Para las chicas tímidas, solitarias y centradas en los estudios como yo, Rory Gilmore era todo un icono y modelo a seguir. La coprotagonista de la famosa serie Gilmore Girls, creada por Amy Sherman-Palladino, representaba a un tipo de chica que pocas veces se veía en un papel principal: el de la chica joven centrada, responsable y dedicada a sus estudios que quería convertirse en una mujer de éxito en el futuro. Además, era muy guapa, inteligente, y con un gusto musical y literario impresionante. La serie te hacía adorar a Rory, admirarla y querer ser como ella. Era todo un ejemplo a seguir para cualquier estudiante, porque todo lo que la concernía parecía destinado a encumbrarla y convertirla en una triunfadora. Cuando me sentaba a ver la serie, sentía una gran conexión con Rory... hasta que volví a ver la serie años después y descubrí que no era tan perfecta como me la querían mostrar.
Cuando la serie Gilmore Girls salió en antena allá por el año 2000, fui una de las muchas personas que quedó encandilada por la sencillez y, al mismo tiempo, complejidad de la trama. El argumento en sí es de lo más sencillo: Una madre joven y su hija adolescente en su día a día, con sus pequeños conflictos, sus relaciones, amistades y desafíos cotidianos. La gracia de la serie no estaba tanto en el hecho de que Lorelai, la madre, hubiera tenido a su hija Rory a la temprana edad de dieciséis años, sino en la relación madre/hija que tenían, más parecida a la amistad que los padres de los tardíos años 90 querían tener con sus propios hijos. Ambas chicas Gilmore tenían los mismos gustos y un gran conocimiento de la cultura popular, y sus rápidos e ingeniosos diálogos eran la chispa de la serie, lo que le daba verdadera personalidad y lo que al final acabó haciéndolas inmortales. La serie, todo hay que decirlo, estaba escrita de manera impecable, inteligente y con un buen desarrollo de personajes. En resumen, lo tenía todo para gustarme, y lo logró.
Sin embargo, los años no perdonan y revisionar una serie puede hacer que pierda el encanto del que disfrutaba en su época. Al fin y al cabo, los tiempos cambian, maduramos y vemos las cosas desde otra perspectiva, y todo eso afecta a nuestros recuerdos. Por eso solemos rememorar nuestra infancia como la mejor del mundo, las series que veíamos eran insuperables, la música muchísimo mejor que la que hay ahora. Es el signo de los tiempos, de todos los tiempos, porque pasa en todas las épocas. Por desgracia para mí, el volver a ver Gilmore Girls tuvo la mala fortuna de hacerme cambiar de punto de vista acerca de las protagonistas, pero especialmente de Rory Gilmore. Ya en su día me cansé un poco de ver la serie allá por la tercera o cuarta temporada, de modo que tomé el toro por los cuernos y decidí que volvería a ver la serie, esta vez entera, para poder juzgar con mejor criterio. Asimismo, aproveché para ver también el revival que sacó Netflix allá por el 2016 para ver lo que había sido de los personajes que en su día tanto me habían gustado. Y el resultado es este post que hoy os traigo, en el que me centro en la gran decepción que sentí con el ascenso y caída de Rory Gilmore.
ATENCIÓN: A partir de aquí, habrá SPOILERS de absolutamente toda la serie, sobre todo de aspectos concernientes al final y el destino de sus protagonistas.
La Princesa de Stars Hollow
Si no habéis visto Gilmore Girls, aquí va un pequeño resumen. La historia sigue la vida de Lorelai Gilmore y su hija Rory, la cual se desarrolla en un pequeño pueblecito ficticio de Connecticut llamado Stars Hollow. Al comenzar la serie, Lorelai se ve obligada a pedirle dinero prestado a sus padres, con los que apenas tiene relación, para que Rory pueda matricularse en la prestigiosa escuela privada Chilton y así tener un mejor acceso a la universidad de Harvard, el sueño de Rory. Como condición a cambio del préstamo, Lorelai y Rory deben cenar con ellos todos los viernes y estarán presentes en su vida de manera continua. Los padres de Lorelai, Richard y Emily Gilmore, pertenecen a la clase alta de Hartford y tienen una relación muy tirante con Lorelai, ya que esta se quedó embarazada a los dieciséis años y huyó de casa cuando se enteró de que querían obligarla a casarse con su novio de entonces y padre de su hija, Christopher. Buscó refugio en un pequeño hotel de Stars Hollow y la dueña las acogió a ella y a Rory, ofreciéndole a Lorelai un lugar donde vivir y un trabajo. Con el tiempo, Lorelai acabará convirtiéndose en la directora del hotel, y Rory crece siendo una chica emocionalmente sana, inteligente y madura para su edad. Debido a ese suceso del pasado, Lorelai es muy reacia a tener contacto con sus padres, a los que considera unos monstruos dominantes y destructores de sueños, de modo que será la sensata Rory la que desde el principio actúe como punto de unión entre ambas partes.
Al principio de la serie, se nos presenta a Rory como una chica más bien tímida, solitaria y con la nariz siempre metida en los libros. Tiene una meta muy clara en su vida: ingresar en la universidad de Harvard y convertirse en periodista para emular a su ídolo, Christiane Amanpour. Para mí fue muy fácil conectar con Rory porque mi personalidad era casi un calco de la suya, sobre todo en el año 2000, cuando empezó la serie. Pero con el tiempo me llevé un chasco, pues me di cuenta de que Rory Gilmore era, en realidad, una persona horrible. No solo eso: la han convertido en una completa negada, y lo peor de todo es que en la propia serie nos daban pistas de que todo iba a terminar así.
Analicemos la situación: Rory Gilmore es hija y nieta única. La vida de su madre y la de sus abuelos gira siempre a su alrededor; todo lo que dicen, piensan o hacen tiene su foco en Rory. Es un ángel perfecto y maravilloso: dulce, cariñosa, inocente, inteligentísima. Por si fuera poco, es una estudiante modelo, le encanta leer, es buena con sus compañeros, el ojito derecho de los profesores y hace amigos hasta en la cola del baño. A pesar de que tiene una gran conexión con su madre, Rory posee muchas virtudes de las que Lorelai carece: Es más ordenada, rigurosa, responsable, educada y madura que la mujer que le dio la vida. Toda la familia tiene la idea de que Rory es la elegida que va a salvar el apellido Gilmore, entendiendo por esto que no cometerá los mismos errores que cometió Lorelai y que llegará a ser alguien importante en el futuro. Como si Lorelai, que ha trabajado duro hasta llegar a dirigir un hotel, sacarse la carrera de Empresariales y comprar su propia posada, fuese una fracasada total.
Pero quietos, que Rory no solo es querida dentro de su propia familia: ¡Todo Stars Hollow la adora! Luke, el dueño de la cafetería, la quiere con amor de padre; sus vecinos siempre cuentan con ella y se interesan por su vida (a veces demasiado); gusta a todos los chicos que posan su mirada sobre ella… A Rory la vida le sonríe siempre. Se le facilita todo, se le consiente todo y se le perdona todo con la excusa de que es una chica especial y extraordinaria. Quienes la rodean están a todas horas asombrándose de lo lista y culta que es. El desmedido amor que provoca esta chica llega a un punto tal que causa una gran ceguera en el resto de personajes que la rodean. Está tan endiosada que no se concibe que Rory pueda cometer errores y equivocarse como cualquier ser humano, y cuando lo hace es motivo de gran preocupación. Eso sí, para que no pierda su aura divina, sus allegados se apresuran a liberarla de la culpa y achacársela a las circunstancias o a las malas compañías. Por lo tanto, vistos estos precedentes, no resulta extraño que Rory acabe creyéndose por encima de los demás, se vuelva más autoritaria y arrogante, y se enfade cuando algo no le sale bien o no lo consigue con la facilidad que espera.
Está bastante claro que Rory padece el síndrome del personaje principal. Está tan convencida de que es la protagonista de la historia que se justifican comportamientos bastante dudosos por su parte, como el hecho de robar un yate durante un berrinche o tener romances con hombres casados o comprometidos. Su actitud ante la vida y el hecho de considerarse una triunfadora nata mientras aparenta ser humilde es un reflejo de lo que muchos tildan de privilegio millenial. Ese es uno de sus mayores problemas: su incapacidad para aceptar lo privilegiada que es. Tanto a Rory como a Lorelai les encanta pensar que están muy en contacto con la clase obrera solo porque Lorelai decidió renunciar al dinero y protección de sus padres cuando se quedó embarazada. Sin embargo, a lo largo de la serie no tienen ningún problema en acudir a Richard y Emily cuando hace falta dinero: pagar la escuela privada de Rory, conseguir un coche nuevo, la matrícula de Yale, viajes a Europa, y así un largo etcétera.
A medida que avanza la serie, vemos con mayor claridad que Rory se siente mucho más cómoda dentro del mundo privilegiado en el que se mueven sus abuelos y su novio Logan, pero aun así se niega rotundamente a admitirlo. Desea con fervor que se la admire por sus logros, pero acepta trabajos y oportunidades que le son puestas en bandeja por personas allegadas a ella. Rory está donde está porque siempre se lo han dado todo, y como nunca ha tenido que esforzarse por nada, no sabe lo que cuestan las cosas. La hemos visto trabajar en el periódico de Yale, pero no percibe ningún sueldo por ello; también trabajó por un corto período en una librería a la que terminó comprando todos los libros (más bien su madre se los compró); realizó también unas prácticas laborales, que tampoco siempre pagan. Entonces, ¿de dónde sale el dinero para pagar su apartamento fuera del campus? ¿Cómo puede permitirse pedir comida a domicilio todos los días? ¿De dónde vienen sus ingresos? ¿De sus abuelos? ¿De su novio? ¿De su padre asquerosamente rico?
Yo, yo y siempre yo
Gilmore Girls retrata a la perfección la personalidad de una millenial adolescente. Sus experiencias fueron un presagio de lo que se convertiría en los retos definitorios de sus compañeros de clase media-alta en el futuro, desde manejar el privilegio de la elección hasta lidiar con un falso sentido del derecho. Cierto es que los millenials, entre los que me incluyo, estamos considerados como una de las generaciones más preparadas, con más acceso a la información, la mayoría con titulación universitaria y muy conscientes de la importancia de los avances tecnológicos, pero también se achacan a esta generación diversos malos hábitos que vemos una y otra vez en Rory. Sirvan como ejemplos su actuar con demasiado derecho, su sensibilidad o mala reacción ante las críticas, el no saber trabajar en equipo y el querer ser emprendedor pero sin comprender lo que eso significa o lo que reporta.
Ya hemos hablado del privilegio de Rory, que está fuertemente arraigado como resultado de su entorno bien situado económicamente y de las altas expectativas puestas en ella. Hablamos de una chica que, según su madre, ya deseaba ir a Harvard desde que empezó a gatear. La misma chica que, cuando no consigue la beca para entrar en el New York Times, sus abuelos no conciben que haya alguien más preparado que ella para formar parte del prestigioso periódico, y culpan al nepotismo para justificar el rechazo; nepotismo, por otra parte, que ellos mismos ejercen con Rory ayudándola a ingresar primero en Chilton y luego en Yale.
Lo cierto es que Rory no está preparada ni para ser periodista ni para ejercer de ello. No está realmente preocupada por ninguna causa en específico, no hace investigaciones por cuenta propia, ni sale a la calle a hacer labores de reportera. A Rory la vemos leer mucho y escribir algunos artículos teóricos, pero ese no es el trabajo de una periodista del estilo que quiere ser en el futuro. Cuando se le pregunta por qué quiere dedicarse al periodismo, se queda sin palabras y acaba balbuceando algo sobre que quiere hacer algo importante que sea recordado por todos. No sabe qué más decir porque no sabe lo que es ser periodista. En cierto momento, el padre de su novio Logan le ofrece un pequeño puesto de becaria en uno de sus periódicos más recientes y, tras unos pequeños titubeos, vemos a nuestra princesita de Stars Hollow llevar a cabo sus tareas con sorprendente brillantez y eficiencia. O eso cree ella.
El señor Huntzberger es el único personaje que se atreve a decirle la verdad a la cara basándose en lo que ha visto en ella, y dictamina que Rory no tiene lo que se necesita para ser periodista. Durante su paso por el periódico, solo ha hecho trabajos de asistente y no ha aportado ni una sola idea o punto de vista nuevo, lo que lleva a Huntzberger a hablarle con la verdad en la mano. Rory se queda perpleja. Todo su mundo hecho añicos, sus sueños destrozados por culpa de un ricachón que no tiene ni idea de cuánto ha hecho ella por estar ahí y ser periodista. Y como es una chiquilla que no sabe reaccionar ante una crítica y mucho menos defenderse o aprender de ella, en vez de recibir el golpe y tratar de mejorar, decide irse con su novio a robar un yate, lo que le traerá problemas con la ley y será obligada a realizar trabajos para la comunidad. Su manera de afrontar las dificultades es tomarse las cosas como algo personal, como si la estuvieran atacando, cuando lo más sensato sería aprender de la experiencia y aceptar que igual tiene mucho que mejorar si quiere alcanzar el éxito que tanto persigue. Por eso, ante las críticas de Mitchum Huntzberger, Rory toma la decisión impulsiva de abandonar la universidad. ¿Su razonamiento? Si alguien le dice que no vale para ser periodista, entonces debe de ser verdad, así que ¿para qué va a ir a la universidad? Se pelea con su madre y corre a refugiarse en el dinero y solaz que le ofrecen sus abuelos para aclarar sus ideas y ver qué nuevo rumbo toma su vida. Así reacciona la angelical y modosita Rory Gilmore cuando la rechazan de un trabajo, cosa que volverá a repetirse al perder la beca del New York Times. En vez de adaptarse o tratar de comprender el contexto laboral al que pretende acceder, responde de manera petulante porque las grandes instituciones no la están elogiando como deberían. En vez de buscar oportunidades de trabajo, espera que éstas se le presenten por arte de magia, y es por eso que con 32 años es una mujer sin casa, sin trabajo y sin un rumbo en su vida.
En realidad, el contrapunto de Rory y quien mejor representa el modelo de estudiante que ella debería ser es su repelente amiga Paris Geller. Empieza siendo la rival encarnizada de Rory en la Academia Chilton hasta que poco a poco se van haciendo amigas. Es una chica dura, ambiciosa y fuerte, y no teme pasar por encima de quien haga falta para conseguir lo que quiere o lo que considera que merece. Es una estudiante brillante, pero también despótica y brutalmente honesta. No le gusta perder ante nadie y siempre busca la manera de destacar por sus conocimientos, lo que hace que tenga pocos amigos en su día a día. Sin embargo, a pesar de su carácter odioso, hay que reconocer que Paris sabe mucho mejor lo que tiene que hacer para asegurarse un buen futuro académico. No solo se implica al cien por cien en todos los trabajos que le mandan sus profesores, sino que también edita el periódico de Chilton, es presidenta del Consejo de Estudiantes y además hace voluntariado ayudando a construir casas para los sintecho. Todo eso es parte de lo que tiene que hacer un estudiante de su categoría para sobresalir y llamar la atención de alguna de las universidades de la Ivy League. Sin embargo, es Rory la que recibe siempre los mayores halagos, la que causa más simpatías, la que obtiene el valedictorian a pesar de haber suspendido algún que otro examen y la que tiene la inmensa suerte de poder elegir a qué universidad va a ir, mientras que Paris sufre lo indecible al recibir la carta de rechazo de Harvard. Esto me parece muy injusto porque además es muy obvio que se ha hecho así para encumbrar todavía más a Rory, lo que nos hace pensar en qué tendría que haber hecho Paris para obtener el reconocimiento que tanto merecía.
Los amores de Rory
A pesar de que a Rory se la tiene por una chica de belleza deslumbrante, gran intelecto y unos modales exquisitos que enamoran a todos los chicos con los que cruza la mirada, a la hora de la verdad ninguna relación le termina de cuajar. Pero, ¿por qué sucede esto cuando cualquier hombre del universo se sentiría un privilegiado por salir con la maravillosa Rory Gilmore? Pues ni más ni menos que por muchas de las razones que ya he mencionado antes. Rory está acostumbrada a salirse siempre con la suya, y en el caso de los hombres no iba a ser menos: todos aquellos en los que posa su delicada mirada azul caen rendidos a sus pies.
Como tiene el síndrome del personaje principal, es fácil de entender que ella exija de su madre y de sus abuelos toda la atención posible, y esto se extrapola a los chicos con los que sale, pues suele tratarlos bastante mal y le gusta jugar con sus sentimientos. Su primer novio fue Dean Forester, un chico encantador al que solo se puede describir como el novio perfecto. Era amable, atento, cariñoso, respetuoso con Rory y su familia… Le encantaba que estudiara y que fuese tan ambiciosa, pese a que él era mucho más sencillo en ese aspecto. Jamás le levantó la voz ni la obligó a hacer algo para lo que no estaba preparada. ¡Llegó incluso a construirle un coche con sus propias manos y dárselo como regalo! Y, pese a todo, el mundo entero miraba a Dean como si fuera un monstruo que había aparecido para corromper a Rory. Su único defecto fueron los celos, pero incluso estos celos estaban justificados, ya que Rory le ponía ojitos a otros chicos aun estando con él y se atrevía a negárselo en la cara. Dean rompe con ella al ser más que evidente que a Rory le gusta otro chico, y más tarde ella se lamenta y reconoce que es una arpía al darse cuenta de lo mucho que echa de menos a Dean ahora que ya no le tiene. Por último, se las arregla para joderle la vida una vez más al ir detrás de él a pesar del hecho de que está casado con otra chica, consiguiendo seducirle y perdiendo la virginidad con él. Cuando se la acusa de ser "la otra", su reacción es decir que Dean fue primero su novio antes de estar casado con otra, como si eso le diera derecho a considerarlo suyo. Sin embargo, este breve regreso con Dean no le hace respetarlo en lo más mínimo. Rory detesta la vida de Dean porque no es lo que ella se imaginaba para él. Dean es menos ambicioso y dado al estudio que Rory, y se centra más en trabajar, y esto es algo que Rory no es capaz de comprender, en vez de considerar que él podría tener otros gustos o inclinaciones.
Pasamos ahora a Jess Mariano, el chico por el que Rory cambió a Dean. Si Dean era el arquetipo del buen chico, Jess representa en todas sus facetas al rebelde sin causa. Es un Holden Caulfield de manual: un chico problemático, respondón y malcriado que llega a Stars Hollow para vivir con su tío Luke porque ni su propia madre lo aguanta. Todos le tienen una manía tremenda a Jess por razones obvias, pero a Rory le encanta el muchacho porque, oh, es tan culto y ha leído tantos libros. Además, su carácter rebelde y contestatario le viene fenomenal a Rory para poner en práctica sus habilidades como salvadora de almas. Ella es la única que entiende a Jess y justifica todas sus salidas de tono con la excusa de que ha tenido una vida difícil y tiene muchos problemas. Pero la realidad pronto golpeará en la cara a nuestra angelical chica Gilmore: La falta de comunicación, muchas discusiones y la marcha sin explicaciones de Jess, harán que la relación caiga por su propio peso. Lo curioso es que, un par de años después, Jess regresa más cambiado y centrado en la vida, y a Rory no se le ocurre otra cosa mejor que utilizarle para vengarse de otro chico del que está encaprichada.
Y llegamos a Logan Huntzberger, el que sin dudas es el hombre más importante en la vida de Rory Gilmore. El galán de la universidad se convertirá pronto en el interés amoroso de nuestra protagonista, que cae rendida ante su cúmulo de virtudes, a saber: salir de juerga, emborracharse y quedar con sus amigos para hacer locuras que incluyen saltar y faltarle al respeto al personal de los locales de copas a los que van. Es un niño rico y privilegiado, pero tan culto y leído que no le hace falta siquiera pasarse por la universidad. En un primer momento, trata de tener una relación abierta con él, pero pronto se desespera y se echa a llorar porque Logan, actuando como se esperaba que hiciera, no la llama para quedar. Y aunque en ocasiones le falta al respeto a Rory, esta justifica sus desmanes y le da mil oportunidades más de enmendarse. Logan es el chico con el que está más cerca de casarse, pero al final de la serie rechaza su propuesta de matrimonio porque no quiere perder su independencia (?). Sin embargo, eso no le impedirá en el revival seguir acostándose con él a pesar del pequeño inconveniente de que Logan ya está comprometido con otra y Rory tiene un novio llamado Paul del que se olvida constantemente. Esto te lo presentan como muy cómico y divertido, cuando en realidad es patético. ¿Cómo puedes olvidarte de que tienes un novio? ¿Cómo puedes tenerle tan alejado de tu vida que ni siquiera te acuerdas de contar con él para lo más básico, como la cena de Navidad o quedar para desayunar?
Si nos fijamos un poco en el patrón de comportamiento de Rory con los hombres, nos damos cuenta de que no los trata como seres humanos, sino como objetos de su propiedad. Además, parece más que claro que su fijación por los hombres comprometidos responde más a un intento de quedar por encima de la otra mujer antes que en lo atractivos que le parecen dichos hombres. Tampoco parece ser consciente del daño que su comportamiento les causa, pues no entiende las protestas de Dean cuando ella insiste por activa y por pasiva en coquetear con otros chicos. Quizá eso se se deba en parte a su condición de hija única, ya que siempre ha sido mimada por su familia, tiene tendencia a ser egoísta y no es capaz de aceptar una crítica.
Convirtiéndose en su madre
Después del apresurado final de la serie, en el que nuestra preciosa Rory consigue la oportunidad de su vida al conocer a Christiane Amanpour y que esta le ofrezca una vacante en su equipo para cubrir la campaña del senador Obama, los fans se quedaron con ganas de más y consideraron que ese final no estaba a la altura de la serie. Años después, en el 2016, Netflix sacó un revival titulado Gilmore Girls: A Year in the Life, donde podíamos ver qué había sido de las chicas Gilmore y de todos los personajes que tanto nos habían gustado en la serie. En estos cuatro episodios es donde se confirma la caída de Rory Gilmore y su conversión en una vagabunda a los 32 años, la misma edad que tenía su madre al inicio de la serie.
Si comparamos a Rory con Lorelai, vemos que la hija tendría mucho que aprender de su madre en cuanto a superación y desarrollo profesional. Pese a haber sido madre adolescente y fugarse de casa con lo puesto, Lorelai supo abrirse camino en la vida empezando desde abajo, trabajando como doncella en el hotel donde le dieron cobijo. Con el tiempo, empezó a asistir a clases nocturnas para sacarse la carrera de Empresariales y se convirtió en la directora de su propio hotel, el Dragonfly Inn. Se abrió camino ella sola, sin la ayuda económica de nadie, con una niña pequeña a cuestas y logró triunfar. Por el contrario, a Rory siempre se le han ofrecido todas las facilidades y ha logrado mucho menos que su madre a esa edad. Rory nunca ha tenido la necesidad de pelear por hacerse un hueco en la vida, pues todo se lo han dado hecho. Como los demás no querían que le faltara de nada, se lo dieron todo. A lo largo de su vida, Rory no tiene que enfrentarse a grandes dificultades más allá de que no le dan trabajo, pero como no le falta el respaldo económico de su familia, puede tomárselo con mucha calma, algo que Lorelai no pudo permitirse. El ejemplo más evidente vuelve a ser la charla que le da Mitchum Huntzberger, que la deja tan tocada que incluso abandona Yale al verse incapaz de afrontar la crítica. Pues en vez de obligarla a centrarse y valerse por sí misma en esta situación, sus abuelos le ofrecen una vida relajada en su casa de la piscina, donde no tiene que preocuparse por nada.
Pero al llegar a los treinta, vemos a una Rory que no se parece en nada a la tierna adolescente que conocimos al comienzo de la serie. Estamos ante una Rory distinta, parada, triste, sin saber qué hacer. Se da cuenta de que el mundo no se pliega a sus deseos y se toma un tiempo para reconducir su vida. Está atascada en una existencia de vagabunda. No tiene trabajo fijo, no ha seguido el camino del periodismo, no tiene experiencia, su vida sentimental es vacía y no tiene ni la menor idea de por dónde debería ir. Esta es la que se conoce como caída de Rory Gilmore y, aunque en estos instantes a la mayoría de los fans no les ha gustado este destino para ella, en realidad es cuando mejor podemos comprenderla y empatizar con ella. Es la primera vez que Rory tiene que enfrentarse a la vida, y a lo largo de A Year in the Life nos damos cuenta de que su única esperanza de madurar y abrirse paso es convertirse en su madre. La idea es que Rory por fin ve a su madre como un modelo a imitar por su constante lucha para triunfar y salir adelante, y su idea es seguir sus pasos convirtiéndose a su vez en madre soltera. Y aunque nunca se nos dice explícitamente quién es el padre, lo más probable es que este sea Logan, lo cual genera un nuevo paralelismo con el pasado de Lorelai y su enamoramiento de Christopher; en otras palabras, Logan es para Rory como Christopher fue para Lorelai: ambos son galanes inmaduros, hijos de buenas familias, con buen fondo, pero más dados a disfrutar de la vida que a preocuparse por los problemas.
Pero, ¿qué consecuencias puede traer el embarazo para Rory? Es evidente que esto no le facilitará las cosas de cara a conseguir un trabajo o tener éxito profesional, pero la idea que subyace es que Rory seguirá los pasos de su madre para salir adelante, y una vez supere esta prueba, estará lista para enfrentarse al mundo y mostrarle de lo que es capaz. Su idea, a partir de ahora, será parecerse más a su madre que a sus abuelos. Con el tiempo, es posible que deje de pensar tanto en sí misma y pase a centrarse en su bebé, lo que la ayudaría a madurar como persona.