miércoles, 20 de noviembre de 2013

Vagando por la Historia: El rey García II de Galicia





La figura de García II es una de las más confusas que nos ha legado la Historia. Tratar de acercarnos a quien fue rey de Galicia entre 1066 y 1071 supone un reto difícil de abordar e imposible de superar, pues es muy poco lo que de él ha llegado hasta nosotros. Su persona siempre va ligada a los reyes Sancho II y Alfonso VI, pero ensombrecida por las crónicas, que buscaban ensalzar la gloria de sus hermanos mayores negándole a él la parte que le correspondía como hijo de Fernando I y como legítimo rey de Galicia.

El infante García nació hacia el año 1041 o 1042, y fue el quinto hijo del monarca castellano-leonés Fernando I y Sancha de León. Como sus hermanos varones, recibió una educación esmerada, digna de un príncipe medieval. Estudió las disciplinas liberales (Trivium y Quadrivium), complementadas con la equitación, el adiestramiento en el uso de las armas y la práctica de la caza. Fue educado por un preceptor de renombre: Cresconio, obispo de Santiago de Compostela. Fue en esta insigne ciudad donde el joven García pasó sus primeros años y recibió su educación. Es posible que la elección de Cresconio para ser el tutor del infante respondiera a un intento de hallar buenas relaciones en lo que atañe a educación religiosa. No en vano, por entonces ya se habían empezado a hacer cumplir las reformas religiosas que Fernando I había dispuesto en el Concilio de Coyanza.

Fernando I desarrolló desde 1055 una actividad expansiva frente a los reinos de taifas andalusíes, ejerciendo un continuo control interior de manera especial en la frontera galaicoportuguesa. En el área portuguesa se valió de la ayuda prestada por los infanzones, a los que nombró merinos o tenentes. En Galicia, al norte del Miño, la autoridad del monarca tardó en ser acatada y hubo de hacer frente a numerosas sublevaciones de protesta, de las que nos son conocidas dos y ambas fracasadas. Sin embargo, Fernando I obtuvo el apoyo del clero. Sus esfuerzos guerreros iban acompañados de las bendiciones de los religiosos, haciendo una especie de comparación entre el rey y Santiago, el apóstol guerrero; pero lo que realmente importa es señalar la relación de Fernando I con la sede de Iria, de incalculable estima para el monarca.

La estancia de García en Compostela junto al obispo Cresconio tiene que ser explicada dentro del contexto de acción política de Fernando I, pues tendrá mucho que ver con el futuro reparto del reino entre sus hijos. Es muy posible que la decisión de los lugares de educación de los príncipes se debiera a un plan concebido con anterioridad por el propio rey, por el cual sus hijos reinarían en los lugares donde se habían educado.

El viaje de León a Compostela en 1053 fue el comienzo de una relación estable y frecuente con el reino de Galicia, pero no significó un cambio de residencia para García. En los documentos de la época se puede observar su presencia casi permanente en la corte de su padre, pues se le encuentra con frecuencia firmando documentos o consintiéndolos. Es muy posible que, una vez que García llegara a Galicia desde el anuncio de la partición del reino, hubiera desempeñado funciones políticas. De estos hechos nos han llegado documentos en los que se confunden las acciones de Fernando I con las del infante García, y de su compromiso con una hermana del emperador germánico Enrique III. El propio García defiende sus intereses protegiendo a los peregrinos de Lieja para que éstos den testimonio de su obsequiosidad en la corte imperial. Sin embargo, García no llegará a desposarse y no hay testimonios de que hubiera tenido descendencia legítima.

Se le atribuyeron, no obstante, dos hijos bastardos: el infante don Ramiro y el conde don Fernando. Acerca del primero, sabemos que no fue hijo de García, sino primo carnal del hijo del rey de Navarra, García Sánchez III. Cuesta más hallar la filiación de don Fernando, para la que se hallan dificultades a la hora de encajar su relación con la familia real. Sea como sea, nada nos permite afirmar que García de Galicia hubiera dejado descendencia.



Relato dedicado a García II

En el año 1065, Fernando I murió y, tal como él había decretado, sus reinos fueron divididos entre sus tres hijos varones para que cada uno pudiera gobernar. El reparto resultó así: el reino de Castilla pasó a Sancho, su primogénito; León fue para Alfonso, de quien se decía que era el predilecto de su padre; y el reino de Galicia pasó a manos de García, el más joven. El espacio asignado a García está integrado por el viejo núcleo de Gallaecia, que comprendía el territorio que demarcan el Atlántico, el Cantábrico, el Macizo Galaicoduriense y el último tramo del curso del Duero, ampliado hacia el sur gracias a Fernando I con la conquista de Coimbra en el año 1064.

Se ha discutido mucho la razón que pudo motivar a Fernando I a dividir su reino entre sus tres hijos. Resulta paradójico y llamativo que la preocupación por el control conduzca finalmente a la solución del reparto. Se ha llegado a explicar que la actuación de Fernando I respondería a los antecedentes de su propia familia y de la distinta concepción de la realeza en Navarra, vinculada a esos antecedentes. Sin embargo, esas interpretaciones ya no tienen respaldo. La Crónica Silense nos dice que Fernando I dividió el reino para que sus hijos no se pelearan por el gobierno, pero también implica que la aristocracia dio su consentimiento al reparto.

En cualquier caso, García se mantuvo ocupado en los asuntos gallegos. En vida de Fernando I, el ejercicio de la potestas seguía siendo del monarca, pero la actividad de García se orientó hacia su gobierno. El infante prepara su futuro, para lo que dispone de un patrimonio personal consistente. Parte de ese patrimonio constaba de monasterios, tierras y hombres de condición servil. En la época era muy importante el papel de los monasterios como ordenadores y estabilizadores del patrimonio aristocrático. En cuanto a la servidumbre, ésta formaba parte del patrimonio como cualquier otro bien mueble o inmueble.

Fernando I murió en 1065, pero no fue hasta principios del año siguiente cuando García fue coronado rey de Galicia. Por desgracia, no se conserva demasiada documentación cancilleresca sobre su reinado, y nada en cuanto a la privada. La historiografía ha querido ver en este hecho una gran falta de prestigio por parte del rey, pero esto no ha quedado testimoniado. Lo más probable es que se debiera a los usos de los scriptoria de los monasterios en distintos lugares y tiempos, y no a la falta de popularidad del rey.

En la documentación, García II aparece ejerciendo las funciones que se esperaban en todo monarca. Se le ve prestando juramento y estableciendo pactos con el obispo Vistruario de Lugo y los condes Mido y Sancho. Jura respetar títulos y posesiones, se ampara en la ayuda de los obispos y trata con respeto a obispos y abades. Entre sus actos se incluyen las donaciones hechas a San Antoíño de Toques, a Munio Viegas y a García Moniz, entre otros, así como la restauración de la sede de Tui y su anexión a la de Santiago hasta que se nombra un nuevo obispo. Sin embargo, una y otra vez se le dibuja como un monarca débil e incapaz.

Pero en el año 1071 empezaron los conflictos. El ataque de su hermano Sancho puso fin a su reinado en poco más de dos meses. Y si antes se habían mencionado las escasas capacidades del rey García II, éstas se agudizaron más tras su rápida derrota. Los epítetos que se utilizan para calificarle son los de inepto, pusilánime, simple, infeliz, apocado y sañudo. Y, sin embargo, no hay en las fuentes nada que permita sostener la tesis de la incapacidad de García para el gobierno.

La inestabilidad en Galicia solo fue el principio de la guerra fratricida que se desencadenó en Castilla y León tras la muerte de la reina Sancha, madre de los tres reyes. Probablemente movidos por su gran ambición, Sancho y Alfonso se unieron para apoderarse del reino de Galicia, obligando a García a exiliarse en Burgos y posteriormente a la corte del rey taifa al-Mu’tamid de Sevilla. En todo momento se observa una actitud meramente pasiva del monarca gallego en el desarrollo de los acontecimientos: García no hace sino sufrir las consecuencias de decisiones tomadas por sus hermanos mayores, quienes aducían estar descontentos con el desigual reparto de la herencia que había hecho Fernando I. Y la cosa no mejoró cuando, un año después, Sancho se apoderó de los territorios de Alfonso, convirtiéndose así en rey de Castilla y León.

Pero poco duró su reinado. Cuando intentaba sofocar una revuelta nobiliaria en Zamora, ciudad que se encontraba bajo el señorío de su hermana Urraca, fue asesinado por Bellido Dolfos. La muerte de Sancho permitió a García regresar al trono gallego, pero por muy poco tiempo, pues Alfonso reinició la contienda. Por consejo de su hermana Urraca, tendió una trampa a su hermano y lo hizo prisionero en el castillo de Luna, una suerte de jaula de oro en la que viviría casi veinte años de encierro.


Así terminó el reinado de García II de Galicia, el monarca que no pudo reinar. Encerrado en el castillo de Luna, olvidado por las crónicas y por todos los que una vez le juraron lealtad, nunca fue más que un problema para Alfonso VI que, si bien ordenó que se le proporcionaran todas las comodidades, también se ocupó de que nunca abandonara su prisión. Una antigua leyenda dice que, a su muerte en el año 1090, García II, ya anciano y muy enfermo, manifestó entre gritos su deseo de ser enterrado con los grilletes que había arrastrado durante casi veinte años, para mostrar así la crueldad y ambición de sus hermanos.



Bibliografía:

*Portela, E.; García II de Galicia: el Rey y el Reino (1065-1090), La Olmeda S.L., Burgos, 2001

*Zabaleta, F.; Medievalario. Un Bestiario Medieval, Redelibros, 2011

4 comentarios:

  1. Un pequeño comentario, cuando usted se refiera a García como rey de Galicia no es necesario poner "García II de Galicia", pues no existió antes de él un García I de Galicia.

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    1. Tiene usted toda la razón, tan solo hubo un rey de Galicia llamado García. Lo que pasa es que ya me sale solo el escribirlo así. Pido disculpas si ha dado lugar a error. ¡Gracias por comentar!

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  2. Hay un par de datos que creo que dice Portela en su libro. García creo que fue el que reestablecio el obispado de Braga y se enfrentó con los señores del condado portucalense en concreto con los descendientes de conquistador de oporto a los que venció, si no estoy equivocado

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    1. Hace bastante tiempo que leí el libro y tendría que repasar la información, así que podría ser como dices.

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