¡Hola a todos!
Cuando se toca el tema de literatura, es inevitable que cada cual se posicione en el bando del género literario que más le gusta. A día de hoy, podemos encontrar de todo dentro del panorama literario: misterio, terror, aventuras, fantasía, ciencia ficción... Y es todavía mucho mejor cuando dos o más géneros se combinan, como en el caso de la fantasía urbana o la romántica de terror, ya que gracias a estas curiosas mezclas los lectores podemos disfrutar de historias realmente únicas y originales, además de no tener que encasillarnos en un único género literario como favorito.
Sin embargo, hay cosas por las que yo, como escritora y como lectora, no puedo pasar, y una de ellas es la novela romántica.
Un momento, un momento, me diréis. Laura, ¿es que te atreves a meterte con la novela romántica... después de haber escrito una novela cuyo eje principal es una historia de amor? ¿No estás siendo un poco incoherente con tus propias palabras?
Pues... depende.
Aquí me tengo que dividir en dos mitades: mi mitad escritora y mi mitad lectora. Como escritora, me gusta experimentar con todo tipo de géneros y temáticas en mis historias y relatos. No le hago ascos al amor entre dos personajes, de igual modo que tampoco me amilano a la hora de hacerles pasar las peores perrerías o de involucrarles en una trama complicada y llena de giros inesperados. Sin embargo, como lectora yo también tengo mis gustos, y resulta que la novela romántica no está entre ellos.
Pero, ¿por qué tanta ojeriza con la novela romántica? Pues porque me parece tan... simplona. Quienes me conocen, saben de mi gusto por las historias complejas, con muchos personajes y giros de guión originales, pero también saben que no le hago ascos a las historias más simples con uno o dos personajes, siempre y cuando estos sean interesantes y tengan algo que decir. Ojo, que no le estoy quitando méritos al género romántico, pues gracias a él las mujeres empezamos a ser reconocidas dentro del panorama literario y nos han dejado nombres tan ilustres como Bárbara Cartland, Nora Roberts o Danielle Steel por mencionar solo a las más famosas. Sin embargo, hay que saber tener una visión crítica y darse cuenta de que, por mucho que nos gusten las novelas de amor, la gran mayoría de ellas caen en una espiral de clichés que todos hemos leído hasta el aburrimiento.
Por eso, un poco en serio y un poco en broma, he creado este código con las principales leyes del cliché dentro de la novela rosa. Todas las novelas pertenecientes al género romántico (ya sea adolescente o para adultos) cumplen aproximadamente un 90% de estas leyes:
- Ley de la virginidad selectiva: En una novela romántica, la chica casi siempre es virgen, mientras que el chico tiene una vida sexual bastante activa y una o varias amantes con las que disfruta del sexo sin compromiso; eso sí, prefiere con mucho a la inocente e ignorante muchacha que no sabía lo que era un orgasmo hasta que él apareció en su vida.
- Ley de la sobreprotección: En una novela romántica, el protagonista masculino siente un deseo malsano de proteger a la chica de cualquier cosa que pueda (o no) hacerle daño. La chica no podrá ponerse un escote demasiado pronunciado porque llamará la atención de potenciales violadores, así que él la acompañará en todo momento para asegurarse de que está bien. También se aplicará en casos más estúpidos, como una excesiva preocupación porque la chica coja un resfriado por salir de casa sin bufanda o por quemarse la espalda debido a que no se ha puesto bastante protector solar.
- Ley de los dos hombres con un mismo destino: En una novela romántica, la protagonista tendrá la posibilidad de escoger entre dos hombres que suspiran por ella: el chico que comparte protagonismo con ella y otro más que aparece por ahí para completar el triángulo amoroso. Normalmente se trata de un chico cuya personalidad más convencional difiere de la del chico protagonista, que suele ser más descarado e irreverente. Sin embargo, aunque este segundo chico se rige por un sano sistema de valores y ofrece a la chica amor y estabilidad, ésta preferirá al primer chico del que se ha
obsesionadoenamorado.
- Ley de la friendzone: En una novela romántica, el chico trata a la protagonista como si fuera una mierda, llegando en algunos casos a forzarla a hacer algo que no quiere. Mientras tanto, el tímido y dulce mejor amigo de la chica (que lleva años enamorado en secreto de ella) estará siempre a su lado para cuidarla, consolarla y darle buenos consejos. ¿Adivináis con quién se queda la chica al final?
- Ley de los celos obligatorios: En una novela romántica, SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE tiene que haber al menos una escena de celos. No importa que sea una escena suave o que el celoso monte un pifostio de cojones. Siempre habrá un momento en el que estallen los celos. Las novelas románticas que no sigan esta regla, arderán.
- Ley del trauma psicológico: En una novela romántica, uno de los protagonistas (o los dos) sufre algún trauma que le hace renegar del sexo opuesto. En el caso de la chica, probablemente sufrió una violación en el pasado o fue maltratada por un exnovio. En el caso del chico, lo más clásico es que su madre no le hiciera caso o que se enamoró de una mujer que le traicionó o que no le merecía.
- Ley de la propiedad: En una novela romántica, ya sea de los años 80 o más actual, siempre tiene que haber el típico chico mojabragas que tiene que dejar claro en cada diálogo que la chica es suya, solo suya y nada más que suya.
- Ley del cambio de novio: En una novela romántica, la chica conoce a un hombre que es mucho más guapo/rico/interesante/misterioso que su actual novio o marido, que pasa completamente de ella y además es un cateto que no cree en el amor a primera vista ni se ha leído los libros de las hermanas Brönte. Por supuesto, a medida que avance la novela se dará cuenta de que se había equivocado al estar con su ignorante novio y que solo ha conocido el verdadero amor gracias al misterioso desconocido.
- Ley del diamante en bruto: En una novela romántica, la protagonista es simple, sin grandes atractivos ni virtudes particularmente llamativas. No obstante, a pesar de ser anodina hasta decir basta, en cuanto el galán de turno posa sus ojos sobre ella se convierte de la noche a la mañana en Miss Universo. De repente, todos los hombres del mundo se darán cuenta de que es hermosísima y especial, y se dedicarán a acosarla. Pero, claro está, ella solo se quedará con el más guapo/rico/interesante/misterioso de ellos.
- Ley de la Pixie Maníaca: En una novela romántica, los hombres se decantan por las chicas inocentes, de aspecto delicado, grandes ojos de mirada líquida y pelo abundante y rebelde. Esto es así porque sienten la imperiosa necesidad de entrar en la vida de esa chica para protegerla de todo mal y para aprender junto a ella a disfrutar de la magia que hay en una canción de Violent Femmes o la poesía que encierra la lluvia que cae.
- Ley de la rebelde sin causa: En una novela romántica, el chico también puede enamorarse de una chica fuerte, rebelde e independiente que suscita interés debido a su bravura y carácter indómito. Lo más curioso es que en este tipo de historias, los protagonistas suelen tener varios encontronazos, y el carácter encendido de la chica se vuelve despótico y la convierte en una desagradecida que no se recata en acusar de pervertido al hombre que la ha cogido por la cintura para evitar que se cayera por un barranco.
- Ley del gavilán alfa: En una novela romántica, el héroe tiene que ser alto, fuerte, guapísimo, protector, capaz de hacer sentir a la chica emociones desconocidas entre sus atómicos brazos y de dejarla embarazada con una de sus penetrantes miradas azul oceánico o gris como el metal fundido (¿qué narices les pasa a los hombres románticos en los ojos?). Será tierno, culto y sensible cuando la situación lo requiera, y tendrá alguna flaqueza, pero no será nada que la protagonista no pueda perdonar, aunque sea una flaqueza que haga tambalear los cimientos de la relación.
- Ley del feminismo anacrónico: En una novela romántica, sobre todo ambientada en tiempos antiguos, es muy habitual que la protagonista sea una feminista adelantada a su tiempo que aboga por la igualdad de géneros y no cree en el matrimonio sin amor. A pesar de ser un bicho raro en el seno de su círculo social, resulta que llama la atención de todos los hombres por sus extravagantes ideas y su hermosura sobrehumana. Cómo no, se acabará enamorando de un hombre que no solo es guapo, rico y protector, sino que también comparte sus ideas y las aplaude sin sentir amenazas sobre su virilidad.
- Ley del playboy reformado: En una novela romántica, el hombre es conocido por ser un mujeriego impenitente que se ha follado a la mitad de la población femenina (exceptuando quizá a su madre y a su hermana). Sin embargo, todo eso cambia cuando entra en su vida la chica protagonista, ya que poco después de conocerla descubre que ya no puede ni quiere estar con nadie más que ella.
- Ley de la pareja equivocada: En una novela romántica, uno de los protagonistas está casado o comprometido con otra persona en el momento de conocer al otro protagonista. Si el hombre tiene esposa o prometida, ésta será una zorra malvada y posiblemente promiscua. Si es la chica la que está emparejada con otro, el chico será gay o un maltratador.
- Ley de la separación forzosa: En una novela romántica, los protagonistas nunca pueden estar juntos de buenas a primeras. Siempre hay algún motivo (normalmente un pasado difícil, o por diferencia de edad, o porque creen que son hermanos) que les hace estar separados hasta que por obra y gracia del Deus ex Machina se resuelve el conflicto y ya pueden casarse y ser felices para siempre.
- Ley de la no comunicación: En una novela romántica, los protagonistas deberán mostrar una total incapacidad para arreglar las cosas mediante una conversación civilizada. Esto explica por qué hay tantos malentendidos entre ellos y por qué nunca pueden resolver un problema sentándose a hablar hasta aclarar las dudas. La incomunicación entre ellos alcanza cotas de extraordinaria estupidez cuando uno de los protagonistas se declara y el otro todavía tiene dudas sobre lo que ha querido decir exactamente con la frase "te quiero".
- Ley de la mejor amiga: En una novela romántica, la protagonista suele tener hermanas o una mejor amiga que parecen sacadas de una novela de Jane Austen. Esta chica (o chicas) suele ser el colmo de la amabilidad, ayuda a la protagonista a conseguir al hombre de sus sueños e incluso se sacrifica voluntariamente si a ella también le gusta el mismo chico. Su aparición en la novela asegura a los lectores que habrá una continuación en la que ella será la protagonista.
- Ley de la familia psicópata: En una novela romántica, los protagonistas tendrán unos parientes que odian a su pareja y hacen todo lo posible por separarles. Normalmente es la madre, la hermana o la abuela que, casualidades de la vida, casi seguro que ha tenido algún roce en el pasado con su familia política.
- Ley del desnivel económico: En una novela romántica, el nivel de vida de los protagonistas difiere enormemente. La chica suele tener un nivel económico tirando a bajo, ya que posiblemente sea profesora de guardería, pintora o escritora bohemia. En cambio, el chico suele ser obscenamente rico o pertenece a una clase superior (médico, director de una revista femenina o un príncipe que se ha fugado de su reino para conocer el amor verdadero).
- Ley de la solterona compungida: En una novela romántica, a pesar de que la protagonista es una mujer independiente que se ha sacado una carrera, dos másters y tiene un puesto de directora que la ha llevado al éxito profesional, en el fondo no será más que una treintañera vieja y amargada porque nunca ha tenido suerte en el amor, por lo que todos los triunfos que ha obtenido en su vida no valdrán nada en comparación con la satisfacción que supondría conocer al hombre de sus sueños.
- Ley del sexo animal: En una novela romántica, el concepto "sexo seguro" no existe. En muy pocas novelas de este género veremos a los protagonistas hablar sobre ponerse un preservativo o utilizar algún método que prevenga un embarazo no deseado o una enfermedad venérea. Eso sí, a pesar de que hay sexo a mansalva y con muchas y diferentes personas, nadie se contagia de sífilis, gonorrea o SIDA.
¡Y nada más, queridos lectores! Espero que os haya gustado esta lista de clichés sobre novela romántica. Si sois fans de este tipo de literatura y os ha ofendido esta entrada, os pediría que os tomarais las cosas con un poco de sentido del humor y a recordaros que el derecho a opinar es válido para todo el mundo. Si por lo contrario esta entrada os ha gustado y queréis colaborar, podéis dejar en los comentarios algún cliché que se me ha escapado o decir si queréis que haga lo propio con los clichés de otro género literario, como la fantasía o el terror.
¡Hasta pronto!