desde allí, lideró la última resistencia de las Comunidades estacionando defensores a las puertas de la ciudad, mandando traer artillería, implantando contribuciones y nombrando capitanes de las tropas toledanas. Fue una resistencia larga, de unos nueve meses en los que María Pacheco tuvo que llamar al orden de las tropas en innumerables ocasiones. Llegó a apuntar a los propios toledanos con los cañones del Alcázar y tomó la plata del sagrario de la catedral de Santa María para pagar a las tropas. Tras muchos tiras y aflojas, las tropas realistas acabaron por derrotar a los comuneros y María se vio forzada a disfrazarse de aldeana para huir a Portugal. Aunque se pidió para ella el perdón real, este nunca le fue concedido. Vivió en Oporto el resto de su vida dependiendo de la caridad del arzobispo de Braga y del obispo de Oporto, en cuya casa vivió, hasta su muerte en 1531. 

Sus contemporáneos la llamaron la "leona de Castilla", "brava hembra" y "centella de fuego", pero también decían que era más propensa a los excesos que a la moderación. De María Pacheco nos quedan para la posteridad estos versos que su hermano menor, Diego Hurtado de Mendoza, escribió a modo de epitafio:

Si preguntas mi nombre, fue María,

Si mi tierra, Granada; mi apellido

De Pacheco y Mendoza, conocido

El uno y el otro más que el claro día

Si mi vida, seguir a mi marido;

Mi muerte en la opinión que él sostenía

España te dirá mi cualidad

Que nunca niega España la verdad.


¡Y hasta aquí por hoy! Espero que os haya gustado esta pequeña selección. Por supuesto, me he dejado a muchas más en el tintero, ya que la información que se tiene de ellas es demasiado escasa. Pero quizá algún día se descubran más cosas de estas mujeres extraordinarias sin las cuales no sabríamos el significado de la palabra "valor".