viernes, 26 de abril de 2013

Vagando por la Historia: Beatriz y Laura

A veces, un simple nombre es capaz de escapar del olvido al que parecía condenado en un principio y, por obra y gracia de una mente iluminada, trascender al paso de los siglos. A veces, un soneto o una canción pueden llamar nuestra atención hacia aquella persona a quienes van dedicados, a quien nunca hemos conocido ni conoceremos jamás, pero que despierta un ferviente deseo de saber en nuestro corazón. ¿Quién era esa persona? ¿Y por qué fue merecedora de una obra que inmortalizó su nombre?

Siempre me han fascinado esos personajes de los que apenas sabemos más que su nombre y a veces ni eso, porque es como si sus historias estuvieran aún por escribir. Son personajes misteriosos que, a pesar de que sus personalidades se han perdido en las brumas de la memoria, llaman la atención porque podemos imaginárnoslos de cualquier manera, lo que equivale a decir que podrían tener mil personalidades distintas y todas serían válidas, ya que carecemos de fuentes para contrastar.

Sin embargo, hay dos personajes que me gustan especialmente. Son dos mujeres separadas por poco menos de un siglo de diferencia. Es muy poco lo que sabemos de ellas, quiénes fueron o cómo pensaron en vida. Pero sus nombres han sido ensalzados a lo más alto y ambas se convirtieron en símbolos de un amor que nunca perece, que va más allá de las estrellas y que escapa a la comprensión humana. Ellas fueron Beatriz y Laura.


Beatriz Portinari




Beatriz Portinari, también llamada Bice, fue una dama florentina a la que Dante Alighieri inmortalizó en su Vita Nuova y, sobre todo, en la Divina Comedia. Nació aproximadamente en el año 1266. Dante la conoció cuando sólo era una niña de nueve años, y luego volvió a verla dos veces más, pero nunca habló con ella. Sin embargo, la convirtió en la musa inspiradora de casi toda su obra.

Existen varias versiones acerca del supuesto encuentro de Dante con Beatriz. Algunas se refieren al número de veces que el poeta la vio. Otra versión de la historia afirma que Beatriz ni siquiera habría existido, sino que habría sido un producto de la fértil imaginación de Dante. Ya en la época se ponía en duda la existencia “civil” de Beatriz; Dante no ofrece muchos datos al respecto, ya que su interés por ella es simbólico. De hecho, estuvo casado con Gemma Donati y tuvo varios hijos con ella; y no parece que haya que pensar en el amor de Dante por Beatriz como una pasión adúltera.

Sin embargo, algunos historiadores han creído encontrar la identidad civil de Beatriz. Se cree que podría ser la hija de Folco Portinari, natural de Romagna, que al mudarse a Florencia vivió en una casa cercana a la de Dante y tuvo seis hijas. La familia Portinari era rica e importante, y Folco fue el fundador del Ospedale di Santa Maria Nuova, en el centro de la capital Toscana. Cuando llegó a la edad de 20 años, Beatriz se convirtió en esposa de Simone de Bardi.

El espacio y el tiempo donde vivió esta joven están descritos por Dante en su Vita Nuova, su primera obra literaria, escrita muy poco después de la muerte de Beatriz a los 24 años. Dante es el que afirma que se vieron por primera vez en su infancia, cuando él tenía 9 años y ella sólo 8. Después de nueve años la vuelve a ver, y desde aquel momento todo su ser vibra de amor por aquella muchacha. Temiendo que la gente se dé cuenta de su secreto amor, se escuda en otra mujer, de quien la voz popular le dice enamorado, de tal manera que Beatriz le retira el saludo. El dolor de Dante es tan grande, que a partir de ese momento se dedica a cantar las alabanzas de Beatriz.

La Vita Nuova fue la primera obra dedicada por entero a Beatriz como símbolo del amor sublime, aquel que trasciende lo terrenal y se traslada a un plano celestial. Se compone de 42 capítulos en los que están insertados 25 sonetos, cuatro canciones, una balada y una estancia aislada de canción. Dante tiene un sueño en el que ve muerta a Beatriz, luego sucede la muerte real de la joven y después la decisión del enamorado que, desesperado, decide escribir una obra literaria dedicada a ella, como último homenaje a su amor.

Esta obra está muy influenciada por la poesía trovadoresca de la Provenza francesa, y supone el punto culminante del Dolce Stil Nuovo. Pero la Vita Nuova consigue superar la tradición provenzal, pues describe los sentimientos amorosos del poeta de manera sublime e idealista, insinuando una elevada espiritualidad muy próxima al misticismo. Beatriz es el sueño perfecto. Su rostro ha alcanzado una pureza ya no terrenal. Es un ser tan puro que el común de los mortales no es digno siquiera de contemplar su aura de bondad y belleza.

La Divina Comedia es una narración alegórica escrita en verso, de una gran precisión y fuerza dramática, en la que se describe el imaginario viaje del poeta a través del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Cada parte contiene 33 cantos escritos en tercetos, y en conjunto constituye una impresionante dramatización de toda la teología cristiana medieval, una alegoría de la purificación del alma y de la consecución de la paz bajo la guía de la razón y el amor.

Aunque no es la protagonista de este canto, Beatriz vuelve a tener un papel realmente importante. Es ella la que desciende del Paraíso para hablar con Virgilio y pedirle en nombre de Dios que guíe a Dante a través del Infierno y el Purgatorio, pues Virgilio no puede entrar en el Paraíso. Hacia la mitad del camino del Purgatorio, la propia Beatriz se encargará de acompañar a Dante, aunque no es muy amable con él (le impreca sobre los pecados que le han llevado al extravío). Será en el Paraíso donde Dante podrá pasar más tiempo en compañía de Beatriz, a la que hace preguntas para preparar su espíritu para acoger la visión del Empíreo, y finalmente la de Dios. Y es justo antes de ver la gloria divina cuando Dante vuelve su rostro a Beatriz, cuya belleza no puede ser descrita ni comprendida por ningún mortal, y solamente puede ser gozada por Dios.

Aquí os dejo un soneto de los muchos que Dante le dedicó:


Lleva en sus ojos al amor sin duda
 la que embellece todo lo que mira;
 y tal respeto su presencia inspira,
 que el corazón le tiembla al que saluda.

 Dobla él la faz que de color se muda
 y sus defectos al sentir suspira;
 huyen ante ella la soberbia e ira;
 ¡oh bellas, dadme en su loor ayuda!
 
 Toda dulzura, toda venturanza
 nace el alma del que hablar la siente;
 mas, si en sus labios la sonrisa brilla,
 
 se muestran tal, que ni la lengua alcanza
 nunca a decir, ni a comprender la mente
 tan nueva e increíble maravilla.



Laura de Noves



También conocida como Laura de Sade, se dice de esta misteriosa mujer que fue una noble provenzal, esposa del marqués Hugo de Sade, probablemente oriunda de Noves o Aviñón. Se cree que su nacimiento pudo tener lugar en el año 1310 y murió en 1348 posiblemente debido a una epidemia de peste. Podría haber pasado desapercibida como tantas otras mujeres de su tiempo, de no ser porque el magnífico poeta Francesco Petrarca la vio y la convirtió en su musa del amor.

Al igual que ocurre con Beatriz, Laura también es una figura extraña de la que se llega a dudar que existió. Algunos críticos literarios opinan que nunca fue un ser real y que sólo fue un recurso poético, pues Petrarca bien podía referirse al laurel, el árbol sagrado de Apolo, que era protector de la poesía.

No obstante, la opinión general es que sí existió de verdad. Petrarca la habría conocido el Viernes Santo de 1327, teniendo ella la edad de 17 años. Y a partir de aquel día el nombre de Laura se haría inmortal, inspirando en el poeta una pasión que se ha convertido en proverbial por su constancia y pureza.

Poco sabemos de la vida de Laura de Noves, salvo que formó una familia numerosa y fue una esposa de reconocida virtud. Todo lo demás, es música y poesía. La imagen que nos ha llegado de ella es la que procede del amor cortés. Es en la obra de Petrarca, concretamente en su Canzionere y en I Trionfi, donde observamos lo que Laura representaba para el poeta.

La obra principal de Petrarca es el Canzionere, publicado originalmente con el nombre de Rime in Vita e Rime in Morte de Madonna Laura, posterior a 1327 y escrito totalmente en italiano. Se trata de una vastísima colección de 366 poemas, sonetos y odas, inspirados casi todos ellos en su amor no correspondido por Laura, y reflejan a la perfección el carácter del poeta y de su pasión amorosa en un italiano vernáculo melodioso y refinado. De esos 366 poemas, 263 fueron escritos en vida de Laura, y los 103 restantes a su muerte. Es aquí donde Laura se constituye en el objeto idealizado de su amor, representante de las virtudes cristianas y de la belleza de la antigüedad.

Con esta obra, Petrarca transforma a Laura en una criatura que está muy por encima de la corrupción terrena. A pesar de los sufrimientos y avatares por los que ha pasado por no ver su amor correspondido, ve a Laura como un ángel que se le aparece en sueños, de belleza resplandeciente y dotada de un aura casi divina. En la primera parte se convierte en un ser superior al poeta, pero todavía no tiene nada de sobrehumano; es un modelo de belleza y virtud. Es posteriormente, en los sonetos escritos tras su muerte, que Laura se transforma en la Donna Angelicata, que intercede a Dios por él para transformar su amor profano en amor divino a la sabiduría y la moral.

También en Laura se inspiró para componer I Trionfi entre 1352 y 1374, un conjunto de poemas que detallan la elevación del alma humana desde el amor terrenal a su realización a través de Dios. Muchos de ellos fueron transformados en madrigales por el compositor italiano Claudio Monteverdi.

El personaje de Laura representa el alejamiento de Dios y, al mismo tiempo, el apego del poeta a los bienes terrenales, que le impide tomar el camino hacia la consecución de su mayor deseo: llegar a Dios. Sin poder hallar la reconciliación entre la tierra y el cielo, surge en él un conflicto interno que sólo encuentra la paz mediante la poesía y la literatura.

Lo último que sabemos de Laura es a través del regreso de Petrarca a Aviñón en 1337. Allí, el poeta compró una pequeña finca en Vaucluse para estar más cerca de su amada. Aquí pasaría los próximos tres años, escribiendo numerosos sonetos en su honor, convirtiéndola en la representación de un amor puro, el único que conduce a Dios.

De nuevo os dejo uno soneto que contribuyó a ensalzar la hermosura de Laura:


Era el cabello al aura desatado
 que en mil nudos de oro entretejía;
 y en la mirada sin medida ardía
 aquel hermoso brillo, hoy ya apagado;
                                        
 el gesto, de gentil favor pintado,
 fuese sincero o falso, lo creía;
 ya que amorosa yesca en mí escondía,
 ¿a quién espanta el verme así abrasado?
                                         
 No era su andar cosa mortal grosera,
 sino hechura de ángel; y sonaba
 su voz como no suena voz humana:
                                        
 un espíritu celeste, un sol miraba
 cuando la vi; y si ahora tal no fuera,
 no porque afloje el arco el daño sana.


Espero que os haya gustado!!

lunes, 22 de abril de 2013

El Rincón del Lector V: El Imperio de la Reina

Si hay un género con el que disfruto especialmente al leer, ése es el histórico. Cuando cae en mis manos una novela de temática histórica, empiezo a emocionarme y también me pongo en guardia. Y es que encontrar una novela histórica que cumpla los requisitos mínimos de fidelidad a unos hechos reales que ocurrieron hace siglos es muy complicado. La que hoy os presento podría ser una buena elección para los lectores más exigentes, pues vale mucho la pena echarle un vistazo.




Título: El Imperio de la Reina (Warrior Queen)
Autor: Alan Gold
Editorial: Via Magna
Año: 2006
Nº páginas: 475 págs.
Sinopsis: Ocultas bajo un manto de niebla, las Islas Británicas eran a principios de nuestra era un territorio frágil. Pobladas por clanes celtas en guerra, las tribus luchaban orgullosamente por su tierra, por su legado histórico y por sus creencias. Deseoso de expandir su dominio, el Imperio Romano arribó a Britannia en el año 43. Quienes se resistieron fueron sometidos al nuevo poder: los sometidos de forma pacífica fueron asimilados al nuevo orden. En este último grupo se hallaban los icenos, gobernados por Prasutag y Boadicea.






RESEÑA (sin spoilers)


La historia de la reina Boudica es una de las más oscuras y desconocidas para el gran público, pese a que desafió abiertamente al imperio romano y se convirtió en una heroína para su pueblo. Tal vez se deba a la parquedad de las fuentes, que ofrecen datos muy limitados y casi siempre desprestigiando a quienes son derrotados (recordad que la Historia la escriben siempre los vencedores). Así que no os tiréis de los pelos si os digo que Boudica no triunfó al final de su arrolladora campaña; el hecho de que Britannia fuera conquistada por los romanos es prueba más que suficiente para entender que su rebelión no tuvo éxito.

La historia, narrada con gran precisión y maestría, nos traslada a la vida que la verdadera Boudica bien pudo haber llevado en Britannia en los albores de la conquista romana. El autor dedica párrafos enteros a describir la vida de los antiguos celtas, con sus leyendas y rituales, y su malestar por la presencia de los romanos, que tienen órdenes de conquistar las islas por las buenas o por las malas. Por las buenas, mediante tratados de paz y comercio y, de paso, instaurando sus costumbres para “civilizar” a los salvajes. Por las malas, esclavizando o pasando a cuchillo a todos cuantos se opongan.

La contextualización histórica, ese gran peligro que acecha al escritor poco avezado, está a la altura de lo que se espera de una novela de este calibre. Tanto las sociedades celtas como la romana están perfectamente definidas y bien diferenciadas, cuidadas al detalle y prestando atención a casi cualquier gazapo que pudiera escaparse. Si hubiera que mencionar algún fallito es que los súbditos se dirijan a un rey celta como “majestad” (la maiestas era un atributo de Dios o del Emperador de Roma, no de un rey cliente) o que los personajes sean todos capaces de comunicarse en la misma lengua (se apunta que Boudica habla con fluidez su idioma natal y el latín, pero a saber en qué lengua habla con el comerciante judío Abram). A veces también se escapa algún detalle que, en mi opinión, suena más contemporáneo (por ejemplo, muchos personajes afirman que tienen un “servicio de inteligencia” trabajando para ellos, y esto suena más al FBI que a la Roma imperial. ¿Tanto les costaba decir que tienen informadores o espías?).

La novela no ofrece sólo la historia de Boudica, sino de otros hitos que ocurrieron en su época. Así, somos testigos de la derrota de Carataco en Camuloduno (Colchester), de la matanza en la isla de Anglesea (Mona), los devaneos y la posterior caída de Mesalina, la muerte de Claudio, las conspiraciones en la corte de Nerón… y además de todas las escenas de batalla y reconquista cuando Boudica, traicionada y ultrajada por los romanos, decide tomar venganza.

Al tratarse de una novela que tiene como eje central la conquista de una tierra salvaje y las luchas entre clanes celtas, la sangre tiene un especial protagonismo. No se escatiman las escenas de sacrificios o de batallas, bastante bien narradas y con un cuidado especial en la descripción de las estrategias de cada bando, pero a veces se acusa un cierto exceso en la brutalidad de los ataques. A veces llega a ser un poco repugnante, sobre todo cuando se dice que había tanta sangre derramada que ni la tierra podía absorberla.

El sexo también es una parte importante de la historia, y aquí hay que hacer hincapié en la naturalidad con la que se describen los encuentros sexuales, tanto en las fiestas sagradas celtas como en la desmedida Roma, llegando a hablar de orgías, incestos y homosexualidad en ambas culturas sin ningún problema (oh, yeah!).

Pero es la feroz Boudica (o Boadicea, como la conocían los romanos) la que merece toda nuestra atención. De niña traviesa y juguetona pasa a convertirse en una respetable reina cliente de Roma, y después en una sanguinaria justiciera que goza de manera indecible cuando su sangrienta venganza empieza a cumplirse. No se escatiman detalles truculentos, así que si os gustan la sangre y las vísceras, estáis de enhorabuena.

La descripción de los personajes es muy acertada, porque es realista. No hay personajes buenos ni malos; ni siquiera la propia Boudica se puede catalogar como buena o como mala. Es las dos cosas, como todo el mundo. Hay celtas malvados y ruines, y romanos buenos y compasivos. Hay personajes como Séneca que son auténticos calculadores, y otros como Suetonio que destacan por sus habilidades marciales. Hay personajes totalmente faltos de escrúpulos y otros que llaman la atención por su bondad e inteligencia. Me ha gustado especialmente cómo narra el autor el inicio del reinado de Nerón y su posterior locura, dejando claro que en sus primeros tiempos sí fue un emperador benigno, aunque después todo se trastocara.

El único fallo que quizá se le puede achacar a la novela es que, al leerla, da la sensación de que estás viendo una película. Quiero decir que, si un día a Mel Gibson le da por rodar la película sobre Boudica, va a ser tal como lo estás leyendo, con los mismos diálogos y todo. Así que, digamos que es una novela un poco peliculera, pero que se lee muy bien y que aporta un cierto grado de conocimiento al lector sobre esa convulsa época.

Así que, en general, os encontraréis con un libro de calidad notable y con un gran estudio tras él. Se lo recomiendo a todo el que quiera saber un poco más sobre esta casi desconocida reina que fue capaz de poner en guardia a todo un imperio por conseguir la venganza que merecía obtener.

viernes, 19 de abril de 2013

La Semana Santa de Viveiro recibe el mejor regalo

El post de hoy va a sorprender a más de uno. Si me seguís habitualmente, sabréis que soy una declarada atea. No me voy a parar ahora en disquisiciones teológicas porque ya lo hice en un post anterior y no me apetece discutir la existencia o no de Dios. Pero voy a dejar clara una cosa: El hecho de que sea atea, no impide que sea respetuosa con los que sí creen en la existencia de una entidad superior, llámese Dios, llámese Alá o llámese Yahveh.

Digo esto porque, aunque pueda sonar raro, soy una fiel espectadora de las procesiones de Semana Santa. No en su sentido religioso, claro, pero sí desde un punto de vista cultural y artístico.La Semana Santa de Viveiro es una de las más antiguas de Galicia, que se viene realizando ininterrumpidamente desde el siglo XIII, aunque las tallas que actualmente se conservan son un poco posteriores.

Al margen de los aspectos religiosos que, evidentemente, son muchos y todos están llenos de significado, la Semana Santa vivariense atrae cada año a miles de visitantes que vienen marcados por el carácter único de estas celebraciones. Y es por esto por lo que esta misma semana, ha conseguido la declaración de "Interés Turístico Internacional". Es la primera celebración del norte de España que consigue dicha distinción.

La Semana Santa de Viveiro siempre me ha marcado, incluso de bien pequeñita. Toda mi familia materna está metida en algo, si no es en una cofradía, es ayudando como costaleros o nazarenos (no sé si en otras partes de España es necesario que todos pertenezcan a una cofradía; aquí se puede ayudar sin necesidad de pertenecer a ella, por el simple motivo de hacerla más bella y emotiva para todos). Siempre me ha gustado su aire sobrio y austero, más propio de la Semana Santa castellana y bastante alejada de la andaluza, pero no por ello menos hermosa y cargada de significado. Las ocho cofradías y hermandades que participan en ella se encargan año tras año de que sea así.

Los pasos son el eje de nuestra Semana Santa, y puedo asegurar que cada uno de ellos, desde el más antiguo a los más actuales, es una obra de arte de arriba abajo. Se conservan tallas del siglo XV, del XVII y del XVIII, que han sido debidamente restauradas para sacarles algo de vetusto y estropeado y devolverlas al pueblo, que es a quien pertenecen por derecho propio. Hoy en día siguen saliendo pasos como La Cena (Juan Sarmiento, 1808), cuyos apóstoles son fieles retratos de marineros del puerto de San Ciprián; El Prendimiento (José Rivas, 1947), que muestra el momento en el que Judas Iscariote besa a Jesús, delatándole ante un romano que le señala; o el Santísimo Cristo Yacente (José Tena, 1908), que avanza escoltado por cuatro ángeles que portan los atributos de la Pasión y seguido por una guardia romana.

Cómo olvidarme del emotivo Encuentro del Viernes Santo, donde cuatro imágenes articuladas dan vida al momento en el que Cristo camina penosamente hacia el Gólgota. Es sorprendente ver a la gente llorando de emoción cuando ven al Cristo caer con la cruz a cuestas, a la Virgen enjugándose las lágrimas con un pañuelo, a San Juan volviendo la vista hacia su maestro y yendo en busca de su madre y a la Verónica abriendo las manos para mostrar el paño que muestra la imagen de Cristo.

Y, por supuesto, el que muchos afirman que es el momento más sublime, que se está haciendo desde hace poco tiempo. En el año 2002, la Hermandad de las Siete Palabras decidió que el paso con el grupo escultórico de El Calvario fuese llevado a hombros por primera vez. La magnitud del paso y las estrechísimas calles de Viveiro impedían que fuera llevada a cuestas por el casco viejo, pero no ocurre así cuando, a la vuelta, se va por la carretera general. Un total de cien costaleros levantaron el paso ante las miradas de emoción y los aplausos de cuantos estaban allí. He llegado a oír a gente diciendo que nunca habían pensado vivir para ver El Calvario a hombros.

Las bandas de tambores son otro punto fuerte porque contribuyen a acrecentar la intensidad del momento. Los golpes fuertes, implacables y firmes de los tambores hacen que el corazón palpite con fuerza mientras el paso al que custodian avanza lentamente hacia la plaza mayor o se interna con cuidado por las calles del casco antiguo. Cada banda de tambores es única. Unos destacan por su solemnidad y orden, y otros por su pasión y entrega a la hora de marcar el paso. Pero todas emocionan por igual.

Podría extenderme mucho más, porque la Semana Santa de Viveiro da para unos cuántos párrafos más, pero creo que lo dejaré para más adelante o, como tendría que haber sido, para el momento de celebración de la Semana Santa (siento no haberlo hecho en su día, pero la noticia de que ahora es de interés turístico internacional la he escuchado ayer y me he emocionado). Podría seguir hablando maravillas, pero creo que es mejor que vosotros mismos lo veáis si os gusta o tenéis interés. Y, si podéis, dadle una oportunidad a nuestra Semana Santa (por lo menos, un año que no llueva) y sabréis por qué ha alcanzado esa distinción y, sobre todo, por qué se la merece.


Aquí os dejo un pequeño álbum de fotos. No son los pasos más emblemáticos, por llamarlos de alguna forma, pero son los que mejor me han salido en las fotos. Tened en cuenta que estas son del 2007, así que algunas cosas han cambiado.



La Flagelación o Cristo de la Columna (José Tena, 1908)




Ecce-Homo o El Cristo de la Caña (José Rivas, 1950)




La Magdalena (José Tena, 1916)




Santísimo Cristo Yacente (José Tena, 1908)



 
El Calvario (José Rivas, 1946-49 y Rodríguez Puente, 1952)
 
 


La Piedad (José Rivas, 1945)



 
María al Pie de la Cruz (Modesto Quilis, 1908)

domingo, 14 de abril de 2013

Grandes series que la gente adora pero que a mí me dejan fría


No suelo engancharme rápidamente a una serie. Por lo general, le doy mil vueltas antes de ponerme a verla. Algunas veces, sobre todo por pereza, me pierdo cantidad de cosas buenas que ponen en televisión. Tengo que reconocer que, hoy en día, la oferta de series es de lo más variada y es difícil no encontrar una que me guste aunque sea un poco.
 
Pero todo yin tiene su yang, y a mí me pasa lo mismo con las series. No hay nada que me fastidie más que darle una oportunidad a una serie que me han metido cientos de veces por los ojos y quedar completamente decepcionada. La verdad, es un palo no compartir el entusiasmo de cientos de telespectadores que intentan meterte en su mundo y tú, por lo que sea, no acabas de entrar porque no puedes.
 
En el post de hoy, voy a hablar un poco de esas grandes series de las que todo el mundo hablaba maravillas, me las vendían como lo más de lo más… pero a las que yo no terminé de cogerles el punto.



7. Héroes



Vi esta serie por primera vez en la MTV, que la ponía los jueves por la noche, y decidí darle una oportunidad porque todo el mundo decía que era una pasada. El argumento va de una serie de personas que, por alguna razón desconocida, empiezan a desarrollar superpoderes de la hostia. A medida que vemos cómo se van acostumbrando a utilizar esos nuevos dones, también somos testigos del motivo por el que ellos han sido elegidos para tener esos poderes.
 
La primera temporada es muy buena, no lo niego. El argumento me parecía bastante interesante y original dentro de lo que cabe. Además, los giros son constantes, sorprendentes. Nunca sabes por dónde va a tirar la historia.
 
Pero acaba esa temporada, vienen todas las demás y todo se va al garete. Las idas de olla empiezan a ser el plato principal de cada capítulo, y había tantos cambios que ya me perdía. Poco a poco se va transformando en una serie lenta, aburrida e improvisada, con un argumento que se nota que está adaptado a las exigencias de la audiencia. Por no hablar de que es una serie pensada para seguirla cada semana, porque si te saltas un capítulo te pierdes mogollón de detalles importantísimos.
 
Al final, acabé dejándola por aburrimiento. No me llamaba la atención tanto como al principio, así que pasé de seguir viéndola y ni siquiera me la descargué para acabarla.


 
6. Roma



¿¿¿Quéeeee??? ¿¿Esta tía va a criticar Roma?? ¿¿La sacrosanta Roma?? ¡Traición! ¡¡Blasfemia!! ¡¡Que le corten la cabeza!! ¡¡Que la quemen hasta que no queden sus cenizas!!
 
Sí, ya sé que esto es lo que muchos estaréis pensando. Pero, en fin, tengo mis motivos para detestar esta serie tan popular, que ha marcado un antes y un después en la forma de representar la Historia en la pequeña pantalla.
 
Empecé a ver Roma porque nos la habían recomendado en la facultad. Me acuerdo de que mi profesor de Historia de Roma estaba emocionadísimo y con la libreta en la mano para pillar todos los detalles históricos que la serie se iba a pasar por el forro, para despacharse a gusto. Esperaba encontrar un relato espectacular sobre la historia de Roma, y esto fue lo que vi: Unos escenarios impecables, un vestuario perfecto y acorde con la época, un libreto histórico bastante plausible, personajes que utilizaban un lenguaje que bien podría haberse usado en aquellos tiempos… pero un argumento infumable basado constante y obsesivamente en el sexo.
 
Y es que Roma es eso: Sexo, sexo y sexo. Por cada escena de batalla, hay tres de sexo. ¿No sabemos qué escena poner aquí? Pues poned una de gente dándole al mete saca. No dejan pasar cinco minutos sin que le veamos las peras a una matrona romana o a una pareja follando sin venir a cuento. Se echan polvos a todas horas, en cualquier momento y en cualquier lugar. Da igual si es un matrimonio o una violación; el caso es mostrar tetas en pantalla.
 
Así que lo que me cansó de Roma fue el fornicio. Si me hubieran dicho que iba a ver una serie porno, pues hasta le habría dado un voto de confianza. ¡Coño, es que vamos a ver porno! Pero como me la han vendido como lo que no era, no me queda más remedio que rechazarla de plano.



5. Misfits



Con Misftis me pasó un poco lo mismo que me ocurrió con Héroes y, ahora que lo pienso, los argumentos son parecidos. Lo cierto es que la publicidad la promocionaba como Skins + Héroes, y de ahí podía salir cualquier cosa. Como Skins me gustó mucho, pensé que esta iba a emocionarme también.
 
Así que me senté a verla muy ilusionada, pensando en la cantidad de aventuras extrañas que iban a tener aquellos delincuentes juveniles a los que habían arrestado y condenado a cumplir horas de servicios comunitarios. Pero algo fallaba mientras veía la serie. Me daba la impresión de que los guionistas no sabían muy bien qué hacer, que tenían un guión de una página pero se les había olvidado escribir el resto y ahora se daban prisa por meter un montón de temas por capítulo.
 
Porque eso es lo que Misfits da a entender. Es una serie abarrotada, que no acabo de pillar porque quieren meter un montón de cosas a rosca, forzando la estructura inicial. No me habría parecido mal que dedicaran toda la primera temporada a que los chicos utilizaran sus poderes para acostumbrarse a ellos, y en la segunda metieran más misterio. Pero es que me ha dado la impresión de que le metían mucha morralla nada más empezar, sin darte tiempo a que conozcas a los personajes y empatices con ellos.
 
Y de los protagonistas también hay poco que añadir. Me parecía que estaban encasillados al máximo. El gracioso sólo hace de gracioso, la puta sólo hace de puta, etc. Por lo general, el argumento era bastante predecible, salvándose algún que otro poder que sí podía ser original.
 
Por lo tanto, otra serie que todos ponían por las nubes pero que a mí me volvió a producir sopor. Nada más que añadir.



4. Anatomía de Grey



Una de las series que más detesto en el mundo, y eso que mi capacidad de odio es reducida. Me mata esta serie, de verdad. Salió en la televisión en pleno auge de las series de médicos, en franca competencia con House. Y creo que fue mi error imaginar que Anatomía de Grey iba a ser como House, porque tal vez tenía la esperanza de que los guionistas no iban a caer en los estereotipos de toda la vida.
 
Pero cayeron. Vaya si cayeron. A mi modo de ver, Anatomía de Grey es la versión yanki de Hospital Central. Trata de médicos que están todos súper macizos y macizas, y sus polvos, sueños sobre polvos y cosas por el estilo. Vamos, que la trama es ñoña, aburrida e irrisoria a partes iguales. Y hoy por hoy tenemos el resultado en nuestras pantallas. Si se emite en Divinity no es por casualidad: Es una serie para tías, en el peor sentido de la palabra.
 
Al tratarse de una serie ambientada en un hospital, uno esperaría que le dedicaran tiempo al rigor médico. Una vez más nos equivocamos. No hay nada de eso en Anatomía de Grey. Los casos son surrealistas y a veces de mal gusto (recordemos a la chica que no paraba de tener orgasmos involuntarios, ejem...). Lo único que importa es lo guapo o guapa que es tal médico, sin importar nada más. Además de esto, los capítulos están aderezados con monólogos en off que no hace más que soltar moralinas sobre las cosas de la vida, esperando convertirnos en mejores personas, porque está claro que si estás en ese hospital es porque sabes mucho sobre la vida.
 
¡Basta, no puedo seguir! ¡A la mierda con Anatomía de Grey!

 

3. Las Chicas Gilmore



Otra serie por la que muchas chicas me matarán si pongo una palabra en su contra. Parece que existe la moda de tildar de amargado y ruin a quien critique a las tiernas Gilmore, pero a mí me la trae al fresco y por una buena razón. A mí la serie me gustó, pero sólo las primeras tres temporadas. A partir de ahí, la serie va cuesta abajo y sin frenos.
 
Las Chicas Gilmore es una serie con un planteamiento muy sencillo pero resultón. Trata sobre el día a día de una madre soltera y su hija adolescente viviendo en un pueblecito idílico que, a pesar de ser más canijo que el Vaticano, tiene absolutamente de todo (no me voy a parar a analizar la tasa de paro inexistente de Stars Hollow porque me entra la risa tonta). La verdadera magia de la serie son los diálogos rápidos, ingeniosos y chispeantes que Lorelai y Rori mantienen a todas horas. Y a mí los diálogos me encantan, en serio. Es maravilloso ver una serie que se centra en aspectos de la cultura popular y que, a la vez, es inocente y apta para todos los públicos.
 
Pero tiene sus peros, y el principal pero es el declive del argumento. Como tantas series del género, empiezan a pasar de los conflictos madre-hija para centrarlo en las relaciones amorosas de las protagonistas, y aquí la cagan sobremanera porque hacen incurrir a las Gilmore en errores garrafales que son imperdonables, que no tienen nada que ver con sus bien definidas personalidades y que te hacen soltar un juramento cuando los ves. Al principio, uno o dos se perdonan. Pero cuando la fórmula se repite en todas las temporadas, una ya empieza a hartarse.
 
Y eso fue lo que me pasó a mí. Estaba tan harta de las idas y venidas amorosas de las Gilmore que pasé de todo y decidí olvidarme de la serie. Sólo son potables las primeras tres o cuatro temporadas. A partir de ahí, me parecieron mediocres.



2. Sexo en Nueva York



La serie que marcó un hito en la forma de mostrar la sexualidad femenina fue, sin lugar a dudas, Sexo en Nueva York. Por primera vez vimos una serie que trataba sobre cuatro mujeres y su vida sexual y sentimental (ojo, no confundamos los términos). La gracia estaba en las idas de olla de Carrie y el modo de ver la vida de sus amigas Miranda, Samantha y Charlotte. Después de unos primeros capítulos un poco confusos, la serie encuentra su rumbo y empieza a despegar.
 
A mí me gustó mucho en su día. Y digo en su día, porque cuando empecé a verla tendría unos 19 años y me llamaba mucho la atención porque tenía detalles muy graciosos. Pero luego volví a verla con 25 y algo ocurrió. Ya no me gustaba tanto como al principio. La forma de actuar de los personajes no me parecía lógica ni normal. Me aterraba ver la frivolidad con la que se trataban varios temas, como la justificación de un adulterio o la alegría con la que algunas neoyorquinas van a practicarse un aborto. Y lo peor es que pretende ser un modelo a seguir y clave de una época y cultura.
 
A medida que las temporadas van pasando, encontramos menos momentos graciosos y más banalidades por parte de las chicas, sobre todo de Carrie. Van de modernas y liberadas, hablando de los tíos con los que se acuestan todos los días, de zapatos, de bolsos de firma... Y, al final, para acabar con la tonta premisa de que la única meta en la vida de una mujer soltera, con trabajo, con éxito y con dinero es follarse a todos los hombres que pueda hasta encontrar a aquel que la haga experimentar varios orgasmos simultáneos, porque está claro que él va a ser su pareja ideal y no aquel con quien tiene más afinidades de personalidad.
 
Sinceramente, me parece que a los guionistas se les fue escapando la premisa inicial y acabaron convirtiendo a cuatro interesantes mujeres en cuatro perfectas machistas. Una pena, la verdad.


 
1. Los Borgia



Y, en el puesto número 1, la serie que muchos puntúan de un siete para arriba pero que yo no le daría más de un cuatro. Los Borgia era una serie que prometía muchísimo. El tema Borgia no es novedoso, pero sí que se le puede sacar mucho jugo, así que veo lógico que cada cierto tiempo se le haga un repaso y se ofrezca al gran público, que seguramente agradecería más series de corte histórico.
 
Pero en el transcurso de la primera temporada, fui testigo de cómo estropeaban la historia que a mí tanto me ha fascinado siempre. No sabría explicar bien lo que sucedía en la serie, porque todo se volvía confuso por momentos. Daba la impresión de que los guionistas habían reunido todas las leyendas oscuras sobre los Borgia, las combinaban con los datos ciertos y contrastados, y hacían una mezcolanza extraña. Es como si quisieran hacer otro Los Tudor, y se han quedado con las ganas.
 
Y esto, a la larga, fue lo que destruyó mi interés por la serie. Los protagonistas son quienes sufren estas mezclas incomprensibles de caracteres. La relación del papa Alejandro VI con Julia Farnese (que me parece muy mayor) es extraña y no parece que haya conexión amorosa entre ellos. El trato de César y Lucrecia oscila entre el amor fraternal y el cuasi incesto, dejando todos los campos demasiado abiertos. Y, siguiendo con Lucrecia, la han convertido en una muchacha extraña que coquetea con su hermano y parece súper manipuladora, pero que al final no hace absolutamente nada que merezca la pena. Los personajes no están suficientemente definidos en cuanto a motivaciones y conflictos. Es una pena, porque la verdadera historia de los Borgia daba para todo eso y más, y hacer una serie era la mejor manera de dar forma a todo ese universo de vendettas, veneno y crímenes. Pero va a ser que no...
 
Al final de la primera temporada, cuando toda la familia se reúne para celebrar el nacimiento del hijo bastardo de Lucrecia (cosa incomprensible por varias razones que no me pararé a explicar ahora), supe que era otra serie más que se quedaba en la papelera. Y me dio mucha pena, porque pintaba de maravilla.



Y hasta aquí mi ranking de series que vilipendio por mil y una razones. He tratado de no ser demasiado crítica, aunque empiezo a despotricar y los dedos se mueven solos por el teclado. Lamento mucho si he criticado alguna serie que a vosotros sí os ha gustado. A mí me parece muy bien que hayáis disfrutado; siempre es mejor pasárselo bien viendo la tele en vez de sufrir como hago yo en innumerables ocasiones. Y, si tenéis algo bueno que ofrecerme, estoy abierta a nuevas propuestas.

¿Quién sabe? A lo mejor puedo hacer otro ranking.

miércoles, 10 de abril de 2013

Qué hacer cuando te acosan en el instituto


Sé que el tema no es nuevo. Los medios de comunicación se dedican a echar luz sobre el tema cada cierto tiempo, normalmente cuando ha ocurrido una desgracia irreparable, para concienciarnos y dejar bien claro que toda la culpa es del anónimo espectador que asiste, aborregado, a un macabro espectáculo que no tiene ganas de frenar. En cierta medida, todos somos responsables de lo que ocurre.

Como mucha gente, yo también he pasado por el infierno del acoso escolar, así que sé de lo que estoy hablando. Entre los diez y los diecisiete años fui víctima de una persecución incansable por parte de personas que, sin yo saber por qué, querían hacerme daño. Cuando eres tan joven, lo único que quieres es hacer amigos y compartir con ellos todo lo que a ti te entusiasma. Pero, ¿qué haces cuando la mitad de tu clase te hace el vacío y la otra mitad te aparta a insultos? Pues así me sentía yo. Era una oveja cabizbaja en un mundo de lobos. Nunca me había metido con nadie, pero todos me hacían notar que yo allí sobraba. ¿La razón? La desconozco.
 
El acoso escolar o bullying es una persecución intensa que puede verse desde un doble rasero. Para el que persigue se trata de un pasatiempo muy entretenido; para el que es perseguido es un infierno que nunca termina. Es difícil saber por qué la toman con unos y con otros no, porque cada caso es distinto. Lo único que importa es que ocurre en nuestros institutos, que hay mucha gente que lo pasa mal sin tener por qué, que no sabe cómo enfrentarse al problema y, en el peor de los casos, que recurre al suicidio para encontrar la liberación.
 
Cada vez que se da un nuevo caso de acoso escolar y se informa de ello, siento cómo se me saltan las lágrimas al recordar mi propia experiencia. Nadie debería sufrir por culpa de unos imbéciles descerebrados a los que les parece muy divertido martirizar y torturar a los inadaptados (a los que ellos consideran inadaptados) por el mero placer de hacerlo.
Por estas razones, hoy quiero dejaros algunos consejos por si tenéis la desgracia de ser acosados en el colegio, en el instituto o donde sea. Y antes de empezar, recordad una cosa: El tiempo pone a cada uno en su lugar.

 
Intimidaciones
 
Sufrir una intimidación es una experiencia muy desagradable, y si hay alguien que le quita importancia o no lo considera así es porque nunca ha sido víctima de ella. La intimidación es más fuerte que un golpe físico, porque perdura en el tiempo y piensas en eso todos los días y a todas horas. Se siente miedo, rabia, terror ante la perspectiva de tener que volver a encontrarte con la persona que te persigue y averiguar qué te ha reservado esta vez. Que una persona o un grupo de personas la tome con alguien es una de las peores cosas que le puede pasar a cualquiera, y es mucho más frustrante cuando nadie más mueve un dedo para ayudar a la víctima de la intimidación.
 
En las películas queda muy bonito decir que el acosador actúa así porque no puede evitarlo, porque seguro que de pequeño sus papás se lo consentían todo y mira cómo ha salido al final. La guinda del pastel viene cuando la angelical madre del adolescente atormentado le sugiere que trate de hacerse amigo suyo. Bueno, volvamos ahora a la realidad. ¿Tienes ganas de hacerte amigo de un capullo que se divierte poniéndote motes despreciativos y diciéndole a todo el mundo lo patético que eres? ¿Crees que puedes hallar un amigo fiel en una persona que se dedica a tratarte como un trapo y no se inmuta ante tus lágrimas de desesperación? Si la respuesta es no, entonces siéntete orgulloso de ti mismo por no ser un masoquista.
 
Pero hay algo peor que el intimidador. Pensad en las víctimas que callan por miedo a las represalias, en los que saben que se comete una injusticia y les da exactamente igual, en los profesores que creen que ese tipo de injusticias siempre han existido y que son “cosas de críos”. En general, el chulito sabe perfectamente lo que está haciendo. Si eres testigo de un acoso escolar y no lo denuncias, eres tan culpable como él.
 
Ante este panorama, lo único que se puede hacer es lo obvio: Denunciar. Tanto si eres víctima como testigo, es necesario que denuncies el acoso. ¿Si vieras a un hombre pegándole a una mujer no irías a contárselo a alguien para que metieran a ese cabrón entre rejas? Pues esto es igual. Si callas, darás pie a futuras intimidaciones que pueden acabar en violencia física. No sufras en silencio. Habla con tu tutor cuando estéis a solas, o acude al orientador del instituto para que te aconseje mejor. Si no te atreves a hablar con ninguno de ellos, díselo a tus padres y recalca que lo estás pasando verdaderamente mal; ellos tomarán cartas en el asunto.
 
Lo más sorprendente de esto es que hay gente que no denuncia porque tiene miedo de que los demás le consideren un chivato. Esto no es más que una excusa de cobardes. No es de chivatos denunciar un abuso o una intimidación, sino de valientes. Hace falta tener una gran fuerza de corazón para enfrentarse a los que van de chulos por la vida. Si tú no puedes con ellos, busca aliados entre los que sí pueden. Nadie pensará que eres un chivato, sino que has tenido el coraje suficiente como para denunciar a quienes te martirizaban.

 
Violencia verbal
 
La violencia verbal consiste en insultos, motes ofensivos o tomaduras de pelo que pueden alcanzar cotas extremas si se permite que continúen. Aunque a algunas personas les parece una tontería, los insultos pueden llegar a hacer tanto daño como una patada en el estómago.
 
En general, es mejor ignorarlos, y a veces eso funciona. Pero también puede darse el extremo opuesto: que el acosador interprete tu mutismo como que tiene vía libre para seguir metiéndose contigo, provocarte y obligarte a reaccionar. Si tienes la suerte de que los insultos no pueden contigo y te dejan indiferente, estupendo. Pero no resulta fácil y lo más probable es que acabes perdiendo los nervios a la larga, si el acoso se prolonga demasiado.
 
La mejor manera de afrontar un insulto es demostrar que no estás dispuesto a tolerarlo. Por norma general, el pez grande ataca al pez pequeño; así, el matón de turno irá a por alguien que parezca tímido o vulnerable. Si ese es tu caso, lo lamento profundamente. Es muy difícil enfrentarse a alguien que la toma contigo sin que tú sepas por qué. Pero debes saber algo muy importante: Un chulo, en el fondo, no es más que un desgraciado que sólo se siente fuerte y seguro de sí mismo cuando consigue atemorizar a los demás.
 
Es importante reaccionar ante cada insulto. Muchos hemos sentido la necesidad de dar una respuesta genial y ocurrente al abusador, pero eso no funciona en la mayoría de los casos, puesto que estarás nervioso y asustado, y probablemente soltarás burradas que provocarán más risas. Da una respuesta sencilla, pero hazte oír. Un simple “¡Cállate, imbécil!” puede pararle los pies a cualquiera. Si sigue insistiendo, dile “Métete con tu madre”. Si te dice “Mi madre está muerta”, contesta “Bueno, pues con tu difunta madre”. Que no te importe ofender sus sentimientos; a él los tuyos no le importan nada.


Violencia física
 
Cuando alguien golpea a un adulto, le da patadas o puñetazos, o le hiere, el acto se define con muchos nombres: lesiones físicas, violencia, intento de homicidio, agresiones. Pero cuando un niño o un chico es golpeado por otro en el instituto, se habla de chulería o de “cosas de niños”. Triste, pero cierto.
 
No hagáis caso a quien le quite importancia a una agresión física. Es algo que tiene que tomarse en serio. Nadie tiene derecho a ponerle un dedo encima a los demás, así que no te calles y reacciona. Si ves que un chico le pega a otro, o que una chica atormenta a otra que no puede defenderse, no huyas ni te repliegues como un cangrejo ermitaño. Si no te atreves a defenderlo tú, avisa rápidamente a alguien más mayor. Da la voz de alarma. Que todos sepan lo que está sucediendo.
 
Si tú eres la víctima, haz lo posible por escapar de esa situación. No eres un cobarde por huir y esconderte de los que te persiguen para darte una paliza. Si quieres, escóndete, llora, respira hondo, relájate… Luego, haz lo mismo que te recomendaba en los párrafos anteriores. Tienes que denunciar la agresión a los profesores, a tus padres o a alguien mayor en quien confíes. Si te dicen que no es para tanto, insiste y hazles ver que sí es importante.
 
En general, la parte más dura es aceptar que los padres se enteren de lo que está pasando, si es que no lo sospechan ya. Se los suele dejar en la ignorancia para no preocuparlos o porque creemos que se llevarán un disgusto. También podemos callar porque pensamos que podemos apañárnoslas solos, pero a la larga esto nos va a superar. Siempre es mejor contárselo a nuestros padres, pues sabrán consolarnos y darnos algún consejo. Ten en cuenta que la mayor preocupación de cualquier padre es que su hijo sea feliz.
 
Otro aspecto que puede disuadirnos de denunciar es la posible venganza. Lógicamente, al acosador no le va a gustar tener que cumplir con su castigo, pero no es probable que vuelva a acercarse a ti a menos de dos metros. A menos que sea gilipollas, no se arriesgará a recibir otro castigo. Ahora ya sabe que no tienes miedo de decirle a alguien lo que está haciendo, así que se lo pensará dos veces antes de reincidir. Eso sí, si vuelve a pegarte o continúa amenazándote, asegúrate de decirle a tu tutor que tienes un problema con esa persona y que no te deja en paz.
 
Ten en cuenta que, cuando denuncias una agresión o una intimidación, le haces un gran favor al mundo. Algunos abusones la toman con uno solo, pero la mayoría suelen buscar más víctimas a las que martirizar, y seguirán haciéndolo a menos que alguien les pare los pies.

 
Agresiones sexuales
 
La intimidación y la violencia física son los problemas más comunes que se dan en los institutos porque también son los más extendidos. Pero, por desgracia, a veces pueden ocurrir cosas más graves.
 
El término “agresión sexual” no se limita sólo a la violación de tu cuerpo, sino que abarca varias cosas. Los tocamientos furtivos o los comentarios obscenos también pueden interpretarse como agresión porque, en definitiva, alguien está interfiriendo en tu intimidad. Aunque alguien te diga que tal o cual cosa no es importante, si te sientes estúpida, atemorizada o incómoda por algo que alguien te dice o hace, la cosa ya es grave de por sí.
 
Las agresiones sexuales entre compañeros suelen darse en la pubertad, porque es cuando la mayoría de nosotros somos sacos de hormonas ambulantes capaces de cometer cualquier tontería, y es fácil que una chica sea la víctima de estas explosiones hormonales. Naturalmente, esto no le da derecho a nadie a cometer actos de violencia contra los demás. La mayoría de veces no pasará de bromas o chistes guarros, pero si te parecen desagradables no temas manifestar tu opinión.

 
Comentarios sexuales
 
Los comentarios de connotación sexual, sean cuales sean sus intenciones, no suelen ser un plato de buen gusto. No tiene nada que ver con el cumplido gentil de alguien que te ve y te dice que has cambiado mucho y estás más guapa, sino que se parece más bien al típico piropo de albañil (con todo mi respeto a los integrantes del gremio) que todas tenemos que sufrir un día u otro. Frases como “Vaya par de sandías te gastas” o “Me gustaría ser mariachi para tocarte la cucaracha” suelen provocar repugnancia. Aunque sea en broma, ese chico se está metiendo en un terreno que no le importa. Puede que se crea muy gracioso, pero es posible que provoque una verdadera humillación.
 
A veces, con ignorar los comentarios es más que suficiente para que cesen, porque lo que le divierte al agresor es poner en evidencia a la víctima. En cambio, si lo hace para impresionar a sus amigos, puede que con ignorarlo no baste. Muéstrate fría e impasible, y deja bien claro que no quieres seguir escuchándole. Puedes probar a decirle cosas que también le humillen y le hagan pensar un poco, como “Eres patético, tío” o “Das pena”. Si insiste y no para de hacerte comentarios personales cada vez que te ve, dile con absoluta seriedad que si no deja de molestarte, lo denunciarás. Y mantén tu palabra.
 
Si alguien te hace un comentario tan explícito que te deja helada o atemorizada, aclárale que no te gustan sus palabras. No tienes por qué escuchar que le gustaría bajarte las bragas o lo que quiere que le hagas cuando se baje los pantalones. Puedes decirle cualquier cosa que se te ocurra para que se calle. Si continúa, cuéntaselo a un profesor, a quien puedas explicarle claramente que quieres que ese chico te deje en paz. Recuerda que no tienes por qué soportar ningún comentario soez que tú no hayas consentido.

 
Toquecitos “accidentales”
 
Los toquecitos “accidentales” pueden resultar engañosos porque es difícil saber exactamente qué está pasando. No es fácil averiguar si alguien te ha rozado por casualidad o porque tenía alguna intención de hacerlo. A veces no es sencillo demostrarlo, pero no está de más utilizar el sentido común. Si alguien te roza en los pechos o en el trasero cuando pasa junto a ti y a su alrededor no hay espacio, probablemente es que ha sido una casualidad y, si se da cuenta, te pedirá perdón de inmediato. Pero si hay espacio de sobras y la otra persona podía evitarte sin problemas, puedes empezar a sospechar con razón. Si esa persona ya te ha molestado otras veces haciendo comentarios estúpidos, desconfía doblemente.
 
Si un chico te toca “por casualidad”, lo mejor que puedes hacer es plantarle cara para evitar que vuelva a suceder… siempre que te hayas asegurado que te ha tocado con toda la intención del mundo. Algunos chicos son tan idiotas que hasta se jactarán de haberlo hecho. Si no es la primera vez que te pasa, deja bien claro que no quieres que siga haciéndolo. Que no te importe llamarlo guarro o cerdo en voz alta, para que otros se enteren de lo pervertido que es. Si no te gusta lo que te hace, no tienes por qué soportarlo.
 
Puede que haya gente, incluso entre tu grupo de amigas, que te diga que eres una exagerada a la que le va el drama. Hay chicas a las que les gusta reírles las gracias a los chicos que les hacen comentarios sexuales o les den pellizcos en el trasero, pero tú no tienes por qué estar de acuerdo con ellas. Mantente firme en tu postura y no dejes que te importe lo que piensen los demás. Si algún día crees que puedes encajar esos comentarios subidos de tono o cualquier metedura de mano, será porque tú lo has decidido así.

 
Tocamientos
 
Al hablar de tocamientos, me estoy refiriendo a los que se hacen con conocimiento de causa. Es decir, que no es un roce casual ni lo parece. Cuando alguien te acaricia el trasero, te pellizca los pechos o intenta meter la mano en tu entrepierna sin que tú lo consientas, se trata de un acto de violencia y de un hecho muy grave.
 
Por desgracia, los tocamientos están a la orden del día, y es increíble que los que los hacen no se den cuenta de lo grave de sus actos. A menudo, las mismas víctimas no son conscientes de la gravedad de la violencia que han sufrido. Nunca debes aceptar lo que te sucede sólo porque haya ocurrido en el instituto o porque comenzó como un juego que ha excedido los límites. Obviamente, tampoco deberías callar por miedo a lo que los demás puedan pensar de ti. Si crees que alguien ha hecho algo incorrecto, no dudes en hablar.


Espero de verdad que estos consejos os sean de ayuda si tenéis la desgracia de sufrir el instituto todos los días. Sé lo mal que os lo pueden hacer pasar, y me hubiera gustado que alguien me ayudara en su día a ser más fuerte, porque de esa manera las cosas podrían haber sido distintas. Sin embargo, como eso no puede ser, prefiero intentar ayudaros a soportar mejor esos años con estos consejos.

Nos vemos!

viernes, 5 de abril de 2013

MEME de cine

Pues hoy, como ya le prometí a un compañero bloguero en su día, toca hacer un repaso al cine. Y para eso, nada mejor que buscarse un MEME de cine (o varios, porque cada blog tiene el suyo propio) y adaptarlo a lo que vienen siendo mis gustos personales. En algunas cosas estaréis de acuerdo conmigo... y en otras pensaréis que estoy loca. Pero en fin, como los gustos de cada uno dan forma a un mundo entero, espero que seáis buenos conmigo.


Vamos a por ello!



1. ¿Cuál fue la última película que viste en el cine?
El Hobbit, de Peter Jackson. La verdad es que voy muy poco al cine pero, cuando voy, sé que la película va a ser épica. Y esta no fue la excepción.

2. ¿Cuál fue la última película que viste en televisión?
Conan el Bárbaro, la de Marcus Nispel. Siempre me gusta ver una película de Conan cuando tengo mono de ver bárbaros iracundos que hablan poco y matan mucho. Aunque con esta, los efectos especiales llegaron a marearme. No sabía si estaba viendo una película o un videojuego.

3. ¿Cuál es tu película favorita?
Aquí me lo ponéis un poco difícil, pero me voy a decantar por El Retorno del Rey, de Peter Jackson, que es la culminación de El Señor de los Anillos. El broche de oro perfecto para cerrar esa maravillosa saga épica.

4. ¿Hay alguna película que esperes con ansia? ¿Cuál?
En Llamas, de Francis Lawrence. Es la continuación de Los Juegos del Hambre, y el libro me gustó mucho. Espero que no la caguen demasiado y hagan una buena adaptación.

5. ¿Qué película prohibirías?
Las Vírgenes Suicidas, de Sofía Coppola. Es un coñazo de principio a fin. Es la típica película que va de trascendente y comprometida, y al final no es más que una chorrada descomunal que sólo sirve para curarte el insomnio. Un aburrimiento, vamos.

6. ¿Qué saga de películas te gusta más?
La saga de El Señor de los Anillos, de Peter Jackson. Han pasado años desde que salieron las tres películas, pero nunca me cansaré de verlas. Y no es por presumir, pero me sé al dedillo los diálogos de La Comunidad del Anillo. Élfico incluido.

7. Escribe algunas películas que tengas en casa
Pues a ver: Avatar, Cisne Negro, El Mago de Oz, Shrek 2, Piratas del Caribe, Troya

8. ¿Cuál es la película que más te gusta de las que tienes en casa?
South Park: Más grande, más largo y sin cortes, de Matt Stone y Trey Parker. Después de ver la serie, tenía que ver la película a como diera lugar, y no he quedado decepcionada. Zafia, violenta, maleducada… y divertidísima.

9. ¿Qué película te ha decepcionado?
Anna Karenina, de Joe Wright. Al principio pensé que sería un digno remake de la historia que tanto me había gustado leer y ver en otras adaptaciones, pero el resultado ha sido nefasto para mí. Y menos mal que la bajé de Internet y no fui al cine a verla, como tenía pensado! Al menos, no lamento haber perdido dinero.

10 ¿Qué película te aburrió?
El Capitán Alatriste, de Agustín Díaz Yanes. Lenta, soporífera y con un argumento que no entendía. Ante mí circulaban personajes que no me sonaban de nada, cuyas vidas me daban lo mismo y cuyas muertes no me conmovían. Además, es oscura y pesada. A lo mejor tiene que ver con que la vi una tarde de lluvia…

11. Una película que te recuerde a tu infancia
La Bella y la Bestia, de Walt Disney. Era mi película favorita cuando era una niña. Me identificaba mucho con Bella porque yo también estaba siempre con un libro en las manos y me dejaba llevar por mi imaginación. Cuando me regalaron la película en vídeo, fui la niña más feliz del mundo.

12. Una película que te recuerde a tu adolescencia
Shrek, de Andrew Adamson y Vicky Jenson. Nos la pusieron en el instituto el día de fin de curso, y pensaba que íbamos a ver una infantilada para niños. Pero me reí mucho, me encantó el argumento, me gustaron muchísimo las canciones… tanto que, esa misma tarde, mi mejor amiga y yo volvimos a verla. Cabe destacar que actualmente seguimos cantando sus canciones e interpretamos los diálogos, aunque no sé por qué me ha tocado hacer de Shrek... ¿Qué insinúa?

13. ¿Cuál fue la última película que te hizo llorar?
Hachiko: Siempre a tu lado, de Lasse Hallström. Y confieso que lloré como una magdalena con la historia del perro que espera durante nueve años a su dueño muerto. Estas historias pueden conmigo, qué le voy a hacer…

14. ¿Cuál fue la última película que te hizo reír?
Jesucristo Cazavampiros, de Lee Demarbre. El título ya lo dice todo, ¿no? Cuando la ves, te tienes que reír para no llorar, porque es malísima hasta decir basta. ¡Y lo peor es que intenta pasar por seria! ¡O sea, que no es de humor!

15. Una para ver con tus amigos
En busca del fuego, de Jean-Jacques Annaud. Cuando la vimos en las clases de Prehistoria de la universidad, me quedé anonadada ante la simplicidad de la historia y la belleza con que era contada sin palabra alguna. La considero una interesantísima película de culto.


16. Una para ver con tu pareja
Love Actually, de Richard Curtis. Es romántica, pero no empalagosa. Recoge muchas historias de amor, y todas son diferentes, desde el primer amor infantil hasta el amor por una persona que no está a tu alcance. Es bonita, emotiva y procura ser optimista. Me ha gustado.

17. Si pudieras escoger alguna película pasada para hacer un remake, ¿cuál sería?
Grease, de Randal Kleiser. En serio, ¿para cuándo un remake de Grease? Ya sé que la primera estuvo genial y que es insuperable… ¡Pero es Grease, tíos! ¡Necesita una actualización ya!

18. ¿Qué es lo que te gusta de las películas?
En general, que dan forma y color a universos que hasta el momento sólo habías concebido en tu imaginación. Si las películas están basadas en una novela, es importantísimo que todo encaje con la imaginación de los lectores. Y si este no es el caso, me conformo con que me cuenten una historia que no deje cabos sueltos, que sea coherente y que sepa engancharme.
 
 
 
Bueno, y hasta aquí por hoy. Sed buenos, chavales!!