martes, 10 de junio de 2014

Fauna Shopaholic


¡Hola a todos!

Cuando llevas tanto tiempo estudiando, a veces viene bien tomarse un respiro y aprovechar para hacer algo que te gusta o te entretiene. El sábado pasado, aunque todavía me quedaba un examen por hacer, decidí liarme la manta a la cabeza y tomarme todo el día libre. Aprovechando que mi primo quería ir a Marineda City, decidí acompañarle y echar un vistazo a las tiendas. Está demostrado que una tarde de compras puede ser muy relajante, y una de las cosas que más me gustan en este mundo es ir de una tienda a otra en busca prendas que hagan mis delicias. Eso sí, tampoco me paso comprando. Normalmente miro más que compro, porque creo que hay mejores cosas en las que gastarse el dinero. Además, me considero una chica muy ahorradora (le doy mil vueltas a las cosas antes de decidirme, y a veces tienen que empujarme a que lo haga porque si es por mí seguiría dudando).

El caso es que cada uno tiene sus propios hábitos de compra. Los hay que entran en una tienda, van a tiro fijo, pagan y se van. Otros prefieren dar vueltas y más vueltas hasta dar con algo que les llame la atención. Y otros, simplemente, van a echar un vistazo a las novedades y, con suerte, pillan algo.

Una de las cosas que más me llama la atención es que casi todas las shopaholics son chicas. ¿Dónde se meten las chicas el fin de semana? Pues probablemente estarán de tiendas en algún centro comercial. Patearse cientos de tiendas de ropa es uno de los pasatiempos favoritos de la mayoría de las mujeres, así que no estoy contando nada nuevo. Hay personas, sobre todo hombres, que no entienden lo divertido que es ir de tienda en tienda rebuscando entre la ropa hasta dar con la prenda soñada. Y no digamos ya cuando llega la época de las rebajas, momento en el que hasta las matronas más respetables dejan salir a la bestia que llevan en su interior en cuanto ven una ganga de la que pueden aprovecharse.

Durante el resto del año, las compras se llevan de un modo más tranquilo, más relajado. Y también es el momento en que se pueden observar los distintos rituales que las chicas seguimos a la hora de comprar. El sábado he tenido la oportunidad de hacer un poco de trabajo de campo y, mientras paseaba entre cientos de percheros y estanterías, he tenido la oportunidad de distinguir varios especímenes dentro de la fauna shopaholic. Por eso hoy he preparado un pequeño muestrario para que, cuando vayáis de compras, sepáis identificarlos según su perfil.


*La compradora solitaria: Es la compradora perfecta. Vestido vaporoso, cazadora a la última moda, gafas de sol en lo alto de la cabeza, bolso grande de asas colgando del brazo y el móvil en la otra mano, preparado para sacarle una foto a una prenda maravillosa y mandársela a sus amigas por Whatsapp. Camina con paso decidido de una tienda a otra, mirando a todas partes pero sin buscar nada en especial. Se lo pasa de maravilla pasando las perchas de los vestidos, ansiosa por encontrar el modelito perfecto. Normalmente lleva una lista de las cosas que quiere comprar, ya que es muy posible que haya consultado varios blogs de moda y sepa más o menos lo que es in esta temporada. Por esta razón suele ir a tiro fijo, aunque las hay que van sin tener muy claro si van a comprar o no. Si te cruzas con ella, no te molestes en saludarla: Va a su bola y no tendrá ganas de pararse ni para darte la hora.


*La que necesita asesoramiento: A veces se da el caso de que una chica cree que ir de compras sola es un rollo por muchas y diversas razones, siendo la más importante que no tiene a nadie que la asesore en caso de que los pantalones que tanto le gustan le hagan el culo gordo. Por eso esta compradora va siempre acompañada de una amiga para que la asista. Casi siempre suele elegir a una amiga que entiende bastante de moda, lo que la convierte en la estilista perfecta. Juntas recorren todas las tiendas habidas y por haber, incluidas las de zapatos y complementos, hasta dar con el outfit perfecto. Es imperativo que la amiga estilista sea absolutamente sincera con su amiga, pues se supone que quiere verla estupenda. Sin embargo, también hay chicas muy envidiosas que no soportan que sus amigas luzcan más que ellas y se dedican a criticar sus elecciones de ropa. Será decisión de la compradora seguir el criterio de su amiga o el suyo propio.


*Las que van en grupo: Cuando no hay nada que hacer un sábado por la tarde, las mejores amigas del mundo deciden que ir en manada a un centro comercial puede ser una buena idea. Como si de una hermandad se tratase, todas se visten de manera parecida y se lanzan a la caza de lo que sea. A machete. Suelen ser muy jovencitas, rondando los catorce o quince años. Cuantas más sean dentro del grupo, más peligro corre el resto de compradores, porque las chicas pierden por completo el sentido de la vista y tropiezan con todo, como si tuvieran bultos por todo el cuerpo. Además, son criaturas muy escandalosas que se ríen a gritos y se hacen comentarios que se escuchan desde el otro lado de la tienda. Si las veis aparecer, salid de la tienda cagando leches o tendréis que aguantarlas durante un tiempo infinito.


*La que va a tiro fijo: No debe confundirse con la compradora solitaria. La que va a tiro fijo va a comprar sola, pero únicamente cuando necesita algo con urgencia, ya sea una camiseta o un frasco de champú. En realidad, resulta casi imposible detectarla, porque entra y sale de la tienda a la velocidad del rayo. Va a una tienda, se dirige rápidamente a la prenda que está buscando, mira la talla, paga y se marcha a su casa. Actúa como si las tiendas le dieran alergia, y a veces ni siquiera pisa el probador, pues prefiere probarse la ropa en su casa, a solas. Por lo general, esta compradora se caracteriza por adquirir prendas básicas que valen para todas las temporadas, pues no le gusta mucho ir de compras. Por eso solo va a una tienda cuando necesita una prenda urgentemente; el resto del año, no la encontrarás allí.


*La que va con su madre: Parecida a la que necesita asesoramiento, pero en este caso de su madre. En esa franja de tiempo que va desde los doce a los catorce años, las niñas todavía no se animan a salir de compras con sus amigas y prefieren ir con sus madres, que se encargan de que elijan las prendas de ropa que menos carne enseñen para evitar miradas indeseadas. La niña y su madre dedican una media de tres cuartos de hora a dar vueltas por todas las tiendas del centro comercial (a veces tienen que volver otro día para terminar el recorrido). La hija siempre encabeza la marcha, eligiendo las prendas y complementos que le gustan. Será tarea de su madre ir descartando aquellas que menos la favorezcan (a sus ojos) o las que tengan escasez de tela para tapar escote o muslos. En los probadores se suelen escuchar los sermones de las madres y las protestas de sus hijas, que tratan de hacerlas entrar en razón a cualquier precio. La diversión es doble si, además de la madre, se anima a ir también la abuela.


*La que va con su novio: Mi favorita, sin duda. Cuando las chicas nos enamoramos y empezamos a salir con un chico, una de las cosas que más nos gusta es pasar tiempo juntos. Naturalmente, eso no se aplica a ir a un bar para ver un partido de fútbol, pero sí para pasarse la tarde de compras. La chica se pasea con aire despreocupado por las tiendas, mirando aquí y allá, tomándose todo el tiempo del mundo… mientras que el sufrido novio camina unos pasos detrás de ella, cargado de bolsas y con cara de aburrimiento mortal. Ajena al cansancio de su novio, la chica sigue a su bola y el chaval solo puede esperar a que encuentre el pantalón perfecto a la primera y no le haga esperar mucho. Quizá pensando en ellos, algunos centros comerciales han aportado el famoso “Sillón del Marido”, donde los chicos pueden descansar un rato mientras sus novias se prueban un bikini tras otro. ¡En un Bershka hasta han puesto un futbolín! Aunque creo que es decorativo, sería genial que los chicos se entretuvieran jugando mientras sus novias “pasan tiempo en pareja” a su manera.


Y, de momento, esto es todo por hoy. ¡Sed buenos y procurad no meteros en muchos líos!

4 comentarios:

  1. Yo (qué raro) me salgo del molde. Odio con todas mis fuerzas ir de compras, de modo que voy sólo tres o cuatro veces al año, a tiro fijo (un par de tiendas donde sé que venden cosas que me gustan y siempre voy sólo a esas) y con mi madre, más que nada porque o ella me saca a rastras de sasa para ir a comprar juntas o creo que ni siquiera iría a por ropa nueva hasta que la que tengo se hubiera convertido en harapos ^^UU

    Por cierto, ya ha nacido mi nena. Nació el jueves días 5 y está preciosa, muy sanota y tranquila. A ella sí me gusta comprarle ropa y vestirla como a una muñequita, qué curioso ^^U

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En primer lugar... ¡Muchísimas felicidades a ti y a tu marido! ¡Enhorabuena por vuestra pequeña princesita! ¡Os deseo toda la felicidad del mundo, de verdad! Y... ojalá la niña salga tolkiendili o juegodetronista en el futuro. ¡Otra más para el club, jejeje!

      Y lo de la ropa... pues cada uno tenemos nuestros gustos, ^^* A mí me gusta ir cuando ya me he pateado todas las librerías de la ciudad y, aunque no compro mucho, me entretiene. La verdad es que, si es por elegir, la ropa que a mí me gusta estaría bastante fuera de mi alcance (la ropa de estilo heavy o gótico suele ser bastante cara, ains...). A veces de man ganas de aprender a coser y hacer patrones para confeccionar mi propia ropa. No lo descarto.

      Eliminar
    2. ¡Ay, a mí me pasa lo mismo! Si la ropa que comprase fuese medieval, gótica o estilo steampunk no me sacaban de las tiendas ni a tiros. De hecho, las tiendas góticas son las únicas tiendas de ropa en las que entro con alegría. Pero como bien dices, ese tipo de ropa además de no poder usarla a diario se nos sale del presupuesto... :-(

      Eliminar
    3. ¿Verdad que sí? Ojalá se llevara esa moda más a menudo, no solo en pubs temáticos, convenciones frikis o ferias medievales. Yo iría así vestida todos los días si pudiera!

      Eliminar