Es sorprendente que hayamos oído
hablar tantas veces de un asesino tan despiadado como Jack el Destripador y
que, sin embargo, no sepamos prácticamente nada sobre él. Y es que, a pesar de
que de vez en cuando aparecen nuevas referencias o datos que tratan de arrojar
algo de luz sobre el asesino de Whitechapel, seguimos sin saber a ciencia
cierta quién fue este hombre que fue capaz de sembrar el terror durante tres
meses y que nunca fue capturado ni condenado por sus atroces crímenes. Lo único
de lo que podemos estar completamente seguros es que todas las personas que
tuvieron algo que ver con el primer asesino en serie de la historia moderna han
muerto hace mucho tiempo, y la verdad murió con ellas.
El caso de Jack el Destripador
quedó definitivamente cerrado en 1892 sin que se detuviera al asesino. Con el
nuevo siglo llegarían importantes avances en la ciencia forense que hubieran
sido de gran valor a la hora de llevar a cabo la investigación de los
asesinatos: la identificación de huellas dactilares, los análisis de ADN, la
clasificación de los grupos sanguíneos… Pero en 1888 la policía no contaba con
ninguno de estos recursos (y algunos procedimientos se llevaban a cabo de forma
bastante chapucera), de modo que la búsqueda del Destripador se convirtió en un
reto que no se podía ganar. Este asesino era metódico y cruel, y su forma de
proceder con la policía y otras personas era tan egocéntrica como desafiante.
El inspector Abberline fue el que siguió la pista del asesino con más ahínco
que nadie, pero su buena disposición no le sirvió de nada. Era como buscar una
aguja en un pajar.
Con el paso del tiempo, la figura
de Jack el Destripador se ha convertido en el paradigma del terror más puro.
Jack el Destripador es ese extraño envuelto en sombras que nos acecha por la
noche, cuando caminamos por un callejón o por una zona poco transitada. Nos
observa desde la seguridad de su escondite para caer sobre nosotros y matarnos
simplemente por el placer de hacerlo. Lo único que podemos hacer, como víctimas
impotentes y aterrorizadas, es suplicar que nuestra muerte sea rápida. Resulta
todavía peor reflexionar y caer en la cuenta de que Jack el Destripador no es
una simple leyenda: fue un ser real, y su amenaza podría caer de nuevo sobre
nosotros cuando menos lo esperemos, probablemente en la forma de otro asesino
en serie.
Si nos paramos a observar el
proceder de la policía para la resolución del crimen, nos damos cuenta de que
era una batalla perdida desde el principio. No sólo por la carencia de métodos
de identificación avanzados, sino también por la ineptitud del común de los
investigadores a la hora de llevar a cabo el análisis de las escasas pruebas
que dejaba el asesino tras su paso. Hablamos de una época en la que se podía
ganar o perder un proceso basándose en las descripciones de los testigos antes
que en las pruebas materiales. Tampoco existía la ciencia forense como tal;
normalmente, el encargado de examinar los cadáveres era un facultativo sin
experiencia en ese campo, y nadie esperaba que supiera de tales menesteres. Lo
único que hacía el médico era determinar si la víctima estaba muerta y hacer
una estimación aproximada de la hora de la muerte. Por eso, la aparición de
Jack el Destripador los pilló completamente desprevenidos. Sus crímenes
sirvieron para poner en evidencia la insuficiencia de la policía tradicional y
sus poco eficaces métodos de investigación.
Gran parte del aura de misterio
que contiene la historia de Jack el Destripador viene de la propia actuación de
la policía en lo tocante a los archivos del caso. La mayor parte de los
documentos que concernían a los crímenes, como fotografías e informes de la
policía, se han extraviado o fueron cuidadosamente ocultados durante años. Esto
ha alimentado todo tipo de teorías de la conspiración, que veían en esas
pérdidas un intento por parte de Scotland Yard de evitar implicar a personas
influyentes de la realeza. Otros opinan que esa ocultación de archivos se debió
posiblemente a la humillación que sufrió Scotland Yard, que trató de evitar la
vergüenza de su fracaso ocultando o destruyendo los documentos del caso que no
había podido resolver.
A pesar de todo, los datos de la
investigación que todos conocemos nos hablan de cinco asesinatos llevados a
cabo por Jack el Destripador, todos ellos caracterizados por su forma de matar,
consistente en degollar a las víctimas con un cuchillo. Todos los crímenes se
llevaron a cabo en un período de tres meses, aunque se cree que Jack el
Destripador podría haber dejado más víctimas en su haber, y no es esta una
suposición peregrina si conocemos aunque sólo sea un poco el modus operandi de un asesino en serie.
Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth
Stride, Catherine Eddowes y Mary Kelly. Las cinco víctimas reconocidas
eran prostitutas, y con excepción de una de ellas, todas sufrieron diversas
formas de mutilación. De nuevo con una excepción (Mary Kelly fue atacada en su
casa), todos los crímenes se produjeron en plena calle. Estos cinco asesinatos
son la prueba del progreso en la furia homicida del Destripador, pues cada uno
fue más salvaje que el anterior. Sin embargo, todo parece haber terminado tras
el quinto asesinato, lo que no es habitual en los asesinos seriales. ¿Qué
sucedió? La hipótesis más probable es que Jack el Destripador hubiese muerto de
forma inesperada, bien por accidente, suicidio o por una enfermedad fulminante.
Dejo aquí un resumen de los
hechos sobresalientes de cada uno de los cinco asesinatos:
Mary Ann Nichols, 45 años. Asesinada el 31 de agosto.
Fue degollada, con una importante mutilación en el abdomen. No se conserva el
informe policial.
Annie Chapman, 47 años. Asesinada el 8 de septiembre.
Fue degollada y destripada. El médico dijo que el asesino tenía conocimientos
anatómicos, ya que se llevó el útero de la víctima.
Elizabeth Stride, 45 años. Asesinada el 30 de
septiembre. Degollada sin mutilaciones, probablemente porque se acercó un carro
de caballos que ahuyentó al asesino.
Catherine Eddowes, 46 años. Asesinada el 30 de
septiembre. Degollada y destripada, con cortes en la cara. El asesino se llevó
el riñón izquierdo y parte del útero.
Mary Kelly, 24 años. Asesinada el 9 de noviembre.
Degollada, su cuerpo fue salvajemente destrozado, su cara estaba desfigurada;
no había signos de lucha.
El tercer y cuarto asesinatos se
llevaron a cabo el mismo día. Es de suponer que, al no poder finalizar su tarea
con el cuerpo de Elizabeth Stride, el asesino se sintiera furioso y decidiera
descargar su rabia en otra mujer, Catherine Eddowes. En este último crimen
también apareció uno de los hechos más célebres de todo el caso: un mensaje
escrito con tiza en un muro, que fue borrado por la policía después de
anotarlo, y que supuestamente decía the
Juwes are The men That Will not be Blamed for nothing (“Los judíos son los
hombres a los que nunca se les acusará de nada”).
Tras esta última muerte, los
acontecimientos se precipitaron. Charles Warren, el jefe de policía, tuvo que
soportar varias burlas acerca de su proceder cuando se le remitió una carta del
27 de septiembre y una postal del 1 de octubre que iban dirigidas a él. La
carta estaba firmada del siguiente modo: “Sinceramente suyo, Jack el
Destripador”. Era la primera vez que el asesino utilizaba el apodo con el que
pasaría a la posteridad. Pero la cosa no quedó ahí. El 16 de octubre llegó a
manos del presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel una pequeña caja
de cartón que contenía parte de un riñón humano y una carta cuyo remite ponía
“Desde el Infierno”.
Se ha dicho anteriormente que
Jack el Destripador y Scotland Yard no mantuvieron una lucha en las mismas
condiciones. Había demasiados puntos oscuros que no podían aclararse mediante
los procesos rutinarios de investigación. Los médicos ignoraban numerosos
aspectos criminalísticos tales como el comportamiento de la sangre, el registro
de la temperatura corporal del cadáver o la posible presencia de restos de
semen para analizar. Tampoco sabían nada acerca de los modernos criterios
antropológicos que se usan para clasificar a los individuos en grupos de edad,
y mucho menos acerca de la estimación del momento de la muerte basándose en la
interpretación del desarrollo de los insectos sobre el cadáver en
descomposición. Aunque es muy posible que el Destripador hubiese dejado a su
paso cabellos, fibras o restos de sangre, no era probable que la policía los
buscase y, en todo caso, sin un microscopio no habrían podido hacer nada. El
método principal para identificar a una persona y vincularla con un crimen era
la antropometría, disciplina fundada en 1879 por Alphonse Bertillon, quien
creía que era posible identificar y clasificar a las personas mediante una
descripción detallada de sus rasgos faciales, la estatura, el alcance de la
mano, el ancho de la cabeza y la longitud de los pies.
Sobre la identidad del
Destripador no se pueden hacer más que conjeturas, pues es imposible determinar
con certeza quién fue este monstruo. Parece tener sentido la hipótesis de que
fuera un matarife, un experto en el arte de cortar gargantas y que podía llevar
cuchillos sin tener que dar demasiadas explicaciones por ello. Sin duda se
trataba de un hombre que sabía fundirse en su ambiente y aparentar normalidad.
Conocería a la perfección Whitechapel: la gente, las calles, las casas de
huéspedes y los lugares donde se podían contratar los servicios de las
prostitutas. Pareja a esta hipótesis viene la afirmación de que podría haber
sido judío, pues su forma de ejecutar el sacrificio requiere de una habilidad
que los carniceros judíos utilizaban (y utilizan) a la hora de sacrificar a un
animal (separar la sangre de la carne).
Existe también la teoría que
implica en los crímenes a nada más y nada menos que a un miembro de la familia
real. El príncipe Alberto, duque de Clarence y nieto de la reina Victoria, fue
señalado como posible culpable en 1970. La razón para que este hombre fuera el
Destripador sería la sífilis que había contraído por su constante trato con
prostitutas, de modo que los crímenes serían su manera de vengarse. No
obstante, se pudo demostrar que en algunas fechas clave el duque de Clarence
estaba fuera del país, por lo que es imposible que él fuera el asesino.
Sin salirnos del ambiente real,
hay quienes señalan como asesino a sir William Gull, médico personal de la
reina Victoria, quien habría llevado a cabo esos abominables asesinatos para
tapar el hecho de que el príncipe Alberto se había casado con una prostituta y
había tenido un hijo de ella. Sin embargo, se concede poco crédito a esta
hipótesis debido a la avanzada edad del doctor en el momento de los crímenes,
aunque hay que reconocer que el doctor Gull tenía más que suficientes
conocimientos de anatomía humana, uno de los rasgos principales de Jack el
Destripador.
En 1993 apareció un manuscrito de
63 páginas escritas presuntamente por el mismísimo Destripador. En ese diario
el asesino relataba sus crímenes a modo de confesión y su última entrada estaba
fechada en mayo de 1889. El supuesto autor del diario era James Maybrick, un
comerciante hipocondríaco de Liverpool que fue envenenado con arsénico por su
esposa. Pero el diario no demuestra nada, salvo que fue escrito por alguien que
tenía “una mente perturbada”. Todavía no se ha dirimido si este diario es
auténtico o una estafa (podría tratarse de un pseudo-original, es decir, un
documento falso que pretende hacerse pasar por original), y los expertos no se
ponen de acuerdo.
Carta de Jack el Destripador, enviada a la policía "desde el Infierno"
El último sospechoso es William
Sickert, un famoso pintor de la época victoriana que solía alquilar
habitaciones cerca de Whitechapel. Aquellos que creen en su culpabilidad
afirman que el origen de su furia homicida tendría que ver con las operaciones
a causa de una fístula en el pene que Sickert sufrió, lo que le causaría un
profundo desequilibrio emocional y graves secuelas psicológicas. ¿Era posible
que reaccionara de un modo tan brutal al sufrir esa malformación? Sus
contemporáneos le describían como un hombre sin principios, incapaz de sentir
la menor empatía por nadie. Y esto podría darnos una pista, ya que uno de los
rasgos principales de los asesinos seriales es que no sienten culpa o
remordimiento por sus actos. Sin embargo, y a pesar de la fascinación que el
Destripador provocó al pintor, no se pudo demostrar que Sickert fuese el famoso
asesino.
La moderna tecnología ha
permitido no hace mucho recrear el “auténtico” rostro del Destripador. Se trata
de un dibujo hecho mediante un programa informático siguiendo los testimonios
más fidedignos del caso. El resultado es el rostro de un hombre normal y
corriente, sin rasgos demasiado destacables que permitan señalarle en medio de
una multitud. Y probablemente fuese así, lo que explicaría por qué Scotland
Yard nunca pudo atraparle. La policía esperaba encontrar a un hombre de aspecto
siniestro y bestial, alguien que tuviera un físico acorde a su mente retorcida
y malvada. Esperaban encontrar un lobo sin piel de cordero bajo la que ocultarse,
y ése fue posiblemente su mayor error.
Más de cien años después de
aquellos hechos, seguimos sin saber quién fue realmente Jack el Destripador. Su
rastro ha desaparecido para siempre, pero no su leyenda. Y ahí está lo más
terrorífico de todo esto. Jack el Destripador no ha muerto, porque cualquier
asesino en serie de nuestros tiempos es una representación de aquel mismo
horror que paralizó por completo el barrio londinense de Whitechapel. El
asesino envuelto en sombras. Los ojos en la oscuridad. La bestia sedienta de
sangre humana.
Cualquiera de nosotros podría ser
su próxima víctima.
Chica, me has puesto los pelos de punta! Personaje mítico y horrible del XIX donde los haya, es verdad que su fama sigue ardiente en nuestros días, no hay más que ver los libros y las películas y las series que siguen saliendo...
ResponderEliminarY me ha gustado mucho tu entrada, le has dado cierto toque de artículo periodístico que lo hace aún más interesante, y encima acompañado de las auténticas y escalofriantes imágenes de los crímenes. Yo me inclino por que fuera el médico real...jeje.
Un abrazo!
¡Jaja! ¡Bienvenido al mes del terror en la Biblioteca de Laura! Me alegro de que hayas disfrutado de esos escalofríos tan propios de este mes; espero poder seguir sorprendiéndote con otras cosas que iré publicando, ^^*
EliminarPara este artículo me he documentado leyendo un libro sobre mentes criminales, asesinos en serie y demás. Es un libro muy interesante, aunque no recomiendo leerlo estando en casa a solas o de noche... Se ofrecían varias hipótesis sobre quién podía ser el asesino, y aunque la opción de que fuera el médico de la reina es una de las más seguidas, creo que siempre nos quedará la duda. Aunque, quién sabe...
Un beso enorme!
Estoy contigo, Escamilla; también pienso que lo más probable es que fuera el médico real.
Eliminar¡Muy buen artículo! No creo que haya una persona que no haya oído hablar del terrorífico Jack... Es un personaje muy interesante, pero con el que yo no querría cruzarme nunca... Tienes razón, no ha muerto, y cualquiera de nosotros podríamos ser su próxima víctima... ¡Qué miedo, yo no vuelvo a caminar por calles desiertas tras el anochecer nunca más, jeje!
ResponderEliminar¿Podrías recomendarme alguna película que relate la historia lo más fiel a los hechos que se conocen posible? Muchas gracias:)
¡Muchas gracias! Es cierto que Jack el Destripador es muy conocido por todos. De hecho, es tan conocido que creo que no sabemos casi nada de su auténtico yo, pues todo lo que ha llegado a nosotros es casi una leyenda urbana. A mí me provoca una extraña fascinación, pero también me da miedo cruzarme algún día con alguien que tenga su mismo instinto asesino.
EliminarEn cuanto a lo que me pides, sugerencias cinematográficas... La que más conozco es una película titulada "Desde el Infierno", protagonizada por Johnny Depp, que es una adaptación de la historia del famoso asesino. Otras películas que he encontrado y que podrían interesarte "Jack el Destripador de Londres", de José Luis Madrid; "Asesinato por decreto", que combina a Jack el Destripador con Sherlock Holmes; y "Al borde de la locura", protagonizada por Anthony Perkins, con una curiosa fusión entre el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, que aquí sería Jack el Destripador. ¡Espero que te interese alguna!
¡Gracias por las recomendaciones! La de Johnny Depp la veré seguro jejejeje
EliminarJack el destripador ya ha dejado de ser una persona para pasar a ser un personaje, creo yo. Todos lo conocen, aunque no sepan bien lo que hizo (o incluso hay quien afirma que no existió o.O). Seguramente la industria del cine/tv tuvo mucho que ver... Haya sido quien haya sido, tenemos que avanzar mucho aún para poder llegar a alguna conclusión sobre quién fue, en el caso de que se llegue a descubrir algún día. O peor (activando modo conspiranoica): es una figura que produce tanto dinero que igual ya se ha descubierto su identidad pero se oculta...
ResponderEliminarLo más escalofriante es como bien dices que precisamente sentó precedente, y durante el siglo XX salieron un montón de personas intentando imitarlo de alguna manera... y las que habrá ahora, pero ya no se les da bombo a esas figuras.
Un post muy interesante
Saludos!
No te falta razón en una cosa, Aradlith, y es que a fuerza de hablar y leer sobre Jack el Destripador al final ha acabado convirtiéndose en una leyenda. No me extraña que haya personas que digan que no existió o incluso que Jack el Destripador fueron varias personas. Me temo que a estas alturas no sabremos jamás quién fue ese cruel asesino; lo importante es evitar que otros como él salgan impunes de sus crímenes.
EliminarY me parece horrible que haya habido personas que quisieron imitar a Jack el Destripador. ¿Qué tiene de admirable un asesino como él? De verdad, hay gente para todo...
Gracias por leerme y comentar! Un abrazo!