Cuando Cristóbal Colón llegó a
América en 1492, tuvo su primer encuentro con los nativos de aquella tierra, a
los que llamaría por error “indios”. De sus impresiones dejó escrito un
memorial destinado a los Reyes Católicos en el que decía de estas gentes: “Tan
tratables son, tan pacíficos son, que juro a Vuestras Majestades que no hay en
el mundo mejor nación. Aman a su vecino como a sí mismos”.
El amor al prójimo es uno de los
fundamentos del cristianismo, que era la fe que profesaban, en distintas formas,
los europeos que en los años siguientes acudirían masivamente al Nuevo Mundo
para colonizar aquellas tierras. Pero los europeos no se portaron
cristianamente con quienes ya estaban viviendo allí. Aparte del contagio de
muchas enfermedades para las que los nativos no estaban preparados, les
arrebataron sus tierras, los confinaron en reservas y los masacraron sin
piedad.
Las guerras indias son uno de los
fundamentos del nacimiento de los Estados Unidos de América; una gesta que ha
sido relatada por diversos escritores y que ha sido llevada al cine en
innumerables ocasiones, hasta el punto de que ha merecido un género con nombre
propio: el “western”, que nos ha dejado joyas tan emblemáticas como Solo ante el peligro, Silverado, Centauros del desierto o Murieron
con las botas puestas, esta última retratando el transcurso de la batalla
de Little Big Horn.
Sin embargo, el cine no siempre
cuenta la verdad de lo ocurrido y está más que probado que la batalla de Little
Big Horn, en la que fue masacrado casi por completo el 7º regimiento de
Caballería, no fue la lucha épica entre los buenos americanos y los malvados
indios salvajes que nos han intentado hacer creer. Esta legendaria batalla
ocurrió en las grandes llanuras y cuenta con tres nombres propios: George Armstrong
Custer, Caballo Loco y Toro Sentado.
George Armstrong Custer nació el
5 de diciembre de 1839 en New Rumley (Ohio), en el seno de una familia
metodista de emigrantes (su padre era alemán y su madre irlandesa). Como muchos
hombres en aquella época, ingresó en la Academia Militar
de Estados Unidos. A pesar del renombre que alcanzaría posteriormente, lo
cierto es que no fue un brillante estudiante en West Point. Se graduó como
teniente, pero fue el último de su promoción. La Guerra de Secesión fue su
gran oportunidad; fue destinado al Ejército de la Unión con el grado de
alférez y participó en la primera batalla de Bull Run. Gracias a su decisión y
arrojo, consiguió ascender hasta general a los 23 años. En junio de 1863 ya
estaba al mando de una brigada de caballería, con la que combatió en Gettysburg
(Pennsylvania) y, a las órdenes del general Phillip Sheridan, en el valle de
Shenandoah.
Al finalizar la contienda, buscó
destinos que le reportaran más gloria. Así fue enviado como teniente coronel al
7º de Caballería para participar en la última fase de las Guerras Indias, que
se estaba desarrollando en esos momentos en Kansas. Allí combatió contra los
cheyennes entre 1867 y 1868. En el año 1873 fue destinado al territorio de
Dakota para proteger a los topógrafos del ferrocarril y a los buscadores de oro
que recorrían la tierra de los sioux, cuyo jefe era Toro Sentado. Tras tres
años de continuos enfrentamientos con este pueblo, el Ejército de los Estados
Unidos decidió atacar a los indios en una batalla final que, supuestamente,
acabaría con el problema de una vez por todas.
Nada más lejos de la realidad.
Aunque en algunas películas se ha mitificado en exceso el carácter de Custer,
lo cierto es que no estaba sensibilizado con el problema indio ni era un genio
de la estrategia. Era un hombre arrogante e impetuoso que basaba sus éxitos en
tomar siempre la iniciativa sin tener en cuenta el número de bajas. De hecho,
lo ocurrido en Little Big Horn dejó al descubierto sus grandes defectos como
estratega militar, y por ello perdería la vida.
En 1876, el Ejército planeó una
campaña contra los indios hostiles, que por entonces estaban establecidos en el
territorio suroriental de Montana. El regimiento de Custer, formado por 655
soldados, constituía la avanzadilla de una fuerza a las órdenes del general
Alfred Howe Terry. El 25 de junio, los exploradores de Custer encontraron a los
sioux junto al río Little Big Horn. A pesar de que los sioux eran mucho más
numerosos, Custer decidió que los eliminaría de una vez por todas. Así,
desobedeció la orden de reunirse con Terry en la confluencia de los ríos Big
Horn y Little Big Horn, y se preparó para el ataque.
Inconsciente del peligro y
creyendo que los indios no resistirían el envite de una tropa moderna, Custer
rechazó dos ametralladoras “Gatling” que le ofreció el 20º de Infantería y
también el apoyo del 2º de Caballería. Se lanzó solo a la batalla, con todos
los hombres del 7º encuadrados en doce compañías. Dividió su hueste en tres
columnas, y él mismo lideró una.
Nadie sabe exactamente lo que
ocurrió, pero no sobrevivió ni un alma. No han quedado registros de primera
mano de la batalla de Little Big Horn, y las fuentes orales indias tienden a
mezclar realidad con fantasía. Pero lo cierto es que Little Big Horn era un campamento
enorme, con más de 4.000 indios preparados para el combate al mando de Toro
Sentado, Gall y Caballo Loco.
El desarrollo de la batalla fue
muy rápido, pues todo finalizó en menos de dos horas. Es más que probable que
nunca llegara a formarse el famoso cuadro que aparece en todas las películas,
pues no tuvieron ni tiempo. Trataron de agazaparse detrás de los caballos
muertos. Muchos cuerpos se hallaron diseminados por las laderas, probablemente
porque fueron descubiertos mientras intentaban escapar de la masacre. No quedó
nadie con vida. Allí murió el imprudente general Custer, sus hermanos Tom y
Boston, su cuñado James Calhound y su sobrino Audie Reed, que perecieron junto
a doscientos diez soldados, cuyos cuerpos fueron mutilados por los vencedores.
Sólo hubo un ser que sobrevivió: un caballo llamado Comanche, que fue considerado un héroe nacional. Al morir, su
cuerpo fue embalsamado, sus órganos fueron enterrados con honores militares y
su cuerpo momificado fue llevado al Museo de Historia Nacional de la ciudad de
Lawrence.
Sobre el campo de batalla
quedaron Custer y los que se dejaron la vida en aquella empresa imposible. No
existe hoy en día unanimidad en cuanto al número real de bajas debido a que no
se sabe con exactitud cuántos perecieron en las otras dos columnas en que
Custer dividió sus fuerzas. Lo que sí se sabe es que entre los muertos se
encontró al periodista Mark Kellog, que viajaba con el 7º de Caballería como
enviado del Bismarck Tribune, un
diario de Dakota. Perdió la vida también en la batalla, dejando como último
testimonio un telegrama que envió a su redacción antes de la masacre y en el
que decía simplemente: “Parece que al fin veremos indios”.
Little Big Horn fue el máximo
exponente de la resistencia de los indios de las grandes llanuras, aunque no
tardarían en entrar en declive. Los supervivientes del 7º se tomaron la
revancha en Wounded Knee al masacrar a un grupo de sioux que se había rendido.
En 1890, el presidente Harrison ordenó que se terminara con el problema de una
vez sin reparar en esfuerzos. El 15 de diciembre de ese mismo año, el ejército
asesinó a Toro Sentado. Los sioux, los cheyennes y las otras tribus de las
grandes llanuras de Estados Unidos eran ya historia.
Muy ilustrativa entrada, Laura. Suele decirse que los genios son unos locos, pero en el caso de Custer, era sólo un loco. Tampoco deja de ser curioso e injusto que los españoles sigamos teniendo esa carga negativa por el papel en América, papel que, con sus muchos errores y tragedias, difiere del de ingleses o estadounidenses; no hay más que ver los efectos del mestizaje si comparamos Hispanoamérica con EEUU, o las guerras indias y el hecho que tratas aquí; desde luego, a decir de muchos, parece que los colonos gringos iban a repartir caramelos a los indios.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho! :)
Me temo que los españoles habremos de seguir soportando que se nos acuse de esclavistas y de masacrar a los habitantes del Nuevo Mundo, pero siempre me ha llamado la atención que no se acusara igual a los portugueses, ingleses, franceses y holandeses, que hicieron tres cuartos de lo mismo. Me parece que aquí se usan dos varas de medir, cosa que me joroba bastante. Pero la batalla de Little Big Horn, como tantas otras luchas contra los indios, demuestra el poco respeto que el hombre "civilizado" tiene para con sus semejantes. El famoso Buffalo Bill estaba avergonzado de sus propios congéneres cuando le ordenaban dirigir una campaña contra los indios, porque le repugnaban tantas injusticias.
EliminarGracias por comentar! Un beso!!
Me parece que no es exacto, que Custer saliera de West point con el grado de Alférez, ya que ese grado no existe en el ejercito Norteamericano, ni ha existido nunca. Creo que el grado mas inferior de Oficial, del ejército Norteamericano, es de 2º Teniente. Aun así es un buen artículo.
ResponderEliminarNo, he puesto que se graduó como teniente, ^^*
EliminarGracias por comentar!