¡Hola a todos!
Dice el refrán que una imagen vale más que mil palabras, y es innegable el poder evocador que un cuadro, una ilustración y una fotografía tienen en el ser humano. El arte pictórico es el mayor exponente del deseo humano de plasmar una imagen determinada en un medio imperecedero, y que la intencionalidad del artista era provocar en el espectador las mismas sensaciones que había experimentado él me parece indiscutible. Por eso a nuestros días han llegado imágenes que guardan una gran belleza, otras que reflejan la vida cotidiana de las personas en sus casas o en sus trabajos, e incluso imágenes captadas en países lejanos que muestran aspectos culturales curiosos y exóticos a nuestros ojos. Pero también tenemos que hablar de las imágenes del horror, testimonio visual de hechos que poblarán nuestra cabeza de pesadillas en cuanto sepamos la historia que cuentan.
Historias y hechos inexplicables que perturban nuestra mente, captados en el momento justo por el objetivo de una cámara fotográfica. Desde que el hombre fue capaz de capturar un instante en un trozo de papel, la cantidad de historias que se han recogido en imágenes nos ayudan a concretar la auténtica historia del ser humano, desde una fotografía con toda la familia reunida en torno a la mesa, hasta la instantánea de un paisaje cuya belleza fue capaz de subyugar al fotógrafo que lo inmortalizó.
Pero en la historia de la fotografía también existen imágenes que son el prólogo a la pesadilla que esconden detrás. Fotografías que no delatan el horror de buenas a primeras, pero que preparan el terreno para lo que vendrá después. Algunas tienen la macabra virtud de grabarse en las retinas y permanecer en nuestros recuerdos para atormentarnos en el peor de los momentos, cuando creemos estar a salvo siguiendo con nuestras apacibles vidas. He encontrado muchas fotografías que tienen historias aterradoras detrás, pero he elegido estas siete para el artículo de hoy porque son las que más me han marcado y las que, en mi opinión, son más reveladoras de las diversas caras del terror.
1. El suicidio más hermoso
Evelyn McHale fue una mujer que, a sus 23 años, tomó la terrible decisión de quitarse la vida. Todo ocurrió el 1 de mayo del año 1947, en la ciudad de Nueva York. Como muchos suicidas, Evelyn dejó escrita una nota en la que simplemente decía "Él está mucho mejor sin mí. Yo no sería una buena esposa para nadie". A continuación, se dirigió al Empire State, compró un boleto para subir a lo alto del mirador y saltó al vacío desde la planta 86 del rascacielos, impactando sobre el techo de una limusina que estaba aparcada junto a la acera.
Teniendo en cuenta cómo acaban los cuerpos humanos cuando se estrellan en el suelo tras caer desde una altura tan elevada, no resulta extraño que el suicidio de Evelyn McHale esté considerado como el más "bonito". Un estudiante de fotografía que presenció el acontecimiento tomó la imagen que la haría mundialmente conocida. Al ver la foto, llama la atención la tranquilidad de la expresión de Evelyn, la elegancia con la que está acostada y la forma tan delicada de coger su collar de perlas. Si no conociéramos la historia que hay detrás de esta imagen, se podría pensar que es un montaje, un reclamo publicitario o que Evelyn es una modelo que posa en un decorado creado para una sesión de fotos.
2. El funeral de Vladimir Komarov
En la década de los 60, tanto Estados Unidos como la URSS se encontraban en plena competencia por ver quién encabezaba la carrera espacial. Uno de los mejores pilotos de las Fuerzas Aéreas soviéticas era Vladimir Komarov, uno de los ingenieros aeronáuticos más experimentados y cualificados del momento y al que sus parientes, amigos y compañeros de trabajo consideraban una magnífica persona de gran perseverancia, inteligencia y, a la vez, humildad. En 1964 comandó el despegue del Vosjod 1, que se convirtió en la primera misión espacial con una tripulación múltiple; sin embargo, tanto él como sus compañeros corrieron un enorme riesgo, ya que no contaban con trajes espaciales ni un protocolo de salvamento de emergencia en caso de que algo saliera mal. Con todo, la misión salió bien y Komarov fue condecorado con la medalla de Héroe de la Unión Soviética y la Orden de Lenin. Pero ninguno de estos honores le salvaría del trágico suceso que ocurriría tres años después.
En 1967, se designó a dos cosmonautas, Yuri Gagarin y Vladimir Komarov, para que llevaran a cabo una misión de órbita de la tierra como una manera de conmemorar los cincuenta años de la revolución comunista. Desde el principio, la cápsula presentó fallos estructurales tan graves que hacían imposible su utilización en una misión tan arriesgada. Sin embargo, las autoridades mayores del programa espacial no prestaron atención a esos informes e insistieron en que se llevara a cabo la misión. Komarov aceptó ir en la nave a pesar de que sabía desde un principio que era una condena a muerte, pues sabía que, si se negaba, los altos mandos obligarían a su amigo Gagarin a ir en su lugar. El resultado fue el esperado. Las últimas grabaciones del interior de la nave desvelan el llanto de rabia de Komarov antes de morir. Un detalle interesante es que antes de que la cápsula despegara, Komarov insistió en que su funeral fuera a féretro abierto para que los líderes soviéticos pudieran ver lo que habían hecho. En la foto que tenéis arriba, se puede ver lo que quedó del cuerpo de Komarov.
3. La secuestrada de Poitiers
Francia, año 1876. Blanche Monnier era una hermosa joven aristócrata de 26 años con una vida social muy activa. Su familia estaba muy bien situada económicamente y de reputación intachable. Sin embargo, todo eso cambió el día que Blanche anunció que había conocido a un abogado del que estaba perdidamente enamorada y con el que quería casarse algún día. Su madre no veía con buenos ojos aquella relación, puesto que el hombre no solo le llevaba bastantes años a su hija, sino que también era un abogado de poca monta que además estaba arruinado. Pero Blanche no quiso renunciar a su amor, y esto hizo que su madre la castigara de una de manera tan desproporcionada como inimaginable.
En 1901, el fiscal general de París recibió una carta en la que se le informaba de que en la casa de los Monnier había una mujer que llevaba 25 años viviendo en la mayor inmundicia, casi muerta de inanición y encerrada en una habitación con la puerta cerrada mediante un candado para que no pudiera escapar. Cuando los investigadores fueron a la casa de los Monnier y encontraron la habitación, se quedaron horrorizados ante lo que descubrieron. En aquel cuartucho sembrado de restos de comida, heces y vómito sobre los que correteaban cucarachas y otros insectos, estaba Blanche, desnuda, malnutrida y cubierta tan solo con una manta mugrienta. Pesaba tan solo veinticuatro kilos cuando fue encontrada, y su deplorable aspecto es el que veis en la foto. Mientras estuvo encerrada, no se le permitió salir ni siquiera para ir al baño, por lo que se vio forzada a vivir entre sus propios excrementos, respirando aquel aire viciado y nauseabundo. La madre fue apresada en el acto y acabó confesando que había encerrado a su hija para evitar que se casara con el arruinado abogado, ya que aquello habría supuesto un grave deshonor para su familia.
Pero para Blanche ya era tarde; tras más de dos décadas sin ver la luz del sol, la mujer había perdido por completo la cabeza y tuvo que ser internada en un hospital psiquiátrico, donde moriría en 1913.
4. La muerte de Regina Walters
La foto que estáis viendo muestra los últimos momentos de vida de Regina Kay Walters, una chica de 14 años que fue asesinada en 1990 por Robert Ben Rhoades, también conocido como El Asesino de la Gasolinera. Este hombre se dedicaba a recoger autoestopistas en su camión, en cuya parte trasera había montado su propia cámara de tortura. La fatalidad puso a Regina y a su novio Ricky Jones en el camino de Rhoades, que los secuestró y mantuvo retenidos en su camioneta. Es casi seguro que mató a Jones al poco de haberlo secuestrado y luego arrojó su cadáver al río Mississippi; en realidad, su verdadero objetivo era divertirse a costa de Regina.
El modus operandi de Rhoades era muy sencillo. Secuestraba a autoestopistas muy jóvenes para luego torturarlos hasta la muerte en su propio camión. Los federales descubrieron en el vehículo instrumentos de tortura tales como esposas, látigos, consoladores, correas y agujas, entre otras herramientas. Su trayectoria criminal duró quince años. En la foto queda reflejada la última fantasía del asesino, quien mantuvo cautiva a Regina durante al menos dos semanas, la sometió a todo tipo de torturas y violaciones para finalmente cortarle el pelo y obligarla a ponerse un vestido negro y zapatos de tacón antes de estrangularla con un garrote y tirar su cadáver en un granero abandonado en Illinois.
5. La mirada del odio
En el año 1933, la revista Life estaba cubriendo un evento en la Sociedad de Naciones, germen de la posterior Organización de las Naciones Unidas. El evento tuvo lugar en la ciudad de Ginebra, en Suiza, y al acto acudieron políticos de todos los países miembros. Pero no todos eran gente de bien, pues allí se encontraban también personalidades como Joseph Goebbels, el número dos de Adolf Hitler y una de las principales figuras de la Alemania nazi.
Cuando el fotógrafo Alfred Eisenstaedt, que trabajaba para la revista Life, tomó las primeras fotos de Goebbels, el ministro alemán mostró ante la cámara la mejor de sus sonrisas, mostrándose además comunicativo, participativo y amable. Todo eso cambió cinco minutos después, cuando Goebbels se enteró de que Eisenstaedt era judío. La expresión de Goebbels, captada por el objetivo de Eisenstaedt, cambió de una manera tan acusada que pasó a la historia con el título "Ojos de Odio", y revela a la perfección lo que el político pensaba en aquel momento del hombre que le fotografiaba.
6. La masacre de Jonestown
Jonestown fue el nombre informal con el que se conoció el Proyecto Agrícola del Templo del Pueblo, una secta estadounidense fundada en la Guyana y liderada por el pastor Jim Jones. Este hombre, dotado de un tremendo carisma que le llevó a formar su propia iglesia en 1955, gustaba de propagar un mensaje que podría describirse como una combinación entre socialismo y cristianismo; de hecho, él mismo lo catalogaba de "socialismo apostólico". Gracias a su fabulosa capacidad para transmitir sus palabras, manipuló a cientos de personas para que abandonaran la vida que llevaban y se unieran a él para fundar juntos una verdadera tierra prometida donde todos serían iguales y nadie se vería humillado o desplazado por motivos de raza, sexo y riqueza. Tras varios problemas con las autoridades estadounidenses, Jones decidió marcharse a Guyana con sus discípulos y allí fundó Jonestown, con una población de unas 900 almas aproximadamente.
Pronto empezaron los problemas, como ocurre en todas las sectas. El paraíso socialista de Jones no era tal como sus discípulos pensaron que sería. Trabajaban de sol a sol todos los días y solo se alimentaban de arroz y legumbres, mientras que Jones disfrutaba de alimentos refrigerados de mayor calidad. De vez en cuando se celebraban en Jonestown las Noches Blancas, en las que Jones les hacía beber a los sectarios un brebaje supuestamente envenenado para probar su lealtad. El asesinato del congresista Leo Ryan, que había ido a Jonestown para comprobar si las acusaciones de ex-adeptos eran ciertas, aceleró el fin del Templo del Pueblo.
Un par de horas después de haber ordenado la muerte del congresista, Jones reunió a todos los miembros de la secta y les ordenó que se suicidaran. Se prepararon bidones con zumo mezclado con cianuro y todos los sectarios fueron conminados a que lo bebieran, ya fuera mediante la persuasión o las amenazas. Se le suministró el veneno en primer lugar a los niños, incluso a bebés de pecho que fueron arrancados de los brazos de sus madres, mientras Jones insistía en que lo que estaban haciendo era un acto revolucionario. En la foto de la parte superior, se puede ver el resultado de aquel homicidio masivo, en el que los 900 habitantes de Jonestown fueron encontrados muertos al día siguiente tras haber ingerido dosis mortales de cianuro.
7. La sonrisa de la locura
La I Guerra Mundial no fue el juego de niños al que muchos hombres corrieron después de hacer largas colas para alistarse mientras lucían una amplia sonrisa en los labios. Eran tantas las ganas de guerra que parecía tener Europa que estos futuros soldados no sabían ni eran capaces de imaginar el horror que se viviría en las trincheras. Disparos a todas horas, bombardeos en los momentos más inesperados, una lluvia de casquillos, proyectiles y cápsulas que acababan por destrozar el espíritu más fuerte. Los militares que lucharon en la I Guerra Mundial fueron testigos de primera mano de ese estado de shock que afectaba a sus compañeros tras experimentar los horrores de la batalla. Y esa expresión de demencia, de absoluta falta de cordura, es la que se ve en esta fotografía.
Fue tomada en el año 1916, en el transcurso de la batalla de Flers-Courcelette en el marco de la ofensiva del Somme, una de las batallas más largas y sangrientas de toda la guerra. No se conoce la identidad del soldado retratado, pero lo que queda fuera de toda duda es que su expresión facial no encaja con la de una persona que está en su sano juicio. Por entonces, a esta especie de demencia se la llamaba "neurosis de guerra" o "fatiga de combate", término que después se cambiaría por el de estrés postraumático. En la fotografía, el soldado está acuclillado en la trinchera y luce una espantosa sonrisa en la cara que se vuelve más escalofriante cuando nos fijamos en sus ojos brillantes de mirada perdida y vacía. Es la imagen más clara del horror de la guerra y los desastres que causó en tantos soldados como el de esta foto.
¡Y hasta aquí por hoy, amigos! ¡Espero que os haya gustado! ¡Un saludo y hasta el próximo artículo!