domingo, 26 de abril de 2020

El Templo del Pueblo: la masacre de Jonestown


En noviembre de 1978, los telediarios emitieron unas imágenes a todo color de una crudeza indescriptible: los cadáveres de más de 900 hombres, mujeres y niños esparcidos en un recinto semioculto en la selva de Guyana. A medida que la historia empezó a divulgarse, el mundo conoció los hechos que rodeaban aquella tragedia, que hablaba de un culto religioso que se trasladó de un lugar a otro llevando consigo sus extraños rituales y creencias fatalistas, liderado por un hombre paranoico que acabaría llevando a sus seguidores al más terrible de los finales. Esta es la historia de una utopía truncada,  un paraíso transmutado en auténtico infierno. Esta es la historia de Jim Jones y el Templo del Pueblo.


ADVERTENCIA: El siguiente artículo puede contener información e imágenes sensibles que pueden no ser aptas para todo tipo de público. Se aconseja prudencia y discreción.


El Padre

En 1931, Estados Unidos se encontraba hundido en la Gran Depresión. Los índices de desempleo eran altísimos, la mayoría de las industrias habían quebrado y muchas granjas habían sido embargadas. A todo esto se une también el feroz racismo y segregación que se dio con fuerza en Norteamérica durante aquellos años, así como una corriente fundamentalista cristiana que controlaba gran parte de las vidas de los estadounidenses.

En este contexto nació James Warren Jones en Crete, Indiana. Su padre, James Thurmond Jones, era un veterano de la I Guerra Mundial que sufría problemas respiratorios causados por la excesiva inhalación de gas mostaza en las trincheras, lo que le había incapacitado para trabajar. Su madre, Lynetta Jones, se vio obligada a trabajar durante largas jornadas para sostener a la familia y sacarla adelante. La dureza de su situación quizá contribuyó a que Lynetta, cansada y frustrada, hiciera más difícil la vida de los demás. Durante su infancia, Jim Jones no recibió ni una sola muestra de cariño o afecto en su hogar; sería Myrtle Kennedy, una vecina muy devota, quien lo tomaría bajo su tutela y le llevaría con ella a la iglesia todas las semanas.



Reverendo Jim Jones 

Jim Jones encontró en la iglesia el amor y el calor que faltaban en su indiferente hogar. A la edad de diez años, Jim ya dirigía sus propios servicios religiosos frente a los niños del vecindario. En la parte de atrás de un granero, Jim gritaba y predicaba ante su público, realizaba servicios fúnebres para perros, gatos y pájaros, y así lograba atraer a los niños más jóvenes. Jim Jones tenía una especial habilidad para manipular a la gente y lograr que hicieran lo que él quería. Eso lo fascinaba, y a menudo ejercía esa habilidad para ver hasta dónde podía llegar.

Durante su niñez se empezó a gestar el origen de su ideología, que perfeccionaría y llevaría al extremo años después. Se encerraba a menudo en la biblioteca para leer libros sobre ideología socialista y marxista. A los 16 años se mudó con su madre a Richmond, donde se dedicó a predicar por las esquinas acerca de la igualdad racial. Sus palabras llamaron la atención de mucha gente de raza negra, y pronto empezaron a acercarse a él para oírle predicar. Como necesitaba dinero, Jim Jones empezó a trabajar en el hospital de Richmond como camillero; allí conoció a Marceline Baldwin, una estudiante de enfermería cuatro años mayor que él, quien más tarde se convertiría en su esposa.

A pesar de que Jim Jones había encontrado refugio en la religión, se dio cuenta de que la justicia social era algo más importante para él. Durante su estancia en la universidad, pasó muchas horas leyendo libros de Historia y Ciencias Sociales, y se interesó por figuras como Eleanor Roosevelt y Stalin, a quien admiraba especialmente. Jim creía que el comunismo soviético era el mejor estilo de vida para todos, y así lo predicaba en sus sermones. En 1951 se mudó a Indianápolis con su mujer, donde no tardó en convertirse en pastor metodista.



Jim Jones y su esposa Marceline 

El estilo de predicar de Jones, abierto y natural, empezó a atraer a mucha gente a su iglesia. Su expresividad, su personalidad carismática y su propio atractivo encandilaban a sus fieles. Sin embargo, la iglesia metodista no era lo bastante flexible para la conciencia social del pastor Jones, por lo que empezó a asistir a reuniones evangelistas donde mostraba al público sus grandes habilidades como orador. De Jones se dice que era muy elocuente, que utilizaba mucho la repetición y el drama para que sus sermones calaran hondo en la gente, quienes lo seguían sin el menor atisbo de duda. Ante tanta popularidad, Jones formó su propia iglesia donde predicaba para fieles de todas las razas. Ganó muchas simpatías porque siempre se ponía del lado del oprimido y del marginado social. Sin embargo, en sus sermones pronto empezó a dejar la religión a un lado para pasar a hablar de las bondades del socialismo, al que llegó a considerar como su propio Dios.

En 1956, Jones pidió un préstamo para crear otra nueva iglesia en un barrio multirracial, iglesia a la que llamó Wings of Deliverance, pero luego le cambió el nombre por el de Templo del Pueblo. Acababa de plantar la semilla de una peligrosa secta.



El Templo del Pueblo

Entre los fieles del Templo del Pueblo, Jim Jones pudo desarrollar su filosofía e ideales con mayor libertad y sin ocultamientos. No eran una comunidad religiosa, sino un movimiento por la justicia social, y comenzó a promover un enorme culto a su personalidad. Su congregación crecía a pasos agigantados mientras Jones predicaba un evangelio de socialismo e igualdad racial. Se preocupaba por los pobres y los oprimidos, y conseguía que la gente le siguiera e hiciera casi cualquier cosa por él para asistirlo en su labor social. Su mensaje consiguió calar en cientos de personas que veían en él un líder que se preocupaba de verdad por ellos y, además, predicaba con el ejemplo. En su iglesia no había lugar para la segregación: blancos y negros se sentaban juntos y reinaba entre ellos un clima de paz y armonía. Incluso su propia familia era un modelo de integración. Jim Jones y Marceline solo tuvieron un hijo biológico, pero adoptaron a un niño de raza negra y varios niños coreanos; Jones la llamaba cariñosamente su “familia arcoíris”.

Jones aprovechó la oportunidad de poner sus palabras en marcha. En 1960 había una vacante en la Comisión de Derechos Humanos de Indianápolis; Jim se postuló para el puesto y lo obtuvo. Se tomó su nuevo trabajo muy en serio, ayudando a eliminar la segregación racial en cines y restaurantes, y a crear trabajo para las minorías desfavorecidas en hospitales y cuerpos policiales. Esto también le valió el rechazo de grupos segregacionistas como el Ku Klux Klan y el ala derecha de la política estadounidense, pero él siguió haciendo el bien y por ello la gente lo quería y lo respetaba.



Algunos miembros del Templo del Pueblo 

Sin embargo, había algo que atormentaba a Jones: la proximidad del fin del mundo. En una época en la que Estados Unidos se encontraba en plena Guerra Fría con la URSS, momento en el que se hacían muchas pruebas de bombas nucleares y se desplegaban misiles dispuestos a ser disparados en cualquier momento, Jim Jones empezó a buscar con ahínco un lugar donde hacer que prosperara su floreciente iglesia. Tras pasar una temporada en Brasil, recibió llamadas de que el número de integrantes del Templo del Pueblo empezaba a descender y, a su pesar, tuvo que regresar en 1964 para poner las cosas en orden. Sus llamados a la justicia social cobraron más fuerza que nunca y algunos empezaron a verle como un profeta. El poder que tenía se le empezó a escapar de las manos, al punto de rechazar la Biblia y proclamar que él mismo era una divinidad al nivel de Jesucristo.

Pero al mismo tiempo que se dejaba llevar por la admiración y adulación de sus seguidores, la paranoia empezó a hacerse más fuerte en él. Creía que el Gobierno y la prensa lo estaban investigando. Su creciente temor ante un holocausto nuclear lo consumía, y el ataque constante de racistas y conservadores le hicieron apresurarse en encontrar un lugar seguro para su iglesia y su familia. En 1965, Jones ordenó a su comunidad, formada en aquel entonces por unas 140 personas, a trasladarse con él a California para crear en Redwood Valley una comunidad agraria autárquica cerrada al resto de la sociedad. Allí, Jones hospedó a todos sus seguidores y abrió hogares de cuidados para los ancianos. Su labor atrajo a muchas personas blancas de clase media que quedaron seducidas por su evangelio socialista. El Templo del Pueblo se hizo muy famoso porque ofrecía esperanza de cambio radical en una época en que la sociedad estadounidense no lo hacía. Allí no había una estructura jerárquica convencional, pues todos eran iguales a ojos de los demás y cualquiera que compartiera esos mismos ideales era bien recibido por todos.

Sin embargo, las cosas empezarían a torcerse al cabo de poco tiempo. Hacia 1969, Jones adoptó la práctica del amor y el sexo libre en su iglesia. Aunque no se tratara de una orden clara y directa, Jones podía pedirle a un hombre o a una mujer que tuviera intimidad con él cuando quisiera. Usaba el carisma personal y la autoridad sexual tanto con hombres como con mujeres, pero sobre todo con estas últimas. Él, que se había destacado por otorgarles puestos de gran responsabilidad a las mujeres dentro de su iglesia, ahora se valía de su posición para comprometerlas sexualmente y así consolidar su poder. Aun estando casado, Jones tomó a varias mujeres como amantes, lo que le valió la desaprobación de muchas personas de fuera de su entorno, quienes consideraban que un reverendo no debería tener relaciones con sus feligreses.



Jones y su rebaño 

Jones siguió adelante con su movimiento social con más ímpetu que nunca, a pesar de todas las críticas que recibía. Se implicó muy en serio en la tarea, hasta el punto de que empezó a tomar anfetaminas que le dieron más resistencia, pero  también aumentaron su paranoia. Sin embargo, estas consecuencias no parecieron importarle, y siguió adelante con su labor social, esta vez en San Francisco, a donde se mudó con el Templo del Pueblo en 1972. Allí vio la oportunidad de implicarse en la política local y ordenó a sus feligreses que trabajaran en las campañas electorales. En 1976, Jones fue nombrado presidente de la San Francisco Housing Authority, cargo que le reportó más fama y adulación si cabe, así como la oportunidad de codearse con todo tipo de personalidades políticas importantes.

Sin embargo, la imagen de justiciero social que proyectaba hacia el exterior contrastaba fuertemente con la imagen que daba a sus fieles, que era la de un verdadero tirano. Jim controlaba a su congregación mediante actos de humillación pública que ya había llevado a cabo en la comuna de Redwood Valley. El Templo del Pueblo aprobaba y justificaba sus acciones al creer que Jones las usaba contra antisociales violentos a los que prefería castigar a su manera en vez de entregarlos a las autoridades. De entre todos sus feligreses, los ancianos eran los más fieles; todos ellos cedieron sus bienes y pensiones al Templo del Pueblo, y algunos incluso dieron sus casas y sus ahorros, ya que la iglesia les ofrecía la esperanza de una vida mejor.

A medida que los fondos al Templo del Pueblo crecían, Jones controlaba más a sus seguidores, mientras que su relación con el resto del mundo aumentaba su paranoia personal. Cuanto más controlaba a sus fieles, más hermético se volvía el Templo del Pueblo de cara al exterior. Jones trasladó sus miedos al resto de feligreses, y ellos empezaron a sospechar de cualquiera que intentara investigar qué ocurría dentro de la congregación. Sin embargo, allá donde iba Jones su pueblo también lo seguía, y era inevitable que los periodistas sintieran curiosidad. Pronto empezaron a investigar al Templo del Pueblo y se descubrió que no era tan bonito como lo pintaban.

Al empezar a hurgar en los secretos de la iglesia, los periodistas e investigadores encontraron un problema que traía de cabeza al reverendo Jones: los desertores. Hombres y mujeres que habían dejado el movimiento y que contaban historias preocupantes acerca de lo que ocurría en la iglesia. Se hablaba de explotación laboral, guardias que vigilaban a los fieles a todas horas, miedo a hablar con familiares por temor a la delación, palizas y castigos físicos que iban aumentando su crueldad. Cualquiera que pensara en dejar el Templo del Pueblo temía que la consecuencia fuera la muerte. Uno de estos desertores afirmó que para abandonar el Templo del Pueblo había que pensar que la muerte era preferible antes que regresar, porque los feligreses amenazaban con matar a los traidores. Las deserciones aumentaron la paranoia de Jones, quien dijo que la Policía y el Gobierno estaban interviniendo en sus vidas y que debía tomar medidas extremas para proteger a su pueblo. Es ahora cuando empieza a hablar del suicidio colectivo en el caso de que los funcionarios del gobierno entraran en el Templo y quisieran destruirlos. Jones también empezó a hacer simulacros de suicidios colectivos para observar la reacción de sus fieles y ver hasta qué punto le eran leales.

La presión empezó a ser insoportable para Jones, quien tuvo que empezar a buscar otra vez un lugar lejos de miradas indiscretas para mudarse con su rebaño, y lo encontró en Guyana, a donde partió en junio de 1977 seguido pocas semanas después por casi 900 feligreses.


Jonestown, el paraíso socialista

Los miembros del Templo del Pueblo siguieron a Jim Jones desde Estados Unidos hasta la selva de Guyana, donde el líder tenía la intención de edificar el paraíso en la Tierra, lejos de Estados Unidos y su perniciosa sociedad capitalista. Jim compró al gobierno guyanés una amplia extensión de tierra y envió allí un equipo de reconocimiento para que despejaran y prepararan un sitio donde levantar el nuevo hogar del Templo del Pueblo. La elección de Guyana como destino llama bastante la atención, pero Jones tenía buenas razones para marcharse a este pequeño país sudamericano. Era un país en donde se hablaba principalmente inglés, lo que facilitaba las comunicaciones; su población era mayoritariamente de raza negra (lo que excluía toda discriminación hacia sus seguidores negros) y tenía un gobierno afín a otros gobiernos socialistas, de modo que no impediría operar al Templo del Pueblo. Este nuevo emplazamiento sería bautizado como Jonestown, en honor a su padre y fundador.

A pesar de que la migración en masa se llevaría a cabo en 1977, las obras de despeje, labradío y construcción se habían empezado ya en 1974. Se construyeron casas y barracones para los fieles del Templo, terrenos para cultivar sus propios alimentos, escuelas, enfermerías y un gran pabellón para los servicios y ceremonias comunales. Todos los que fueron a Jonestown tenían la convicción de que iban para crear un mundo mejor para sus familias. Sentían que era una gran aventura, que estaban haciendo algo grande que cambiaría la Historia. Desde Guyana empezaron a llegar mensajes de los pioneros a los fieles que aguardaban en Estados Unidos, mensajes en los que hablaban de lo maravilloso que era estar allí y de la magnífica labor de Jones, a quien se referían como “Padre”.



El sueño de un mundo mejor 

Aun estando lejos de su patria, la demencia y paranoia de Jones no dejaron de crecer, al igual que su hermetismo. La prensa seguía investigándole a medida que más desertores hacían nuevas declaraciones sobre Jones y el Templo del Pueblo, al que ya se empezaba a considerar como una secta. Sintiéndose asediado, Jim Jones empezó a enviar a sus feligreses a Guyana en pequeños grupos. Para algunos, esta experiencia les ofrecía la libertad de vivir sin preocupaciones ni temores; para otros, era un genuino experimento socialista que cambiaría a toda la sociedad y serviría de ejemplo. No obstante, cabe destacar que muchos de los que viajaron a Guyana lo hicieron porque no les quedaba otro remedio. No tenían independencia económica, ya que todos sus bienes y ahorros se los habían dado al Templo del Pueblo. Sin embargo, esto no excluye un genuino sentimiento de “querer” estar allí. Jonestown se había creado para ser una utopía, un paraíso terrenal, un lugar donde manaría leche y miel y donde todos encontrarían la auténtica felicidad.

Desde que llegaron a Jonestown, los feligreses parecían estar felices y ese sentimiento duró unos cuantos meses, pero pronto empezarían los problemas. Crear una utopía en medio de la jungla no era tan fácil como muchos de ellos pensaban. El asentamiento era extraordinariamente remoto y se vio afectado por deficiencias agrícolas que impedían que el grupo fuera autosuficiente, más todavía cuando pasaron de ser unos cien a casi mil habitantes. Vivían en barracones con poco espacio y trabajaban durante muchas horas bajo un calor sofocante. Aunque al principio comían bien, la comida pronto empezó a escasear y tuvieron que alimentarse a base de arroz, galletas y sirope, lo que les provocó desnutrición, diarrea y otras enfermedades. Además, la carestía provocaba conflictos casi a diario, por lo que se tomaron medidas de control estrictas con guardias que iban armados con rifles de asalto. Se hacían simulacros en los que se sacaba a los niños de la cama en plena noche, como si estuvieran en peligro de muerte. Jones, víctima de sus delirios y de una adicción a los barbitúricos cada vez más fuerte, se encargaba de avivar el miedo de sus feligreses constantemente.

Pero lo que sin duda causaba terror y fascinación a partes iguales eran las Noches Blancas. Varias veces a la semana, Jones hacía sonar las alarmas del campamento para llamar a todos los feligreses al pabellón principal, donde iba a tener lugar la celebración de una Noche Blanca. Jones sermoneaba durante horas a sus somnolientos fieles acerca de persecuciones del gobierno, campos de concentración y holocausto, y les animaba a terminar con todo mediante un suicidio colectivo. Les servía una bebida y les ordenaba que la tomaran para poner a prueba su lealtad. Estas bebidas no contenían veneno alguno, pero él les hacía creer que sí para que se unieran a él en un suicidio simbólico como protesta para el resto de la sociedad.

A pesar de todo, la gente seguía siéndole fiel a Jones, a quien veían como su única esperanza de salvación. En los vídeos que llegaban a Estados Unidos, se veía a la gente sonriente y feliz, hablando de las maravillas de aquel lugar. Nadie deseaba salir de Jonestown, pero lo cierto es que no habrían podido hacerlo ni aunque hubieran querido, porque Jim Jones no se lo permitía. Los guardias capturaban a quienes intentaban escapar, y estos desertores luego eran severamente castigados y apartados del resto de fieles. Las declaraciones de antiguos miembros del Templo, sumadas a los reclamos de muchos familiares preocupados por la situación de sus parientes llegaron a las altas esferas del Gobierno, sobre todo cuando se empezó a hablar de torturas, desapariciones inexplicables, amenazas y coacción. Al final, todo esto llegó a oídos del congresista Leo Ryan, cuya participación en la investigación acabaría costándole la vida.


Crimen y silencio

En 1978, los familiares y antiguos miembros del Templo del Pueblo llevaron sus quejas ante el congresista demócrata Leo Ryan, quien aceptó hacerse cargo de la investigación. El 14 de noviembre de 1978 salió de Washington y llegó a Georgetown en un avión junto con su delegación en el Congreso, varios representantes de la prensa y algunos familiares preocupados que quisieron acompañarle. Esa noche, la delegación se hospedó en un hotel donde, a pesar de que tenían habitaciones reservadas, tuvieron que dormir en el vestíbulo debido a un problema burocrático. Desde allí, Ryan negoció durante tres días con el asesor legal de Jim Jones para que les permitiera visitar Jonestown. Por fin, el 17 de noviembre, se les concedió la ansiada visita, y tanto Ryan como su equipo abordaron un avión en dirección a Port Kaituma, un aeródromo situado a poca distancia de Jonestown.



Congresista Leo J. Ryan 

Al principio, solo pudo entrar el asesor del Templo del Pueblo, pero después se le cedió el paso a toda la comitiva. El recibimiento que se le dio al congresista y a su equipo por parte de todos los habitantes de Jonestown no podría haber sido más cálido y efusivo. Al contrario de lo que muchos familiares preocupados habían afirmado, allí la gente no parecía infeliz ni hambrienta, y acogieron a los visitantes con música, canciones y bailes, tal como Jones les había ordenado previamente que hicieran. Por su parte, Jim Jones no estaba nada contento. Las tres cosas que más odiaba eran el Gobierno, los medios de comunicación y los desertores de su iglesia, y de pronto se vio cenando con todos ellos. El ambiente era tenso y la alegría de los fieles se notaba falsa, algo que no escapó a ojos de Ryan y su equipo. Pero la prueba definitiva fue una nota manuscrita que se le entregó a escondidas al corresponsal de la NBC Don Harris, en la que simplemente decía: Por favor, ayúdenme a salir de Jonestown.

A la mañana siguiente, Ryan y su equipo regresaron a Jonestown para seguir investigando, y así fue como tuvieron la oportunidad de hablar con otros miembros del Templo del Pueblo. Algunos de ellos reconocieron que no querían seguir viviendo allí y que deseaban regresar a Estados Unidos, lo que a ojos de Jones y los demás feligreses les convertía en desertores y traidores. Jones se angustió cuando se enteró de que quince de sus seguidores querían marcharse con Leo Ryan. Posiblemente fue este hecho el que desencadenaría toda la tragedia que sucedería pocas horas más tarde.

La tensión se mascaba dentro del campamento de Jonestown. Antes de partir, el congresista Ryan fue víctima de un atentado con un cuchillo por parte de un feligrés, y tanto él como su equipo y los desertores se marcharon de allí a toda prisa. Al llegar al aeródromo de Port Kaituma, mientras los pasajeros abordaban los aviones, un escuadrón enviado por Jones llegó a la pista de aterrizaje en un tractor y sus ocupantes abrieron fuego contra el congresista y todos los que intentaban subir al avión. No tuvieron piedad alguna. Dispararon a todo el que hiciera amago de irse y no se detuvieron hasta que se aseguraron de que no se levantarían; al poco rato, se acercaron a los cuerpos y los remataron con disparos en la cabeza. Se cebaron especialmente con el congresista Ryan, que fue encontrado acribillado a balazos y con un disparo en la cara.



Tiroteo en Port Kaituma 

La matanza se saldó con cinco muertos y nueve heridos, que consiguieron escapar y refugiarse en la jungla, donde serían encontrados y rescatados días después. En uno de los aviones, un miembro del Templo llamado Larry Layton sacó una pistola e hirió a varios ocupantes del avión. Layton había sido enviado por Jones para que matara a los traidores, pero al final fue reducido y despojado de su arma, y los supervivientes lograron huir y esconderse.

Mientras tanto, en Jonestown se estaba llevando a cabo el último acto de la tragedia. Jim Jones reunió a todos sus fieles para un sermón final. Mientras informaba a sus adeptos de que Ryan había muerto y que las autoridades guyanesas iban a culparles y a hacerles pagar por la muerte del congresista torturando y matando a los niños, sus asistentes empezaron con los preparativos para un suicidio masivo. Trajeron jeringuillas, vasos de papel y baldes donde vertieron zumo de uva y grandes cantidades de cianuro de potasio. Ya no habría más Noches Blancas: aquello era real.

Jones sabía que el asesinato del congresista había marcado el fin de su reinado, pero no estaba dispuesto a irse solo. En una última y escalofriante grabación, se pueden oír las palabras de Jones alentando a su congregación a que se quitara la vida como protesta por los males del mundo. Después de lo ocurrido, nunca les dejarían vivir en paz, así que lo mejor para todos era tomar aquella bebida y morir como mártires. Según sus propias palabras, no estarían cometiendo un suicidio, sino un acto revolucionario que haría que la sociedad se sintiera culpable por haber destruido su utopía. Y, por asombroso que pueda parecer, muchos de ellos aceptaron seguir a su “Padre” a la muerte.



Veneno y muerte 

¿Qué les llevó a aceptar ese destino? La respuesta es sencilla. Estaban aislados, no sabían qué estaba ocurriendo más allá de las fronteras de su campamento, y durante años Jones se había dedicado a meterles miedo hasta el punto en que empezaron a temer seguir viviendo. Jones logró que pensaran que su muerte valía más que su vida, y así fue como les condenó. Ordenó que primero se le suministrara el veneno a los niños y a los ancianos. Muchos bebés tuvieron que ser arrancados de los brazos de sus madres, que contemplaban aturdidas cómo envenenaban y mataban a sus hijos. En la grabación, la asistente que se encarga de proporcionar el veneno tiene los redaños de decir que si los niños gritan y lloran no es debido al dolor, sino al sabor amargo de la bebida. Por su parte, Jones seguía arengándoles para que murieran con dignidad, sordo a los gritos de los casi 300 niños que morían ante él entre convulsiones. Solo hubo dos personas que trataron de parar esa masacre: la feligresa Christine Miller, que defendió el derecho de los niños a la vida, y Marceline, la propia esposa de Jones, quien trató infructuosamente de evitar que se les diera el veneno.

Mientras los niños morían, los adultos esperaban su turno sentados. Una vez muertos los niños, ya no les quedaban motivos para seguir viviendo y solo querían morir en paz. Se sabe que algunos trataron de negarse a tomar el veneno, de modo que se les inyectó el cianuro a la fuerza para que no pudieran escapar de su destino. Los demás bebieron el veneno, obligados o por su propia voluntad, y cayeron uno detrás de otro hasta que murieron todos. Irónicamente, Jones no ingirió la bebida mortal, sino que murió de un disparo en la cabeza que posiblemente alguien de su círculo interno le infligió por orden suya. En menos de una hora, en Jonestown no quedaba nadie con vida.


Tras la tempestad

Al día siguiente, las autoridades guyanesas, enteradas ya de lo ocurrido en el aeródromo de Port Kaituma, enviaron patrullas en helicóptero para inspeccionar el perímetro de Jonestown. Las imágenes que captaron las cámaras dieron la vuelta al mundo y causaron un horror difícil de digerir, pues en Jonestown yacían desperdigados los cadáveres de los más de 900 habitantes que tenía la colonia. Muchos de ellos habían muerto abrazados a sus amigos y familiares, formando un cuadro dantesco y espeluznante. Hubo muy pocos supervivientes, solo los que pudieron esconderse o pasar desapercibidos en mitad de la tragedia.  De todos los cuerpos recogidos, 248 nunca fueron reclamados y fueron enterrados en una fosa común en el cementerio de Oakland, California, bajo una placa que conmemora la tragedia. Fue la mayor muerte intencional de civiles norteamericanos hasta los atentados de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001.



Panorámica de Jonestown tras la masacre 

A día de hoy, más de cuarenta años después de lo ocurrido, resulta imposible saber qué fue lo que llevó a casi mil personas a suicidarse. Quizá una de las razones sea que los líderes de sectas violentos (y Jim Jones lo era) nunca sueltan el control, nunca se colocarán en una situación que les obligue a abdicar o renunciar. Esta clase de líderes prefieren el conflicto violento con la sociedad; en el caso de Jonestown, con un suicidio en masa. Es complicado saber qué pretendía exactamente Jim Jones con este acto final desesperado, aunque se cree que podría ser pasar a la Historia y ser recordado como alguien que luchó hasta las últimas consecuencias para cambiar el mundo, o quizá para liberarse de su dolor y angustia personales.

Por desgracia para él y para todos, nunca se le recordará por el mensaje de igualdad que quiso enviar en sus primeros años como predicador, ni su deseo de lograr un mundo mejor para todos. La herida dejada por Jonestown será siempre un recuerdo de hasta dónde puede llegar el ser humano cuando sigue con fe ciega a un líder tan peligroso como carismático.




martes, 21 de abril de 2020

Steven Universe y las Gemas de Cristal VI: Steven Universe Future


¡Hola a todos!

Y llegamos al final de mi monográfico sobre Steven Universe, el cual he disfrutado mucho redactándolo y publicándolo aquí para todos vosotros. Esta sexta y última parte estará dedicada en exclusiva a la denominada sexta temporada, cuyo título es Steven Universe Future. Por descontado, cualquiera que no haya visto la serie ni la película no podrá leer esta parte a menos que quiera comerse un millar de SPOILERS. Así que, despidamos a Steven y las Gemas de Cristal con una reseña de esta última temporada. Al tratarse de un resumen con mis impresiones, advierto que será un punto de vista muy subjetivo, ya que se trata única y exclusivamente de mi opinión.

Dicho esto, adelante.


Steven Universe Future



Bienvenidos al futuro 

Nos situamos justo después de los hechos que pudimos ver en la película. Steven consiguió acercarse a Espinela y retiró la perforadora que amenazaba con destruir la Tierra con veneno, salvando así su mundo y logrando que Espinela encontrara a alguien a quien amar en la figura de las Diamantes, que la acogieron en su palacio. Ahora Steven y las Gemas de Cristal pueden disfrutar por fin de una merecida época de paz en la que se dedicarán a hacer cosas para mejorar la vida de las Gemas que han decidido quedarse en la Tierra. Como regalo antes de partir de nuevo al Planeta Natal, las tres Diamantes le han entregado a Steven unos frascos con su esencia que, mezclados con su poder curativo, le ayudarán a restaurar a las Gemas que fueron corrompidas. Además, muchas de las Gemas rescatadas han decidido quedarse en la Tierra para hacer su vida, a lo que Steven y las Gemas de Cristal contribuyen con la construcción de un pequeño poblado para ellas llamado Pequeña Escuela Natal (o Little Homeschool, si lo preferís en la versión original), donde podrán vivir tranquilas junto a los habitantes de Beach City e integrarse en su sociedad.

A pesar de que las guerras han acabado, las Gemas de Cristal han conseguido dejar a un lado sus habilidades guerreras y se han reinventado para adaptarse a la nueva sociedad. Granate hace las funciones de una orientadora y entrenadora, Amatista ayuda a las Gemas a buscar un trabajo adecuado a sus gustos y habilidades, y Perla enseña curiosidades sobre el mundo de los humanos. Peridoto, Lapislázuli y Bismuto también han sabido adaptarse y han encontrado sus propios caminos para ayudar a otras Gemas a integrarse. En cuanto a los habitantes de Beach City, todos ellos siguen sus vidas con los cambios propios de cada situación, pero felices y contentos. Incluso las Diamantes han cambiado y le han dado un giro completo a la situación del Planeta Natal: Ahora utilizan sus poderes para ayudar a las Gemas e incluso han permitido que se instaure una democracia.

Todo está en orden por fin. El imperio autoritario de las Diamantes ya no existe, las guerras se han terminado, no hay más rencores del pasado y todos pueden por fin hacer sus vidas con normalidad. El único que no parece estar contento es Steven. Ahora que ya no queda nada por hacer y todo el mundo es feliz, Steven no sabe qué rumbo darle a su vida y se siente desubicado. Toda su infancia y adolescencia se basaron en autodescubrirse y tratar de controlar sus crecientes poderes, cosa que ya ha conseguido. Sin embargo, ahora se da cuenta de que nadie lo necesita, y en vez de dedicarse a resolver los problemas de los demás, tendrá que resolver los suyos propios. Atormentado por el pasado y perdido en el presente, Steven empieza a desarrollar nuevos poderes que le llevan a experimentar una gran inestabilidad emocional que en la serie se quiere representar como una “depresión”. Y lo pongo entre comillas porque en realidad esa pretendida depresión no es tal.



El arranque de ira de Steven asusta a las Perlas

Partamos de lo más obvio, y es que Steven tiene dieciséis años y una mentalidad acorde con su edad. Durante la adolescencia, es muy normal sentir una explosión de emociones que a esa edad nos cuesta controlar; de hecho, la adolescencia es la época en la que debemos aprender a gestionar esos arranques emocionales y canalizarlos para darles un uso productivo. A eso se le llama “madurar”, y es un proceso por el que todos hemos pasado. Los enfados de Steven son los propios de un chico de su edad, aburrido y que no tiene nada que hacer, y eso no es lo mismo que tener una depresión. En este caso, me parece que la serie pretende romantizar la depresión, haciendo que la veamos casi como algo poético. En otras palabras, que la depresión y la ansiedad se han convertido en moda.

En segundo lugar, me resulta sorprendente, en el peor sentido de la palabra, el hecho de que Steven haya involucionado tanto. Ha pasado de ser un muchacho alegre y encantador a convertirse en un niñato malcriado y berrinchudo que es incapaz de controlarse. Se vuelve mezquino, envidioso, caprichoso y dependiente, y esas actitudes tienen su reflejo en los nuevos poderes que está desarrollando y que le pasarán factura en pocos episodios. Se ha especulado que el ataque de la guadaña de Espinela en la película afectó a la gema de Steven, lo que significa que estaríamos viendo en Steven una muestra de lo que fue en su día Diamante Rosa antes de madurar y convertirse en Cuarzo Rosa. A mí esto me parece una salida demasiado fácil. Ya está muy visto lo de echarle la culpa de todo a Cuarzo Rosa, volviéndose hasta irreal. Es como si quisieran quitarle a Steven toda responsabilidad por sus actos, y esto es un error, ya que eso le da una vía de escape muy fácil: si Steven se porta mal es por culpa de su madre, que también se portó igual. Pero las cosas no son así.

Steven Universe Future es una temporada epílogo que, en realidad, no era necesaria. Yo diría incluso que ha empeorado y pervertido la esencia de lo que era la serie. Steven Universe tiene un problema muy notable: tiene un elenco de personajes muy buenos que, por obra y gracia de los guionistas, desaparecen cuando son más necesarios. Peridoto, Lapislázuli e incluso Connie tienen episodios dedicados a ellas en los que se ve un desarrollo de personaje, pero más adelante no van a servir para nada porque todo tiene que arreglarlo Steven, que por algo es el protagonista. Incluso las Diamantes, unos personajes que estaban enfocados a ser lo más extremo y terrible de la galaxia, se convirtieron en tres cachorritos adorables en un solo episodio, todo gracias a la bondad y el poder del amor de Steven.



Steven desata su poder 

En esta temporada epílogo vuelven a repetirse estos patrones, con el añadido de que las cosas realmente importantes no las vemos porque ocurren fuera de pantalla. Sadie y Lars, la pareja de dependientes del Big Donut, han resuelto sus diferencias fuera de pantalla pero les dedican un episodio para veamos que todo está bien (y, de paso, para ver el berrinche de Steven al darse cuenta de que su ship no salió como él esperaba). Connie tuvo varias escenas en la serie en la que se la veía entrenando con Perla, pero sus habilidades no han servido para nada y ahora solo es la chica que le gusta a Steven. Greg Universe le habla a Steven sobre su infancia y adolescencia con unos padres tan controladores que ahogaban sus ansias de libertad, pero no vamos a conocer a sus padres ni a ahondar en el pasado de Greg porque eso sería darle desarrollo al personaje; mejor pongamos a Steven furioso con su padre porque no lo ha educado como correspondía a un niño normal.

Esa es otra. ¿Qué narices le pasa a Steven con su vida? A lo largo de toda la serie nos han vendido la idea (poco acertada bajo mi punto de vista) de que la infancia que ha tenido Steven es la más deseable para un niño. Pensemos un poco: No tiene responsabilidades, posee libertad absoluta, disfruta de la vida y la naturaleza, y se dedica a ayudar a los demás para que todos sean tan felices como él. Sin embargo, estoy segura de que todos habéis visto el problema de esta educación: No hay reglas de ningún tipo, no tiene una rutina establecida, no está escolarizado, no ha ido al médico nunca, no cuida su alimentación y Greg actúa con él más como un amigo que como un verdadero padre. No obstante, la serie te vende la idea de que esta vida es buena para Steven, pues crece como un niño emocionalmente sano. De hecho, su contrapartida más directa sería su amiga Connie, una niña que ha crecido con la nariz metida en los libros, siempre controlada por sus padres hasta en los más pequeños detalles, y que se siente obligada a mentir para gozar de unos minutos de libertad. Esta vida que Steven execraba le sirve después como excusa para echarle la culpa de sus problemas a su padre, diciéndole que eso era lo que en realidad quería y él debería haberle dado.

A estas alturas, Steven está más que perjudicado por sus incontrolables emociones, y es aquí cuando por fin viene el que considero que es el mejor episodio de esta temporada: su encuentro con Jaspe. Apartada del resto de Gemas por no saber encajar entre ellas, Jaspe vive como una ermitaña hasta que recibe la visita de Steven. Jaspe todavía le guarda rencor a Steven porque lo ve como Cuarzo Rosa, a quien sigue considerando una traidora, pero acepta la propuesta de Steven de ayudarle a canalizar sus poderes a través de la rabia y la lucha. Es aquí donde vemos la verdadera brutalidad de Steven, que pierde el control de sus poderes y llega al extremo de destrozar la gema de Jaspe en uno de sus arrebatos. Gracias a las pociones de las Diamantes consigue regenerarla, y es entonces cuando Jaspe por fin se inclina ante su fuerza y le reconoce como su Diamante. Pero este capítulo acaba y Steven vuelve a sus comeduras de cabeza y ya sabemos cómo acaba todo…



La corrupción de Steven 

En realidad, todos los problemas de Steven se solucionarían con un chancletazo en la nuca. Steven no es un chico con depresión, sino un adolescente caprichoso que no sabe controlarse. Fijaos hasta qué punto es falsa su depresión que en un solo capítulo todo se resuelve con un gran abrazo por parte de su familia y seres queridos. Esto me parece un insulto hacia todas aquellas personas aquejadas de depresión, pues les dan a entender que su enfermedad se curará por el poder del amor cuando en realidad las cosas no son tan fáciles. Si el objetivo de Rebecca Sugar era hablar de la depresión y los traumas de un muchacho que se convierte en héroe demasiado pronto, tendría que haber trabajado más el desarrollo del personaje. Su arco de evolución y su historia están mal llevados, y lo peor es que el fandom no te permite criticar esto porque el protagonista tiene "depresión" y eso lo convierte en alguien intocable.

Además, para más inri, los verdaderos problemas de Steven no se solucionan nunca. A lo largo de toda la serie se nos hace creer por activa y por pasiva que la gran culpable de los males de Steven es su madre, Cuarzo Rosa. Tratan de vendérnosla como la gran villana con fachada de heroína que causó grandes daños a todos los que la rodeaban, incluyendo a su hijo. Sin embargo, en ningún momento habrá una confrontación con ella. Steven no aprende a entenderla ni a perdonarla; ni siquiera se plantea la posibilidad de pensar que el pasado de su madre no le define a él como persona. Steven se pasa toda la serie echándole la culpa de sus problemas a su madre para luego descubrir que en realidad era cosa suya, que lo que en realidad tenía que hacer es sentirse bien consigo mismo. ¿Es así como se solucionan los problemas? ¿Es tan sencillo como eso?

Y esto es Steven Universe Future, amigos. Un epílogo demasiado largo en el que no hay conflicto y en el que todos sus capítulos son puro fanservice para meternos a piñón la agenda política de su creadora, que es la de la inclusión LGTBI. Ni siquiera el final de la serie es emotivo, por mucho que el fandom insista en que sí lo es. Al final, todo acaba con Steven yendo a terapia con un psicólogo (algo que tampoco se ve en pantalla) y marchándose de Beach City, motivo por el cual todos tienen que llorar de emoción con él. Todo salió bien gracias al poder del amor y de los abrazos. No hay desarrollo, no hay emoción, no hay nada. Es como si quisieran hacer un final parecido al de El Señor de los Anillos, con la diferencia de que Frodo sí pasó por verdaderos traumas, sufrió lo indecible y se marchó porque las heridas del pasado pesaban demasiado sobre él. Ése sí es un final para una obra maestra, y no los lloriqueos constantes de Steven Universe.


Y nada más, amigos. Hasta aquí hemos llegado. Espero que os haya gustado este monográfico y que lo hayáis disfrutado. Y si no os ha gustado, tomadlo con calma y dejad vuestras opiniones en los comentarios. ¡Hasta la próxima!

lunes, 13 de abril de 2020

Steven Universe y las Gemas de Cristal V: La película


¡Hola a todos!

Volvemos una vez más con Steven Universe, esta vez con una quinta parte que dedicaré completamente a la película, sus aspectos técnicos y argumentales, y las impresiones que me ha causado. Huelga decir que esta entrada va a estar cargada de SPOILERS, ya que la historia de la película de Steven Universe y las Gemas de Cristal transcurre después de haber terminado la serie; por lo tanto, para comprender la película, es necesario haber visto la serie principal y, sobre todo, el esperado final de la quinta temporada.

No me entretengo más. ¡Poneos cómodos y disfrutad de esta entrada!



Steven Universe: La película




Tras el rotundo éxito de la serie animada y el final en el que Steven se enfrentaba a la todopoderosa Diamante Blanco y conseguía hacerla entrar en razón, parecía bastante obvio que las aventuras de Steven Universe no podían detenerse ahí, y pronto se anunció que Steven y sus amigas tendrían una continuación en forma de película.

La película, dirigida por Rebecca Sugar, producida por Cartoon Network Studios y distribuida por la Warner Bros. Television, fue anunciada en el año 2017 en la San Diego Comic-Con, siendo estrenada en Estados Unidos el 2 de septiembre de 2019. En América Latina se estrenaría tan solo un mes después, mientras que a España y el resto de Europa todavía no ha llegado.

La historia comienza dos años después de la victoria de Steven y las Gemas de Cristal sobre las Diamantes. Un joven Steven de 16 años saluda a todas las Gemas del Planeta Natal y les anuncia que él es Diamante Rosa, pero que no va a ocupar el trono como parte de la Gran Autoridad del Diamante, sino que quiere volver a la tierra con sus amigas y disfrutar de una vida tranquila. Las otras Diamantes le suplican que se quede con ellas, pero eso no hace cambiar de idea a Steven, que se marcha dejando las cosas solucionadas.

Una vez en la Tierra, Steven no tarda mucho en descubrir que los problemas han vuelto para alterar la tranquilidad en que todos viven. Del cielo viene una perforadora gigante que se parapeta en la ladera de Beach City. Al mando de la perforadora se encuentra Espinela, una Gema de ademanes caricaturescos pero con la locura pintada en su rostro. No se anda con rodeos: su intención es la de matar a Steven a cualquier precio y destruir la Tierra por completo. Usando un arma similar a una guadaña, no le cuesta nada derrotar a Granate, Perla y Amatista; intenta también destruir a Steven, pero al ser medio humano no tiene el efecto esperado. Gracias a que no consigue hacerle daño, Steven consigue arrebatarle la guadaña a Espinela y destruye su forma física.



Espinela descubre la verdad

Después de la batalla, Steven pide ayuda a su padre Greg. En casa, las Gemas se van regenerando una por una, pero pronto se ve que las cosas distan mucho de ser normales, ya que han perdido todos sus recuerdos. Perla se convierte en la sirvienta de Greg, cumpliendo con el propósito de cualquier Gema de su clase; Amatista vuelve a ser como cuando emergió y solo repite lo que ve y lo que oye; Rubí y Zafiro no recuerdan sus sentimientos y vuelven a ser lo que eran al principio: una guardiana y una visionaria; y Espinela se convierte en una alegre e inocente Gema cuyo propósito es entretener a su amo, que en este caso es Steven.

Al no saber qué hacer para devolver los recuerdos de sus amigas, Steven corre a pedir ayuda a Bismuto, Peridoto y Lapislázuli. Ellas tampoco saben qué hacer, pero le instan a que no se rinda, pues están seguras de que él encontrará la respuesta. Espinela insinúa que la situación es como un rompecabezas, sugiriendo a Steven que busque las piezas que faltan. Esto hace reflexionar a Steven y llega a la conclusión de que la mejor manera de que las Gemas recuperen sus memorias es hacerles revivir sus recuerdos pasados. Intenta forzar la fusión de Rubí y Zafiro poniendo a esta última en peligro, pero las locuras de Espinela vuelven a cambiar el desenlace: en vez de ser Rubí la que salva a Zafiro, es ésta la que salva a Rubí. La fusión se realiza y se convierten en Granate, pero sigue sin recordar nada.

Pero la situación es más grave de lo que se creía en un principio. La perforadora de Espinela contiene una carga de veneno tóxico que se extenderá por toda la tierra, la contaminará y la destruirá, matando toda la vida orgánica que encuentre a su paso. Hasta que las Gemas no recuperen sus recuerdos, poco se podrá hacer para quitar la perforadora, así que Steven debe darse prisa. Decide entonces empezar por Amatista, a quien quiere ayudar a recuperar la memoria a través de experiencias que compartieron juntos. Para recuperar la memoria de Perla, el grupo la lleva a un concierto de Sadie Killer, ya que la música podría devolverle los recuerdos de su rebeldía. Como esto no funciona, Steven utiliza la poca energía que le queda para fusionarse con Greg, hecho que por fin trae de vuelta los recuerdos de Perla. Steven le pregunta quién es Espinela y Perla responde que es la antigua compañera de juegos de Diamante Rosa. Esto hace que Espinela se vaya a casa llorando.



Steg en concierto

Después de que Steven envíe a Connie a por ayuda, va a buscar a Espinela para que le cuente su historia. Ella usa el transportador para llevarle a un jardín abandonado hace muchos años en el espacio y le cuenta lo que ocurrió allí. Espinela fue en su día la compañera de juegos favorita de Diamante Rosa, a quien alegraba con sus ocurrencias y payasadas. Sin embargo, poco a poco se puede ver que Diamante Rosa empezaba a cansarse de Espinela, ya que era muy absorbente y exigía su atención a todas horas. Diamante Rosa le habló de su gran deseo de tener una colonia propia, y Espinela fue testigo del momento en el que las otras Diamantes se la concedieron. Diamante Rosa no sabía cómo librarse de la pesadez de Espinela, quien no quería que se marchara, así que la engañó para que jugaran a un nuevo juego. Diamante Rosa le dijo a Espinela que debía quedarse allí quieta hasta que ella regresara; Espinela, pensando en todo momento que era un juego y que ella regresaría a buscarla, accedió. El resultado fue que pasaron seis mil años y Diamante Rosa nunca volvió. Espinela se enteró de todo lo ocurrido durante la transmisión que hizo Steven para todo el Planeta Natal. Sintiendo compasión por ella, Steven le promete que nunca la abandonará y que compensará los errores de su madre.

De vuelta en la Tierra, Espinela ayuda a apagar la perforadora, pero en cuanto ve que Steven la ignora y se dedica a sus otras amigas, vuelve a surgir en ella el viejo temor de ser abandonada. Acusa a Steven de haberla utilizado para luego abandonarla o de planear borrar otra vez su memoria, y vuelve a activar la perforadora, que inyecta veneno con mayor virulencia. Mientras Steven trata de explicarle la verdad, Granate por fin recupera sus recuerdos, pero es Steven quien debe enfrentarse a Espinela en la batalla final. La guadaña de Espinela tiene el poder no solo de arrebatarle la forma física a una Gema, sino también de resetearla; por eso, los poderes de Steven no funcionan correctamente. Se da cuenta de que su deseo de un final feliz lo ha dejado resistente al cambio y al crecimiento, algo que necesita volver a experimentar. Al darse cuenta de ello, recupera sus poderes y se enfrenta a Espinela, tratando de decirle que ella también puede cambiar si lo desea. Durante el combate se destruye la perforadora, y Espinela cede después de darse cuenta de que odia en lo que se ha convertido.

Justo en ese momento, las tres Diamantes hacen su aparición con la intención de vivir con Steven. Él les presenta a Espinela y ellas la recuerdan como uno de los juguetes de Diamante Rosa, tras lo cual quedan prendadas de ella. Las Diamantes le piden que se vaya a vivir con ellas, ya que Steven no quiere, y Espinela acepta tras darse cuenta de que la amarán incondicionalmente. Steven y sus amigas se reúnen para reconstruir Beach City y la película termina con un número musical al estilo Broadway.


Mi crítica

La película de Steven Universe tuvo bastante éxito en el momento de su estreno. Fue lanzada en DVD por Warner Home Video el 12 de noviembre de 2019, junto con el documental Behind the Curtain: The Making of Steven Universe: The Movie y el guión gráfico con comentarios.

En cuanto al apartado técnico de la película, cabe decir que es bastante superior al que vimos en la serie, algo que, por otra parte, no debe sorprender. La animación, la calidad del dibujo y el coloreado son más que notables. Se le ha querido dar un aire que recuerda a los antiguos dibujos animados de los años 30, algo que se puede ver muy claramente tanto en el opening como en el propio personaje de Espinela, quien recuerda mucho a Minnie Mouse. La música, por supuesto, juega un papel importantísimo, todavía más que en la serie. Los números musicales son muchos y muy variados, y la mayoría homenajean a las clásicas producciones de Broadway, así que si os gustan las canciones, esta película no os va a defraudar.

Sin embargo, como suele ocurrir en estos casos, cuando una película tiene una factura técnica impecable, es frecuente que falle en aspectos como la historia y su desarrollo, y esto es en lo que, a mi juicio, cae Steven Universe: La película.

Vaya por delante que uno no debería hacerse demasiadas ilusiones en cuanto a la originalidad de la película. El final de la serie (que ya en su momento muchos tildaron de azucarado y poco realista) nos dejaba a Steven convenciendo a las todopoderosas Diamantes de que ser unas tiranas estaba mal y que todos sus problemas se debían a un trauma personal que él les ayudó a resolver. Sea como fuere, las Diamantes aceptaron los cambios propuestos por Steven y los asimilaron muy pronto, pero… ¿y si resulta que todas las Gemas no estaban de acuerdo con esa decisión? ¿Y si había alguna que no quería aceptar esos cambios, pues estaba convencida de que el orden antiguo era el adecuado? Hubiera sido una villana bastante interesante y su historia merecería la pena ser escuchada, ¿verdad? Pues esto no ocurre. Una vez más, se recurre a la estrategia que se ha venido haciendo a lo largo de toda la serie: Diamante Rosa ha hecho algo malo y el afectado aparece para vengarse de Steven y sus amigas. Es algo tan repetitivo que llega a aburrir.



Diamante Rosa haciendo amigos

Llama también la atención el hecho de que Steven haya logrado desmoronar el imperio milenario de las Diamantes en tan solo dos años y todo a base de risas, abrazos y amor. Fiel a su estilo, Steven solo recurre a la violencia cuando no queda otro remedio, y pese a todo prefiere resolver las cosas hablando. Sin embargo, resulta surrealista la facilidad con la que consigue convencer a tres tiranas que no dudarían ni un instante en hacer pedazos un planeta entero de que abracen el pacifismo. Es como si un hombre ataca a una mujer con intención de violarla, ella le dice “Por favor, no me violes”, y él la deja y se va diciendo “Es verdad, violar está mal. Mejor me voy a casa a replantearme la vida mientras me tomo un chocolate con churros”. Es absurdo, ¿verdad? Pues esto es lo que pasa con Steven y las Diamantes.

Otro fallo que veo en la película es la ausencia de muchos personajes, incluso cuando salen en pantalla. Personajes como Peridoto, Lapislázuli y Bismuto, con un gran potencial para ser guerreras fantásticas, apenas aparecen en pantalla. Ni siquiera en la batalla final, donde fácilmente podrían ayudar a Steven a vencer a la villana, mueven un solo dedo. Y esto no solo pasa con los personajes secundarios, sino también con los principales, como las propias Gemas de Cristal. En una película en la que ellas deberían compartir protagonismo con Steven, la mayor parte del metraje aparecen con sus recuerdos borrados y no son ellas mismas, por lo que todo el protagonismo de la película cae en Steven y en Espinela, la nueva villana.

Respecto a Espinela, decir que, aunque muchos fans la adoran con toda su alma y consideran que es lo mejor que le ha pasado a la película y toda la saga de Steven Universe, a mí me parece prescindible. Es el típico personaje que te meten por la fuerza para que te caiga bien y simpatices con ella. Un ejemplo de esto es su nula participación en los momentos en que Steven trata de devolver los recuerdos de sus tres amigas; Espinela siempre aparece como un añadido, un pegote que no debería estar y no pinta nada ahí. Además, es pesada, cargante y reclama atención a todas horas; no me extraña que al final Diamante Rosa se hubiera cansado de ella. La situación me recuerda un poco a cuando un niño crece y deja de lado sus juguetes infantiles para aceptar sus responsabilidades de adulto, solo que en este caso el juguete tenía vida propia y no pensó ni un instante en sus sentimientos. Quizá ese sea el único vestigio de simpatía que me provoca Espinela: permaneció sola y quieta durante seis mil años en un jardín con la esperanza de que su Diamante volviera a buscarla para jugar con ella, y esto no se cumplió. Es lógico que se enfureciera y quisiera pagar su dolor con alguien.

Otro detalle que me gustaría resaltar es el egoísmo de Steven. Durante toda la película, Steven está obsesionado con tener un final feliz: es su objetivo número uno. Con el imperio Diamante caído y las deudas del pasado de Cuarzo Rosa saldadas, lo que Steven ansía por encima de todo es un final feliz, y en ello pone todos sus esfuerzos, todo su empeño. Y si no consigue ese final feliz, todo habrá sido un fracaso y será culpa suya. Para conseguirlo, no duda en aprovecharse de Espinela para que retire la perforadora, y luego la deja de lado para irse con sus amigas a pesar de que conoce el trauma que sufre Espinela por haber sido abandonada y utilizada.



Huy, mira, la mascota de Rosa. ¡Adoptémosla!

Y por último, el final. Ese final edulcorado en el que las tres Diamantes vienen a la Tierra con la “firme” intención de vivir con Steven. A pesar de que la Tierra les parece un lugar horrible, como en el Planeta Natal ahora se aburren por no tener nada que hacer y les falta la distracción de Diamante Rosa, están dispuestas a renunciar a sus comodidades para estar cerca de Steven. Sin embargo, en cuanto éste les presenta a Espinela, las Diamantes ven en ella un vestigio de lo que en su día fue Diamante Rosa y en seguida le toman cariño. En otras palabras, las Diamantes veían a Diamante Rosa como su bufona y, a falta de ésta, se quedan con su juguete favorito. Al final, resulta que las Diamantes no cambiaron tanto como Steven pretendía…

Y hasta aquí mi crítica. Como podéis ver, no me ha dejado demasiado buen sabor de boca, pues para mí la serie ya tenía un buen final. Simplón, cierto, pero un buen final acorde con la historia y el público al que iba destinada. No obstante, los números musicales me han hecho apreciarla como lo que es: una continuación en clave musical de las aventuras de Steven y un anticipo perfecto de lo que será la última temporada, de la que pronto os hablaré por aquí.


Hasta entonces… ¡cuidaos mucho!

miércoles, 8 de abril de 2020

Steven Universe y las Gemas de Cristal IV: Cuarzo Rosa y la Guerra de las Gemas


¡Hola a todos!

Seguimos una semana más con Steven Universe y las Gemas de Cristal, esta vez con una entrada que ahondará en el trasfondo de la historia que dio origen a todos los acontecimientos que viven Steven y sus amigas a lo largo de la serie. Aquí vamos a profundizar en el pasado de Cuarzo Rosa, la madre de Steven, y su implicación en la guerra contra el Planeta Natal. No me voy a andar con rodeos: esta entrada va a ser TODO SPOILER, así que recomiendo leerla con precaución, sobre todo si no os habéis visto toda la serie (es decir, la serie principal, la película y la serie epílogo Steven Universe Future).

No me entretengo más, así que… ¡empezamos!



La Gran Autoridad del Diamante




Hace 5.500 años, el Planeta Natal estaba muy lejos de ser un lugar hermoso y perfecto. Lideradas por la poderosa Gran Autoridad del Diamante, la sociedad Gema había dedicado todos sus esfuerzos a crear nuevos individuos explotando los recursos naturales del Planeta Natal. Pero esta maniobra era tan invasiva y destructora que el planeta quedó prácticamente inservible para el propósito de crear Gemas en masa. Por esta razón, las Diamantes decidieron recurrir a la colonización de otros planetas. Con sus ejércitos de Cuarzos, Rubíes y Nefritas, las Diamantes llevaron a cabo una labor de colonización de tal envergadura que fueron pocos los planetas que escaparon de su control, y todos esos planetas sufrieron el mismo destino que el Planeta Natal. Concebidos como incubadoras de Gemas, sus recursos naturales fueron explotados hasta las últimas consecuencias y quedaron convertidos en cascarones vacíos sin el menor atisbo de vida.

En el Planeta Natal, la vida transcurría en perfecto orden gracias al férreo sistema de castas impuesto, en el que cada Gema era creada para un único propósito. De todas las Gemas, las cuatro Diamantes eran las más puras y perfectas, tan radiantes e inalcanzables que todos temblaban de miedo y emoción ante su mera presencia. La Gran Autoridad del Diamante tenía el control absoluto sobre todas las Gemas, tanto de las del Planeta Natal como de las nacidas en otras colonias. Asimismo, cada Diamante dominaba colonias específicas y se aseguraba de que tuvieran éxito. De las cuatro grandes matriarcas, Diamante Blanco era la más importante y poderosa, pues estaba considerada la Gema perfecta; por eso, tenía control sobre un mayor número de colonias. La seguían muy de cerca la estricta Diamante Amarillo y la elegante Diamante Azul, también dueñas de un buen número de colonias. En el puesto más bajo dentro de esta realeza se encontraba Diamante Rosa, quien todavía no poseía ninguna colonia.

Pese a formar parte de la prestigiosa élite del Planeta Natal, Diamante Rosa no parecía estar a la altura de su posición ni se comportaba como se esperaba de ella. De carácter infantil, caprichoso y temperamental, exigía una y otra vez que se le concediera una colonia, pero las otras tres Diamantes no le hicieron caso, pues sabían de sobra que Diamante Rosa era demasiado inmadura como para hacerse cargo de las responsabilidades que acarreaba una colonización. Tampoco ayudaban mucho sus constantes berrinches, capaces de causar ondas expansivas de tal fuerza que destruían todo lo que tocaban; de hecho, en una de sus pataletas por no poder tener una colonia propia, Diamante Rosa llegó a golpear con una onda a su propia Perla, que le fue retirada de inmediato por su falta de disciplina. Para mantener entretenida a Diamante Rosa, las Diamantes le regalaron una Espinela a modo de juguete con la que pasaba horas y horas jugando en sus jardines privados, lejos de cualquier obligación. Esperaban así que Diamante Rosa se olvidara de lo que consideraban un simple capricho, pero no fue así.

Un buen día, mientras jugaba con su Espinela en el jardín, Diamante Rosa recibió por fin la noticia que tanto tiempo llevaba esperando oír: le iban a conceder su primera colonia.



La rebelión de Cuarzo Rosa




El planeta que Amarillo y Azul le habían otorgado a Diamante Rosa fue la Tierra, un pequeño y pacífico planeta del sistema solar que, en principio, no debería resultarle difícil de colonizar. Emocionada por la novedad, Diamante Rosa abandonó a su Espinela y dio inicio a la colonización, comenzando el mismo procedimiento que se había empleado en las otras colonias. Se le asignaron tropas y taladros perforadores para crear las primeras guarderías de Gemas, y además contaba con la ayuda de su nueva Perla, que la acompañaba e instruía en los entresijos de la colonización. Pasado un tiempo, empezaron a surgir las primeras soldados Cuarzo y Amatista, que tenían como misión ser las guerreras y la mano de obra de su poderosa Diamante.

Sin embargo, aunque todas las Gemas tenían bien claro desde su nacimiento a qué clase pertenecían y para qué estaban hechas, hubo una que se diferenció de las demás. Esta fue Cuarzo Rosa. Pese a que estaba destinada a ser una soldado a las órdenes de Diamante Rosa, Cuarzo Rosa empezó a sentir una gran curiosidad por el planeta en el que había nacido. Se dio cuenta de la multitud de formas de vida que había, de lo hermosa que era la naturaleza y lo fascinantes que eran todas las criaturas vivientes, sobre todo los seres humanos, con quienes quedó fascinada debido a la gran libertad que poseían, muy diferente a la sociedad de las Gemas. Esta experiencia le hizo darse cuenta de lo destructiva que era la colonización, pues estaba reduciendo a la nada a aquel vergel vibrante de vida, luz y color.

Fue por eso por lo que tomó una decisión inaudita: hablar con Diamante Rosa y pedirle que parara la colonización.

La petición de Cuarzo Rosa fue tomada por su Diamante como si se tratara de algo muy gracioso. Se burló de Cuarzo Rosa y la conminó a volver al trabajo, mostrándose como una tirana a la que no le importaba lo que le ocurriera a la Tierra. Humillada y furiosa, Cuarzo Rosa juró que las cosas no se quedarían así. Dispuesta a cambiar la situación, habló con las Gemas nacidas en la Tierra y las animó a rebelarse contra su reina. Todas las Gemas nacían con un propósito en la vida, pero Rosa les ofrecía algo muy diferente: la libertad de poder elegir lo que querían ser. Entre aquellas que se le unieron, destacaba una poderosa Bismuto cansada de servir a las Diamantes y una Granate nacida a partir de la fusión de dos Gemas diferentes. Llegó incluso a convencer a una Perla, que se unió al grupo de rebelión, conocido por el nombre de las Gemas de Cristal.

Empezó así la peor pesadilla de Diamante Rosa. El carisma de Cuarzo Rosa era tal que empezó a cosechar muchas simpatías entre las Gemas, y su pequeño grupo de rebeldes pronto empezó a crecer. Pidió ayuda a las otras Diamantes, pero éstas le dijeron que debía tomar las riendas de su propia colonia si quería que la respetaran. Envió a sus ejércitos para aplastar la rebelión, desatando así una guerra que se prolongaría muchos años y que resultó muy dañina tanto para un bando como para el otro. Las otras Diamantes se dieron cuenta de que el problema de la rebelión se estaba escapando a su control y enviaron más tropas para ayudar a las de Diamante Rosa. Para acabar de una vez con el conflicto, Cuarzo Rosa decidió acabar de una vez por todas con Diamante Rosa. En plena batalla, delante de infinidad de testigos, se plantó ante el palanquín de Diamante Rosa y le exigió que saliera; y en cuanto esta lo hizo, Rosa la atravesó con su espada y la hizo añicos.

Fue algo inaudito. Era la primera vez en la historia que una Diamante era destruida por otra Gema, y más una cuyo propósito era obedecerla. El acto perpetrado por Cuarzo Rosa sobrepasó todos los límites: fue una auténtica abominación. Las otras tres Diamantes, furiosas por lo ocurrido, tomaron cartas en el asunto y unieron sus fuerzas para enviar un rayo destructor a la Tierra con el objeto de destruir a todas las Gemas rebeldes; Cuarzo Rosa apenas tuvo tiempo para desplegar su escudo y proteger a Perla y a Granate, pues el resto de Gemas de Cristal perecieron en este último ataque. Los fragmentos de las Gemas caídas serían forzados a fusionarse en un conglomerado de monstruos corruptos conocidos como la Mutación, que se gestó durante miles de años en el centro de la Tierra. Las Gemas que quedaron intactas fueron corrompidas por el rayo de las Diamantes como castigo por su rebeldía y, aunque Rosa intentó por todos los medios salvarlas con sus lágrimas curativas, sus esfuerzos fueron en vano.



La evolución de Cuarzo Rosa




Una vez finalizada la guerra, Cuarzo Rosa y sus compañeras se dedicaron a buscar Gemas corruptas por toda la Tierra para meterlas en burbujas y acabar con su amenaza. Fue por esta época cuando conocieron a Amatista, que emergió de su agujero mucho después de que terminara la guerra y así consiguió salvarse de la corrupción; al no tener a nadie más en el mundo, Amatista se unió a las Gemas de Cristal. Las cuatro construyeron un templo en un lugar junto al océano donde vivirían durante miles de años.

En este tiempo, Cuarzo Rosa tuvo la oportunidad de relacionarse con multitud de formas de vida, incluyendo una manada de leones que la seguían a todas partes. Descubrió también que sus poderes tenían más alcance del que imaginaba, llegando incluso a poder resucitar a los muertos. También descubrió lo que era el amor. Entre los muchos humanos con los que tuvo una relación, hubo uno que supo captar su atención y tomarla en serio: Greg Universe, un joven guitarrista aspirante a ser una estrella del rock. Fue tal el grado de amor que alcanzaron que Rosa, viendo que la amenaza Diamante estaba bastante lejos, tomó la decisión de concebir un hijo con Greg, un híbrido mitad humano y mitad Gema. Aun sabiendo que le costaría su propia existencia, Rosa siguió adelante y dio a luz a Steven, quien heredó su gema y sus poderes.



La verdadera historia




Hasta ahora os he contado la historia oficial, la versión de los hechos que todos daban por cierta. Pero a lo largo de la serie hemos podido comprobar que había muchos cabos sueltos, muchos callejones que no llevaban a ninguna parte y aspectos que costaba entender. ¿Cómo era posible que una Cuarzo Rosa fuese tan poderosa? ¿Cómo logró acercarse a Diamante Rosa, quien se suponía que debía estar escoltada por decenas de Amatistas que debían protegerla? ¿Dónde estaba su Perla, cuyo deber era permanecer a su lado pasara lo que pasase? Y finalmente, ¿cómo fue capaz no solo de arrebatarle la forma física a Diamante Rosa, sino también romper su gema y hacerla pedazos?

La respuesta es una simple mentira.

Volvamos a la época en la que Diamante Rosa, tras muchos berrinches y exigencias, por fin consiguió un planeta para colonizar. A pesar de su entusiasmo inicial, la multitud de responsabilidades y tareas de las que tenía que ocuparse pronto la cansaron. Aburrida, Diamante Rosa solo se animó cuando Perla le anunció que las primeras soldados Amatista estaban a punto de emerger. Sin embargo, por su posición como Diamante no podía reunirse con las Amatistas para conocerlas en persona; viendo su tristeza, Perla le propuso que cambiara de forma y adoptara el aspecto de una Cuarzo Rosa para pasar desapercibida. Ni corta ni perezosa, Diamante Rosa se transformó en Cuarzo Rosa y junto a Perla tomó un transportador hacia la guardería.

La curiosidad de Diamante Rosa hizo que no se conformara solo con ver la guardería. Junto a Perla, recorrió varios campos y parajes vírgenes, admirándose de las maravillas que había en aquel planeta. Y fue así como se dio cuenta de una verdad terrible: si su invasión llegaba a término y la colonia se completaba, todas aquellas formas de vida quedarían reducidas a la nada. Y eso era algo que no quería.




Resulta curioso que alguien tan caprichoso e inmaduro como Diamante Rosa se preocupase por el destino de otras criaturas, pero lo cierto es que fue así. Su curiosidad, que traía de cabeza a sus hermanas Diamantes, la llevó a sentir simpatía por todo tipo de formas de vida. Al no ser demasiado consciente de su alta posición como Diamante, se comportaba con otras Gemas como si fueran sus iguales, como hizo con sus Perlas y los Guijarros, los pequeños ayudantes que se escondían en su habitación. Estos actos espontáneos enervaban a las otras Diamantes, que no entendían la actitud de Diamante Rosa. Trataron de corregir su comportamiento encerrándola para que pensara en su mala actitud y haciéndola llorar, pero con eso solo consiguieron hacer que Diamante Rosa se sintiera rara y miserable. Esto hizo que, a la larga, Diamante Rosa deseara con todas sus fuerzas escapar de la rigidez de la corte Diamante y ser libre de expresarse y elegir la vida que quería llevar.

El deseo de preservar la vida en la Tierra fue lo que la llevó a hablar con las Diamantes para pedirles que no la obligaran a completar la colonia. Fingió que no podía controlar los ataques de las Gemas rebeldes, que había demasiados orgánicos… y cuando esos argumentos no funcionaron, pidió que tuvieran compasión por los seres vivos que había en la Tierra. Como una manera de compensarla, las Diamantes tomaron a un puñado de humanos y fundaron un zoológico, pero eso no era lo que quería Diamante Rosa. Al final, viendo que nada de lo que dijera sería tomado en serio, tomó una decisión radical: convertirse en la líder de la rebelión por la libertad de la Tierra. Si no podía hacerse oír como Diamante, la escucharían como Cuarzo Rosa.

A partir de entonces, Diamante Rosa tuvo que alternar durante un tiempo sus dos personalidades, hasta que se dio cuenta de que aquello tenía que terminar. La guerra estaba durando demasiado y había muchísimas bajas. Las Diamantes enviaban cada vez más tropas para aniquilar a las Gemas de Cristal y proteger a Diamante Rosa, y ésta comprendió que aquello solo podía terminar con su destrucción. Convenció a Perla para que la ayudara a montar una farsa en la que simularían su propia muerte. Usando un puñado de tierra sometido a presión, Diamante Rosa creó varios fragmentos de diamante y se los tragó. Perla debería adoptar la forma de Cuarzo Rosa y, con su espada, romper su forma física y quedarse con la gema original; los pedazos de diamante darían la impresión de que Diamante Rosa habría sido hecha añicos. El plan se llevó a cabo tal como lo habían pensado y funcionó, pero el rumbo de los acontecimientos se precipitó.




La destrucción de una Gema se considera como algo muy serio, incluso dentro de la propia sociedad Gema. Ni siquiera las Diamantes, auténticas genocidas y destructoras de vida, se habían atrevido nunca a destruir por completo una Gema, sino simplemente a quitarle su forma física, dándole la oportunidad de regenerarse. Por eso, la “muerte” de Diamante Rosa resultó tan traumática. No solo era la primera vez que se quebraba una Gema hasta su total destrucción, sino que además se trataba de una Diamante. El crimen de Cuarzo Rosa excedía todos los límites: era algo que no se podía perdonar. Por lo tanto, las tres Diamantes restantes decidieron arrasar de una vez por todas a las Gemas de Cristal y hasta el propio planeta Tierra, que había causado la pérdida de Diamante Rosa.

Es complicado saber si Cuarzo Rosa sospechaba lo que iban a hacer las Diamantes, pero poco pudo hacer para evitar el poder destructor de sus hermanas. Logró, eso sí, desplegar su escudo para proteger a Perla y a Granate, las únicas Gemas de Cristal que la acompañaban en el momento del ataque; todas las demás fueron corrompidas por el rayo de las Diamantes. Gracias al escudo de Rosa, la Tierra se salvó de la destrucción total, pero tampoco quedó totalmente ilesa. Muchos de los fragmentos de Gemas que fueron tocados por las Diamantes quedaron alojados en el centro del planeta, formando un conglomerado obligado a fusionarse y constituyendo, por lo tanto, una gran amenaza para la seguridad de la Tierra.

Esta es la verdadera historia de la llegada de las Gemas a la Tierra, el origen de la rebelión y la desaparición de Diamante Rosa. Muchos años más tarde, el Planeta Natal volvería a tratar de tomar contacto con la Tierra para comprobar el estado de este conglomerado de gemas conocido como Mutación. Curiosamente, no se sabía que las Gemas de Cristal seguían vivas, y no son pocas las Gemas del Planeta Natal que todavía sienten deseos de vengar la muerte de Cuarzo Rosa.

Pero todo eso lo veremos a lo largo de la serie, ^^


Y hasta aquí por hoy, amigos. Nos vemos en la siguiente entrega de este monográfico, que estará dedicado por entero a la película de Steven Universe. ¡Nos vemos!