martes, 14 de febrero de 2017

Amor en los tiempos de la EGB


¡Hola a todos!

¡Y feliz San Valentín! Sí, ya sé que este día es la típica jornada dedicada al consumismo, que está pensada para que cientos de parejitas enamoradas se gasten el dinero en chocolate, peluches y cenas románticas para celebrar el amor que sienten hacia su media naranja. Pero ese no es motivo para que los demás no podamos celebrar el amor a nuestra manera.

Una de las formas más creativas de manifestar el amor que sentimos por otra persona es escribir un poema romántico. Además de San Valentín, hoy también podría ser el día dedicado a Pablo Neruda, porque me parece que el dichoso Me gustas cuando callas porque estás como ausente... va a ser uno de los poemas más pronunciados el día de hoy. Pero no hace falta ser Neruda para sacar a relucir al poeta que todos llevamos dentro, y de poetas está la generación de la EGB llenita.

Para los que no lo sepan, la EGB fue un ciclo de estudios primarios obligatorios que estuvo presente en los centros educativos españoles hasta bien entrados los años 90. Fue una época muy recordada por todos aquellos a los que nos tocó vivirla, rememorada como el paradigma del mejor de los tiempos. Dibujos animados, música, anuncios, juegos y aperitivos salados son solo unos pocos pilares sobre los que se sostiene la filosofía de la generación de la EGB. Pero otra de las señas de identidad es la que os traigo hoy: las poesías de EGB.

En los tiempos en los que los móviles eran armatostes del tamaño de un Volvo, las chicas teníamos que llevar todas nuestras cosas del instituto en carpetas clasificadoras cuyos separadores eran de cartulina. Para dar un toque de alegría a nuestras frías carpetas, las chicas solíamos decorarlas con fotos de nuestros cantantes y actores favoritos (aunque yo tenía una carpeta que dediqué por completo al Señor de los Anillos). Pero también era costumbre intercambiar nuestras carpetas con las compañeras entre clase y clase para que nos escribieran alguna poesía graciosa o con temática amorosa. Y ahí es a donde quería yo llegar, porque resulta que hace un par de días encontré entre mis cosas una compilación de las grandes poesías que decoraban mis carpetas y las de mis amigas, con montones de poesías que más de uno recordará.

Para celebrar el día de San Valentín, he decidido hacer una selección de las poesías más memorables y que más me han gustado. Muchas de las que tengo se refieren a la amistad, o tienen dibujitos, o son tan soeces que el buen gusto impide ponerlas por escrito en este espacio. Espero que os guste esta selección y, si recordáis alguna otra poesía y queréis compartirla, estaré encantada de leerla.



Qué triste es el labrador
Que no puede sembrar el trigo,
Pero más triste estoy yo
Que no puedo salir contigo.



Si un chico te pide un beso
No se lo des en el balcón,
Porque el amor es ciego
Pero los vecinos no lo son.



Si algún día me quieres matar
No lo hagas con un puñal.
Deja un momento de amarme
Y el golpe será mortal.



Para qué mirar la luna
Si no la puedo tocar.
Para qué mirar tus labios
Si no los puedo besar.



No soy tu novia,
No soy tu amante,
Pero soy tu mejor amiga
Y con eso tengo bastante.



No te fijes en la letra,
Ni tampoco en la escritura.
Fíjate en quien te escribe,
Que te quiere con locura.



Desde aquí te estoy mirando
Cara a cara, frente a frente
Y no te puedo decir
Lo que mi corazón siente.



Quería probar su amor,
Estar segura de que me quería
Y una noche le dije que le dejaría;
Solo bajó la mirada y se marchó.
Creí que le daba igual,
Que su amor era mentira,
Que los besos que le daba
Ni siquiera los sentía.
Ahora me doy cuenta
De lo equivocada que estaba,
De lo tonta que fui
Y de lo mucho que me amaba.
Esa misma noche se quitó la vida
Dejando un papel que decía:
“Por ti lo hago, vida mía”.



Qué triste es viajar
Y no saber a dónde ir,
Pero más triste es amar
Y no poderlo decir.



El querer sin esperanzas
Es el más bello querer.
Yo te quiero y nada espero.
¡Fíjate si te querré!



En la arena de la playa
Dejé tu nombre grabado
Para ver si el agua borra
Lo que el tiempo no ha logrado.



Por 1 beso de su boca
2 caricias le daría,
3 abrazos que demuestren
4 veces mi alegría.
Y en la 5ª sinfonía
De mi 6º pensamiento
7 veces le diría
Las 8 letras de un “te quiero”
Porque 9 veces por ti vivo
Y 10 veces por ti muero.



Si un rubio te pide un beso
Y un moreno el corazón,
No desprecies al moreno
Por un rubio besucón.



Unos quieren el mundo,
Otros quieren el sol,
Pero yo solo quiero
Un hueco en tu corazón.



Si estás enferma de la A
A consecuencia de la M,
Ve a ver al doctor O,
Que te recetará la R.



Si por un corazón fuera,
Por ti el mío daría,
Porque feliz moriría
Sabiendo que el corazón
Que por ti tanto ha llorado
Al fin te ha encontrado.



Tan fugaz como una estrella,
Como un débil sentimiento,
Que en un día y un momento
Hizo a mi alma llorar.
Si vuelves, y en un silencio
Encuentras tu lucidez,
Recuerda este pensamiento
Que mi alma le dio al viento:
Te quiero a ti nada más.



Quiero y no quiero querer
A quien no queriendo quiero.
He querido sin querer
Y te estoy sin querer queriendo.
¿Quieres que te quiera más?



Anoche soñé contigo.
Era un cuento de hadas.
Tú eras mi príncipe azul
Y yo tu princesa encantada.
Yo besaba tus labios
Y tú mi pelo acariciabas,
Y las estrellas del cielo
De alegría lloraban.
Pero cuando desperté
Y vi que me faltabas,
Quise dormir otra vez
Pero el sol no me dejaba.



El amor que siento por ti
No lo puedo ocultar.
Si no lo cuenta mi boca,
Me traiciona el suspirar.



Estaba en la horca
Con la sentencia leída.
Si dejaba de quererte
Me perdonaban la vida.
Y le dije yo al verdugo
Con palabras muy sensibles:
“Tire de la cuerda, amigo,
Porque olvidar a ___ es imposible”.



En la escuela del amor
De la mano me llevaste
Y en la primera lección
El corazón me robaste.


¡Hasta el próximo artículo, lectores!

viernes, 10 de febrero de 2017

Curiosos ritos de amor


¡Hola a todos!

El amor tiene todo tipo de rituales curiosos que se llevan a cabo en pareja. En San Valentín, muchas personas enamoradas agasajan a las personas que les gustan con flores, chocolate o tarjetas en las que manifiestan sus sentimientos por la persona amada. Otros ritos propios del cortejo amoroso incluyen cantar una canción para dedicársela al ser amado, aprender a bailar para pasar un buen rato con esa persona o componer un hermoso poema de amor. Sin embargo, en otros países existen ritos de amor que a nosotros pueden parecernos bastante peculiares, por no decir chocantes.

Lo que hoy os traigo es una pequeña lista de las costumbres amorosas más llamativas del mundo. Hay muchas más, por supuesto, pero estas han sido las que más me han llamado la atención.



Chozas del amor




En una cultura como la nuestra, que a día de hoy sigue concediendo una importancia especial a la virginidad de los adolescentes, resultaría un poco chocante animar a los más jóvenes a tener relaciones sexuales con muchas personas, cuantas más mejor, hasta que encontraran a la persona con la que quisieran pasar el resto de su vida. Pues en un pueblo de Camboya, esta es una práctica corriente.

En la tribu Kreung de Camboya, cuando una niña tiene entre trece y quince años se considera que ya está en edad de empezar a buscar una pareja. Pero como a esa edad también llega la efervescencia sexual, los padres de estas chicas construyen para ellas una cabaña alejada de la vivienda principal a la que llaman “choza del amor”, para que sus hijas puedan llevar allí a los chicos que les gustan para acostarse con ellos, aunque esto no siempre sucede. Las chicas tienen total libertad para decidir a qué chicos van a llevar a su choza y si quieren acostarse con ellos.

Por las mañanas, los chicos tienen que abandonar la choza del amor antes de que salga el sol, ya que en esta tribu se considera que dos personas no pueden ser vistas juntas en público a menos que estén comprometidas. Pero eso no significa que las chicas tengan un límite sobre el número de chicos con los que quieran tener relaciones sexuales, ya que el sexo se entiende de otra forma distinta a como lo vemos los occidentales. Las chozas del amor ofrecen a estas chicas un espacio privado en el que poder encontrarse con chicos, hablar con ellos, conocerles mejor y, si lo desea, acostarse con ellos. El objetivo es encontrar a la pareja ideal con la que compartir el resto de su vida, con el apoyo de sus padres.



Hilo rojo del destino




Cuenta una popular leyenda oriental que las personas destinadas a estar juntas están unidas por un hilo rojo invisible que ata sus dedos meñiques. Este hilo nunca desaparece ni se desata solo. A pesar del tiempo y la distancia, a pesar de todas las vicisitudes que ocurran, si dos personas están unidas por un hilo rojo, tarde o temprano se encontrarán para estar siempre juntas.

La leyenda nos habla de un emperador que, tras enterarse de que existía una bruja que era capaz de ver el hilo rojo que unía a dos personas, le ordenó que le llevara ante la que sería su futura esposa. Siguiendo el hilo, la bruja llevó al emperador hasta el mercado y le presentó a una mujer campesina que llevaba una niña pequeña en brazos. El emperador, pensando que la bruja se burlaba de él, empujó a la campesina y la hizo caer, con tan mala suerte que la niña se le escapó de los brazos y se hizo una gran herida en la frente. Luego, mandó decapitar a la bruja. Pero años después, cuando llegó el momento en que debía buscar a una mujer para convertirla en su esposa, el emperador aceptó la sugerencia de la corte, que le ofrecía la posibilidad de casarse con la hija de un general muy poderoso. Pero cuando llegó el día de la boda y vio por fin la cara de su esposa, se llevó una gran sorpresa al ver la llamativa cicatriz que lucía en la frente.

No se sabe si esta leyenda es de origen chino o japonés. Lo que sí es cierto es que está tan arraigada que no son pocas las personas que llevan un hilo rojo auténtico atado en su dedo meñique, pues se considera que este dedo está conectado con el corazón, donde se supone que viven los sentimientos de amor.



Bomena




En algunas zonas rurales del este y el centro de Bután, los jóvenes enamorados llevan a cabo el ritual del Bomena, un peculiar sistema de cortejo que es, cuanto menos, llamativo: entran de noche en la casa de la chica que les gusta y la secuestran para convertirla en su pareja.

Los chicos jóvenes salen juntos por la noche para espiar a las chicas que les gustan, que están en sus casas a la expectativa de lo que ocurra. Esta actividad puede hacerse en solitario o en grupo. Si un chico sale solo por la noche con la idea de secuestrar a la chica, probablemente es porque ya ha hablado antes con ella y ambos están de acuerdo en que eso ocurra. Pero también puede darse el caso de que varios chicos prendados de la misma chica salgan en grupo y luego se separen para cobrarse su presa en solitario; la chica se quedará con el más rápido y habilidoso.

A pesar de que tanto las chicas como los chicos están de acuerdo en llevar a cabo esta curiosa costumbre, eso no quiere decir que a los chicos no se les pongan trabas. La gracia de esta “cacería” estriba en que los chicos tengan dificultades para llevarse a la chica que quieren. Tienen que salir por la noche, cuando los habitantes de la casa estén durmiendo, y deben ser muy astutos para entrar en la casa sin ser descubiertos. La disposición de las camas también les complica el asunto, ya que en las casas de Bután todos los miembros de la familia suelen dormir en la misma habitación. A todo esto se añaden los remilgos (casi siempre fingidos) de la chica, que tiene que hacerse de rogar; su compañero tendrá que hacer gala de unas grandes dotes de persuasión para poder llevársela.

En caso de ser descubierto en pleno allanamiento, el chico tendrá que escapar corriendo antes de que los padres de la chica lo expulsen arrojándole agua caliente o lo tiren por la ventana de la casa. Los padres más estrictos buscan al merodeador y lo amenazan con pegarle con un palo, pero la mayoría de los padres fingen dormir mientras el intruso lleva a cabo el secuestro de su hija. Esto es así porque por lo general ya conocen al chico que está interesado en su hija y saben que es un buen partido para ella.



Hombres Wodaabe




Los Wodaabe son un pueblo nómada que se encuentra disperso por todo el territorio del Sahara. Al final de la temporada de lluvias, que suele ser en septiembre, los Wodaabe se reúnen antes del inicio de la migración trashumante para buscar una esposa. Los hombres Wodaabe, luciendo un elaborado maquillaje y vistiendo hermosas plumas y adornos, realizan varias danzas y canciones para impresionar a las jóvenes casaderas, que se convierten en juezas de la belleza física de estos hombres.

Los Wodaabe dedican muchas horas a su aspecto físico antes de danzar y cantar para las mujeres. Utilizan un maquillaje especial a base de un polvo amarillo para trazar una línea en medio del rostro y otros detalles llamativos. También utilizan kohl para resaltar la blancura de sus ojos y sus dientes. Su ropa, adornada con plumas, cuentas y multitud de adornos, está hecha para resaltar sus cuerpos fibrosos. Cuando ya están listos, los hombres se reúnen para bailar la Yaake mientras los hombres más ancianos se burlan de ellos en un intento de obligarles a que se esfuercen más por resultar atractivos.

Entre los Wodaabe también es común realizar la danza Guérewol, en la que solo pueden participar los hombres más atractivos. Para esta ocasión, se pintan el rostro de color rojo y a su vestimenta habitual añaden una falda blanca ajustada hasta las rodillas, collares de cuentas en su pecho desnudo y turbantes con plumas de avestruz. Antes de danzar deben tomar una bebida que les ayuda a aguantar más durante el baile y que supuestamente tiene efectos alucinógenos. Las mujeres se fijarán en aquellos hombres que demuestren ser más ágiles, tener las extremidades más largas o los movimientos más elegantes. La nariz fina, labios delgados, ojos brillantes, dientes blancos y un rostro alargado son los rasgos más deseables. Una vez que han hecho su elección, las mujeres se acercan a los hombres y les hacen una señal para darles a entender que han sido elegidos.



Omiai




En Japón, tierra donde se mezclan los últimos avances tecnológicos con las tradiciones sociales más arraigadas, todavía está en vigor la antigua costumbre del omiai, que podría traducirse (aunque de forma un tanto inexacta) como matrimonio concertado, aunque lo cierto es que sería más apropiado decir que se trata de un primer acercamiento entre dos personas por mediación de una casamentera.

La costumbre indica que dos jóvenes desconocidos pero con intención de contraer matrimonio deben ser presentados en una reunión formal con los padres de ambos para conocerse. Por lo general, la etiqueta señala que se debe llevar kimono, aunque cada vez es más común ver a los hombres vestir un traje de estilo occidental. En la reunión, los jóvenes toman algo y charlan tranquilamente. Más tarde, pasean solos durante un rato para conversar con mayor privacidad. A partir de ahí, que la relación continúe o no dependerá en exclusiva de ellos dos, aunque es frecuente que los padres de uno o de otro les presionen para seguir la relación. Si la cosa funciona, pueden decidir seguir viéndose y acabar la relación en matrimonio, algo llamado miai-gekkon, que significa “matrimonio por omiai”.

Aunque a nosotros pueda parecernos una costumbre anticuada y más propia de tiempos pasados que de las costumbres actuales, lo cierto es que se puede ver como una manera muy práctica para que la gente que tenga aspiraciones a una relación estable conozca a personas que comparten su mismo punto de vista, ahorrándose así perder el tiempo con relaciones superfluas o encuentros con personas que no quieren nada serio.



Edelweiss




En los Alpes suizos, oculta entre rocas para escapar a la vista de los curiosos, crece una pequeña y hermosa flor de color blanco cuyos pétalos parecen estar cubiertos por una fina pelusilla. El edelweiss es una flor que necesita una serie de condiciones para crecer adecuadamente, pues solo se da de forma natural en superficies rocosas situadas por encima de los 1.500 metros de altitud y, aunque pueda resultar chocante, las frías temperaturas de las altas montañas le proporcionan un ambiente propicio para desarrollarse. Esta humilde flor es tan preciada que se ha convertido en el símbolo de Austria.

En Austria y Suiza hay muchas leyendas acerca del edelweiss , a la que se ve como símbolo del coraje y del amor. Al crecer en lugares recónditos y prácticamente inaccesibles, se considera una prueba de indudable valor para aquellos que se atreven a escalar hasta lo más alto de las montañas para recoger una de estas hermosas flores. Y, como el amor, la flor del edelweiss parece esconderse y esperar a ser encontrada. De hecho, la leyenda más extendida cuenta que los hombres que pretendían demostrar su amor, escalaban a alturas de más de 2.000 metros para conseguir una flor y entregársela a su amada. La imagen del edelweiss es la de la belleza pura y sosegada, el honor, el mundo de los sueños y el amor eterno, que nunca perecerá.

Actualmente, la flor del edelweiss ha tenido que ser considerada como una especie protegida, pues han sido tantos los que han subido a los Alpes para arrancarla que ha estado a punto de extinguirse.


¡Y hasta aquí por hoy! ¿Os han gustado estos ritos de amor? ¿Conocéis alguno que os llame especialmente la atención u os parezca curioso? Comentad sin miedo!

domingo, 5 de febrero de 2017

Historias de amor populares en la Edad Media


¡Hola a todos!

Bienvenidos al mes de febrero, el mes en el que los tiernos enamorados se confabulan nos deleitan con sus constantes besos empalagosos llenos de azúcar demostraciones de amor. Corazones, peluches, canciones de amor, cenas románticas... todo está pensado para que la gente enamorada pueda demostrar a su pareja lo mucho que la quiere y adora. Por supuesto, no faltarán semanas enteras en las que nos veremos obligados a ver un sinfín de películas románticas (o la puta Cincuenta Sombras Más Oscuras, que NO pienso ir a ver), o la edición de infinitas novelas románticas pensadas para hacer derramar lágrimas de emoción por la pureza de un amor que trasciende el tiempo y el espacio.

Visto lo visto, cualquiera pensaría que la literatura romántica es cosa de estos tiempos modernos o de la era victoriana, como muy lejos. Pero la verdad es que desde siempre han habido historias de amor que han conmovido al público. Grandes amores que hicieron célebres a sus protagonistas, que nos hicieron ver los peligros que existían al enamorarnos de la persona equivocada, que los dioses tenían mucho que ver con la manipulación de nuestros sentimientos y que el amor podía ser un sentimiento muy destructivo.

No es casualidad que las historias de amor favoritas de la Edad Media terminen de manera trágica. En la época, el amor no se consideraba precisamente un sentimiento positivo por las consecuencias que traía. Ojeras, hondos suspiros, rostros demacrados... El amor tal como lo veían en la Edad Media era más una enfermedad que un hermoso sentimiento. De ahí que se hable a menudo del "mal de amores" o de estar "herido" de amor. Es cierto que en el ámbito cortesano se practicaba el "amor cortés", que consistía en expresar el amor de una manera noble, sincera y caballeresca en forma de poesías y canciones de una sofisticación impresionante. Pero las historias de amor más populares de la Edad Media solían tener un nexo en común, y es el destino trágico de sus protagonistas, quienes, dejándose llevar por sus impulsos de amor, provocaban grandes calamidades cuando no eran ellos mismos los que sufrían la peor parte de su relación de amor.

Veamos cuáles eran las historias de amor que más gustaban a las gentes del medievo:



Tristán e Isolda




Hace un año le dediqué un artículo entero a esta famosa pareja, así que no me extenderé mucho al contar quiénes fueron y por qué se hicieron famosos, pues son de sobra conocidos por todo el mundo. Tristán e Isolda son los protagonistas de una célebre historia de amor medieval, posiblemente de origen celta y posteriormente incorporada a la leyenda del rey Arturo.

La historia nos narra las aventuras de Tristán, que viajó a Irlanda en nombre de su tío Marc, rey de Cornualles, para pedir la mano de la bella princesa Isolda, a quien el rey había escogido para ser su esposa tras descubrir que era la dueña del mechón de cabello que le había traído una golondrina. En el camino de regreso a Cornualles, Isolda, que odia a Tristán porque había matado a su tío, un gigante llamado el Morholt, le da de beber un veneno y lo apura ella misma para evitar casarse con Marco; lo que Isolda no sabe es que ese supuesto veneno era en realidad un filtro de amor que su madre le había dado para que su matrimonio fuese feliz. El filtro tiene la propiedad de unir en amor eterno a quienes beban de él, de modo que Tristán e Isolda no pueden evitar sentirse atraídos el uno por el otro.

A pesar de que nunca dejarán de ser amantes y que todas las circunstancias se confabulan en su contra para separarles (Isolda se casa con Marc y Tristán toma como esposa a una mujer también llamada Isolda), ninguno de los dos se olvidará jamás de su amor, ni siquiera cuando haya pasado el efecto del filtro. La desgracia se ceba con ellos una última vez cuando Tristán, herido de muerte, pide ver a su amada Isolda por última vez y manda a un barco que la traiga y que a su vuelta ice la vela blanca si Isolda va a bordo, o la vela negra en caso de que la reina no venga. Isolda acude, por supuesto, pero la esposa de Tristán, celosa por el amor que su marido le profesa a Isolda, le dice que la vela del barco es negra. Destrozado por la pena, Tristán exhala su último aliento sin llegar a despedirse de su amada. Cuando Isolda llegó y vio que ya era demasiado tarde, se arrodilló a los pies de Tristán y expiró junto a su amor.



Lanzarote y Ginebra




El compendio de historias que dan forma a la leyenda artúrica han sido y serán siempre de las más conocidas y celebradas por el gran público, y en la Edad Media alcanzaron mucha popularidad en el ámbito cortesano. Y siendo el amor uno de los grandes temas que se tratan en la materia de Bretaña, es lógico pensar que el romance entre la reina Ginebra y el caballero Lanzarote del Lago fuese uno de los más famosos de la literatura de la época.

Lanzarote era hijo del rey Ban de Benwick, pero siendo tan solo un niño fue raptado por la Dama del Lago, que lo llevó a su palacio acuático para criarlo. Con el tiempo, Lanzarote alcanzaría una gran destreza en el uso de las armas, por lo que al cabo de un tiempo abandonó su hogar para recorrer el mundo, llegando a Camelot después de unos años. Una vez en la corte de Arturo, éste le encomienda la misión de ir a buscar a su prometida para la boda real. Pero durante el camino de vuelta, Lanzarote y Ginebra se enamoran, y desde ese momento el corazón de Lanzarote quedará perpetuamente dividido entre su amor por la reina y la lealtad que le debe a Arturo, su rey y mejor amigo.

A pesar de que al principio el amor entre Lanzarote y Ginebra parece quedar dentro de los límites del amor cortés, la gente que les rodea no tarda en darse cuenta de que ambos rebasan esos límites más de lo permitido. Ginebra le es infiel a Arturo y Lanzarote siente remordimientos cada vez más fuertes, pero ninguno de los dos puede resistirse a llevar su amor hasta las últimas consecuencias. Y será así como ambos provocarán la ruina y caída en desgracia de Camelot. Cuando Arturo se entera por Morgana de la relación que hubo entre Lanzarote y su esposa, condena a ésta a morir en la hoguera y destierra a su mejor caballero. Pero Lanzarote regresa y salva a la reina de su cruel destino. Tras la muerte de Arturo en la batalla de Camlann, Ginebra entra en un convento y Lanzarote se convierte en ermitaño.



Paris y Helena




Hay historias de amor que nunca pasan de moda, y la mitología clásica puede presumir de ser la fuente de grandes historias amorosas cuyo eco resuena todavía hoy. Es el caso de Paris y Helena, cuyo amor trascendió épocas hasta perpetuarse como el símbolo del amor predestinado. Juntos a pesar de todo, juntos cueste lo que cueste. Esta es la historia de un amor que provocó una guerra.

Helena era hija de Zeus y Leda, y estaba considerada la mujer más hermosa del mundo. Y Paris era hijo del rey troyano Príamo, al que las diosas Hera, Atenea y Afrodita eligieron para que fuese su juez para decidir cuál de las tres diosas era la más hermosa; para ganar su favor, la diosa Afrodita le prometió que le entregaría a la mujer más bella del mundo como su esposa, y Paris la eligió. Afrodita cumplió su promesa, pero había un problema: Helena estaba casada con Menelao, el rey de Esparta.

Durante la estancia de Paris en Esparta, donde era huésped de Menelao, Helena le vio y se enamoró perdidamente de él. Fueron tan fuertes los sentimientos que tenían el uno por el otro que Helena decidió fugarse con Paris y se marcharon juntos a Troya. Los aqueos no podían soportar la afrenta del joven troyano y la vergüenza de Esparta exigía venganza, así que se organizó una liga formada por todos los reinos de la Hélade que partieron en sus naves rumbo a Troya, donde daría comienzo la guerra más famosa de la antigüedad.

La llegada de las tropas aqueas fue el inicio del calvario de los dos enamorados. Los troyanos, conmovidos por los encantos de Helena, se negaban a devolverla a los griegos. Sin embargo, aquella guerra que ya duraba diez años les hizo cambiar de opinión y fueron muchos los que empezaron a verla como la causante de sus desgracias. Helena se consumía por la culpa y Paris por la impotencia al ser incapaz de poner fin al conflicto, pero en la intimidad seguían siendo dos enamorados que querían seguir juntos a pesar de todo. Sin embargo, su final estaba escrito y no iba a ser un final feliz. Cuando los aqueos invadieron Troya utilizando un caballo de madera y arrasaron la ciudad hasta los cimientos, Paris fue asesinado y Helena fue llevada de vuelta con su marido. Algunas versiones dicen que el resto de su vida se lo pasó llorando la pérdida de su único y verdadero amor; otras, en cambio, dicen que la muerte de Paris puso fin al hechizo de amor que Afrodita había lanzado sobre ella, y que consiguió ser feliz al lado de su esposo Menelao.



Dido y Eneas




Sin salirnos del mundo clásico, os voy a hablar de una historia de amor que causaba auténtico furor en la Edad Media: la trágica historia de Eneas, el famoso héroe troyano, y Dido, la reina de Cartago. De esta historia existen varias versiones, pero puede que la más conocida sea la que el poeta Virgilio nos ha dejado en La Eneida.

Huyendo de su patria arrasada, Eneas y un grupo de troyanos viajan rumbo a la península itálica, pero una tempestad los desvía hasta Cartago, donde les recibe la bella reina Dido, a quien Eneas le pide su hospitalidad. La diosa Venus, madre de Eneas, hace que Dido se enamore de su hijo para que no lo traicione, a pesar de que Dido había decidido ser fiel al recuerdo de su difunto marido Siqueo. Las diosas Juno y Venus manipulan los acontecimientos para que en Cartago se organice una cacería durante la cual se desata una tormenta que obliga a Dido y a Eneas a cobijarse en una cueva. Esa misma noche yacen juntos y los días siguientes los dedicarán a disfrutar de su recién nacido amor.

Pero una vez más los dioses vuelven a intervenir. Ante el retraso que Dido ocasiona a los planes de Eneas de seguir adelante con su viaje, el dios Júpiter envía a Mercurio para que le recuerde a Eneas que los hados dictaminan que debe continuar viajando. A pesar del dolor que ello le ocasiona, el héroe obedece la voluntad divina y se marcha de Cartago dejando atrás a su amante. Desconsolada y ofendida por su rechazo, Dido trata de olvidarlo pidiendo el apoyo de su hermana Ana, pero no puede. Por eso, mientras los barcos de Eneas parten rumbo a la península itálica, Dido se arroja a una pira y muere.



Jasón y Medea




Y seguimos con la mitología clásica, fuente de grandes historias de amor que se hicieron muy populares durante el medievo. Las aventuras de los héroes griegos gustaban mucho, y entre batalla y batalla también encontraban un huequecito para sus aventuras amorosas, así que era de esperar que los amores de Jasón y Medea también se hicieran muy populares.

Jasón, hijo del rey de Yolco, reunió a un grupo de expedicionarios conocidos como los Argonautas para viajar a la Cólquide, donde se encontraba el famoso vellocino de oro. El rey de la Cólquide, Eetes, le prometió que le entregaría el vellocino si conseguía pasar una prueba que consistía en uncir unos bueyes que expulsaban fuego por el hocico, sembrar dientes de dragón en los surcos arados y derrotar a los guerreros que saldrían de esos dientes. A pesar de que le parecía una prueba imposible de superar, Jasón aceptó.

Pero el héroe no habría salido airoso de no ser por Medea, la hija del rey. Enamorada de Jasón, la noche anterior a la prueba visitó al héroe en su tienda y le proporcionó pociones y ungüentos mágicos que le harían invulnerable al fuego y le darían una fuerza sobrehumana. Además, le dio las instrucciones precisas para superar la prueba. Pero a pesar del triunfo de Jasón, Eetes se negó a cumplir su promesa, así que Medea guió a los Argonautas al lugar donde se hallaba el vellocino de oro. Con sus poderes, hizo dormir a la gran serpiente que custodiaba el vellocino para que Jasón pudiera hacerse con el preciado trofeo. Como sabía que sus compatriotas no perdonarían su traición, Medea le pidió a Jasón que la llevara con él de vuelta a Yolco; Jasón no solo se lo prometió, sino que además juró hacerla su esposa.

Pero después de un tiempo, y pese a que estaban casados, Jasón se cansó de Medea tras quedar prendado de la bella Creúsa, hija del rey de Corinto, por la que abandonó a su legítima esposa. Medea, loca de celos, fingió congraciarse con Creúsa y envió un hermoso vestido para la flamante novia. En cuanto Creúsa se puso el vestido, la magia que contenía se liberó y la convirtió en una antorcha humana. No conforme con esto, Medea remató su venganza asesinando a los hijos que había tenido con Jasón, pues el rencor que sentía hacia él había superado el amor que le pudiera tener a sus hijos. Los habitantes de Corinto trataron de capturarla para matarla, pero Medea consiguió huir en carro de serpientes aladas que le había regalado Helios.



Píramo y Tisbe




Esta historia de amor no es tan conocida como las historias anteriores, pero veremos que las vicisitudes por las que estos trágicos amantes tuvieron que pasar recuerdan mucho a las que hay en otros cuentos medievales. Este cuento babilónico también ostenta el honor de ser una de las fuentes de inspiración de Shakespeare para escribir su maravillosa obra de teatro Romeo y Julieta que, como todos sabemos, es el paradigma perfecto del amor trágico.

Píramo y Tisbe se conocían desde pequeños y habían crecido juntos y, con el tiempo, se enamoraron. Sus familias habitaban casas contiguas, pero sus disputas habían debilitado la antigua amistad que existían entre ambas, llegado al punto de levantar un muro que atravesara la vivienda por la mitad para impedir todo contacto. Sin embargo, Píramo y Tisbe consiguieron burlar en parte la prohibición de verse, ya que en la pared que separaba sus habitaciones había una pequeña grieta, defecto de construcción del muro, a través de la que podían hablar y hasta verse, pero no tocarse y mucho menos besarse, lo que les provocaba un tremendo pesar.

Harto de esa situación, Píramo le propuso a Tisbe huir juntos y le dice que se encontrarán la próxima noche junto a la tumba de Ninus, bajo una morera blanca. Tisbe es la primera en llegar, pero junto a la tumba aparece un león con las fauces ensangrentadas de su última caza. Aterrorizada, Tisbe huye y se le cae el velo, que el león desgarra con su boca manchada de sangre. Cuando llega Píramo y ve el velo, cree que Tisbe ha muerto devorada por el león. Loco de dolor, se suicida clavándose su propia espada en el costado. Al cabo de un rato, Tisbe regresa a la tumba y descubre a su amado agonizante. Incapaz de vivir sin Píramo, Tisbe también se clava un puñal y muere junto a él. La sangre que brotaba de sus cuerpos tiñó de color las moras blancas de la morera que, desde entonces, son púrpuras.


¡Y hasta aquí por hoy! ¡Hasta pronto, lectores!


miércoles, 1 de febrero de 2017

La Barbie del mes: Princesa de Inglaterra


¡Hola a todos!

Seguimos adelante con este invierno que para algunos nunca acaba y para otros nunca llega (en serio, hay lugares en los que parece que hemos vuelto al otoño), empezando a pensar en los Carnavales y en cómo nos las vamos a apañar para bajar luego los kilos que vamos a acumular después de comer tantas rosquillas, filloas. orejas, chulas y cocidos. Si enero es un mal mes por eso de que no paramos de comer las chuminadas de Navidad, febrero no se queda atrás. ¡Pero el caso es tomárselo con optimismo! En caso de duda o flaqueza, cómase otra rosquilla para acallar esa vocecita insufrible que le dice que pare de jamar.

Pero bueno, vamos a lo que vamos, que es empezar el mes con el post del calendario. Y siguiendo la tónica de subir una preciosa Barbie de la colección Dolls of the World, aquí os dejo con la que he elegido para febrero.

¡Espero que os guste!


Princesa de Inglaterra




¡Bienvenida a la Inglaterra de los Tudor! En esta magnífica época de la historia inglesa, había una bella princesa que vivía en un soberbio castillo. Sus aficiones favoritas eran jugar a cartas, a backgammon y al ajedrez, pero lo que más le gustaba era bailar el galliard. Cuando sonaban los primeros compases de esta alegre danza, ella daba cinco pasitos y luego un salto, juntando los pies en el aire con gracia.

Siguiendo la moda que causaba furor en la época Tudor, esta muñeca luce un vestido de color rosa satinado, de grandes mangas, con una cruz dorada a la altura del pecho y un cinturón dorado que pende sobre los faldones de su vestido. Lleva un tocado muy propio de la época que deja su largo cabello al descubierto.