¡Hola a todos!
No cabe duda de que Sexo en Nueva York marcó un antes y un después dentro de la ficción televisiva. La serie terminó en el año 2004 tras seis exitosas temporadas, pero casi dos décadas más tarde resulta inevitable no disfrutar con los capítulos de una serie que acabó convirtiéndose en un icono de la televisión de los 90 y principios de los 2000. Es una de las series más famosas de todos los tiempos, principalmente gracias a su habilidad para conjugar la personalidad de cuatro mujeres muy diferentes que, salvando las distancias, servían como espejo en el que la mujer de los 90 podía reflejarse. Si a esto le añadimos el toque cómico y un vestuario que causó las delicias de cientos de mujeres, tenemos los elementos necesarios para disfrutar de lo lindo con una serie que no solo servía para evadirse, sino que también nos invitaba a reflexionar sobre situaciones cotidianas que todos hemos vivido alguna vez.
Hablar de Sexo en Nueva York implica hablar necesariamente de cuatro mujeres, sin las cuales esta serie no existiría. Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha forman parte ya del imaginario público. Todos conocemos sus rostros, su personalidad, su manera de actuar, su estilo... Son parte de la cultura popular, y fueron concebidas como tropos de la mujer treintañera de finales del siglo XX, con personalidades en las que podíamos vernos reflejadas o con comportamientos que nosotras mismas podíamos tener. En esta serie de cuatro posts, voy a ir desgranando una por una a estas cuatro mujeres basándome sobre todo en la serie televisiva (voy a obviar detalles de las películas y la nueva serie porque no las he visto). Todas tienen sus más y sus menos, pero todas son inolvidables.
Espero que os guste.
Carrie Bradshaw
Caroline Marie Bradshaw, más conocida como Carrie, es una escritora treintañera afincada en Nueva York que trabaja como columnista para el periódico The New York Star. Su chispa y su gran sentido de la moda le han granjeado mucha popularidad y la han llevado a convertirse en uno de los iconos de la ciudad de Nueva York. Su columna, titulada precisamente Sexo en Nueva York, es un compendio de sus aventuras sexuales y las de sus amigas, que son fuente de inspiración constante para todo tipo de situaciones.
Biografía
Poco se sabe de la vida de Carrie antes de llegar a Nueva York, ya que suele ser bastante reacia a hablar de su pasado. Desde muy temprana edad, sufrió el drama del abandono cuando su padre se fue de casa, dejándola sola con su madre y su hermana menor Dorrit; por aquel entonces, Carrie solo tenía cinco años. Fue al instituto, donde empezó a tener relaciones amorosas con varios chicos, aunque Carrie menciona a dos como aquellos que supusieron un cambio en su vida: un chico llamado Jeremy, del que estuvo muy encaprichada; y Seth Bateman, con quien perdió la virginidad en 9º grado.
Tras la muerte de su madre, Carrie decidió dejar atrás su hogar y se mudó a Nueva York en el año 1986, con tan solo veinte años, aunque es posible que sus ganas de ir a Nueva York empezasen antes, alrededor de los diecisiete o dieciocho años. Es bastante probable que llegase a la gran ciudad con lo puesto, sin trabajo y sin ahorros, ya que en cierto momento de la serie, su amigo Stanford comenta que cuando él la conoció, Carrie viajaba en el metro y llevaba zuecos (en el original, Candie's). Como tenía cierta experiencia escribiendo para varias revistas, acabó encontrando un empleo como columnista en un pequeño periódico, aunque la fama le vendría unos años más tarde. A finales de los 80 tuvo un encuentro casual con un caramero del restaurante The Saloon del que quedó embarazada; pero como apenas sabía nada del chico y no se sentía preparada para ser madre, se sometió a un aborto.
Carrie vive en Manhattan, en un pequeño apartamento de renta controlada situado en el Upper East Side, en la 73 entre Park y Madison. Gran amante de las fiestas, sale muchas noches a la semana y se la suele ver en distintos locales de moda. Es fumadora social y a menudo disfruta de cócteles, siendo su favorito el Cosmopolitan (que se popularizó gracias a la serie). Ha tenido varias parejas de corta duración, la mayoría de ellas encuentros de una sola noche o de pocas semanas. Pero aunque disfruta plenamente de su soltería, en el fondo Carrie es una chica bastante romántica y chapada a la antigua. Su mayor sueño es encontrar a un hombre del que enamorarse perdidamente, a pesar de que a menudo se plantea si ella es el tipo de mujer que se casa y forma una familia.
Carrie escribe una columna semanal para el diario The New York Star. La columna se centra en las aventuras sentimentales propias y las de sus tres amigas Charlotte, Miranda y Samantha, aunque también se inspira en otros amigos para relatar algunas anécdotas. Su columna es tan popular que le ha dado mucha fama en la ciudad; es bastante habitual que la gente la reconozca por la calle y se refieran a ella como un auténtico icono de Nueva York. Más adelante, Carrie comienza a escribir de manera independiente algunos artículos para la revista Vogue. En cierto momento en la serie, surge la posibilidad de que su columna sea adaptada para el guion de una película (que protagonizaría Matthew McConaughey en la ficción); más adelante, dos editoras deciden reunir algunos de sus mejores artículos y los recopilan en un libro que se convierte en todo un best-seller.
Personalidad
De las cuatro chicas del grupo, es posible que Carrie sea la más icónica y conocida. Adora la moda, escribe estupendamente sobre sexo y amor, y quiere a sus amigas por encima de todo. Se podría decir de ella que es alegre, ingeniosa, observadora, abierta a vivir nuevas experiencias y a escuchar todo lo que le tienen que decir. Sus amigos suelen confiar en ella para contarle sus problemas y pedirle consejo, demostrando así lo mucho que valoran su opinión.
Por otra parte, Carrie tiene un carácter que puede resultar difícil de agradar. La forma en que trata a sus amigas y sus parejas, o su tendencia al egocentrismo son defectos que todos podemos señalar, pero que también contribuyen a darle un aire más humano. Las voces en off de la serie nos dan su punto de vista directo, de manera que el espectador pueda comprender lo que pasa por su mente y el por qué de las decisiones que toma, pero, con todo, hay muchos momentos en los que cuesta entenderla.
Empecemos hablando de la moda: una de las cosas que más fascina de Carrie es su sentido de la moda. Hablamos de una mujer que tiene un guardarropa lleno de vestidos de diseñador y un centenar de zapatos a 450 dólares el par, como mínimo. A pesar de que no deja de ser una escritora con ingresos más bien modestos, es una auténtica fanática de las compras, las marcas y los desfiles de moda. Su obsesión por las compras le ha acarreado a menudo problemas financieros, como el exceder más de una vez el límite de la tarjeta de crédito, por lo que podemos decir que es bastante irresponsable cuando se trata de administrar su dinero. Es muy conocido el gran problema que tuvo cuando se vio obligada a tener que comprar su apartamento, y se dio cuenta de que no tenía ningún ahorro porque a lo largo de su vida se había gastado la friolera de 40.000 dólares solo en zapatos.
Por otra parte, una faceta de Carrie que gusta poco es su particular concepto de la amistad. Cierto que siempre está ahí para escuchar a sus amigas, apoyarlas y acompañarlas en los momentos más duros o importantes de sus vidas, pero hay ocasiones en las que Carrie se olvida un poco del significado de la palabra ‘amistad’. Son varias las veces en las que es capaz de dejar plantadas a sus amigas porque está con un hombre o porque recibe una llamada, dejándolas colgadas y sin dar explicaciones, y mucho menos disculparse. Se inventa cualquier excusa, pone ojitos de cordero degollado y sus amigas acaban por perdonarla.
Además de cambiar a sus amigas por hombres cuando le conviene más el plan, Carrie tiende a hacer que todo el universo gire a su alrededor. Si alguna de sus amigas comenta que tiene problemas y que no sabe qué va a hacer para solucionarlos, Carrie rápidamente consigue que la conversación vuelva a centrarse en ella, ya sea contando algo que le ha pasado o enseñando su nuevo bolsito para que opinen de él. Esto nos hace pensar que, en realidad, los problemas de sus amigas no le importan tanto como nos quiere hacer creer, o que necesita desesperadamente ser el centro de atención. Además, suele hacer oídos sordos a los consejos de sus amigas, y si se da la casualidad de que dos de ellas le dan consejos que se contraponen, siempre opta por el que peor resultado le da. También exige mucho de sus amigas mientras que ella no ofrece nada a cambio; sirvan como ejemplos cuando le recriminó a Samantha que no ayudara a Miranda a cuidar de su hijo cuando la propia Carrie tampoco lo hacía, o cuando cargó contra Charlotte porque no le ofreció dinero para pagar sus deudas.
Sin embargo, lo que ningún espectador le ha podido perdonar nunca fue que estigmatizara a Samantha por pillarla practicándole sexo oral a un repartidor de correos en su oficina. Para ser una columnista de sexo, Carrie tiene un pensamiento bastante cerrado. Su manera de llevar el asunto, que para cualquier otra persona habría quedado en una mera anécdota un poco incómoda, es juzgar a Samantha por hacer cosas que ella nunca haría porque le parecen de mal gusto, pero que no dejan de ser la elección de Samantha y su manera de vivir su sexualidad. Y no es esta la única vez que Carrie mostró su lado más retrógrado en lo que a sexo se refiere. En cierta ocasión, tuvo la oportunidad de salir con un joven bisexual llamado Sean, y a Carrie no parecía entrarle en la cabeza que una persona pudiese sentirse atraída por ambos sexos, llegando a cuestionar al chico y decir de él que en realidad era un gay reprimido. Cierto es que la serie tiene más de veinte años y ciertas opiniones que había entonces hoy no las compartimos, pero resulta extraño que esto le ocurra a Carrie, precisamente porque ella escribe sobre sexo y tendría que ser más abierta a la existencia de este tipo de inclinaciones sexuales.
En cuanto a sus affairs con los hombres, Carrie sobresale por ser la que tiene las relaciones más accidentadas y llenas de altibajos, quizá porque tiene la fea costumbre de tratar a los hombres como pañuelos de usar y tirar o de intentar cambiarlos para que sean como ella quiere. ¿Y qué sucede si estos no pasan por el aro? Pues que Carrie les da un ultimátum que ellos aceptan a regañadientes o lo rechazan y se alejan de ella, dejándola triste, desconsolada y preguntándose qué ha hecho mal.
Veamos a algunas de sus parejas. De todas las relaciones serias que ha tenido Carrie a lo largo de la serie, es posible que la que más le haya marcado fuese la que mantuvo con Mr. Big, apodo tras el que se esconde John James Preston, un gran empresario neoyorquino. Se conocieron de manera casual, tras tropezar en una calle de Manhattan, y desde entonces Carrie no se lo puede sacar de la cabeza. Tras varios encuentros en fiestas y eventos, empiezan una relación que tendrá muchas idas y venidas, tanto por las inseguridades de Carrie como por la falta de compromiso de Big. Y es que da la sensación de que siempre están en lugares equivocados de la relación. A pesar de ser mayor que Carrie, Big es muy inmaduro, ama demasiado su soltería y detesta que traten de atarle, aunque no se da cuenta de que él mismo está haciendo que los demás se aten a él. Y Carrie, en su afán de exigir demasiado de los demás, se empeña en pedirle cosas que sabe que no está dispuesto a dar o se permite ejercer con él su faceta de salvadora de almas. La dependencia emocional entre ambos es tan grande que han llegado incluso a ser infieles a sus respectivas parejas por estar juntos, aun a sabiendas de que eso les haría daño a todos. A pesar de todo, son incapaces de vivir el uno sin el otro porque, en realidad, son tal para cual.
La segunda relación más larga de Carrie fue con Aidan Shaw, un guapo diseñador de muebles, dulce y sincero. Para muchos, Aidan era el novio perfecto para Carrie. Es tan atento, amable y servicial que la propia Carrie duda ante tanta perfección, pero finalmente acepta salir con él. Su relación se va al traste cuando Carrie le pone los cuernos con Big, que en esos momentos estaba casado con su segunda esposa Natasha, y se lo confiesa el día en que ambos tienen que ir a una boda, a pocos minutos de salir. Meses después, vuelve a reencontrarse con Aidan y le pide una segunda oportunidad. Aidan acepta y vuelven a salir, y esta vez las cosas avanzan más rápido, pues llegan a vivir juntos una temporada; además, Aidan compra el apartamento de al lado para reformarlo y agrandar el que ya tienen, tras lo cual le pide matrimonio a Carrie. En principio, ella acepta la propuesta, pero a los pocos días empieza a sentirse agobiada por la perspectiva de la boda y porque se da cuenta de que Aidan solo quiere casarse con ella porque sigue sin fiarse de que no vuelva a serle infiel. Tras esta segunda ruptura, Aidan se marcha y lo último que sabemos de él es que se casa con una mujer llamada Kathy, con quien tendrá tres hijos.
Le toca el turno ahora a Jack Berger, personaje que aparece y desaparece en muy poco tiempo. Se podría decir que Berger es la contraparte intelectual de Carrie. Es un novelista con un sentido del humor bastante sarcástico. La relación entre ellos dos está basada en bromas ingeniosas, pensamientos comunes, cierta atracción y honestidad. Sin embargo, se enturbiará por culpa de las inseguridades profesionales de Berger. Mientras que Carrie empieza a descollar y triunfar como escritora, él se ve cada vez más hundido y no es capaz de salir a flote. Escribe cada vez menos y se enfurece cuando Carrie le hace preguntas sobre sus proyectos. La realidad es que Berger no soporta que su novia tenga más éxito que él, y esto a la larga acabará desgastando la relación, hasta el punto de que Carrie no verá otra solución más que cortar. Sin embargo, Berger se le adelanta y protagoniza la que está considerada como una de las rupturas más miserables de toda la serie: corta con ella a través de un post-it.
Y, por último, tenemos a Aleksandr Petrovsky, un artista ruso de mediana edad. Su relación empieza muy bien, pero con él Carrie empieza a tener varias crisis de edad, debido a que Aleksandr tiene ya una hija de veinte años y se niega a tener más hijos, lo que hace que Carrie se plantee ciertas cuestiones sobre la maternidad. Finalmente, decide darle una oportunidad a su relación, a pesar del hecho cada vez más notable de que Petrovsky no está tan comprometido emocionalmente como ella. Es muy egotista y vive para su trabajo, algo que ya le acarreó problemas en su anterior matrimonio, que terminó en divorcio. En cierto momento, convence a Carrie de que se vaya a vivir con él a París. Sin embargo, la ilusión de Carrie se viene abajo a los pocos días de estar en la capital francesa, ya que no habla el idioma, está sola todo el día y se da cuenta de que para Petrovsky siempre será algo secundario en su vida. Al final, deja a Petrovsky y se reencuentra con Big, con quien volverá de manera definitiva.