La Doncella en la Habitación Blanca
En el asilo mental de tu ciudad,
o de cualquier ciudad, hay alguien que aguarda tu visita. Entra y pregunta
dónde puedes encontrar la Habitación Blanca.
Si el recepcionista te recibió con una sonrisa, ahora su expresión cambiará por
completo. Con los labios apretados, buscará entre las llaves de la estantería.
Pondrá en tu mano una llavecita dorada que no cabría en ningún cerrojo.
Abstente de preguntarle al recepcionista, porque no te contestará. Utilizar la
llave es una decisión que sólo tú puedes tomar.
Recorre el asilo de arriba abajo
y busca la
Habitación Blanca. Tu destino te será revelado cuando menos
te lo esperes. La Habitación Blanca
está detrás de aquella puerta que tú elijas, y será la correcta porque tú la
has elegido. Utiliza la llave para abrir la puerta y entra.
Nada más entrar, tus ojos se
verán momentáneamente cegados por el fulgor prístino que desprende la
habitación. Al igual que los rayos del sol iluminan la nieve en las montañas,
así resplandece la Habitación Blanca
para todos aquellos que entran en ella. En el aposento, todo es albo como la nata.
Muebles blancos, cuadros blancos, cortinas blancas… Incluso la flor que
descansa junto a la ventana es completamente blanca.
En el centro de la habitación,
arrodillada en el suelo sobre una alfombra, está la Doncella. Ataviada
con un refulgente vestido níveo y con el cabello desperdigado en un millar de
serpentinas blancas, se afana en recortar mariposas de papel. Aunque te ha oído
llegar, no se dará la vuelta para saludarte. Frente a ella hay un gran butacón
tan blanco como el resto de su aposento. Siéntate y háblale de cualquier tema
que quieras, o cuéntale un cuento si ese es tu deseo. La Doncella no dejará de
recortar mariposas de papel, pero puedes estar seguro de que te está
escuchando. En algún momento, empuñará las tijeras y las clavará sin piedad alguna en medio del cuerpo de
una de sus mariposas. Con voz suave dirá:
-Pobrecita mariposa…
La actitud de la Doncella cambia de
repente. Coge todas las mariposas que ha recortado, se levanta, extiende los
brazos en forma de cruz y, con movimientos lentos, camina por la habitación
como si estuviera volando, esparciendo las mariposas por el aire. Sus ojos
permanecen cerrados mientras que de sus labios sale una dulce melodía sin letra,
y es la canción más hermosa que has escuchado jamás. Sonríe como si recordara
un hecho feliz de su pasado; quizá hubo un tiempo en el que la Doncella fue una niña
mortal que vivía feliz con unos padres que la querían, hasta que se dieron
cuenta de que había algo anormal en ella y la abandonaron en aquella habitación
que ahora da forma a su universo particular. Un universo en el que las
mariposas de verdad morirían por la falta de aire. Al cabo de un rato, vuelve a
hablar:
-Alguien ha matado a la mariposa.
Su risa suena como el tintineo de una campanilla de cristal.
-Creo que… he sido yo.
Maravillado por el vuelo
imaginario de la Doncella ,
tú tampoco te das cuenta de que el aire empieza a faltar en la habitación.
Habrá un momento en el que sentirás que te ahogas. Te levantarás para intentar
abrir la puerta, pero todo esfuerzo es en vano porque está cerrada a cal y
canto. Buscarás desesperado la llave en tus bolsillos, pero descubrirás que ya
no la tienes. La silueta de la puerta desaparece y se funde con el resto de la
habitación, como si estuviera pintada en la pared. En tus oídos sigue sonando
la melodía interminable de la
Doncella.
Comprenderás entonces por qué
nadie osa visitar la Habitación Blanca.
La Doncella
vuela distraídamente mientras sus mariposas se echan sobre ti para tratar de
arrebatarte hasta el último aliento vital. Las mariposas obedecen a quien les
ha dado la vida y no se detendrán a menos que hagas algo. Tu única solución es
atacar a la Doncella
y apretar su frágil cuello hasta que sus huesos crujan entre tus manos. Sólo
entonces las mariposas caerán al suelo como los trozos de papel que son y la
puerta aparecerá otra vez. No pierdas tiempo y huye de la Habitación Blanca.
No vuelvas nunca más.
Magistral. Acabas de describir la pesadilla que cualquiera podría tener. Me gustan mucho tus mini relatos onírico-chungos. Y espero que al final de la serie nos reveles qué secreto, premio o deseo anhelan conseguir todos aquellos que se juegan la vida acudiendo a la presencia de tus malignas doncellas ;-)
ResponderEliminar¿De verdad te gustan? ¡Pues muchísimas gracias, de verdad! Me hace muy feliz que me digas eso; significa mucho para mí como escritora amateur.
EliminarEn cuanto al final, me has dado en qué pensar. Todavía quedan dos relatos más, pero como la historia no va a aclarar mucho más, haré un anexo al final del último relato para explicarlo todo (otras personas también me han preguntado por las Doncellas).
Una vez más, muchas gracias!