martes, 20 de diciembre de 2016

Código legislativo de la Novela Fantástica


¡Hola a todos y felices fiestas!

¿Qué tal estáis pasando el mes de diciembre? Espero que muy bien, sobre todo ahora que estamos en plenas Navidades y es uno de los grandes momentos de celebración del año. Yo todavía estoy con un poco de nostalgia por la Estelcon, pues me lo he pasado tan bien que me hubiera gustado que durara tres días más por lo menos. Pero dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno, así que toca esperarse hasta el año que viene. ¡Qué se le va a hacer!

Sin embargo, y ya que estamos con el tema Tolkien, esto me viene de perlas para sacar a colación la literatura de fantasía y relacionarla con otro post que escribí hace poco (¡madre mía, cómo hilo los temas!). Si seguís mi blog a menudo, habréis visto que el mes pasado le dediqué una entrada humorística a la literatura romántica y a la cantidad de tópicos que la salpican. Hacer una lista así ha sido bastante fácil, ya que todos somos unos genios de la crítica cuando se trata de echar pestes sobre algo que no nos gusta mucho. Pero, ¿qué pasa cuando se toca un tema que a nosotros nos gusta? ¿Qué pasaría si alguien al que no le gusta la literatura fantástica decidiera hacer un post igual de criticón que le mío? Pues anda que no le daría para hacer un artículo bien largo. ¡Será por tópicos en la literatura fantástica! Por eso, para que veáis que no hago favoritismos y que yo también sé ser crítica con las cosas que me gustan, hoy he decidido hacer de tripas corazón y dedicarle una entrada a los innumerables tópicos que salpican los libros de fantasía. Al igual que con el post anterior, si hay por aquí algún aficionado a este género literario le pediría que se tomara las cosas con humor y se riera un poco del género que tanto adora.

Abrochaos los cinturones porque vienen curvas.



  • Ley de los Dragones: En una novela fantástica, entre las muchas criaturas místicas que pueblan el mundo es casi obligatorio que haya dragones. Esto no tendría nada de malo si no vinieran acompañados por los inevitables jinetes de dragón, adolescentes con ínfulas de grandes guerreros que se piensan que son capaces de domesticar a los dragones como si fueran perros.

  • Ley del Viaje Obligatorio: En una novela fantástica, el héroe y sus amigos inician una aventura que conlleva tener que emprender un largo viaje hasta los confines del mundo para detener al villano in situ, antes de que su maldad se propague como la peste. Este estilo de narración viene de antiguo, de los tiempos de Tolkien… y de los años 80, momento en el que surgió una caterva de escritores que se dedicaron a imitar a Tolkien.

  • Ley del Mundo Interracial: En una novela fantástica, los héroes encontrarán múltiples pueblos y razas a lo largo de su aventura. Las más típicas son los elfos, los enanos y los humanos, aunque también puede haber razas de amazonas, criaturas feéricas o mutantes. Curiosamente, casi todos sus miembros dominan las técnicas de la magia y el combate muchísimo mejor que cualquier humano.

  • Ley del Quasi Racismo: En una novela fantástica, aunque existen todo tipo de razas y se pueden encontrar colores de piel tan extraños como el azul o el verde, por alguna razón será casi imposible encontrar personajes de raza negra.

  • Ley de la Muerte Ficticia: En una novela fantástica, el héroe tenía un padre o un antepasado que también fue un héroe muy famoso y reconocido en su juventud, pero que ahora está muerto. Sin embargo, en realidad el tío está vivito y coleando, esperando el momento preciso para aparecer de nuevo en la vida del héroe y aclararle las cosas.

  • Ley del Héroe Maldito o Ley de Eragon: En una novela fantástica, el pueblo natal del protagonista siempre es destruido. Esta ley se aplica a casi cualquier aldea, pueblo o ciudad por la que pase después el héroe, ya que parece que a este personaje le persigue la desgracia dondequiera que vaya.

  • Ley de la Profecía Irrompible: En una novela fantástica, siempre aparece un mago o una vieja adivina que formula una profecía acerca del funesto destino que le aguarda al mundo. Y da igual que el héroe haga mil cosas para impedir que eso ocurra, porque TODAS las profecías se cumplen y no hay nada que hacer.

  • Ley del Elegido: En una novela fantástica, el protagonista suele ser el Elegido que anuncia la dichosa profecía, ya que es el único del mundo que ha nacido bajo una constelación específica o tiene una marca de nacimiento muy rara. Pero lo más importante es que esto significa que ya nos han reventado el final de la historia nada más empezar, pues ya sabemos que el Elegido para salvar el mundo de la destrucción y derrotar al señor oscuro es nuestro querido protagonista.

  • Ley del Señor Oscuro: En una novela fantástica, la personificación del mal irá unida inefablemente al color negro. El villano es un señor/rey/dios oscuro que vive en una torre oscura situada en un país oscuro, y en su armario no hay más que ropa oscura. Sus motivaciones suelen ser dos: destruir el mundo y llegar a ser el mayor soberano de la tierra (¿Por qué querrá entonces destruirla? ¿Para empezar de cero?).

  • Ley de la Puntería Dudosa: En una novela fantástica, el héroe está rodeado por un ejército de guerreros armados hasta los dientes que, por alguna extraña razón, son incapaces de acertarle con sus espadas o sus flechas. Como mucho, le harán daño en un brazo o un corte en una mejilla.

  • Ley de la Evolución: En una novela fantástica, si ha habido una civilización anterior a la que se describe, ésta era mucho más avanzada que la actual y probablemente tenía algo que ver con los ángeles o con los dragones.

  • Ley del Objeto Sagrado: En una novela fantástica, si para evitar la destrucción del mundo es necesario reunir cinco amuletos, tres piedras milenarias o nueve cristales sagrados, el héroe tarde o temprano va a tener que ir a buscarlos. Lo más probable es que, después de haberse pasado diez libros dejándose la piel para encontrar los objetos, al final aparezca el villano y se los robe.

  • Ley de Jesucristo: En una novela fantástica, el villano nunca muere del todo la primera vez que lo matan. Siempre resucita de entre los muertos al menos una vez, normalmente reencarnándose en un ser más poderoso, antes de ser eliminado para siempre.

  • Ley del Club de los Cinco: En una novela fantástica, el grupo de aventureros se compone al menos de cinco personajes: el héroe, el amigo del héroe, la chica, el renegado y el mago. Todos y cada uno de ellos están para cumplir a rajatabla los clichés del grupo: el héroe es el líder, el amigo será el alivio cómico, la chica es la curandera, el renegado es el guerrero serio y mojabragas, y el mago es el guía sabio con barba de diez años.

  • Ley del Deus ex Machina: En una novela fantástica, da igual que el villano tenga todas las de ganar y todo parezca perdido. Por alguna razón inexplicable, el héroe siempre conseguirá sacar fuerzas de donde no las hay para derrotar al villano (la rabia le da una fuerza sobrehumana, sus aliados le prestan su energía, el poder del amor o la aparición de un personaje misterioso suelen ser las más vistas).

  • Ley de la Doncella en Apuros: En una novela fantástica, el héroe siempre se encontrará por el camino a una muchacha que ha sido secuestrada por los esbirros del villano para quién sabe qué malvados fines. A veces, esta doncella es la princesa de algún reino enemistado con el reino de origen del héroe, y su rescate supone el inicio de una alianza que ayudará a derrotar al villano. La doncella también puede unirse al grupo para ocupar el puesto de “la chica”, y con suerte será el interés amoroso del héroe.

  • Ley de la Taberna: En una novela fantástica, es obligatorio que el grupo de protagonistas pase al menos por una posada o taberna para sentarse a tomar unos tragos y hablar de su próxima misión. Sin embargo, esta ley suele ir unida a la ley del héroe maldito, por lo que cada taberna por la que pasen los héroes sufrirá el ataque de las fuerzas del mal o será incendiada esa misma noche.

  • Ley de la Edad Media: En una novela fantástica, la época elegida para ambientar la historia es la Edad Media europea. Aldeas, castillos, sistema feudal, vasallaje, juglares, princesas, espadas… todo está sacado de la Edad Media. El 98% de las novelas fantásticas cumplen esta ley a rajatabla.

  • Ley del Héroe Marginado: En una novela fantástica, el protagonista siempre es un adolescente huérfano que vive con sus tíos o sus abuelos en una casita alejada del resto de su aldea natal. Seguramente por eso nunca ha ido a la escuela y no tiene amigos (excepto una amiga de la infancia que está enamorada de él en secreto). Y a pesar de que durante toda su vida no ha sido más que un simple granjero, resulta que es un maestro de la espada o un mago con un potencial impresionante.

  • Ley del Gracioso Inmortal: En una novela fantástica, el personaje gracioso sufrirá las peores y más ridículas experiencias del viaje: caerse, estar a punto de despeñarse por un barranco, mancharse de barro, hacerse heridas de la forma más estúpida… Sin embargo, por grave o peligrosa que sea la experiencia, el personaje saldrá adelante, porque LOS PERSONAJES GRACIOSOS NUNCA MUEREN.

  • Ley del Lugar de la Muerte: En una novela fantástica, siempre tiene que haber una montaña, un templo, un desierto o un amasijo de ruinas que lleve este apelativo. En teoría se les llama así porque supuestamente son lugares peligrosísimos, pero el héroe y sus amigos siempre se las arreglarán para salir de allí con vida.

  • Ley del Clima Adverso: En una novela fantástica, el clima nunca le pone las cosas fáciles a nuestro héroe y su grupo de amigos. Si tienen que hacer una travesía por mar, se desatará una terrible tormenta. Si tienen que cruzar un desierto, fuertes vientos les dificultarán la tarea. Si tienen que atravesar una cadena de montañas, habrá una terrible nevada con la que no contaban.

  • Ley de los Extremos Comunicacionales: En una novela fantástica, el héroe suele ser un chico tranquilo y de pocas palabras. En cambio, la chica del grupo (que la mayoría de las veces es su novia) es exageradamente simpática y habla por los codos. Cuanto más callado sea el héroe, más extrovertida será la chica.

  • Ley del Hermano Irreverente: En una novela fantástica, si el héroe tenía un hermano y éste desapareció siendo él tan solo un niño, invariablemente acabará siendo el villano. Además, puede haber sido capaz de matar a sus padres, a sus abuelos, a su perro… pero al héroe le tiene un cariño especial y no intentará matarle en serio hasta el final de la historia.


¡Y nada más por hoy! Espero que os haya gustado y que os haya arrancado una sonrisa. ¿Echáis en falta algún tópico que habéis visto en alguna novela fantástica? ¿Creéis que me he pasado? ¿O que me he quedado corta? En cualquier caso, espero vuestros comentarios. 

¡Hasta pronto!

martes, 13 de diciembre de 2016

Crónicas Viajeras: Mis primeras vacaciones en Khazad-dûm!


¡Hola a todos!

¿Qué tal, qué os contáis? Yo estoy recién llegada de Zaragoza, donde durante unos días nos hemos engalanado para convertir el Hotel Diagonal Plaza en las estancias de Khazad-dûm, también conocida como Moria, el reino de la Mina del Enano. Sí, amigos: la Sociedad Tolkien Española (en adelante, STE) organiza todos los años una gran reunión a la que pueden acudir los socios pero también los que van con intenciones de unirse y algún que otro curioso que solo quiere ver de qué va la cosa. Esta mereth aderthad, o 'fiesta de la reunión', es un acontecimiento que los tolkiendili de la STE esperan con ansia, ya que es el momento en el que se reúnen amigos que hace mucho tiempo que no se ven. Y también, como en mi caso, es una buena ocasión para hacer nuevos amigos.

Hoy os voy a traer, pues, la crónica de lo que ha sido mi primera experiencia en una Estelcon. Han sido cuatro días muy intensos en los que ha habido infinidad de sonrisas, hermosas canciones, mucha voluntad por parte de todos pero, sobre todo, una muestra perfecta de lo fuertes que pueden ser los lazos de la amistad.


Día 1

¡Empieza el viaje! Bueno, para mí en realidad el viaje ha empezado un día antes. El 7 de diciembre he tenido que partir hacia Lugo para hacer noche allí, ya que el tren que debía coger para ir a Zaragoza no saldría hasta la mañana siguiente. Cada vez que voy a Lugo me gusta mucho dar un paseo por el casco antiguo para visitar la muralla una vez más. Sin embargo, he tenido que invertir parte del tiempo en buscar la estación de tren para poder ir a tiro fijo al día siguiente; conociéndome y sabiendo que tengo tendencia a perderme, he hecho bien en buscar la estación y el camino más corto desde la pensión donde me he alojado.

Siempre me ha gustado mucho viajar en tren, y la perspectiva de tener diez horas de viaje por delante no me desanimó en absoluto. Aunque ha habido momentos en los que se me ha hecho realmente pesado (a los que se suma el haber tenido que tragarme dos películas bastante mierdosas que NO volveré a ver en mi vida), cuando llegué a Zaragoza tenía un buen estado de ánimo. Cansada, sí, pero muy contenta por haber llegado por fin a mi destino.



Amanecer en la estación de tren de Lugo


Un largo trayecto en taxi después, llegué por fin al Hotel Diagonal Plaza, situado fuera de lo que es la ciudad de Zaragoza. Nada más entrar he podido encontrar al comité de bienvenida, quienes registraron mi llegada y me obsequiaron con un wellcome pack que contenía el programa de actividades, una chapa acreditativa con mi nombre y apodo tolkiendili, y el cancionero, un pequeño librito que contiene todas las canciones que íbamos a cantar durante la cena de gala. Parece una tontería, pero me ha hecho una ilusión enorme recibir estos obsequios, y os aseguro que los guardaré como un tesoro toda la vida.

Una vez registrada, dejé mis cosas en la habitación y bajé a mezclarme con la gente. Y tengo que decir que para alguien tan tímido como yo no es nada fácil ir y lanzarse a hablar con gente desconocida. Sin embargo, había tan buen rollo que no me costó casi nada abrirme con los demás. Y aquí tengo que hacer una mención especial a los integrantes del smial de Lórien, con los que cené esa primera noche, pues me lo he pasado de maravilla con ellos hablando de todo un poco. Los organizadores de la Estelcon nos reunieron a todos en una sala para darnos la bienvenida y dar por inaugurada la Estelcon 2016, tras lo cual todos volvimos a mezclarnos para hablar y compartir experiencias.

Y si la Estelcon es el mejor momento para el reencuentro con los amigos, yo no me podía quedar atrás, ya que he tenido la maravillosa alegría de volver a ver a Estelwen Ancálimë y a su señor marido, el Rey Brujo de Angmar (por cierto, ¿cómo ha acabado casándose una elfa Teler con un Nâzgul? Misterios de la vida, XD). La felicidad que he sentido al volver a verles después de más de un año ha sido enorme y, por fortuna, nos quedaban por delante tres días más para ponernos al día y hacer actividades juntos.



Estandartes tolkiendilis


Después de una agradable cena, tocaba asistir a la lectura de cuentos y pasajes de las obras de Tolkien. Cuando me dijeron que este solía ser uno de los momentos más emotivos de la Estelcon me costó un poco creérmelo; pero hay que estar allí para darse cuenta de toda la carga emocional que tiene la lectura. Los lectores escogen aquellos pasajes que más les han llenado a nivel sentimental o espiritual, y eso se nota cuando leen, pues ponen una entonación peculiar y contagian sus sentimientos a todos los asistentes. Ha sido una ocasión muy especial y, aunque no he leído, sí que me ha inspirado ganas de animarme a hacerlo algún día.

Después de la lectura, nos fuimos todos a dormir, que al día siguiente tendríamos que hacer muchas cosas.



Día 2

¡Vamos allá! La Estelcon empieza por todo lo alto con un buen desayuno. Pero tuve que acabar pronto, ya que a primera hora iba a asistir a una conferencia impartida por el mismísmo Rey Brujo acerca de la guerra en la Tierra Media. Me ha parecido una charla muy interesante, con un trabajo de documentación impresionante y una manera de impartirla atractiva y envolvente (no soy muy dada a los temas de guerra, pero con esta charla me he quedado impresionada). Por desgracia, unos problemas técnicos quitaron mucho tiempo de la conferencia. Además, la amplitud del tema tratado y el hecho de que hubiera preguntas en medio de la charla contribuyó a retrasarla; el resultado fue que se ha tenido que terminar la charla a todo correr y nos quedamos sin saber algunas cosas. Una lástima, la verdad.

Después de comer, tocaba asistir a otra charla, esta vez a cargo de Estelwen Ancálimë, que nos ha amenizado la tarde con una conferencia deliciosa en más de un sentido. Y es que el tema versaba sobre la gastronomía de los distintos pueblos de la Tierra Media. Pero además de lo entretenida y bien estudiada que estaba la charla, los asistentes también pudimos disfrutar de las extraordinarias dotes culinarias de Estelwen, ya que nos ofreció una merienda a base de galletas de turrón de Jijona y unas Chips Ahoy caseras realmente deliciosas. ¡Así da gusto! ^^*



Juegos, bailes y actividades


Después de un pequeño paseo, tuve la oportunidad de participar en una actividad cuyo título de presentación, El miedo en Tolkien, no daba demasiadas pistas acerca de en qué consistía. Pero de los cobardes nunca se ha dicho nada, así que al final me he animado a ir, y la verdad es que me lo he pasado bastante bien. En una habitación, con los ojos vendados y sin más remedio que confiar en las manos que nos guiaban a ciegas, unas voces nos ponían en situación narrando un escenario tenebroso y oscuro sacado de algunos pasajes de la obra de Tolkien, como la aparición del Nâzgul en la Comarca, la desazón de los hobbits al despertarse en las Quebradas de los Túmulos y el apuñalamiento de Frodo en la atalaya de Amon Sûl. Yo no soy muy miedosa, pero la verdad es que la ambientación estaba muy bien conseguida y en todo momento se estaba en tensión.

A lo largo de la tarde también he tenido ocasión de dar un paseo por el recinto del hotel, donde se llevaban a cabo otras actividades como juegos de rol, música, bailes, manualidades. Para quienes habían venido con sus hijos también había un Agujero Hobbit que ofrecía refugio y actividades para los más pequeños. A la hora de la cena volvimos a reunirnos todos para hablar e intercambiar nuestras impresiones sobre las cosas que habíamos hecho ese día.



Los de Amon Hell haciendo de las suyas


Pero después de cenar tocaba disfrutar de una buena sesión de música a cargo del grupo Amon Hell (me encanta el nombre), que también fueron los encargados de impartir el taller de actitud tolkienrockera. Además, el concurso Tu Bardo me Suena me ha conquistado por completo!



Día 3

El sábado suele ser el día más importante de una Estelcon, ya que esa noche suele celebrarse la cena de gala. Sin embargo, hasta entonces se puede seguir disfrutando de otras actividades. Y en mi caso, como no había actividades por la mañana aparte de la Asamblea General (a la que solo pueden asistir los socios de la STE), me lo he pasado muy bien yendo de un lado para otro y hablando con la gente.

Después de la comida tenía previsto asistir a un taller de scrapbooking tolkiniano. ¿Y qué es el scrapbooking?, se preguntará mi inteligente audiencia. Pues el scrapbooking significa hacer libritos y cuadernos a partir de recortes de papel y cartón de diferentes formas y colores. Cada participante recibió una bolsa con un kit que contenía todo lo necesario para hacer un pequeño álbum de fotos al más puro estilo Tolkien, con el detalle añadido de que todos y cada uno de los álbumes que se hicieron eran diferentes unos de otros. Esto ha hecho que haya sido una actividad muy original y entretenida (además de abrirme las puertas a las maravillas de la cinta adhesiva de doble cara).



Mi primer álbum de scrapbooking


Y por la noche llegó el evento que todos estábamos esperando con ganas: ¡La cena de gala! Este es el momento en el que todos los asistentes a la Estelcon se visten con sus mejores galas y se preparan para la cena, no sin antes pasar por el photo-call para hacerse unas fotos para el recuerdo. Durante la cena he podido disfrutar de una deliciosa comida acompañada de risas y bellas canciones que no habrían desagradado a Tolkien. Al final se obsequió a cada invitado con un mathom, un regalo que los hobbits solían hacerse en los días de sus cumpleaños y que consistía en un obsequio que no servía para nada; en este caso, el regalo ha sido una bolsita con unas piedrecitas decoradas para jugar al tres en raya... o tres en Moria, como pone en la bolsita. También los organizadores han recibido varios mathom de parte de los miembros de otros smiales, entre los que se encontraba un libro caja y una Piedra del Arca. Ah, y no nos olvidemos de mencionar la magnífica piñata rellena de caramelos y la emocionante carrera de flanes, en la que Cuernavilla se declaró vencedora varias veces seguidas.



Engalanada para la cena


Después de la cena, llega lo que se conoce como la Noche Intemporal, ese momento mágico en el que nos reunimos todos para hablar, cantar y jugar durante una noche que esperamos que no termine jamás. Es un momento en el que prima la alegría por estar todos juntos, pero también cierta tristeza, ya que sabemos que al día siguiente todo habrá terminado y nos tendremos que ir a casa.


Día 4

Y así es como llegamos al final. Después de desayunar todos juntos por última vez, toca hacer las maletas y aprovechar para hacer algunas compras de última hora en la Esteltienda. Pero el temido momento llega, y el acto de clausura se llevó a cabo en medio de una emoción tan grande que a más de uno se nos han saltado las lágrimas. Tras la entrega de los premios que la asociación concede al mejor ensayo, a la mejor obra de arte y al mejor relato de ficción, uno de los anfitriones lee para todos el fragmento final de El Retorno del Rey, en el que Frodo se despide de sus amigos para partir con Bilbo, Gandalf, Elrond y Galadriel hacia las Tierras Imperecederas, dejando a sus pobres amigos Sam, Pippin y Merry desconsolados. Este párrafo es especialmente emotivo porque, aunque es un final muy apropiado para la trilogía de El Señor de los Anillos, deja un regusto un tanto agridulce, ya que Frodo no disfruta de las dádivas del héroe por haber salvado a la Tierra Media de la maldad de Sauron, sino que se ha convertido en un personaje al que todavía aquejan los recuerdos del viaje vivido y el dolor sufrido después de tantas penalidades, por lo que su única oportunidad de conseguir la paz de espíritu que tanto necesita está en viajar rumbo a las Tierras Imperecederas, de donde no podrá volver nunca más.

Por supuesto, no tiene por qué ser así en el caso de los tolkiendili. A pesar de la tristeza que suponen las despedidas y de alguna lagrimilla que todavía resbala por nuestras mejillas, queda la esperanza de que tal vez volvamos a vernos el año que viene. Por eso, a pesar de que poco a poco abandonamos el hotel y nos dirigimos hacia la estación de bus o de tren, todos nos hemos ido con la certeza de que es muy posible que volvamos a vernos en la próxima Estelcon. Yo, desde luego, tengo ganas de que sea así.



Carrera de flanes, el próximo deporte olímpico


Pero mi viaje no acaba aquí, para nada. Como ya sabéis, yo vivo en Galicia, una comunidad autónoma muy verde y muy bonita, pero con un sistema de comunicaciones bastante caótico, a prueba solo de los más valientes o los más inconscientes. Esto quiere decir que he tenido que buscar la manera de entretenerme desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche, que era cuando salía el autobús rumbo a mi tierra. ¿Y qué hacer para distraer tantas horas? Pues darse una vueltecita por Zaragoza para visitar la basílica del Pilar y hacer algunas compras para la familia. He disfrutado mucho viendo la basílica, pero me ha dado pena no poder sacar fotos por dentro; estaba expresamente prohibido, como indicaban los carteles, aunque algún turista japonés se las ha arreglado para sacar fotos.

De vuelta en la estación, una interminable espera de cinco horas estuvo a punto de hacerme perder la paciencia. Estaba agotada por haber dormido tan pocas horas, pero el viaje en bus no fue mucho mejor, ya que de diez horas de viaje tan solo he podido dormir cerca de dos (aunque me lo he pasado muy bien viendo Cómo entrenar a tu dragón a las cinco de la mañana). Y la cosa no mejora cuando sabes que, a pesar de haber llegado a Lugo, todavía quedan tres horas más de autobús para regresar a casa. Ay, madre mía, qué cansancio...



Basílica del Pilar


¡Y hasta aquí mi primera experiencia en una Estelcon! A pesar de que el viaje tanto de ida como de vuelta ha sido matador, me queda la agradable sensación de que todas y cada una de las horas que he invertido en él han valido la pena. Me alegro de haber conocido a tanta gente divertida y maravillosa, y espero algún día poder volver a verles.

¡Nos vemos, amigos!

sábado, 3 de diciembre de 2016

Los Príncipes de la Torre


Érase una vez dos jóvenes príncipes que fueron capturados por un malvado brujo y encerrados en una alta torre de la que no podían escapar…

Este bien podría ser el inicio de un cuento de hadas destinado al entretenimiento de los más pequeños. Se dice que los cuentos a menudo tienen una base real, una historia que empezó de una manera similar pero que no terminó con el final feliz tan propio de los cuentos infantiles. Y la historia que os traigo hoy bien podría haber servido de trasfondo para un cuento de hadas. Pero, como tantas veces ocurre en la Historia, la realidad supera a la ficción y los niños de esta historia no tuvieron tanta suerte como las princesas de los cuentos.



Los Príncipes de la Torre


La historia comienza en Inglaterra. El 9 de abril de 1483, dos años antes de que terminara el conflicto armado conocido como la Guerra de las Dos Rosas, el rey Eduardo IV, primer monarca de la casa de York, murió en Westminster tras tres semanas de sufrimiento por una enfermedad que no fue capaz de superar. Su hijo y heredero, el joven príncipe Eduardo, estaba en Ludlow en el momento de su muerte. A sus trece años, Eduardo acababa de recibir dos noticias que habrían atemorizado a cualquier chico a tan temprana edad: que su padre había muerto y que ahora él debía ceñirse la corona y sentarse en el trono de Inglaterra.

Sin embargo, es bien sabido que un rey tan joven e inexperto necesita contar con la ayuda de buenos consejeros y el apoyo de sus familiares más cercanos. Y en el caso del joven heredero, apoyos no le faltaban. Por parte de su madre, la reina plebeya Elizabeth Woodville, contaba con la ayuda de su tío Anthony, segundo Conde de Rivers; pero su principal apoyo era su tío Ricardo, hermano de su padre y Duque de Gloucester. Ricardo ya había sido tenido en cuenta por el rey Eduardo IV para que, a su muerte, se convirtiera en Lord Protector, tal y como se cuenta en la Crónica de Croyland. Y dado que manifestó públicamente su lealtad hacia el nuevo rey y, además, fue él mismo quien se encargó por un tiempo de la custodia de su sobrino y de la administración del reino, todos daban por supuesto que estaba de acuerdo con las disposiciones de su difunto hermano.

Pero los problemas no tardarían en llegar. El poder es demasiado atractivo para quienes tienen sed de él, y es todavía más tentador cuando el dueño de ese poder no es más que un niño inexperto e influenciable. El joven Eduardo V se vio atrapado y sin escapatoria posible entre el Conde de Rivers y el Duque de Gloucester que, ambiciosos y faltos de escrúpulos, iniciaron varias campañas de desprestigio el uno contra el otro con la intención de obtener el poder. Los parientes de la reina viuda reclamaban para sí el control del gobierno, pero el astuto Ricardo consiguió derrotarles y a la vez hacerse con la corona realizando una jugada magistral.

Eduardo V y su tío Ricardo partieron hacia Londres desde el oeste y el norte respectivamente, encontrándose en Stony Stratford el 29 de abril. A la mañana siguiente, Ricardo mandó prender a la escolta de Eduardo, incluyendo al propio tío del muchacho, el mencionado Anthony Woodville. Ordenó que todos fueran enviados al castillo de Pontefract, situado en Yorkshire, donde el 25 de junio fueron condenados y decapitados. Ricardo entonces se encargó de la custodia del príncipe y apremió a su madre, la reina Elizabeth, para que llevara a su hijito de nueve años Ricardo, Duque de York, y a sus otras hijas a la Abadía de Westminster, donde esperaban encontrar refugio.

Por fin, Eduardo V y su tío llegaron juntos a Londres. Ricardo se encargó de los preparativos para la coronación de su sobrino, que estaba planeada para el 4 de mayo de aquel mismo año. Sin embargo, por algún motivo que no especificó, decidió que la coronación se pospondría para el 25 de junio. El 19 de mayo de 1483, Eduardo fue llevado a la Torre de Londres, la residencia tradicional de los monarcas antes de su coronación, y el 16 de junio se reunió con él su hermano pequeño Ricardo, que hasta entonces había permanecido en la Abadía de Westminster. Una vez consiguió tener a los dos príncipes en su poder, Ricardo postergó la coronación de Eduardo indefinidamente, lo que es otra forma de decir que acababa de hacerse con el control absoluto del gobierno inglés. El 22 de junio se pronunció un sermón en el que se le declaraba como único y legítimo heredero de la Casa de York, y el 25 de junio un grupo de lores y caballeros acudieron a Ricardo para pedirle que tomara el trono de Inglaterra.

Quedaba el asunto de los dos príncipes, hijos del difunto Eduardo IV. Por desgracia para ellos, el Parlamento declaró a Ricardo rey de pleno derecho, argumentando que el matrimonio de Eduardo IV con Elizabeth Woodville había sido ilegal, ya que en su día se había establecido un precontrato de matrimonio con lady Eleanor Butler; este precontrato, que equivalía a un compromiso serio y formal, fue el argumento utilizado para invalidar la legitimidad de los hijos de Eduardo IV y, por tanto, destruir todas sus posibilidades de acceder al trono de Inglaterra. El 3 de julio de 1483, el Duque de Gloucester fue coronado rey, pasando a la Historia con el nombre de Ricardo III. Los jóvenes príncipes fueron confinados en la Torre de Londres, de donde no volverían a salir con vida.

Nunca se supo a ciencia cierta lo que les ocurrió a los niños. Dominic Mancini, un fraile italiano que estuvo en Londres durante la primavera de 1483, escribió que Eduardo y su hermano pequeño Ricardo estaban alojados en la parte más interior de la Torre, y que cada vez se les veía menos hasta que finalmente desaparecieron. Mancini apunta también que durante este período un médico visitaba asiduamente al príncipe Eduardo, del que dijo que «como una víctima preparada para el sacrificio, pedía perdón por sus pecados mediante la confesión y penitencia diarias, pues creía que la muerte lo acechaba».

Hubo también testimonios de que se había visto a los príncipes jugando en los terrenos aledaños a la Torre poco después de que Ricardo fuese llevado junto a su hermano mayor, pero no se han registrado apariciones de ninguno de ellos después del verano de 1483. Se intentó llevar a cabo un intento de rescate a finales de julio, pero fracasó. El destino de los príncipes continúa siendo un misterio.



Asesinato de los hijos de Eduardo IV


Es aquí donde los historiadores no se ponen de acuerdo, ya que el suceso se presta a todo tipo de hipótesis y elucubraciones. La opinión general es que los príncipes fueron asesinados poco después de su desaparición. Es posible que el alzamiento contra Ricardo III que tuvo lugar en el verano de 1483 estuviese destinado en un principio a rescatar a Eduardo V y a su hermano antes de que fuera demasiado tarde, pero cuando el Duque de Buckingham intervino, traspasó su apoyo a Enrique Tudor, ya que al parecer tenía la certeza de que los príncipes de la Torre estaban muertos. Otros historiadores retrasan la fecha de su fallecimiento hasta la coronación de Enrique VII, primer rey de la Casa Tudor.

La desaparición de los príncipes provocó un sinfín de rumores, a los que se sumó la falta de pruebas concluyentes acerca del destino de los niños. Fue un acontecimiento tan insólito que los rumores llegaron incluso a Francia; en 1484, Guillaume de Rochefort, Lord Canciller de Francia, rogó que se tuviera en cuenta lo que les había ocurrido a los príncipes, ya que su propio rey, Carlos VIII, no contaba por entonces más que trece años. Ya entonces la opinión más extendida era que Eduardo V y su hermano Ricardo habían sido asesinados, pero queda el espinoso asunto de averiguar quién fue su asesino. Se barajaron varios nombres, pero nunca quedó del todo claro si estas acusaciones eran ciertas o si solo habían sido una manera de desprestigiar a un rival político.

Muchos historiadores coinciden en que Ricardo III es el mayor sospechoso de la desaparición y posterior ejecución de los príncipes por razones más que evidentes. De todos los implicados, él era el que salía más beneficiado, ya que al promover la ilegitimidad de los herederos, la corona recaería en él antes que en ningún otro. Sin embargo, aunque los príncipes hubieran sido eliminados de la sucesión, la posición de Ricardo III en el trono era muy frágil debido precisamente a la manera en que había obtenido la corona. Ciertamente, la desaparición de los príncipes y la sospecha de que habían sido asesinados por orden suya contribuyó a hacerle muy impopular y generó un gran descontento en los partidarios de la Casa de York. Además, el hecho de que se intentara llevar un intento de rescate de los príncipes es una prueba más que evidente de que los niños supondrían una amenaza constante para su posición mientras estuvieran vivos. A pesar de las sospechas que había, Ricardo no se pronunció al respecto ni hizo el menor intento de hacer una aparición pública con sus sobrinos, lo que da pie a pensar que los niños ya estaban muertos. Sin embargo, también cabe la posibilidad de que los enemigos de Ricardo III utilizaran a los príncipes como excusa para cargar contra el monarca y desprestigiarle.

Sin dejar de lado el nombre de Ricardo III, otro posible sospechoso del asesinato de los príncipes es James Tyrrell. En el momento de la desaparición de los príncipes, Ricardo III no se encontraba en la corte, por lo que es imposible que él los matara con sus propias manos. Los niños estaban férreamente custodiados por la guardia de la Torre, cuyas instrucciones eran que nadie se acercara a los niños sin conocimiento del Rey. Pero es posible que Ricardo enviara a uno de sus hombres con la orden de matar a los niños en su nombre; teniendo en cuenta que nada si hacía sin el consentimiento del Rey, es poco probable que no supiera que sus sobrinos iban a ser asesinados. Esta es la versión defendida por Tomás Moro y Polydore Vergil, quienes señalan a James Tyrrell, caballero que luchó muchas veces por la Casa de York, como el brazo ejecutor de Ricardo III. Fue arrestado cuando Enrique Tudor llegó al trono, y antes de ser ejecutado se dice que confesó, bajo tortura, que él había matado a los príncipes siguiendo órdenes de Ricardo III. Sin embargo, una vez más tenemos que tener cuidado con esta afirmación, ya que las confesiones bajo tortura nunca son fiables y, además, el informe de la confesión nunca fue encontrado. Y eso sin mencionar que todo podría ser una invención para manchar todavía más el nombre de Ricardo III y legitimar así la posición de Enrique VII en el trono.

Otro candidato podría haber sido Henry Stafford, segundo Duque de Buckingham y mano derecha de Ricardo III. Se ha sugerido que Buckingham tenía sus propios motivos para desear la muerte de los príncipes. Como descendiente de Eduardo III a través de Juan de Gante, primer Duque de Lancaster, y de Thomas de Woodstock, primer Duque de Gloucester, Buckingham podría haber tenido esperanzas de acceder al trono por partida doble. Además, su ejecución en octubre de 1483 puede dar pie a pensar que Ricardo III supo de sus intenciones y le consideró una amenaza que era mejor eliminar. Sin embargo, cuando se planeó el rescate de los príncipes y el Duque de Buckingham supo que lo más probable era que estuvieran ya muertos, al parecer mostró signos de sincera sorpresa. Un documento portugués redactado en la época señala a Buckingham como culpable de la muerte de los príncipes, ya que al parecer Ricardo III se los entregó «al Duque de Buckingham, bajo cuya custodia los dichos príncipes murieron de inanición».

Y por último, cabe la posibilidad de que quien estaba detrás de la muerte de los príncipes fuese el mismísimo Enrique VII. El rey Tudor, deseoso de legitimar sus pretensiones al trono inglés, habría hecho todo lo posible por eliminar a aquellas personas que pudieran ser una amenaza para él. De hecho John de Gloucester, uno de los hijos ilegítimos de Ricardo III, fue ejecutado hacia 1485, año en el que Enrique Tudor llegó al trono. Además, un año después, Enrique VII se casó con la hermana mayor de los príncipes, Isabel de York, uniendo así las casas de York y Lancaster, reforzando sus derechos sobre el trono y poniendo fin a la Guerra de las Dos Rosas.



Los hijos de Eduardo IV


En 1674, unos hombres que trabajaban en la remodelación de la Torre de Londres encontraron una caja de madera que contenía dos esqueletos humanos de pequeño tamaño. Los huesos se encontraron enterrados a una gran profundidad bajo la escalera que llevaba a la capilla de la Torre Blanca. No eran los primeros esqueletos de niño que se encontraban en la Torre, pero fueron muchas las voces que clamaron que eran los restos de los hijos de Eduardo IV. Las razones que se dan para hacer tal afirmación son que el lugar donde se hallaron los cuerpos estaba muy cerca de donde Tomás Moro había indicado que estaban los príncipes; además, un informe anónimo dice que se encontraron trapos y retales de terciopelo cerca de los cadáveres, y el terciopelo era una tela cuyo uso era exclusivo de la aristocracia. Cuatro años después, los huesos fueron introducidos en una urna y enterrados en la Abadía de Westminster. Un monumento diseñado por Christopher Wren señala el lugar de descanso de los presuntos príncipes.

jueves, 1 de diciembre de 2016

El Signo del mes: Sagitario


¡Hola a todos!

¡Bienvenidos al último mes del año en la Biblioteca de Laura!

¿Qué tal os va a todos? ¿Preparándoos para la inminente llegada de la Navidad? Yo tengo pensado empezar el mes con muy buen pie, porque dentro de unos días... ¡¡Me voy a la Estelcon que se celebra en Zaragoza!! Sí, amigos: Cuatro días en un hotel para disfrutar de intensivas jornadas dedicadas a Tolkien y a su obra literaria, con cuentos, actividades lúdicas, números musicales y, por supuesto, un montón de gente a la que conocer. ¡Estoy impaciente por ir, ^^*!

Tengo la impresión de que se acerca un diciembre lleno de sorpresas y buenos momentos. El año se termina y toca hacer reflexión acerca de todo lo que ha pasado, pero yo seguiré aquí, como siempre, para traer artículos de todo tipo.

¡Vamos a por diciembre, empezando por el signo que toca!



Sagitario




Símbolo zodiacal: El centauro

Duración: Del 22 de noviembre al 21 de diciembre

Elemento: Fuego

Planeta: Júpiter

Signo opuesto: Géminis


El signo de Sagitario se representa en el zodíaco con la forma de un centauro, un animal mitológico mitad humano y mitad caballo, armado con arco y flechas. Sin embargo, los mitógrafos no se ponen de acuerdo a la hora de identificar al centauro que ha sido catasterizado, pero los nombres que más se barajan son el de Quirón y el de Croto. Al parecer, Quirón era hijo de Cronos, quien se enamoró de la oceánide Fílira y la poseyó adoptando la forma de un caballo para que su esposa, la titánide Rea, no se enterara de la infidelidad. Cuando Fílira dio a luz, se sorprendió al ver que su hijo era mitad hombre y mitad caballo. Sin embargo, a pesar de la mala fama que tenían los centauros, Quirón demostró ser sabio, amistoso y prudente. Fue músico, médico y cazador, además de ser el tutor de grandes héroes como Aquiles, Asclepio, Teseo o Heracles, entre otros. Heracles le disparó accidentalmente una flecha envenenada con la sangre de la Hidra, y era tal el sufrimiento de Quirón que le cedió su inmortalidad a Prometeo para poder morir y dejar de sentir dolor, acto que le llevaría a ser convertido en una constelación.

En cuanto a Croto, éste era un centauro que vivía en el monte Helicón en compañía de las Musas. Mientras éstas ejercían sus artes, Croto las escuchaba atentamente y luego las alababa con gestos y palmadas, por lo que se le considera el inventor del aplauso. Las Musas, complacidas por su reconocimiento, le pidieron a Zeus que lo colocara entre las constelaciones.

Los astrólogos creen que los nacidos bajo el signo de Sagitario son amantes de la diversión y de naturaleza amistosa, filosófica, intelectual, íntegra y expansiva. Son optimistas y a veces tienen una ingenua creencia en que todo saldrá bien, a pesar de cualquier dificultad. La buena suerte les persigue y debido a que consiguen cualquier cosa que desean, casi siempre con facilidad, tienden a ser generosos y dispuestos a compartir. Los Sagitario también valoran la franqueza y honestidad, hasta el punto de que a veces sus comentarios resultan descorteses.

Según los astrólogos, los típicos Sagitario detestan ser confinados o ver recortada su libertad; buscan el cambio, muchas veces a través de los viajes. Necesitan libertad de pensamiento y de ideas, pues de lo contrario tienden a ser bastante convencionales y tradicionales. Dentro de las profesiones tradicionalmente asociadas a este signo se incluyen la enseñanza superior, el derecho, la medicina, la importación y exportación, u otras actividades relacionadas con el extranjero; así como la edición. 

Entre los famosos nacidos bajo el signo de Sagitario se encuentran Winston Churchill, Frank Sinatra, Maria Callas, Walt Disney, Lope de Vega, Rafael Alberti, Diego Rivera y Beethoven.