Vivir en el corazón de los que dejamos atrás no es morir.
T. Campbell
La muerte nunca es fácil de aceptar. Cuando una persona cercana a nosotros muere, la pena y el dolor por la pérdida nos ahogan y no nos dejan respirar. La tristeza que sentimos es tan grande que nos impide pensar con claridad, nos impide comprender que se trata de un proceso biológico natural del que nadie puede escapar. Antiguamente, las personas se preparaban durante toda su vida para la muerte. La primera orden de un faraón egipcio al subir al trono era que empezasen los preparativos para construir su tumba, donde habría de descansar por toda la eternidad. En la Edad Media se escribieron muchos tratados acerca del bien morir, con consejos útiles para que todos supieran cómo tenían que enfrentarse a la muerte llegado el momento. ¡Qué diferencia tan grande comparado con nuestros tiempos!
Si me permitís que me ponga filosófica, yo creo que la muerte más terrible no es la física en sí misma, sino la que viene con el paso de los años: El olvido. Tengo la firme creencia de que las personas no tenemos miedo de la muerte, sino de que se nos olvide. Todos queremos ser recordados cuando no estemos aquí. Todos hemos venido a este mundo con la intención de dejar nuestra huella de alguna manera; por eso, uno de nuestros mayores temores es saber que vamos a morir y creer que no hemos hecho nada digno de ser recordado.
Sin embargo, hay maneras de que te recuerden para la posteridad sin hacer demasiado esfuerzo, y una de ellas es dejar una frase pre mortem realmente demoledora. Por eso, hoy os quiero dejar una breve lista de personajes históricos que serán inmortales no solo por los hechos que llevaron a cabo en vida, sino también por destacar con sus comentarios antes de morir. Algunas frases presentaron enigmas que nunca se pudieron resolver; otras son despedidas en toda regla; otras son comentarios sarcásticos y algunos verdaderamente descabellados y sorprendentes.
*Bernard le Bovier de Fontenelle (1657-1757)
Escritor, filósofo y divulgador científico francés. En 1691 ingresó en la Academia francesa, y en
1697 en la Academia
de ciencias, de la que fue secretario perpetuo.
Fontenelle se mantuvo en forma
hasta poco antes de cumplir los cien años. Y cuando ya estaba el pobre hombre
muy cascado, en su lecho de muerte, el médico le preguntaba:
-¿Siente usted alguna molestia?
Y él decía:
-Sentir no siento nada. Solo una
cierta dificultad… de seguir siendo.
*Wilson Mizner (1876-1933)
Escritor y director de cine estadounidense.
La muerte de Wilson Mizner fue
digna de una comedia. Cuando el sacerdote fue a ofrecerle los últimos auxilios,
le dijo:
-No tengo nada que hablar con
usted. Voy a entenderme directamente con su jefe.
*Lope de Vega (1562-1635)
Escritor español del Siglo de Oro. Ha sido considerado como el más
productivo de todos los tiempos. Su vida fue agitada en aventuras y amores.
Lope de Vega cuando se vio en el
lecho de muerte se mantuvo muy entero hasta el final, pero cuando le dijeron
que ya le quedaba poco tiempo, murmuró:
-Pues ahora ya puedo decirlo.
Nunca he podido soportar a Dante. Me da náuseas.
*Federico Guillermo I (1688-1740)
Rey de Prusia (1713-1740). Hijo de Federico I, prosiguió la obra de
unificación y de centralización de sus predecesores.
A Federico Guillermo le gustaba
vestir su uniforme. Y cuando estaba a punto de morir, el cura que le asistía
abrió el Libro de Job para reconfortarle y leyó: “Desnudo salí del vientre de
mi madre. Y desnudo vuelvo a ti”.
Y el rey, al oírlo, murmuró muy
preocupado:
-Desnudo no. Quiero que me
entierren con mi uniforme de gala.
*Sócrates (470-399 a.C.)
Filósofo griego, considerado el fundador de la filosofía moral o axiología, que ha tenido gran peso en la posterior historia de la filosofía occidental por su influencia sobre Platón.
Aunque fue un patriota y un hombre de profundas convicciones religiosas, Sócrates fue acusado por sus contemporáneos de despreciar a los dioses del Estado y de corromper a la juventud. Fue juzgado y condenado a muerte. Sus discípulos trazaron un plan de fuga, pero Sócrates prefirió acatar la ley y eligió morir. Justo después de apurar la copa de cicuta que acabaría con él, pronunció sus últimas palabras:
-Crito, le debo un gallo a Asclepio.
*Jorge V (1865-1936)
Rey de Gran Bretaña y emperador de la India (1910-1936). Durante su reinado estalló la Primera Guerra Mundial e
Irlanda obtuvo su independencia (exceptuando el Ulster).
Jorge V daba discursos cortos. No
le gustaba entretener a la gente. Y sus últimas palabras fueron:
-Señores, lamento hacerles
esperar tanto, pero no consigo concentrarme para morirme.
*Pancho Villa (1877-1923)
Revolucionario mexicano.
Pancho Villa murió, retirado de
la vida revolucionaria, en medio de una emboscada promovida por el presidente de México, Álvaro Obregón. Y ya cuando estaba agonizando, sus amigos le decían:
-Doroteo, di algo.
Y él, entreabriendo los ojos,
dijo:
-No se me ocurre nada. Pero
decidles que he dicho algo.
*Dominique Bouhours (1628-1702)
Jesuita y escritor francés. Como gramático, estaba considerado una
autoridad. Fue amigo de La
Bruyère , Boileau y Racine.
Era un hombre muy intransigente
en cuestiones de gramática. Sus últimas palabras en el lecho de muerte fueron:
-Hijos, voy a morir, o estoy
muriéndome, que las dos expresiones son gramaticalmente correctas.
*Luis XVI (1754-1793)
Rey de Francia que fue derrocado durante la Revolución Francesa
y más tarde decapitado por decisión de las autoridades del régimen
revolucionario.
Se dice que Luis XVI subió al
patíbulo con una actitud fría, digna e imperturbable. Antes de ofrecer su
cuello al verdugo, gritó dirigiéndose a la muchedumbre que asistía al
acontecimiento:
-¡Franceses, muero inocente!
*Juliano el Apóstata (331-363)
Emperador romano. Intentó restaurar el paganismo después de la adopción
del cristianismo llevada a cabo por su tío el emperador Constantino I el
Grande.
El reinado de Juliano se detuvo
bruscamente cuando, luchando contra los persas en Mesopotamia, fue herido de
gravedad. Sabiendo que, tras su muerte, sus reformas religiosas serían anuladas
y el cristianismo volvería a ser la religión oficial del imperio, se dice que
suspiró antes de morir:
-Venciste, Galileo.
*Carlos I (1600-1649)
Rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda, depuesto y ejecutado durante la Guerra Civil inglesa.
Tras la batalla de Marston-Moor,
en la que fue derrotado por Oliver Cromwell, Carlos I fue encarcelado y
sometido a juicio ante la
Asamblea , que lo condenó por tirano, asesino y traidor, a
morir en el patíbulo. Antes de que el hacha del verdugo se abatiese sobre el
cuello del monarca, éste, vuelto hacia el pueblo, gritó con arrogancia:
-¡Recuerda!
*Heinrich Heine (1797-1856)
Uno de los poetas más grandes de Alemania, cuyos poemas, punzantes y en
ocasiones llenos de espíritu satírico, gozan de prestigio universal.
Una dolencia medular minó sin
remedio la salud del gran lírico alemán. Cuando su mujer, que profesaba una
profunda religiosidad, exhortó al moribundo a reconciliarse íntimamente con
Dios, Heine sonrió y murmuró:
-Nada temas, querida; el Eterno
me perdonará porque ese es su oficio.
*Giulio Mazarino (1602-1661)
Político y cardenal francés que controló el gobierno francés durante la
minoría de edad de Luis XIV y ayudó a transformar Francia en la potencia
predominante de Europa.
Próximo a morir en su residencia
de Vincennes, se hallaba el cardenal rodeado de un enjambre de aduladores que,
no sabiendo cómo lisonjearle mejor, le dijeron que su agonía estaba siendo
honrada con la presencia de un cometa. Pero el cardenal dijo con sorna:
-Demasiado honor me hace ese
cometa.
Y en seguida expiró.
*Cayo Julio César (100-44
a .C.)
General y político romano, creó los cimientos del futuro sistema
imperial romano al final de la
República.
Durante su gobierno como dictator perpetuus, César estableció un
programa de reformas muy variado que le valió la enemistad de varios miembros
de familias senatoriales, que veían perjudicadas sus posiciones. Ante la
posibilidad de que quisiera autoproclamarse rex,
un grupo de senadores tramó una conjura para asesinarle. Cuando César entró en
el Senado, fue apuñalado repetidas veces. Al advertir que entre los conjurados
se hallaba su hijo adoptivo, depuso toda resistencia, exclamando con amargura:
-Tú también, Bruto, hijo mío…
*Alonso Cano (1601-1667)
Pintor, escultor y arquitecto español. Fue una de las figuras más
destacadas del Barroco.
Cuando estaba a punto de morir,
sorprendió a todo el mundo al negarse a recibir los últimos auxilios de un
sacerdote que sostenía en la mano un tosco crucifijo. Pero mayor fue el estupor
cuando Cano, dificultosamente, articuló:
-Padre, quitad por caridad de mi
presencia esa horrenda escultura y mostradme una sencilla cruz, que yo
idealizaré dignamente a Jesucristo.
*Alejandro III el Magno (356-323 a .C.)
Rey de Macedonia, conquistador del Imperio persa y uno de los líderes
militares más importantes del mundo antiguo.
Apenas trece años le bastarían a
Alejandro para acreditarse como el caudillo más ilustre de la antigüedad. Solo
una fiebre pútrida contraída después de un banquete le llamó a la muerte, a los
treinta y tres años. Aunque dejaba una esposa embarazada, no tenía descendencia
directa y los generales que le rodeaban le preguntaron a quién legaría el
imperio. Sabiendo que su muerte sería el inicio de una guerra sangrienta,
Alejandro solo dijo:
-Al más fuerte.
No se equivocaba. El ambiguo
testamento de Alejandro provocó terribles luchas internas durante medio siglo.
*Agripina la Menor
(15-59 d.C.)
Hija del general romano Julio César Germánico y de Agripina la
Mayor. Se casó tres veces y fue madre del
emperador Nerón.
Los astrólogos vaticinaron que el
reinado de Nerón sería la perdición de su madre. Aunque al principio reinó
benignamente, Nerón no tardó en desarrollar la naturaleza depravada de sus
antecesores. Como Agripina trató de gobernar a través de él y no hacía más que
afear su conducta, Nerón empezó a aborrecerla y resolvió darle muerte simulando
el naufragio del navío en el que ella viajaba. Pero Agripina logró sobrevivir,
por lo que Nerón ordenó que fuese asesinada sin disimulo alguno. Cuando
Agripina tuvo ante sí al sicario que, con la espada desnuda, se disponía a
ejecutar la orden, gritó:
-¡Hiere, hiere aquí, en la
entraña que engendró a ese monstruo!
*Álvaro de Luna (1390-1453)
Político español. Durante el reinado de Juan II de Aragón ejerció los
cargos de valido, condestable, comendador de Santiago y artífice de la política
exterior del monarca.
Las intrigas de Isabel de
Portugal, los infantes de Aragón y la alta nobleza castellana hicieron que don
Álvaro fuese arrestado, procesado y condenado a morir. Ya sobre el tablado,
reparó en un garfio que pendía del patíbulo. Le preguntó al verdugo para qué
servía aquello.
-Para colgar vuestra cabeza,
señor, luego de separada del cuerpo –dijo el hombre.
-Después de yo degollado
–respondió, imperturbable -, nada son cuerpo y cabeza.
Y se entregó al hacha del
verdugo.
*Henri Desiré Landrú (1869-1922)
Criminal francés.
Aquel hombre cruel que asesinaba
a las mujeres fue cínico hasta el último momento de su vida. Cuando ya estaban
juzgándolo, la sala se llenó de señoras morbosas que querían contemplar a aquel
degenerado. Landrú, levantándose del asiento que iba a llevarle a la
guillotina, comentó:
-Si alguna dama quiere ocupar mi
asiento, se lo cederé encantado.
*Phillips Brooks (1835-1893)
Obispo estadounidense. Célebre por su ingenio y su agudo sentido del
humor.
El obispo Phillips Brooks no quería
recibir a nadie en su lecho de muerte. Pero cuando le anunciaron la visita de
Robert Ingersoll, el ateo, dijo:
-Que pase enseguida.
Robert Ingersoll se quedó muy
impresionado al ver que le concedía este privilegio.
-No me agradezca nada –le dijo el
obispo -. Espero ver a mis amigos en el cielo. Pero a usted es la última
oportunidad que tengo de verlo.
Magnífica entrada Laura, he aprendido mucho pues desconocía la mayoría. Es impresionante la capacidad de ciertas personalidades para dejar una frase para la posteridad, aunque se le esté escapando la vida por los labios. Ya sean tronchantes como Mizner, Lope de Vega, Bouhours y Brooks o sobrecogedores como Carlos I, Agripina o Álvaro de Luna. Y qué decir de Alonso Cano jeje, estos artistas...
ResponderEliminarUn beso!!! :)
¡Gracias, de verdad! Aprecio mucho el visto bueno de otro historiador. La mayoría las he visto en algunos libros de anécdotas y citas célebres, y de este tipo había muchas que me parecían interesantes. Personalmente, me quedo con las de Federico Guillermo I, Bohours, Juliano el Apóstata, Alonso Cano y Phillips Brooks. Si encuentro algunas más, quizá me dé para otra entrada ^^*.
EliminarPor cierto, ya he editado el post siguiendo tus indicaciones. ¡Espero que ahora sí esté correcto! Perdón por no dejar las cosas más claras...
Un beso!!!
Muy buenas frases, me encanta tu selección :-)
ResponderEliminarMuchas gracias!! Y me alegro de volver a verte por aquí! Bien hallada! ^^*
EliminarCreo que quien dijo: Me revienta el Dante no fue Lope de Vega, sino Ventura de la Vega, algun siglo después.
ResponderEliminar